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Violencia Intrafamiliar y
Violencia de Género. Manejo
en el Ámbito Sanitario.
ÍNDICE.
A. INTRODUCCIÓN.
1. DEFINICIÓN DE LA VIOLENCIA.
2. TIPOS DE VIOLENCIA.
B VIOLENCIA INTRAFAMILIAR.
1. DEFINICIÓN.
C MALTRATO INFANTIL.
1. DEFINICIONES Y TIPOS DE VIOLENCIA EN LOS
MENORES.
2. ESTADÍSTICAS.
3. MANEJO.
D VIOLENCIA DE GÉNERO.
1. DEFINICIONES.
2. ESTADÍSTICAS.
3. TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.
4. CAUSAS.
5. EL PROCESO DE VIOLENCIA.
6. HIJOS E HIJAS DE MUJERES EN RELACIONES DE
VIOLENCIA DE GÉNERO.
7. MUJERES EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD.
8. CONSECUENCIA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA
SALUD.
9. ACTUACIÓN EN ATENCIÓN PRIMARIA Y
ESPECIALIZADA.
10. ACTUACIÓN EN URGENCIAS.
E MALTRATO EN EL ANCIANO.
1. DEFINICIONES.
2. ¿DÓNDE OCURRE, POR QUÉ?
3. ESTADÍSTICAS.
4. TIPOS DE MALOS TRATOS. INDICADORES DE
SOSPECHA.
5. FACTORES DE RIESGO.
6. PREVENCIÓN.
7. DETECCIÓN.
8. ACTUACIÓN.
9. INSTRUMENTO DE CRIBADO.
F BIBLIOGRAFÍA.
A. INTRODUCCIÓN.
1. DEFINICIÓN DE LA VIOLENCIA.
La Organización Mundial de la Salud define la violencia como: El uso intencional de la fuerza o el
poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad,
que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos
del desarrollo o privaciones.
2. TIPOS DE VIOLENCIA.
La clasificación de la OMS, divide la violencia en tres categorías generales, según las características
de los que cometen el acto de violencia:
● La violencia autoinfligida (comportamiento suicida y autolesiones).
● La violencia interpersonal (violencia familiar, que incluye menores, pareja y ancianos; así
como violencia entre personas sin parentesco).
● La violencia colectiva (social, política y económica).
La naturaleza de los actos de violencia puede ser: física, sexual, psíquica, lo anteriores incluye
privaciones o descuido.
Los actos repetidos de violencia desde la intimidación, el acoso sexual y las amenazas hasta la
humillación y el menosprecio de los trabajadores pueden convertirse en casos muy graves por efecto
acumulativo. En Suecia, se calcula que tal comportamiento ha sido un factor del 10% al 15% de los
suicidios.
B VIOLENCIA INTRAFAMILIAR.
1. DEFINICIÓN.
La violencia doméstica o violencia intrafamiliar es un concepto utilizado para referirse a «la violencia
ejercida en el terreno de la convivencia asimilada, por parte de uno de los miembros contra otro,
contra algunos de los demás o contra todos ellos».​Comprende todos aquellos actos violentos, desde
el empleo de la fuerza física, hasta el hostigamiento, el acoso, o la intimidación, que se producen en
el seno de un hogar, y que perpetra al menos un miembro de la familia contra algún otro familiar.
El término incluye una amplia variedad de fenómenos, entre los que se encuentran algunos
componentes de:
● La violencia contra las mujeres.
● Violencia contra el hombre.
● Maltrato infantil.
● Violencia filio-parental.
● Abuso de ancianos.
Existen tres tipos básicos de violencia intrafamiliar:
● Violencia Psicológica.
● Violencia Física.
● Violencia Sexual.
Debido a la naturaleza diversa de los colectivos afectados y la similitud que afecta a los tipos de
violencia ejercidos no vamos a entrar en detalles. Ahora vamos a desarrollar los tres tipos más
frecuentes de violencia/maltrato como son: el maltrato infantil, la violencia de género y el abuso
de ancianos.
C MALTRATO INFANTIL.
1. DEFINICIONES Y TIPOS DE VIOLENCIA EN LOS MENORES.
El maltrato infantil tiene consecuencias muy graves sobre los niños y las niñas que lo sufren. Desde
alteraciones neurológicas, que afectan al desarrollo de sus conexiones cerebrales, hasta
consecuencias en el bienestar emocional y psicológico de los niños y niñas. Asimismo, influye en el
desarrollo de relaciones interpersonales en la edad adulta. Calculamos que el maltrato infantil le
cuesta a España más de 10.000 millones de euros al año, aproximadamente el 1% del PIB.
Nuestra sociedad ha avanzado en la consideración de otro tipo de violencias, pero no en la ejercida
contra los niños y las niñas en su ámbito más íntimo, en sus propias casas, y a manos de las
personas que se supone más se preocupan por su bienestar.
Según una encuesta realizada para nosotros por la agencia de investigación 40dB, el 90,7% de la
población considera grave o muy grave la violencia hacia la infancia y el 64,1% ve necesaria la
aprobación de una nueva ley que proteja a los niños y niñas del acoso escolar, el maltrato, los
abusos sexuales etc.
MALTRATO A MENORES.
En 1999, la Reunión de Consulta de la OMS sobre la Prevención del Maltrato de Menores redactó la
siguiente definición: “El maltrato o la vejación de menores abarca todas las formas de malos tratos
físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia o explotación comercial o de otro tipo,
que originen un daño real o potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad
en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.”
Se establecen cuatro tipos de maltrato de niños por los cuidadores, a saber:
● El maltrato físico (real o potencial).
● El abuso sexual.
● El maltrato emocional (se produce cuando un cuidador no brinda las condiciones apropiadas
y propicias e incluye actos que tienen efectos adversos sobre la salud emocional y el
desarrollo del niño. Tales actos incluyen la restricción de los movimientos del menor, la
denigración, la ridiculización, las amenazas e intimidación, la discriminación, el rechazo y
otras formas no físicas de tratamiento hostil).
● El descuido (cuando uno de los padres no toma medidas para promover el desarrollo del niño
estando en condiciones de hacerlo en una o varias de las siguientes áreas: la salud, la
educación, el desarrollo emocional, la nutrición, el amparo y las condiciones de vida
seguras).
EL LACTANTE ZAMARREADO.
El zamarreo (sacudir), es una forma frecuente de maltrato observado en los niños muy pequeños. La
mayoría de los niños zamarreados tienen menos de 9 meses de edad. Los autores de este tipo de
maltrato comúnmente son varones y esto puede ser más bien un reflejo del hecho de que los
hombres, que en promedio son más fuertes que las mujeres, y no de que sean más propensos que
las mujeres a zamarrear a los niños. Se pueden producir hemorragias intracraneales, hemorragias
retinianas y pequeñas fracturas “astilladas” en las principales articulaciones de las extremidades del
niño, como resultado del zamarreo muy rápido. Estas lesiones también pueden ser consecuencia de
una combinación de zamarreo y del golpe de la cabeza contra una superficie. Hay indicios de que
cerca de un tercio de los lactantes sacudidos violentamente mueren y que la mayoría de los
sobrevivientes sufren consecuencias a largo plazo, como retraso mental, parálisis cerebral o ceguera.
EL NIÑO GOLPEADO.
Uno de los síndromes del maltrato de menores es el del “niño golpeado”. Este término se aplica en
general a los niños que presentan lesiones repetidas y graves en la piel, el aparato esquelético o el
sistema nervioso. Incluye a niños con fracturas múltiples producidas en distintas fechas, traumatismo
craneoencefálico y traumatismo visceral grave, con indicios de un castigo repetido. Afortunadamente,
si bien los casos son trágicos, esta modalidad de maltrato es poco frecuente. Según la Organización
Mundial de la Salud, en 2000 hubo unas 57 000 defunciones atribuidas a homicidios en los menores
de 15 años de edad. Las estimaciones de los homicidios de niños a nivel mundial indican que los
lactantes y los niños muy pequeños corren un riesgo mayor, con tasas en el grupo de 0 a 4 años de
edad que equivalen a más del doble de las observadas en los niños de 5 a 14 años.
Abuso sexual Los niños pueden ser llevados a servicios profesionales debido a problemas físicos o
de conducta que, cuando se investigan más a fondo, resultan ser consecuencia del abuso sexual.
Los niños que han sido maltratados sexualmente presentan síntomas de infección, lesión genital,
dolor abdominal, estreñimiento, infecciones crónicas o recurrentes de las vías urinarias o problemas
de conducta. Para poder detectar el abuso sexual de menores se requiere una gran suspicacia y
estar familiarizado con los indicadores verbales, conductuales y físicos del abuso. Muchos niños
revelan espontáneamente el abuso a las personas que los cuidan o a otras personas, aunque quizá
también haya signos indirectos físicos o de conducta.
VIOLENCIA JUVENIL.
Es un tipo de violencia ejercida sobre el menor que daña profundamente no solo a las víctimas, sino
también a sus familias, amigos y comunidades.
Sus efectos se ven no solo en los casos de muerte, enfermedad y discapacidad, sino también en la
calidad de vida. La violencia que afecta a los jóvenes incrementa enormemente los costos de los
servicios de salud y asistencia social, reduce la productividad, disminuye el valor de la propiedad,
desorganiza una serie de servicios esenciales y en general socava la estructura de la sociedad.
Se presenta la violencia juvenil en personas cuyas edades van desde los 10 y los 29 años. No
obstante, las tasas altas de agresión y victimización a menudo se extienden hasta el grupo de 30 a
35 años de edad y este grupo de jóvenes adultos de más edad también debe ser tenido en cuenta al
tratar de comprender y evitar la violencia juvenil. En 2000, se produjeron a nivel mundial unos 199
000 homicidios de jóvenes (9,2 por 100 000 habitantes). En otras palabras, un promedio de 565
niños, adolescentes y adultos jóvenes de 10 a 29 años de edad mueren cada día como resultado de
la violencia interpersonal. Las tasas de homicidios varían considerablemente según la región y
fluctúan entre 0,9 por 100.000 en los países de ingreso alto de Europa y partes de Asia y el Pacífico
a 17,6 por 100 000 en África y 36,4 por 100.000 en América Latina.En México, donde las agresiones
con armas de fuego provocan más o menos el 50% de los homicidios de jóvenes, las tasas
permanecieron altas, aumentando de 14,7 por 100 000 a 15,6 por 100 000.
Entre los principales factores de la personalidad y del comportamiento que pueden predecir la
violencia juvenil están la hiperactividad, la impulsividad, el control deficiente del comportamiento y los
problemas de atención. Curiosamente la nerviosidad y la ansiedad están relacionadas negativamente
con la violencia.
2. ESTADÍSTICAS.
El estudio analiza las cifras hechas públicas por el Ministerio del Interior y la Fiscalía sobre esta
problemática. En 2017 se registraron 4.875 denuncias de violencia a menores en el ámbito familiar y
1.313 sentencias por violencia ejercida sobre menores. A pesar de que estas sean las únicas cifras
oficiales, creemos que el número real de víctimas de maltrato infantil en España sigue siendo
desconocido.
3. MANEJO.
Los pasos a seguir en un paciente con diagnóstico de un posible maltrato son los mismos que con
cualquier paciente. La diferencia radica en que en estos casos estaremos obligados a asegurar la
protección del menor y comunicarlo a las autoridades judiciales.
Ante la sospecha de que nos encontremos ante un caso de posible situación de maltrato, debemos
disponer del tiempo y del espacio adecuados para una buena atención del paciente, siendo
preferente la realización de nuestra actuación en la zona de atención ambulante (PAC) y con la
presencia de al menos otro profesional sanitario.
El código diagnóstico que utilizaremos en todos los casos será: V70.4 VALORACIÓN
MEDICOLEGAL O EXAMEN POR MOTIVOS MEDICO-LEGALES.
ANAMNESIS.
En la anamnesis debe quedar reflejado con quien acude el paciente a urgencias, quien relata la
historia y con quién se va el paciente de Urgencias.
Los datos de la anamnesis que nos deben hacer sospechar un maltrato principalmente son:
● Incoherencia de la historia: el mecanismo descrito no concuerda con las capacidades del
niño o con los hallazgos clínicos.
● Retraso en la solicitud de asistencia.
● Contradicciones en el relato.
Cuando el niño es capaz de explicar lo sucedido, la anamnesis se convierte en el pilar fundamental
para el diagnóstico ya que en muchas ocasiones es la única prueba. En estos casos deberemos
tener en cuenta una serie de aspectos importantes:
● NO repetir preguntas ni duplicar entrevistas.
● Establecer un clima de confianza y seguridad con el niño, en privado y utilizando un lenguaje
adaptado a él.
● No dudar de lo que dice el niño.
● Preguntas abiertas (no ofrecer opciones de respuesta ni preguntas de “sí o no”).
● Transcribir literalmente lo que dice el niño (incluso los nombres de personas que cite) (utilizar
frases textuales entrecomilladas).
● Buscar detalles que hagan creíble el relato (lugares, momentos, olores, colores).
EXPLORACIÓN FÍSICA.
Debe realizarse una exploración física completa, tras lo cual es muy importante la descripción precisa
de las lesiones (color, forma, tamaño, antigüedad), fotografiándolas siempre que sea posible. Es
importante no duplicar exploraciones.
Indicadores físicos de maltrato en niños:
● Lesiones cutáneo-mucosas (hematomas y contusiones, equimosis, heridas
inciso-contusas, erosiones y pinchazos): muy numerosos, se localizan en zonas no
habituales y no prominentes, y en ocasiones su forma reproduce la señal del objeto con el
que han sido infligidas (correa, hebilla, regla...). Se presentan en diferentes estadios de
evolución y/o de cicatrización. Es imprescindible precisar el momento evolutivo de la lesión
para ver si coincide con las fechas de las causas explicadas por la familia.
● Lesiones en genitales/ano: En niñas buscar signos de vulvovaginitis y alteración del himen
(diámetro del himen mayor de 1cm es sugestivo de abuso), ETS, embarazos... En la
exploración anal, alteraciones en los pliegues, fisuras, sangrados y desgarros.
● Quemaduras: localización múltiple y con frecuencia en las palmas de las manos, pies,
glúteos, genitales, periné, cara, pecho y espalda. Tienen bordes nítidos, que reproducen el
objeto con que fue quemado. Las quemaduras están ausentes de salpicaduras, y su
profundidad es homogénea. Simetría con frecuencia bilateral. Se presentan en distintos
estadíos evolutivos.
● Alopecias traumáticas: zonas de pelo sano combinado con zonas de arrancamiento de pelo
de forma intencionada. Diferentes estadíos de evolución, manifestado por diferentes larguras
de pelo sin explicación aparente. Diagnóstico diferencial con enfermedades dermatológicas
como tiña o alopecia areata.
● Mordeduras: reproducen la arcada dentaria humana en forma circular. Diagnóstico
diferencial de mordedura de un perro (>3 cm de separación entre la huella de caninos).
● Lesiones intracraneales: Las lesiones intracraneales suponen la principal causa de muerte
de los niños que han sufrido una agresión. Suelen manifestarse como un cuadro neurológico
agudo (lactante con convulsiones o trastorno agudo de la conciencia). Los hematomas
subdurales, sobre todo en ausencia de antecedente claro que lo explique, son muy
característicos del maltrato. Una pequeña hemorragia subdural interhemisférica tiene gran
especificidad, y puede confundirse con un seno sagital prominente. Asimismo, la presencia
de hemorragias retinianas (habitualmente bilaterales) en un niño menor de 2 años, sobre
todo si se asocia a hematomas subdurales, se relaciona muy directamente con el síndrome
del niño zarandeado. (Las caídas inferiores a 1,2 metros raramente dan lugar a hematomas
subdurales o a hemorragias retinianas bilaterales).
● Lesiones oculares: producidas por el impacto directo en el ojo: hemorragias retinianas,
desprendimiento de retina, hemorragias vítreas, etc.
● Lesiones osteoarticulares: fracturas múltiples en distintos estadios evolutivos de
consolidación. Asociación con otro tipo de manifestaciones cutáneas de maltrato. Mecanismo
de producción discordante con la capacidad del niño por su edad. Las fracturas de fémur,
vértebras, cráneo, y costillas si son múltiples, son sugestivas de maltrato.
● Lesiones viscerales: contusión y hematoma pulmonar; contusión esplénica y renal;
neumotórax; desgarro mesentérico y hepático, etc. Síntomas: hinchazón y dolor abdominal,
dificultad respiratoria, vómitos y/o hemorragias.
Exploración Física en el Abuso/contacto sexual:
● Hallazgos de Sospecha (Indeterminados) de Abuso/contacto sexual:
○ Muescas profundas/hendiduras en el borde posterior/inferior del himen > 50% del
ancho del himen).
○ Muescas profundas/fisuras completas en el himen a las 3 o las 9 en las
adolescentes.
○ Borde suave e ininterrumpido de himen entre las 4 y las 8, de 1 mm de ancho al
examen en posición prona rodilla-pecho.
○ Lesiones similares a verrugas en el área genital/anal.
○ Lesiones vesiculares/úlceras en el área genital/anal.
○ Dilatación anal hasta un diámetro > 2 cm, en ausencia de otros factores
predisponentes.
○ Condiloma acuminado genital o anal.
○ Herpes tipo 1 o 2 en el área genital/anal sin otros indicadores de abuso sexual.
● Hallazgos Diagnósticos de Abuso/contacto sexual (Excluyendo lesiones accidentales):
○ Lesión traumática aguda externa (laceraciones / hematomas en la zona anogenital
externa: labios, horquilla posterior, pene, escroto, tejidos perianales.
○ Lesiones residuales (cicatrización): cicatriz perianal, cicatriz de horquilla posterior.
○ Lesiones indicativas de traumatismo penetrante por fuerza brusca (laceraciones /
hematomas en el himen, laceración perianal, transección del himen, pérdida del
tejido del himen).
○ Presencia de infección (prueba positiva para gonorrea, clamidia, tricomonas, sífilis o
VIH).
○ Esperma (identificado en muestras tomadas directamente del cuerpo del niño).
○ Embarazo Confirmado.
○ Otro (mutilación genital femenina).
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS.
En Urgencias se realizarán las exploraciones complementarias que se consideren según los
hallazgos de la anamnesis y exploración. Las exploraciones que podrían realizar principalmente son:
Ante sospecha de Maltrato:
● Hemograma, hemostasia: Para descartar otras enfermedades causantes de las lesiones.
● CPK, transaminasas: Pueden estar elevadas en niños sometidos de forma regular a
magulladuras y lesiones musculares.
● Serie ósea: Realizar en mayores de un año con cualquier lesión de maltrato físico, y en
menores con signos muy evidentes de negligencia, aunque no presente lesiones.
● Fondo de ojo: Importante realizarlo ante cualquier sospecha de maltrato físico en menores
de 2 años.
● TAC craneal: Realizar ante sospecha de TCE NO accidental en menores de 2 años, aunque
no haya signos neurológicos. También debe valorarse su realización en ausencia de TCE y
exploración neurológica normal, en casos de sospecha de maltrato y presencia de factores
de riesgo elevado (fracturas costales, fracturas múltiples, lesiones faciales, o menores de 6
meses).
En caso de abuso sexual.
Si el abuso sexual ha sido hace menos de 72 h, y ha habido contacto de la piel del agresor con la piel
de la víctima, contacto con secreciones, o han sido múltiples agresores, se realizará toma de
muestras bajo las indicaciones del médico forenseLas muestras se deben recoger de acuerdo al
BOE no 122, del 19 de mayo del 2010 (No deben remitirse al laboratorio del hospital, sino que serán
custodiadas por la policía judicial). La toma de muestra se llevará a cabo con la presencia de cirugía
pediátrica que valorará si requiere la presencia del servicio de ginecología.
En función del tipo de agresión, se recogerán las siguientes muestras:
● Tóxicos en sangre/orina si se sospecha de sumisión química.
● Recogida de la ropa de la víctima y guardar en bolsas individualizadas.
● Si el agresor ha besado o ha rozado con su piel a la víctima, recogida de muestras con un
hisopo de las zonas afectadas.
● Uñas: restos en zona subungueal y corte de uñas.
● Muestras bucales, anales y/o vaginales:
○ Penetración bucal: dos hisopos en zona yugal y dos peridentales. Después enjuague
bucal.
○ Penetración vaginal: dos hisopos de zona vulvar, dos en vagina, dos en fondo de
saco, dos en cuello uterino. Posteriormente, lavado vaginal.
○ Penetración anal: dos hisopos en zona perianal y dos en zona anal.
● Respecto a la detección de ETS, serán indicaciones de recogida:
○ Contacto sexual genital-anal, no digital.
○ Perpetrador del abuso con historia conocida de ETS o múltiples parejas.
○ Comunidad con elevada prevalencia de ETS.
○ Hallazgos clínicos: signos y síntomas de ETS, penetración traumática, historia
familiar de ETS.
○ Pacientes que soliciten estudio o preocupación por ETS.
● Respecto a la probabilidad de que una ETS pueda ser debida a abuso sexual; es segura ante
la presencia de gonorrea o sífilis, muy sospechosa en el caso de tricomonas, VIH, VHB,
herpes y clamidias, posible en el caso de Gardnerella vaginalis, condilomas y escabiosis.
Si el abuso sexual ha ocurrido hace más de 72 h, se realizarán cultivos para la detección de ETS,
junto con un análisis de sangre que incluya:
● Serologías:
○ VHB: HBsAg y anti-HBc.
○ VHC: anti-VHC.
○ VIH: anti-VIH (6, 12, 24 semanas).
○ Sífilis: VDRL y FTA-ABS (6, 12, 24 semanas).
○ Virus del herpes simple tipo II y HPV.
● Test de embarazo en adolescentes.
TRATAMIENTO
En caso de abuso sexual, cuando el abuso se haya producido dentro de las últimas 72 horas
debemos:
● Prevención de Enfermedades de transmisión sexual:
○ Profilaxis para gonococia, clamidia, trichomona y sífilis en posible incubación:
■ Ceftriaxona im dosis única <45kg: 125mg, >45Kg 250mg.
■ Azitromizina 1g vo dosis única (en < 7 años 20 mg/kg dosis única vo,
máximo 1 g).
■ Metronidazol 2g vo dosis única (en < 7 años 15 mg/kg/día cada 8 horas vo 7
días, máx. 4g/día).
■ Para el tratamiento del lúes se recomienda esperar al resultado de la
serología y en caso de ser necesario, se le pautará en la visita al Servicio de
Medicina Preventiva.
● Profilaxis postexposición frente al VIH: Considerar las profilaxis siguiendo las
recomendaciones de la SPNS/GESIDA/ AEP/CEEISCAT/SEMP sobre profilaxis
postexposición frente al VIH, VHB y VHC en niños y adultos.
● Profilaxis de embarazo en adolescentes:
○ Para agresiones de hasta 72 horas: Levonorgestrel un comprimido 1,5mg vo dosis
única.
○ En caso de agresiones entre 72 horas y 5 días: Acetato de Ulipristal un comprimido
30mg vo dosis única.
