1. Moralidad y
conocimiento
ético de los
valores
Dietrich Von Hildebrand
Con comentarios de: CONSIDERACIONES EN TORNO
A LA “ANTROPOLOGÍA INTEGRAL” DE DIETRICH VON
HILDEBRAND
(por Mariano Crespo)
2. Biografía de Dietrich Von Hildebrand
1889 Nace el 12 de octubre de 1889 en Florencia, Italia. Sexto y último hijo del
escultor Adolf Von Hildebrand y de Irene Schäufellen.
1906 Pasa su juventud entre Italia y Alemania; obtiene el título de bachiller
1907 Conoce a Max Scheler
1909 Va a Gottingen para estudiar con Husserl y Adolf Reinach
1912 contrae matrimonio con Margaret Denk y obtiene el título de Doctor en Filosofía
1914 abraza la fe católica junto con su esposa.
1918 Publica “Moralidad y conocimiento ético de los valores”
1918 Enseña en la Universidad de Münich, hasta 1933.
1933 Marzo: Abandona Alemania, al día siguiente del incendio del Reichstag, y
marcha a Viena.
1933 Diciembre: En Viena combate el nazismo donde funda la revista antinazi “El
Estado corporativo cristiano” (Der Christliche Staendestaat) y enseña
filosofía en la Universidad.
1938 Debido a la invasión nazi a Austria, escapa nuevamente a Suiza y luego a
Francia, donde enseña en la Universidad Católica de Toulouse, hasta la
ocupación nazi de Francia.
1940 Logra huir y pasa por España, Portugal y Brasil. Ayudado por la fundación
Rockefeller, llega a Estados Unidos en diciembre.
1941 Profesor en la Universidad de Fordham, en Nueva York, hasta 1960.
1957 Fallece su esposa Margaret.
1959 Contrae matrimonio con Alice Von Hildebrand
1970 Al final de su vida, Hildebrand alcanza a escribir importantes obras filosóficas:
1971 “La esencia del amor”,
1976 “Estética”; y “Moralia” (publicada póstumamente en 1980).
1977 Muere el 26 de enero, en New Rochelle, Nueva York.
3. Moralidad y conocimiento ético de los valores
V. Los diferentes centros morales
I. Introducción
al Problema
MORALIDAD
y conocimiento
ético de los
valores
1. Formulación del
Problema
1. Ceguera de
Subsunción
2. Determinación
precisa del
conocimiento
3. Característica
general de la
Ceguera del Valor
II. La ceguera al
valor en sus
diversas formas
fundamentales
2.Cegarse para
los valores por
embotamiento
III. Las diversas
clases de
profundidad en la
persona y en la
esencia de la actitud
fundamental
3.Ceguera parcial
para tipos de valor
morales
1.Las diversas clases
de profundidad personal
4. Ceguera total
constitutiva y para
los valores morales
2. La esencia de la
actitud fundamental
1. Lo fundante y lo fundado
en la relación entre
moralidad y conocimiento
ético de los valores
2. La naturaleza vincular de la
fundamentación
IV. La relación
entre el ser moral y
el captar valores
morales
3. La doble
raíz de lo
inmoral y su
relación
1.
Exclusividad
y armonía en
el dominio
2. La raíz
unitaria de
toda
moralidad
4. I. INTRODUCCIÓN AL
PROBLEMA
1. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA
2. DETERMINACIÓN MÁS PRECISA DEL
CONOCIMIENTO DE LOS VALORES QUE SE HALLA
AQUÍ EN CUESTIÓN
3. CARACTERÍSTICA GENERAL DE LA CEGUERA AL
VALOR
5. 1. FORMULACIÓN DEL
PROBLEMA
La cuestión es: ¿el conocimiento de los valores ya hace a una persona virtuosa?
En todas las épocas han existido valores, estos no cambian, valores son valores en
cualquier lugar, no importa nuestra religión, raza, situación económica. etc. Según
Hildebrand no podemos evaluar los valores de otras personas sin antes conocer los
nuestros. Sabemos que ser moralmente correcto es conocer todos los valores, pero a
veces los conocemospero no los aplicamos.
La relación del conocimiento de los valores con la virtud, o de la moralidad con el
conocimiento de lo moralmente correcto, es uno de los problemas más importantes de
la ética:
El conocer los valores no supone una virtud pero si presupone una conducta virtuosa en
general. En todas las virtudes se halla también contenida una toma de posición frente a
valores objetivos. Si conozco la bondad, a la vez trato de ser bueno, de actuar
bondadosamente. No se trata solo de un conocimiento didáctico.
“Ver” valores vs. “Sentir” valores:
Tanto en el “ver” como en el “sentir” el valor se nos da intuitivamente. La diferencia es
que podemos acceder a valores viéndoles, pero vivirlos lo hacemos solo con el sentir
valores.
6. 1. FORMULACIÓN DEL
PROBLEMA
Conocer un valor vs. Estar familiarizado con él:
1. El estar familiarizado es vivir el valor mismo,
2. el conocer solo es un estado de las cosas.
Igualmente se podría decir que el estar familiarizado con un valor va de la mano de un
conocer; y del conocer, que surge a partir de una captación concreta del valor, un
“estar familiarizado”.
Relación entre conocer los valores y el obrar bien:
Según Sócrates: “Nadie obra mal con querer, por lo que si uno tiene conocimiento de los
valores, uno es bueno”.
Por su parte, Aristóteles defiende que la captación de los valores presupone ya una
cierta «estatura moral». Dicho en los términos del estagirita, “no es posible ser bueno en
sentido estricto sin prudencia, ni prudente sin la virtud moral”.
Dando un gran salto en el tiempo, Max Scheler se ha ocupado del resentimiento en
cuanto factor de «oscurecimiento» del juicio moral. El resentimiento no es sino una
«autointoxicación psíquica» que «colorea» de alguna forma la totalidad de nuestra vida
moral, en especial, nuestra actitud y acciones dirigidas a la persona objeto de nuestro
resentimiento.
Ha sido Dietrich von Hildebrand el que ha analizado más sistemáticamente al fenómeno
que nos ocupa acuñando la expresión «ceguera al valor».
