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Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica

                                             Traducción




Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010                                               201
202   Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica



                                                      La escuela y los niños “anormales”.
                                                      El análisis de Michel Foucault*




Bernard Vandewalle**                                                                       Resumen
Traducción del francés:                                        La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault
Alejandro Rendón Valencia***                          La educación especial se ha ocupado durante mucho tiempo de los llamados niños “anormales”.
                                                      En el presente artículo nos dedicamos a la genealogía histórica de esta categoría de anormali-
                                                      dad. ¿De qué modo se ha hecho cargo la escuela de esos niños diferentes? Se trata de estudiar
                                                      la constitución progresiva de las prácticas disciplinarias y de los discursos normativos en el
                                                      origen de la educación especial y, más allá, de aclarar lo que está en juego en nuestra época.
                                                      Son las herramientas conceptuales propuestas por Michel Foucault las que aquí utilizamos
                                                      en el marco de este proceder genealógico, a partir del cual se ve aparecer, a la vez, un poder
                                                      pedagógico normativo, cuya matriz es una racionalidad disciplinaria, y un modelo alternativo,
                                                      aquel del cuidado educativo atento a la libertad del niño.



                                                                                          Abstract
                                                               Schools and “abnormal” children. The analysis of Michel Foucault

                                                      Special education has long been concerned with the so-called “abnormal” kids. This article
                                                      deals with the historical genealogy of the category abnormality, by asking ¿in which way
                                                      have schools so far taken care of those different kids? This implies an analysis of the progres-
                                                      sive constitution of the disciplinary practices and normative discourses that are at the origin
                                                      of special education and, even more, an elucidation of what is at stake in our times. For this
                                                      purpose, the conceptual tools proposed by Michel Foucault have been used in the context of
                                                      this genealogical procedure, which allows to witness the emergence, at the same time, of a
                                                      normative pedagogical power —based on a disciplinary rationality—, and of an alternative
                                                      model: the one of educative care, attentive to the freedom of children.



                                                                                             Résumé
__ __ _ _ ___ ___ ___ __ _ __ _ _ _ __ _ __ _ _ _
  _ __ ___ ___ ___ _ _ _ _ _ __ __ _ _ _ _ _ _                   L’école et les enfants “anormaux”. L’analyse de Michel Foucault
*   El título del artículo original es Ber-
    nard Vandewalle, “L’école et les en-              L’enseignement spécialisé s’est longtemps occupé des enfants dits « anormaux ». C’est à la
    fants ‘anormaux’. L’analyse de Mi-                généalogie historique de cette catégorie de l’anormalité que nous nous attachons ici. Comment
    chel Foucault”, Expression, núm.19,               l’école a-t-elle pris en charge ces enfants différents ? Il s’agit d’étudier la constitution progres-
    mayo de 2002, pp. 81-90. Este texto               sive des pratiques disciplinaires et des discours normatifs à l’origine de l’enseignement spé-
    es traducido y publicado con autori-              cialisé et, par-delà, d’éclairer les enjeux de notre temps. Ce sont les outils conceptuels proposés
    zación de su autor y del editor de la             par Michel Foucault qui sont utilisés ici dans le cadre de cette démarche généalogique. On y
    revista.                                          voit apparaître à la fois un pouvoir pédagogique normatif dont la matrice est une rationalité
** Doctor en filosofía, profesor del Ins-             disciplinaire et un modèle alternatif, celui d’un souci éducatif attentif à la liberté de l’enfant.
   tituts Universitaires de Formation
   des Maîtres (IUFM) de La Réunion.
*** Estudiante del pregrado de la Licen-
                                                                                               Palabras clave
    ciatura en Filosofía, integrante del Se-
    millero Grupo de Investigación sobre
                                                      Michel Foucault, educación especial, infancia anormal, anormalidad, disciplina, genealogía de
    Formación y Antropología Pedagó-
                                                      la educación especial, cuidado educativo
    gica e Histórica (Formaph), coinves-
                                                      Michel Foucault, special education, abnormal infancy, abnormality, discipline, genealogy of
    tigador del proyecto “Paradigmas y
                                                      special education, educational care
    conceptos en educación y pedago-
                                                      Michel Foucault, enseignement spécialisé, enfance anormale, anormalité, discipline, généalo-
    gía”, subproyecto “Escuela abierta”.
                                                      gie de l’éducation, souci éducatif
    E-mail: alejandrorendonv@yahoo.com



Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010                                                                                  203
A                    nte todo, la educación especial se ha preocupa-
                                                           do por la infancia llamada “anormal”. De esto
                                                           da prueba la distinción que se hace, cuando se
                                             crean las clases de perfeccionamiento el 15 de abril de 1909,
                                             entre anormales de escuela y anormales de asilo. Se abría
                                             pues la posibilidad de escolarizar a toda una población que
                                             hasta entonces escapaba a la escuela. La publicación del cur-
                                             so de Michel Foucault en el Collège de France, Los anorma-
                                             les (1974-1975), en marzo de 1999 —inscrito en el marco más
                                             general de una recopilación de sus diferentes cursos de los
                                             años setenta y de comienzos de los años ochenta—, aparece
                                             como un acontecimiento considerable para todo aquel que se
                                             interese por la educación especial y más allá, por sus apuestas
                                             actuales (Foucault, 1999).1 Pues allí se encuentra nada más y
                                             nada menos que una genealogía de la anormalidad como ob-
                                             jeto propio de la psiquiatría. Para Foucault se trata de exponer
                                             las condiciones de posibilidad de lo que concibe como forma-
                                             ción discursiva (un conjunto de discursos médicos, judiciales
                                             y de prácticas sociales disciplinarias). ¿Cómo se convierte la
                                             anormalidad en el objeto específico de la psiquiatría y, más
                                             generalmente, de un conjunto de prácticas educativas y médi-
                                             cas? Si esta problemática comparte con la educación especial
                                             lo que fue uno de sus objetos constituidos (el niño anormal),
                                             se dirá que aquí no hay nada que le sea muy específico. Y,
                                             sin embargo, la tesis de Michel Foucault consiste en mostrar
1   A la filosofía le interesa particular-
                                             que la infancia anormal es el punto central de la psiquiatría,
    mente el campo de la adaptación y        su principio histórico de generalización; de hecho, el lugar
    de la integración escolares, debido      mismo de su constitución histórica. Fue la reflexión acerca
    a la necesidad de una crítica rigu-      del niño anormal (el niño monstruoso, el niño incorregible,
    rosa de los conceptos que propo-         el niño masturbador) lo que permitió la constitución de una
    ne (la adaptación, la integración,
                                             ciencia del adulto normal, para el inicio de un conjunto de
    la norma, el paso a la abstracción,
    etc.). Aquí se hallará un ejemplo de     tecnologías de corrección y de readaptación. Es, pues, la cate-
    esto, bajo la forma de una genealo-      goría de infancia anormal lo que está en el origen de la consti-
    gía de la educación especial cuyos       tución de un vasto campo disciplinario de corrección, que se
    elementos dispersos están presen-        articula sobre los saberes de la anormalidad. La genealogía de
    tes en la obra de Foucault, particu-     la educación especial, en realidad, nos informa sobre la cons-
    larmente en el Curso en el Collège
    de France de los años 1974-1975,         titución inmediata de una sociedad disciplinaria.
    Los anormales. El niño anormal es
    un tema recurrente en la obra de
    Foucault. Se sabe que había pro-         Las disciplinas escolares
    yectado unas obras importantes
    sobre “la cruzada de los niños”, “la
    mujer, la madre y la histérica”, “los    Los dos grandes objetos de estudio de Michel Foucault fueron
    perversos”, etc.                         el poder y el sujeto. ¿Cómo se relaciona el poder con sus “su-


204                                                      Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica


jetos”? ¿En qué sentido es el poder un proce-                        Michel Foucault describió minuciosamente esas
so de sujeción? Lo propio del poder pedagó-                          disciplinas en Vigilar y castigar. Así, la arquitec-
gico precisamente es sujetar,2 en el sentido en                      tura de las escuelas, las teorías educativas, los
que su apuesta es el devenir sujeto del niño,                        reglamentos internos (de la escuela militar, de
su capacidad para inscribirse en una socie-                          los establecimientos educativos para especia-
dad y para integrar las necesidades de la ley                        les, de las escuelas cristianas y de los colegios)
social. Michel Foucault presta atención a las                        demuestran la instalación de un verdadero
mutaciones del poder a partir del siglo XVII,                        cuadriculamiento del espacio y del tiempo pe-
el cual no procede tanto por extracción, sino                        dagógicos que busca aumentar la capacidad
por incitación a la producción, en el sentido                        para aprender. La escuela se vuelve entonces
en que ya no se dirige a la muerte sino a la                         una verdadera máquina de enseñar. Ese me-
vida (bio-poder). La apuesta consiste en lo-                         canismo de la disciplina escolar se aplica ante
grar tener una población saludable, con bue-                         todo al cuerpo, en la medida en que el objeto
na moralidad, dócil y, por ende, productiva.                         de la disciplina es enderezar las posturas, vol-
Foucault describe la instalación de una socie-                       ver dóciles y productivos a los cuerpos. El re-
dad disciplinaria en las prisiones, los talleres,                    gistro anatomo-metafísico de la época clásica
las escuelas, que busca los medios para un                           se duplica así con un registro técnico-político.
control permanentemente más racional de la                           Esta verdadera anatomía política se aplica,
población, con miras a aumentar su produc-                           sobre todo el desarrollo de la actividad, sobre
ción. Entonces, no se trata tanto de un poder                        la sucesión de los gestos, como en el acto de
centralizado (la soberanía política tradicio-                        escritura o en la entrada a clase. Aumentar
nal), sino de un poder difuso, presente en el                        una capacidad es producir una relación de
conjunto de la sociedad.                                             docilidad-utilidad.

De este modo, la disciplina en la escuela no                         Esta disciplina de los cuerpos es la acción de
es más que un aspecto de un esquema social                           un poder infinitesimal, de una coerción cons-
disciplinario más vasto. En ese sentido, es ne-                      tante y mantenida, de una multiplicidad de
cesario hablar de una sociedad disciplinaria a                       procesos menores. Se desarrolla toda una mi-
partir del siglo XVII, que sustituye a la vieja so-                  crofísica pedagógica que precisa de un con-
ciedad de soberanía, así como el poder de la                         junto de técnicas minuciosas dirigidas a lo
norma al de la ley. La disciplina se convierte                       ínfimo, a lo menor. Michel Foucault halla su
en el paradigma de toda una sociedad. Pero                           origen en los reglamentos de la escuela cris-
la disciplina escolar parece haber sido prime-                       tiana y sus meticulosidades (“Dios habita en
ra, para extenderse luego a los hospitales y al                      los detalles”, como lo afirma un proverbio ale-
ejercito. Para Foucault, la primera institución                      mán), como en “El himno a las pequeñas co-
disciplinaria fue el colegio clásico (Foucault,                      sas”, de Jean-Baptiste de la Salle, en su Traité
1975: 140).3 A cambio, la disciplina retorna del                     sur l´obligation des frères des écoles chrétiennes
ejército a la escuela con sus propios aportes,                       de 1783. Entonces, la pedagogía es un arte de
de manera que hay una verdadera circulación                          la minucia.
del esquema disciplinario de una institución a
otra, que tiene por efecto aumentar, a su vez,                       Ese cuadriculamiento pedagógico del espacio
la eficacia de la disciplina.                                        toma la forma de un arte de las reparticio-



2   Se trata de la palabra assujettir, que se traduce generalmente por someter, pero que, en concordancia con lo antes di-
    cho (sujeción), habría que traducir, atreviéndonos a un juego de lenguaje, por sujetar, entendiendo por ello: atrapar
    en una subjetividad, hacer sujeto (N. del T.).
3   En español, Foucault (1978: 142). En adelante, ente corchetes la referencia al español (N. del T.).



Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010                                                   205
La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault


nes, cuyo modelo es la clausura del colegio,                 a todos los estudiantes. Este monitoreo peda-
como en el caso de Luis el Grande, que toma                  gógico permite aumentar las capacidades de
la forma de un espacio analítico que regula                  aprendizaje (el estudiante vigilante, oficial,
los emplazamientos funcionales, distribuye los               intendente, decurión que hace recitar las lec-
espacios y los rangos. Foucault muestra así                  ciones). Se trata mucho de “estilizar los recién
cómo se creó, a finales del siglo XVII, un es-               llegados a los ejercicios de la escuela”, como lo
pacio pedagógico serial, que asigna un lugar                 afirma el reglamento para las escuelas de la ciu-
individual para cada uno, en lugar de privi-                 dad de Lyon (Foucault, 1975: 178).6 La meta es
legiar la entrevista individual con el maestro,              imponer un estilo de conducta, un conjunto
cuyo efecto sería permitir la expresión del                  de hábitos escolares que constituya el oficio
desorden en el resto del grupo. La clase debe                de estudiante. Por eso, es necesario que apa-
ser un cuadro ubicado bajo la mirada clasifi-                rezca una semiología del acto de enseñanza
cadora del maestro (Foucalt, 1975: 149),4 como               que defina un código de señales (sonrisas, mi-
en la vasta escenografía del colegio de los je-              radas, aplausos, reglazos) destinado a desatar
suitas. La pedagogía es un arte del espacio y                los comportamientos y a regularlos. La señal
del tiempo. El cuadriculamiento del tiempo                   es incitativa. El espacio pedagógico está satu-
permitirá el control de la actividad. En efec-               rado de signos que regulan la productividad
to, se trata de recortar el tiempo, de estable-              del aprendizaje. El poder pedagógico supo-
cer ritmos, regular los ciclos de repetición. El             ne, así, a la vez, un esquematismo (agregar
tiempo escolar debe ser íntegramente útil.
                                                             una diversidad de comportamientos a la uni-
Para esto, es necesario elaborar el acto de ma-
                                                             dad de un aprendizaje útil) y una capacidad
nera temporal, constituir esquemas anatomo-
                                                             analítica de diferenciación (identificar cada
cronológicos del comportamiento, regulando
                                                             término de esta multiplicidad, asignarle un
la distribución de los gestos, las posturas del
                                                             lugar, un rango, un valor). Las técnicas edu-
cuerpo, como en el acto de escritura. Organi-
                                                             cativas deben reunir las fuerzas y sumarlas a
zar génesis es recortar el tiempo del aprendi-
                                                             la unidad de una misma productividad. Y, si-
zaje en estadios, como las siete fases de la lec-
tura (Foucault, 1975: 161),5 en una pedagogía                multáneamente, identificarlas, singularizarlas.
analítica. Entonces, el tiempo del aprendizaje
se vuelve capitalizable. La sucesión y la com-               Este saber del individuo, del caso individual
plejización de los ejercicios definen un pro-                (la forma del expediente) supone toda una
grama escolar que identifica y mide las apti-                maquina de vigilancia cuyo modelo fue la es-
tudes, como en el reglamento de las escuelas                 cuela militar de París (maquinaria de control y
de la ciudad de Lyon o, en primer lugar, en las              microscopio de las conductas). La relación de
escuelas de los Hermanos de la Vida común.                   vigilancia se inscribe en el corazón mismo de la
                                                             práctica pedagógica. El control disciplinario no
Este arte del tiempo y del espacio se acompa-                es un epifenómeno, sino la sustancia misma
ña con una dinámica. Se trata, en efecto, de                 del acto pedagógico. Esta vigilancia constante
componer las fuerzas en una relojería com-                   sólo tiene sentido si se acompaña de una san-
pleja, cuyo modelo para Foucault es la escuela               ción normalizadora que defina toda una micrope-
mutua. Ésta prescribe a los mejores estudian-                nalidad del tiempo (el retraso), de la actividad
tes funciones de vigilancia, de control del tra-             (la desatención), de la manera de ser (la des-
bajo, con el fin de ocupar permanentemente                   cortesía), de los discursos (la charlatanería),


4   [1978: 151].
5   [1978: 163-164].
6   [1978: 181].



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Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica


del cuerpo (la actitud incorrecta), finalmen-                        colar, esto es, un conjunto de tecnologías edu-
te, de la sexualidad. La relación de cada niño                       cativas. Lo que se describe en Vigilar y castigar
con el saber, con el saber hacer, con el saber                       no es otra cosa que una máquina de aprender,
ser, justifica una penalización normalizadora.                       de vigilar, de recompensar, de jerarquizar, to-
Toda desviación de la norma del aprendizaje                          mando la forma de un aparato normalizador.
o a la regla puede ser objeto de una sanción.                        Pero su funcionamiento supone una frontera
El orden así definido, a contrario, es a la vez ju-                  exterior, la del anormal, a ejemplo de la cla-
rídico (el reglamento pedagógico instituido)                         se vergonzosa de la escuela militar (Foucault,
y natural (la evolución del niño en sus dife-                        1975: 185).9 El prototipo de la segregación es
rentes estadios). El uno coincide con el otro,                       la exclusión del leproso (práctica de clausura,
de ese modo hay una duración reglamentaria                           de rechazo, de exilio). El de la integración nor-
para cada estadio. Para Foucault, la matriz de                       malizadora es la peste. El leproso es el objeto
la psicología del niño es bastante disciplinaria.                    de un gran encierro, de un rechazo, de un fi-
La función de la sanción muy seguramente es                          chaje; el apestado, de un recorte, un cuadricu-
correctora (reducir las desviaciones) en una
                                                                     lamiento o de un buen adiestramiento. En el
punición isomorfa a la obligación misma. Ser
                                                                     siglo XIX, se constituirá una técnica de control
castigado es hacer ejercicios, toda falla en el
                                                                     de los excluidos que unificará esos dos mode-
aprendizaje suscita un aprendizaje repetido,
                                                                     los de la lepra y de la peste (tratar al leproso
múltiple, intensificado. Este sistema jurídico
                                                                     como un apestado). De ese modo, la educa-
se acompaña con una microeconomía de las
penas y de las exenciones, a ejemplo de los pri-                     ción vigilada en una correccional supone, a la
vilegios de las escuelas cristianas (Foucault,                       vez, un método de repartición analítica de los
1975: 183).7 Para un poder pedagógico analíti-                       excluidos y una técnica de individualización,
co que quiere diferenciar y medir los valores,                       la separación binaria (normal / anormal, in-
las capacidades o, a contrario, identificar los                      ofensivo / peligroso) y la asignación coercitiva
casos anormales, siempre se trata de sancio-                         (reconocimiento, identificación del individuo
nar o de gratificar.                                                 normal) (Foucault, 1975: 201).10 La educación
                                                                     especial reconduce así los esquemas de la ex-
La tercera forma propuesta es la del examen,                         clusión, reordenándolos en el seno de la in-
que unifica la técnica de la vigilancia jerárqui-                    tegración disciplinaria. En suma, se trata de
ca y aquella de la sanción normalizadora. Esta                       integrar para excluir mejor. La integración
forma hace aparecer una relación de poder-                           aumenta la exclusión, haciéndola más eficaz
saber donde la mirada se vuelve normaliza-                           (volviendo al individuo anormal, productivo
dora y la vigilancia calificativa. Este verdadero                    para el control).11
esquema operativo vale para la salud (el hospi-
tal como aparato de examinar), el aprendizaje                        Foucault establece así la genealogía discipli-
o el trabajo (la contratación). La escuela devie-                    naria de los grandes conceptos de la pedago-
ne así un aparato de examen ininterrumpido                           gía (el examen, la evaluación, la sanción). La
(Foucault, 1975: 188).8                                              psicología del niño, la psicopatología, la psi-
                                                                     copedagogía, suponen el ejercicio de ese po-
Lo que Foucault describe es una mecánica pe-                         der normalizador y disciplinario. Lo que aquí
dagógica, el funcionamiento de un aparato es-                        está en juego es una relación de poder-saber.


7    [1978: 185-186].
8    [1978: 191].
9    [1978: 187].
10   [1978: 203].
11   “Quise describir la modificación de una estructura de exclusión”, dice Foucault (1994, tomo 1: 168).



Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010                                                207
La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault


Si la matriz de las ciencias de la naturaleza es             tea la alegoría (“aquí está la regla derecha”) de
la encuesta, la de las ciencias del hombre, y                la medida correctiva que disciplina los cuerpos
en particular del niño que parece constituir                 o del tutor que doma el arbusto deforme. Se
su nudo central, es la minucia de las discipli-              trata de enderezar los cuerpos, de corregir las
nas. Foucault da el ejemplo en este sentido                  posturas, de disciplinar los comportamientos.12
de la psicología escolar (Foucault, 1994: 228) y de          Una litografía de Hippolyte Lecomte, de 1818,
la psicometría de la inteligencia, cuyo origen               descompone las diferentes etapas del acto de
habría que investigar en los trabajos sobre el               escritura, la sucesión regulada de las posturas
retraso escolar y la debilidad. La apuesta, se lo
                                                             del cuerpo en una escuela de enseñanza mu-
verá, es el estatus mismo de la razón educa-
                                                             tua. Y, finalmente, un grabado de finales del
tiva que, de hecho, parece participar a la vez
                                                             siglo XIX propone, de manera satírica, el último
del interés disciplinario y de un interés eman-
cipatorio.                                                   modelo de la tecnología disciplinaria aplicada
                                                             a la escuela: la máquina a vapor para la correc-
La cuestión de la constitución de una educa-                 ción celerífera de las niñas y de los niños, para
ción especial a comienzos del siglo XX cobra                 todas las personas “que tuviesen niños pere-
sentido en la de esas disciplinas escolares:                 zosos, glotones, indóciles, rebeldes, insolentes,
¿qué hacer con aquellos que, por deficiencia                 pendencieros, soplones, charlatanes, irreligio-
o indocilidad, no son precisamente “produc-                  sos, o que tengan algún otro defecto”. La le-
tivos”? No hay diferencia de naturaleza entre                yenda anota que “también se internan los ni-
la educación especial y la educación ordina-                 ños incorregibles, que son alimentados a pan y
ria. Una y otra comparten el mismo espacio                   agua” (ilustración 29).
de problematización. Se trata, en ambos ca-
sos, de aumentar la producción influyendo                    Kant, en sus Propuestas de pedagogía, hace de
sobre sus condiciones y de proponer tecnolo-                 la disciplina una de las finalidades esenciales
gías de corrección. La educación especial no                 de la escuela, incluso una apuesta primordial.
es más que un espejo de aumento, el lugar de                 Para él, es lo que cambia la animalidad en hu-
una “sobrecorrección”. Del uno al otro, sólo                 manidad. En cuanto negativa, tiene por ob-
hay pues una diferencia de grado, la sobre-
                                                             jeto librar al hombre de su salvajismo, luchar
corrección que se agrega a la corrección, la
                                                             contra las pulsiones animales que amenazan
readaptación a la adaptación ya presente en el
                                                             con apartar al niño de su destino, el cual es
espacio pedagógico “ordinario”. En este sen-
tido, la educación especial es la verdad de la               la humanidad. La primerísima vocación de la
educación tradicional y el negativo de la dis-               escuela es imponer esta disciplina, confrontar
ciplina educativa, la apuesta real del “positi-              al niño con la coacción de las leyes.
vo” de la instrucción.
                                                                     […] asimismo, en los comienzos, se envía
                                                                     a los niños a la escuela, no bajo la idea
La finalidad inmediata de la pedagogía es muy
                                                                     de que allí adquirirán algún saber, sino
“ortopédica” y la educación especial no es más                       de que tengan oportunidades de habi-
que su manifestación más visible, como lo de-                        tuarse a permanecer calmos, a observar
muestran las imágenes incluidas en Vigilar y                         al pie de la letra lo que se les prescribe
castigar. El grabado de N. Andry, “La ortopedia                      y que, más tarde, no vayan a realizar, y
o el arte de prevenir y de corregir en los niños                     al instante, cada uno de sus caprichos
las deformidades del cuerpo”, de 1749, plan-                         (Kant, 1986a: 1.150).13



12 Cf. Vigarello (1978).
13 [1991: 30].


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Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica


