LÍNEAS ROJAS Las posiciones encontradas de Grecia y la Eurozona en la negociación por el rescate
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EL ELEFANTE ROSA QUE TOCABA EL TAMBOR.
Manfred Nolte
No existen elefantes rosas. Con eso bastaría. Desde luego no hay elefantes rosas
que toquen el tambor. Lo ha dicho el socialista Martin Schulz, Presidente del
Parlamento europeo: “Los votantes griegos deberían ser realistas. Será difícil
que todas las esperanzas electorales se cumplan. No existe tal cosa como un
elefante rosa que toque el tambor”.
La partida de póker entre Grecia y el Eurogrupo acapara el protagonismo de los
medios. Preservando sus ya famosas ‘líneas rojas’ ambos jugadores alimentan
educadamente el conflicto. El miércoles pasado, el Eurogrupo mantuvo una
reunión informal en la que se dio la bienvenida al nuevo colega Yanis
Varoufakis, al que las redes sociales han colocado todas las posibles etiquetas
relacionadas con las artes mediáticas, eróticas y lúdicas sin ocultar su identidad
como afamado economista y experto en la teoría de los juegos, que incluso la
Jefa del FMI, Cristina Lagarde, no ha dudado en destacar. El comunicado del
Grupo se ha limitado a reconocer que “la convocatoria ha mantenido
discusiones intensas y constructivas, cubriendo mucho terreno, pero sin
alcanzar el progreso suficiente como para presentar unas conclusiones
conjuntas”. Sus contenidos se trasladan a la reunión ordinaria que tendrá lugar
hoy lunes día 16, ya que tampoco el comunicado de jefes de estado del jueves día
12 hace referencia alguna a la confrontación en curso. La mayor novedad, que a
su vez implica una cesión importante del bloque negociador griego, es que sus
funcionarios se habrán reunido durante el fin de semana con los representantes
de las ‘Instituciones’ para avanzar en detalles técnicos de cara a la reunión de
hoy. O sea, con los odiados hombres de negro, pero sin citar su familiar
denominación. Por su parte, en otra seña de conciliación, Draghi ha aumentado
en 5.000 millones de euros la línea de emergencia al Banco Central de Grecia
hasta el próximo 18 de Febrero.
El protagonismo mediático no es casual. Procede seguir con máxima atención
cuanto sucede con Grecia, porque el futuro de Europa, o al menos de una buena
parte de la gobernanza europea, depende del éxito o el fracaso de las propuestas
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presentadas por la formación radical Syriza. Alexis Tsipras alude a la ‘crisis
humanitaria’ que padecen sus administrados. Pero lo que convierte a este
proceso negociador en uno crítico no son las líneas rojas defendidas por cada
uno de los bloques beligerantes sino algo mucho más fundamental y sistémico:
el modelo político de sociedad y la autonomía acordada a la austeridad y al
veredicto de los mercados. Pablo Iglesias aprovecha que el Pisuerga pasa por
Valladolid y advierte desde las páginas de ‘The Guardian’ que acechan malos
tiempos a Europa “si se rechaza el ramo de olivo griego”.
Aunque el discurso griego viene dibujando imprevisibles oscilaciones entre
desafíos frontales y retornos conciliadores, las posiciones negociadoras vienen
impuestas por las mencionadas líneas rojas, aquellas posiciones no negociables
y cuyo traspaso implicaría abiertamente el establecimiento y percepción pública
de una parte vencedora frente a otra perdedora.
Para Tsipras y para el Parlamento de Atenas no puede haber prórroga del
acuerdo de rescate ya que tal rescate es intrínsecamente perverso –sus
consecuencias sociales han sido desastrosas- y ha sido rechazado
mayoritariamente por el veredicto clamoroso de las urnas. Reclama un convenio
nuevo. Al rechazar la prórroga, Tsipras se confronta innecesariamente con el 28
de este mes como una fecha de ultimátum. Ya no se habla de quitas y en cuanto
al memorando del rescate, pueden aceptarse partes o ingredientes del mismo,
hasta un 70%, pero no su totalidad y en tanto se alcanza el consenso necesario,
el nuevo gobierno griego reclama del Banco Central Europeo una línea adicional
de liquidez a corto plazo para refinanciar los pagarés emitidos por su Tesoro.
Por otra parte Varoufakis ha confirmado el solemne compromiso de Grecia y el
pueblo griego de permanecer bajo la enseña de la moneda única europea: el
euro.
La Comisión, por su parte, liderada por Alemania, pero secundada sin
restricciones mentales por el núcleo central europeo y también por
representantes de la periferia como Irlanda, Portugal o España, insiste en que
no cabe condonar un solo euro de deuda, que la letra del rescate es el requisito
clave para obtener financiación del BCE, que por rescate se entiende la
prosecución de las reformas estructurales pactadas y que la interlocución
seguirá incluyendo a las Instituciones prestamistas aunque pueda cambiarse el
nombre de Troika por otro más al gusto griego. Los periféricos recuerdan que
sus votantes no tolerarán que se conceda a Tsipras un trato más favorable que el
que les fue aplicado a ellos.
Conflicto en las líneas rojas como planteamiento inicial de la posición
irrenunciable a la defensa de la economía de mercado en la posición
comunitaria frente a la tesitura utópica y revolucionaria de quienes no aciertan
a ligar el bienestar de sus ciudadanos con la implacable dictadura de los
números y de los presupuestos.
De lo que se induce otra gravísima contradicción que atañe en exclusiva al
Gobierno de Alexis Tsipras, a sus votantes y al resto de la ciudadanía griega.
Que la renuncia a la austeridad que acarrean las reformas y la permanencia en
el Euro son objetivos simultáneamente irrealizables. Es incongruente abrir el
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grifo presupuestario, desafiar a Europa y solicitar simultáneamente de sus arcas
unos fondos adicionales para la financiación de los programas.
Tsipras engaña al pueblo griego o está ofuscado por el idealismo y la ignorancia.
Tsipras proclama que está antes la democracia que la burocracia. Pero Schäuble
le ha replicado que la burocracia del Eurogrupo refleja la norma democrática
otorgada por los votantes de todos los restantes países que financian el rescate
griego. Y la izquierda radical y populista no puede invocar la primacía de su
democracia sobre las restantes democracias de centro, por el mero hecho de ser
radical y populista.
El riesgo real en Atenas es que Tsipras ha puesto el liston de las expectativas tan
alto que ahora va a sufrir en exceso para desmontar su retórica y hacer las
cesiones que el restode la Eurozona esté en condiciones de aceptar.
Y es que no existe tal cosa como un elefante rosa que toque el tambor.