7. 2. DETERMINACIÓN MÁS PRECISA DEL
CONOCIMIENTO DE LOS VALORES QUE SE
HALLA AQUÍ EN CUESTIÓN
a. El objeto del conocimiento ético de los valores:
Profundizando sobre el conocimiento, no se trata sólo de conocer los
valores, sino del tipo de conocimiento que se percibe. Hay valores
moralmente relevantes y otros que, aunque buenos, no lo son. (Existe una
Jerarquía)
b. Captación intuitiva de los valores y conocimiento de los mismos:
No es lo mismo tener una aprehensión cognoscitiva de los valores
moralmente relevantes, que llegar a su conocimiento racionalmente.
La aprehensión cognoscitiva da un valor objetivo, y es algo naturalmente
intuitivo. El captar intuitivamente los valores está ligado a la motivación
de los valores moralmente relevantes y no al mero conocimiento racional
de ellos.
8. 2. DETERMINACIÓN MÁS PRECISA DEL
CONOCIMIENTO DE LOS VALORES QUE SE
HALLA AQUÍ EN CUESTIÓN
c. “Ver” y “sentir” valores: Entre el captar intuitivo del valor está el “ver” y el
“sentir” de los valores. (En otras palabras, el conocerlo racionalmente y el
vivirlo).
Profundidad de sentir un valor:
•
Si solo lo “siento”, lo podré hacer parte de mi vida, lo vivo, pero no con
una profundidad absoluta.
•
SI solo lo veo, o sea, se toma como “sólo el conocimiento del valor”,
entonces realmente no se posee la virtud.
•
Pero si lo siento y también lo veo, entonces el valor se hace más
profundo. Se constituye el vivir-y-sentir el valor
•
De todos modos es mejor solo “sentirlo” que solo “verlo” o sea, solo
tener conocimiento del valor.
Si poseer la virtud se toma como una profundización y una íntima
comprensión del valor de esa virtud, entonces mientras se posee esa
virtud, más profundo y adecuado será el sentir del valor.
9. d. El estar familiarizado con valores:
Estar familiarizado con los valores es mucho más que el simple
hecho de tener un conocimiento de ellos, verlos o sentirlos. Es
hacerse presente en los valores sin necesidad de una situación o
un portador concreto. (Hacer de los valores una virtud personal,
algo con lo que se vive).
e. La especial función de la “conciencia” frente al captar valores:
No es suficiente la conciencia para captar los valores porque la
conciencia los capta sólo en medida que son fundamento para
mi conducta concreta, pero no en sí mismos. Los capta
indirectamente por ser moralmente correctos para mí, pero no en
lo que es “en-sí-el-valor”. Y “ve” solo los valores negativos (los
reconoce al haber una falta de valor, ejemplo ante un robo me
acuerdo de la honradez). Ve lo que está permitido y prohibido,
pero no capta cuando se vive un valor en positivo.
f. Aplicación de lo precedente a nuestro planteamiento: “La virtud
presupone la captación del valor, y la captación del valor, la
virtud”. Para salir de esta frase hay que darle un grado al ser moral
y un grado a la captación del valor, para comprender la
profundidad y la familiarización que tiene el individuo.
10. 3. CARACTERÍSTICA GENERAL
DE LA CEGUERA AL VALOR
El hecho de no tener conocimiento teórico del valor, -el
cual por lo general sí se tiene- no es la causa de la ceguera
al valor; la causa es mas bien el no estar familiarizado con
los valores y no poderles encontrar sentido.
Tal vez no se pueda culpar a alguien en determinada
situación de no ver el valor infringido, (por ejemplo, algo
como tirar basura en la calle) pero no se le puede quitar la
responsabilidad de ser una persona ciega a los valores
morales, puesto que existen las conversiones en personas,
que abren sus ojos hacia ellos y rompen con la ceguera.
Las diferentes profundidades de ceguera explican
claramente la relación entre las formas de captar los
valores y los grados de ser moral.
11. Los valores los vivimos de forma diferente:
A una persona, una situación en particular le puede parecer hermosa,
pero a otra le podría conmover de tal forma que le llegue a los más
profundo de su ser.
La conciencia es considerada como imprescindible para reconocer los
valores, pero no siempre es así, porque no estamos pendientes de lo
que le pasa a las personas en general… por ejemplo, cuando sabemos
que alguien está en peligro o pasando un mal momento, allí
automáticamente acudimos para ayudarla; el no hacerlo podría
hacernos personas infelices, y después estar arrepentidos de haber
perdido la oportunidad de ayudar a alguien.
El no reconocer valores (ceguera al valor):
Muchas veces pensamos que algunas personas no poseen ese “don”
de reconocer los valores, pero podría haber varias causas del por qué
no los reconocen: Algunos es por indiferencia y otros porque no
quieren verlo, saben que está allí pero es mas cómodo ignorarlo, no
“saben” distinguir lo bueno de lo malo, entienden algunos valores pero
otros no, saben cuáles son los valores más importantes, pero ellos de le
dan un mismo valor… veamos a continuación las diversas formas que
hay:
12. II. LA CEGUERA AL VALOR
EN SUS DIVERSAS FORMAS
FUNDAMENTALES
1. LA CEGUERA DE SUBSUNCIÓN
2. EL CEGARSE PARA LOS VALORES POR EMBOTAMIENTO
3. LA CEGUERA PARCIAL PARA TODO TIPO DE VALORES
MORALES
4. LA CEGUERA TOTAL CONSTITUTIVA PARA VALORES
MORALES
13. La ceguera al valor
Una primera aproximación a la ceguera al valor nos muestra que
ésta puede darse con respecto a determinados valores, o con
respecto a la esfera moral en su totalidad.
También parece existir una cierta ley que indica que cuanto más
alto es un valor o una virtud, es más frecuente que se dé ceguera
ante él.
La ceguera al valor no es una disposición natural, y de la que por
tanto, no seríamos culpables. La ceguera al valor moral es una
ignorancia de cosas que podríamos y deberíamos saber, a cuyo
conocimiento estamos moralmente obligados.
Esta ignorancia evita negligentemente saber “lo que hay que
saber”. Aquí no se trata, pues, de ese tipo de ignorancia que
convierte una acción en un acto involuntario.
Podemos infligir a otra persona un mal en virtud de nuestra
ceguera al valor.