La escuela comienza por ser un lugar de edu-                         go el objeto de técnicas correctivas. Se sabe
cación más que de instrucción. Su apuesta                            la importancia de la figura del médico-edu-
primera es el ser (no aislarse de las reglas) más                    cador en la historia de la educación especial,
que el saber. Por extensión, el problema de una                      más en general, de la articulación de los dis-
Crítica de la razón pura es disciplinar la razón                     cursos médicos y pedagógicos (constitución
metafísica. En efecto, ella está habitada por                        de lo “médico-pedagógico”). La temática de
una tendencia que la incita a extenderse más                         la degeneración participa de esta ideología (el
allá de los límites de la experiencia posible,                       ejemplo de Morel en su Traité théorique et prati-
por un verdadero deseo de saber. Habrá en-                           que des maladies mentales de 1859, de Magnan o
tonces una disciplina de la razón pura, como                         aun de Zola en su Doctor Pascal),15 afianzando
“una legislación negativa”, “un sistema de la                        los problemas constatados en los avatares de
precaución y del examen de sí mismo” (Kant,                          una herencia. Toda una sociedad intenta en
1986b: 1.295-1.297), que tiene la vocación de                        realidad defenderse contra sus anormales, al
luchar contra los juegos de la imaginación y                         concebir las “ciencias de la protección científi-
las apariencias sofísticas. La disciplina es uno                     ca de la sociedad”. Foucault llega a hablar, de
de los modelos de la razón crítica como ins-                         manera muy contestataria, de “neorracismo”
trucción de una disciplina del discurso meta-                        en una sociedad animada por un gran temor
físico. El verdadero problema de la escuela, es                      a la anormalidad (Foucault, 1997).16 Más bien,
pues, para Foucault a partir de Kant, el niño                        hay que retener la vocación defensiva de esos
indócil, perverso, rebelde. ¿Mediante qué téc-                       discursos y de esas prácticas correctivas que
nicas educativas se lo puede corregir? La edu-                       traducen, sobre todo, un gran temor a la dife-
cación aparece fundamentalmente como una                             rencia (en un discurso reactivo de “defensa”).
disciplina.14                                                        Como lo muestra Georges Canguilhem, “un
                                                                     fracaso de la vida nos concierne dos veces,
Esta disciplina educativa participa en reali-                        pues un fracaso pudo habernos alcanzado y un
dad de una apuesta más global de protección                          fracaso podría acontecernos”. El “fallo morfo-
social. De hecho, se trata de identificar zonas                      lógico” del monstruo sólo tiene sentido para
de peligro social en provecho de una “defen-                         un ser viviente habituado a “ver lo semejante
sa social generalizada” que pasa por técnicas                        engendrar lo semejante”. Ser la víctima o es-
de higiene pública. La amenaza es represen-                          tar en el origen de un fracaso semejante, no
tada por el niño perverso, loco, incorregible,                       puede más que alimentar un “temor radical”
como vector de desorden y de problema.                               (Canguilhem, 1962: 29). Del mismo modo, en
Foucault muestra cómo esos desórdenes han                            el siglo XIX, la constitución de una sensibilidad
sido “patologizados”, codificados como locu-                         específica para el adolescente es tributaria de
ra o problema psicopatológico, para crear lue-                       una gran inquietud relativa a la adolescencia


14 Del mismo modo, Alain indica, en su Pedagogía infantil, la importancia de la disciplina en la escuela, disciplina que, en
   principio, será una disciplina de los cuerpos, ya que el niño “es movimiento explosivo, agitación, por el incremento
   de fuerza”. “La disciplina escolar es pues algo que en nada se asemeja a otra cosa. Se trata de unos modales colectivos
   que hay que inventar y conservar. Le atribuyo una importancia extrema a los signos colectivos de comportamiento.
   Hacer fila para esperar, o bien, ponerse de pie. Se necesitan un tiempo copado y un orden seguido de manera que
   se evite la indecisión, la incertidumbre, las preguntas, la confusión […] Queda clara la necesidad de que todo se
   conserve” (Alain, 1995: 326-330).
15 Habría que demostrar que el niño anormal es una verdadera figura literaria en cuanto tiene que ver con un imagi-
   nario de la infancia, de El niño maldito de Balzac al Sagouin de Mauriac.
16 [2001a: 230-231. En general, la última clase del curso, Clase del 17 de marzo de 1976].



Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010                                                     209
La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault


como crisis, amenaza potencial. Es, se piensa,                  imponer comportamientos juzgados como “nor-
la más grande crisis de la vida17 la que debe                   males”. Las sociedades modernas suponen
decidir por toda la existencia, en un perío-                    una mutación del poder que no es tanto un
do de ingratitud, de errancia moral, de caos                    poder de la ley (la soberanía política tradicio-
(Thiercé, 1999: 34).                                            nal), sino de la norma. La educación especial
                                                                se inscribe, como el conjunto de los disposi-
Foucault muestra cómo las conductas más sos-                    tivos “ortopédicos”, en ese paso de la ley a la
tenidas en lo cotidiano, las anomalías más fi-                  norma. Canguilhem señala el hecho de que
nas, las delincuencias más minuciosas, fueron                   la noción de norma proviene del vocabulario
el objeto de una atención particular. Lo que se                 específico de la institución médica y de la ins-
instala es una forma de sospecha generalizada                   titución pedagógica: “Normal es el término
que se ubica en las irregularidades más sutiles                 con el que el siglo XIX designará el prototipo
(Foucault, 1999: 151).18 El cuadriculamiento                    escolar y el estado de salud orgánica” (Can-
educativo y terapéutico debe evidenciar los                     guilhem, 1988: 175).19 Así, una escuela nor-
desvíos más ínfimos de la norma. El conjun-                     mal supone normas y métodos pedagógicos
to de estas tecnologías correctivas supone la                   precisos. Lo que se desarrolla, entonces, es
constitución de un espacio disciplinario de                     un proceso de normalización20 que aparece
visibilidad donde la menor anomalía pueda                       como exigencia de racionalización de la vida
                                                                social y económica (de allí la difusión de nor-
ser acorralada, juzgada, evaluada. En suma,
                                                                mas industriales, higiénicas, gramaticales).21
lo que aparece es toda una micrología de los
                                                                La norma, del latín norma, la regla, remite a la
modales, de lo ínfimo, como si la gran figura
                                                                vez a un estado habitual o promedio y a un
del monstruo se hubiese disuelto en una mul-
                                                                estado ideal. Es, pues, una noción-eje que
tiplicidad de pequeñas anomalías.
                                                                supone la articulación del hecho y del valor.
                                                                La norma presenta un hecho como un valor o
                                                                un valor como un hecho. “Una norma, una
La normalidad del niño como vector de                           regla, es lo que sirve para conceder derecho,
generalización de la psiquiatría                                para corregir, para enderezar”. La norma su-
                                                                pone la anterioridad de un diferendo, de una
Esta categoría ideológica de la infancia anor-                  infracción, de una irregularidad, y por eso, de
mal se inscribe en un vasto dispositivo de                      una diversidad como “un indeterminado hos-
normalización. Hay que tener cuidado en                         til más incluso que extraño”. Así, la anomalía
distinguir la noción de norma de la de ley. La                  (anomalia) es etimológicamente lo que presen-
ley prohíbe cierto número de comportamien-                      ta una aspereza, una irregularidad, en resu-
tos, pero una vez acatada, se entra entonces                    men, lo que no está liso.22 En ese sentido, “lo
en el campo de lo permitido y de la libertad                    normal no es un concepto estático o pacífico,
individual. Es precisamente este espacio de lo                  sino un concepto dinámico y polémico” (Can-
permitido lo que inviste la norma que intenta                   guilhem, 1988: 186).

17 Ya lo anotaba Jean-Jaques Rousseau en su Emilio, o de la educación: “Un cambio en el humor, encolerizamientos fre-
   cuentes, una agitación continua, vuelven al niño casi indisciplinable. Se torna sordo ante la voz que lo hacía dócil; es
   un león en su fiebre; desconoce a su guía, ya no quiere ser gobernado” (1966: 273).
18 [2001b: 155-156].
19 [1971: 185].
20 La palabra “anormal” data de 1759 y la palabra “normalizado” de 1834 (Canguilhem, 1988: 182) [1971: 193].
21 Foucault cita Lo normal y lo patológico de Canguilhem en Vigilar y castigar, al hacer de lo normal un principio de
   coerción para una educación estandarizada, aspecto que explica la institución de las escuelas “normales” (1975:
   186, nota 1). [1978: 189, nota 18].
22 Cf. Canguilhem (1971: 97) (N. del T.).



210                                                        Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica


Como proceso de enderezamiento y de co-                              discapacidad no debe analizarse tanto como
rrección, la normalización es fundamental-                           una adaptación limitada a las normas del me-
mente polémica. De manera lógica, la norma                           dio, sino como una capacidad de instituir un
es primero; pero existencialmente, lo primero es la                  medio propio.
irregularidad. Pues la vida supone una desvia-
ción posible respecto a la regla, la posibilidad                     De este modo, la educación especial es con-
de desviarse: “La norma es la forma de desvío                        frontada, a la vez, con la tentación de la nor-
que la selección natural mantiene” (Canguil-                         malidad y con la exigencia de la normatividad.
hem, 1988: 197).23 La vida supone, a la vez,                         Históricamente, la figura del niño anormal se
una adaptación a las normas del medio y la                           inscribe en ese dispositivo de normalización.
posibilidad de una desviación respecto a ellas                       Foucault muestra cómo la psiquiatría se cons-
(evolución). Y la sociedad se asemeja tanto a                        tituyó como una tecnología de la anormali-
la máquina (repetición de las mismas normas)                         dad o de la anomalía. Esta genealogía de la
como al organismo (producción de nuevas                              anormalidad señala la importancia de las tres
normas). Como lo anota Canguilhem, la mal-                           grandes figuras del monstruo, del niño inco-
formación o la discapacidad, es un aspecto de                        rregible o inasimilable por el sistema educa-
vida limitada, una normatividad (una capaci-                         tivo, y del niño masturbador. La psiquiatría
dad de elaborar normas para responder a las                          es, ante todo, una ciencia del niño anormal,
exigencias del medio) reducida. Pues lo pato-                        de manera que la infancia es el punto central de
lógico mismo no carece para nada de normas,                          la psiquiatría, su principio de generalización.
supone siempre una producción de normas, y                           En efecto, son las conductas de la infancia las
en consecuencia, de normas de vida posible.                          que van a esclarecer la patología del adulto (la
“No hay hecho normal o patología en sí” (p. 91).24                   fijación sobre esas conductas infantiles). De
El trabajo conceptual de Canguilhem permite                          suerte que la psiquiatría, en su totalidad, es
construir una definición de la discapacidad                          una ciencia de la infantilidad de las conduc-
como capacidad de normatividad reducida,                             tas y de las estructuras (Foucault, 1999: 290).26
margen de tolerancia reducida con respecto                           La figura del niño anormal se halla así en el
a los cambios del medio, garantía psicológi-                         corazón de esta tecnología disciplinaria de
ca, social o biológica disminuida (p. 133).25 En                     la normalidad (monstruoso,27 incorregible y
suma, la discapacidad es un aspecto de vida                          perverso). La infancia se encuentra asignada
reducido, y como tal, una garantía disminui-                         como responsabilidad patológica del conjun-
da. A la inversa, gozar de buena salud es ser                        to de las conductas del adulto y la infantili-
instaurador de normas vitales (valere remite,                        dad de los comportamientos como grilla de
según su etimología, al hecho de portarse bien                       análisis de toda la vida psíquica. Haciendo
y a la noción misma de valor). El concepto de                        esto, es un conjunto de conductas desvian-
normatividad es de este modo más pertinente                          tes, indóciles, desordenadas, lo que entra en
que aquel de normalidad. El primero supone la                        un proceso de psiquiatrización y de medi-
producción, la institución creadora de nor-                          calización. La norma tiene la ventaja de ser
mas; el segundo, la conformidad con normas                           a un tiempo una regularidad funcional por
exteriores y preestablecidas. En ese sentido, la                     oposición a lo mórbido y una regla de con-

23   [1971: 211].
24   [1971: 108].
25   [1971: 141-142].
26   [2001b: 285].
27   Foucault diferencia el minusválido del monstruo. Aquél transgrede el orden natural; éste, simultáneamente, el or-
     den natural y el orden social.


Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010                                                211
La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault


ducta por oposición al desorden y a la irregu-                   hijos, están con frecuencia en el origen de
laridad (Foucault, 1999: 150).28 De hecho, per-                  los problemas y las irregularidades. De este
mite presentar lo que es fundamentalmente                        modo, la infracción legal es muy a menudo
una regla de conducta como una regularidad                       una irregularidad familiar. De manera que las
funcional.29                                                     tecnologías correctivas deben ejercerse desde
                                                                 la familia para controlar la anomalía. Se abre
La norma representa tanto una apuesta de                         así todo un campo de irregularidades intrafa-
saber, como de poder. Pues ese saber de la                       miliares susceptible de corrección. En Vigilar
anormalidad da un poder de corrección y de                       y castigar, Foucault muestra, además, que la
readaptación. La disciplina pedagógica en el                     racionalización del espacio pedagógico llega
espacio ordinario de la escuela debía así muy                    incluso a integrar las relaciones intrafamiliares
lógicamente terminar siendo una tecnología es-                   con los esquemas disciplinarios por difusión
pecial de sobrecorrección. La familia, el barrio,                de esquemas médicos, psicológicos, supuestos
la escuela, la correccional, definen un campo                    para regir la educación familiar y sus posibles
disciplinario correctivo que la psiquiatría vie-                 desvíos. La escuela deviene un proceso de vi-
ne a redoblar y a “patologizar”. La integración                  gilancia de los padres (Foucault, 1975: 213).32
misma hunde sus raíces en ese dispositivo de
normalización. En este punto, nos encontra-
mos con un dispositivo de normalización y de                     La genealogía de la educación especial y
regulación30 (Foucault, 1999: 40-43).31
                                                                 sus lecciones
La importancia de las apuestas familiares está
                                                                 El dispositivo de la adaptación y de la integra-
entonces señalada. Foucault muestra cómo
surgió una verdadera tecnología psicopatoló-                     ción escolar participa, así, si se toma la grilla
gica de la familia. Para eso, fue necesario que                  conceptual que es la de Foucault, de una for-
la relación entre padres e hijos fuera interve-                  mación discursiva que es aquella de la ciencia
nida por una racionalidad a la vez médica y                      de la anormalidad y de las prácticas correc-
pedagógica, que los saberes médicos y edu-                       tivas que hace posible. Esto debe ponernos
cativos pudiesen dominar la familia. Pues la                     atentos a todas las normalizaciones insidio-
familia, las relaciones entre los padres y los                   sas, a todas las tentaciones disciplinarias que


28 [2001b: 155].
29 El manual americano de psiquiatría o DSM IV (Manual diagnóstico de estadística de los problemas mentales, 4.a ed.) no
   está exento de prejuicios sociales y de este orden. En este sentido, la aproximación a los problemas de conducta y del
   comportamiento es reveladora, por ejemplo, con respecto a la hiperactividad del niño o el déficit de atención, en la
   medida en que en esto se hallan ítems como los siguientes: “con frecuencia agita las manos o los pies, o se revuelca
   sobre su puesto”, “con frecuencia corre o salta por todas partes, en momentos que son inapropiados”, “con fre-
   cuencia le molesta estarse tranquilo en los juegos o actividades de ocio” (Barreyre, 2000: 140-141). La representación
   tiende a convertirse en norma psíquica y la psiquiatría, una técnica de readaptación del individuo, farmacológica (la
   ritalina) o psíquica (terapia comportamental), en normas sociales y en un medio que jamás se cuestionan.
30 Una crítica filosófica de la integración debe mostrar cómo este llamado encantador a la integración está, en reali-
   dad, ligado dialécticamente a la escisión del vínculo social, de la filiación, de las pertenencias. Esta insistencia en la
   integración también es la expresión de una “desintegración” social. Los discursos contemporáneos sobre la “diferen-
   cia” conducen, las más de las veces, sea a un endurecimiento estigmatizante de esas diferencias que de este modo
   son “reificadas”, o a su dilución en un proceso de minimización, en consecuencia, a una doble negación. Además,
   ninguna integración es buena en sí misma, ni ninguna segregación es mala (clivaje maniqueo); en realidad, los dos
   procesos están ligados dialécticamente.
31 [2001b: 36-38].
32 [1978: 214].



212                                                         Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica


pueden resurgir (se conoce la importancia del                        de derecho entre los seres diferentes (el loco,
régimen de Vichy en la definición de la cate-                        el lisiado, el ciego) y los otros hombres. La
goría muy ideológica de “la infancia desadap-                        diferencia encierra una identidad más pro-
tada”). Habría que estudiar, en ese sentido, las                     funda, en la pertenencia a la misma comu-
representaciones históricas que la adaptación                        nidad humana. La idea misma de educación
e integración escolares (adaptation et intégration                   especial supone ocuparse de esta diferencia en
scolaires —AIS—) pudo vehicular en su histo-                         nombre de la identidad común. El tratamiento
ria (ideologías de la reparación, de la correc-                      moral de la locura implica que el hombre pue-
ción, de la compensación, etc.). Si es cierto que                    da ser el sujeto de su locura en una institu-
hay una matriz disciplinaria de la psiquiatría                       ción asilar que participa de la utopía (hacer
y más generalmente un dispositivo global de                          nacer un hombre nuevo). Es éste el mérito
normalización y de corrección disciplinaria,                         propio de los alienistas Esquirol y Pinel. El
no es posible reducir la razón educativa a esta                      análisis que Hegel propone de la locura en
intensión normalizadora. Los grandes ances-                          la Filosofía del espíritu de su Enciclopedia de las
                                                                     ciencias filosóficas participa de esta voluntad
tros de la educación especial, Itard, Séguin,
                                                                     de integrar la locura a la humanidad. La lo-
Bourneville,33 introducen una figura del mé-
                                                                     cura es justamente lo otro de la razón, pero
dico-educador humanista, cuyos valores son,
                                                                     como siempre en Hegel, de igual modo, un
con mucho, la emancipación y la libertad de
                                                                     momento negativo del desarrollo del espí-
los individuos. No todo poder pedagógico es
                                                                     ritu. Es lo negativo en lo que la razón debe
disciplinario (la autoridad no es necesariamen-
                                                                     encontrarse. En la locura, la razón está por
te violencia). La apuesta es aquí el estatus mis-                    definición fuera de sí, lo que no significa
mo de la razón educativa. ¿Está gobernada por                        que no pueda hallarse allí. De ese modo no
un interés de dominación o de emancipación?                          sabría estar del todo separada de la razón,
                                                                     pues siempre supone un “resto de razón”,
Marcel Gaucher y Gladys Swain proponen                               que es precisamente el punto de partida del
una lectura completamente diferente en La                            tratamiento psiquiátrico y de la curación (la
Pratique de l’esprit humain. L’institution asilai-                   intuición de Pinel). La locura hace parte de
re et la révolution démocratique, así como una                       la humanidad.
serie de artículos dedicados al nacimiento de
la educación especial en la revista Esprit en                        La diferencia sólo surge así, sobre un fondo
1982. Para esos autores, la modernidad es go-                        de humanidad común, lo que tiene por efecto
bernada no por una lógica de exclusión de la                         volver necesarias una lógica y una práctica de
alteridad, sino más bien de integración. En la                       integración (Hegel, 1988: 506). ¿Sin embargo,
Edad Media, la proximidad de hecho con el                            ¿es contradictorio pensar que la misma razón
loco encierra una distancia absoluta de dere-                        educativa puede encerrar uno y otro, a la vez
cho, con respecto a un ser que es infra o su-                        un interés disciplinario y un interés emanci-
prahumano. Ahora bien, hay una igualdad                              patorio? El cuidado de la eficacia, propio de

33 Jean-Marc-Gaspard Itard (1775-1838) muestra, en Vésanies (1802), que “lo máximo y lo mínimo del espíritu huma-
   no sólo se diferencian por un salto de grados insensible e intermediarios que no es posible determinar” (Wacjman,
   1993: 54). Désiré-Magloire Bourneville (1840-1909) nos dice, en Traitement médico-pédagogique des idioties les plus
   graves de 1906: “seremos recompensados por nuestra pena si logramos disipar los prejuicios tan extendidos sobre
   el tema de esos anormales y logramos convencer a nuestros lectores de la posibilidad del mejoramiento físico,
   moral e intelectual de esos pobres niños” (Wacjman, 1993: 79). Y Edouard Séguin (1812-1880), en su Traitement mo-
   ral hygiène et éducation des idiots et des autres enfants arriérés ou retardés dans leur développement, agités de mouvements
   involontaires, débiles, muets non-sourds, bègues, etc., de 1846: “Cuando llegue a poseer estas nociones, el niño estable-
   cerá las relaciones que pueden existir ente ellas y pensará; su pensamiento estará limitado, os lo confieso, pero no
   pensará con su memoria […]” (Wacjman, 1993: 67).


Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010                                                        213
La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault


las sociedades modernas en su lógica pro-                    Referencias bibliográficas
ductiva, ha hecho necesaria la constitución
de las disciplinas. Pero no se puede reducir la              Alain, 1995, Pédagogie enfantine, París, PUF, “Qua-
razón educativa a esta práctica disciplinaria,               drige” (1.a ed.: 1925).
así como la reflexión sobre la educación no
puede ahorrarse un análisis de los efectos de                Barreyre, Jean-Yves, 2000, Classer les exclus. Enjeux
poder de las prácticas escolares.                            d’une doctrine de politique sociale, París, Dunod.

                                                             Canguilhem, Georges, 1962, “La monstruosité et le
                                                             monstrueux”, Diogène, núm. 40, oct.-dic., pp. 29-43.
Otro modelo: el cuidado educativo
                                                             _, 1971, Lo normal y lo patológico, Buenos Aires, Si-
Foucault mismo da lugar a otro modelo de                     glo XXI.
la racionalidad educativa en lo concerniente a
un verdadero cuidado educativo atento a la li-               _, 1988, Le Normal et le pathologique, París, PUF,
bertad del otro. Otro curso en el Collège de                 “Quadrige” (1.a ed.: 1966).
France propone sus lineamientos (Foucault,                   Foucault, Michel, 1975, Surveiller et punir. Naissance
2001c),34 analizando la constitución de un cui-              de la prison, París, NRF Gallimard.
dado de sí en las escuelas filosóficas de la Anti-
güedad del Alcibíades de Platón a los terapeu-               _, 1978, Vigilar y castigar, México, Siglo XXI.
tas de Alejandría, que toman cuidado del ser,
pasando por las escuelas epicúreas y estoicas.               _, 1994, Dits et écrits, París, NRF Gallimard.
El cuidado de sí (como conjunto de técnicas
                                                             _, 1997, Cours au collège de France 1976. “Il faut défen-
espirituales) implica una formación de sí y
                                                             dre la société”, París, Seuil, Gallimard.
del otro, una paideia cuyas formas pueden ser
variadas (la escuela epicúrea, la dirección es-              _, 1999, Cours au Collège de France 1974-1975. Les
piritual, etc.). Esta formación tiene por meta               anormaux, París, Seuil, Gallimard.
modificar el ser de aquel a quien uno se di-
rige (“psicagogia”). Para Foucault, esta psica-              _,2001a, Defender la sociedad, Buenos Aires, Fondo
gogia permanece próxima a una pedagogía                      de Cultura Económica.
(Foucault, 2001c: 390),35 pues la obligación de
                                                             _, 2001b, Los anormales, México, Fondo de Cultura
verdad queda del lado del maestro (el direc-
                                                             Económica.
tor, el guía) en una parrhêsia, un decir verdad
en donde quien habla está presente en lo que                 _, 2001c, L’Herméneutique du sujet. Cours au Collège
dice, donde la palabra compromete el ser y                   de France 1981-1982, París, Seuil, Gallimard.
el modo de vida. Esas prácticas pedagógicas
(técnicas de escucha, de lectura, de escritura               _, 2004, La hermenéutica del sujeto, México, Fondo
y de meditación) actúan sobre los otros para                 de Cultura Económica.
que lleguen a construir una relación de sobe-
                                                             Hegel, Friedrich, 1988, Encyclopédie des sciences phi-
ranía de sí sobre sí mismo, de dominio de las
                                                             losophiques, tomo 3, Philosophie de l’esprit, París, Vrin
pasiones, en últimas, un verdadero gobierno                  (1.a ed.: 1830).
de sí mismo. De manera que la finalidad de la
dirección es la autodirección. La apuesta pro-               Kant, Emmanuel, 1986a, Propos de pédagogie, en: Fer-
pia de la pedagogía es el devenir sujeto del                 dinand Alquié, dir., Œuvres philosophiques, tomo 3,
niño, el despertar de la libertad subjetiva.                 París, Gallimard, “La Pléiade” (1.ª ed.: 1803).



