¿ES ABSOLUTAMENTE IMPORTANTE EL PENSAMIENTO CRÍTICO PARA CUALQUIER PERSONA Y MUCHO MÁS PARA QUIENES FORMAN A LOS NUEVOS HOMBRES Y MUJERES, LO CUAL PUEDE PERMITIRLES CUESTIONAR LOS ESTIGMAS DE ESTE MUNDO?
cuadernillo de lectoescritura para niños de básica
¿POR QUÉ EL PENSAMIENTO CRÍTICO EN LA FORMACIÓN DOCENTE?
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¿POR QUÉ EL PENSAMIENTO CRÍTICO EN LA FORMACIÓN
DOCENTE?
Es una pregunta de Perogrullo, que ni siquiera debería plantearse
por su obviedad para la formación profesional de los nuevos
docentes. Sin embargo, una cosa es que el razonamiento
académico haya reconocido el valor del pensamiento crítico y
otra que los formadores estén dispuestos a promover
genuinamente esta habilidad cognitiva como objetivo esencial
de su labor. También es cierto que contados formadores
reconocen a esta facultad como instrumento para transformar
el mundo y dentro de él nuestra sociedad y, por supuesto, la
educación.
De tal modo que, aunque los hechos, fenómenos y problemas que
vive la humanidad están ahí al frente de cualquier habitante de
este mundo, parece ser necesario reflexionar sobre los
dramáticos acontecimientos que diariamente suceden en el
planeta. Claro que a fuerza de verlos y vivirlos es posible que no
causen ninguna impresión y mucho menos inviten a la acción para
contrarrestarlos. Inclusive, en muchos casos da la impresión que
las personas, sobre todo los jóvenes, aceptan esta sociedad como
algo natural e incluso idílico para sus intereses.
Con el propósito de cambiar esta percepción dominante y para
reconocer, de una vez por todas, la plena justificación del
pensamiento crítico en las instituciones formadores de
maestros y maestras, nos proponemos, pues, en las siguientes
líneas realizar un retrato sucinto de la situación que vive el
mundo actual. Y para graficar aún más esta realidad, acudimos
a su percepción y de los pueblos que viven esta realidad, que
constituye en un observador y descriptor objetivo de los hechos
del mundo.
La realidad del mundo que hoy vivimos, se comprueba que:
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Las tres cuartas partes de la humanidad viven en la
pobreza más indignante, y de ella una cuarta parte sufre
hambre continua, sobre todo los niños y las mujeres.
La riqueza del planeta está en manos del 1 % de la
población, quien impone sus reglas y domina al 99 %
restante.
Los dioses y religiones creados por sus habitantes, han
servido para dividirlos, oprimirlos y para justificar
guerras y exclusiones.
Un elevado número de pobladores han perdido los valores
de su esencia humana; su máxima anhelo es tener,
adquirir, acumular; no está interesado en el desarrollo de
su ser.
Las ocupaciones predominantes son producir y consumir;
cuando no están produciendo están consumiendo.
La mitad del mundo que conforman el sexo femenino ha
sido sometida a posiciones inferiores e indignantes que
desnaturalizan su esencia humana.
Quienes concentran los medios de comunicación manipulan
a la población, desinforman y crean falsos valores.
Los habitantes de este planeta destinan gigantescos
recursos para fabricar armas que causan muerte,
sufrimiento y destrucción a sus congéneres.
Determinados grupos viven del nefasto negocio de las
drogas que les provee enormes ganancias, gracias al
envenenamiento de sus congéneres.
La sexualidad es utilizada en forma aberrante como la
prostitución y la pornografía, solo por el hecho de generar
riquezas monetarias.
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Infinidad de fábricas producen enormes cantidades de
venenos químicos que contaminan el aire, el suelo, los
mares y ríos, los cuales afectan a la salud humana y
amenazan con destrucción su propio planeta.
Numerosos miembros de la raza humana esclavizan y
oprimen a sus congéneres en trabajos degradantes y mal
pagados.
Un alto número de “terrícolas” vive de las ganancias que
les produce las actividades de corrupción y violencia.
Un elevado número de personas desprecia, excluye y
margina a quienes son diferentes por su color de piel,
condición cultural y apellido; inclusive se llega al
exterminio de culturas minoritarias.
La acumulación de grandes compañías ha provocado el
agotamiento incesante de los recursos naturales y la
extinción de especies animales y vegetales, seres vivos
que conviven con los humanos.
Los avanzados conocimientos y descubrimientos no han
servido para superar las necesidades y dolencias de los
habitantes; han sido utilizadas para sojuzgar a los pueblos
y para la acumulación de riquezas en pocas manos.
Las escuelas domestican a sus menores; se limitan a
ejercitar la capacidad de recuerdo, mientras sus mayores
potencialidades intelectuales son descuidadas.
Todos estos hechos han provocado la despersonalización
de hombre; éste vive como un autómata, alienado,
cumpliendo los órdenes de quienes detentan el poder
mundial, pero creyéndose libres y soberanos.