● Profilaxis frente al virus de la Hepatitis B en niños no vacunados, ante duda:
○ Administrar gammaglobulina antiB im y 1º dosis de vacuna VHB.
● Profilaxis antitetánica:
○ Su aplicación depende de la existencia de heridas inciso-contusas, así como la
existencia de vacunación previa.
En el resto de casos, el tratamiento necesario según hallazgos clínicos.
D VIOLENCIA DE GÉNERO.
1. DEFINICIONES.
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como: “Todo acto de violencia de género
que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer,
inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se
producen en la vida pública como en la privada”.
En España la Ley Orgánica 1/2004 Artículo 1, de Protección Integral contra la Violencia de
Género define la violencia de genero como: “Todo acto de violencia (…) que, como manifestación
de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las
mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes
estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia. (…)
que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la
mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto
si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Otros definen la violencia de género como un desequilibrio de poder y se lleva a cabo con la
intención de humillar y hacer que una persona o grupo de personas se sienta inferior y / o
subordinado. Es un tipo de violencia física, psicológica, simbólica e institucional, ejercida contra
cualquier persona o grupo de personas sobre la base de su orientación o identidad sexual, sexo o
género que impacta de manera negativa en su identidad y bienestar social, físico, psicológico o
económico. Esta definición contempla que el género es más que ser hombre o mujer: alguien puede
nacer con características sexuales femeninas pero identificarse como hombre, o como hombre y
mujer al mismo tiempo, o en ocasiones como ni hombre ni mujer. Las personas LGBT (lesbianas,
gays, bisexuales, transgénero y otras personas que no se ajustan a la norma heterosexual o a las
categorías binarias de género tradicionales) también sufren violencia basada en su orientación sexual
real o percibida, y/o identidad de género. Por esa razón, la violencia contra esas personas entra
dentro del ámbito de las estadísticas de la violencia de género. Además, los hombres también
pueden ser blanco de violencia de género.
2. ESTADÍSTICAS.
En 2020 hubo en España 78.886 llamadas al 016 por Violencia de Género. Se tramitaron 150.804
denuncias por Violencia de Género. Hubo 45 víctimas mortales durante el año 2020, con un
acumulado desde 2003 de 1078 víctimas mortales. Por otro lado, hubo una saldo de 26 menores
huérfanos menores de 18 años víctimas de violencia de género.
3. TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.
En la actualidad se definen diferentes formas de violencia contra las mujeres:
Violencia física: Comprende cualquier acto no accidental que implique el uso deliberado de la
fuerza, como bofetadas, golpes, palizas, empujones, heridas, fracturas o quemaduras, que
provoquen o puedan provocar una lesión, daño o dolor en el cuerpo de la mujer. Es importante no
olvidar que cualquier forma de violencia física es también una violencia psicológica.
Violencia sexual: Ocurre siempre que se impone a la mujer, mediante el chantaje, las amenazas o la
fuerza, un comportamiento sexual contra su voluntad, se produzca por parte de su pareja o por otras
personas. Existen diferentes manifestaciones de violencia sexual:
Violencia sexual que no implica contacto corporal: Exhibicionismo, forzar a ver material
pornográfico, mensajes obscenos por correo electrónico o telefónicos, gestos y palabras obscenos,
insultos sexistas, acoso sexual, proposiciones sexuales indeseadas, voyeurismo.
Violencia sexual con contacto corporal: Tocamientos, la imposición de relaciones
sexuales o prácticas no deseadas, obligar a adoptar posturas que la mujer considera degradantes.
Violación.
Violencia contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres: Incluye
cualquier actuación que restrinja a las mujeres el ejercicio de su derecho a la salud sexual y
reproductiva, afectando su libertad para disfrutar de una vida sexual sin riesgos para su salud, así
como ejercer libremente su derecho a la maternidad.
Las agresiones sexuales comprenden cualquier atentado contra la libertad sexual, realizado con
violencia o intimidación. Dentro de éstas se encuentra la violación: cuando la agresión sexual
consiste en la introducción del pene por vía vaginal, anal o bucal o la introducción de cualquier clase
de objeto o miembro corporal (ej.: los dedos) por vía vaginal o anal. Pero también existe agresión
sexual cuando se atenta contra la libertad sexual de la mujer, aunque ello no implique contacto físico
entre ésta y el agresor (obligarla a masturbarse o a mantener relaciones sexuales con otras
personas). Los abusos sexuales comprenden también cualquier atentado contra la libertad sexual de
otra persona, pero realizado sin violencia ni intimidación, aunque siempre sin que medie el
consentimiento de dicha persona. Se consideran abusos sexuales no consentidos (además de los
que se ejecuten sobre menores de 13 años) aquellos en los que el consentimiento se obtiene
prevaliéndose el responsable, de una situación de superioridad manifiesta que coarte la libertad de la
víctima.
El acoso sexual es también una forma de violencia contra las mujeres. Se produce a través de
comportamientos verbales, no verbales o físicos, de índole sexual, no deseados por la mujer, que
tengan como objeto o produzcan el efecto de atentar contra su dignidad, o le creen un entorno
intimidatorio, hostil, degradante, humillante, ofensivo o molesto. El acoso sexual puede producirse en
el ámbito de una relación laboral, docente o de prestación de servicios, incluso prevaliéndose de una
situación de superioridad o jerárquica o de la vulnerabilidad de la víctima. También puede producirse
en las pandillas, grupos de amigos y amigas, a nivel familiar o de vecindario.
Los delitos contra la libertad e integridad sexual se hallan tipificados en el título VIII del Libro II del
Código Penal. Existen además, otras formas de violencia sexual contra las mujeres, como la
mutilación genital femenina (MGF), la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, entre
otras. Estas formas de violencia también son violencia de género, pero debido a sus especiales
características requieren de un protocolo específico.
Violencia psicológica: Conducta intencionada y prolongada en el tiempo, que atenta contra la
integridad psíquica y emocional de la mujer y contra su dignidad como persona, y que tiene como
objetivo imponer las pautas de comportamiento que el hombre considera que debe tener su pareja.
Sus manifestaciones son: las amenazas, insultos, humillaciones o vejaciones, la exigencia de
obediencia, el aislamiento social, la culpabilización, la privación de libertad, el control económico
(violencia económica), el chantaje emocional, el rechazo o el abandono. Este tipo de violencia no es
tan visible como la física o la sexual, es más difícil de demostrar, y en muchas ocasiones no es
identificada por la víctima como tal sino como manifestaciones propias del carácter del agresor.
Algunas de estas formas de violencia pueden considerarse específicas para determinados grupos
vulnerables, como por ejemplo la omisión de cuidados o la medicación negligente en el caso de
mujeres con discapacidad, mayores o con enfermedad mental grave.
4. CAUSAS.
La violencia contra las mujeres es estructural. La violencia no se debe a rasgos singulares y
patológicos de una serie de individuos, sino que tiene rasgos estructurales de una forma cultural de
definir las identidades y las relaciones entre los hombres y las mujeres. La violencia contra las
mujeres se produce en una sociedad que mantiene un sistema de relaciones de género que perpetúa
la superioridad de los hombres sobre las mujeres y asigna diferentes atributos, roles y espacios en
función del sexo.
En definitiva, el factor principal de riesgo para la violencia contra las mujeres es, precisamente, el
hecho de ser mujer. La violencia contra las mujeres es además instrumental. El poder de los
hombres y la subordinación de las mujeres, que es un rasgo básico del patriarcado, requiere de algún
mecanismo de sometimiento. En este sentido, la violencia contra las mujeres es el modo de afianzar
ese dominio.
5. EL PROCESO DE VIOLENCIA.
La Teoría del Ciclo de la Violencia de Leonor Walker plantea que este fenómeno comprende tres
fases:
Acumulación de tensión: Se caracteriza por una escalada gradual de la tensión, donde la
hostilidad del hombre va en aumento sin motivo comprensible y aparente para la mujer. Se intensifica
la violencia verbal y pueden aparecer los primeros indicios de violencia física. Se presentan como
episodios aislados que la mujer cree puede controlar y que desaparecerán. La tensión aumenta y se
acumula.
Explosión o agresión: Estalla la violencia y se producen agresiones físicas y/o psicológicas
y/o sexuales. Es en esta fase donde la mujer suele denunciar o pedir ayuda.
Calma o reconciliación o «luna de miel»: En esta fase el agresor manifiesta que se
arrepiente y pide perdón a la mujer. Utiliza estrategias de manipulación afectiva (regalos, caricias,
disculpas, promesas) para evitar que la relación se rompa. Por lo tanto, esta estrategia por parte de
la pareja, provoca que la mujer, termine pensando que todo cambiará.
6. HIJOS E HIJAS DE MUJERES EN RELACIONES DE VIOLENCIA DE GÉNERO.
Los hijos e hijas de las mujeres que están sufriendo violencia física, sexual o emocional por sus
parejas o exparejas, son víctimas directas de la Violencia de Género, siempre. La exposición
reiterada a un ambiente de maltrato hacia la madre, constituye una forma grave de maltrato
psicológico hacia las hijas e hijos a su cargo, que están expuestas/os a una amplia gama de
experiencias que incluye:
● Observar a su madre mientras está siendo maltratada, amenazada o incluso asesinada.
● Ver moratones, cortes u otras lesiones en su madre, o ser testigos de las consecuencias
emocionales de la violencia, como el miedo o la intimidación, el estrés, ansiedad y depresión,
sin haber sido testigos directos de actos de violencia.
● Presenciar comportamientos violentos, agresivos e incluso crueles, sabiendo que proceden
de su padre o de otro varón con significado de figura paterna.
● Escuchar desde otra parte de la casa golpes, gritos, amenazas, rotura de objetos y cualquier
otra forma de violencia.
● Experimentar las diferentes etapas del proceso de la violencia, no pudiendo predecir si se va
a producir un comportamiento violento, viviendo en un clima de inseguridad emocional.
● Presenciar la desautorización, desvalorización y descalificación de su madre como figura
materna.
● Experimentar sentimientos de miedo, ansiedad, inseguridad, impotencia, desprotección y
desamparo, que genera vivir en un ambiente de enorme tensión y hostilidad donde se está
produciendo la violencia.
● Sufrir amenazas de daño o muerte, chantajes y manipulación.
● Estar en riesgo de sufrir violencia directa, física, emocional y sexual.
● Enfrentarse a la violencia para protegerse o defender a su madre, interponerse entre el
agresor y su madre, con el riesgo de sufrir daños y lesiones o incluso la muerte.
● Presenciar la intervención de la policía, la detención de su padre, acudir a juicios o pruebas
periciales, tener que abandonar el domicilio o convivir en un centro de acogida.
● Enfrentar la experiencia de la pérdida de su madre, padre o ambos por una muerte violenta.
Por lo tanto, en el caso de detección de una situación de Violencia de Género, si la mujer tiene hijas
e hijos, es necesario tener presente que requieren de una especial atención desde el sistema
sanitario, adquiriendo el personal de Pediatría un papel de gran relevancia, así como la coordinación
con las y los profesionales de Trabajo Social dentro del equipo integral de salud.
7. MUJERES EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD.
Embarazo: en el contexto de una relación de Violencia de Género, el embarazo es una etapa de
especial vulnerabilidad y de especial riesgo. En ocasiones es en esta etapa cuando la violencia
empieza a ser franca y evidente. Asimismo, un porcentaje importante de malos tratos por parte de la
pareja se inician en este periodo, incluida la violencia física y sexual. A su vez, el embarazo añade
dificultad a las posibilidades de separarse de la pareja. El maltrato constituye además, un factor de
riesgo gestacional, motivo por el que todo embarazo en una mujer que sufre malos tratos se
considera de alto riesgo, lo que significa un aumento de la morbimortalidad materna y perinatal.
Discapacidad: las mujeres con alguna discapacidad física, sensorial o psicológica se encuentran en
una situación de especial vulnerabilidad a la violencia física, sexual y psicológica, por tener, con
mayor probabilidad:
● Menor capacidad para defenderse.
● Mayor dificultad para expresarse.
● Menor credibilidad en su relato, especialmente en mujeres con trastorno mental grave. Menor
acceso a la información, asesoramiento y a los recursos de forma autónoma.
● Mayor dependencia de terceras personas.
● Más dificultades de acceso al trabajo remunerado y a la educación.
● Menor autoestima y menosprecio de su propia imagen.
● Miedo a perder los vínculos que le proporcionan cuidados.
● Menor independencia y mayor control económico.
Inmigración: en las mujeres inmigrantes, además pueden confluir condiciones que deter-
minan una especial vulnerabilidad:
● La precariedad económica y laboral.
● Situaciones administrativas irregulares y el miedo a ser expulsadas del país.
● Mayores dificultades de comunicación y expresión debido a las barreras idiomáticas.
● Mayor dificultad de acceso a los recursos sociosanitarios.
● En algunos casos, la posibilidad de haber sufrido además, otras formas de violencia a lo
largo de su vida y su proceso migratorio (abusos y agresiones sexuales, explotación sexual y
trata, conflictos bélicos, cárcel y tortura, pobreza, etc.).
● Ausencia o escasa red de apoyo familiar y social, especialmente en mujeres recién llegadas
al país.
● Desconocimiento de sus derechos y de los recursos.
● Prejuicios, actitudes discriminatorias y desconfianza de profesionales de diversos ámbitos.
● En las situaciones de solicitud de reagrupación de menores, temor a la paralización del
expediente si se produce la separación de la pareja.
● A la consulta sanitaria pueden llegar niñas y mujeres que han sufrido además, otra de las
formas de violencia de género, como es la mutilación genital (MGF), hecho altamente
traumático con profundas huellas emocionales y graves consecuencias en todos los ámbitos
de la salud. El estigma y la vergüenza son factores poderosos que muchas veces frenan a
estas mujeres a la hora de buscar ayuda.
Mujeres Mayores: en las mujeres mayores pueden confluir factores que aumentan la vulnerabilidad
a la violencia de género, conllevan una mayor dependencia y dificultan las posibilidades de poner fin
a una relación de maltrato:
● Pueden haber estado sufriendo maltrato durante muchos años, aún sin ser conscientes de
ello, desarrollando sentimientos de indefensión, incapacidad e impotencia que les impiden
plantearse alternativas a su situación.
● En la etapa de la jubilación, el número de horas de convivencia con la pareja aumenta, y
algunos hombres tratan de tener un mayor control sobre el tiempo, las actividades y
relaciones de las mujeres, exigiendo, con violencia, su disponibilidad y presencia para
acompañarles y atenderles.
● Es frecuente la dependencia económica de la pareja e ingresos escasos procedentes de
pensiones, que impiden que las mujeres se planteen como posibilidad la separación de la
pareja y el inicio de una vida autónoma e independiente.
● En esta etapa de la vida, hay mujeres que pierden el apoyo cotidiano de sus hijos o hijas
cuando éstos/tas se independizan, e incluso cambian de ciudad, lo que las enfrenta a vivir
una violencia sin testigos ni mediación.
● Algunas mujeres se ven en la circunstancia de tener que cuidar a su pareja, de la que han
recibido y continúan recibiendo malos tratos, por encontrarse ésta en situación de
dependencia y/o enfermedad crónica.
Medio Rural: además de las barreras comunes a todas las mujeres en la revelación y denuncia de la
situación de maltrato, vivir en el medio rural añade otras dificultades tanto para la detección, como
para la intervención:
● Dificultades de acceso a los recursos por su dispersión y lejanía.
● Mayor control social, es más difícil el anonimato. El hecho de denunciar puede tener
repercusiones en las relaciones con la comunidad.
● Mayores dificultades para la protección. En pequeños municipios, las órdenes de alejamiento
son difíciles de cumplir.
● Mayor riesgo de inhibición profesional por el control social.
● Menor posibilidad de independencia económica.
Mujeres en situación de exclusión social: la feminización de la pobreza conduce a las mujeres a
experimentar situaciones de exclusión social. Una parte significativa de mujeres solas con cargas
familiares, mujeres que están en prisión o han salido de ella, mujeres que ejercen la prostitución,
mujeres con drogodependencias graves, pueden encontrarse experimentando este tipo de
situaciones. Habitualmente acumulan varios factores de desventaja social, que contribuyen no sólo a
una mayor vulnerabilidad a sufrir violencia de género, sino a aumentar las dificultades para salir de
ella:
● Analfabetismo o niveles muy bajos de instrucción social, escasa o nula cualificación laboral,
precariedad en la vivienda, problemas graves en la esfera de las relaciones personales y/o
familiares, carecer o tener muy limitada la autonomía económica.
● Tener asociadas otras circunstancias adversas: problemas importantes de salud o
discapacidades, baja autoestima, sentimientos de rechazo social, vergüenza, impotencia,
desesperanza, carencia de habilidades sociales, que disminuyen la capacidad de
autodeterminación necesaria para afrontar una separación.
● Tener en la práctica, menor acceso a los servicios de ayuda.
● Ausencia de redes sociales de apoyo o vínculos demasiado precarios.
8. CONSECUENCIA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA SALUD.
Consecuencias en la salud de las mujeres:
CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA SALUD DE LAS MUJERES.
CONSECUENCIAS FATALES.
● Muerte (por homicidio, suicidio, etc).
CONSECUENCIAS EN LA SALUD FÍSICA.
● Lesiones diversas: contusiones, traumatismos, heridas, quemaduras, etc., que pueden
producir discapacidad.
● Deterioro funcional.
● Síntomas físicos inespecíficos (por ejemplo cefaleas).
● Peor Salud.
CONSECUENCIAS EN CONDICIONES CRÓNICAS DE SALUD.
● Dolor crónico.
● Síndrome de intestino irritable.
● Otros trastornos gastrointestinales.
● Trastornos del sueño.
● Discapacidades.
CONSECUENCIAS EN LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA.
● Por relaciones sexuales forzadas: perdida del deseo sexual, trastornos menstruales,
enfermedades de transmisión sexual incluida infección por VIH, sangrado y fibrosis
vaginal, dispaneuria, dolor pélvico crónico, infección urinaria, cáncer de cervix, embarazo
no deseado.
● Por maltrato durante el embarazo: embarazo de alto riesgo, mayor mortalidad materna,
anemia, hemorragia vaginal, amenaza de aborto, aborto, muerte fetal, parto prematuro,
bajo peso al nacer, mayor mortalidad perinatal.
CONSECUENCIAS EN LA SALUD PSÍQUICA.
● Depresión.
● Ansiedad.
● Trastorno por estrés postraumático.
● Trastornos de la conducta alimentaria (bulimia, anorexia).
● Trastornos psicopatológicos.
● Intentos de suicidio, autolesiones.
● Abuso de alcohol, drogas y psicofármacos.
● Dependencia psicológica del agresor (Síndrome de Estocolmo).
CONSECUENCIAS EN LA SALUD SOCIAL.
● Aislamiento social.
● Pérdida de empleo.
● Absentismo laboral.
● Disminución del número de días de vida saludable.
● Cambio de domicilio y/o ciudad forzado por la necesidad de protegerse.
Consecuencias en la salud de los hijos e hijas:
CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA SALUD DE LOS HIJOS E HIJAS.
CONSECUENCIAS FATALES.
● Muerte por homicidio, o como resultado de interponerse entre el agresor y su madre para
intentar frenar la violencia.
CONSECUENCIAS EN LA SALUD FÍSICA.
● Daños y lesiones.
● Riesgo de alteración de su desarrollo integral: retraso del crecimiento, disminución de las
habilidades motoras, retraso en el lenguaje, síntomas regresivos.
● Alteraciones del sueño y la alimentación.
● Mayor frecuencia de enfermedades psicosomáticas.
CONSECUENCIAS EN LA SALUD PSICOSOCIAL.
● Ansiedad, depresión, baja autoestima.
● Trastorno de estrés postraumático.
● Déficit de atención y concentración, hiperactividad.
● Dificultades de aprendizaje y socialización, habilidades sociales escasas, bajo rendimiento
escolar.
● Problemas de conducta social: Adopción de comportamientos de sumisión o violencia con
sus compañeros o compañeras.
● Comportamientos de riesgo.
● Inhibición y aislamiento.
● Adicciones.
● Parentalización. Asunción de roles de protección de hermanos y hermanas o de su madre.
● Trastornos psicopatológicos.
CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO O VIOLENCIA TRANSGENERACIONAL.
Si no se ha producido un proceso de elaboración de las experiencias vividas a traves de una
intervención profesional o de otras formas, la evidencia científica disponible señala que hay mayor
probabilidad de:
● Conductas agresivas de hijos varones hacia las madres, aprendidas de los hombres
violentos del propio contexto familiar.
● Maltrato a sus parejas en las edades adultas en los varones.
● Mayor tolerancia al maltrato en las mujeres.
Consecuencias en el entorno relacional de la mujer: el hecho de conocer la existencia de una
relación de maltrato, afecta también a personas del entorno cercano con las que la mujer mantiene
vínculos afectivos, laborales y/o sociales (familiares, amistades, vecindario), teniendo una especial
repercusión en personas dependientes de la mujer y/o convivientes, quienes sufren además los
efectos de la violencia de género sin tener la capacidad de terminar con la situación, experimentando
sentimientos de rabia e impotencia. También pueden producirse sentimientos de culpa en familiares
por mantener actitudes pasivas o haber aconsejado mantener la relación a pesar de la violencia. A su
vez, tener conocimiento de que otra mujer está viviendo una relación de maltrato afecta también a las
mujeres que son o han sido víctimas de violencia de género, que pueden re-experimentar su
situación y desarrollar de nuevo sintomatología.
Consecuencias en el personal sanitario: escuchar los relatos de violencia, ser testigos/as del
sufrimiento y los daños físicos y emocionales en las mujeres y en sus hijas e hijos, provocados por
alguien de quienes se espera amor, cuidado y protección, no deja indiferente al personal sanitario.
Produce sentimientos de dolor, tristeza, rabia, agresividad, impotencia y afecta a la idea que tengan
del mundo y las relaciones. Todo ello puede repercutir también en la práctica asistencial. Por eso es
importante disponer de herramientas metodológicas para el abordaje de la violencia de género,
formación y apoyo o seguimiento continuos, coordinación y trabajo en equipo interdisciplinario, así
como desarrollar estrategias de autoconciencia y autocuidado a fin de que el impacto emocional que
el tratar a víctimas de maltrato, no repercuta negativamente en la toma de decisiones sobre la
víctimas, ni en el equilibrio emocional de las y los profesionales.
9. ACTUACIÓN EN ATENCIÓN PRIMARIA Y ESPECIALIZADA.
Para su abordaje se considera prioritaria la detección precoz desde los servicios sanitarios, es decir,
adelantar el diagnóstico y realizar una intervención temprana. Las características de accesibilidad,
contacto directo y continuado de los servicios de atención primaria y el hecho de contar con equipos
multidisciplinares, puede facilitar de forma significativa esta detección precoz. Las mujeres que
consultan en la red de salud mental y drogodependencias tienen alta probabilidad de estar sufriendo
violencia de género. Es bastante frecuente que no tengan conciencia de su situación de maltrato, que
la minimicen, o que no hablen de ello por diversos motivos y que tampoco relacionen su problemática
de salud con la violencia de género vivida. Por tanto, los equipos de estos servicios deben también
preguntar de forma sistemática sobre las experiencias de violencia.
