Tecnica n°062 usa la mente como la puerta a la meditación
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TECNICA N°62 USA LA MENTE COMO LA PUERTA A LA MEDITACIÓN
Segunda técnica: Dondequiera que tu mente esté vagando, interna o externamente, en este mismo lugar,
esto.
Esta mente es la puerta: esta mente misma. Dondequiera que esté vagando, independientemente de lo que
esté pensando, contemplando, soñando, esta mente misma, este mismo momento, es la puerta. Éste es un
método muy revolucionario, porque nunca pensamos que la mente corriente es la puerta. Pensamos que alguna
supermente -un Buda, un Jesús- puede entrar, que ellos tienen una mente sobrehumana. Esta misma mente que
tienes esta mente que sigue soñando e imaginando pensamientos relevantes o irrelevantes, que está plagada de
feos deseos, pasiones, ira, avaricia, todo lo que está condenado, que está ahí más allá de tu control, tirando de ti
hacia aquí y hacia allá, empujándote hacia aquí y hacia allá, un manicomio constante-, esta mente misma dice
este sutra, es la puerta. Dondequiera que tu mente esté vagando -dondequiera, recuerda; el objeto no es
relevante-, dondequiera que tu mente esté vagando, interna o externamente, en este mismo lugar, esto.
Hay que comprender muchas cosas. Una: la mente corriente no es tan corriente como pensamos. La mente
corriente no está desligada de la mente universal: forma parte de ella. Sus raíces van hasta el centro mismo
de la existencia; de lo contrario no puedes existir. Incluso un pecador está enraizado en lo divino; de lo contrario
no puede existir. Incluso si existe el diablo, no puede existir sin apoyo divino.
La existencia misma es sólo posible debido al enraizamiento en el ser. Tu mente está soñando, imaginando,
vagando, tensa, angustiada, sufriendo. Como quiera que se mueva y dondequiera que vaya, permanece
enraizada en la totalidad. De lo contrario no es posible. No puedes alejarte de la existencia; eso es
imposible. En este mismo momento estás enraizado en ella.
De modo que ¿qué hay que hacer? Si en este mismo momento estamos enraizados en ella, entonces a la mente
egoísta le parecerá que no hay que hacer nada. Ya somos lo divino, así que ¿para qué tanto jaleo? Estás
enraizado en lo divino, pero no eres consciente de ello. Cuando la mente está vagando; hay dos cosas: la
mente y el vagabundeo, los objetos en la mente y la mente misma, nubes vagando por el cielo y el cielo.
Hay dos cosas: las nubes y el cielo.
A veces puede suceder, sucede, que hay tantas nubes que el cielo desaparece, no puedes verlo. Pero incluso si
no puedes verlo no ha desaparecido; no puede desaparecer. No hay manera de hacer que el cielo
desaparezca. Está ahí; oculto o no oculto, visible o invisible, está ahí.
Pero también hay nubes. Si pones la atención en las nubes, el cielo ha desaparecido. Si pones la atención en el
cielo, las nubes son sólo accidentales, vienen y van. No necesitas preocuparte mucho por ellas. Vienen y se
van. Han estado viniendo, han estado yéndose. No han destruido ni siquiera un centímetro del cielo, no
han ensuciado el cielo; ni siquiera lo han tocado. El cielo permanece virgen.
Cuando tu mente está vagando, hay dos cosas: una es las nubes, los pensamientos, los objetos, imágenes, y
la otra es la consciencia, la mente misma. Si prestas demasiada atención a las nubes, a los objetos,
pensamientos, imágenes, te has olvidado del cielo. Te has olvidado del anfitrión; te has interesado demasiado
por el huésped. Esos pensamientos, imágenes, vagabundeas son sólo huéspedes. Si enfocas la atención en
los huéspedes, te olvidas de tu propio ser. Cambia el enfoque de los huéspedes al anfitrión, de las nubes al
cielo. Hazlo prácticamente.
Surge un deseo sexual: esto es una nube. O surge la avaricia de tener una casa más grande: esto es una nube.
Puedes obsesionarte tanto con ella que te olvides completamente de a quién le ha surgido, a quién le ha sucedido.
¿Quién está detrás de ella? ¿En qué cielo se está moviendo esta nube? Recuerda ese cielo, y de pronto la
nube desaparece. Sólo necesitas un cambio de enfoque del objeto al sujeto, de lo externo a lo interno, de
la nube al cielo, del huésped al anfitrión..., sólo un cambio de enfoque.
Lin Chi, un maestro Zen, estaba hablando. Alguien dijo desde el auditorio: «Respóndeme sólo a una pregunta:
¿Quién soy?
