1. STRESS Y BURNOUT EN LAS ORGANIZACIONES
Fuentes:
Buendia, J. (1998). Estrés laboral y salud. Madrid: Biblioteca Nueva.
Martínez Selva, J. M. (2004). Stress Laboral. Madrid: Pearson Educación.
Maslach C, Schaufeli W. B. (1993): Histórica and conceptual development of burnout. En
Schaufeli, W. B.; Maslach C. y Marek, T.: Professional burnout: Recent developments in
theory and research. Londres: Taylor & Francis.
Moreno, B.; Oliver, C.; Pastor, J. C. y Aragonese, A. (1990): El burnout, una forma específica
de estrés laboral. En: Carballo, V. E. y Buela, G. (comp.). Manual de Psicología Clínica.
Madrid: Siglo XXI.
Pérez Jáuregui, M. I (2000). Cuando el estrés laboral se llama burnout (quemarse en el
trabajo). Causas y estrategias de afrontamiento. Buenos Aires: Universidad Libros.
Selye, H. (1956). The stress of life. New York: McGraw-Hill.
Desarrollo:
El stress y el burnout constituyen dos problemáticas que, actualmente, se presentan en todo
tipo de organizaciones.
Hans Selye introdujo en el vocabulario médico el término stress, que deriva del latín
“stringere” que significa “apretar”. Lo definió como la respuesta general del organismo a
cualquier exigencia que le sea impuesta, y lo prepara para la acción.
En la actualidad, se considera que hay dos tipos de stress: eustress y distress. En el caso del
eustress, la dosis de stress es moderada y actuaría como un estimulante de la productividad y
la eficiencia de las personas. Es decir, las moviliza debido a que les permite pensar mejor,
reaccionar rápidamente y adaptarse eficientemente a circunstancias cambiantes En cambio, en
el distress la dosis de stress es alta. Entonces, las personas ya no puede funcionar con
eficiencia es decir, no se adaptan adecuadamente, toman decisiones equivocadas y se sienten
superado por las situaciones.
Las personas no reaccionan de igual manera a los agentes productores de stress (sociales,
psicológicos y físicos). Esto depende de factores hereditarios, de su estructura de
personalidad, de su estado físico general y del ambiente particular en el que cada uno se
desenvuelve. Incluso, algunas personas pueden tolerar mayores dosis de stress que otras que
exteriorizan rápidamente diversos síntomas: cansancio injustificado, nervios e irritabilidad sin
causas aparentes; dificultad para concentrarse; tendencia a sobredimensionar los problemas;
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2. insomnio, insatisfacción constante, etc. Los efectos acumulados de estas reacciones pueden
conducir a distintas enfermedades que se manifiestan como trastornos digestivos, problemas
respiratorios, afecciones circulatorias; etc.
Los especialistas coinciden en que las personas deben aprender a identificar las señales de
stress y a aplicar recursos para controlar estas reacciones naturales que han permitido al
hombre evolucionar hasta la actualidad, pero que pueden actuar en su contra..
Por otra parte, el síndrome de burnout (“estar quemado”) o síndrome de desgaste profesional
representa el nivel más agudo y patológico del stress.
Freudenberger fue el primer autor que empleó el concepto de burnout para expresar las
manifestaciones de deterioro o agotamiento (“quemazón”) que presentaban algunos
profesionales. Sus investigaciones se centraron, fundamentalmente, el los profesionales de la
salud. El autor señala que las manifestaciones del burnout son producidas por la demanda
excesiva de recursos emocionales, intelectuales y físicos que exigen aquellas profesiones que
implican relaciones interpersonales intensas y continuas con otras personas. Posteriormente,
Maslach y Jackson realizaron diversos estudios que permitieron definir con mayor precisión
el síndrome de burnout, y además ampliaron el campo de la investigación a otros ámbitos de
la actividad humana como, por ejemplo, la docencia. En todos los campos investigados
observaron las mismas manifestaciones que caracterizan a este síndrome: (a) agotamiento
emocional: se refiere a la pérdida o desgaste de recursos emocionales; la persona se siente
exhausta emocionalmente por las demandas del trabajo, (b) despersonalización o
deshumanización: la persona desarrolla una actitud impersonal y negativa hacia los receptores
del servicio prestado; en ocasiones puede manifestar cinismo, insensibilidad, frialdad o
distanciamiento en sus relaciones interpersonales, (c) falta de realización personal: tendencia
a evaluar el propio trabajo de manera negativa; la persona siente una falta de realización en el
trabajo.
Este cuadro se produce cuando se desequilibran las expectativas individuales del profesional y
la realidad del trabajo lo que provoca, entre otras cosas, falta de interés en la capacitación y
disminución del compromiso laboral. En muchos casos la falta de capacitación del personal
produce un desgaste profesional intenso debido a la carencia de recursos y herramientas para
dar respuestas efectivas en su tarea.
Otros autores, consideran que el burnout es un “trastorno adaptativo crónico”, asociado a las
demandas psicosociales de trabajar directa y continuamente con personas. Para que se
produzca, se requieren al menos seis meses de período desadaptativo, y puede ocasionarse
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3. tanto por un excesivo grado de exigencias, como por la escasez de recursos emocionales,
intelectuales y físicos.
En síntesis, el síndrome de burnout ocasiona graves daños en la calidad de vida de las
personas, así como importantes repercusiones en la calidad de su desempeño laboral, lo que
afecta seriamente a la productividad de las organizaciones.
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