Detección.
En Atención Primaria, cualquier profesional sanitario debe investigar la posibilidad de maltrato en
toda mujer que acude a consulta y no figure en su historia que se le haya preguntado. Se debe
preguntar siempre que las condiciones de seguridad lo permitan y observando las normas que se
aconsejan al respecto (no presencia de la pareja en la consulta, condiciones de confidencialidad).
Existen múltiples dificultades para reconocer la violencia de género, tanto por las mujeres
que la sufren, como por parte de profesionales del sistema sanitario. Tienen que ver con factores
sociales, como son los mitos y estereotipos creados por la cultura, con factores psicológicos como el
temor a enfrentar los miedos y el dolor emocional y además, en profesionales, se puede sumar la
falta de formación en esta materia. Las dificultades son todavía mayores en el caso de mujeres con
discapacidades que dependen de su pareja incluso para su cuidado, de mujeres migrantes en
situación administrativa irregular y/o con barreras idiomáticas, o en caso de vivir en el medio rural,
donde el acceso a los recursos y a la protección puede estar más limitado; también en las mujeres
mayores de 65 años y especialmente las ancianas, en mujeres con enfermedad mental grave, en
mujeres que ejercen la prostitución, mujeres drogodependientes y cualquier otra circunstancia que
las coloque en situación de exclusión social.
Indicadores de sospecha y situaciones de vulnerabilidad:
INDICADORES DE SOSPECHA EN LOS ANTECEDENTES Y CARACTERÍSTICAS DE LA
MUJER.
ANTECEDENTES DE VIOLENCIA.
● Haber vivido otras relaciones de maltrato en la pareja.
● Haber sufrido o presenciado malos tratos en la infancias, abusos y/o agresiones sexuales.
ANTECEDENTES PERSONALES Y HÁBITOS DE VIDA.
● Lesiones frecuentes.
● Otros problemas de salud frecuentes: dolores, trastornos del sueño y la alimentación.
● Abuso de alcohol, psicofármacos u otras drogas.
PROBLEMAS GINECO-OBSTÉTRICOS.
● Ausencia de control de fecundidad (muchos embarazos, embarazos no deseados o no
aceptados).
● Presencia de lesiones en genitales, abdomen o mamas durante los embarazos.
● Dispareunia, dolor pélvico, infecciones ginecológicas de repetición, anorgasmia,
dismenorrea.
● Historia de abortos repetidos.
● Hijos con bajo peso al nacer.
● Retraso en la solicitud de atención prenatal.
SÍNTOMAS PSICOLÓGICOS.
● Insomnio. Depresión. Ansiedad. Trastorno de estrés postraumático. Intentos de suicidio.
Baja autoestima. Agotamiento psíquico. Irritabilidad. Trastornos de la conducta alimentaria.
Labilidad emocional.
ASPECTOS SOCIALES.
● Aislamiento, escasas relaciones y actividades fuera de la familia, baja laborales.
SÍNTOMAS FÍSICOS FRECUENTES.
● Cefalea. Cervicalgia. Dolor crónico en general. Mareos. Molestias gastrointestinales
(diarrea, estreñimiento, dispepsia, vómitos, dolor abdominal). Molestias pélvicas.
Dificultades respiratorias.
UTILIZACIÓN DE SERVICIOS SANITARIOS.
● Existencia de periodos de hiperfrecuentación y otros de abandono. Íncumplimiento de citas
o tratamientos.
● Uso repetitivo de los servicios de urgencias.
● Frecuentes hospitalizaciones.
● Acudir con la pareja cuando antes no lo hacía.
SITUACIONES DE MAYOR VULNERABILIDAD.
● Situaciones de cambio vital: embarazo y puerperio, noviazgo, separación, jubilación propia
o de la pareja.
● Situaciones que aumentan la vulnerabilidad: Tener hijas o hijos y personas dependientes a
su cargo. Aislamiento tanto familiar como social. Migración, tanto interna o nacional como
extranjera. Enfermedad discapacitante. Dependencia física y desempleo. Ausencia de
habilidades sociales.
● Situaciones de exclusión social.
● Infección por VIH
INFORMACIÓN DE QUE LA MUJER ESTÁ SIENDO VÍCTIMA DE MALOS TRATO A TRAVÉS
DE:
● Familiares, amistades, profesionales del sistema sanitario u otras instituciones.
INDICADORES DE SOSPECHA DURANTE LA CONSULTA.
CARACTERÍSTICAS DE LAS LESIONES.
● Retraso en la demanda de asistencia de lesiones físicas.
● Incongruencia entre el tipo de lesión y la explicación de la causa.
● Hematomas o contusiones en zonas sospechosas: cara/cabeza, brazos o muslos.
● Lesiones por defensa (antebrazos y región dorsal).
● Lesiones en diferentes estadios de curación que indican violencia de largo tiempo de
evolución.
● Lesiones en genitales.
● Lesiones durante el embarazo en genitales, abdomen y mamas.
● Lesión típica: rotura timpánica).
ACTITUD DE LA MUJER.
● Temerosa, evasiva, incómoda, nerviosa, se altera por ejemplo al abrirse la puerta.
● Rasgos depresivos: triste, desmotivada, desilusionada, sin esperanza.
● Autoestima baja.
● Sentimientos de culpa.
● Estado de ansiedad o angustia, irritabilidad.
● Sentimientos de vergüenza: retraimiento, comunicación difícil, evitar mirar a la cara.
● Vestimenta que puede indicar la intención de ocultar lesiones.
● Falta de cuidado personal.
● Justifica sus lesiones o quita importancia de las mismas.
● Si está presenta su pareja: Respuesta temerosa, busca constantemente su aprobación.
ACTITUD DE LA PAREJA.
● Solicita estar presente en toda la visita.
● Muy controlador, siempre contesta él o, por el contrario, despreocupado, despectivo o
intentando banalizar los hechos.
● Excesivamente preocupado o solícito con ella o con el profesional.
● A veces colérico u hostil con ella o con el profesional.
DURANTE EL EMBARAZO.
● Inicio tardío de las visitas de control prenatal.
● Consulta frecuente por disminución de la percepción del movimiento del bebé.
● Lesiones en zona abdominal y otras partes sin justificación adecuada o minimización de la
importancia.
● Accidentes o lesiones físicas durante el embarazo.
● Embarazo en la adolescencia.
● Poco o ningún interés en asistir a las clases de preparación para la maternidad y
paternidad.
● Antecedentes: abortos de reptición, bajo peso al nacer, sufrimiento fetal.
DURANTE EL PUERPERIO.
● Desgarros y dehiscencia de la episiotomía.
● Mala o lenta recuperación postparto.
● Petición de anticonceoción lo antes posible por presion de la pareja a reiniciar relaciones
sexuales.
● Mayor incidencia de hipogalactia y fracaso de la lactancia natural.
● Depresión post parto que no remite, con ansiedad en la relación madre-bebe.
● Retraso en la visita neonatal.
Cuando el personal sanitario sospecha que una mujer puede ser víctima de maltrato, deberá
confirmar o descartar la situación de violencia. Para ello es preciso realizar una entrevista clínica
específica.
RECOMENDACIONES PARA LA ENTREVISTA CLÍNICA A LA MUJER ANTE SOSPECHA DE
MALTRATO.
● Ver a la mujer sola, asegurando la confidencialidad. En el caso de que tenga hijos e hijas,
velar para que no estén presentes en la entrevista.
● Observar las actitudes y estado emocional (a través del lenguaje verbal y no verbal).
● Facilitar la expresión de sentimientos.
● Mantener una actitud empática, que facilite la comunicación, con una escucha activa.
● Seguir una secuencia lógica de preguntas más generales e indirectas a otras más
concretas y directas.
● Abordar directamente el tema de la violencia.
● Expresar claramente que nunca está justificada la violencia en las relaciones humanas.
EN EL CASO DE SUFRIR MALOS TRATOS.
● Hacer sentir a la mujer que NO es culpable de la violencia que sufre.
● Creer el relato de la mujer, sin poner en duda la interpretación de los hechos, sin emitir
juicios, intentando quitar miedo a la revelación del abuso.
● Ayudarle a pensar, a ordenar sus ideas y a tomar decisiones.
● Alertar a la mujer de los riesgos y aceptar su elección.
● No dar la impresión de que todo se va a arreglar fácilmente.
● No dar falsas esperanzas.
● NO criticar la actitud o ausencia de respuesta de la mujer con frases como: “¿Por qué
sigue con él?; Si usted quisiera acabar, se iría...”.
● NO infravalorar la sensación de peligro expresada por la mujer.
● NO recomendar terapia de pareja ni mediación familiar.
● NO prescribir fármacos que disminuyan la capacidad de reacción de la mujer. y cuando
sean necesarios, hacerlo con estricto control médico.
● NO adoptar una actitud paternalista.
● NO imponer criterios o decisiones.
Valoración.
Una vez que la mujer reconoce estar en una situación de maltrato y/o presenta indicadores de
sospecha, se debe proceder a realizar:
- Una valoración integral que incluya: exploración minuciosa de las lesiones, de su estado
emocional y de su situación social, informándole de las exploraciones que se realizan y de su
finalidad.
- Se evaluará si se encuentra en situación de peligro extremo.
- Se explorarán las expectativas de la mujer y la situación en la que se encuentra en relación a
la toma de decisiones de cambios en su vida, aspectos que son muy importantes de cara a
adaptar la intervención a la situación de la mujer.
La coordinación entre profesionales de los equipos de Atención Primaria con los hospitales, con los
servicios sociales y los cuerpos de seguridad o justicia, es necesaria en el abordaje de cualquier caso
de Violencia de Género, sobre todo en el caso de mujeres en situación de especial vulnerabilidad.
VALORACIONES.
BIOPSICOSOCIAL.
● Lesiones y síntomas físicos.
● Situación emocional.
● Situación familiar.
● Situación económica, laboral y ocupacional.
● Red de apoyo social de la mujer.
DE LA SITUACIÓN DE VIOLENCIA.
● Tipo de violencia, desde cuándo la sufre, frecuencia e intensidad de la misma.
● Comportamientos de la persona agresora a nivel familiar y social; si ha habido agresiones
a otras personas o familiares.
● Mecanismo de afrontamiento desarrollado por la mujer.
● Fase del proceso de motivación para el cambio en la que se encuentra.
DE LA SEGURIDAD Y EVALUACIÓN DEL RIESGO.
Determinar si la mujer se encuentra o no en peligro extremo, entendiendo por peligro extremo la
situación actual de sufrir un evento inminente con riesgo cierto para la vida de la mujer o la de sus
hijos o hijas. Indicadores de peligro extremo. Esta valoración se hará conjuntamente con la mujer:
● Amenazas con armas o uso de las mismas.
● Amenazas o intentos de homicidio a ellas y sus hijos o hijas.
● Amenazas o intentos de suicidio de la paciente.
● Malos tratos a hijos o hijas u otros miembros de la familia.
● Lesiones graves, requiriendo incluso hospitalización.
● Amenazas o acoso a pesar de estar separados.
● Aumento de la intensidad y frecuencia de la violencia.
● Agresiones durante el embarazo.
● Abusos sexuales repetidos.
● Comportamiento violento fuera del hogar.
● Trastornos paranoides, celos extremos, control obsesivo de sus actividades diarias,
adónde va, con quién está o cuánto dinero tiene
● Aislamiento creciente.
● Consumo de alcohol o drogas por parte del cónyuge.
● Disminución o ausencia de remordimiento expresado por el agresor.
Considerar la percepción de peligro por parte de la mujer, tanto para ella como para otros
miembros del entorno familiar. Ante la presencia de este indicador, la situación queda definida
directamente como de peligro extremo.
Criterio profesional tras la valoración conjunta (fundamentada en la entrevista y la valoración
biopsicosocial realizada).
Si se detecta una situación de peligro preguntar:
● ¿Se siente segura en su casa? ¿Puede ir a casa ahora?
● ¿Están sus hijos/as seguros? ¿Dónde está ahora el agresor?
● ¿Lo saben sus amistades o familiares? ¿Le ayudarían?
Intervención.
La confirmación de una sospecha de malos tratos a una mujer no pone fin a la actuación del personal
sanitario, sino que a partir de ese momento se debe desarrollar una importante labor de información
a la mujer, de atención y trabajo en la consulta así como derivación cuando las características del
caso lo requiera. La respuesta de las mujeres ante una situación de violencia de género está
condicionada por el grado y las características de la violencia, por el daño producido y el impacto en
su salud, por los recursos psicosociales de los que dispone y los apoyos que tiene a su alcance, así
como si tiene hijas e hijos y otras personas a su cargo. Es más frecuente el intento de abandono de
la situación si las mujeres tienen autonomía económica, apoyo familiar y social y relaciones más
igualitarias fuera del ámbito doméstico.
EL PROCESO DE CAMBIO EN LAS MUJERES Y LA ACTUACIÓN PROFESIONAL.
FASES EN EL PROCESO DE CAMBIO. ACTUACIÓN PROFESIONAL.
Ausencia de conciencia de la situación de la
violencia o negación de la misma.
Relacionar su sintomatología con la situación de
violencia. Ofrecer criterios para que pueda
analizar lo que es maltrato y buen trato.
Empieza la toma de conciencia de la violencia
que vive, pero no siente que la situación pueda
cambiar o que ella pueda intervenir haciendo
cambios.
Facilitar la expresión de emociones, miedos,
expectativas, dificultades. Identificar apoyos y
fortalezas. Analizar el ciclo de la violencia con
ella.
Empieza a pensar que no puede seguir viviendo
así, pero no sabe cómo cambiar. Analiza pros y
contras para un cambio que no se plantea
realizar todavía.
Apoyar cada iniciativa de cambio y establecer
con ella el plan más adecuado para
conseguirlo. Analizar sus dificultades. Motivarla
para buscar otros apoyos profesionales y
recursos como el trabajo grupal.
Inicia cambios en su vida y planes para la
ruptura, aún en medio de sentimientos
contradictorios como la autoconfianza, la culpa,
el miedo a enfrentarse a lo desconocido.
Valorar sus progresos, reforzar sus decisiones,
acompañándola con citas frecuentes,
coordinación con otros recursos sociosanitarios.
El camino de salida de la violencia no es lineal,
como todo proceso de cambio puede tener
momentos de abandono y retrocesos hasta
lograr consolidar y mantener su
autodeterminación.
Ayudarla a entender que los retrocesos y las
inseguridades forman parte del proceso.
Analizar con ella los motivos y situaciones que
la llevaron al retroceso
Consolidado el proceso de cambio, se plantea
nuevos proyectos de vida.
Potenciar su participación en actividades y
redes sociales, en la creación de vínculos
saludables, en el desarrollo de su autoestima y
autoconfianza.
La actuación del personal sanitario se orientará de forma diferenciada en función de si la mujer
reconoce o no el maltrato, del riesgo y la situación de peligro que corre, así como de la fase del
proceso de cambio en la que la mujer se encuentre.
PLAN DE ATENCIÓN A LA MUJER QUE PRESENTA INDICADORES DE SOSPECHA PERO NO
RECONOCE SUFRIR MALOS TRATOS.
❖ Registrar en la historia clínica la sospecha y la actuación realizada incluida la valoración de
vulnerabilidad y riesgo.
❖ Informar a la mujer de la valoración que hace el/la profesional de la situación en la que se
❖ encuentra.
❖ Trabajo en la consulta – seguimiento:
● Establecer una relación de confianza.
● Trabajar con la mujer la toma de conciencia acerca de las relaciones de maltrato y
el impacto en su salud.
● Atención integral/interdisciplinar de los problemas físicos/psíquicos/sociales
encontrados.
● Planificar visitas de seguimiento: acompañar a la mujer en el reconocimiento de la
situación de violencia y en la toma de decisiones, de manera empática.
● Proponer, si existe la posibilidad y se considera adecuado, la participación en
intervenciones grupales (grupos de mujeres en el centro o en otros recursos de la
zona).
● Si existe sospecha consistente de Violencia de Género y se valora la situación
como de riesgo para la mujer, se puede comunicar al ministerio fiscal para su
investigación.
PLAN DE ATENCIÓN A LA MUJER QUE RECONOCE SUFRIR MALOS TRATOS PERO NO SE
ENCUENTRA EN PELIGRO EXTREMO.
❖ Registrar en la historia clínica, incluyendo la valoración de la vulnerabilidad y el riesgo.
❖ Informar a la mujer de la valoración que hace el/la profesional de la situación en la que se
encuentra.
❖ Trabajo en la consulta – seguimiento:
● Trabajar con la mujer la toma de conciencia del impacto en la salud de la relación
de maltrato que está viviendo.
● Atención integral/interdisciplinar de los problemas físicos/psíquicos/sociales
encontrados.
● Plantear la elaboración de una estrategia de seguridad ante una posible situación
extrema.
● Establecer un plan de consultas de seguimiento para:
- Plantear y favorecer la toma de decisiones para iniciar cambios en la
situación.
- Acompañar a la mujer en el afrontamiento de su situación.
- Prevenir nuevas situaciones de violencia.
❖ Ofertar, si es posible, la participación en intervenciones grupales (grupos
de mujeres en el centro u otros recursos de la zona).
❖ Derivar (si se estima necesario y previo consentimiento de la mujer):
● Al personal de trabajo social del centro sanitario.
● A los recursos adecuados a la situación en la que se encuentra la mujer.
❖ Emitir parte de lesiones cuando proceda.
❖ En aquellos casos en que la mujer se niega a denunciar y el personal sanitario tenga
fundadas sospechas de la existencia de malos tratos físicos ó psíquicos (no existe
constatación clara del origen de las lesiones como para poder emitir el correspondiente
parte de lesiones), se recomienda comunicar a la Fiscalía dicha situación, tal como
establece el precepto legal. La Fiscalía decidirá en base a los indicios que se puedan
aportar o ampliar, cual es la situación procesal adecuada.
❖ Actuación con los hijos e hijas y otras personas dependientes si las hubiera.
PLAN DE ATENCIÓN A LA MUJER QUE RECONOCE SUFRIR MALOS TRATOS Y
ENCUENTRA EN PELIGRO EXTREMO.
❖ Registrar en la historia clínica el episodio y las actuaciones realizadas en función de la
situación de riesgo físico o psíquico, suicidio, etc. Este registro puede servir como prueba
en un proceso judicial.
❖ Conocer la situación familiar, personas dependientes y los recursos con que cuenta.
❖ Informar a la mujer de la valoración que hace el/la profesional de la situación de peligro en
que se encuentra y plantearle las posibles estrategias a seguir. Transmitirle que no está
sola.
❖ Emitir el parte de lesiones e informe médico, y remitirlo al juez con carácter inmediato
(FAX, Email) entregando una copia a la mujer e informándole de sus implicaciones.
❖ Derivar con carácter urgente a trabajo social o a los servicios de apoyo de 24 horas de
emergencias sociales para mujeres maltratadas, teléfono 112 (Emergencias), servicios
específicos de su comunidad autónoma o, en su caso, actuar siguiendo el protocolo de
coordinación interinstitucional de la Comunidad Autónoma.
RECOMENDACIONES PARA LA ACTUACIÓN SANITARIA.
● Registrar en la historia clínica la sospecha y las actuaciones realizadas. Puede servir como
prueba importante en un proceso judicial.
● Informar a la mujer del plan de actuación sanitaria y de las posibles consecuencias de las
medidas que se van a tomar.
● Informarle acerca de sus derechos y de los recursos con los que puede contar.
● No verificar el testimonio de la mujer hablando con su agresor.
● Siempre que se emita un parte de lesiones, previamente hay que valorar la seguridad de la
mujer y tomar medidas de protección para minimizar el riesgo.
● Leer siempre a la mujer el parte de lesiones emitido.
● Indagar sobre la posibilidad de malos tratos a otros miembros de la familia o personas
allegadas.
● Si hay hijos o hijas a su cargo, ponerse en contacto con pediatría para valorar el alcance
del maltrato.
● Es necesario tener en cuenta las dificultades específicas de las mujeres en situaciones de
especial vulnerabilidad.
● No recomendar nunca terapia de pareja o mediación familiar.
● Mantener estrecha coordinación y colaboración con otras instituciones y servicios no
sanitarios.
● Es necesario que las personas profesionales de salud realicen sus propios procesos y la
formación sea también vivencial, tomando conciencia de sus propias actitudes,
estereotipos, procesos personales, modos de relación, conflictos y del impacto de los
mandatos patriarcales en sus vidas.
● Promover en las mujeres su participación en grupos terapéuticos y/o de desarrollo
personal, tanto en los centros de salud como en los servicios especializados.
Detección y valoración en hijas e hijos.
Las y los profesionales de pediatría juegan un importante papel en la detección, atención y
prevención ante situaciones de violencia de género. Cuando una mujer esté viviendo una relación de
maltrato, y en el caso de que tenga hijas e hijos en edad de asistencia pediátrica, es importante la
coordinación de medicina de familia con pediatría para que realice una valoración de la repercusión
de esta situación en los hijos e hijas expuestos a la misma. Asimismo, en la atención sanitaria a niñas
y niños, la sospecha de que la problemática de salud que presentan puede ser consecuencia de
estar expuestos/as a la violencia de género, posibilitará también la detección y la intervención con las
mujeres en relaciones de maltrato.
La intervención de profesionales de trabajo social del centro de salud puede ser de gran ayuda para
la valoración psicosocial y, en caso necesario, se puede solicitar la colaboración de otros
profesionales, como equipos de salud mental infanto-juvenil, equipos de atención psicológica a
menores de los servicios sociales, y equipos de atención psicopedagógica del sistema educativo.
INDICADORES DE SOSPECHA EN LOS HIJOS E HIJAS DE MUJERES EN RELACIONES DE
VIOLENCIA DE GÉNERO.
● Daños o lesiones corporales.
● Retraso del crecimiento, retraso o dificultades en cualquier área del desarrollo:
psicomotricidad, lenguaje, bajo rendimiento escolar.
● Enfermedades psicosomáticas de repetición.
● Trastornos del sueño y la alimentación.
● Trastornos del control de esfínteres.
● Accidentes frecuentes.
● Trastornos del comportamiento.
● Dificultades en las relaciones (relaciones violentas con sus iguales, conductas de
inhibición y aislamiento).
● Depresión, ansiedad.
● Intentos de suicidio, autolesiones.
10. ACTUACIÓN EN URGENCIAS.
Las mujeres que sufren violencia de género pueden acudir también a los servicios de urgencias,
tanto del ámbito de la atención primaria como especializada. La mayoría de las actuaciones
planteadas en el capítulo anterior podrían ser también recomendadas para urgencias. En los
servicios de urgencias es frecuente que las lesiones y síntomas de las pacientes sean más
graves. Las mujeres que acuden a urgencias por este problema, pueden reconocer haber
sufrido malos tratos o no.
