Agustín de Hipona fue un santo, padre y doctor de la Iglesia católica que vivió entre 354-430 d.C. Fue uno de los pensadores cristianos más importantes que defendió la complementariedad entre la razón y la fe. Escribió obras influyentes como Confesiones y La ciudad de Dios.
Lineamientos de la Escuela de la Confianza SJA Ccesa.pptx
Agustín de hipona
1. Agustín de Hipona
Agustín de Hipona, conocido también como san Agustín o, en latín, Aurelius Augustinus
Hipponensis (Tagaste, 13 de noviembre de 354-Hippo Regius, 28 de agosto de 430), es
un santo, padre y doctor de la Iglesia católica.
El «Doctor de la Gracia» fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y según
Antonio Livi uno de los más grandes genios de la humanidad. Autor prolífico, dedicó gran
parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La ciudad de
Dios sus obras más destacadas.
DOCTRINA
Razón y fe
San Agustín, a los diecinueve años, se pasó al racionalismo y rechazó la fe en nombre de la
razón. Sin embargo, poco a poco fue cambiando de parecer hasta llegar a la conclusión de
que razón y fe no están necesariamente en oposición, sino que su relación es de
complementariedad. Según él, la fe es un modo de pensar asintiendo, y si no existiese el
pensamiento, no existiría la fe. Por eso la inteligencia es la recompensa de la fe. La fe y la
razón son dos campos que necesitan ser equilibrados y complementados.
Esta postura se sitúa entre el fideísmo y el racionalismo. A los racionalistas les
respondió: Crede ut intelligas («cree para comprender») y a los fideístas: Intellige ut
credas («comprende para creer»). San Agustín quiso comprender el contenido de la fe,
demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus enseñanzas.
Interioridad
Agustín de Hipona anticipa a Descartes al sostener que la mente, mientras que duda, es
consciente de sí misma: si me engaño existo (Si enim fallor, sum). Como la percepción del
mundo exterior puede conducir al error, el camino hacia la certeza es la interioridad (in
interiore homine habitat veritas) que por un proceso de iluminación se encuentra con las
verdades eternas y con el mismo Dios que, según él, está en lo más íntimo de la intimidad.
Las ideas eternas están en Dios y son los arquetipos según los cuales crea el Cosmos. Dios,
que es una comunidad de amor, sale de sí mismo y crea por amor mediante rationes
seminales, o gérmenes que explican el proceso evolutivo que se basa en una constante
actividad creadora, sin la cual nada subsistiría. Todo lo que Dios crea es bueno, el mal carece
de entidad, es ausencia de bien y fruto indeseable de la libertad del hombre.
Agustín también reflexiona sobre el tiempo desde la perspectiva de la conciencia subjetiva. El
interior del hombre, dotado de memoria, está disperso entre el pasado y el futuro y anhela lo
imperecedero. Es a través del examen de la propia trayectoria existencial y la introspección en
la propia alma, donde Agustín expresa sus convicciones.
Ciudad de Dios
En la historia coexisten la Ciudad del Hombre, volcada hacia el egoísmo, y la Ciudad de Dios
que se va realizando en el amor a Dios y la práctica de las virtudes, en especial, la caridad y
la justicia. Ni Roma ni ningún Estado es una realidad divina o eterna, y si no busca la justicia
se convierte en un magno latrocinio. La Ciudad de Dios, que tampoco se identifica con la
Iglesia del mundo presente, es la meta hacia donde se encamina la humanidad y está
destinada a los justos.
2. Lucha contra las herejías
Agustín acusa al pelagianismo de no creer en el amor gratuito de Dios. La salvación para él no
es un merecimiento del hombre por sus buenas obras, sino pura gracia.
Agustín también ataca al donatismo. Este no admite a los que en las persecuciones renegaron
de la fe. Agustín aboga por la acogida y el perdón.
Ética
El amor agustino se basa en el amor a Dios. Este amor libera al ser humano permitiéndole
hacer lo que él quiera. Ello, en tanto tiene como base el amor a Dios.
Para san Agustín
el amor es una perla preciosa que, si no se posee, de nada sirven el resto de las cosas, y si se
posee, sobra todo lo demás.
San Agustín también dijo que
Nos hiciste Señor para Tí, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Tí.
Para el santo, Dios creó a los seres humanos para Él, y por ello los seres humanos no van a
estar plenos hasta que no descansen en Dios.
Como para otros Padres de la Iglesia, para Agustín de Hipona la ética social implica la
condena de la injusticia de las riquezas y el imperativo de la solidaridad con los
desfavorecidos
Las riquezas son injustas o porque las adquiriste injustamente o porque ellas mismas son
injusticia, por cuanto tú tienes y otro no tiene, tú vives en la abundancia y otro en la miseria.
Psalmos 48
Agustín de Hipona defendió asimismo el bien de la paz y procuró promoverla
Acabar con la guerra mediante la palabra y buscar o mantener la paz con la paz y no con la
guerra es un título de gloria mayor que matar a los hombres con la espada.
Epístola 229