Este documento analiza el plan económico de Donald Trump, conocido como "Trumponomía". El plan gira en torno a mayores gastos, menores impuestos y proteccionismo a través de una "tasa fronteriza" que gravaría las importaciones con un arancel efectivo del 20%. Sin embargo, esta tasa enfrenta obstáculos legales de la OMC y podría provocar una apreciación del dólar que perjudique a las exportaciones estadounidenses. El documento sugiere que la visión limitada de Trump de una economía de suma cero con recursos
TEMA 3 DECISIONES DE INVERSION Y FINANCIACION UNIVERISDAD REY JUAN CARLOS
La tasa Ryan-Brady y los problemas del proteccionismo de Trump
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LA TASA RYAN-BRADY.
Manfred Nolte
No serán precisos los cien días de cortesía otorgados tradicionalmente por la
ciudadanía y los grupos de interés antes de formular su juicio sobre un político
recién incorporado a las tareas de Gobierno. No lo serán en el caso del
Presidente de la primera potencia económica y militar del planeta, Donald
Trump. Sus modales autoritarios han perfilado el cliché de un personaje
insolidario e intolerante del que mucho costará al magnate neoyorquino
despojarse. No es fácil descifrar intenciones tolerantes tras las sucesivos
humillaciones a México, Gran Bretaña, Alemania, o Irak, o tras las diatribas con
China, Irán o Australia, o tras el desdén mostrado hacia la Unión Europea.
Tampoco en su desprecio a los emigrantes, refugiados o asilados políticos.
Del sentimiento de desánimo y sorpresa general que los primeros días de
mandato del Presidente Trump han producido, hay que excluir, sin embargo, a
un colectivo crítico, como es, nada más y nada menos, el de sus propios
electores. Las últimas encuestas arrojan un 55% de adhesiones. Y
paradójicamente los índices de sentimiento económico tanto de consumidores
como de empresarios en Estados Unidos, se hallan en máximos históricos. Las
Bolsas, ya lo sabemos, andan por las nubes, el dólar firme y el paro en el mínimo
friccional. ¿Qué papel juega en este catálogo de hitos optimistas el programa
económico de Donald Trump, la Trumponomía?
Contestando de forma muy resumida, las reformas económicas de Trump giran
sobre un plan fiscal consistente en mayor gasto y menores impuestos .
Incrementar las deducciones de la renta de las personas de forma dramática y
reducir tramos y su tipo impositivo (10,20 y 25%) es el primero de los anuncios.
También proyecta eliminar el tipo de las corporaciones y sustituirlo, como
veremos, por un impuesto sobre las ventas del 20%, con determinadas
deducciones. Para nivelar estos recortes –alrededor de un billón de dólares en
10 años- promete bajar el gasto en partidas tan sensibles como la Seguridad
Social y el servicio Medicare al tiempo que propone aumentar las asignaciones
presupuestarias de todo tipo de infraestructuras y en particular las de defensa.
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El plan puede parecer estimulante, pero no hace falta ser un mago para
aventurar que salvo un excepcional crecimiento de las bases imponibles, el
recurso al endeudamiento se hará inevitable.
¿Y qué papel juega la proclama central –‘America first’ del proteccionismo?
Aquí interviene otra figura fiscal que quiere ser la clave de su reforma: una tasa
de ajuste fronterizo1, que sustituye al Impuesto de sociedades2. Según esta idea,
las empresas no obtendrán ninguna deducción sobre los beneficios derivados de
las importaciones mientras que los beneficios sobre las exportaciones estarán
exentos. El ajuste fronterizo significa que las empresas que importen productos
aunque lo exporten con posterioridad, o lo destinen directamente al mercado
americano no obtendrán ninguna deducción sobre el coste de lo importado.
Serán deducibles solamente las compras domésticas y los costes laborales. Todo
lo cual equivale, al tipo señalado de impuesto sobre las ventas del 20%, un
arancel efectivo del 20 % sobre los bienes importados. En vez de girar sobre el
beneficio final, el nuevo impuesto se recauda sobre flujos de caja: la caja que
entra en la empresa menos las que sale. Trump ha estimado que el impuesto
recaudará 1 billón de dólares en 10 años, con el que financiará la construcción
de la muralla mexicana.
La idea, acariciada en su día por Mervyn King, ex Gobernador del Banco de
Inglaterra tropieza con importantes obstáculos legales. La Organización
mundial del Comercio (OMC) permite a los Estados miembros la adopción de
impuestos a determinados bienes que entren en sus fronteras, pero excluye la
posibilidad de tratar fiscalmente a un bien doméstico de manera más favorable
que a un bien importado. Las denuncias ante la OMC no se harán esperar y el
resultado será doble. De una parte, años de litigios y de otro reacciones y
represalias que tendrán fatalmente como consecuencia la reducción del
comercio mundial y de los niveles de renta. Al ‘América primero’ en poner
trabas al comercio seguiría un ‘China segundo’, un ‘México tercero’ y así hasta
un ‘enésimo’ plantando cara al gigante americano. Tal vez al magnate
neoyorquino tampoco le importaría en exceso abandonar la propia OMC.
También se encara con problemas económicos. Una tasa fronteriza tampoco
sería favorable para los Estados Unidos a pesar de que su cuota de dependencia
exterior (Importaciones+exportaciones:PIB) sea una de las menores del mundo
y pueda navegar con alguna ventaja por las aguas de la autarquía. A un
gravamen sobre las importaciones del 20% correspondería una apreciación
sensible del dólar (hasta del 25%), dado que la tasa reduce la demanda de
importaciones y decrece la demanda de divisas extranjeras contra dólar. Esta
apreciación no gustará en absoluto a Donald Trump ya que supondrá un freno a
las exportaciones americanas y una depreciación de las inversiones billonarias
de los Estados Unidos a lo largo y ancho del Planeta.
Tal vez el fallo conceptual de Donald Trump radique en su visión de una
economía limitada, una cifra de riqueza que puede ser redistribuida pero que
apenas crece. Aceptando la noción de un mundo de suma cero, Trump juega a la
ofensiva para asegurarse su parte de la tarta y a ser posible, algo más. Hay que
1 Conocida como Ryan-Brady Cash Flow Tax, por el nombre de los Congresistas que lo han diseñado, Paul
Ryan y Kevin Brady. Igualmente responde al acrónimo DBCFT (Destination-based cash flow tax).
2 El tipo actual es uno de los más altos de la OCDE, el 35%.
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confiar que alguien le muestre sus errores. De lo contrario, más pronto que
tarde, el desencanto se extenderá también a sus partidarios, pero para entonces,
las consecuencias serán irreparables.