SELECCIÓN DE LA MUESTRA Y MUESTREO EN INVESTIGACIÓN CUALITATIVA.pdf
Educación en Valores
1. LA EDUCACION EN VALORES
En primer lugar, quería hacer
constar que mi intención al es-
cribir este artículo no es provo-
car polémicas ni hacerme notar.
Mi única intención es la de ayu-
dar a padres y educadores a
replantear la situación de la
educación en España desde un
punto de vista objetivo y claro.
En lo tocante a la educación,
hay dos líneas diferentes y muy
definidas. Una es el aprendizaje
de conocimientos más o menos
ú tiles para el futuro personal y
laboral del niño. La otra es la
educación en valores. He detec-
tado, desde mi posición de pa-
dre y desde mi perspectiva pro-
fesional, un agrio debate sobre
esta última.
¿Dónde deben adquirir educa-
ción en valores nuestros hijos?
¿En casa o en la escuela?
Es evidente que en el apartado de adquisición de conocimientos, el
papel preponderante recae en la escuela y los docentes, que poseen
una formación específica mayor que la nuestra como padres. Nuestra
labor aquí consiste en el refuerzo y apoyo de la labor de los docentes,
en la medida de nuestras posibilidades.
Puede que no estemos del todo de acuerdo con la formación que
están recibiendo nuestros hijos, pero nuestras críticas al sistema edu-
cativo, no deben ser un obstáculo en su educación. Hay otros foros y
otros lugares en los que podemos mostrar nuestro desacuerdo, pero
siempre desde el respeto a los docentes.
2. Me parece absolutamente inadecuado que unos padres critiquen y
menosprecien su labor delante de sus hijos, porque este comporta-
miento no redunda en la mejor educación de sus hijos, sino todo lo
contrario. El maestro debe recuperar el respeto que nunca debió per-
der como formador de las futuras generaciones, y ese respeto debe
ser inculcado en el hogar.
Sin embargo, en la educación en valores, los papeles se invierten.
Debemos ser los padres los que transmitamos a nuestros hijos aque-
llos valores que nosotros consideramos mejores para ellos, y el cua-
dro docente y la escuela, son los que refuerzan este trabajo, enfo-
cando su parte del mismo inculcando a los alumnos los valores de
equipo (solidaridad, trabajo en equipo, colaboración, etc.)
3. No todos los padres coincidimos en la escala de valores que deben
poseer nuestros hijos, como aportación nuestra a su futura personali-
dad. En cada núcleo familiar, deben elegirse los valores a inculcar, y
la metodología para conseguirlo.
Mi mejor consejo en este punto, es que los valores se transmiten con
el ejemplo. Podemos decirle a nuestros hijos un millón de veces: “Eso
no está bien”, pero con una vez que nosotros lo hagamos, echamos
por tierra todo el discurso anterior. Y es así, desde el ejemplo de una
vida y desde la creencia de los padres en un determinado sistema de
valores, como estos pasan de padres a hijos.
De nada servirá decirles a nuestros hijos que “hay que ser solidarios”
si nosotros no lo somos. Es completamente inútil decirles que deben
“ayudar al prójimo” si son conscientes de que nosotros no lo hace-
mos. Y esto, solo por citar un caso muy habitual.
Insisto, la única forma de transmitir a las futuras generaciones un
sistema de valores que les haga personas adultas libres, es a través
del ejemplo continuo y diario. Y esta es una labor que nos correspon-
de mayoritariamente a los padres. En varios foros educativos, me he
encontrado con padres que reniegan completamente de esta obliga-
ción, poniendo todo el foco de la educación en los docentes. Y no son
conscientes de que los valores son algo personal, que no todos tene-
mos la misma escala en relación a ellos, y que esta cuestión, invalida
completamente cualquier intento de trasladar esta obligación al sis-
tema educativo.
Los valores genéricos, pueden ser reforzados por parte del centro
educativo, estableciendo cauces para fortalecer lo aprendido en casa,
pero los docentes no pueden asumir esa labor en solitario. Es más, su
4. labor primordial es la de transmitir a los niños esos conocimientos
que nosotros no podemos o no sabemos inculcarles, por carecer de la
adecuada formación y preparación.
Es hora de que asumamos de una vez esa labor como formadores de
la futura personalidad de nuestros hijos y dejemos de echar balones
fuera. Los que van a perder más si no lo hacemos serán ellos. Y, tras-
ladando esta cuestión a nivel global, será nuestra sociedad en su con-
junto, la que se vea seriamente perjudicada.
Sergio Aparicio Pérez
Transformador Personal y Social
Expert-Coach Personal, Ejecutivo y Empresarial
Experto en Desarrollo Personal
Facilitador, Formador y Conferenciante
coachaparicio@hotmail.es / 607 231 230