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La evaluacion de aprendizajes en la facultad. Mgr. Lourdes Marcela Míchel
1. LA EVALUACION DE APRENDIZAJES EN LA FACULTAD
Introducción
La Facultad de Medicina “Aurelio Melean” de la Universidad Mayor de San Simón, en
documentos de circulación interna referidos a su historia (Stambuk L. 1.996), que describen y
analizan los distintos planes de estudio vigentes en ella desde su fundación, dan cuenta
esencialmente de un modelo de organización curricular flexeneriano, estructurado en disciplinas
y en ciclos de ciencias básicas, nivel preclínico y clínico, enmarcado dentro de un enfoque
pedagógico tradicional -denominado por Paulo Freire como “educación bancaria”- y asentado
esencialmente en la transmisión de los conocimientos.
Este enfoque privilegia actividades de enseñanza y aprendizaje centradas en el docente, cuya
praxis educativa gira alrededor de la clase magistral, complementada por actividades prácticas
dirigidas en el mejor de los casos al apoyo teórico de las mismas. El papel del estudiante en
este modelo es el de un simple receptor pasivo, en el que se valora sobretodo su capacidad
memorística y repetitiva, la misma que es evaluada en determinados periodos, con instrumentos
dirigidos a ello y con fines de aprobación o reprobación.
Concepción y Práctica de la Evaluación
En concordancia con el modelo educativo descrito, la evaluación de los aprendizajes en la
facultad, responde también a un enfoque tradicional, cuyo énfasis casi absoluto ha estado
puesto sólo en la medición/calificación de los resultados del aprendizaje de los estudiantes, esta
concepción de la evaluación como “...un instrumento de constatación y discriminación de los
estudiantes...” (Gil D. 2000), da cuenta de una evaluación exclusivamente sumativa,
fragmentada, parcial y represiva; que en muchos casos dificulta el aprendizaje, crea
sometimiento del estudiante, motiva a estudiar solo para aprobar exámenes, fomenta valores
competitivos e induce a utilizar medios inadecuados con tal de conseguir la aprobación. En
contraposición al concepto de que la evaluación debiera ser una herramienta para conocer al
estudiante e identificar sus áreas fuertes y los aspectos que requieren corrección, para así
apoyarlo en la mejora de su desempeño académico y personal.
Ilustran anecdóticamente esta concepción, los comentarios que frecuentemente han sido
escuchados en los pasillos de la Facultad, tanto del estudiante como del docente: “...estudié para
100 y me han matado como en la guerra”, “estudie demasiado, pero el examen fue solo de lo
general”, “tuve suerte, me preguntaron justo lo que sabía” o “los estudiante son cada vez peores,
en mi examen solo aprobaron 23 de 100”, “no leen, no entienden las preguntas”. Ya en un
primer análisis de estas frases se perciben las ideas que subyacen detrás de ellas: la evaluación
es concebida como un momento, desvinculada de los procesos de enseñanza y aprendizaje, con
resultados, en muchos casos, frutos del azar, utilizada para calificar solo a los estudiantes y en
no pocas ocasiones colocarlos en situaciones de falta e inclusive de sufrimiento.
Nuestra Facultad, en este contexto, pero con un constante deseo de cambio demostrado a través
de una historia de varios esfuerzos por mejorar e innovar en los procesos de formación de los
profesionales médicos, en muchas oportunidades ha planificado y desarrollado actividades
concretas dirigidas a mejorar el sistema de evaluación de aprendizajes, en el entendido de que
ello tendrá una repercusión directa en la mejora de la enseñanza y aprendizaje.
Un ejemplo de ello fue el sistema de evaluación implantado como parte del denominado
Curriculum Integrado (2002), el cual propone una nueva forma de concebir y comprender los
conceptos, principios, procesos, estrategias y procedimientos evaluativos. Esta evaluación,
denominada auténtica o alternativa, postuló como premisa esencial el constituirse para el
estudiante en un medio más de aprendizaje, procurando que sea él mismo quien se
responsabilice de aprender y de constatar sus logros.
2. La visión de evaluación adoptada por este curriculum innovador estuvo orientada a superar la
evaluación exclusivamente sumativa, episódica, parcial y punitiva, privilegiando entonces su
carácter formativo; se trata pues , no de un suceso, sino de un proceso inherente al aprender, que
está presente en todas las situaciones/momentos de aprendizaje, buscando la mejora de estos
procesos en el estudiante, orientando la valoración de sus logros, avances y carencias, guiando
sus estrategias y corrigiendo sus deficiencias; permite mejorar el desempeño de los docentes
iluminando su praxis y, finalmente incide directamente en la mejora de la calidad de los
programas.
Conclusiones
Es necesario e importante retomar los avances históricos de la facultad que significaron una
mejora en el encargo social de la facultad: formar médicos competentes al servicio de la
sociedad.
La evaluación de los aprendizajes es uno de los puntos esenciales de los procesos educativos,
por esta razón debe ser objeto de continuos esfuerzos para su cualificación.
Una forma práctica de hacerlo es la organización, implementación y participación de las
autoridades en programas de formación docente en el tema de la evaluación de aprendizajes.
Lourdes Marcela Michel S.