Actuación de detección de violencia: Mantener una actitud de alerta y prestar atención a los
signos y síntomas que pueden hacer pensar que la paciente sufre malos tratos. En los casos en
que se sospeche que es así, realizar una entrevista clínica específica para detectar los malos
tratos. Atender a la mujer en un clima de confianza adecuado.
Actuación asistencial: En primer lugar, se deberá atender el estado de salud de la mujer, tanto
físico como psicológico, y establecer un diagnóstico y atención adecuados. La atención a la
paciente se realizará en función de las lesiones y síntomas presentados y, en el caso de que no
precise ingreso en planta, se deberá valorar la necesidad de una actuación urgente de
profesionales de la psicología/psiquiatría y trabajo social. Igualmente, se ha de indagar acerca
de la existencia de menores o personas dependientes que también puedan estar padeciendo la
violencia, por si hubiera que tomar medidas inmediatas. El informe de alta que se facilite a la
mujer debe detallar las lesiones que ésta presenta y su estado psicológico. Se le debe entregar
a la mujer siempre que no comprometa su seguridad (puede venir acompañada por el presunto
agresor o puede que al llegar a casa el agresor descubra la copia del alta). En tal caso, se le
puede indicar que si teme llevar la copia consigo, se le puede entregar a algún familiar o
persona de su confianza. Otra copia será para atención primaria, con el fin de colaborar a su
seguimiento y a completar las actuaciones que sean precisas salvaguardando la
confidencialidad de los datos. En caso de ingreso hospitalario, velar para que el informe de alta
llegue a Atención Primaria.
Valoración de la seguridad: Siempre que se atienda un caso de violencia de género en
urgencias es necesario realizar una valoración de la seguridad y el riesgo en que se encuentra
la mujer.
Información y derivación: Una vez proporcionada la atención y cuidados asistenciales, se
realizarán las actuaciones de información y derivación oportunas en función del caso, de
acuerdo con los protocolos sanitarios e interinstitucionales existentes en cada Comunidad
Autónoma. Desde el servicio de urgencias se deberá informar a atención primaria de la situación
detectada, a fin de que pueda hacer el seguimiento que proceda mediante la remisión de una
copia del informe clínico.
Actuación legal: En España existe la obligación legal de poner en conocimiento de la autoridad
judicial la existencia de lesiones ante la constatación de malos tratos, obligación que se cumple
mediante la notificación al juzgado del Parte de Lesiones e Informe Médico que le acompaña,
informando previamente a la mujer afectada de la remisión del mismo y registrándolo en la
historia clínica, valorando siempre la seguridad de la mujer para garantizar su protección.
E MALTRATO EN EL ANCIANO.
1. DEFINICIONES.
Durante décadas se han ido confeccionando y puliendo las definiciones con respecto al tema. Entre
ellas destacamos las siguientes:
“Cualquier acto u omisión que produzca daño, intencionado o no, que ocurra en el medio familiar,
comunitario o institucional, que vulnere o ponga en peligro la integridad física, psíquica, así como el
principio de autonomía o el resto de los derechos fundamentales del individuo, constatable
objetivamente, o percibido subjetivamente con independencia de la intencionalidad o no y del medio
donde suceda”. Declaración de Almería (1995).
“Acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación
donde exista una expectativa de confianza y la cual produzca daño o angustia a una persona
anciana”. Toronto (2002).
“Cualquier acto u omisión, que causa daño o angustia, vulnera o pone en peligro la integridad física,
psíquica o económica, atenta contra la dignidad, autonomía y respeto de los derechos fundamentales
del individuo, realizado de forma intencionada o por negligencia, sobre una persona y que se produce
en el marco de una relación en la que el agresor se considera en situación de ventaja o superioridad
sobre la persona agredida, ya sea por razón de género, edad, vulnerabilidad o dependencia”.
IMSERSO (2015).
2. ¿DÓNDE OCURRE, POR QUÉ?
Afectan a todas las clases sociales en todas las edades y ocurren en cualquier entorno o medio, sin
distinguir entre niveles socioeconómicos. En el caso de las personas mayores, el maltrato se produce
en una situación caracterizada por el desvalimiento y la fragilidad que puedan vivir los mismos, así
como por la falta de recursos o de redes de apoyo.
El riesgo de padecer maltrato aumenta cuando las personas mayores se encuentran en situación de
dependencia para su vida diaria por padecer cualquier problema de salud (física, mental, psíquica,
sensorial o perceptivo cognitiva) que les impida desenvolverse de manera autónoma. Todavía es más
peligroso cuando la persona no es capaz de percibir la situación de maltrato y no la puede expresar o
manifestar.
EN EL MEDIO DOMICILIARIO.
Suceden en un contexto de confianza bien sea familiar o de personas cercanas (amigos, vecinos,
conocidos, cuidadores...). Estas personas próximas suelen ser los principales proveedores de
cuidados de las personas mayores. En estos casos, cuando ocurre el maltrato puede ser que incluso
la persona cuidadora no sea consciente de que sus actos dañan a la persona mayor. El riesgo de
malas prácticas aumenta cuando el entorno familiar está perturbado (situaciones límite de sus
miembros, desempleo, frustraciones, estrés...).
EN EL MEDIO INSTITUCIONAL.
La violencia en el medio institucional se refiere a la que ocurre en establecimientos prestadores de
servicios y cuidados, a corto o largo plazo, públicos o privados (centros de salud, hospitales,
residencias geriátricas, centros de día...); por lo que la persona que puede infligir el maltrato no es
una persona de confianza, sino que tiene una relación contractual o una obligación legal de cuidados
respecto a la persona mayor.
EN EL MEDIO SOCIAL.
Hace referencia a las “acciones o no acciones” y actitudes discriminatorias que marginan a las
personas mayores. Pueden provenir de distintas administraciones y otras estructuras sociales
(empresas o particulares). Su manifestación más frecuente y evidente es el trato irrespetuoso.
3. ESTADÍSTICAS.
Según un estudio de 2017 basado en la mejor evidencia disponible de 52 investigaciones realizadas
en 28 países de diversas regiones, incluidos 12 países de ingresos bajos y medianos, durante el
último año el 15,7% de las personas de 60 años o más fueron objeto de alguna forma de maltrato.
Probablemente este porcentaje representa una subestimación, ya que solo se denuncia uno de cada
24 casos de maltrato a personas mayores, en parte porque estas últimas a menudo tienen miedo de
notificar el maltrato a sus familiares, a sus amigos o a las autoridades. Por consiguiente, es probable
que se subestimen las tasas de prevalencia.
Los datos sobre el alcance del problema en instituciones como hospitales, residencias de ancianos y
otros centros de atención de larga duración son escasos. Sin embargo, las revisiones sistemáticas y
metaanálisis de estudios recientes sobre el maltrato a personas mayores en entornos tanto
institucionales como comunitarios, basados en las denuncias presentadas por las propias personas
mayores, indican que las tasas de maltrato son mucho más altas en las instituciones que en los
entornos comunitarios.
MALTRATO A PERSONAS
MAYORES EN ENTORNOS
COMUNITARIOS.
MALTRATO A PERSONAS MAYORES
EN ENTORNOS
INSTITUCIONALIZADOS.
TIPO DE MALOS
TRATOS.
Notificado por personas
mayores.
Notificado por
personas mayores
y sus
representantes.
Notificado por
trabajadores.
PREVALENCIA
GENERAL.
15.7% No hay suficientes
datos.
64,2%, o dos de
cada tres
trabajadores.
MALTRATO
PSICOLÓGICO.
11.6% 33.4% 32.5%
MALTRATO FÍSICO. 2.6% 14.1% 9.3%
ABUSO
FINANCIERO.
6.8% 13.8% No hay suficientes
datos.
NEGLIGENCIA. 4.2% 11.6% 12.0%
4. TIPOS DE MALOS TRATOS. INDICADORES DE SOSPECHA.
Maltrato físico: uso intencionado de la fuerza física que puede dar lugar a lesión corporal, dolor
físico o perjuicio. Puede incluir actos de violencia como, golpes, pellizcos, empujones, patadas,
bofetadas, pinchazos, castigos físicos de cualquier tipo, uso inapropiado de fármacos, de
restricciones físicas, forzar a comer, etc.
INDICADORES DE MALTRATO FÍSICO.
● Queja del usuario de agresión física.
● Lesiones, cortes, heridas, magulladuras, laceraciones, hematomas, alopecias,
quemaduras.
● Caídas y lesiones no explicadas.
● Fracturas múltiples.
● Heridas en zonas ocultas y con distinto grado de evolución.
● Desnutrición, deshidratación, pérdida de peso.
● Errores en la medicación, pérdida de recetas.
● Falta de higiene personal y externa.
● Cambios frecuentes de médico, de centro asistencial.
Maltrato psicológico: causar intencionadamente angustia, pena, sentimiento de indignidad, miedo o
aflicción por medio de actos verbales o conducta no verbal que denigran a la persona y le disminuyen
su dignidad, identidad y autoestima (amenazas, insultos, intimidación, humillación, ridiculización,
infantilización, privación de seguridad y/o afecto etc.).
INDICADORES DE MALTRATO PSICOLÓGICO.
● Cambios en los hábitos alimenticios.
● Problemas para dormir.
● Actitud de temor, confusión, resignación.
● Pasividad, retraimiento, aislamiento.
● Baja autoestima, depresión.
● Indefensión, desesperanza, ansiedad.
● Contradicciones o relatos imposibles que no obedecen a confusión mental.
● Vacilaciones y renuncia a conversar abiertamente.
● Evasión de contactos con cuidadores y de comunicación verbal.
● Ira o miedo hacia los cuidadores.
● Cambios de carácter, agitación ante el responsable del maltrato.
● La persona es dejada de lado por los demás.
Abuso sexual: comportamiento (gestos, insinuaciones, exhibicionismo, etc.) o contacto sexual de
cualquier tipo, consumado o no, no consentido o con personas incapaces de dar consentimiento
(violación, tocamiento, acoso sexual, hacer fotografías, etc.).
INDICADORES DE MALTRATO SEXUAL.
● Quejas de agresión sexual.
● Conducta sexual que no coincide con las relaciones habituales y la personalidad anterior
de la persona.
● Cambios no explicados en la conducta (agresión, retraimiento, automutilación...).
● Quejas frecuentes de dolores abdominales o hemorragias vaginales o anales inexplicadas.
● Infecciones genitales recurrentes o hematomas alrededor de las mamas o en las zonas
genitales o paragenitales.
● Prendas íntimas desgarradas, manchadas o ensangrentadas.
● Dolor, rasguños o lesiones en la región anal, genital o abdominal.
● Dificultad al caminar o sentarse debido a lesiones en la zona genital.
● Enfermedades de transmisión sexual o cistitis.
● Inexplicables problemas con los catéteres.
Maltrato económico: Utilización no autorizada, ilegal o inapropiada de fondos, propiedades o
recursos del usuario. Incluye el cobrar cheques sin su autorización, falsificar la firma, malversar, llevar
con engaño a firmar un documento, uso indebido del poder de un tutor sobre los bienes, etc.
INDICADORES DE MALTRATO ECONÓMICO.
● Manifestación expresa de que manipulan sus efectos personales sin su autorización.
● Pérdida de dinero, movimientos sospechosos en las cuentas, retiradas de dinero
irregulares o atípicos no justificados.
● Cambios de testamento cuando se duda de la capacidad para tomar decisiones.
● Firmas "falsificadas" a "personas que no saben o no pueden escribir".
● Desaparición de valores, depósitos, documentos o piezas de valor.
● Atención a la persona usuaria no acorde con sus ingresos o medios.
● Falta de confort y comodidades cuando se dispone de recursos para poder disfrutarlas.
● Problemas de salud física y/o mental sin tratamiento (prótesis, sillas...).
Maltrato social: Discriminación del usuario en los círculos sociales o de relación del centro.
INDICADORES DE MALTRATO SOCIAL.
● Dejar sentado o encamado durante horas.
● No ofrecer actividades de estimulación o entretenimiento
● No facilitar el acceso al culto religioso
● Restringir las llamadas o las visitas
● Ocultar el fallecimiento de otros residentes
● Dejarle solo.
Negligencia/abandono: Rechazo, negación o equivocación para iniciar, continuar o completar la
atención de las necesidades de la persona usuaria, ya sea de forma voluntaria (activa) o involuntaria
(pasiva), por parte de la persona que de forma implícita o acordada sea responsable de ella. Por
ejemplo, no aportar recursos económicos, omisión de las necesidades básicas como alimento, agua,
alojamiento, abrigo, higiene, ropa, atención sanitaria, tratamiento médico, etc.
INDICADORES DE NEGLIGENCIA/ABANDONO.
● Queja de abandono.
● Suciedad, olor a heces u orina.
● Erupciones en la piel no tratadas.
● Pediculosis.
● Úlceras por presión.
● Malnutrición o deshidratación.
● Enfermedades no tratadas.
● Mal cumplimiento terapéutico.
● Deterioro progresivo de la salud sin causa evidente.
● Medicación excesiva o insuficiente.
● Vestido inadecuado.
Maltrato institucional: se produce cuando las condiciones y organización del centro o la asistencia
que se presta al usuario no son las adecuadas a sus necesidades.
INDICADORES DE MALTRATO INSTITUCIONAL.
● Mala higiene del centro en general.
● Rigidez en las normas, en los horarios de visitas, comidas, descanso etc.
● Descoordinación de los servicios.
● Despersonalización en la asistencia.
● Violación de la privacidad.
● Ambiente laboral agresivo.
Vulneración de Derechos: Consiste en la agresión, la privación o el no reconocimiento de los
derechos fundamentales como la dignidad, el respeto, la intimidad, la confidencialidad y la
participación. La libertad es un derecho fundamental, como el derecho a decidir. Supone la pérdida
del derecho a la intimidad o privacidad, al uso y disfrute de sus pertenencias, la negación del derecho
a decidir sobre aspectos de la vida privada, como recibir visitas o relacionarse con amigos, así como
el desalojo del propio domicilio (acoso inmobiliario). Todas las formas de malos tratos llevan implícita
una vulneración de los derechos de las personas mayores.
INDICADORES DE VULNERACIÓN DE DERECHOS.
● Falta de respeto a la intimidad y a la libertad.
● No tener en consideración los deseos y las decisiones de la persona mayor sobre
aspectos vitales (dónde, con quién y de qué manera quiere vivir).
● Los tratos discriminatorios y desconsiderados.
● Aislamiento.
5. FACTORES DE RIESGO.
Existen una serie de factores que predisponen a generar una situación de maltrato y que son muy
importantes, tales como las enfermedades mentales y las demencias.
FACTORES DE RIESGO.
ASOCIADOS A LA VÍCTIMA.
● Deterioro funcional (necesidad de terceros para hacer actividades de la vida diaria).
● Dependencia psíquica. Reducción de la capacidad intelectual.
● Dependencia financiera.
● Deterioro cognitivo y alteraciones de la conducta.
● Depresión. Baja autoestima.
● Aislamiento social. La soledad.
● Antecedentes de maltrato. Historia previa de violencia familiar.
● Mujeres mayores de 75 años.
ASOCIADOS AL CUIDADOR.
● Sobrecarga del cuidador. Cansancio.
● Aislamiento social o familiar del cuidador/a.
● Problemas económicos, dificultades laborales o dependencia económica de la víctima.
● Estrés o crisis vital.
● Abuso de alcohol, fármacos o drogas.
● Trastornos mentales y problemas de autoestima.
● Cuidador/a único/a, inmaduro/a o aislado/a.
● Experiencia familiar de malos tratos.
● Más de 8-9 años cuidando a la persona mayor.
● Falta de preparación o habilidades para cuidar, dificultades de comprensión de la
enfermedad.
● Relación afectiva previa.
● Cuidar a otras personas.
● Situación personal de salud.
● Historia previa de violencia familiar.
● Enfermedad física crónica.
INSTITUCIONAL.
● Personal poco preparado o formado.
● Salarios bajos.
● Sobrecarga de trabajo.
● Estructura física de la institución no adaptada a la gente mayor.
● Falta de recursos.
● Normas de funcionamiento inadecuadas.
● Falta de controles.
ESTRUCTURAL.
● Pobreza o falta de recursos.
● Discriminación por la edad.
● Imágenes estereotipadas de la vejez como una carga.
● Deficientes relaciones intergeneracionales.
● Potenciación de viejos conflictos.
6. PREVENCIÓN.
PREVENCIÓN PRIMARIA.
La prevención primaria es, pretende evitar que las situaciones de maltrato se lleguen a producir. Su
propósito es actuar antes de que una persona se convierta en la víctima de cualquier forma de
maltrato. Se trata de evitar la aparición y consolidación de patrones de vida social, económica y
cultural que contribuyen a aumentar el riesgo de malos tratos. Existen elementos que pueden inducir
a una persona a convertirse en maltratada.
Se trata en este caso de identificar y evitar en lo posible los factores de riesgo para el maltrato en las
personas mayores. En la prevención primaria adquiere especial sentido pautas de acción para
sensibilizar a la sociedad como:
● Divulgar los derechos de las personas mayores.
● Organizar actos de carácter público en forma de seminarios, conferencias, jornadas o mesas
redondas.
● Concienciar y sensibilidad a la población mediante campañas.
● Divulgar materiales didácticos donde se explique con claridad y precisión las diferentes
formas de explicar sobre el maltrato a las personas mayores, cómo se pueden prevenir,
cómo se pueden identificar, y sus implicaciones.
● Impulsar la formación a profesionales., especialmente a los que pueden tener un contacto
más frecuente con esta realidad (servicios sociales, servicios de salud, cuerpos de
seguridad, servicios jurídicos, etc.).
● Fomentar la atención a los cuidadores.
● Promover la coordinación entre todos aquellos sistemas que están pueden estar implicados
en las situaciones de maltrato a personas mayores, como podrían ser servicios sociales,
salud, justicia, cuerpos.
● Proyectos educativos con niños y jóvenes que sensibilicen sobre el respeto, la dignidad y la
tolerancia. Son particularmente importantes.
El proyecto de la “Estrategia Nacional de Personas Mayores para un Envejecimiento Activo y
para su Buen Trato” Aprobado por el Pleno del Consejo Estatal de Personas Mayores en la sesión
extraordinaria del día 30/ de Noviembre de 2017, establece varios ejes que van a enmarcar la futura
Estrategia Nacional de Envejecimiento, y que definen la promoción del buen trato a las personas
mayores.
PREVENCIÓN SECUNDARIA.
Se trata de reducir la prevalencia de malos tratos mediante la detección precoz de los casos ocultos y
la intervención precoz que evite las consecuencias más graves y la reincidencia. La prevención
secundaria tiene por objeto detectar lo antes posible aquellos casos en los que la persona mayor o
alguna persona de su entorno ya presentan un o más factores de riesgo, con la finalidad de detectar
situaciones que potencialmente pueden desembocar en malos tratos e intervenir en ellas para que
este paso no se llegue a producir.
En las estrategias de actuación en la prevención secundaria son tienen especial la difusión de
recursos legales de protección:
● El testamento vital (Documento de voluntades anticipadas): En él se dan instrucciones al
equipo médico para que se actúe en el ámbito sanitario, en el supuesto de que la persona
que lo firme llegue un momento en que no pueda expresar su voluntad. En este documento
se designa un representante, que actuará como interlocutor válido de la persona enferma con
el equipo sanitario.
● El poder preventivo: Es otro documento de protección y prevé, dejando constancia por
escrito, cómo deben gestionarse los propios bienes si en un futuro alguna enfermedad
impidiese decidir sobre ellos.
● La autotutela: Para firmar un documento de autotutela es preciso dirigirse a un notario. En él
se deja por escrito y se regula, bajo la propia voluntad (cuando aún se es capaz de decidir),
quién queremos que nos cuide, si llega la necesidad y quién no queremos que lo haga. Es
decir, se elige un tutor que velará directamente para que nuestros derechos continúen
garantizados en el supuesto de que en un futuro nos declarasen incapaces. Se pueden dar
indicaciones sobre cómo queremos que se lleve a cabo esta tutela, dejando constancia de
nuestra voluntad sobre nuestra vida y acompañamiento.
● El acogimiento de personas mayores y las situaciones convivenciales de ayuda mutua:
Es preciso hacer un contrato con el asesoramiento de un abogado o un notario que
complemente, regule y dé seguridad a la persona que entra en una vivienda en situación
convivencial o de acogida. La persona acogida vive junto a los acogedores en su propio
domicilio o en el domicilio de los acogedores. Es una situación convivencial de ayuda mutua.
● Documentos para distribuir el patrimonio y no depender económicamente de personas
de nuestro entorno (significa protección frente a un posible maltrato):
○ La hipoteca inversa: Funciona al revés que las hipotecas normales. Al propietario
de un inmueble, cada mes, y hasta su muerte, se le paga dinero a título de préstamo.
La casa es la garantía y el propietario continúa viviendo en ella.
○ El contrato vitalicio: Este contrato estipula que una persona vende su casa con un
contrato de compraventa, pero se le permite continuar viviendo mientras viva. Se le
paga una cantidad inicial y otra cantidad mensualmente. En el momento en que la
persona fallece, la casa pasa a ser propiedad de quien ha firmado el contrato
vitalicio.
● La incapacitación y la tutela: Son medidas de protección legal dispuestas para cuando una
persona mayor tiene deterioro cognitivo, la familia puede informarse en los Centros de
Servicios Sociales.
PREVENCIÓN TERCIARIA.
La prevención terciaria tiene por objeto reducir el progreso o las consecuencias de una situación de
malos tratos ya establecida, minimizando las secuelas y sufrimientos causados. Se trata de detectar
aquellas situaciones en las que la persona mayor ya está siendo víctima de una o más formas de
maltrato y detenerlas para evitar las consecuencias actuales y su agravamiento.
7. DETECCIÓN.
Los profesionales de los centros se encuentran en una situación privilegiada para conocer y detectar
de forma precoz los malos tratos hacia las personas usuarias. Ellos pueden identificar en su trabajo
diario indicios que constaten o hagan sospechar de forma objetiva y evidente estas actuaciones.
El maltrato, como se ha indicado, puede provenir de la actuación aislada de los profesionales, de
otros usuarios o de los familiares. Para evitarlo es necesario reflexionar sobre determinadas
situaciones que pueden considerarse maltrato como son:
● Alimentación: No vigilar la ingesta necesaria, restricción como castigo, comida fría o en
malas condiciones, no facilitar las dietas especiales según patologías, sustitución de las
comidas por complementos dietéticos sin ser necesario, horarios de ingesta distribuidos
temporalmente de forma inadecuada a lo largo del día, no respetar el ritmo necesario en
función de las necesidades de cada usuario...
● Vestido: Utilizar ropa o calzado de talla no adecuada, acostar al residente desnudo o con
ropa interior en contra de su voluntad, ropa inadecuada a la climatología...
● Higiene: Usar la misma esponja, toalla o peine para varias personas, mantenerlos sentados
o encamados con orina o heces, sentar durante excesivo tiempo en el WC, no vaciar las
bacinillas, utilización indebida del uso de absorbentes y no realizar los cambios necesarios...
