Este documento describe una técnica budista para identificar el ego. Indica que antes de que surjan los deseos o pensamientos, no existe un sentido de "yo". Aconseja percibir los pensamientos y deseos como fenómenos transitorios en lugar de identificarse con ellos. Sugiere centrarse en los intervalos entre pensamientos y deseos, cuando no hay identificación y puede experimentarse la no dualidad.
1. TECNICA N°83 LLEVA TU ENFOQUE A LOS INTERVALOS.
Segunda técnica: Antes del deseo y antes de saber, ¿cómo puedo decir que soy? Considéralo. Disuélvete en la
belleza.
Antes del deseo y antes de saber, ¿cómo puedo decir que soy? Surge un deseo: con el deseo surge la
sensación de que «yo soy». Surge un pensamiento, con el pensamiento surge la sensación de que «yo soy».
Búscalo en tu propia experiencia. Antes del deseo y antes de saber, no hay ego.
Siéntate en silencio, mira dentro de ti. Surge un pensamiento: te identificas con el pensamiento. Surge un
deseo: te identificas con el deseo. En la identificación, te vuelves el ego. Entonces piensa: no hay ningún deseo
y no hay ningún conocimiento y ningún pensamiento: no puedes identificarte con nada. El ego no puede surgir.
Buda usó esta técnica, y dijo a sus discípulos que hicieran únicamente una cosa: cuando surja un
pensamiento, percíbelo. Buda solía decir que cuando surgiera un pensamiento, percibiéramos que está
surgiendo un pensamiento. Por dentro, percíbelo: ahora está surgiendo un pensamiento, ahora ha surgido un
pensamiento, ahora ha desaparecido un pensamiento.
Simplemente recuerda que ahora el pensamiento está surgiendo, ahora el pensamiento ha surgido, ahora el
pensamiento está desapareciendo, para no identificarte con él. Es muy hermoso y muy simple. Surge un
pensamiento. Estás andando por la calle; pasa un coche bonito. Lo miras... y, apenas lo miras, surge el deseo
de poseerlo. Hazlo. Al principio, verbaliza; di lentamente: «He visto un coche. Es bonito. Ahora ha
surgido un deseo de poseerlo.» Verbalízalo.
Al principio, esto está bien; si lo puedes decir en voz alta, está muy bien. Di en voz alta: «Estoy percibiendo que
ha pasado un coche; la mente ha dicho que es bonito y ahora ha surgido el deseo y debo poseer este coche».
Verbalízalo todo, háblate en voz alta, e inmediatamente sentirás que eres distinto de ello. Percíbelo.
Cuando te hayas vuelto eficiente en percibir, no es necesario decirlo en voz alta. Por dentro, percibe que ha
surgido un deseo. Pasa una mujer guapa; ha surgido el deseo. Simplemente percíbelo -como si no te atañera;
simplemente estás percibiendo el hecho de que está sucediendo-, y entonces, de pronto, estarás fuera de ello.
Buda dice: Percibe todo lo que sucede. Sigue percibiendo, y cuando desaparezca, vuelve a percibir que
ahora el deseo ha desaparecido, y advertirás que estás a una distancia del deseo, del pensamiento.
Esta técnica: Antes del deseo y antes de saber, ¿cómo puedo decir que soy?
Y si no hay deseo y no hay pensamiento, ¿cómo vas a poder decir «yo soy»? ¿Cómo, Puedo decir que soy?
Entonces todo es silencioso; no hay ni una ondulación. Y sin ninguna ondulación, ¿cómo voy a poder
crear esta ilusión del «yo»? Si hay alguna ondulación, me puedo apegar a ella, y mediante ella puedo sentir «yo
soy». Cuando no hay ninguna ondulación en la consciencia, no hay «yo».
De modo que antes del deseo, recuerda; cuando el deseo se vaya, sigue recordando. Cuando surja un
pensamiento, recuerda. Míralo. Percibe que ha surgido un pensamiento. Tarde o temprano se irá, porque
todo es momentáneo, y habrá un intervalo. Entre dos pensamientos hay un intervalo, entre dos deseos
hay un intervalo, y en el intervalo no hay «yo».
Percibe un pensamiento en la mente y entonces advertirás que hay un intervalo. Por pequeño que sea, hay un
intervalo. Luego llega otro pensamiento; entonces vuelve a haber un intervalo. En esos intervalos no hay
«yo», y esos intervalos son tu ser real. Los pensamientos pasan por el cielo. En esos intervalos puedes
mirar entre dos nubes, y puedes ver el cielo. Considéralo. Disuélvete en la belleza.
Y si puedes considerar que ha surgido un deseo y un deseo se ha ido, y tú has permanecido en el intervalo y el
deseo no te ha perturbado... Llegó. Se fue. Estuvo ahí, y ya no está, y tú has permanecido inalterado, has
permanecido tal como eras antes de él. No ha habido ningún cambio en ti. Llegó y pasó como una
sombra. No te ha tocado; permaneces sin ninguna cicatriz.
Considera este movimiento del deseo y el movimiento del pensamiento; pero sin ningún movimiento en ti.
Considéralo. Disuélvete en la belleza. y ese intervalo es bello. Disuélvete en ese intervalo. Cae en el intervalo y
se el intervalo. Es una experiencia más profunda de belleza. Y no sólo de belleza, sino también de bien y
de verdad. En el intervalo, eres.
2. Todo el énfasis tiene que ir de los espacios llenos a los espacios vacíos. Estás leyendo un libro: hay
palabras, hay frases, pero entre las palabras hay intervalos; entre las frases hay intervalos. En esos
intervalos, eres. Eres la blancura del papel, y los puntos negros son sólo nubes de pensamiento y deseo que
pasan por ti. Cambia el énfasis, cambia la gestalt. No mires los puntos negros; mira lo blanco.
En tu propio ser interno, mira los intervalos. Se indiferente a los espacios llenos, los espacios ocupados. Pon tu
interés en los intervalos, los espacios vacíos. Mediante esos intervalos puedes disolverte en la belleza
suprema.