34 [2004].
35 [2004: 389].


214                                                     Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica


_, 1986b, Critique de la raison pure, en: Ferdinand                  Thiercé, Agnès, 1999, Histoire de l’adolescence (1850-
Alquié, dir., OEuvres philosophiques, tomo 1, París,                 1914), París, Belin.
Gallimard (1.a ed.: 1781-1787).
                                                                     Vigarello, Georges, 1978, Le Corps redressé. Histoire
_, 1991, Pedagogía, Madrid, Akal.                                    d’un pouvoir édagogique, París, J.-P Delarge.
                                                                                                         .

Rousseau, Jean-Jacques, 1966, Émile, ou de l’éducation,              Wacjman, Claude, 1993, L’Enfance inadaptée, antho-
París, Garnier- Flammarion (1.a ed.: 1762).                          logie de textes fondamentaux, Toulouse, Privat.




                   Referencia

                   Vandewalle, Bernard, “La escuela y los niños ‘anormales’. El análisis de
                   Michel Foucault”, traducción del francés por Alejandro Rendón Valencia,
                   Revista Educación y Pedagogía, Medellín, Universidad de Antioquia, Facul-
                   tad de Educación, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010, pp. 203-214.

                                             Original recibido: enero 2010
                                                Aceptado: marzo 2010

                   Se autoriza la reproducción del artículo citando la fuente y los créditos
                   de los autores.



Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010                                                    215
216   Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010