● Contención física: Encerrar en la habitación, atar de forma injustificada a la cama o a la silla
para evitar que se levante o se caiga, atar como castigo o por falta de personal, utilización de
restricciones físicas sin indicación ni justificación de personal médico y/o de enfermería y no
llevar un registro actualizado de estas medidas...
● Cuidados de salud: Falta de atención especializada, no informar de cambios de salud o de
sucesos importantes (caídas, accidentes...), no revisar gafas, audífonos y prótesis dentales,
no prevenir escaras, analgesia insuficiente, ausencia de un plan individualizado de cuidados
y de órdenes médicas escritas, retirar medicación sin supervisión médica, no dar la
medicación en dosis y frecuencia prescritas o de forma inadecuada, no realizar cambios
posturales adecuados, no prestar atención al estado general físico y psicológico, no vigilar la
ingesta de medicación necesaria, no hacer las curas con la periodicidad necesaria...
● Intimidad: Entrar sin llamar en la habitación, uso del baño sin cerrar la puerta o en retretes
comunitarios, cambios posturales o curas a encamados con la puerta abierta, llamadas a
familiares desde el control y en presencia del personal, no reconocer la sexualidad y
necesidad de privacidad para estar a solas con la pareja, armarios sin cerradura, falta de
respeto a la intimidad...
● Seguridad: Instalaciones en malas condiciones: agua, calefacción, electricidad..., salidas de
emergencias bloqueadas o de difícil acceso, timbres inaccesibles, mobiliario viejo e
inadecuado, falta de entrenamiento para emergencias, normas de atención y control...
● Otros: No facilitar la práctica de la autonomía en la toma de decisiones sobre temas de
salud, entorpeciendo sus pequeños logros de autonomía personal, tendencia de derivar al
hospital más casos de los necesarios, falta de respeto a sus opiniones, abuso de poder,
infantilización, ataques de integridad física y psíquica mediante amenazas, intimidaciones,
insultos, chantajes, robos o castigos corporales…
8. ACTUACIÓN.
La queja o denuncia por parte de la persona usuaria o la familia es el indicador más sensible y
específico, pero no siempre está presente, por lo cual a menudo los profesionales han de partir de
estos indicadores de sospecha, a partir de los cuales confirmaremos o no la existencia de malos
tratos. Como se ha indicado, tomamos como referencia el ámbito de los servicios sociales, donde
distinguimos entre medio domiciliario y medio institucional.
MEDIO DOMICILIARIO.
La mayoría de malos tratos tienen lugar en el domicilio en el contexto familiar y están asociados a la
necesidad de asistencia para las actividades cotidianas.
El punto de partida para actuar ante los indicios o sospecha de una situación de malos tratos a
personas mayores son las personas que lo viven o tienen contacto directo con esa realidad como
son:
● La propia persona mayor.
● La familia, vecinos, personas del entorno o simplemente personas que se aproximan a esa
situación.
● Profesionales de servicios sociales, en particular aquellos que realizan su función en
establecimientos que atienden a personas desde la proximidad en su entorno habitual como
Hogares, Centros de Día, Valoradoras de la Dependencia,…
● Otros profesionales, en particular los que actúan en caso de urgencia y emergencia social
(112) o como fuerzas de seguridad).
Debe tenerse en cuenta que cualquier persona o institución que tenga conocimiento de la situación
debe realizar denuncia ante Juzgado, Fiscalía, o Fuerzas de Seguridad cuando existan indicios de
malos tratos o certeza.
La canalización ante la sospecha de malos tratos en el entorno habitual de las personas mayores, en
el ámbito de los Servicios Sociales, tiene como referencia el Centro de Servicios Sociales, cuando se
trate de usuarios de Servicios Sociales Generales o el Establecimiento que sirva de soporte para los
usuarios de Servicios Sociales Especializados (Hogar, Centro de Día,..). El profesional de servicios
sociales deriva a la persona mayor si precisa atención sanitaria o si existen signos de maltrato a los
servicios sanitarios (Centro de Salud o servicios de urgencias), desde donde emiten parte de lesiones
y se dirigen a la autoridad judicial si es el caso. El trabajo en red y la coordinación, en el medio
domiciliario, son elementos imprescindibles en el medio tanto para la prevención como para la
actuación ante los indicios o sospechas de malos tratos.
La pauta de actuación por el trabajador social será, en caso de sospecha de malos tratos:
● Valoración inicial de la situación utilizando diferentes medios como la visita domiciliaria, la
observación, la entrevista en privado con la posible víctima, con supuestos agresores sin la
presencia de la víctima, la valoración de indicadores de sospecha y los factores de riesgo.
Existe un instrumento de cribado conocido como EASI, que se desarrolla en el posterior
capítulo.
● Plan de actuación que contendrá:
○ Información a la persona mayor y/o familia de las acciones a ejercer y de los
recursos disponibles.
○ Medidas para protección, apoyo y acompañamiento a la víctima.
● Registro de las actuaciones en la Historia Social: Si existen indicios racionales, o persiste
la situación y se confirma situación de malos tratos derivación a la autoridad judicial.
● Seguimiento: Medidas para protección, apoyo y acompañamiento a la víctima.
MEDIO INSTITUCIONAL.
El maltrato institucional hace referencia a la forma en que es atendida una persona con una estancia
continuada en instituciones públicas o privadas de servicios sociales, sociosanitarios o de salud. Los
malos tratos en el medio institucional se refieren a los que ocurre en establecimientos prestadores de
servicios y cuidados, a corto o largo plazo.
El maltrato institucional puede ser:
● Consciente o intencional: Es un maltrato fácil de detectar, es descubierto por personas en
contacto con la persona usuaria y con frecuencia son abusos físicos.
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(13-04-2021) Violencia intrafamiliar y violencia de genero, manejo en el ambito sanitario

  • 1. Violencia Intrafamiliar y Violencia de Género. Manejo en el Ámbito Sanitario.
  • 2. ÍNDICE. A. INTRODUCCIÓN. 1. DEFINICIÓN DE LA VIOLENCIA. 2. TIPOS DE VIOLENCIA. B VIOLENCIA INTRAFAMILIAR. 1. DEFINICIÓN. C MALTRATO INFANTIL. 1. DEFINICIONES Y TIPOS DE VIOLENCIA EN LOS MENORES. 2. ESTADÍSTICAS. 3. MANEJO. D VIOLENCIA DE GÉNERO. 1. DEFINICIONES. 2. ESTADÍSTICAS. 3. TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER. 4. CAUSAS. 5. EL PROCESO DE VIOLENCIA. 6. HIJOS E HIJAS DE MUJERES EN RELACIONES DE VIOLENCIA DE GÉNERO. 7. MUJERES EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD. 8. CONSECUENCIA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA SALUD. 9. ACTUACIÓN EN ATENCIÓN PRIMARIA Y ESPECIALIZADA. 10. ACTUACIÓN EN URGENCIAS. E MALTRATO EN EL ANCIANO. 1. DEFINICIONES. 2. ¿DÓNDE OCURRE, POR QUÉ? 3. ESTADÍSTICAS. 4. TIPOS DE MALOS TRATOS. INDICADORES DE SOSPECHA. 5. FACTORES DE RIESGO. 6. PREVENCIÓN. 7. DETECCIÓN. 8. ACTUACIÓN. 9. INSTRUMENTO DE CRIBADO. F BIBLIOGRAFÍA.
  • 3. A. INTRODUCCIÓN. 1. DEFINICIÓN DE LA VIOLENCIA. La Organización Mundial de la Salud define la violencia como: El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. 2. TIPOS DE VIOLENCIA. La clasificación de la OMS, divide la violencia en tres categorías generales, según las características de los que cometen el acto de violencia: ● La violencia autoinfligida (comportamiento suicida y autolesiones). ● La violencia interpersonal (violencia familiar, que incluye menores, pareja y ancianos; así como violencia entre personas sin parentesco). ● La violencia colectiva (social, política y económica). La naturaleza de los actos de violencia puede ser: física, sexual, psíquica, lo anteriores incluye privaciones o descuido. Los actos repetidos de violencia desde la intimidación, el acoso sexual y las amenazas hasta la humillación y el menosprecio de los trabajadores pueden convertirse en casos muy graves por efecto acumulativo. En Suecia, se calcula que tal comportamiento ha sido un factor del 10% al 15% de los suicidios. B VIOLENCIA INTRAFAMILIAR. 1. DEFINICIÓN. La violencia doméstica o violencia intrafamiliar es un concepto utilizado para referirse a «la violencia ejercida en el terreno de la convivencia asimilada, por parte de uno de los miembros contra otro, contra algunos de los demás o contra todos ellos».​Comprende todos aquellos actos violentos, desde el empleo de la fuerza física, hasta el hostigamiento, el acoso, o la intimidación, que se producen en el seno de un hogar, y que perpetra al menos un miembro de la familia contra algún otro familiar. El término incluye una amplia variedad de fenómenos, entre los que se encuentran algunos componentes de: ● La violencia contra las mujeres. ● Violencia contra el hombre. ● Maltrato infantil. ● Violencia filio-parental. ● Abuso de ancianos. Existen tres tipos básicos de violencia intrafamiliar: ● Violencia Psicológica. ● Violencia Física. ● Violencia Sexual. Debido a la naturaleza diversa de los colectivos afectados y la similitud que afecta a los tipos de violencia ejercidos no vamos a entrar en detalles. Ahora vamos a desarrollar los tres tipos más
  • 4. frecuentes de violencia/maltrato como son: el maltrato infantil, la violencia de género y el abuso de ancianos. C MALTRATO INFANTIL. 1. DEFINICIONES Y TIPOS DE VIOLENCIA EN LOS MENORES. El maltrato infantil tiene consecuencias muy graves sobre los niños y las niñas que lo sufren. Desde alteraciones neurológicas, que afectan al desarrollo de sus conexiones cerebrales, hasta consecuencias en el bienestar emocional y psicológico de los niños y niñas. Asimismo, influye en el desarrollo de relaciones interpersonales en la edad adulta. Calculamos que el maltrato infantil le cuesta a España más de 10.000 millones de euros al año, aproximadamente el 1% del PIB. Nuestra sociedad ha avanzado en la consideración de otro tipo de violencias, pero no en la ejercida contra los niños y las niñas en su ámbito más íntimo, en sus propias casas, y a manos de las personas que se supone más se preocupan por su bienestar. Según una encuesta realizada para nosotros por la agencia de investigación 40dB, el 90,7% de la población considera grave o muy grave la violencia hacia la infancia y el 64,1% ve necesaria la aprobación de una nueva ley que proteja a los niños y niñas del acoso escolar, el maltrato, los abusos sexuales etc. MALTRATO A MENORES. En 1999, la Reunión de Consulta de la OMS sobre la Prevención del Maltrato de Menores redactó la siguiente definición: “El maltrato o la vejación de menores abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia o explotación comercial o de otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.” Se establecen cuatro tipos de maltrato de niños por los cuidadores, a saber: ● El maltrato físico (real o potencial). ● El abuso sexual. ● El maltrato emocional (se produce cuando un cuidador no brinda las condiciones apropiadas y propicias e incluye actos que tienen efectos adversos sobre la salud emocional y el desarrollo del niño. Tales actos incluyen la restricción de los movimientos del menor, la denigración, la ridiculización, las amenazas e intimidación, la discriminación, el rechazo y otras formas no físicas de tratamiento hostil). ● El descuido (cuando uno de los padres no toma medidas para promover el desarrollo del niño estando en condiciones de hacerlo en una o varias de las siguientes áreas: la salud, la educación, el desarrollo emocional, la nutrición, el amparo y las condiciones de vida seguras). EL LACTANTE ZAMARREADO. El zamarreo (sacudir), es una forma frecuente de maltrato observado en los niños muy pequeños. La mayoría de los niños zamarreados tienen menos de 9 meses de edad. Los autores de este tipo de maltrato comúnmente son varones y esto puede ser más bien un reflejo del hecho de que los hombres, que en promedio son más fuertes que las mujeres, y no de que sean más propensos que las mujeres a zamarrear a los niños. Se pueden producir hemorragias intracraneales, hemorragias retinianas y pequeñas fracturas “astilladas” en las principales articulaciones de las extremidades del niño, como resultado del zamarreo muy rápido. Estas lesiones también pueden ser consecuencia de
  • 5. una combinación de zamarreo y del golpe de la cabeza contra una superficie. Hay indicios de que cerca de un tercio de los lactantes sacudidos violentamente mueren y que la mayoría de los sobrevivientes sufren consecuencias a largo plazo, como retraso mental, parálisis cerebral o ceguera. EL NIÑO GOLPEADO. Uno de los síndromes del maltrato de menores es el del “niño golpeado”. Este término se aplica en general a los niños que presentan lesiones repetidas y graves en la piel, el aparato esquelético o el sistema nervioso. Incluye a niños con fracturas múltiples producidas en distintas fechas, traumatismo craneoencefálico y traumatismo visceral grave, con indicios de un castigo repetido. Afortunadamente, si bien los casos son trágicos, esta modalidad de maltrato es poco frecuente. Según la Organización Mundial de la Salud, en 2000 hubo unas 57 000 defunciones atribuidas a homicidios en los menores de 15 años de edad. Las estimaciones de los homicidios de niños a nivel mundial indican que los lactantes y los niños muy pequeños corren un riesgo mayor, con tasas en el grupo de 0 a 4 años de edad que equivalen a más del doble de las observadas en los niños de 5 a 14 años. Abuso sexual Los niños pueden ser llevados a servicios profesionales debido a problemas físicos o de conducta que, cuando se investigan más a fondo, resultan ser consecuencia del abuso sexual. Los niños que han sido maltratados sexualmente presentan síntomas de infección, lesión genital, dolor abdominal, estreñimiento, infecciones crónicas o recurrentes de las vías urinarias o problemas de conducta. Para poder detectar el abuso sexual de menores se requiere una gran suspicacia y estar familiarizado con los indicadores verbales, conductuales y físicos del abuso. Muchos niños revelan espontáneamente el abuso a las personas que los cuidan o a otras personas, aunque quizá también haya signos indirectos físicos o de conducta. VIOLENCIA JUVENIL. Es un tipo de violencia ejercida sobre el menor que daña profundamente no solo a las víctimas, sino también a sus familias, amigos y comunidades. Sus efectos se ven no solo en los casos de muerte, enfermedad y discapacidad, sino también en la calidad de vida. La violencia que afecta a los jóvenes incrementa enormemente los costos de los servicios de salud y asistencia social, reduce la productividad, disminuye el valor de la propiedad, desorganiza una serie de servicios esenciales y en general socava la estructura de la sociedad. Se presenta la violencia juvenil en personas cuyas edades van desde los 10 y los 29 años. No obstante, las tasas altas de agresión y victimización a menudo se extienden hasta el grupo de 30 a 35 años de edad y este grupo de jóvenes adultos de más edad también debe ser tenido en cuenta al tratar de comprender y evitar la violencia juvenil. En 2000, se produjeron a nivel mundial unos 199 000 homicidios de jóvenes (9,2 por 100 000 habitantes). En otras palabras, un promedio de 565 niños, adolescentes y adultos jóvenes de 10 a 29 años de edad mueren cada día como resultado de la violencia interpersonal. Las tasas de homicidios varían considerablemente según la región y fluctúan entre 0,9 por 100.000 en los países de ingreso alto de Europa y partes de Asia y el Pacífico a 17,6 por 100 000 en África y 36,4 por 100.000 en América Latina.En México, donde las agresiones con armas de fuego provocan más o menos el 50% de los homicidios de jóvenes, las tasas permanecieron altas, aumentando de 14,7 por 100 000 a 15,6 por 100 000. Entre los principales factores de la personalidad y del comportamiento que pueden predecir la violencia juvenil están la hiperactividad, la impulsividad, el control deficiente del comportamiento y los problemas de atención. Curiosamente la nerviosidad y la ansiedad están relacionadas negativamente con la violencia.
  • 6. 2. ESTADÍSTICAS. El estudio analiza las cifras hechas públicas por el Ministerio del Interior y la Fiscalía sobre esta problemática. En 2017 se registraron 4.875 denuncias de violencia a menores en el ámbito familiar y 1.313 sentencias por violencia ejercida sobre menores. A pesar de que estas sean las únicas cifras oficiales, creemos que el número real de víctimas de maltrato infantil en España sigue siendo desconocido. 3. MANEJO. Los pasos a seguir en un paciente con diagnóstico de un posible maltrato son los mismos que con cualquier paciente. La diferencia radica en que en estos casos estaremos obligados a asegurar la protección del menor y comunicarlo a las autoridades judiciales. Ante la sospecha de que nos encontremos ante un caso de posible situación de maltrato, debemos disponer del tiempo y del espacio adecuados para una buena atención del paciente, siendo preferente la realización de nuestra actuación en la zona de atención ambulante (PAC) y con la presencia de al menos otro profesional sanitario. El código diagnóstico que utilizaremos en todos los casos será: V70.4 VALORACIÓN MEDICOLEGAL O EXAMEN POR MOTIVOS MEDICO-LEGALES. ANAMNESIS. En la anamnesis debe quedar reflejado con quien acude el paciente a urgencias, quien relata la historia y con quién se va el paciente de Urgencias. Los datos de la anamnesis que nos deben hacer sospechar un maltrato principalmente son: ● Incoherencia de la historia: el mecanismo descrito no concuerda con las capacidades del niño o con los hallazgos clínicos. ● Retraso en la solicitud de asistencia. ● Contradicciones en el relato. Cuando el niño es capaz de explicar lo sucedido, la anamnesis se convierte en el pilar fundamental para el diagnóstico ya que en muchas ocasiones es la única prueba. En estos casos deberemos tener en cuenta una serie de aspectos importantes: ● NO repetir preguntas ni duplicar entrevistas. ● Establecer un clima de confianza y seguridad con el niño, en privado y utilizando un lenguaje adaptado a él. ● No dudar de lo que dice el niño. ● Preguntas abiertas (no ofrecer opciones de respuesta ni preguntas de “sí o no”). ● Transcribir literalmente lo que dice el niño (incluso los nombres de personas que cite) (utilizar frases textuales entrecomilladas). ● Buscar detalles que hagan creíble el relato (lugares, momentos, olores, colores). EXPLORACIÓN FÍSICA. Debe realizarse una exploración física completa, tras lo cual es muy importante la descripción precisa de las lesiones (color, forma, tamaño, antigüedad), fotografiándolas siempre que sea posible. Es importante no duplicar exploraciones. Indicadores físicos de maltrato en niños: ● Lesiones cutáneo-mucosas (hematomas y contusiones, equimosis, heridas inciso-contusas, erosiones y pinchazos): muy numerosos, se localizan en zonas no habituales y no prominentes, y en ocasiones su forma reproduce la señal del objeto con el que han sido infligidas (correa, hebilla, regla...). Se presentan en diferentes estadios de evolución y/o de cicatrización. Es imprescindible precisar el momento evolutivo de la lesión para ver si coincide con las fechas de las causas explicadas por la familia.
  • 7. ● Lesiones en genitales/ano: En niñas buscar signos de vulvovaginitis y alteración del himen (diámetro del himen mayor de 1cm es sugestivo de abuso), ETS, embarazos... En la exploración anal, alteraciones en los pliegues, fisuras, sangrados y desgarros. ● Quemaduras: localización múltiple y con frecuencia en las palmas de las manos, pies, glúteos, genitales, periné, cara, pecho y espalda. Tienen bordes nítidos, que reproducen el objeto con que fue quemado. Las quemaduras están ausentes de salpicaduras, y su profundidad es homogénea. Simetría con frecuencia bilateral. Se presentan en distintos estadíos evolutivos. ● Alopecias traumáticas: zonas de pelo sano combinado con zonas de arrancamiento de pelo de forma intencionada. Diferentes estadíos de evolución, manifestado por diferentes larguras de pelo sin explicación aparente. Diagnóstico diferencial con enfermedades dermatológicas como tiña o alopecia areata. ● Mordeduras: reproducen la arcada dentaria humana en forma circular. Diagnóstico diferencial de mordedura de un perro (>3 cm de separación entre la huella de caninos). ● Lesiones intracraneales: Las lesiones intracraneales suponen la principal causa de muerte de los niños que han sufrido una agresión. Suelen manifestarse como un cuadro neurológico agudo (lactante con convulsiones o trastorno agudo de la conciencia). Los hematomas subdurales, sobre todo en ausencia de antecedente claro que lo explique, son muy característicos del maltrato. Una pequeña hemorragia subdural interhemisférica tiene gran especificidad, y puede confundirse con un seno sagital prominente. Asimismo, la presencia de hemorragias retinianas (habitualmente bilaterales) en un niño menor de 2 años, sobre todo si se asocia a hematomas subdurales, se relaciona muy directamente con el síndrome del niño zarandeado. (Las caídas inferiores a 1,2 metros raramente dan lugar a hematomas subdurales o a hemorragias retinianas bilaterales). ● Lesiones oculares: producidas por el impacto directo en el ojo: hemorragias retinianas, desprendimiento de retina, hemorragias vítreas, etc. ● Lesiones osteoarticulares: fracturas múltiples en distintos estadios evolutivos de consolidación. Asociación con otro tipo de manifestaciones cutáneas de maltrato. Mecanismo de producción discordante con la capacidad del niño por su edad. Las fracturas de fémur, vértebras, cráneo, y costillas si son múltiples, son sugestivas de maltrato. ● Lesiones viscerales: contusión y hematoma pulmonar; contusión esplénica y renal; neumotórax; desgarro mesentérico y hepático, etc. Síntomas: hinchazón y dolor abdominal, dificultad respiratoria, vómitos y/o hemorragias. Exploración Física en el Abuso/contacto sexual: ● Hallazgos de Sospecha (Indeterminados) de Abuso/contacto sexual: ○ Muescas profundas/hendiduras en el borde posterior/inferior del himen > 50% del ancho del himen). ○ Muescas profundas/fisuras completas en el himen a las 3 o las 9 en las adolescentes. ○ Borde suave e ininterrumpido de himen entre las 4 y las 8, de 1 mm de ancho al examen en posición prona rodilla-pecho. ○ Lesiones similares a verrugas en el área genital/anal. ○ Lesiones vesiculares/úlceras en el área genital/anal. ○ Dilatación anal hasta un diámetro > 2 cm, en ausencia de otros factores predisponentes. ○ Condiloma acuminado genital o anal. ○ Herpes tipo 1 o 2 en el área genital/anal sin otros indicadores de abuso sexual. ● Hallazgos Diagnósticos de Abuso/contacto sexual (Excluyendo lesiones accidentales): ○ Lesión traumática aguda externa (laceraciones / hematomas en la zona anogenital externa: labios, horquilla posterior, pene, escroto, tejidos perianales. ○ Lesiones residuales (cicatrización): cicatriz perianal, cicatriz de horquilla posterior. ○ Lesiones indicativas de traumatismo penetrante por fuerza brusca (laceraciones / hematomas en el himen, laceración perianal, transección del himen, pérdida del tejido del himen). ○ Presencia de infección (prueba positiva para gonorrea, clamidia, tricomonas, sífilis o VIH). ○ Esperma (identificado en muestras tomadas directamente del cuerpo del niño). ○ Embarazo Confirmado.