Lo más extraño es que solo contados habitantes parecen
tener conciencia de estos penosos hechos y muy pocos
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están interesados en ser parte de la solución de dichos
cuadros de penuria y dolor.
¿qué reporte podría tener de los habitantes del planeta? Con un
elemental sentido ético ¿podría calificar a la Tierra como un
mundo interesante, agradable, digno de vivirse, que hace honor a
la condición humana de sus pobladores y que puede ser un ejemplo
para otros planetas del universo?
Si el lector no puede contestar de modo afirmativo las inquietudes
planteadas, entonces acaso no puede ser motivo de vergüenza
haber construido este tipo de mundo. Como expresa la profesora
Elsy Rojas, vivimos en una sociedad enferma, decadente; el
humano extravió su rumbo y su destino: la felicidad, la salud,
el amor. Inmerso en una sociedad enferma, la capitalista-
neoliberal, ha contagiado su espíritu con la codicia, el afán de
lucro desmedido y el individualismo. Extrañado de su esencia y
de la naturaleza de la cual forma parte, se relaciona con el mundo
desde su soledad y pasividad, transfiriéndole a los objetos y al
dinero sus facultades humanas. “Ensimismado en esa existencia
contradictoria, el hombre y la mujer buscan afanosamente
respuestas a ciertas preguntas. ¿Por qué se separaron de sí
mismos, de la naturaleza y del prójimo? ¿Por qué viven prisioneros
de sus instintos y padecen insania mental? ¿De dónde procede
su fragmentación, vacuidad, tristeza y desasosiego? ¿Cómo
pueden armonizar sus almas con el ser y la conciencia?
¿Necesitan recomponer su mundo relacional?”.
Aunque parezca una actitud automortificante, es necesario
insistir sobre el tipo de sociedad creada por el sistema
mercantilista pues muchos docentes, y no se diga los jóvenes,
tienen mínima conciencia de sobre ella, aunque sufran en carne
propia sus despiadados embates. Ciertamente, una sociedad
que mata, impune y de modo sistemático, a sus hijos más
inocentes, que ha generado miles de millones de desempleados,
que administra la justicia según los colores políticos, que miente
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con descaro y desde las más altas instancias, que fomenta el
odio y el enfrentamiento entre sus miembros, que destruye la
inocencia de los niños, que azuza pasiones innobles de los
jóvenes, que convierte la escuela en un instrumento ideológico
y del poder político en trampolín para el enriquecimiento
personal y el perjuicio de los suyos, que se empeña en la
búsqueda desenfrenada de estatus y placeres; en pocas
palabras, una sociedad cuarteada en sus estructuras básicas y
removida en sus cimientos éticos, no puede ser definida sino
como es una sociedad decadente y enferma de extrema
gravedad.
Si esta sociedad es el ámbito donde vivimos el día a día de nuestro
trabajo, de nuestra familia, de nuestras amistades, de nuestras
comunidades, de nuestros proyectos y de nuestros propósitos. En
la vida, entonces, las cosas adquieren un dramatismo inusitado y
necesita que se ponga, de modo urgente, un remedio radical.
Obviamente, ningún miembro de esta sociedad puede mirar con
desinterés y desprecio esta realidad, a menos que esté embotada
su reflexión ética. Ahora bien, dado que las enfermedades que la
aquejan son muy graves y tienen carácter de metástasis
generalizada, no podemos aplicarle remedios parches, pues éstos
serían meros cataplasmas de mínimo efecto. Ciertamente, todos
los remedios deben contemplar una profunda regeneración ética
de cuantos formamos parte de esa sociedad, de lo contrario
serán simples engaños para mantener el orden de cosas. De
tal forma que ni la justicia, ni la política, ni la escuela, ni la
familia, ni la convivencia, ni la economía, ni las finanzas saldrán
de la situación calamitosa en que se encuentran si el modelo
económico dominante capitalista neoliberal, el mal desarrollo
según la expresión de Tortosa (2011) no es eliminado de la faz
de la tierra. Y esta trascendental transformación será
lograda con la gran cruzada mundial para oponerse a los
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dictados del sistema, a sus manipulaciones, al canto de sirenas,
a sus protervos intereses.
Pero para ello, primero se requiere del pensamiento crítico para
develar todas sus argucias y mixtificaciones. Luego es necesario
construir otra sociedad fundamentada en una economía social y
solidaria, en la cual la filosofía del Buen Vivir en su mejor ejemplo.
Ahora bien, ¿puede dejar estas lacras mundiales impasibles a
cualquier ciudadano y mucho menos a los educadores y
educadoras?
Aunque resulte insólito, casi todos los hombres y mujeres de
nuestros países que más sufren diariamente las secuelas de estos
lacerantes hechos, se les ve ignorantes y despreocupados.
Mientras millones de ciudadanos de las naciones desarrolladas en
los últimos años están expresando su indignación contra el sistema
mercantilista, en nuestros países parece haber conformidad y
abulia. ¿Qué explicación puede darse a esta inaudita paradoja?
