Las bacterias lácticas y acéticas se encuentran naturalmente en alimentos, suelo y tractos digestivos. Se usan comúnmente en la elaboración de alimentos lácteos como yogurt y queso para su fermentación y conservación. Si bien son beneficiosas, en raras ocasiones pueden causar infecciones. Para evitar su crecimiento excesivo se recomienda mantener bajas temperaturas, evitar el contacto con el aire y otras medidas de higiene.