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  • 1. Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica Traducción Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010 201
  • 2. 202 Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
  • 3. Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault* Bernard Vandewalle** Resumen Traducción del francés: La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault Alejandro Rendón Valencia*** La educación especial se ha ocupado durante mucho tiempo de los llamados niños “anormales”. En el presente artículo nos dedicamos a la genealogía histórica de esta categoría de anormali- dad. ¿De qué modo se ha hecho cargo la escuela de esos niños diferentes? Se trata de estudiar la constitución progresiva de las prácticas disciplinarias y de los discursos normativos en el origen de la educación especial y, más allá, de aclarar lo que está en juego en nuestra época. Son las herramientas conceptuales propuestas por Michel Foucault las que aquí utilizamos en el marco de este proceder genealógico, a partir del cual se ve aparecer, a la vez, un poder pedagógico normativo, cuya matriz es una racionalidad disciplinaria, y un modelo alternativo, aquel del cuidado educativo atento a la libertad del niño. Abstract Schools and “abnormal” children. The analysis of Michel Foucault Special education has long been concerned with the so-called “abnormal” kids. This article deals with the historical genealogy of the category abnormality, by asking ¿in which way have schools so far taken care of those different kids? This implies an analysis of the progres- sive constitution of the disciplinary practices and normative discourses that are at the origin of special education and, even more, an elucidation of what is at stake in our times. For this purpose, the conceptual tools proposed by Michel Foucault have been used in the context of this genealogical procedure, which allows to witness the emergence, at the same time, of a normative pedagogical power —based on a disciplinary rationality—, and of an alternative model: the one of educative care, attentive to the freedom of children. Résumé __ __ _ _ ___ ___ ___ __ _ __ _ _ _ __ _ __ _ _ _ _ __ ___ ___ ___ _ _ _ _ _ __ __ _ _ _ _ _ _ L’école et les enfants “anormaux”. L’analyse de Michel Foucault * El título del artículo original es Ber- nard Vandewalle, “L’école et les en- L’enseignement spécialisé s’est longtemps occupé des enfants dits « anormaux ». C’est à la fants ‘anormaux’. L’analyse de Mi- généalogie historique de cette catégorie de l’anormalité que nous nous attachons ici. Comment chel Foucault”, Expression, núm.19, l’école a-t-elle pris en charge ces enfants différents ? Il s’agit d’étudier la constitution progres- mayo de 2002, pp. 81-90. Este texto sive des pratiques disciplinaires et des discours normatifs à l’origine de l’enseignement spé- es traducido y publicado con autori- cialisé et, par-delà, d’éclairer les enjeux de notre temps. Ce sont les outils conceptuels proposés zación de su autor y del editor de la par Michel Foucault qui sont utilisés ici dans le cadre de cette démarche généalogique. On y revista. voit apparaître à la fois un pouvoir pédagogique normatif dont la matrice est une rationalité ** Doctor en filosofía, profesor del Ins- disciplinaire et un modèle alternatif, celui d’un souci éducatif attentif à la liberté de l’enfant. tituts Universitaires de Formation des Maîtres (IUFM) de La Réunion. *** Estudiante del pregrado de la Licen- Palabras clave ciatura en Filosofía, integrante del Se- millero Grupo de Investigación sobre Michel Foucault, educación especial, infancia anormal, anormalidad, disciplina, genealogía de Formación y Antropología Pedagó- la educación especial, cuidado educativo gica e Histórica (Formaph), coinves- Michel Foucault, special education, abnormal infancy, abnormality, discipline, genealogy of tigador del proyecto “Paradigmas y special education, educational care conceptos en educación y pedago- Michel Foucault, enseignement spécialisé, enfance anormale, anormalité, discipline, généalo- gía”, subproyecto “Escuela abierta”. gie de l’éducation, souci éducatif E-mail: alejandrorendonv@yahoo.com Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010 203
  • 4. A nte todo, la educación especial se ha preocupa- do por la infancia llamada “anormal”. De esto da prueba la distinción que se hace, cuando se crean las clases de perfeccionamiento el 15 de abril de 1909, entre anormales de escuela y anormales de asilo. Se abría pues la posibilidad de escolarizar a toda una población que hasta entonces escapaba a la escuela. La publicación del cur- so de Michel Foucault en el Collège de France, Los anorma- les (1974-1975), en marzo de 1999 —inscrito en el marco más general de una recopilación de sus diferentes cursos de los años setenta y de comienzos de los años ochenta—, aparece como un acontecimiento considerable para todo aquel que se interese por la educación especial y más allá, por sus apuestas actuales (Foucault, 1999).1 Pues allí se encuentra nada más y nada menos que una genealogía de la anormalidad como ob- jeto propio de la psiquiatría. Para Foucault se trata de exponer las condiciones de posibilidad de lo que concibe como forma- ción discursiva (un conjunto de discursos médicos, judiciales y de prácticas sociales disciplinarias). ¿Cómo se convierte la anormalidad en el objeto específico de la psiquiatría y, más generalmente, de un conjunto de prácticas educativas y médi- cas? Si esta problemática comparte con la educación especial lo que fue uno de sus objetos constituidos (el niño anormal), se dirá que aquí no hay nada que le sea muy específico. Y, sin embargo, la tesis de Michel Foucault consiste en mostrar 1 A la filosofía le interesa particular- que la infancia anormal es el punto central de la psiquiatría, mente el campo de la adaptación y su principio histórico de generalización; de hecho, el lugar de la integración escolares, debido mismo de su constitución histórica. Fue la reflexión acerca a la necesidad de una crítica rigu- del niño anormal (el niño monstruoso, el niño incorregible, rosa de los conceptos que propo- el niño masturbador) lo que permitió la constitución de una ne (la adaptación, la integración, ciencia del adulto normal, para el inicio de un conjunto de la norma, el paso a la abstracción, etc.). Aquí se hallará un ejemplo de tecnologías de corrección y de readaptación. Es, pues, la cate- esto, bajo la forma de una genealo- goría de infancia anormal lo que está en el origen de la consti- gía de la educación especial cuyos tución de un vasto campo disciplinario de corrección, que se elementos dispersos están presen- articula sobre los saberes de la anormalidad. La genealogía de tes en la obra de Foucault, particu- la educación especial, en realidad, nos informa sobre la cons- larmente en el Curso en el Collège de France de los años 1974-1975, titución inmediata de una sociedad disciplinaria. Los anormales. El niño anormal es un tema recurrente en la obra de Foucault. Se sabe que había pro- Las disciplinas escolares yectado unas obras importantes sobre “la cruzada de los niños”, “la mujer, la madre y la histérica”, “los Los dos grandes objetos de estudio de Michel Foucault fueron perversos”, etc. el poder y el sujeto. ¿Cómo se relaciona el poder con sus “su- 204 Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
  • 5. Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica jetos”? ¿En qué sentido es el poder un proce- Michel Foucault describió minuciosamente esas so de sujeción? Lo propio del poder pedagó- disciplinas en Vigilar y castigar. Así, la arquitec- gico precisamente es sujetar,2 en el sentido en tura de las escuelas, las teorías educativas, los que su apuesta es el devenir sujeto del niño, reglamentos internos (de la escuela militar, de su capacidad para inscribirse en una socie- los establecimientos educativos para especia- dad y para integrar las necesidades de la ley les, de las escuelas cristianas y de los colegios) social. Michel Foucault presta atención a las demuestran la instalación de un verdadero mutaciones del poder a partir del siglo XVII, cuadriculamiento del espacio y del tiempo pe- el cual no procede tanto por extracción, sino dagógicos que busca aumentar la capacidad por incitación a la producción, en el sentido para aprender. La escuela se vuelve entonces en que ya no se dirige a la muerte sino a la una verdadera máquina de enseñar. Ese me- vida (bio-poder). La apuesta consiste en lo- canismo de la disciplina escolar se aplica ante grar tener una población saludable, con bue- todo al cuerpo, en la medida en que el objeto na moralidad, dócil y, por ende, productiva. de la disciplina es enderezar las posturas, vol- Foucault describe la instalación de una socie- ver dóciles y productivos a los cuerpos. El re- dad disciplinaria en las prisiones, los talleres, gistro anatomo-metafísico de la época clásica las escuelas, que busca los medios para un se duplica así con un registro técnico-político. control permanentemente más racional de la Esta verdadera anatomía política se aplica, población, con miras a aumentar su produc- sobre todo el desarrollo de la actividad, sobre ción. Entonces, no se trata tanto de un poder la sucesión de los gestos, como en el acto de centralizado (la soberanía política tradicio- escritura o en la entrada a clase. Aumentar nal), sino de un poder difuso, presente en el una capacidad es producir una relación de conjunto de la sociedad. docilidad-utilidad. De este modo, la disciplina en la escuela no Esta disciplina de los cuerpos es la acción de es más que un aspecto de un esquema social un poder infinitesimal, de una coerción cons- disciplinario más vasto. En ese sentido, es ne- tante y mantenida, de una multiplicidad de cesario hablar de una sociedad disciplinaria a procesos menores. Se desarrolla toda una mi- partir del siglo XVII, que sustituye a la vieja so- crofísica pedagógica que precisa de un con- ciedad de soberanía, así como el poder de la junto de técnicas minuciosas dirigidas a lo norma al de la ley. La disciplina se convierte ínfimo, a lo menor. Michel Foucault halla su en el paradigma de toda una sociedad. Pero origen en los reglamentos de la escuela cris- la disciplina escolar parece haber sido prime- tiana y sus meticulosidades (“Dios habita en ra, para extenderse luego a los hospitales y al los detalles”, como lo afirma un proverbio ale- ejercito. Para Foucault, la primera institución mán), como en “El himno a las pequeñas co- disciplinaria fue el colegio clásico (Foucault, sas”, de Jean-Baptiste de la Salle, en su Traité 1975: 140).3 A cambio, la disciplina retorna del sur l´obligation des frères des écoles chrétiennes ejército a la escuela con sus propios aportes, de 1783. Entonces, la pedagogía es un arte de de manera que hay una verdadera circulación la minucia. del esquema disciplinario de una institución a otra, que tiene por efecto aumentar, a su vez, Ese cuadriculamiento pedagógico del espacio la eficacia de la disciplina. toma la forma de un arte de las reparticio- 2 Se trata de la palabra assujettir, que se traduce generalmente por someter, pero que, en concordancia con lo antes di- cho (sujeción), habría que traducir, atreviéndonos a un juego de lenguaje, por sujetar, entendiendo por ello: atrapar en una subjetividad, hacer sujeto (N. del T.). 3 En español, Foucault (1978: 142). En adelante, ente corchetes la referencia al español (N. del T.). Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010 205
  • 6. La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault nes, cuyo modelo es la clausura del colegio, a todos los estudiantes. Este monitoreo peda- como en el caso de Luis el Grande, que toma gógico permite aumentar las capacidades de la forma de un espacio analítico que regula aprendizaje (el estudiante vigilante, oficial, los emplazamientos funcionales, distribuye los intendente, decurión que hace recitar las lec- espacios y los rangos. Foucault muestra así ciones). Se trata mucho de “estilizar los recién cómo se creó, a finales del siglo XVII, un es- llegados a los ejercicios de la escuela”, como lo pacio pedagógico serial, que asigna un lugar afirma el reglamento para las escuelas de la ciu- individual para cada uno, en lugar de privi- dad de Lyon (Foucault, 1975: 178).6 La meta es legiar la entrevista individual con el maestro, imponer un estilo de conducta, un conjunto cuyo efecto sería permitir la expresión del de hábitos escolares que constituya el oficio desorden en el resto del grupo. La clase debe de estudiante. Por eso, es necesario que apa- ser un cuadro ubicado bajo la mirada clasifi- rezca una semiología del acto de enseñanza cadora del maestro (Foucalt, 1975: 149),4 como que defina un código de señales (sonrisas, mi- en la vasta escenografía del colegio de los je- radas, aplausos, reglazos) destinado a desatar suitas. La pedagogía es un arte del espacio y los comportamientos y a regularlos. La señal del tiempo. El cuadriculamiento del tiempo es incitativa. El espacio pedagógico está satu- permitirá el control de la actividad. En efec- rado de signos que regulan la productividad to, se trata de recortar el tiempo, de estable- del aprendizaje. El poder pedagógico supo- cer ritmos, regular los ciclos de repetición. El ne, así, a la vez, un esquematismo (agregar tiempo escolar debe ser íntegramente útil. una diversidad de comportamientos a la uni- Para esto, es necesario elaborar el acto de ma- dad de un aprendizaje útil) y una capacidad nera temporal, constituir esquemas anatomo- analítica de diferenciación (identificar cada cronológicos del comportamiento, regulando término de esta multiplicidad, asignarle un la distribución de los gestos, las posturas del lugar, un rango, un valor). Las técnicas edu- cuerpo, como en el acto de escritura. Organi- cativas deben reunir las fuerzas y sumarlas a zar génesis es recortar el tiempo del aprendi- la unidad de una misma productividad. Y, si- zaje en estadios, como las siete fases de la lec- tura (Foucault, 1975: 161),5 en una pedagogía multáneamente, identificarlas, singularizarlas. analítica. Entonces, el tiempo del aprendizaje se vuelve capitalizable. La sucesión y la com- Este saber del individuo, del caso individual plejización de los ejercicios definen un pro- (la forma del expediente) supone toda una grama escolar que identifica y mide las apti- maquina de vigilancia cuyo modelo fue la es- tudes, como en el reglamento de las escuelas cuela militar de París (maquinaria de control y de la ciudad de Lyon o, en primer lugar, en las microscopio de las conductas). La relación de escuelas de los Hermanos de la Vida común. vigilancia se inscribe en el corazón mismo de la práctica pedagógica. El control disciplinario no Este arte del tiempo y del espacio se acompa- es un epifenómeno, sino la sustancia misma ña con una dinámica. Se trata, en efecto, de del acto pedagógico. Esta vigilancia constante componer las fuerzas en una relojería com- sólo tiene sentido si se acompaña de una san- pleja, cuyo modelo para Foucault es la escuela ción normalizadora que defina toda una micrope- mutua. Ésta prescribe a los mejores estudian- nalidad del tiempo (el retraso), de la actividad tes funciones de vigilancia, de control del tra- (la desatención), de la manera de ser (la des- bajo, con el fin de ocupar permanentemente cortesía), de los discursos (la charlatanería), 4 [1978: 151]. 5 [1978: 163-164]. 6 [1978: 181]. 206 Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