  • 8. ○ Otro (mutilación genital femenina). EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS. En Urgencias se realizarán las exploraciones complementarias que se consideren según los hallazgos de la anamnesis y exploración. Las exploraciones que podrían realizar principalmente son: Ante sospecha de Maltrato: ● Hemograma, hemostasia: Para descartar otras enfermedades causantes de las lesiones. ● CPK, transaminasas: Pueden estar elevadas en niños sometidos de forma regular a magulladuras y lesiones musculares. ● Serie ósea: Realizar en mayores de un año con cualquier lesión de maltrato físico, y en menores con signos muy evidentes de negligencia, aunque no presente lesiones. ● Fondo de ojo: Importante realizarlo ante cualquier sospecha de maltrato físico en menores de 2 años. ● TAC craneal: Realizar ante sospecha de TCE NO accidental en menores de 2 años, aunque no haya signos neurológicos. También debe valorarse su realización en ausencia de TCE y exploración neurológica normal, en casos de sospecha de maltrato y presencia de factores de riesgo elevado (fracturas costales, fracturas múltiples, lesiones faciales, o menores de 6 meses). En caso de abuso sexual. Si el abuso sexual ha sido hace menos de 72 h, y ha habido contacto de la piel del agresor con la piel de la víctima, contacto con secreciones, o han sido múltiples agresores, se realizará toma de muestras bajo las indicaciones del médico forenseLas muestras se deben recoger de acuerdo al BOE no 122, del 19 de mayo del 2010 (No deben remitirse al laboratorio del hospital, sino que serán custodiadas por la policía judicial). La toma de muestra se llevará a cabo con la presencia de cirugía pediátrica que valorará si requiere la presencia del servicio de ginecología. En función del tipo de agresión, se recogerán las siguientes muestras: ● Tóxicos en sangre/orina si se sospecha de sumisión química. ● Recogida de la ropa de la víctima y guardar en bolsas individualizadas. ● Si el agresor ha besado o ha rozado con su piel a la víctima, recogida de muestras con un hisopo de las zonas afectadas. ● Uñas: restos en zona subungueal y corte de uñas. ● Muestras bucales, anales y/o vaginales: ○ Penetración bucal: dos hisopos en zona yugal y dos peridentales. Después enjuague bucal. ○ Penetración vaginal: dos hisopos de zona vulvar, dos en vagina, dos en fondo de saco, dos en cuello uterino. Posteriormente, lavado vaginal. ○ Penetración anal: dos hisopos en zona perianal y dos en zona anal. ● Respecto a la detección de ETS, serán indicaciones de recogida: ○ Contacto sexual genital-anal, no digital. ○ Perpetrador del abuso con historia conocida de ETS o múltiples parejas. ○ Comunidad con elevada prevalencia de ETS. ○ Hallazgos clínicos: signos y síntomas de ETS, penetración traumática, historia familiar de ETS. ○ Pacientes que soliciten estudio o preocupación por ETS. ● Respecto a la probabilidad de que una ETS pueda ser debida a abuso sexual; es segura ante la presencia de gonorrea o sífilis, muy sospechosa en el caso de tricomonas, VIH, VHB, herpes y clamidias, posible en el caso de Gardnerella vaginalis, condilomas y escabiosis. Si el abuso sexual ha ocurrido hace más de 72 h, se realizarán cultivos para la detección de ETS, junto con un análisis de sangre que incluya: ● Serologías: ○ VHB: HBsAg y anti-HBc. ○ VHC: anti-VHC. ○ VIH: anti-VIH (6, 12, 24 semanas). ○ Sífilis: VDRL y FTA-ABS (6, 12, 24 semanas).
  • 9. ○ Virus del herpes simple tipo II y HPV. ● Test de embarazo en adolescentes. TRATAMIENTO En caso de abuso sexual, cuando el abuso se haya producido dentro de las últimas 72 horas debemos: ● Prevención de Enfermedades de transmisión sexual: ○ Profilaxis para gonococia, clamidia, trichomona y sífilis en posible incubación: ■ Ceftriaxona im dosis única <45kg: 125mg, >45Kg 250mg. ■ Azitromizina 1g vo dosis única (en < 7 años 20 mg/kg dosis única vo, máximo 1 g). ■ Metronidazol 2g vo dosis única (en < 7 años 15 mg/kg/día cada 8 horas vo 7 días, máx. 4g/día). ■ Para el tratamiento del lúes se recomienda esperar al resultado de la serología y en caso de ser necesario, se le pautará en la visita al Servicio de Medicina Preventiva. ● Profilaxis postexposición frente al VIH: Considerar las profilaxis siguiendo las recomendaciones de la SPNS/GESIDA/ AEP/CEEISCAT/SEMP sobre profilaxis postexposición frente al VIH, VHB y VHC en niños y adultos. ● Profilaxis de embarazo en adolescentes: ○ Para agresiones de hasta 72 horas: Levonorgestrel un comprimido 1,5mg vo dosis única. ○ En caso de agresiones entre 72 horas y 5 días: Acetato de Ulipristal un comprimido 30mg vo dosis única. ● Profilaxis frente al virus de la Hepatitis B en niños no vacunados, ante duda: ○ Administrar gammaglobulina antiB im y 1º dosis de vacuna VHB. ● Profilaxis antitetánica: ○ Su aplicación depende de la existencia de heridas inciso-contusas, así como la existencia de vacunación previa. En el resto de casos, el tratamiento necesario según hallazgos clínicos. D VIOLENCIA DE GÉNERO. 1. DEFINICIONES. Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como: “Todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”. En España la Ley Orgánica 1/2004 Artículo 1, de Protección Integral contra la Violencia de Género define la violencia de genero como: “Todo acto de violencia (…) que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia. (…) que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. Otros definen la violencia de género como un desequilibrio de poder y se lleva a cabo con la intención de humillar y hacer que una persona o grupo de personas se sienta inferior y / o subordinado. Es un tipo de violencia física, psicológica, simbólica e institucional, ejercida contra cualquier persona o grupo de personas sobre la base de su orientación o identidad sexual, sexo o género que impacta de manera negativa en su identidad y bienestar social, físico, psicológico o económico. Esta definición contempla que el género es más que ser hombre o mujer: alguien puede nacer con características sexuales femeninas pero identificarse como hombre, o como hombre y mujer al mismo tiempo, o en ocasiones como ni hombre ni mujer. Las personas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero y otras personas que no se ajustan a la norma heterosexual o a las
  • 10. categorías binarias de género tradicionales) también sufren violencia basada en su orientación sexual real o percibida, y/o identidad de género. Por esa razón, la violencia contra esas personas entra dentro del ámbito de las estadísticas de la violencia de género. Además, los hombres también pueden ser blanco de violencia de género. 2. ESTADÍSTICAS. En 2020 hubo en España 78.886 llamadas al 016 por Violencia de Género. Se tramitaron 150.804 denuncias por Violencia de Género. Hubo 45 víctimas mortales durante el año 2020, con un acumulado desde 2003 de 1078 víctimas mortales. Por otro lado, hubo una saldo de 26 menores huérfanos menores de 18 años víctimas de violencia de género. 3. TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER. En la actualidad se definen diferentes formas de violencia contra las mujeres: Violencia física: Comprende cualquier acto no accidental que implique el uso deliberado de la fuerza, como bofetadas, golpes, palizas, empujones, heridas, fracturas o quemaduras, que provoquen o puedan provocar una lesión, daño o dolor en el cuerpo de la mujer. Es importante no olvidar que cualquier forma de violencia física es también una violencia psicológica. Violencia sexual: Ocurre siempre que se impone a la mujer, mediante el chantaje, las amenazas o la fuerza, un comportamiento sexual contra su voluntad, se produzca por parte de su pareja o por otras personas. Existen diferentes manifestaciones de violencia sexual: Violencia sexual que no implica contacto corporal: Exhibicionismo, forzar a ver material pornográfico, mensajes obscenos por correo electrónico o telefónicos, gestos y palabras obscenos, insultos sexistas, acoso sexual, proposiciones sexuales indeseadas, voyeurismo. Violencia sexual con contacto corporal: Tocamientos, la imposición de relaciones sexuales o prácticas no deseadas, obligar a adoptar posturas que la mujer considera degradantes. Violación. Violencia contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres: Incluye cualquier actuación que restrinja a las mujeres el ejercicio de su derecho a la salud sexual y reproductiva, afectando su libertad para disfrutar de una vida sexual sin riesgos para su salud, así como ejercer libremente su derecho a la maternidad. Las agresiones sexuales comprenden cualquier atentado contra la libertad sexual, realizado con violencia o intimidación. Dentro de éstas se encuentra la violación: cuando la agresión sexual consiste en la introducción del pene por vía vaginal, anal o bucal o la introducción de cualquier clase de objeto o miembro corporal (ej.: los dedos) por vía vaginal o anal. Pero también existe agresión sexual cuando se atenta contra la libertad sexual de la mujer, aunque ello no implique contacto físico entre ésta y el agresor (obligarla a masturbarse o a mantener relaciones sexuales con otras personas). Los abusos sexuales comprenden también cualquier atentado contra la libertad sexual de otra persona, pero realizado sin violencia ni intimidación, aunque siempre sin que medie el consentimiento de dicha persona. Se consideran abusos sexuales no consentidos (además de los que se ejecuten sobre menores de 13 años) aquellos en los que el consentimiento se obtiene prevaliéndose el responsable, de una situación de superioridad manifiesta que coarte la libertad de la víctima.
  • 11. El acoso sexual es también una forma de violencia contra las mujeres. Se produce a través de comportamientos verbales, no verbales o físicos, de índole sexual, no deseados por la mujer, que tengan como objeto o produzcan el efecto de atentar contra su dignidad, o le creen un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante, ofensivo o molesto. El acoso sexual puede producirse en el ámbito de una relación laboral, docente o de prestación de servicios, incluso prevaliéndose de una situación de superioridad o jerárquica o de la vulnerabilidad de la víctima. También puede producirse en las pandillas, grupos de amigos y amigas, a nivel familiar o de vecindario. Los delitos contra la libertad e integridad sexual se hallan tipificados en el título VIII del Libro II del Código Penal. Existen además, otras formas de violencia sexual contra las mujeres, como la mutilación genital femenina (MGF), la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, entre otras. Estas formas de violencia también son violencia de género, pero debido a sus especiales características requieren de un protocolo específico. Violencia psicológica: Conducta intencionada y prolongada en el tiempo, que atenta contra la integridad psíquica y emocional de la mujer y contra su dignidad como persona, y que tiene como objetivo imponer las pautas de comportamiento que el hombre considera que debe tener su pareja. Sus manifestaciones son: las amenazas, insultos, humillaciones o vejaciones, la exigencia de obediencia, el aislamiento social, la culpabilización, la privación de libertad, el control económico (violencia económica), el chantaje emocional, el rechazo o el abandono. Este tipo de violencia no es tan visible como la física o la sexual, es más difícil de demostrar, y en muchas ocasiones no es identificada por la víctima como tal sino como manifestaciones propias del carácter del agresor. Algunas de estas formas de violencia pueden considerarse específicas para determinados grupos vulnerables, como por ejemplo la omisión de cuidados o la medicación negligente en el caso de mujeres con discapacidad, mayores o con enfermedad mental grave. 4. CAUSAS. La violencia contra las mujeres es estructural. La violencia no se debe a rasgos singulares y patológicos de una serie de individuos, sino que tiene rasgos estructurales de una forma cultural de definir las identidades y las relaciones entre los hombres y las mujeres. La violencia contra las mujeres se produce en una sociedad que mantiene un sistema de relaciones de género que perpetúa la superioridad de los hombres sobre las mujeres y asigna diferentes atributos, roles y espacios en función del sexo. En definitiva, el factor principal de riesgo para la violencia contra las mujeres es, precisamente, el hecho de ser mujer. La violencia contra las mujeres es además instrumental. El poder de los hombres y la subordinación de las mujeres, que es un rasgo básico del patriarcado, requiere de algún mecanismo de sometimiento. En este sentido, la violencia contra las mujeres es el modo de afianzar ese dominio. 5. EL PROCESO DE VIOLENCIA. La Teoría del Ciclo de la Violencia de Leonor Walker plantea que este fenómeno comprende tres fases: Acumulación de tensión: Se caracteriza por una escalada gradual de la tensión, donde la hostilidad del hombre va en aumento sin motivo comprensible y aparente para la mujer. Se intensifica la violencia verbal y pueden aparecer los primeros indicios de violencia física. Se presentan como episodios aislados que la mujer cree puede controlar y que desaparecerán. La tensión aumenta y se acumula. Explosión o agresión: Estalla la violencia y se producen agresiones físicas y/o psicológicas y/o sexuales. Es en esta fase donde la mujer suele denunciar o pedir ayuda. Calma o reconciliación o «luna de miel»: En esta fase el agresor manifiesta que se arrepiente y pide perdón a la mujer. Utiliza estrategias de manipulación afectiva (regalos, caricias, disculpas, promesas) para evitar que la relación se rompa. Por lo tanto, esta estrategia por parte de la pareja, provoca que la mujer, termine pensando que todo cambiará. 6. HIJOS E HIJAS DE MUJERES EN RELACIONES DE VIOLENCIA DE GÉNERO.
  • 12. Los hijos e hijas de las mujeres que están sufriendo violencia física, sexual o emocional por sus parejas o exparejas, son víctimas directas de la Violencia de Género, siempre. La exposición reiterada a un ambiente de maltrato hacia la madre, constituye una forma grave de maltrato psicológico hacia las hijas e hijos a su cargo, que están expuestas/os a una amplia gama de experiencias que incluye: ● Observar a su madre mientras está siendo maltratada, amenazada o incluso asesinada. ● Ver moratones, cortes u otras lesiones en su madre, o ser testigos de las consecuencias emocionales de la violencia, como el miedo o la intimidación, el estrés, ansiedad y depresión, sin haber sido testigos directos de actos de violencia. ● Presenciar comportamientos violentos, agresivos e incluso crueles, sabiendo que proceden de su padre o de otro varón con significado de figura paterna. ● Escuchar desde otra parte de la casa golpes, gritos, amenazas, rotura de objetos y cualquier otra forma de violencia. ● Experimentar las diferentes etapas del proceso de la violencia, no pudiendo predecir si se va a producir un comportamiento violento, viviendo en un clima de inseguridad emocional. ● Presenciar la desautorización, desvalorización y descalificación de su madre como figura materna. ● Experimentar sentimientos de miedo, ansiedad, inseguridad, impotencia, desprotección y desamparo, que genera vivir en un ambiente de enorme tensión y hostilidad donde se está produciendo la violencia. ● Sufrir amenazas de daño o muerte, chantajes y manipulación. ● Estar en riesgo de sufrir violencia directa, física, emocional y sexual. ● Enfrentarse a la violencia para protegerse o defender a su madre, interponerse entre el agresor y su madre, con el riesgo de sufrir daños y lesiones o incluso la muerte. ● Presenciar la intervención de la policía, la detención de su padre, acudir a juicios o pruebas periciales, tener que abandonar el domicilio o convivir en un centro de acogida. ● Enfrentar la experiencia de la pérdida de su madre, padre o ambos por una muerte violenta. Por lo tanto, en el caso de detección de una situación de Violencia de Género, si la mujer tiene hijas e hijos, es necesario tener presente que requieren de una especial atención desde el sistema sanitario, adquiriendo el personal de Pediatría un papel de gran relevancia, así como la coordinación con las y los profesionales de Trabajo Social dentro del equipo integral de salud. 7. MUJERES EN SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD. Embarazo: en el contexto de una relación de Violencia de Género, el embarazo es una etapa de especial vulnerabilidad y de especial riesgo. En ocasiones es en esta etapa cuando la violencia empieza a ser franca y evidente. Asimismo, un porcentaje importante de malos tratos por parte de la pareja se inician en este periodo, incluida la violencia física y sexual. A su vez, el embarazo añade dificultad a las posibilidades de separarse de la pareja. El maltrato constituye además, un factor de riesgo gestacional, motivo por el que todo embarazo en una mujer que sufre malos tratos se considera de alto riesgo, lo que significa un aumento de la morbimortalidad materna y perinatal. Discapacidad: las mujeres con alguna discapacidad física, sensorial o psicológica se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad a la violencia física, sexual y psicológica, por tener, con mayor probabilidad: ● Menor capacidad para defenderse. ● Mayor dificultad para expresarse. ● Menor credibilidad en su relato, especialmente en mujeres con trastorno mental grave. Menor acceso a la información, asesoramiento y a los recursos de forma autónoma. ● Mayor dependencia de terceras personas. ● Más dificultades de acceso al trabajo remunerado y a la educación. ● Menor autoestima y menosprecio de su propia imagen. ● Miedo a perder los vínculos que le proporcionan cuidados. ● Menor independencia y mayor control económico. Inmigración: en las mujeres inmigrantes, además pueden confluir condiciones que deter- minan una especial vulnerabilidad: ● La precariedad económica y laboral. ● Situaciones administrativas irregulares y el miedo a ser expulsadas del país.
  • 13. ● Mayores dificultades de comunicación y expresión debido a las barreras idiomáticas. ● Mayor dificultad de acceso a los recursos sociosanitarios. ● En algunos casos, la posibilidad de haber sufrido además, otras formas de violencia a lo largo de su vida y su proceso migratorio (abusos y agresiones sexuales, explotación sexual y trata, conflictos bélicos, cárcel y tortura, pobreza, etc.). ● Ausencia o escasa red de apoyo familiar y social, especialmente en mujeres recién llegadas al país. ● Desconocimiento de sus derechos y de los recursos. ● Prejuicios, actitudes discriminatorias y desconfianza de profesionales de diversos ámbitos. ● En las situaciones de solicitud de reagrupación de menores, temor a la paralización del expediente si se produce la separación de la pareja. ● A la consulta sanitaria pueden llegar niñas y mujeres que han sufrido además, otra de las formas de violencia de género, como es la mutilación genital (MGF), hecho altamente traumático con profundas huellas emocionales y graves consecuencias en todos los ámbitos de la salud. El estigma y la vergüenza son factores poderosos que muchas veces frenan a estas mujeres a la hora de buscar ayuda. Mujeres Mayores: en las mujeres mayores pueden confluir factores que aumentan la vulnerabilidad a la violencia de género, conllevan una mayor dependencia y dificultan las posibilidades de poner fin a una relación de maltrato: ● Pueden haber estado sufriendo maltrato durante muchos años, aún sin ser conscientes de ello, desarrollando sentimientos de indefensión, incapacidad e impotencia que les impiden plantearse alternativas a su situación. ● En la etapa de la jubilación, el número de horas de convivencia con la pareja aumenta, y algunos hombres tratan de tener un mayor control sobre el tiempo, las actividades y relaciones de las mujeres, exigiendo, con violencia, su disponibilidad y presencia para acompañarles y atenderles. ● Es frecuente la dependencia económica de la pareja e ingresos escasos procedentes de pensiones, que impiden que las mujeres se planteen como posibilidad la separación de la pareja y el inicio de una vida autónoma e independiente. ● En esta etapa de la vida, hay mujeres que pierden el apoyo cotidiano de sus hijos o hijas cuando éstos/tas se independizan, e incluso cambian de ciudad, lo que las enfrenta a vivir una violencia sin testigos ni mediación. ● Algunas mujeres se ven en la circunstancia de tener que cuidar a su pareja, de la que han recibido y continúan recibiendo malos tratos, por encontrarse ésta en situación de dependencia y/o enfermedad crónica. Medio Rural: además de las barreras comunes a todas las mujeres en la revelación y denuncia de la situación de maltrato, vivir en el medio rural añade otras dificultades tanto para la detección, como para la intervención: ● Dificultades de acceso a los recursos por su dispersión y lejanía. ● Mayor control social, es más difícil el anonimato. El hecho de denunciar puede tener repercusiones en las relaciones con la comunidad. ● Mayores dificultades para la protección. En pequeños municipios, las órdenes de alejamiento son difíciles de cumplir. ● Mayor riesgo de inhibición profesional por el control social. ● Menor posibilidad de independencia económica. Mujeres en situación de exclusión social: la feminización de la pobreza conduce a las mujeres a experimentar situaciones de exclusión social. Una parte significativa de mujeres solas con cargas familiares, mujeres que están en prisión o han salido de ella, mujeres que ejercen la prostitución, mujeres con drogodependencias graves, pueden encontrarse experimentando este tipo de situaciones. Habitualmente acumulan varios factores de desventaja social, que contribuyen no sólo a una mayor vulnerabilidad a sufrir violencia de género, sino a aumentar las dificultades para salir de ella: ● Analfabetismo o niveles muy bajos de instrucción social, escasa o nula cualificación laboral, precariedad en la vivienda, problemas graves en la esfera de las relaciones personales y/o familiares, carecer o tener muy limitada la autonomía económica. ● Tener asociadas otras circunstancias adversas: problemas importantes de salud o discapacidades, baja autoestima, sentimientos de rechazo social, vergüenza, impotencia,
  • 14. desesperanza, carencia de habilidades sociales, que disminuyen la capacidad de autodeterminación necesaria para afrontar una separación. ● Tener en la práctica, menor acceso a los servicios de ayuda. ● Ausencia de redes sociales de apoyo o vínculos demasiado precarios. 8. CONSECUENCIA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA SALUD. Consecuencias en la salud de las mujeres: CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA SALUD DE LAS MUJERES. CONSECUENCIAS FATALES. ● Muerte (por homicidio, suicidio, etc). CONSECUENCIAS EN LA SALUD FÍSICA. ● Lesiones diversas: contusiones, traumatismos, heridas, quemaduras, etc., que pueden producir discapacidad. ● Deterioro funcional. ● Síntomas físicos inespecíficos (por ejemplo cefaleas). ● Peor Salud. CONSECUENCIAS EN CONDICIONES CRÓNICAS DE SALUD. ● Dolor crónico. ● Síndrome de intestino irritable. ● Otros trastornos gastrointestinales. ● Trastornos del sueño. ● Discapacidades. CONSECUENCIAS EN LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA. ● Por relaciones sexuales forzadas: perdida del deseo sexual, trastornos menstruales, enfermedades de transmisión sexual incluida infección por VIH, sangrado y fibrosis vaginal, dispaneuria, dolor pélvico crónico, infección urinaria, cáncer de cervix, embarazo no deseado. ● Por maltrato durante el embarazo: embarazo de alto riesgo, mayor mortalidad materna, anemia, hemorragia vaginal, amenaza de aborto, aborto, muerte fetal, parto prematuro, bajo peso al nacer, mayor mortalidad perinatal. CONSECUENCIAS EN LA SALUD PSÍQUICA. ● Depresión. ● Ansiedad. ● Trastorno por estrés postraumático. ● Trastornos de la conducta alimentaria (bulimia, anorexia). ● Trastornos psicopatológicos. ● Intentos de suicidio, autolesiones. ● Abuso de alcohol, drogas y psicofármacos. ● Dependencia psicológica del agresor (Síndrome de Estocolmo). CONSECUENCIAS EN LA SALUD SOCIAL. ● Aislamiento social. ● Pérdida de empleo. ● Absentismo laboral. ● Disminución del número de días de vida saludable. ● Cambio de domicilio y/o ciudad forzado por la necesidad de protegerse.