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/4082/1/166_2.pdf
14. 1: CEGUERA DE SUBSUNCIÓN
Definición de “Subsunción”: Considerar algo como parte de un conjunto más
amplio
o como caso particular sometido a un principio o norma general.
Ejemplo 1:
Una persona que está convencida que tener una
relación extramarital es un antivalor, pero al dársele la
situación, le encuentra una excusa particular y
circunsatncial a lo que miraba mal:
Ya no quiere verlo como malo, porque en el momento,
la relación le hace sentir bien y así logra justificarla. La
conciencia se obscurece y la persona no quiere luchar
contra ese sentimiento porque así se siente a gusto; se
siente como “caminando en las nubes”.
15. Ejemplo 2:
Se es capaz de comprender el valor de la veracidad, pero
no se es capaz de percibir que una mentira, para salir de un
atolladero, atenta contra el valor de la veracidad. “Solo es
una mentira blanca, evito males peores”, podría decir, para
justificarse.
Ejemplo 3:
Se es capaz de percibir el valor de la honestidad en el pago
de impuestos, pero no se percibe que engañar al fisco en la
propia declaración de la renta, atenta contra este valor. La
explicación típica de esta persona es afirmar que el caso de
la declaración de la renta es “diferente” en cuanto no
puede ser subsumido (o incluido) en el tipo general de
acciones que atentan contra el valor de la honestidad. “No
es lo mismo”, dirá, …..porque como ellos también bla bla
bla……
16. Explicación de la ceguera moral de subsunción:
Existe una comprensión de los valores, pero no de los portadores de éstos.
El interés personal puede oscurecer la capacidad de percepción de los valores
morales. Un desmedido interés por la propia persona puede ocasionar el
fenómeno un tanto paradójico de percibir un valor en general, pero no el que una
acción individual propia atente contra ese valor. Una ceguera de subsunción es
un “no querer ver”, en la que subyace una actitud de costumbre que genera un
“no querer ver” inconsciente.
Los análisis de Hildebrand se ocupan de factores que contribuyen a esta
ceguera. El más importante es la entrega inconsciente a una pasión contra la
cual no se lucha y a la cual, por tanto, se somete el sujeto moral. Esta domina la
vida moral y ocasiona el «oscurecimiento» del juicio moral. En la raíz de este
dominio de la pasión se encuentra, una actitud moral fundamental de apertura
incontrolada a lo subjetivamente satisfactorio. Dicha actitud –enraizada
profundamente en la persona en cuestión hace que ésta sea incapaz de “sentir”
el valor, no el de “verlo” o comprenderlo como tal. Esta incapacidad no se limita a
un momento determinado, sino que tiene un carácter sobreactual.
17. Explicación de lo “Sobreactual”:
Hay vivencias que existen solamente durante el tiempo que son sentidas. Ejemplo, el
caso del aburrimiento experimentado al leer un libro tedioso. En cuanto ésta cesa, la
vivencia del aburrimiento deja de existir.
Sin embargo, hay otro tipo de vivencias, por ejemplo, el respeto que siento hacia una
persona. Este respeto no cesa de existir cuando no estoy con la persona a la que respeto
o cuando me ocupo de otras cosas. Lo que sucede más bien, es que cada vez que me
encuentro con la persona respetada, elrespeto es el que se actualiza. A este segundo
tipo de vivencias o de respuestas al valor las denomina «sobreactuales»; es decir, “ir más
allá del momento actual”.
A esta clase de respuestas al valor pertenece el amor. El amor a otra persona no deja de
existir cuando nos ocupamos de otros objetos. Y sigue existiendo aun cuando no esté
actualizado. A diferencia de lo que sucede con el aburrimiento, “el amor que se
actualiza en muchos momentos diferentes es una y la misma entidad individual” que
permanece a lo largo del tiempo y que “colorea” todas las situaciones de mi vida.
Tambien a este tipo de vivencias sobreactuales pertenece la actitud que está en la
base de la ceguera moral de subsunción. Se trata de una actitud que puede seguir
operando sin llegar a la plena actualidad de la conciencia. Pensemos en una persona
dominada por una actitud sobreactual de orgullo capaz quizá de comprender
teóricamente el valor de la dignidad que toda persona tiene. Sin embargo, no “siente”
ese valor y, precisamente, por ello, no se da cuenta que el no atender a la persona que
en un momento determinado le pide ayuda, constituye un atentado contra un valor del
cual puede quizá tener un saber teórico.
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/4082/1/166_2.pdf
Mariano Crespo Internationale Akademie für Philosophie –Bendern– (Liechtenstein) mcrespo@iap.li
18. 1. LA CEGUERA DE SUBSUNCIÓN
a. El fenómeno de la ceguera de subsunción es el efecto obscurecedor del
valor implicado: Cuando hay un interés personal en situaciones
determinadas, se nubla la vista hacia los valores. Es inconsciente: en ese
momento no nos damos cuenta.
b.
Los factores obscurecedores del valor: Fundamentos objetivos y
subjetivos de la ceguera: Se trata de una actitud interna de apertura
hacia lo agradable, lo que causa un “no querer ver” inconsciente.
Hildebrand lo compara con el “canto de sirenas”, seducción,
enamoramiento, el engaño sensible que agrada y por ello obscurece el
disvalor que conlleva. Hay una falta de dominio.
Debe haber dos presupuestos en la persona para que se de este tipo de
ceguera:
una actitud moral que contenga por lo menos una aversión a lo
inmoral (que la persona si conozca el antivalor que se le obscurece) y
una dependencia de lo agradable (Pretender que bueno y agradable
es lo mismo).
19. 1. LA CEGUERA DE SUBSUNCIÓN
Hay dos formas de acabar con esta ceguera:
1.
2.
pasa el incidente y la persona regresa a ver el valor,
o la persona se convierte y lucha contra él, y al final llega a una mejor
comprensión de ese valor.
c. Necesaria inconsciencia de los factores obscurecedores del valor:
En el caso de subsunción se requiere que la ceguera sea inconsciente y
exista una actitud apetitiva al antivalor (causada por lo agradable)
-Es diferente a cuando la persona conscientemente
no quiere ver que existe un antivalor-
20. 1. LA CEGUERA DE
SUBSUNCIÓN
d. Declaración más precisa de esta “inconciencia”. Las tomas de posiciones
actuales, sobreactuales e “inconscientes”: Algo “consciente actualmente” es
de lo que uno tiene en la consciencia en este momento, y se actualiza de
momento a momento, como un río. Existe una periferia a la que la
consciencia tiende a acudir. No porque uno no tenga algo en la consciencia
actual significa que no sea consciente, puede ser el “papel” que una
vivencia desempeña en la persona. Lo inconsciente es lo que a uno no se le
ha pasado por la cabeza.
e. Resumen sobre la ceguera de subsunción: Está fundada en una postura
moral y una actitud de deseo hacia lo agradable, una actitud de evitar
conflicto, y una pasión o interés concreto. Debe de ser inconsciente.
