El documento resume la mala reputación de la que goza la banca tras la crisis financiera de 2008, debido a la gestión arriesgada de riesgos crediticios y operaciones especulativas que llevaron a muchas instituciones bancarias a la quiebra y obligaron a rescates multimillonarios. También señala que la banca disfruta de una fiscalidad privilegiada y que la Unión Europea ha aprobado la implantación de un impuesto bancario en once países, incluido España, para gravar ciertos instrumentos financieros y que ent
1. Europa grava a la Banca
Manfred Nolte
Sobran las encuestas de opinión para concluir que la profesión bancaria –con
las notables excepciones de rigor- goza de una pésima reputación entre nuestra
ciudadanía. De la noche a la mañana, esta fue testigo impensado de una nefasta
gestión de los riesgos crediticios solapada con insolentes actos de rapiña en
forma de jubilaciones desmesuradas o indemnizaciones inauditas, decretadas
en beneficio propio precisamente por aquellos que arrastraron sus instituciones
al precipicio, colocando al país al borde de la quiebra e induciendo, a la postre,
al multimillonario rescate del sector. Otros factores, como el recorte de la
actividad crediticia o el creciente número de desahucios registrados como
consecuencia de la fuerte contracción de la renta disponible, han añadido leña al
fuego de la mala imagen, aunque, justo es decirlo, estos dos últimos elementos
son complejos y precisan de importantes y delicadas matizaciones.
Llueve sobre mojado, ya que los hechos relatados en nuestro entorno más
cercano se complementan con otros anteriores originados fuera de nuestras
fronteras pero que hacen al tema, ceban la bomba del rechazo y cargan las tintas
en el ámbito de la imagen bancaria que analizamos. Nadie ignora a estas alturas
que el detonador de la gran crisis que arrastramos fue la venta masiva de
hipotecas tóxicas, insolventes y fraudulentas (hipotecas ‘sub-prime’) por parte
de los grandes Bancos de inversión. Algunos fueron arrastrados por la riada que
provocaron como fue el caso sonado de Lehman Brothers, y en diverso grado los
de Northern Rock, Bear Sterns, Merril Lynch, Bradford y Bingle, Washington
Mutual, Hipo Real Estate, Fortis, la Banca Islandesa, Fannie Mae, AIG, y un
largo etcétera adicional. Lo sorprendente del caso es que se haya tardado cinco
años para que la judicatura exija responsabilidades a los autores de este
atentado financiero, como está ocurriendo de forma incipiente en la Los Estados
Unidos. Estos casos de criminalidad de cuello blanco que ahora comienzan a ser
juzgados no hacen sino atizar el fuego de la mala imagen del sector, recordando
que aquellos estragos desmesurados no pueden quedar impunes.
Prosigue la narrativa de referencias al descrédito social con la alusión a
determinadas prácticas sombrías en productos sofisticados, altamente
especulativos que la gran banca de inversión realiza en su propio interés con
baja o nula rentabilidad social. Oscuras operativas que descansan en
computadoras de alta potencia realizando arbitrajes vertiginosos sujetos a
complejos algoritmos en el campo de las divisas, de los títulos financieros de
renta fija o variable o en los más complejos del mundo de los derivados. Sonoros
casos de escándalos de ‘traders’ tejidos en una operativa distante del mundo de
la economía real y que en su mayoría incomprensibles no son entendidas ni en
su operativa ni en su alcance por los máximos gestores de las entidades y en su
caso por las autoridades de supervisión. No quedan muy lejanos en la memoria
los nombres de Nick Leeson, causante de la quiebra de Barings, uno de los mas
antiguos Bancos de negocios británicos, en 1995. O el de Toshihide Iguchi, que
fue condenado a cuatro años de prisión en septiembre de 1995,por sus pérdidas
fraudulentas en el banco japonés Daiwa Bank . Algo parecido a lo ocurrido en
1996 en el grupo japonés Sumitomo cuando el corredor Yasuo Hamanaka hizo
perder a la firma 2.600 millones de dólares y fue condenado a ocho años de
1
2. prisión por estafa y falsificación de documentos. Otros nombres del ilustre
corolario de cambistas fraudulentos incluye a John Rusnak (2002, Allied Irish
Bank), Boris Picano-Nacci (2008,Red Ecureuil), Jerome Kerviel (2008, Societé
Génerale), Fabrice Tourre (2010,Goldman Sachs), Kweku Adoboli (2011, UBS),
o Bruno Michel Iksil (2012, JP Morgan) entre otros.
Adicionalmente, comunidad académica y sociedad civil vienen interpelándose
una y otra vez cuales pueden ser las causas de que la banca disfrute de una
fiscalidad privilegiada en su operativa, en particular la que afecta a las
operaciones por cuenta propia distintas de la clientela. El comisario europeo de
fiscalidad, Algirdas Semeta, ha evaluado en 18.000 millones de euros la
exención anual de impuestos de la que goza el sector financiero.
Finalmente, debe subrayarse que la crisis bancaria ha impuesto unos costes
desmesurados. Las ayudas directas otorgadas al sector sumadas al coste de
oportunidad provocado se valoran en el 20% del PIB europeo. El propio G20 en
su cumbre de Toronto (2010) convino, en consecuencia, que la banca debía
someterse a una contribución justa y sustancial a los costes fiscales de la crisis,
que esta n debía volver a suceder y que un nuevo sistema financiero debería
servir las necesidades generales de la economía, reducir el riesgo moral, limitar
los riesgos sistémicos y respaldar un crecimiento económico vigoroso y estable.
Por todo ello, para aquellos –entre los que me incluyo- que desean el retorno y
consolidación de una banca tradicional, más justa y con productos de mayor
valor añadido social-la ‘Banca aburrida’ preconizada por Paul Krugman-, la
Comisión Europea acaba de proporcionarnos una magnífica noticia. Once
países, entre ellos España, avanzan a buena velocidad hacia la implantación de
un impuesto bancario, una tasa minúscula aplicada a un océano de
instrumentos negociados en los mercados de capitales, tales como acciones,
obligaciones, participaciones en fondos, estructurados o contratos de derivados.
Entrará en vigor el 1 de enero de 2014.
La Banca hará bien en aparcar sus operaciones más especulativas y arriesgadas
y volcarse en productos y líneas de trabajo de alto contenido social. En su
reciente visita a Bilbao, Francisco González ha señalado una pauta crítica en
dicha dirección: avanzar resueltamente en un desarrollo tecnológico al servicio
de la clientela, que conjugue los espacios físico y virtual en el campo de los
sistemas de pago y consagrar el principio del negocio responsable. Suena
prometedor.
2