  • 15. Consecuencias en la salud de los hijos e hijas: CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA SALUD DE LOS HIJOS E HIJAS. CONSECUENCIAS FATALES. ● Muerte por homicidio, o como resultado de interponerse entre el agresor y su madre para intentar frenar la violencia. CONSECUENCIAS EN LA SALUD FÍSICA. ● Daños y lesiones. ● Riesgo de alteración de su desarrollo integral: retraso del crecimiento, disminución de las habilidades motoras, retraso en el lenguaje, síntomas regresivos. ● Alteraciones del sueño y la alimentación. ● Mayor frecuencia de enfermedades psicosomáticas. CONSECUENCIAS EN LA SALUD PSICOSOCIAL. ● Ansiedad, depresión, baja autoestima. ● Trastorno de estrés postraumático. ● Déficit de atención y concentración, hiperactividad. ● Dificultades de aprendizaje y socialización, habilidades sociales escasas, bajo rendimiento escolar. ● Problemas de conducta social: Adopción de comportamientos de sumisión o violencia con sus compañeros o compañeras. ● Comportamientos de riesgo. ● Inhibición y aislamiento. ● Adicciones. ● Parentalización. Asunción de roles de protección de hermanos y hermanas o de su madre. ● Trastornos psicopatológicos. CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO O VIOLENCIA TRANSGENERACIONAL. Si no se ha producido un proceso de elaboración de las experiencias vividas a traves de una intervención profesional o de otras formas, la evidencia científica disponible señala que hay mayor probabilidad de: ● Conductas agresivas de hijos varones hacia las madres, aprendidas de los hombres violentos del propio contexto familiar. ● Maltrato a sus parejas en las edades adultas en los varones. ● Mayor tolerancia al maltrato en las mujeres. Consecuencias en el entorno relacional de la mujer: el hecho de conocer la existencia de una relación de maltrato, afecta también a personas del entorno cercano con las que la mujer mantiene vínculos afectivos, laborales y/o sociales (familiares, amistades, vecindario), teniendo una especial repercusión en personas dependientes de la mujer y/o convivientes, quienes sufren además los efectos de la violencia de género sin tener la capacidad de terminar con la situación, experimentando sentimientos de rabia e impotencia. También pueden producirse sentimientos de culpa en familiares por mantener actitudes pasivas o haber aconsejado mantener la relación a pesar de la violencia. A su vez, tener conocimiento de que otra mujer está viviendo una relación de maltrato afecta también a las mujeres que son o han sido víctimas de violencia de género, que pueden re-experimentar su situación y desarrollar de nuevo sintomatología. Consecuencias en el personal sanitario: escuchar los relatos de violencia, ser testigos/as del sufrimiento y los daños físicos y emocionales en las mujeres y en sus hijas e hijos, provocados por alguien de quienes se espera amor, cuidado y protección, no deja indiferente al personal sanitario.
  • 16. Produce sentimientos de dolor, tristeza, rabia, agresividad, impotencia y afecta a la idea que tengan del mundo y las relaciones. Todo ello puede repercutir también en la práctica asistencial. Por eso es importante disponer de herramientas metodológicas para el abordaje de la violencia de género, formación y apoyo o seguimiento continuos, coordinación y trabajo en equipo interdisciplinario, así como desarrollar estrategias de autoconciencia y autocuidado a fin de que el impacto emocional que el tratar a víctimas de maltrato, no repercuta negativamente en la toma de decisiones sobre la víctimas, ni en el equilibrio emocional de las y los profesionales. 9. ACTUACIÓN EN ATENCIÓN PRIMARIA Y ESPECIALIZADA. Para su abordaje se considera prioritaria la detección precoz desde los servicios sanitarios, es decir, adelantar el diagnóstico y realizar una intervención temprana. Las características de accesibilidad, contacto directo y continuado de los servicios de atención primaria y el hecho de contar con equipos multidisciplinares, puede facilitar de forma significativa esta detección precoz. Las mujeres que consultan en la red de salud mental y drogodependencias tienen alta probabilidad de estar sufriendo violencia de género. Es bastante frecuente que no tengan conciencia de su situación de maltrato, que la minimicen, o que no hablen de ello por diversos motivos y que tampoco relacionen su problemática de salud con la violencia de género vivida. Por tanto, los equipos de estos servicios deben también preguntar de forma sistemática sobre las experiencias de violencia. Detección. En Atención Primaria, cualquier profesional sanitario debe investigar la posibilidad de maltrato en toda mujer que acude a consulta y no figure en su historia que se le haya preguntado. Se debe preguntar siempre que las condiciones de seguridad lo permitan y observando las normas que se aconsejan al respecto (no presencia de la pareja en la consulta, condiciones de confidencialidad). Existen múltiples dificultades para reconocer la violencia de género, tanto por las mujeres que la sufren, como por parte de profesionales del sistema sanitario. Tienen que ver con factores sociales, como son los mitos y estereotipos creados por la cultura, con factores psicológicos como el temor a enfrentar los miedos y el dolor emocional y además, en profesionales, se puede sumar la falta de formación en esta materia. Las dificultades son todavía mayores en el caso de mujeres con discapacidades que dependen de su pareja incluso para su cuidado, de mujeres migrantes en situación administrativa irregular y/o con barreras idiomáticas, o en caso de vivir en el medio rural, donde el acceso a los recursos y a la protección puede estar más limitado; también en las mujeres mayores de 65 años y especialmente las ancianas, en mujeres con enfermedad mental grave, en mujeres que ejercen la prostitución, mujeres drogodependientes y cualquier otra circunstancia que las coloque en situación de exclusión social. Indicadores de sospecha y situaciones de vulnerabilidad: INDICADORES DE SOSPECHA EN LOS ANTECEDENTES Y CARACTERÍSTICAS DE LA MUJER. ANTECEDENTES DE VIOLENCIA. ● Haber vivido otras relaciones de maltrato en la pareja. ● Haber sufrido o presenciado malos tratos en la infancias, abusos y/o agresiones sexuales. ANTECEDENTES PERSONALES Y HÁBITOS DE VIDA. ● Lesiones frecuentes. ● Otros problemas de salud frecuentes: dolores, trastornos del sueño y la alimentación. ● Abuso de alcohol, psicofármacos u otras drogas. PROBLEMAS GINECO-OBSTÉTRICOS. ● Ausencia de control de fecundidad (muchos embarazos, embarazos no deseados o no aceptados). ● Presencia de lesiones en genitales, abdomen o mamas durante los embarazos. ● Dispareunia, dolor pélvico, infecciones ginecológicas de repetición, anorgasmia,
  • 17. dismenorrea. ● Historia de abortos repetidos. ● Hijos con bajo peso al nacer. ● Retraso en la solicitud de atención prenatal. SÍNTOMAS PSICOLÓGICOS. ● Insomnio. Depresión. Ansiedad. Trastorno de estrés postraumático. Intentos de suicidio. Baja autoestima. Agotamiento psíquico. Irritabilidad. Trastornos de la conducta alimentaria. Labilidad emocional. ASPECTOS SOCIALES. ● Aislamiento, escasas relaciones y actividades fuera de la familia, baja laborales. SÍNTOMAS FÍSICOS FRECUENTES. ● Cefalea. Cervicalgia. Dolor crónico en general. Mareos. Molestias gastrointestinales (diarrea, estreñimiento, dispepsia, vómitos, dolor abdominal). Molestias pélvicas. Dificultades respiratorias. UTILIZACIÓN DE SERVICIOS SANITARIOS. ● Existencia de periodos de hiperfrecuentación y otros de abandono. Íncumplimiento de citas o tratamientos. ● Uso repetitivo de los servicios de urgencias. ● Frecuentes hospitalizaciones. ● Acudir con la pareja cuando antes no lo hacía. SITUACIONES DE MAYOR VULNERABILIDAD. ● Situaciones de cambio vital: embarazo y puerperio, noviazgo, separación, jubilación propia o de la pareja. ● Situaciones que aumentan la vulnerabilidad: Tener hijas o hijos y personas dependientes a su cargo. Aislamiento tanto familiar como social. Migración, tanto interna o nacional como extranjera. Enfermedad discapacitante. Dependencia física y desempleo. Ausencia de habilidades sociales. ● Situaciones de exclusión social. ● Infección por VIH INFORMACIÓN DE QUE LA MUJER ESTÁ SIENDO VÍCTIMA DE MALOS TRATO A TRAVÉS DE: ● Familiares, amistades, profesionales del sistema sanitario u otras instituciones. INDICADORES DE SOSPECHA DURANTE LA CONSULTA. CARACTERÍSTICAS DE LAS LESIONES. ● Retraso en la demanda de asistencia de lesiones físicas. ● Incongruencia entre el tipo de lesión y la explicación de la causa. ● Hematomas o contusiones en zonas sospechosas: cara/cabeza, brazos o muslos. ● Lesiones por defensa (antebrazos y región dorsal). ● Lesiones en diferentes estadios de curación que indican violencia de largo tiempo de evolución. ● Lesiones en genitales. ● Lesiones durante el embarazo en genitales, abdomen y mamas. ● Lesión típica: rotura timpánica).
  • 18. ACTITUD DE LA MUJER. ● Temerosa, evasiva, incómoda, nerviosa, se altera por ejemplo al abrirse la puerta. ● Rasgos depresivos: triste, desmotivada, desilusionada, sin esperanza. ● Autoestima baja. ● Sentimientos de culpa. ● Estado de ansiedad o angustia, irritabilidad. ● Sentimientos de vergüenza: retraimiento, comunicación difícil, evitar mirar a la cara. ● Vestimenta que puede indicar la intención de ocultar lesiones. ● Falta de cuidado personal. ● Justifica sus lesiones o quita importancia de las mismas. ● Si está presenta su pareja: Respuesta temerosa, busca constantemente su aprobación. ACTITUD DE LA PAREJA. ● Solicita estar presente en toda la visita. ● Muy controlador, siempre contesta él o, por el contrario, despreocupado, despectivo o intentando banalizar los hechos. ● Excesivamente preocupado o solícito con ella o con el profesional. ● A veces colérico u hostil con ella o con el profesional. DURANTE EL EMBARAZO. ● Inicio tardío de las visitas de control prenatal. ● Consulta frecuente por disminución de la percepción del movimiento del bebé. ● Lesiones en zona abdominal y otras partes sin justificación adecuada o minimización de la importancia. ● Accidentes o lesiones físicas durante el embarazo. ● Embarazo en la adolescencia. ● Poco o ningún interés en asistir a las clases de preparación para la maternidad y paternidad. ● Antecedentes: abortos de reptición, bajo peso al nacer, sufrimiento fetal. DURANTE EL PUERPERIO. ● Desgarros y dehiscencia de la episiotomía. ● Mala o lenta recuperación postparto. ● Petición de anticonceoción lo antes posible por presion de la pareja a reiniciar relaciones sexuales. ● Mayor incidencia de hipogalactia y fracaso de la lactancia natural. ● Depresión post parto que no remite, con ansiedad en la relación madre-bebe. ● Retraso en la visita neonatal. Cuando el personal sanitario sospecha que una mujer puede ser víctima de maltrato, deberá confirmar o descartar la situación de violencia. Para ello es preciso realizar una entrevista clínica específica. RECOMENDACIONES PARA LA ENTREVISTA CLÍNICA A LA MUJER ANTE SOSPECHA DE MALTRATO. ● Ver a la mujer sola, asegurando la confidencialidad. En el caso de que tenga hijos e hijas, velar para que no estén presentes en la entrevista. ● Observar las actitudes y estado emocional (a través del lenguaje verbal y no verbal). ● Facilitar la expresión de sentimientos. ● Mantener una actitud empática, que facilite la comunicación, con una escucha activa. ● Seguir una secuencia lógica de preguntas más generales e indirectas a otras más concretas y directas.
  • 19. ● Abordar directamente el tema de la violencia. ● Expresar claramente que nunca está justificada la violencia en las relaciones humanas. EN EL CASO DE SUFRIR MALOS TRATOS. ● Hacer sentir a la mujer que NO es culpable de la violencia que sufre. ● Creer el relato de la mujer, sin poner en duda la interpretación de los hechos, sin emitir juicios, intentando quitar miedo a la revelación del abuso. ● Ayudarle a pensar, a ordenar sus ideas y a tomar decisiones. ● Alertar a la mujer de los riesgos y aceptar su elección. ● No dar la impresión de que todo se va a arreglar fácilmente. ● No dar falsas esperanzas. ● NO criticar la actitud o ausencia de respuesta de la mujer con frases como: “¿Por qué sigue con él?; Si usted quisiera acabar, se iría...”. ● NO infravalorar la sensación de peligro expresada por la mujer. ● NO recomendar terapia de pareja ni mediación familiar. ● NO prescribir fármacos que disminuyan la capacidad de reacción de la mujer. y cuando sean necesarios, hacerlo con estricto control médico. ● NO adoptar una actitud paternalista. ● NO imponer criterios o decisiones. Valoración. Una vez que la mujer reconoce estar en una situación de maltrato y/o presenta indicadores de sospecha, se debe proceder a realizar: - Una valoración integral que incluya: exploración minuciosa de las lesiones, de su estado emocional y de su situación social, informándole de las exploraciones que se realizan y de su finalidad. - Se evaluará si se encuentra en situación de peligro extremo. - Se explorarán las expectativas de la mujer y la situación en la que se encuentra en relación a la toma de decisiones de cambios en su vida, aspectos que son muy importantes de cara a adaptar la intervención a la situación de la mujer. La coordinación entre profesionales de los equipos de Atención Primaria con los hospitales, con los servicios sociales y los cuerpos de seguridad o justicia, es necesaria en el abordaje de cualquier caso de Violencia de Género, sobre todo en el caso de mujeres en situación de especial vulnerabilidad. VALORACIONES. BIOPSICOSOCIAL. ● Lesiones y síntomas físicos. ● Situación emocional. ● Situación familiar. ● Situación económica, laboral y ocupacional. ● Red de apoyo social de la mujer. DE LA SITUACIÓN DE VIOLENCIA. ● Tipo de violencia, desde cuándo la sufre, frecuencia e intensidad de la misma. ● Comportamientos de la persona agresora a nivel familiar y social; si ha habido agresiones a otras personas o familiares. ● Mecanismo de afrontamiento desarrollado por la mujer. ● Fase del proceso de motivación para el cambio en la que se encuentra. DE LA SEGURIDAD Y EVALUACIÓN DEL RIESGO. Determinar si la mujer se encuentra o no en peligro extremo, entendiendo por peligro extremo la
  • 20. situación actual de sufrir un evento inminente con riesgo cierto para la vida de la mujer o la de sus hijos o hijas. Indicadores de peligro extremo. Esta valoración se hará conjuntamente con la mujer: ● Amenazas con armas o uso de las mismas. ● Amenazas o intentos de homicidio a ellas y sus hijos o hijas. ● Amenazas o intentos de suicidio de la paciente. ● Malos tratos a hijos o hijas u otros miembros de la familia. ● Lesiones graves, requiriendo incluso hospitalización. ● Amenazas o acoso a pesar de estar separados. ● Aumento de la intensidad y frecuencia de la violencia. ● Agresiones durante el embarazo. ● Abusos sexuales repetidos. ● Comportamiento violento fuera del hogar. ● Trastornos paranoides, celos extremos, control obsesivo de sus actividades diarias, adónde va, con quién está o cuánto dinero tiene ● Aislamiento creciente. ● Consumo de alcohol o drogas por parte del cónyuge. ● Disminución o ausencia de remordimiento expresado por el agresor. Considerar la percepción de peligro por parte de la mujer, tanto para ella como para otros miembros del entorno familiar. Ante la presencia de este indicador, la situación queda definida directamente como de peligro extremo. Criterio profesional tras la valoración conjunta (fundamentada en la entrevista y la valoración biopsicosocial realizada). Si se detecta una situación de peligro preguntar: ● ¿Se siente segura en su casa? ¿Puede ir a casa ahora? ● ¿Están sus hijos/as seguros? ¿Dónde está ahora el agresor? ● ¿Lo saben sus amistades o familiares? ¿Le ayudarían? Intervención. La confirmación de una sospecha de malos tratos a una mujer no pone fin a la actuación del personal sanitario, sino que a partir de ese momento se debe desarrollar una importante labor de información a la mujer, de atención y trabajo en la consulta así como derivación cuando las características del caso lo requiera. La respuesta de las mujeres ante una situación de violencia de género está condicionada por el grado y las características de la violencia, por el daño producido y el impacto en su salud, por los recursos psicosociales de los que dispone y los apoyos que tiene a su alcance, así como si tiene hijas e hijos y otras personas a su cargo. Es más frecuente el intento de abandono de la situación si las mujeres tienen autonomía económica, apoyo familiar y social y relaciones más igualitarias fuera del ámbito doméstico. EL PROCESO DE CAMBIO EN LAS MUJERES Y LA ACTUACIÓN PROFESIONAL. FASES EN EL PROCESO DE CAMBIO. ACTUACIÓN PROFESIONAL. Ausencia de conciencia de la situación de la violencia o negación de la misma. Relacionar su sintomatología con la situación de violencia. Ofrecer criterios para que pueda analizar lo que es maltrato y buen trato. Empieza la toma de conciencia de la violencia que vive, pero no siente que la situación pueda cambiar o que ella pueda intervenir haciendo cambios. Facilitar la expresión de emociones, miedos, expectativas, dificultades. Identificar apoyos y fortalezas. Analizar el ciclo de la violencia con ella. Empieza a pensar que no puede seguir viviendo así, pero no sabe cómo cambiar. Analiza pros y contras para un cambio que no se plantea realizar todavía. Apoyar cada iniciativa de cambio y establecer con ella el plan más adecuado para conseguirlo. Analizar sus dificultades. Motivarla para buscar otros apoyos profesionales y recursos como el trabajo grupal.
