La discapacidad mental ha sido históricamente discriminada y mal entendida. Se ha pasado de verla como posesión demoníaca a reconocerla como condición médica. Aún queda trabajo por hacer para superar estigmas, mitos y barreras que limitan el acceso a salud, educación y empleo inclusivos para este grupo. Se sugiere capacitar a funcionarios de salud y proveer atención comunitaria en lugar de hospitalaria para una mejor integración social.