Para terminar con esta ceguera de subsunción: Se requiere una actitud
moral, disposición de luchar y renunciar a lo agradable, o estar libre de una
pasión que obscurezca los valores. La capacidad de captar el valor se
encuentra en el ser moral. La capacidad de ética de subsunción se basa en
una actitud de ética fundamental, en el estar libre de pasiones.
21. 2. EL CEGARSE PARA LOS
VALORES POR EMBOTAMIENTO
Definición de Embotamiento: Adormecimiento, Disminución de la intensidad de la
expresividad emocional respecto a lo que se considera normal. Embotar: Enervar,
debilitar, hacer menos activo y eficaz algo.
Es cuando, al cometer una acción moralmente reprobable, habitualmente,
uno se “embota” , o sea ya no se siente mal por ello, esto es, al repetir el
antivalor, cada vez la persona se siente menos culpable de ello. Se ciega
más al sentimiento que a ver el valor, y se pierde su lucidez moral. (Ejemplo:
Compramos CD´s piratas, botamos basura desde la camioneta, ponemos
luces de emergencia por cualquier cosa, obstruyendo el paso a los demás….)
la primera vez nos sentimos mal pero luego nos habituamos y ya no nos
sentimos mal.
La actitud fundamental que aquí domina es una actitud moral fundamental
débil, laxa, que renuncia a tomarse el esfuerzo de luchar contra la acción
moralmente mala y que tiende inconscientemente a ampliar el campo de lo
permitido.
Dicha actitud fundamental se opone a la de aquel que una vez llevada a
cabo dicha acción se arrepiente sinceramente de ella y se propone no volver
a realizarla.
22. 2. Explicación de la ceguera moral por embotamiento
Hildebrand distingue un segundo tipo de ceguera al
valor fruto de cometer frecuentemente un pecado o,
si se prefiere, una acción moralmente mala. Debido a
ello, la conciencia de la persona en cuestión se
«embota» u «obnubila» en un determinado punto.
Podría parecer que aquí nos hallamos ante una
variedad de ceguera moral de subsunción. Sin
embargo, éste no es el caso. Nuestro filósofo piensa
que existen sobre todo dos diferencias entre ambos
tipos de ceguera:
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/4082/1/166_2.pdf
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23. 2. Explicación de la ceguera moral por embotamiento
1. En primer lugar, lo característico de la ceguera
moral por embotamiento es que, debido a la
frecuencia de la acción moralmente mala,
desaparece la lucidez moral de la persona. A pesar
de que cuando cometió por primera vez la acción
mala, ésta fue consciente del disvalor moral de la
misma, la realización frecuente de dicha acción
conduce a un paulatino obnubilamiento de su
conciencia.
2. En segundo lugar, el embotamiento u obnubilación
«ataca» primariamente al “sentir el valor”.
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/4082/1/166_2.pdf
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24. 3. LA CEGUERA PARCIAL PARA
TODO TIPO DE VALORES MORALES
El fenómeno de la ceguera parcial al valor:
Parcial se refiere a que se es ciego a algunos valores pero no a todos. Pero esta
situación afecta la comprensión hacia los valores más importantes. La persona no
está decidida a hacerle caso a lo moral, su actitud moral dista de ser totalmente
pura.
a.
b. Ceguera parcial constitutiva y ceguera por obscurecimiento:
b.1: La ceguera parcial constitutiva es:
Comprender los valores más bajos, pero ser ciego a los más altos, -pues son más
difíciles de comprender mientras más altos sean-. O sea, alguien percibe los
valores más bajos (por ejemplo, la veracidad), pero no los más altos (por ejemplo,
la humildad).
b.2: La ceguera por obscurecimiento es:
No comprender un valor que está al mismo nivel de otro valor que la persona si
comprende. Para comprender valores particulares es necesaria una “actitud
moral fundamental”, y rechazar lo que oscurece el valor o estar libre de apetitos
deshonestos.
Los ejemplos de Hildebrand se refieren a aquel que comprende el disvalor de la
injusticia pero es ciego al de la avaricia, o comprende el valor de la solidaridad
pero no el de la veracidad.
25. Explicación de la ceguera parcial
para todo tipo de valores
Este tercer tipo de ceguera moral es más profundo que los anteriormente
descritos. De lo que aquí se trata es de la falta de comprensión de un
determinado tipo de virtud. Se trata entonces de una ceguera a ciertos tipos
de valores y no tanto a los portadores de determinados valores.
También aquí Hildebrand descubre una «ley esencial»: Que cuanto más
extensa es la ceguera a tipos concretos de valor, más primitiva es la
comprensión del valor fundamental.
La actitud fundamental que está en la base de esta ceguera se caracteriza en
ser:
1.
Una entrega relativa, sin haber adoptado la resolución de seguir la
llamada de lo moral a todo precio.
2. 2. una actitud cualitativamente primitiva, no pura del todo.
Dentro de esta ceguera moral parcial nuestro autor distingue entre: la ceguera
moral parcial constitutiva y la ceguera por oscurecimiento.
De nuevo se pregunta nuestro filósofo aquí por la actitud fundamental que
está en la raíz de la ceguera descrita. En este caso se trata de una actitud
fundamental relativa que se entrega a lo moral sólo con reservas.
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/4082/1/166_2.pdf
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26. 4. LA CEGUERA TOTAL
CONSTITUTIVA PARA VALORES
MORALES
a.
