Jesús salva a la humanidad transformando todo nuestro ser para hacernos participar de lo que él es. Cristo salva todos los esfuerzos humanos orientados hacia el amor, la verdad y el bien. El Evangelio purifica todos los valores humanos y los hace pasar a "la plenitud del amor". Jesús entregó su vida como sacrificio y mediador único entre Dios y los hombres para redimir a todos.
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Jesús, el Salvador universal e integral
1.
2. Ha sido "ungido y enviado" por el Padre
y por el Espíritu Santo (Le 4,18), para
ser "Jesús", el Salvador de todos (Mt
1,21), que anuncia y comunica esta
buena nueva a los "pobres". Solamente
quien se siente pobre, enfermo, limitado
o pecador, puede encontrar y
comprender a Cristo, porque El "ha
venido a salvar lo que estaba perdido"
(Lc 19,10).
3. Pero, como decían los Santos ' Padres, "Dios salva al
hombre por ' medio del hombre"; por esto Jesús
exige una apertura del corazón al don de la fe: "tu fe
te ha salvado" (Mt 9,22).
4. La cruz es la última imagen
histórica (con coordenadas de
espacio y de tiempo) en la vida
mortal de Jesús. Es un "signo
de contradicción" (Le 2,34; cf. 1
Cor 1,22-25). Pero Jesús salva
así, transformando la cruz en
resurrección (Jn 12,32) y
cambiando las dificultades en
una nueva ocasión para, amar y
salvar: "Fue entregado por
nuestros pecados y resucitó
para nuestra justificación"
(Rom 4,25).
5. La impotencia del hombre para conseguir su
propia salvación es un desafío. "Sin mí no
podéis hacer nada" (Jn 15,5). Reconocer la
propia {imitación y aceptar el "don de Dios"
(Jn 4,10), es un proceso libre de abrirse al
amor: "Todo lo puedo en aquel que me
conforta" (Fil 4,13).
6. Esta salvación universal e integral de Cristo
desborda todas las esperanzas humanas y
"mesiánicas". No es el "mesías" plasmado según la
moda y las "tentaciones" de cada época (cf. Mt 4,1-
11), sino el "Salvador" hecho nuestro "siervo" (Is
42,1), el "varón de dolores" (Is 53,3), crucificado y
resucitado;
7. La señal de que Cristo es nuestro Salvador es esa
"pobreza" de su humillación, que no se apoya en
poderes humanos. En ese "niño reclinado en pesebre
y envuelto en pañales", ahora prolongado bajo
signos pobres de iglesia, la humanidad sigue
encontrando al Salvador: "Os ha nacido un Salvador,
que es Cristo el Señor" (Le 2,11)
8. Sin la experiencia de la propia salvación en Cristo, no se
ama al hermano ni se anuncia el Evangelio de Cristo (cf.
AG 35). A Cristo se le encuentra y se le anuncia en el grado
en que se le "experimenta" por la fe viva como Salvador.
Todas las inexactitudes (o errores) en cristología,
eclesiología y antropología nacen de la falta de orientación
del propio ser hacia el amor y salvación en Cristo.
9.
10. En cada rostro humano, Jesús vio nuestro rostro. Vivió,
murió y resucitó amándonos con todo el corazón. Por esto
puede salvar al hombre en toda su integridad y unidad de
cuerpo y de espíritu, de grandeza y de miseria, de realidad
temporal y de deseo de infinito. Salva al hombre amándolo
en sus coordenadas de espacio y de tiempo, para hacerlo
pasar a su misma "vida eterna", que El comunica como Hijo
de Dios (Jn 17,2-3).
11. Jesús transforma todo nuestro ser
haciéndonos participar de todo lo que El es.
Cristo salva todos los esfuerzos humanos
que hacen del amor o que están orientados
hacia la verdad y el bien: culturas, arte,
ciencia, vida social, experiencias
religiosas... Todo es bueno si se puede
orientar hacia el amor, reconociendo los
planes de Dios y adorándole "en espíritu y
en verdad" (Jn 4,23).
El Evangelio, que salva purificando todos
los valores humanos, los hace pasar a "la
plenitud de la ley, que es el amor" (Rom
13,10).
12.
13. Los títulos que atribuimos a Cristo, o que El mismo
se dio, no son palabras de adorno, sino que expresan
la realidad profunda de su ser. "El Buen Pastor da
la vida" en sacrificio (Jn 10,11), como un "amigo" por
sus amados (Jn 15,13), como un "esposo" o consorte
que "les es arrebatado" (Mt 9,15). Cristo ha
entregado su vida y derramado su sangre como
sacrificio de "alianza" por "!a redención de todos"
(Mt 26,28; 20,28).
14. Es el "hermano" (Jn 20,17) que se hace protagonista
cargando sobre sí mismo la historia de todos (Mt 11,28).
Es el "mediador único entre Dios y los hombres" (1 Tim 2,5-
6), en cuanto que es el unigénito Hijo de Dios hecho hombre
e inmolado por la salvación de todos.
Su mediación se ha realizado principalmente por el
sacrificio de su vida, toda ella transformada en donación.
15. El misterio de Cristo comienza a comprenderse a
partir de su amor por cada uno y por todos: "Me amó
y se entregó en sacrificio por mí" (Ef 5,25). Es un
amor que reclama amor de retorno: "Permaneced en
mi amor" (Jn 15,9), "caminad en el amor" (Ef 5,2).