  • 7. Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica del cuerpo (la actitud incorrecta), finalmen- colar, esto es, un conjunto de tecnologías edu- te, de la sexualidad. La relación de cada niño cativas. Lo que se describe en Vigilar y castigar con el saber, con el saber hacer, con el saber no es otra cosa que una máquina de aprender, ser, justifica una penalización normalizadora. de vigilar, de recompensar, de jerarquizar, to- Toda desviación de la norma del aprendizaje mando la forma de un aparato normalizador. o a la regla puede ser objeto de una sanción. Pero su funcionamiento supone una frontera El orden así definido, a contrario, es a la vez ju- exterior, la del anormal, a ejemplo de la cla- rídico (el reglamento pedagógico instituido) se vergonzosa de la escuela militar (Foucault, y natural (la evolución del niño en sus dife- 1975: 185).9 El prototipo de la segregación es rentes estadios). El uno coincide con el otro, la exclusión del leproso (práctica de clausura, de ese modo hay una duración reglamentaria de rechazo, de exilio). El de la integración nor- para cada estadio. Para Foucault, la matriz de malizadora es la peste. El leproso es el objeto la psicología del niño es bastante disciplinaria. de un gran encierro, de un rechazo, de un fi- La función de la sanción muy seguramente es chaje; el apestado, de un recorte, un cuadricu- correctora (reducir las desviaciones) en una lamiento o de un buen adiestramiento. En el punición isomorfa a la obligación misma. Ser siglo XIX, se constituirá una técnica de control castigado es hacer ejercicios, toda falla en el de los excluidos que unificará esos dos mode- aprendizaje suscita un aprendizaje repetido, los de la lepra y de la peste (tratar al leproso múltiple, intensificado. Este sistema jurídico como un apestado). De ese modo, la educa- se acompaña con una microeconomía de las penas y de las exenciones, a ejemplo de los pri- ción vigilada en una correccional supone, a la vilegios de las escuelas cristianas (Foucault, vez, un método de repartición analítica de los 1975: 183).7 Para un poder pedagógico analíti- excluidos y una técnica de individualización, co que quiere diferenciar y medir los valores, la separación binaria (normal / anormal, in- las capacidades o, a contrario, identificar los ofensivo / peligroso) y la asignación coercitiva casos anormales, siempre se trata de sancio- (reconocimiento, identificación del individuo nar o de gratificar. normal) (Foucault, 1975: 201).10 La educación especial reconduce así los esquemas de la ex- La tercera forma propuesta es la del examen, clusión, reordenándolos en el seno de la in- que unifica la técnica de la vigilancia jerárqui- tegración disciplinaria. En suma, se trata de ca y aquella de la sanción normalizadora. Esta integrar para excluir mejor. La integración forma hace aparecer una relación de poder- aumenta la exclusión, haciéndola más eficaz saber donde la mirada se vuelve normaliza- (volviendo al individuo anormal, productivo dora y la vigilancia calificativa. Este verdadero para el control).11 esquema operativo vale para la salud (el hospi- tal como aparato de examinar), el aprendizaje Foucault establece así la genealogía discipli- o el trabajo (la contratación). La escuela devie- naria de los grandes conceptos de la pedago- ne así un aparato de examen ininterrumpido gía (el examen, la evaluación, la sanción). La (Foucault, 1975: 188).8 psicología del niño, la psicopatología, la psi- copedagogía, suponen el ejercicio de ese po- Lo que Foucault describe es una mecánica pe- der normalizador y disciplinario. Lo que aquí dagógica, el funcionamiento de un aparato es- está en juego es una relación de poder-saber. 7 [1978: 185-186]. 8 [1978: 191]. 9 [1978: 187]. 10 [1978: 203]. 11 “Quise describir la modificación de una estructura de exclusión”, dice Foucault (1994, tomo 1: 168). Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010 207
  • 8. La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault Si la matriz de las ciencias de la naturaleza es tea la alegoría (“aquí está la regla derecha”) de la encuesta, la de las ciencias del hombre, y la medida correctiva que disciplina los cuerpos en particular del niño que parece constituir o del tutor que doma el arbusto deforme. Se su nudo central, es la minucia de las discipli- trata de enderezar los cuerpos, de corregir las nas. Foucault da el ejemplo en este sentido posturas, de disciplinar los comportamientos.12 de la psicología escolar (Foucault, 1994: 228) y de Una litografía de Hippolyte Lecomte, de 1818, la psicometría de la inteligencia, cuyo origen descompone las diferentes etapas del acto de habría que investigar en los trabajos sobre el escritura, la sucesión regulada de las posturas retraso escolar y la debilidad. La apuesta, se lo del cuerpo en una escuela de enseñanza mu- verá, es el estatus mismo de la razón educa- tua. Y, finalmente, un grabado de finales del tiva que, de hecho, parece participar a la vez siglo XIX propone, de manera satírica, el último del interés disciplinario y de un interés eman- cipatorio. modelo de la tecnología disciplinaria aplicada a la escuela: la máquina a vapor para la correc- La cuestión de la constitución de una educa- ción celerífera de las niñas y de los niños, para ción especial a comienzos del siglo XX cobra todas las personas “que tuviesen niños pere- sentido en la de esas disciplinas escolares: zosos, glotones, indóciles, rebeldes, insolentes, ¿qué hacer con aquellos que, por deficiencia pendencieros, soplones, charlatanes, irreligio- o indocilidad, no son precisamente “produc- sos, o que tengan algún otro defecto”. La le- tivos”? No hay diferencia de naturaleza entre yenda anota que “también se internan los ni- la educación especial y la educación ordina- ños incorregibles, que son alimentados a pan y ria. Una y otra comparten el mismo espacio agua” (ilustración 29). de problematización. Se trata, en ambos ca- sos, de aumentar la producción influyendo Kant, en sus Propuestas de pedagogía, hace de sobre sus condiciones y de proponer tecnolo- la disciplina una de las finalidades esenciales gías de corrección. La educación especial no de la escuela, incluso una apuesta primordial. es más que un espejo de aumento, el lugar de Para él, es lo que cambia la animalidad en hu- una “sobrecorrección”. Del uno al otro, sólo manidad. En cuanto negativa, tiene por ob- hay pues una diferencia de grado, la sobre- jeto librar al hombre de su salvajismo, luchar corrección que se agrega a la corrección, la contra las pulsiones animales que amenazan readaptación a la adaptación ya presente en el con apartar al niño de su destino, el cual es espacio pedagógico “ordinario”. En este sen- tido, la educación especial es la verdad de la la humanidad. La primerísima vocación de la educación tradicional y el negativo de la dis- escuela es imponer esta disciplina, confrontar ciplina educativa, la apuesta real del “positi- al niño con la coacción de las leyes. vo” de la instrucción. […] asimismo, en los comienzos, se envía a los niños a la escuela, no bajo la idea La finalidad inmediata de la pedagogía es muy de que allí adquirirán algún saber, sino “ortopédica” y la educación especial no es más de que tengan oportunidades de habi- que su manifestación más visible, como lo de- tuarse a permanecer calmos, a observar muestran las imágenes incluidas en Vigilar y al pie de la letra lo que se les prescribe castigar. El grabado de N. Andry, “La ortopedia y que, más tarde, no vayan a realizar, y o el arte de prevenir y de corregir en los niños al instante, cada uno de sus caprichos las deformidades del cuerpo”, de 1749, plan- (Kant, 1986a: 1.150).13 12 Cf. Vigarello (1978). 13 [1991: 30]. 208 Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
  • 9. Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica La escuela comienza por ser un lugar de edu- go el objeto de técnicas correctivas. Se sabe cación más que de instrucción. Su apuesta la importancia de la figura del médico-edu- primera es el ser (no aislarse de las reglas) más cador en la historia de la educación especial, que el saber. Por extensión, el problema de una más en general, de la articulación de los dis- Crítica de la razón pura es disciplinar la razón cursos médicos y pedagógicos (constitución metafísica. En efecto, ella está habitada por de lo “médico-pedagógico”). La temática de una tendencia que la incita a extenderse más la degeneración participa de esta ideología (el allá de los límites de la experiencia posible, ejemplo de Morel en su Traité théorique et prati- por un verdadero deseo de saber. Habrá en- que des maladies mentales de 1859, de Magnan o tonces una disciplina de la razón pura, como aun de Zola en su Doctor Pascal),15 afianzando “una legislación negativa”, “un sistema de la los problemas constatados en los avatares de precaución y del examen de sí mismo” (Kant, una herencia. Toda una sociedad intenta en 1986b: 1.295-1.297), que tiene la vocación de realidad defenderse contra sus anormales, al luchar contra los juegos de la imaginación y concebir las “ciencias de la protección científi- las apariencias sofísticas. La disciplina es uno ca de la sociedad”. Foucault llega a hablar, de de los modelos de la razón crítica como ins- manera muy contestataria, de “neorracismo” trucción de una disciplina del discurso meta- en una sociedad animada por un gran temor físico. El verdadero problema de la escuela, es a la anormalidad (Foucault, 1997).16 Más bien, pues, para Foucault a partir de Kant, el niño hay que retener la vocación defensiva de esos indócil, perverso, rebelde. ¿Mediante qué téc- discursos y de esas prácticas correctivas que nicas educativas se lo puede corregir? La edu- traducen, sobre todo, un gran temor a la dife- cación aparece fundamentalmente como una rencia (en un discurso reactivo de “defensa”). disciplina.14 Como lo muestra Georges Canguilhem, “un fracaso de la vida nos concierne dos veces, Esta disciplina educativa participa en reali- pues un fracaso pudo habernos alcanzado y un dad de una apuesta más global de protección fracaso podría acontecernos”. El “fallo morfo- social. De hecho, se trata de identificar zonas lógico” del monstruo sólo tiene sentido para de peligro social en provecho de una “defen- un ser viviente habituado a “ver lo semejante sa social generalizada” que pasa por técnicas engendrar lo semejante”. Ser la víctima o es- de higiene pública. La amenaza es represen- tar en el origen de un fracaso semejante, no tada por el niño perverso, loco, incorregible, puede más que alimentar un “temor radical” como vector de desorden y de problema. (Canguilhem, 1962: 29). Del mismo modo, en Foucault muestra cómo esos desórdenes han el siglo XIX, la constitución de una sensibilidad sido “patologizados”, codificados como locu- específica para el adolescente es tributaria de ra o problema psicopatológico, para crear lue- una gran inquietud relativa a la adolescencia 14 Del mismo modo, Alain indica, en su Pedagogía infantil, la importancia de la disciplina en la escuela, disciplina que, en principio, será una disciplina de los cuerpos, ya que el niño “es movimiento explosivo, agitación, por el incremento de fuerza”. “La disciplina escolar es pues algo que en nada se asemeja a otra cosa. Se trata de unos modales colectivos que hay que inventar y conservar. Le atribuyo una importancia extrema a los signos colectivos de comportamiento. Hacer fila para esperar, o bien, ponerse de pie. Se necesitan un tiempo copado y un orden seguido de manera que se evite la indecisión, la incertidumbre, las preguntas, la confusión […] Queda clara la necesidad de que todo se conserve” (Alain, 1995: 326-330). 15 Habría que demostrar que el niño anormal es una verdadera figura literaria en cuanto tiene que ver con un imagi- nario de la infancia, de El niño maldito de Balzac al Sagouin de Mauriac. 16 [2001a: 230-231. En general, la última clase del curso, Clase del 17 de marzo de 1976]. Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010 209
  • 10. La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault como crisis, amenaza potencial. Es, se piensa, imponer comportamientos juzgados como “nor- la más grande crisis de la vida17 la que debe males”. Las sociedades modernas suponen decidir por toda la existencia, en un perío- una mutación del poder que no es tanto un do de ingratitud, de errancia moral, de caos poder de la ley (la soberanía política tradicio- (Thiercé, 1999: 34). nal), sino de la norma. La educación especial se inscribe, como el conjunto de los disposi- Foucault muestra cómo las conductas más sos- tivos “ortopédicos”, en ese paso de la ley a la tenidas en lo cotidiano, las anomalías más fi- norma. Canguilhem señala el hecho de que nas, las delincuencias más minuciosas, fueron la noción de norma proviene del vocabulario el objeto de una atención particular. Lo que se específico de la institución médica y de la ins- instala es una forma de sospecha generalizada titución pedagógica: “Normal es el término que se ubica en las irregularidades más sutiles con el que el siglo XIX designará el prototipo (Foucault, 1999: 151).18 El cuadriculamiento escolar y el estado de salud orgánica” (Can- educativo y terapéutico debe evidenciar los guilhem, 1988: 175).19 Así, una escuela nor- desvíos más ínfimos de la norma. El conjun- mal supone normas y métodos pedagógicos to de estas tecnologías correctivas supone la precisos. Lo que se desarrolla, entonces, es constitución de un espacio disciplinario de un proceso de normalización20 que aparece visibilidad donde la menor anomalía pueda como exigencia de racionalización de la vida social y económica (de allí la difusión de nor- ser acorralada, juzgada, evaluada. En suma, mas industriales, higiénicas, gramaticales).21 lo que aparece es toda una micrología de los La norma, del latín norma, la regla, remite a la modales, de lo ínfimo, como si la gran figura vez a un estado habitual o promedio y a un del monstruo se hubiese disuelto en una mul- estado ideal. Es, pues, una noción-eje que tiplicidad de pequeñas anomalías. supone la articulación del hecho y del valor. La norma presenta un hecho como un valor o un valor como un hecho. “Una norma, una La normalidad del niño como vector de regla, es lo que sirve para conceder derecho, generalización de la psiquiatría para corregir, para enderezar”. La norma su- pone la anterioridad de un diferendo, de una Esta categoría ideológica de la infancia anor- infracción, de una irregularidad, y por eso, de mal se inscribe en un vasto dispositivo de una diversidad como “un indeterminado hos- normalización. Hay que tener cuidado en til más incluso que extraño”. Así, la anomalía distinguir la noción de norma de la de ley. La (anomalia) es etimológicamente lo que presen- ley prohíbe cierto número de comportamien- ta una aspereza, una irregularidad, en resu- tos, pero una vez acatada, se entra entonces men, lo que no está liso.22 En ese sentido, “lo en el campo de lo permitido y de la libertad normal no es un concepto estático o pacífico, individual. Es precisamente este espacio de lo sino un concepto dinámico y polémico” (Can- permitido lo que inviste la norma que intenta guilhem, 1988: 186). 17 Ya lo anotaba Jean-Jaques Rousseau en su Emilio, o de la educación: “Un cambio en el humor, encolerizamientos fre- cuentes, una agitación continua, vuelven al niño casi indisciplinable. Se torna sordo ante la voz que lo hacía dócil; es un león en su fiebre; desconoce a su guía, ya no quiere ser gobernado” (1966: 273). 18 [2001b: 155-156]. 19 [1971: 185]. 20 La palabra “anormal” data de 1759 y la palabra “normalizado” de 1834 (Canguilhem, 1988: 182) [1971: 193]. 21 Foucault cita Lo normal y lo patológico de Canguilhem en Vigilar y castigar, al hacer de lo normal un principio de coerción para una educación estandarizada, aspecto que explica la institución de las escuelas “normales” (1975: 186, nota 1). [1978: 189, nota 18]. 22 Cf. Canguilhem (1971: 97) (N. del T.). 210 Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