El fenómeno de la ceguera total al valor: La ceguera total al
valor es no tener idea alguna ante lo moral en general. No
comprender entre bueno y malo. No se “ven” ni se “sienten”
los valores intuitivamente.
b. Puede darse una ceguera indiferente al valor y ceguera hostil al
valor:
b.1: Indiferente al valor quiere decir que lo bueno y lo malo le dan
igual a la persona, y es incapaz de dar respuesta al valor. No
capta valores, y se mantiene indiferente a ellos. (Por ejemplo, un
asesino en serie que no tiene remordimiento de sus acciones, un
psicópata)
b.2: Hostil al valor es sentir un odio hacia todo lo moral. La
persona percibe lo bueno como una fuerza en general superior, y
se muestra con una actitud de soberbia y hostilidad hacia los
valores, que además no comprenden en su totalidad. (Un caso
muy puntual es la actitud de Hitler a los valores)
27. c. Los fundamentos de la ceguera total: La ceguera total tiene la
soberbia como actitud fundamental. No comprende entre bueno
y malo, y solo reconoce la moral como ligada a algo forzado, lo
cual el ciego a los valores odia.
La conversión en este caso sería abandonar la actitud orgullosa
para dejar de odiar los valores y abrirse a ellos.
El orgullo y la concupiscencia son los que dan lugar a la hostilidad
e indiferencia al valor.
d. El “carácter de tomas de posición” de las actitudes
fundamentales:
En la ceguera total al valor, el tomar una actitud indiferente u
hostil al valor, no necesariamente significa que la persona “vea”
los valores.
La ceguera sería una consecuencia a la toma de posición. La
actitud fundamental de estas personas es la concupiscente, la
dirigida a lo agradable para sí o una actitud orgullosa. Hace a la
persona ciega a toda la esfera de bueno o malo y el valor
fundamental. La actitud indiferente se da inconscientemente. No
se encuentra entonces en la persona una comprensión o estar
familiarizado con el valor, solo el ver la existencia de la esfera de
los valores morales “así de lado”.
28. En el caso de la ceguera total a los valores morales
no se trata de una ceguera ante un determinado
tipo de valor o ante los portadores de éstos,
sino de la falta de comprensión de los valores morales
fundamentales como «bueno» y «malo».
Salvando las distancias, se trata de una ceguera
similar a la incapacidad del ciego de nacimiento de
distinguir entre el color rojo y el verde.
Las actitudes que suelen estar vinculadas con una
ceguera semejante son o bien de indiferencia o de
odio con respecto a los valores.
29. ACTITUDES FRENTE A LA CEGUERA AL
VALOR EN SUS DIVERSAS FORMAS
FUNDAMENTALES
1. LA CEGUERA DE SUBSUNCIÓN:
Actitud moral fundamental Apertura incontrolada a lo subjetivamente satisfactorio, a
la pasión, a lo sensualmente agradable.
2. EL CEGARSE PARA LOS VALORES POR EMBOTAMIENTO:
Actitud moral fundamental Actitud débil, laxa, que renuncia a tomarse el esfuerzo de
luchar contra la acción moralmente mala y que tiende inconscientemente a ampliar el
campo de lo permitido.
3. LA CEGUERA PARCIAL PARA TODO TIPO DE VALORES MORALES:
Actitud moral fundamental Una entrega relativa, sin haber adoptado la resolución de
seguir la llamada de lo moral a todo precio y, por ser una actitud cualitativamente
primitiva, no es pura del todo.
4. LA CEGUERA TOTAL CONSTITUTIVA PARA VALORES MORALES:
Actitud moral fundamental Tener la soberbia como actitud fundamental. Las
actitudes que suelen estar vinculadas son de indiferencia o de odio a los valores.
30. III. LAS DIVERSAS CLASES
DE PROFUNDIDAD EN LA
PERSONA Y LA ESCENCIA
DE LA ACTITUD
FUNDAMENTAL
1. LAS DIVERSAS CLASES DE PROFUNDIDAD PERSONAL Y
SUS RELACIONES ENTRE SÍ
2. LA ESCENCIA DE LA ACTITUD FUNDAMENTAL
31. 1. LAS DIVERSAS CLASES DE
PROFUNDIDAD PERSONAL Y SUS
RELACIONES ENTRE SÍ
Profundidad específica y cualitativa:
La altura del valor en un determinado acto. Cuanto más plenitud y pureza se
encuentre en el acto o en la persona más profundo se es.
-Profundidad específica: Está fundada en la cualidad y esencia del contenido.
-Profundidad cualitativa: Va unida a la pureza y autenticidad de un acto.
a.
b. El “llegar al fondo” y el papel que una cosa tiene en la persona:
Llegar al fondo se refiere al lugar que ocupa en una persona un contenido,
relativo a la “dimensión que llega al centro de la persona”.
El papel se relaciona con el volumen que una vivencia ocupa en una
persona. (p.109) Hay dos tipos de papel: Constitutivo y vivencial.
-Constitutivo: la actitud fundamental de la persona, para lo que vive, que
puede ser inexistente a veces, pero las personas tendemos a vivir para
algo.
-Vivencial: algo que nos afecta profundamente, pero no es permanente,
puede ser un acontecimiento único. (p.113) Mientras algo sea más
profundo le llega a un más al fondo y probablemente desempeñe un
papel más importante en su vida.
32. c. La profundidad propia de la actitud moral fundamental:
Se encuentra en la base de todo lo que realiza la persona.
Hay por eso una relación lógica entre la actitud moral
fundamental y la particular, es el fundamento constitutivo
de la actitud más concreta. La profundidad aquí depende
del peso constitutivo del objeto al que la actitud se refiere y
se funda en la generalidad de la actitud y su importancia
constitutiva.
d. La profundidad como trascendencia a la vivencia y
“duración”:
Se habla de inmanencia a la vivencia, que es el momento
actual, en la medida en que se vivencia y solo mientras se
vivencia. (p.121)
Y la trascendencia a la vivencia que es más permanente.
Se relacionan como transitoria y permanente. “El durar y el
breve vivir no se hallan en conexión necesaria con la
profundidad cualitativa ni específica….” p(125)
33. e. La relación de “lo trascendente a la vivencia” con “lo inmanente a
la vivencia”:
Lo trascendente, lo más profundo debe ser la base de donde salen las
vivencias inmanentes.
La relación con el deber vincula lo inmanente con lo trascendente,
de manera que lo inmanente debe coincidir cualitativamente con lo
trascendente a la vivencia, y lo trascendente tiende a dominar lo
inmanente de la vivencia.