A nuestro parecer, la única explicación es la ínfima conciencia
crítica de nuestros pobladores, provocada precisamente por el
propio sistema a través de múltiples mecanismos. Los
habitantes de nuestros pueblos viven un mundo ficticio, falso,
pero convencidos de que ese es un mundo natural, lógico y hasta
el mejor para sus vidas. Son mentalmente prisioneros del ansia
de tener, del consumismo, del egoísmo exacerbado, del
individualismo, del ansia comercial ... Casi todos han
desarrollado una conciencia domesticada, servil al dios dinero;
conciencia dormida, anestesiada al servicio los poderoso; sin
criterio propio; se dejan llevar por lo que dicen las personas
con poder; tienen miedo a expresar tu opinión, a ser
diferentes, a vivir de modo auténtico, a ser ellos mismos, a
luchar por un mundo mejor, a combatir las injusticias sociales,
son parte del rebaño domesticado por el nuevo orden mundial
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de la dictadura del capitalismo salvaje, del pensamiento único,
alienante y cruel.
Después de este breve análisis, la pregunta final para el lector
puede ser: ¿es absolutamente importante el pensamiento crítico
para cualquier persona y mucho más para quienes forman a los
nuevos hombres y mujeres, lo cual puede permitirles cuestionar
los estigmas de este mundo?
A las claras, es posible reconocer que esta capacidad intelectiva
del hombre le faculta identificar, discernir evaluar, los
acontecimientos que atentan contra el hombre y la naturaleza. El
problema es que, si no nos conducimos, de modo permanente con
esta aptitud cognitiva, bien puede decirse que somos culpables o,
por lo menos, cómplices de los terribles males que sobrelleva el
mundo y la humanidad.
En el caso de quienes abrazan la profesión docente, la
responsabilidad es más delicada aún. ¿Cómo educar, formar,
enseñar, a las nuevas generaciones ignorando estos hechos o
soslayándolos? ¿Tal vez no somos responsables de la conciencia
dormida, domesticada, alienada de nuestros discípulos? En
definitiva, para qué educamos, si no tenemos entre nuestras
obligaciones formar los hombres y mujeres que transformarán
esta realidad y construirán un mundo libre, digno, justo,
equitativo, ético, sustentable …
Quienes se preparan para la docencia pueden inferir también que
no tiene sentido educar solo para que los menores aprendan cosas
simples o para que alcancen un oficio, mientras el mundo camina,
de modo inexorable a hacia la deshumanización y destrucción. El
pensador francés Edgar Morin tiene una metáfora sentida para
advertir lo que le sucede al planeta: “Podemos decir que estamos
en un Titanic planetario con su ‘cuatrimotor’ técnico, científico,
industrial y de beneficios, pero no controlado éticamente y
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políticamente”. Ante lo inminente de la hecatombe mundial, el
mismo autor sentenció: “O nos salvamos todos o nos hundimos
todos”.
Pero como se verá en este trabajo, el simple reconocimiento de los
problemas que afronta la humanidad y el planeta es apenas un
primer paso del pensamiento crítico. Esta facultad cognitiva va
más allá al estudiar cuáles son las causas y responsables de estos
conmovedores acontecimientos. Obviamente, este develamiento
requiere investigación, consulta, estudio sostenido; por ventaja,
gracias al Internet ahora es posible acceder a una vasta
información sobre los problemas del mundo, sus causas, efectos y
los culpables directos e indirectos.
Aún más, la teoría del pensamiento crítico nos dice que conocer
y comprender no es suficiente, es imprescindible ejecutar
acciones que contribuyan a eliminar o siquiera mitigar dichas
desgracias. Son múltiples las actuaciones que los ciudadanos
comunes, y sobre todo los educadores, pueden ejecutar para
cambiar el orden vigente: sumarse a las protestas mundiales
en pro de otro mundo; oponerse al consumo irracional que
destruye la naturaleza; participar activamente en campañas y
cruzadas por los derechos humanos; generar proyectos de
humanización y protección medioambiental; formar ciudadanos y
ciudadanas conscientes de su responsabilidad con su mundo
inmediato y mediato; denunciar a los causantes y más que nada
promover la conciencia crítica de los menores y así sumar más
adeptos a la construcción de otra sociedad.
Es imprescindible, pues, que los maestros y maestras despierten
su conciencia crítica; pasar de la conciencia dormida, pasiva,
anestesiada a la conciencia despierta, activa, comprometida y
libre. Su pensamiento y acción deben decir nunca más a la
esclavitud mental y deben luchar por despertar su conciencia y
convertirse en defensores de los derechos humanos, las
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libertades, la democracia y por un profundo amor universal. Todo
esto puede aportar a construir un presente y un futuro sin miedo
y donde brille la esperanza para toda la humanidad, todos los
pueblos y todas las culturas.
Visto desde esta óptica, el pensamiento crítico pasa a ser la
acción primaria para transformar el mundo y construir la nueva
sociedad que dignifique al ser humano y preserve la heredad
planetaria donde vivimos. Queda así demostrada, aunque no con
la amplitud que hubiéramos querido, la necesidad del
pensamiento crítico y de sus cultores los pensadores críticos
que se convierten en conciencia del mundo, en entes
contestatarios, rebeldes y propositivos.