  • 11. Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica Como proceso de enderezamiento y de co- discapacidad no debe analizarse tanto como rrección, la normalización es fundamental- una adaptación limitada a las normas del me- mente polémica. De manera lógica, la norma dio, sino como una capacidad de instituir un es primero; pero existencialmente, lo primero es la medio propio. irregularidad. Pues la vida supone una desvia- ción posible respecto a la regla, la posibilidad De este modo, la educación especial es con- de desviarse: “La norma es la forma de desvío frontada, a la vez, con la tentación de la nor- que la selección natural mantiene” (Canguil- malidad y con la exigencia de la normatividad. hem, 1988: 197).23 La vida supone, a la vez, Históricamente, la figura del niño anormal se una adaptación a las normas del medio y la inscribe en ese dispositivo de normalización. posibilidad de una desviación respecto a ellas Foucault muestra cómo la psiquiatría se cons- (evolución). Y la sociedad se asemeja tanto a tituyó como una tecnología de la anormali- la máquina (repetición de las mismas normas) dad o de la anomalía. Esta genealogía de la como al organismo (producción de nuevas anormalidad señala la importancia de las tres normas). Como lo anota Canguilhem, la mal- grandes figuras del monstruo, del niño inco- formación o la discapacidad, es un aspecto de rregible o inasimilable por el sistema educa- vida limitada, una normatividad (una capaci- tivo, y del niño masturbador. La psiquiatría dad de elaborar normas para responder a las es, ante todo, una ciencia del niño anormal, exigencias del medio) reducida. Pues lo pato- de manera que la infancia es el punto central de lógico mismo no carece para nada de normas, la psiquiatría, su principio de generalización. supone siempre una producción de normas, y En efecto, son las conductas de la infancia las en consecuencia, de normas de vida posible. que van a esclarecer la patología del adulto (la “No hay hecho normal o patología en sí” (p. 91).24 fijación sobre esas conductas infantiles). De El trabajo conceptual de Canguilhem permite suerte que la psiquiatría, en su totalidad, es construir una definición de la discapacidad una ciencia de la infantilidad de las conduc- como capacidad de normatividad reducida, tas y de las estructuras (Foucault, 1999: 290).26 margen de tolerancia reducida con respecto La figura del niño anormal se halla así en el a los cambios del medio, garantía psicológi- corazón de esta tecnología disciplinaria de ca, social o biológica disminuida (p. 133).25 En la normalidad (monstruoso,27 incorregible y suma, la discapacidad es un aspecto de vida perverso). La infancia se encuentra asignada reducido, y como tal, una garantía disminui- como responsabilidad patológica del conjun- da. A la inversa, gozar de buena salud es ser to de las conductas del adulto y la infantili- instaurador de normas vitales (valere remite, dad de los comportamientos como grilla de según su etimología, al hecho de portarse bien análisis de toda la vida psíquica. Haciendo y a la noción misma de valor). El concepto de esto, es un conjunto de conductas desvian- normatividad es de este modo más pertinente tes, indóciles, desordenadas, lo que entra en que aquel de normalidad. El primero supone la un proceso de psiquiatrización y de medi- producción, la institución creadora de nor- calización. La norma tiene la ventaja de ser mas; el segundo, la conformidad con normas a un tiempo una regularidad funcional por exteriores y preestablecidas. En ese sentido, la oposición a lo mórbido y una regla de con- 23 [1971: 211]. 24 [1971: 108]. 25 [1971: 141-142]. 26 [2001b: 285]. 27 Foucault diferencia el minusválido del monstruo. Aquél transgrede el orden natural; éste, simultáneamente, el or- den natural y el orden social. Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010 211
  • 12. La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault ducta por oposición al desorden y a la irregu- hijos, están con frecuencia en el origen de laridad (Foucault, 1999: 150).28 De hecho, per- los problemas y las irregularidades. De este mite presentar lo que es fundamentalmente modo, la infracción legal es muy a menudo una regla de conducta como una regularidad una irregularidad familiar. De manera que las funcional.29 tecnologías correctivas deben ejercerse desde la familia para controlar la anomalía. Se abre La norma representa tanto una apuesta de así todo un campo de irregularidades intrafa- saber, como de poder. Pues ese saber de la miliares susceptible de corrección. En Vigilar anormalidad da un poder de corrección y de y castigar, Foucault muestra, además, que la readaptación. La disciplina pedagógica en el racionalización del espacio pedagógico llega espacio ordinario de la escuela debía así muy incluso a integrar las relaciones intrafamiliares lógicamente terminar siendo una tecnología es- con los esquemas disciplinarios por difusión pecial de sobrecorrección. La familia, el barrio, de esquemas médicos, psicológicos, supuestos la escuela, la correccional, definen un campo para regir la educación familiar y sus posibles disciplinario correctivo que la psiquiatría vie- desvíos. La escuela deviene un proceso de vi- ne a redoblar y a “patologizar”. La integración gilancia de los padres (Foucault, 1975: 213).32 misma hunde sus raíces en ese dispositivo de normalización. En este punto, nos encontra- mos con un dispositivo de normalización y de La genealogía de la educación especial y regulación30 (Foucault, 1999: 40-43).31 sus lecciones La importancia de las apuestas familiares está El dispositivo de la adaptación y de la integra- entonces señalada. Foucault muestra cómo surgió una verdadera tecnología psicopatoló- ción escolar participa, así, si se toma la grilla gica de la familia. Para eso, fue necesario que conceptual que es la de Foucault, de una for- la relación entre padres e hijos fuera interve- mación discursiva que es aquella de la ciencia nida por una racionalidad a la vez médica y de la anormalidad y de las prácticas correc- pedagógica, que los saberes médicos y edu- tivas que hace posible. Esto debe ponernos cativos pudiesen dominar la familia. Pues la atentos a todas las normalizaciones insidio- familia, las relaciones entre los padres y los sas, a todas las tentaciones disciplinarias que 28 [2001b: 155]. 29 El manual americano de psiquiatría o DSM IV (Manual diagnóstico de estadística de los problemas mentales, 4.a ed.) no está exento de prejuicios sociales y de este orden. En este sentido, la aproximación a los problemas de conducta y del comportamiento es reveladora, por ejemplo, con respecto a la hiperactividad del niño o el déficit de atención, en la medida en que en esto se hallan ítems como los siguientes: “con frecuencia agita las manos o los pies, o se revuelca sobre su puesto”, “con frecuencia corre o salta por todas partes, en momentos que son inapropiados”, “con fre- cuencia le molesta estarse tranquilo en los juegos o actividades de ocio” (Barreyre, 2000: 140-141). La representación tiende a convertirse en norma psíquica y la psiquiatría, una técnica de readaptación del individuo, farmacológica (la ritalina) o psíquica (terapia comportamental), en normas sociales y en un medio que jamás se cuestionan. 30 Una crítica filosófica de la integración debe mostrar cómo este llamado encantador a la integración está, en reali- dad, ligado dialécticamente a la escisión del vínculo social, de la filiación, de las pertenencias. Esta insistencia en la integración también es la expresión de una “desintegración” social. Los discursos contemporáneos sobre la “diferen- cia” conducen, las más de las veces, sea a un endurecimiento estigmatizante de esas diferencias que de este modo son “reificadas”, o a su dilución en un proceso de minimización, en consecuencia, a una doble negación. Además, ninguna integración es buena en sí misma, ni ninguna segregación es mala (clivaje maniqueo); en realidad, los dos procesos están ligados dialécticamente. 31 [2001b: 36-38]. 32 [1978: 214]. 212 Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
  • 13. Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica pueden resurgir (se conoce la importancia del de derecho entre los seres diferentes (el loco, régimen de Vichy en la definición de la cate- el lisiado, el ciego) y los otros hombres. La goría muy ideológica de “la infancia desadap- diferencia encierra una identidad más pro- tada”). Habría que estudiar, en ese sentido, las funda, en la pertenencia a la misma comu- representaciones históricas que la adaptación nidad humana. La idea misma de educación e integración escolares (adaptation et intégration especial supone ocuparse de esta diferencia en scolaires —AIS—) pudo vehicular en su histo- nombre de la identidad común. El tratamiento ria (ideologías de la reparación, de la correc- moral de la locura implica que el hombre pue- ción, de la compensación, etc.). Si es cierto que da ser el sujeto de su locura en una institu- hay una matriz disciplinaria de la psiquiatría ción asilar que participa de la utopía (hacer y más generalmente un dispositivo global de nacer un hombre nuevo). Es éste el mérito normalización y de corrección disciplinaria, propio de los alienistas Esquirol y Pinel. El no es posible reducir la razón educativa a esta análisis que Hegel propone de la locura en intensión normalizadora. Los grandes ances- la Filosofía del espíritu de su Enciclopedia de las ciencias filosóficas participa de esta voluntad tros de la educación especial, Itard, Séguin, de integrar la locura a la humanidad. La lo- Bourneville,33 introducen una figura del mé- cura es justamente lo otro de la razón, pero dico-educador humanista, cuyos valores son, como siempre en Hegel, de igual modo, un con mucho, la emancipación y la libertad de momento negativo del desarrollo del espí- los individuos. No todo poder pedagógico es ritu. Es lo negativo en lo que la razón debe disciplinario (la autoridad no es necesariamen- encontrarse. En la locura, la razón está por te violencia). La apuesta es aquí el estatus mis- definición fuera de sí, lo que no significa mo de la razón educativa. ¿Está gobernada por que no pueda hallarse allí. De ese modo no un interés de dominación o de emancipación? sabría estar del todo separada de la razón, pues siempre supone un “resto de razón”, Marcel Gaucher y Gladys Swain proponen que es precisamente el punto de partida del una lectura completamente diferente en La tratamiento psiquiátrico y de la curación (la Pratique de l’esprit humain. L’institution asilai- intuición de Pinel). La locura hace parte de re et la révolution démocratique, así como una la humanidad. serie de artículos dedicados al nacimiento de la educación especial en la revista Esprit en La diferencia sólo surge así, sobre un fondo 1982. Para esos autores, la modernidad es go- de humanidad común, lo que tiene por efecto bernada no por una lógica de exclusión de la volver necesarias una lógica y una práctica de alteridad, sino más bien de integración. En la integración (Hegel, 1988: 506). ¿Sin embargo, Edad Media, la proximidad de hecho con el ¿es contradictorio pensar que la misma razón loco encierra una distancia absoluta de dere- educativa puede encerrar uno y otro, a la vez cho, con respecto a un ser que es infra o su- un interés disciplinario y un interés emanci- prahumano. Ahora bien, hay una igualdad patorio? El cuidado de la eficacia, propio de 33 Jean-Marc-Gaspard Itard (1775-1838) muestra, en Vésanies (1802), que “lo máximo y lo mínimo del espíritu huma- no sólo se diferencian por un salto de grados insensible e intermediarios que no es posible determinar” (Wacjman, 1993: 54). Désiré-Magloire Bourneville (1840-1909) nos dice, en Traitement médico-pédagogique des idioties les plus graves de 1906: “seremos recompensados por nuestra pena si logramos disipar los prejuicios tan extendidos sobre el tema de esos anormales y logramos convencer a nuestros lectores de la posibilidad del mejoramiento físico, moral e intelectual de esos pobres niños” (Wacjman, 1993: 79). Y Edouard Séguin (1812-1880), en su Traitement mo- ral hygiène et éducation des idiots et des autres enfants arriérés ou retardés dans leur développement, agités de mouvements involontaires, débiles, muets non-sourds, bègues, etc., de 1846: “Cuando llegue a poseer estas nociones, el niño estable- cerá las relaciones que pueden existir ente ellas y pensará; su pensamiento estará limitado, os lo confieso, pero no pensará con su memoria […]” (Wacjman, 1993: 67). Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010 213
  • 14. La escuela y los niños “anormales”. El análisis de Michel Foucault las sociedades modernas en su lógica pro- Referencias bibliográficas ductiva, ha hecho necesaria la constitución de las disciplinas. Pero no se puede reducir la Alain, 1995, Pédagogie enfantine, París, PUF, “Qua- razón educativa a esta práctica disciplinaria, drige” (1.a ed.: 1925). así como la reflexión sobre la educación no puede ahorrarse un análisis de los efectos de Barreyre, Jean-Yves, 2000, Classer les exclus. Enjeux poder de las prácticas escolares. d’une doctrine de politique sociale, París, Dunod. Canguilhem, Georges, 1962, “La monstruosité et le monstrueux”, Diogène, núm. 40, oct.-dic., pp. 29-43. Otro modelo: el cuidado educativo _, 1971, Lo normal y lo patológico, Buenos Aires, Si- Foucault mismo da lugar a otro modelo de glo XXI. la racionalidad educativa en lo concerniente a un verdadero cuidado educativo atento a la li- _, 1988, Le Normal et le pathologique, París, PUF, bertad del otro. Otro curso en el Collège de “Quadrige” (1.a ed.: 1966). France propone sus lineamientos (Foucault, Foucault, Michel, 1975, Surveiller et punir. Naissance 2001c),34 analizando la constitución de un cui- de la prison, París, NRF Gallimard. dado de sí en las escuelas filosóficas de la Anti- güedad del Alcibíades de Platón a los terapeu- _, 1978, Vigilar y castigar, México, Siglo XXI. tas de Alejandría, que toman cuidado del ser, pasando por las escuelas epicúreas y estoicas. _, 1994, Dits et écrits, París, NRF Gallimard. El cuidado de sí (como conjunto de técnicas _, 1997, Cours au collège de France 1976. “Il faut défen- espirituales) implica una formación de sí y dre la société”, París, Seuil, Gallimard. del otro, una paideia cuyas formas pueden ser variadas (la escuela epicúrea, la dirección es- _, 1999, Cours au Collège de France 1974-1975. Les piritual, etc.). Esta formación tiene por meta anormaux, París, Seuil, Gallimard. modificar el ser de aquel a quien uno se di- rige (“psicagogia”). Para Foucault, esta psica- _,2001a, Defender la sociedad, Buenos Aires, Fondo gogia permanece próxima a una pedagogía de Cultura Económica. (Foucault, 2001c: 390),35 pues la obligación de _, 2001b, Los anormales, México, Fondo de Cultura verdad queda del lado del maestro (el direc- Económica. tor, el guía) en una parrhêsia, un decir verdad en donde quien habla está presente en lo que _, 2001c, L’Herméneutique du sujet. Cours au Collège dice, donde la palabra compromete el ser y de France 1981-1982, París, Seuil, Gallimard. el modo de vida. Esas prácticas pedagógicas (técnicas de escucha, de lectura, de escritura _, 2004, La hermenéutica del sujeto, México, Fondo y de meditación) actúan sobre los otros para de Cultura Económica. que lleguen a construir una relación de sobe- Hegel, Friedrich, 1988, Encyclopédie des sciences phi- ranía de sí sobre sí mismo, de dominio de las losophiques, tomo 3, Philosophie de l’esprit, París, Vrin pasiones, en últimas, un verdadero gobierno (1.a ed.: 1830). de sí mismo. De manera que la finalidad de la dirección es la autodirección. La apuesta pro- Kant, Emmanuel, 1986a, Propos de pédagogie, en: Fer- pia de la pedagogía es el devenir sujeto del dinand Alquié, dir., Œuvres philosophiques, tomo 3, niño, el despertar de la libertad subjetiva. París, Gallimard, “La Pléiade” (1.ª ed.: 1803). 34 [2004]. 35 [2004: 389]. 214 Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010
  • 15. Historia de la educación de anormales y de la educación especial en Iberoamérica _, 1986b, Critique de la raison pure, en: Ferdinand Thiercé, Agnès, 1999, Histoire de l’adolescence (1850- Alquié, dir., OEuvres philosophiques, tomo 1, París, 1914), París, Belin. Gallimard (1.a ed.: 1781-1787). Vigarello, Georges, 1978, Le Corps redressé. Histoire _, 1991, Pedagogía, Madrid, Akal. d’un pouvoir édagogique, París, J.-P Delarge. . Rousseau, Jean-Jacques, 1966, Émile, ou de l’éducation, Wacjman, Claude, 1993, L’Enfance inadaptée, antho- París, Garnier- Flammarion (1.a ed.: 1762). logie de textes fondamentaux, Toulouse, Privat. Referencia Vandewalle, Bernard, “La escuela y los niños ‘anormales’. El análisis de Michel Foucault”, traducción del francés por Alejandro Rendón Valencia, Revista Educación y Pedagogía, Medellín, Universidad de Antioquia, Facul- tad de Educación, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010, pp. 203-214. Original recibido: enero 2010 Aceptado: marzo 2010 Se autoriza la reproducción del artículo citando la fuente y los créditos de los autores. Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010 215
  • 16. 216 Revista Educación y Pedagogía, vol. 22, núm. 57, mayo-agosto, 2010