Lo vemos al vivir un papel, el cual domina todas nuestras vivencias.
Dejarse ir, o sea, dejarse influenciar desde afuera no es lo moralmente
correcto, lo correcto es vivir desde dentro, dejando que lo más
profundo en nosotros domine nuestra corriente de vivencias.
f. La profundidad como grado de ser:
Otra clase de profundidad es cuando la persona a veces adopta
intereses en el momento. Toma posiciones, pero sin compromiso, sin
que estas sean reales en la persona. No le llegan al fondo por lo que
se quedan en un “querer solamente” y no llegan a realizarse con la
acción. Son actitudes sin raíz, que explican la inconsistencia en las
personas, pues toman de manera inmanente a la vivencia cosas que
por naturaleza son trascendentes a la vivencia.
34. 2. LA ESCENCIA DE LA ACTITUD
MORAL FUNDAMENTAL
a. El lugar de la actitud fundamental en la persona:
El comportamiento moral de la persona depende de
su “actitud fundamental”. Sus actitudes serán típicas a
esta actitud fundamental, que es la más general.
Según sea la “actitud fundamental” respecto de lo
moral, será la vida moral de la persona. (p.137)
Existe la capacidad dentro de ciertos límites de
adoptar actitudes que no vayan para nada con la
actitud fundamental, cuando uno se deja llevar por las
pasiones: alguien moralmente correcto podría dejarse
llevar en un momento por algo inmoral.
35. b. La intención moral fundamental y su relación con la
posición fundamental:
b.1. La “posición fundamental inconsciente” y la
•
•
“intención moral fundamental”:
La persona inconsciente no está despierta a su actitud
fundamental y solamente responde a los valores pero sin
una actitud moral.
La persona consciente sí tiene una intención moral con
una posición fundamental, teniendo una intención
especial hacia lo bueno.
La posición fundamental es diferente a la intención
fundamental, pues la posición se encuentra siempre en la
persona, mientras la intención tiene que actualizarse cada
vez, y es nacida de una sanción.
36. b.2. El efecto de la intención moral como tal en la
posición fundamental: La intención moral hace un
cambio profundo en la posición fundamental.
Puede abarcar solo ciertos valores y la persona
seguir inconsciente hacia el resto, dependiendo que
tan entrañada sea esta intención moral.
b.3. Las 3 modalidades de la intención fundamental:
1) En forma finita y limitada, en la cual, la persona se
entrega a los valores pero bajo ciertos límites que no
afecten su orgullo ni su concupiscencia.
2) En forma Ilimitada
3) En forma potencialmente ilimitada en que la persona
puede también hacer la ilimitación formal actualmente,
donde es desautorizada la posición fundamental fáctica.
37. b. La intención moral fundamental y su relación con la posición fundamental:
b.4. El efecto transformador de la intención fundamental fáctica:
La intención fundamental fáctica puede suprimir la posición
fundamentalmente existente al pasar al acto, colocando a la persona en otro
lugar. La posición fundamentalmente puede verse afectada en su totalidad o
parcialmente.
b.5. La dependencia de la intención fundamental moral respecto de la
posición fundamental:
Dependiendo de cómo sea la posición fundamental, así será la capacidad
para ver los valores, y dependiendo de cómo sea la capacidad para ver los
valores será diferente la materia del objeto de la intención fundamental. (p170)
En la medida en que se ven los valores, así se dirige la intención consciente
hacia lo bueno.
b.6. La “profundidad” de la posición fundamental y su significación:
La posición fundamental es lo más profundo, y mientras más profundo, más
difícil de estar consciente de ello. Se puede estar totalmente ciego a ella o se
puede ir despertando poco a poco con ayuda de la intención moral,
empezando desde lo más fácil de ver hacia lo más elevado o profundo.
38. b. La intención moral fundamental y su relación con la posición
fundamental:
b.7. Los 3 grados de dominio de la intención fundamental moral:
1) La intención moral existe, pero todavía no se ve en el obrar y no ha
tenido influencia en el ser de la persona. Tiene la voluntad, pero no
las fuerzas para cumplirla.
2) 2) Cuando la intención moral tiene poder sobre las acciones, pero
no ha cambiado la posición fundamental, le faltan las respuestas
al valor nacidas de la sanción.
3) 3) La intención moral es el principio vital de la persona, liberándola
de su orgullo y concupiscencia. La persona está ahí donde está la
intención.
b.8. Dependencia esencial de las distinciones hechas respecto de la
índole cualitativa de la persona:
Todas las personas son diferentes, siendo ciegos a diferentes valores y
con capacidad de ver otros. Para que la persona trascienda hacia
mejor debe existir la intención moral fundamental que promueve la
acción y nos puede abrir los ojos hacia el resto de valores.
39. IV. LOS DIFERENTES
CENTROS MORALES
1. EXCLUSIVIDAD Y ARMONÍA EN EL DOMINIO DE LAS
TOMAS DE POSICIÓN
2. LA RAÍZ UNITARIA DE TODA MORALIDAD
3. LA DOBLE RAÍZ DE LO INMORAL Y SU RELACIÓN CON
EL YO QUE BUSCA VALORES
40. Los diversos centros morales
Las consideraciones de Hildebrand acerca de la ceguera al valor moral han puesto
de manifiesto la importancia de la actitud fundamental que en ella subyace. Es, pues,
una determinada actitud o toma de postura sobreactual –la mayor parte de las
veces, según nuestro autor, de orgullo o concupiscencia– la que hace que ciertas
personas sean culpablemente ciegas ante determinados valores morales. Por el
contrario, existen personas moralmente conscientes, como por ejemplo los santos, que
han adoptado una toma de postura positiva con respecto al mundo de los valores
morales y cuyas acciones no son sino afirmaciones de éstos. Una persona que, por
ejemplo, ama sinceramente a otra percibe el valor de ésta y al amarla da la respuesta
debida al valor de la persona amada.
Una mirada detenida al mundo de las tomas de postura nos muestra que en éste
existe un cierto orden. Así, por ejemplo, puedo querer a una persona y
momentáneamente enfadarme con ella a raíz de un determinado comportamiento
suyo. Es más, es una experiencia común que los disgustos causados por las personas a
las que queremos nos duelen más que los ocasionados por los que nos son
indiferentes.