Lin Chi dejó de hablar. Todo el mundo estaba atento. ¿Qué respuesta iba a dar? Pero no respondió. Bajó de su
silla, caminó, se acercó al hombre. Todo el auditorio se puso atento, alerta. Ni siquiera respiraban. ¿Qué
iba a hacer? Debería haber respondido desde la silla; esto no era necesario. El hombre se asustó, y Lin Chi
se acercó a él con sus ojos penetrantes. Cogió al hombre por el cuello, le dio una sacudida y le dijo: «¡Cierra los
ojos! Y recuerda quién está haciendo, esta pregunta: "¿Quién soy?"». El hombre cerró los ojos...
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asustado, por supuesto. Entró en sí mismo para buscar quién había hecho esta pregunta, y no regresaba .
El público esperó y esperó y esperó. Su rostro se volvió silencioso, calmado, sosegado. Entonces Lin Chi tuvo que
sacudirlo de nuevo. «Ahora sal y dile a todo el mundo: "¿Quién soy?"».
El hombre se echó a reír y dijo: «¡Qué forma más milagrosa de responder algo! Pero si alguien me lo
pregunta a mí ahora, haré lo mismo. No puedo responder».
Era sólo un cambio de enfoque. Haces la pregunta: «¿Quién soy?», y tu mente está enfocada en la pregunta, y la
respuesta está oculta justo detrás de la pregunta en quien la hace. Cambia el enfoque; vuelve a ti mismo.
Este sutra dice: Dondequiera que tu mente esté vagando, interna o externamente, en este mismo lugar,
esto. Ve de los objetos a la mente misma, y ya no eres una mente corriente. Eres corriente debido a los
objetos. De pronto te vuelves un buda tú mismo. Ya eres un buda, sólo que estás abrumado por muchas
nubes. Y no sólo estás abrumado; estás aferrándote a tus nubes, no dejarás que se vayan. Piensas que las
nubes son de tu propiedad. Piensas que cuantas más tengas, mejor: eres más rico. Y todo tu cielo, tu
espacio interno, está oculto. En cierto modo, ha desaparecido entre las nubes y las nubes se han vuelto tu
vida. La vida de las nubes es sansara: el mundo.
Esto puede suceder incluso en un solo momento, este cambio de enfoque..., y siempre sucede de repente. No
quiero decir que no necesites hacer nada y que sucederá de repente; tendrás que hacer mucho. Pero nunca
sucederá gradualmente. Tendrás que hacer y hacer y hacer, y un día, de repente, llega un momento en que
estás en la temperatura correcta para la evaporación. De pronto no hay agua; se ha evaporado. De pronto
no estás en el objeto. Tus ojos no están enfocados en las nubes; de pronto se han vuelto hacia
dentro, al espacio interno.
Nunca sucede gradualmente que una parte de tus ojos haya vuelto hacia dentro y una parte esté con las nubes
externas, ni sucede en porcentajes, que ahora te has vuelto diez por ciento interno y noventa por ciento externo,
ahora veinte por ciento interno y ochenta por ciento externo, ¡no! Cuando sucede, sucede al cien por cien,
porque no puedes dividir tu enfoque. O ves los objetos o te ves a ti mismo; o el mundo o el Brahma. Puedes
volver al mundo, cambiar de nuevo de enfoque; tú tienes el control. En realidad, sólo entonces tienes el
control: cuando puedes cambiar tu enfoque siempre que quieres.
Recuerdo a Marpa, un místico tibetano. Cuando lo alcanzó -cuando se hizo un buda, cuando volvió hacia
dentro, cuando llegó a hallar el espacio interno, el infinito- alguien le preguntó: «Marpa, ¿cómo estás ahora?».
La respuesta de Marpa es excepcional, inesperada. Ningún buda ha respondido de esa forma. Marpa dijo:
«Tan desdichado como antes». El hombre estaba desconcertado. Dijo: «¿Tan desdichado como antes?».
Pero Marpa se rió. Dijo: «Sí, pero con una diferencia, y la diferencia es que ahora la desdicha es voluntaria.
A veces, para catar un poco el mundo, voy hacia fuera, pero ahora yo tengo el control. En cualquier
momento puedo ir hacia dentro. Y es bueno moverse en las polaridades. Así uno permanece vivo. ¡Puedo
moverme!». Marpa dijo: «Ahora me puedo mover. A veces entro en las desdichas, pero ahora las desdichas no
son algo que me sucede a mí. Yo les sucedo a ellas y permanezco no perturbado». Por supuesto, cuando te
mueves voluntariamente, permaneces no perturbado.
Una vez que sabes cambiar tu enfoque hacia dentro, puedes volver al mundo. Todo buda ha vuelto al
mundo. Enfoca de nuevo, pero ahora el hombre interno tiene una cualidad diferente. Sabe que esto es su
enfoque. Estas nubes pueden moverse. Estas nubes no tienen el control; no pueden dominarte. Las dejas
que estén, y es bello. A veces, cuando el cielo está lleno de nubes, es bello; el movimiento de las nubes es
bello. Si el cielo sigue siendo él mismo, se puede dejar que se muevan las nubes. El problema sólo surge
cuando el cielo se olvida a sí mismo y sólo hay nubes. Entonces todo se vuelve feo porque se ha perdido
la libertad.
