El documento discute el estado actual de la "Tasa Tobin", un impuesto propuesto por el economista James Tobin para gravar las transacciones financieras especulativas a corto plazo. Originalmente concebido para reducir la volatilidad de los tipos de cambio y ayudar a los pobres, ahora se propone principalmente para recaudar fondos para la Unión Europea. Sin embargo, su implementación se ha enfrentado a la oposición de países como el Reino Unido y bancos, retrasando el proceso. El futuro de la tasa permanece incierto
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¿Se muere la ‘Tasa Tobin’?
Manfred Nolte
James Tobin (1918-2002) fue un economista americano galardonado con el
premio Nobel, al que se adjudica la paternidad de un impuesto que lleva algún
tiempo debatiéndose en las Instituciones europeas. Cuando el Presidente Nixon
decretó el fin de la convertibilidad del dólar en oro en 1971, decisión que fue
seguida por la flotación de las monedas, Tobin propuso un gravamen sobre
todas las transacciones en divisas para desincentivar los movimientos
especulativos de capitales a corto plazo, y reducir la volatilidad de los tipos de
cambio.
Pero la mayor notoriedad de la figura fiscal obedece a una dilatada
reivindicación de los movimientos antiglobalización que hallaron en el impuesto
el recurso para la financiación de las bolsas de pobreza en el mundo. Es cierto
que si se gravan todas las transacciones financieras, aunque sea con un tipo
simbólico, la cifra recaudada, dada la amplitud de la base, puede ser
astronómica.
Este doble ‘dividendo social’, las dos razones que históricamente han alentado la
adopción de la ‘Tasa Tobin’, han quedado arrinconadas y se han sustituido por
otra mucho más mercantilista como es la financiación directa de los abultados
déficits incurridos por los presupuestos públicos, en particular por los de los
países miembros de la Unión Europea. Faltaba una coartada para encender la
mecha del asalto a la Banca y se ha encontrado en las ingentes sumas de dinero
volcadas en su rescate a consecuencia de la crisis. En setiembre de 2011, José
Manuel Durao Barroso recuerda ante el Parlamento Europeo que “durante los
tres últimos años, los contribuyentes han concedido ayudas y garantías por un
total de 4,6 billones de euros al sector financiero. Ya es hora de que el sector
financiero devuelva lo que debe a la sociedad. Es una cuestión de justicia que
podría generar ingresos superiores a 55.000 millones de euros anuales”.
En Junio de 2012, a falta de acuerdo entre los 27, once países europeos, entre
los que figura España, se asocian para la creación del nuevo impuesto a la Banca
–una ‘tasa sobre las transacciones financieras’- por el procedimiento de
‘Cooperación reforzada’.Una vez aprobado por la Comisión y el Parlamento, se
requerirá la unanimidad de los 11 y la mayoría cualificada de los 28 Estados
miembros.
La tasa grava las transacciones sobre todo tipo de activos financieros así como
sus derivados. El tipo impositivo sería del 0,1%, salvo los derivados que se
gravarían al 0,01% sobre el valor de su nocional. Para reducir la
deslocalización, el texto invoca el ‘principio de emisión’ según el cual, un broker
americano que negocie con otro de Singapur un título de una compañía europea
cotizado en cualquier mercado, estaría obligado a pagar la tasa europea igual
que el de Singapur.
Algunos sucesos han enconado el proceso. En abril de 2013, el Reino Unido, ha
demandado a la Comisión ante la Corte Europea de Justicia alegando que se
vulneran los derechos de aquellos países que no toman parte en la implantación
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de la tasa. Luxemburgo le sigue a corta distancia. El Presidente del BUBA, Hans
Weidmann, es hostil al proyecto. Y las presiones de la industria bancaria para
demorar, rebajar o aun evitar la aplicación del gravamen son feroces.
En este combate mano a mano entre la oficialidad de Bruselas y un Sector
Bancario acosado y con una reputación bajo mínimos ¿cual es el aire que se
respira en los pasillos de Bruselas a estas alturas del procedimiento?
Aunque todas las posibilidades están abiertas, es probable que se adopte un
enfoque a dos velocidades para la TTF, con una primera fase a pequeña escala y
una segunda que incorpore un mayor número de productos. En cuanto al
calendario, la opinión dominante es que no habrá movimientos perceptibles
hasta las elecciones alemanas del 22 de setiembre y la posterior formación de
gobierno que puede llevar seis semanas adicionales. Finalmente cabe observar
que el Reino Unido está haciendo de la TTF un auténtico ‘casus belli’, en el
marco de una negociación europea global, sabedor de que Alemania no desea
aislar en exceso al Reino Unido en el marco de la Unión Europea.
Desnortada y sin alma, la ‘Tasa Tobin’ que ha desertado de dos causas nobles –
el combate de la especulación y la ayuda a la superación de la pobreza del
planeta-, se debate entre una vida lánguida y la posibilidad de no asistir nunca a
su propio nacimiento. Así no hablaríamos de muerte, sino de un proyecto
excelente que no llegó nunca a ver la luz.