La clave de la compatibilidad de estas vivencias reside en que el amor que siento por
la persona en cuestión está en un nivel más profundo que el disgusto que una
determinada acción suya me causa. Existen pues determinadas tomas de postura
que, a pesar de su diversidad, cohabitan sin «molestarse» las unas a las otras.
41. Por el contrario, determinadas tomas de postura se excluyen claramente. Hildebrand
distingue tres tipos de exclusión:
En primer lugar, parecen existir determinadas actitudes o tomas de postura que se
excluyen en un sentido profundo. Así el estar enamorados de una persona excluye
que amemos a otra del mismo modo.
En segundo lugar, existe una incompatibilidad fundada en el carácter de
respuesta de toda toma de postura o, formulado en otros términos, en su relación
al objeto. Así no es posible estar indignado y entusiasmado ante un mismo suceso
ni amar y odiar al mismo tiempo a una persona. Se trata de actos contrarios que se
excluyen a sí mismos. Es importante, señala con razón Hildebrand, no pasar por
alto que esta exclusión que se da entre determinadas tomas de postura lo es con
respecto a actos en el mismo nivel, por así decir, y con respecto al mismo objeto.
Puedo sentir entusiasmo por una persona e indignación por otra.
Un tercer tipo de incompatibilidad entre tomas de postura no radica en la relación
con el objeto, sino en la «cualidad» misma de ellas. Hildebrand la denomina
«incompatibilidad puramente cualitativa». Su descubrimiento y análisis constituye,
a mi juicio, uno de los resultados «antropológicos» más relevantes de las
consideraciones de Hildebrand acerca de la ceguera al valor moral. Permítaseme
referirme a ella a través de un ejemplo.
Cuando una persona perdona sinceramente a otra, la primera de ellas adopta una
actitud benevolente con respecto a la segunda que se traduce en el «regalo» de
perdón.
42. Esta nueva actitud permite a la víctima ver a su ofensor desde una nueva
perspectiva, en el caso de que reacciones afectivas como odio y desprecio
preparen el campo a la formación de un resentimiento. Esta «conversión del
corazón» que tiene lugar en el perdón es algo que normalmente dura y que
también tiene una «prehistoria». Esta nueva toma de postura sólo puede
suceder cuando ciertas reacciones negativas como odio, desprecio o incluso
resentimiento son rechazadas interiormente como falsas y, en esa medida,
superadas.
Es obvio que la toma de postura con respecto al ofensor que está en la base
del perdón es incompatible con una toma de postura contraria, como, por
ejemplo, el odio a éste. En este caso nos encontraríamos con una
incompatibilidad como la que hemos descrito más arriba. Hildebrand
conduce nuestra mirada a otro tipo de incompatibilidad.
Siguiendo nuestro ejemplo podemos decir que alguien que perdona
sinceramente a aquel que le ha infligido un mal objetivo no parece que
puede albergar sentimientos de venganza no ya con respecto a su ofensor,
sino con respecto a una tercera persona. La actitud general que subyace en
el perdón es cualitativamente incompatible con la actitud general que está
en la raíz del odio, la envidia y el resentimiento. Esta incompatibilidad es
independientemente del hecho de si la toma de postura se dirige a la misma
persona o no.
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/4082/1/166_2.pdf
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43. Esta incompatibilidad cualitativa pone de manifiesto la existencia de distintos centros
morales que no pueden actualizarse al mismo tiempo. Visto desde otra perspectiva, la
afinidad entre distintas actitudes o tomas de postura muestra la existencia de estos
centros morales que, de acuerdo con nuestro filósofo, son tres:
a. El primero de ellos es el orgullo, y agrupa actitudes como la venganza, la envidia, la
dureza de corazón, etc.
b. Actitudes como la codicia, la impureza y la pereza tienen su raíz en un centro moral
diferente, a saber, la concupiscencia.
c. Por último, actitudes como el amor, el agradecimiento, el respeto, el perdón, etc.,
proceden de lo que nuestro autor denomina el “yo que busca el valor” o el “centro
amoroso y reverente de respuesta al valor”. Todas estas actitudes moralmente positivas
así como las virtudes proceden de este centro.
La persona que tiene esta actitud moral fundamental o en la que el «centro
amoroso y reverente de respuesta al valor» domina plenamente, percibe la unidad
de todos los valores y de todas las virtudes, su “congenialidad” y afinidad
intrínsecas. De modo que este centro moral no es simplemente el punto de partida
de todas las actitudes o tomas de postura moralmente buenas, sino también de la
captación del valor. Es pues la misma actitud fundamental de la que proceden el
amor, el agradecimiento, el respeto, el perdón, la humildad, etc., y la que está en
condiciones de “sentir” los valores morales. Dicho de otro modo, la persona
«buena» es, al mismo tiempo, la que más y mejor “siente” los valores.
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44. 1. EXCLUSIVIDAD Y ARMONÍA EN
EL DOMINIO DE LAS TOMAS DE
POSICIÓN
a.
La incompatibilidad fundada en el carácter de respuesta:
Es imposible tener tomas de posición contrarias hacia un mismo objeto.
Se crea una disonancia y una de ellas termina por desaparecer. Puede
ser que en la periferia aparezca algo opuesto a lo más profundo, pero
nunca en el mismo nivel.
b. La incompatibilidad puramente cualitativa:
No puedo amar a alguien y al mismo tiempo odiar a alguien, estas tomas
de posición son incompatibles dentro de una misma persona.
c. El lugar de origen de la incompatibilidad cualitativa. Los tres
centros morales:
1) Centro de donde viene el apetito sensible, la concupiscencia.
2) Centro orgulloso de donde viene la envidia, ambición, el odio,
resentimiento, etc.
3) Centro puro, donde vienen todas las actitudes positivas moralmente.
45. 2. LA RAÍZ UNITARIA DE TODA
MORALIDAD
a. El yo que busca valores:
Este yo tiene una mejor comprensión y captar de los
valores, y ve un fluir natural entre las virtudes.
b. Diferencia de altura de las virtudes a pesar de su raíz
común:
A pesar de esa raíz en común las virtudes, el yo tiene
diferente grado de responder a los valores. Es posible
tener algunas virtudes sin tener otras de más alto nivel
que son más difíciles de alcanzar.