Este sutra es bello. Dondequiera que tu mente esté vagando, interna o externamente, en este mismo lugar, esto.
Este sutra ha sido usado profundamente en la tradición Zen: El Zen dice que tu mente corriente es la mente
búdica. Comiendo, eres un buda; durmiendo, eres un buda; llevando agua del pozo, eres un buda. ¡Lo
eres! Llevando agua del pozo, comiendo tu comida, echado en la cama, eres un buda. ¡Inconcebible!
Parece asombroso, pero es la verdad.
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Si cuando estás llevando agua estás simplemente llevando el agua, si no creas ningún problema con ello y
simplemente llevas agua, si tu mente está sin nubes y el cielo vacío, si estás simplemente llevando agua,
entonces eres un buda. Al comer, simplemente come sin hacer nada más. Cuando estamos comiendo
estamos haciendo miles y miles de cosas. Puede que la mente no esté en ello en absoluto. Puede que tu
cuerpo esté comiendo como un robot; puede que tu mente esté en otro sitio.
Hace unos pocos días estuvo aquí un estudiante universitario. Sus exámenes se están acercando, así que vino a
preguntarme: «Estoy muy confuso, y el problema es éste: me he enamorado de una chica. Cuando estoy con la
chica, pienso en mis exámenes, y cuando estudio pienso sólo en mi chica. Así que ¿qué hacer? Cuando estoy
leyendo, estudiando, no estoy en ello, estoy con mi chica en mi imaginación. Y cuando estoy con mi chica, nunca
estoy con ella; estoy pensando en mis problemas, en mis exámenes, que se están acercando. De modo que todo
se ha vuelto un lío».
Así es como todo el mundo se ha vuelto un lío, no sólo ese chico. Mientras estás en la oficina piensas en tu casa;
mientras estás en casa estás en la oficina, y no puedes hacer, algo tan mágico. Cuando estás en casa sólo
puedes estar en casa, no puedes estar en la oficina. Y si estás en la oficina, no estás cuerdo, estás loco.
Entonces todo se mete en todo lo demás. Entonces nada es claro. Y esta mente es un problema.
Mientras estés sacando agua de un pozo, llevando agua de un pozo, si simplemente estás haciendo este simple
acto, eres un buda. Así es que muchas veces, si vas a maestros Zen y les preguntas: «¿Qué hacéis vosotros?
¿Cuál es vuestro sadhana? ¿Cuál es vuestra meditación?», dirán: «Cuando tenemos sueño, dormimos.
Cuando tenemos hambre, comemos. Y eso es todo; no hay otro sadhana». Pero esto es muy arduo. Parece
simple: si al comer puedes sólo comer; si al estar sentado puedes simplemente estar sentado, sin hacer nada
más; si puedes permanecer con el momento y no irte de él; si puedes estar fundido con el momento sin futuro, sin
pasado; si este momento de ahora es la única existencia..., entonces eres un buda; esta mente misma se
vuelve una mente búdica.
Cuando tu mente vague, no trates de pararla. Más bien toma consciencia del cielo. Cuando la mente
vague, no intentes pararla, no intentes traerla a algún punto, no intentes traerla al mismo punto, a alguna
concentración, ¡no! Deja que vague, pero no prestes mucha atención al vagabundeo: porque estando a
favor o en contra, sigues implicado en el vagabundeo.
Recuerda el cielo, permite el vagabundeo, y simplemente di: «Muy bien, hay tráfico en la carretera. Hay mucha
gente yendo de aquí para allá. El mismo tráfico tiene lugar en la mente. Yo soy sólo el cielo, no la nube».
Siéntelo, recuérdalo, y permanece con ello. Tarde o temprano notarás que las nubes están yendo cada vez
más despacio y hay espacios mayores entre las nubes. No son tan oscuras, tan densas. La velocidad ha
disminuido, y pueden verse intervalos, y se puede mirar el cielo. Sigue sintiéndote a ti mismo como el cielo, y
no las nubes. Tarde o temprano, algún día, en algún momento apropiado en que tu enfoque ha ido realmente
hacia dentro, las nubes, habrán desaparecido y eres el cielo, el cielo siempre puro, el cielo siempre virgen.
Una vez que conoces esta virginidad, puedes volver a las nubes, al mundo de las nubes. Entonces ese
mundo tiene su propia belleza. Puedes moverte en él, pero ahora tú eres el jefe, tú tienes el control. El
mundo no es malo; el mundo como jefe es el problema. Siendo tú el jefe, puedes moverte en él. Entonces el
mundo tiene una belleza propia. Es bello, es precioso, pero necesitas conocer esa belleza y ese encanto
como jefe en tu interior.