46. 3. LA DOBLE RAÍZ DE LO INMORAL
Y SU RELACIÓN CON EL YO QUE
BUSCA VALORES
a. Orgullo y concupiscencia:
Hay dos raíces fundamentales para los actos moralmente
negativos: el orgullo y la concupiscencia. El orgullo es la
posición hostil al valor y la concupiscencia la orientación
hacia lo agradable, sin ver los valores morales. Sobre estas
dos raíces combinadas nace el hombre egoísta.
b. Relación del yo que busca valores y los dos centros
negativos. Incompatibilidad y coexistencia real:
En una persona pueden existir los 3 centros. La diferencia
está en cuál centro domina la persona, y el grado en que
cada uno actúa.
47. V. LA RELACIÓN ENTRE
EL SER MORAL Y EL
CAPTAR VALORES
MORALES
1. LO “FUNDANTE” Y LO “FUNDADO” EN LA RELACIÓN
ENTRE MORALIDAD Y CONOCIMIENTO ÉTICO DE LOS
VALORES
2. LA NATURALEZA VINCULAR DE LA FUNDAMENTACIÓN
48. 1. LO FUNDANTE Y LO FUNDADO
EN LA RELACIÓN ENTRE
MORALIDAD Y CONOCIMIENTO
ÉTICO DE LOS VALORES
Lo más importante es la posición de la persona hacia
una búsqueda de valores, tener la intención.
Es cierto que un ser moral tiene una mejor comprensión
de los valores, pero vemos cómo algunas veces hay
una ceguera hacia algunos valores y no hacia otros.
49. 2. LA NATURALEZA VINCULAR DE
LA FUNDAMENTACIÓN
La conciencia y captación de un valor no está
necesariamente unida a la voluntad para
defenderlo, la cual puede faltar. Solo cuando la
posición de búsqueda de valores en nuestra vida la
llena por completo y somos capaces de vivir y sentir
estos valores seremos seres morales.
50. Sobre la relación de la “estatura moral” y la
captación de los valores morales
Volvamos a nuestro tema central. ¿En qué sentido puede afirmarse
que existe una relación de fundamentación entre la “estatura moral”
de una persona y su capacidad de captación de los valores morales y
viceversa? o, formulado de otra forma, ¿qué de virtuoso ha de ser
alguien para poder captar las virtudes y sus valores?
Un primer resultado de la investigación de Hildebrand al respecto
acaba de ser aludido por nosotros. El presupuesto para la más general
forma de lucidez moral, a saber, la capacidad de distinguir entre
“bueno” y “malo” es la actitud fundamental que nuestro autor
denomina “buscadora de valor” o “centro amoroso y reverente de
respuesta al valor”.
En la medida en que –en detrimento del orgullo y de la
concupiscencia– esta actitud fundamental o centro moral va
dominando en la persona, en esa misma medida tiene lugar un
aumento de la lucidez moral o capacidad de captación de los valores
morales.
Ese mismo “afinamiento” de la lucidez moral se ve favorecido por el
despertar de la connivencia inconsciente con la actitud en la que
vivimos a través de la formación de una intención moral consciente
que se convierte en el eje de nuestra vida moral.
51. Si volvemos la dirección de nuestra mirada al otro sentido de la
relación, a saber, el del modo en el que la “estatura moral” supone
una cierta captación de los valores morales, Hildebrand muestra que
la acción moral positiva presupone una captación actual de los
valores puesto que la voluntad misma es una respuesta al valor.
Por su parte esta captación actual de los valores presupone el
dominio del «centro amoroso y reverente de respuesta al valor» pero
no la acción moralmente buena de hecho.
Ello pone de relieve, según nuestro autor, que la captación de los
valores es independiente del comportamiento moral correspondiente,
pero aquel constituye el fundamento necesario de éste.
El “sentir el valor”, por el contrario, presupone una actitud moral.
La conclusión fundamental de Hildebrand es que, con excepción de
la esfera de la acción, la “estatura moral” es la parte fundante.
Sin embargo, sería un error interpretar esta afirmación como si la
propia «estatura moral» pudiera formarse sin captación alguna del
valor moral. También constituiría un error pensar que este primado de
la «estatura moral» disolviera el carácter receptivo de la captación de
los valores morales o la objetividad de éstos como si, en última
instancia, se tratara de proyecciones del sujeto.
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/4082/1/166_2.pdf
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52. Sobre la relación de la «estatura moral» y la
captación de los valores morales
Precisamente aquel que goza de una determinada “estatura
moral” está en condiciones de comprender mejor el mundo de los
valores objetivos.
En este trabajo nos hemos ocupado de la exposición de los
resultados más importantes del detallado análisis del fenómeno de
la ceguera al valor llevado a cabo por Dietrich von Hildebrand. El
marco general en el que dicho fenómeno aparece no es sino el
viejo problema filosófico de las relaciones entre moralidad –lo que
aquí hemos venido denominando «estatura moral»– y la capacidad
de captación o aprehensión de los valores morales. Las
consideraciones de Hildebrand al respecto constituyen, a nuestro
juicio, indicaciones de un pensamiento que tiene en cuenta a la
persona en su totalidad. Al mismo tiempo éstas nos remiten al dato
antropológico innegable de la especial lucidez moral de las
personas que viven lo que ven.
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53. FUENTES CONSULTADAS:
MORALIDAD Y CONOCIMIENTO ÉTICO DE LOS VALORES
Dietrich Von Hildebrand
Original en alemán:
“Sittlichkeit und Ethische Werterkenntnis”,
Publicado por Max Niemeyer Verlag, Halle, a.S. 1922.
Traducción: Juan Miguel Palacios
Colecciones Cristiandad
Biblioteca Filosófica “El carro alado”
Madrid, 2006,
Impreso en España
ISBN 84-7057-516-3
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/4082/1/166_2.pdf
CONSIDERACIONES EN TORNO A LA «ANTROPOLOGÍA INTEGRAL» DE DIETRICH VON
HILDEBRAND
II. LA CEGUERA AL VALOR MORAL.
Mariano Crespo
Internationale Akademie für Philosophie –Bendern– (Liechtenstein)
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Resumen del libro por Cristina Heurtematte. Presentación y recopilación
realizada por Gerardo Viau. Guatemala, Septiembre 2013