  • 21. Inicia cambios en su vida y planes para la ruptura, aún en medio de sentimientos contradictorios como la autoconfianza, la culpa, el miedo a enfrentarse a lo desconocido. Valorar sus progresos, reforzar sus decisiones, acompañándola con citas frecuentes, coordinación con otros recursos sociosanitarios. El camino de salida de la violencia no es lineal, como todo proceso de cambio puede tener momentos de abandono y retrocesos hasta lograr consolidar y mantener su autodeterminación. Ayudarla a entender que los retrocesos y las inseguridades forman parte del proceso. Analizar con ella los motivos y situaciones que la llevaron al retroceso Consolidado el proceso de cambio, se plantea nuevos proyectos de vida. Potenciar su participación en actividades y redes sociales, en la creación de vínculos saludables, en el desarrollo de su autoestima y autoconfianza. La actuación del personal sanitario se orientará de forma diferenciada en función de si la mujer reconoce o no el maltrato, del riesgo y la situación de peligro que corre, así como de la fase del proceso de cambio en la que la mujer se encuentre. PLAN DE ATENCIÓN A LA MUJER QUE PRESENTA INDICADORES DE SOSPECHA PERO NO RECONOCE SUFRIR MALOS TRATOS. ❖ Registrar en la historia clínica la sospecha y la actuación realizada incluida la valoración de vulnerabilidad y riesgo. ❖ Informar a la mujer de la valoración que hace el/la profesional de la situación en la que se ❖ encuentra. ❖ Trabajo en la consulta – seguimiento: ● Establecer una relación de confianza. ● Trabajar con la mujer la toma de conciencia acerca de las relaciones de maltrato y el impacto en su salud. ● Atención integral/interdisciplinar de los problemas físicos/psíquicos/sociales encontrados. ● Planificar visitas de seguimiento: acompañar a la mujer en el reconocimiento de la situación de violencia y en la toma de decisiones, de manera empática. ● Proponer, si existe la posibilidad y se considera adecuado, la participación en intervenciones grupales (grupos de mujeres en el centro o en otros recursos de la zona). ● Si existe sospecha consistente de Violencia de Género y se valora la situación como de riesgo para la mujer, se puede comunicar al ministerio fiscal para su investigación. PLAN DE ATENCIÓN A LA MUJER QUE RECONOCE SUFRIR MALOS TRATOS PERO NO SE ENCUENTRA EN PELIGRO EXTREMO. ❖ Registrar en la historia clínica, incluyendo la valoración de la vulnerabilidad y el riesgo. ❖ Informar a la mujer de la valoración que hace el/la profesional de la situación en la que se encuentra. ❖ Trabajo en la consulta – seguimiento: ● Trabajar con la mujer la toma de conciencia del impacto en la salud de la relación de maltrato que está viviendo. ● Atención integral/interdisciplinar de los problemas físicos/psíquicos/sociales encontrados. ● Plantear la elaboración de una estrategia de seguridad ante una posible situación extrema. ● Establecer un plan de consultas de seguimiento para: - Plantear y favorecer la toma de decisiones para iniciar cambios en la
  • 22. situación. - Acompañar a la mujer en el afrontamiento de su situación. - Prevenir nuevas situaciones de violencia. ❖ Ofertar, si es posible, la participación en intervenciones grupales (grupos de mujeres en el centro u otros recursos de la zona). ❖ Derivar (si se estima necesario y previo consentimiento de la mujer): ● Al personal de trabajo social del centro sanitario. ● A los recursos adecuados a la situación en la que se encuentra la mujer. ❖ Emitir parte de lesiones cuando proceda. ❖ En aquellos casos en que la mujer se niega a denunciar y el personal sanitario tenga fundadas sospechas de la existencia de malos tratos físicos ó psíquicos (no existe constatación clara del origen de las lesiones como para poder emitir el correspondiente parte de lesiones), se recomienda comunicar a la Fiscalía dicha situación, tal como establece el precepto legal. La Fiscalía decidirá en base a los indicios que se puedan aportar o ampliar, cual es la situación procesal adecuada. ❖ Actuación con los hijos e hijas y otras personas dependientes si las hubiera. PLAN DE ATENCIÓN A LA MUJER QUE RECONOCE SUFRIR MALOS TRATOS Y ENCUENTRA EN PELIGRO EXTREMO. ❖ Registrar en la historia clínica el episodio y las actuaciones realizadas en función de la situación de riesgo físico o psíquico, suicidio, etc. Este registro puede servir como prueba en un proceso judicial. ❖ Conocer la situación familiar, personas dependientes y los recursos con que cuenta. ❖ Informar a la mujer de la valoración que hace el/la profesional de la situación de peligro en que se encuentra y plantearle las posibles estrategias a seguir. Transmitirle que no está sola. ❖ Emitir el parte de lesiones e informe médico, y remitirlo al juez con carácter inmediato (FAX, Email) entregando una copia a la mujer e informándole de sus implicaciones. ❖ Derivar con carácter urgente a trabajo social o a los servicios de apoyo de 24 horas de emergencias sociales para mujeres maltratadas, teléfono 112 (Emergencias), servicios específicos de su comunidad autónoma o, en su caso, actuar siguiendo el protocolo de coordinación interinstitucional de la Comunidad Autónoma. RECOMENDACIONES PARA LA ACTUACIÓN SANITARIA. ● Registrar en la historia clínica la sospecha y las actuaciones realizadas. Puede servir como prueba importante en un proceso judicial. ● Informar a la mujer del plan de actuación sanitaria y de las posibles consecuencias de las medidas que se van a tomar. ● Informarle acerca de sus derechos y de los recursos con los que puede contar. ● No verificar el testimonio de la mujer hablando con su agresor. ● Siempre que se emita un parte de lesiones, previamente hay que valorar la seguridad de la mujer y tomar medidas de protección para minimizar el riesgo. ● Leer siempre a la mujer el parte de lesiones emitido. ● Indagar sobre la posibilidad de malos tratos a otros miembros de la familia o personas allegadas. ● Si hay hijos o hijas a su cargo, ponerse en contacto con pediatría para valorar el alcance del maltrato. ● Es necesario tener en cuenta las dificultades específicas de las mujeres en situaciones de especial vulnerabilidad. ● No recomendar nunca terapia de pareja o mediación familiar. ● Mantener estrecha coordinación y colaboración con otras instituciones y servicios no sanitarios. ● Es necesario que las personas profesionales de salud realicen sus propios procesos y la formación sea también vivencial, tomando conciencia de sus propias actitudes, estereotipos, procesos personales, modos de relación, conflictos y del impacto de los
  • 23. mandatos patriarcales en sus vidas. ● Promover en las mujeres su participación en grupos terapéuticos y/o de desarrollo personal, tanto en los centros de salud como en los servicios especializados. Detección y valoración en hijas e hijos. Las y los profesionales de pediatría juegan un importante papel en la detección, atención y prevención ante situaciones de violencia de género. Cuando una mujer esté viviendo una relación de maltrato, y en el caso de que tenga hijas e hijos en edad de asistencia pediátrica, es importante la coordinación de medicina de familia con pediatría para que realice una valoración de la repercusión de esta situación en los hijos e hijas expuestos a la misma. Asimismo, en la atención sanitaria a niñas y niños, la sospecha de que la problemática de salud que presentan puede ser consecuencia de estar expuestos/as a la violencia de género, posibilitará también la detección y la intervención con las mujeres en relaciones de maltrato. La intervención de profesionales de trabajo social del centro de salud puede ser de gran ayuda para la valoración psicosocial y, en caso necesario, se puede solicitar la colaboración de otros profesionales, como equipos de salud mental infanto-juvenil, equipos de atención psicológica a menores de los servicios sociales, y equipos de atención psicopedagógica del sistema educativo. INDICADORES DE SOSPECHA EN LOS HIJOS E HIJAS DE MUJERES EN RELACIONES DE VIOLENCIA DE GÉNERO. ● Daños o lesiones corporales. ● Retraso del crecimiento, retraso o dificultades en cualquier área del desarrollo: psicomotricidad, lenguaje, bajo rendimiento escolar. ● Enfermedades psicosomáticas de repetición. ● Trastornos del sueño y la alimentación. ● Trastornos del control de esfínteres. ● Accidentes frecuentes. ● Trastornos del comportamiento. ● Dificultades en las relaciones (relaciones violentas con sus iguales, conductas de inhibición y aislamiento). ● Depresión, ansiedad. ● Intentos de suicidio, autolesiones. 10. ACTUACIÓN EN URGENCIAS. Las mujeres que sufren violencia de género pueden acudir también a los servicios de urgencias, tanto del ámbito de la atención primaria como especializada. La mayoría de las actuaciones planteadas en el capítulo anterior podrían ser también recomendadas para urgencias. En los servicios de urgencias es frecuente que las lesiones y síntomas de las pacientes sean más graves. Las mujeres que acuden a urgencias por este problema, pueden reconocer haber sufrido malos tratos o no. Actuación de detección de violencia: Mantener una actitud de alerta y prestar atención a los signos y síntomas que pueden hacer pensar que la paciente sufre malos tratos. En los casos en que se sospeche que es así, realizar una entrevista clínica específica para detectar los malos tratos. Atender a la mujer en un clima de confianza adecuado. Actuación asistencial: En primer lugar, se deberá atender el estado de salud de la mujer, tanto físico como psicológico, y establecer un diagnóstico y atención adecuados. La atención a la paciente se realizará en función de las lesiones y síntomas presentados y, en el caso de que no precise ingreso en planta, se deberá valorar la necesidad de una actuación urgente de profesionales de la psicología/psiquiatría y trabajo social. Igualmente, se ha de indagar acerca de la existencia de menores o personas dependientes que también puedan estar padeciendo la violencia, por si hubiera que tomar medidas inmediatas. El informe de alta que se facilite a la
  • 24. mujer debe detallar las lesiones que ésta presenta y su estado psicológico. Se le debe entregar a la mujer siempre que no comprometa su seguridad (puede venir acompañada por el presunto agresor o puede que al llegar a casa el agresor descubra la copia del alta). En tal caso, se le puede indicar que si teme llevar la copia consigo, se le puede entregar a algún familiar o persona de su confianza. Otra copia será para atención primaria, con el fin de colaborar a su seguimiento y a completar las actuaciones que sean precisas salvaguardando la confidencialidad de los datos. En caso de ingreso hospitalario, velar para que el informe de alta llegue a Atención Primaria. Valoración de la seguridad: Siempre que se atienda un caso de violencia de género en urgencias es necesario realizar una valoración de la seguridad y el riesgo en que se encuentra la mujer. Información y derivación: Una vez proporcionada la atención y cuidados asistenciales, se realizarán las actuaciones de información y derivación oportunas en función del caso, de acuerdo con los protocolos sanitarios e interinstitucionales existentes en cada Comunidad Autónoma. Desde el servicio de urgencias se deberá informar a atención primaria de la situación detectada, a fin de que pueda hacer el seguimiento que proceda mediante la remisión de una copia del informe clínico. Actuación legal: En España existe la obligación legal de poner en conocimiento de la autoridad judicial la existencia de lesiones ante la constatación de malos tratos, obligación que se cumple mediante la notificación al juzgado del Parte de Lesiones e Informe Médico que le acompaña, informando previamente a la mujer afectada de la remisión del mismo y registrándolo en la historia clínica, valorando siempre la seguridad de la mujer para garantizar su protección.
  • 25. E MALTRATO EN EL ANCIANO. 1. DEFINICIONES. Durante décadas se han ido confeccionando y puliendo las definiciones con respecto al tema. Entre ellas destacamos las siguientes: “Cualquier acto u omisión que produzca daño, intencionado o no, que ocurra en el medio familiar, comunitario o institucional, que vulnere o ponga en peligro la integridad física, psíquica, así como el principio de autonomía o el resto de los derechos fundamentales del individuo, constatable objetivamente, o percibido subjetivamente con independencia de la intencionalidad o no y del medio donde suceda”. Declaración de Almería (1995). “Acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza y la cual produzca daño o angustia a una persona anciana”. Toronto (2002).
  • 26. “Cualquier acto u omisión, que causa daño o angustia, vulnera o pone en peligro la integridad física, psíquica o económica, atenta contra la dignidad, autonomía y respeto de los derechos fundamentales del individuo, realizado de forma intencionada o por negligencia, sobre una persona y que se produce en el marco de una relación en la que el agresor se considera en situación de ventaja o superioridad sobre la persona agredida, ya sea por razón de género, edad, vulnerabilidad o dependencia”. IMSERSO (2015). 2. ¿DÓNDE OCURRE, POR QUÉ? Afectan a todas las clases sociales en todas las edades y ocurren en cualquier entorno o medio, sin distinguir entre niveles socioeconómicos. En el caso de las personas mayores, el maltrato se produce en una situación caracterizada por el desvalimiento y la fragilidad que puedan vivir los mismos, así como por la falta de recursos o de redes de apoyo. El riesgo de padecer maltrato aumenta cuando las personas mayores se encuentran en situación de dependencia para su vida diaria por padecer cualquier problema de salud (física, mental, psíquica, sensorial o perceptivo cognitiva) que les impida desenvolverse de manera autónoma. Todavía es más peligroso cuando la persona no es capaz de percibir la situación de maltrato y no la puede expresar o manifestar. EN EL MEDIO DOMICILIARIO. Suceden en un contexto de confianza bien sea familiar o de personas cercanas (amigos, vecinos, conocidos, cuidadores...). Estas personas próximas suelen ser los principales proveedores de cuidados de las personas mayores. En estos casos, cuando ocurre el maltrato puede ser que incluso la persona cuidadora no sea consciente de que sus actos dañan a la persona mayor. El riesgo de malas prácticas aumenta cuando el entorno familiar está perturbado (situaciones límite de sus miembros, desempleo, frustraciones, estrés...). EN EL MEDIO INSTITUCIONAL. La violencia en el medio institucional se refiere a la que ocurre en establecimientos prestadores de servicios y cuidados, a corto o largo plazo, públicos o privados (centros de salud, hospitales, residencias geriátricas, centros de día...); por lo que la persona que puede infligir el maltrato no es una persona de confianza, sino que tiene una relación contractual o una obligación legal de cuidados respecto a la persona mayor. EN EL MEDIO SOCIAL. Hace referencia a las “acciones o no acciones” y actitudes discriminatorias que marginan a las personas mayores. Pueden provenir de distintas administraciones y otras estructuras sociales (empresas o particulares). Su manifestación más frecuente y evidente es el trato irrespetuoso. 3. ESTADÍSTICAS. Según un estudio de 2017 basado en la mejor evidencia disponible de 52 investigaciones realizadas en 28 países de diversas regiones, incluidos 12 países de ingresos bajos y medianos, durante el último año el 15,7% de las personas de 60 años o más fueron objeto de alguna forma de maltrato. Probablemente este porcentaje representa una subestimación, ya que solo se denuncia uno de cada 24 casos de maltrato a personas mayores, en parte porque estas últimas a menudo tienen miedo de notificar el maltrato a sus familiares, a sus amigos o a las autoridades. Por consiguiente, es probable que se subestimen las tasas de prevalencia. Los datos sobre el alcance del problema en instituciones como hospitales, residencias de ancianos y otros centros de atención de larga duración son escasos. Sin embargo, las revisiones sistemáticas y metaanálisis de estudios recientes sobre el maltrato a personas mayores en entornos tanto institucionales como comunitarios, basados en las denuncias presentadas por las propias personas mayores, indican que las tasas de maltrato son mucho más altas en las instituciones que en los entornos comunitarios.
  • 27. MALTRATO A PERSONAS MAYORES EN ENTORNOS COMUNITARIOS. MALTRATO A PERSONAS MAYORES EN ENTORNOS INSTITUCIONALIZADOS. TIPO DE MALOS TRATOS. Notificado por personas mayores. Notificado por personas mayores y sus representantes. Notificado por trabajadores. PREVALENCIA GENERAL. 15.7% No hay suficientes datos. 64,2%, o dos de cada tres trabajadores. MALTRATO PSICOLÓGICO. 11.6% 33.4% 32.5% MALTRATO FÍSICO. 2.6% 14.1% 9.3% ABUSO FINANCIERO. 6.8% 13.8% No hay suficientes datos. NEGLIGENCIA. 4.2% 11.6% 12.0% 4. TIPOS DE MALOS TRATOS. INDICADORES DE SOSPECHA. Maltrato físico: uso intencionado de la fuerza física que puede dar lugar a lesión corporal, dolor físico o perjuicio. Puede incluir actos de violencia como, golpes, pellizcos, empujones, patadas, bofetadas, pinchazos, castigos físicos de cualquier tipo, uso inapropiado de fármacos, de restricciones físicas, forzar a comer, etc. INDICADORES DE MALTRATO FÍSICO. ● Queja del usuario de agresión física.
  • 28. ● Lesiones, cortes, heridas, magulladuras, laceraciones, hematomas, alopecias, quemaduras. ● Caídas y lesiones no explicadas. ● Fracturas múltiples. ● Heridas en zonas ocultas y con distinto grado de evolución. ● Desnutrición, deshidratación, pérdida de peso. ● Errores en la medicación, pérdida de recetas. ● Falta de higiene personal y externa. ● Cambios frecuentes de médico, de centro asistencial. Maltrato psicológico: causar intencionadamente angustia, pena, sentimiento de indignidad, miedo o aflicción por medio de actos verbales o conducta no verbal que denigran a la persona y le disminuyen su dignidad, identidad y autoestima (amenazas, insultos, intimidación, humillación, ridiculización, infantilización, privación de seguridad y/o afecto etc.). INDICADORES DE MALTRATO PSICOLÓGICO. ● Cambios en los hábitos alimenticios. ● Problemas para dormir. ● Actitud de temor, confusión, resignación. ● Pasividad, retraimiento, aislamiento. ● Baja autoestima, depresión. ● Indefensión, desesperanza, ansiedad. ● Contradicciones o relatos imposibles que no obedecen a confusión mental. ● Vacilaciones y renuncia a conversar abiertamente. ● Evasión de contactos con cuidadores y de comunicación verbal. ● Ira o miedo hacia los cuidadores. ● Cambios de carácter, agitación ante el responsable del maltrato. ● La persona es dejada de lado por los demás. Abuso sexual: comportamiento (gestos, insinuaciones, exhibicionismo, etc.) o contacto sexual de cualquier tipo, consumado o no, no consentido o con personas incapaces de dar consentimiento (violación, tocamiento, acoso sexual, hacer fotografías, etc.). INDICADORES DE MALTRATO SEXUAL. ● Quejas de agresión sexual. ● Conducta sexual que no coincide con las relaciones habituales y la personalidad anterior de la persona. ● Cambios no explicados en la conducta (agresión, retraimiento, automutilación...). ● Quejas frecuentes de dolores abdominales o hemorragias vaginales o anales inexplicadas. ● Infecciones genitales recurrentes o hematomas alrededor de las mamas o en las zonas genitales o paragenitales. ● Prendas íntimas desgarradas, manchadas o ensangrentadas. ● Dolor, rasguños o lesiones en la región anal, genital o abdominal. ● Dificultad al caminar o sentarse debido a lesiones en la zona genital. ● Enfermedades de transmisión sexual o cistitis. ● Inexplicables problemas con los catéteres. Maltrato económico: Utilización no autorizada, ilegal o inapropiada de fondos, propiedades o
  • 29. recursos del usuario. Incluye el cobrar cheques sin su autorización, falsificar la firma, malversar, llevar con engaño a firmar un documento, uso indebido del poder de un tutor sobre los bienes, etc. INDICADORES DE MALTRATO ECONÓMICO. ● Manifestación expresa de que manipulan sus efectos personales sin su autorización. ● Pérdida de dinero, movimientos sospechosos en las cuentas, retiradas de dinero irregulares o atípicos no justificados. ● Cambios de testamento cuando se duda de la capacidad para tomar decisiones. ● Firmas "falsificadas" a "personas que no saben o no pueden escribir". ● Desaparición de valores, depósitos, documentos o piezas de valor. ● Atención a la persona usuaria no acorde con sus ingresos o medios. ● Falta de confort y comodidades cuando se dispone de recursos para poder disfrutarlas. ● Problemas de salud física y/o mental sin tratamiento (prótesis, sillas...). Maltrato social: Discriminación del usuario en los círculos sociales o de relación del centro. INDICADORES DE MALTRATO SOCIAL. ● Dejar sentado o encamado durante horas. ● No ofrecer actividades de estimulación o entretenimiento ● No facilitar el acceso al culto religioso ● Restringir las llamadas o las visitas ● Ocultar el fallecimiento de otros residentes ● Dejarle solo. Negligencia/abandono: Rechazo, negación o equivocación para iniciar, continuar o completar la atención de las necesidades de la persona usuaria, ya sea de forma voluntaria (activa) o involuntaria (pasiva), por parte de la persona que de forma implícita o acordada sea responsable de ella. Por ejemplo, no aportar recursos económicos, omisión de las necesidades básicas como alimento, agua, alojamiento, abrigo, higiene, ropa, atención sanitaria, tratamiento médico, etc. INDICADORES DE NEGLIGENCIA/ABANDONO. ● Queja de abandono. ● Suciedad, olor a heces u orina. ● Erupciones en la piel no tratadas. ● Pediculosis. ● Úlceras por presión. ● Malnutrición o deshidratación. ● Enfermedades no tratadas. ● Mal cumplimiento terapéutico. ● Deterioro progresivo de la salud sin causa evidente. ● Medicación excesiva o insuficiente. ● Vestido inadecuado. Maltrato institucional: se produce cuando las condiciones y organización del centro o la asistencia que se presta al usuario no son las adecuadas a sus necesidades.
  • 30. INDICADORES DE MALTRATO INSTITUCIONAL. ● Mala higiene del centro en general. ● Rigidez en las normas, en los horarios de visitas, comidas, descanso etc. ● Descoordinación de los servicios. ● Despersonalización en la asistencia. ● Violación de la privacidad. ● Ambiente laboral agresivo. Vulneración de Derechos: Consiste en la agresión, la privación o el no reconocimiento de los derechos fundamentales como la dignidad, el respeto, la intimidad, la confidencialidad y la participación. La libertad es un derecho fundamental, como el derecho a decidir. Supone la pérdida del derecho a la intimidad o privacidad, al uso y disfrute de sus pertenencias, la negación del derecho a decidir sobre aspectos de la vida privada, como recibir visitas o relacionarse con amigos, así como el desalojo del propio domicilio (acoso inmobiliario). Todas las formas de malos tratos llevan implícita una vulneración de los derechos de las personas mayores. INDICADORES DE VULNERACIÓN DE DERECHOS. ● Falta de respeto a la intimidad y a la libertad. ● No tener en consideración los deseos y las decisiones de la persona mayor sobre aspectos vitales (dónde, con quién y de qué manera quiere vivir). ● Los tratos discriminatorios y desconsiderados. ● Aislamiento. 5. FACTORES DE RIESGO. Existen una serie de factores que predisponen a generar una situación de maltrato y que son muy importantes, tales como las enfermedades mentales y las demencias. FACTORES DE RIESGO. ASOCIADOS A LA VÍCTIMA. ● Deterioro funcional (necesidad de terceros para hacer actividades de la vida diaria). ● Dependencia psíquica. Reducción de la capacidad intelectual. ● Dependencia financiera. ● Deterioro cognitivo y alteraciones de la conducta. ● Depresión. Baja autoestima. ● Aislamiento social. La soledad. ● Antecedentes de maltrato. Historia previa de violencia familiar. ● Mujeres mayores de 75 años. ASOCIADOS AL CUIDADOR. ● Sobrecarga del cuidador. Cansancio. ● Aislamiento social o familiar del cuidador/a. ● Problemas económicos, dificultades laborales o dependencia económica de la víctima. ● Estrés o crisis vital. ● Abuso de alcohol, fármacos o drogas. ● Trastornos mentales y problemas de autoestima. ● Cuidador/a único/a, inmaduro/a o aislado/a. ● Experiencia familiar de malos tratos. ● Más de 8-9 años cuidando a la persona mayor.
  • 31. ● Falta de preparación o habilidades para cuidar, dificultades de comprensión de la enfermedad. ● Relación afectiva previa. ● Cuidar a otras personas. ● Situación personal de salud. ● Historia previa de violencia familiar. ● Enfermedad física crónica. INSTITUCIONAL. ● Personal poco preparado o formado. ● Salarios bajos. ● Sobrecarga de trabajo. ● Estructura física de la institución no adaptada a la gente mayor. ● Falta de recursos. ● Normas de funcionamiento inadecuadas. ● Falta de controles. ESTRUCTURAL. ● Pobreza o falta de recursos. ● Discriminación por la edad. ● Imágenes estereotipadas de la vejez como una carga. ● Deficientes relaciones intergeneracionales. ● Potenciación de viejos conflictos. 6. PREVENCIÓN. PREVENCIÓN PRIMARIA. La prevención primaria es, pretende evitar que las situaciones de maltrato se lleguen a producir. Su propósito es actuar antes de que una persona se convierta en la víctima de cualquier forma de maltrato. Se trata de evitar la aparición y consolidación de patrones de vida social, económica y cultural que contribuyen a aumentar el riesgo de malos tratos. Existen elementos que pueden inducir a una persona a convertirse en maltratada. Se trata en este caso de identificar y evitar en lo posible los factores de riesgo para el maltrato en las personas mayores. En la prevención primaria adquiere especial sentido pautas de acción para sensibilizar a la sociedad como: ● Divulgar los derechos de las personas mayores. ● Organizar actos de carácter público en forma de seminarios, conferencias, jornadas o mesas redondas. ● Concienciar y sensibilidad a la población mediante campañas. ● Divulgar materiales didácticos donde se explique con claridad y precisión las diferentes formas de explicar sobre el maltrato a las personas mayores, cómo se pueden prevenir, cómo se pueden identificar, y sus implicaciones. ● Impulsar la formación a profesionales., especialmente a los que pueden tener un contacto más frecuente con esta realidad (servicios sociales, servicios de salud, cuerpos de seguridad, servicios jurídicos, etc.). ● Fomentar la atención a los cuidadores. ● Promover la coordinación entre todos aquellos sistemas que están pueden estar implicados en las situaciones de maltrato a personas mayores, como podrían ser servicios sociales, salud, justicia, cuerpos. ● Proyectos educativos con niños y jóvenes que sensibilicen sobre el respeto, la dignidad y la tolerancia. Son particularmente importantes. El proyecto de la “Estrategia Nacional de Personas Mayores para un Envejecimiento Activo y para su Buen Trato” Aprobado por el Pleno del Consejo Estatal de Personas Mayores en la sesión
  • 32. extraordinaria del día 30/ de Noviembre de 2017, establece varios ejes que van a enmarcar la futura Estrategia Nacional de Envejecimiento, y que definen la promoción del buen trato a las personas mayores. PREVENCIÓN SECUNDARIA. Se trata de reducir la prevalencia de malos tratos mediante la detección precoz de los casos ocultos y la intervención precoz que evite las consecuencias más graves y la reincidencia. La prevención secundaria tiene por objeto detectar lo antes posible aquellos casos en los que la persona mayor o alguna persona de su entorno ya presentan un o más factores de riesgo, con la finalidad de detectar situaciones que potencialmente pueden desembocar en malos tratos e intervenir en ellas para que este paso no se llegue a producir. En las estrategias de actuación en la prevención secundaria son tienen especial la difusión de recursos legales de protección: ● El testamento vital (Documento de voluntades anticipadas): En él se dan instrucciones al equipo médico para que se actúe en el ámbito sanitario, en el supuesto de que la persona que lo firme llegue un momento en que no pueda expresar su voluntad. En este documento se designa un representante, que actuará como interlocutor válido de la persona enferma con el equipo sanitario. ● El poder preventivo: Es otro documento de protección y prevé, dejando constancia por escrito, cómo deben gestionarse los propios bienes si en un futuro alguna enfermedad impidiese decidir sobre ellos. ● La autotutela: Para firmar un documento de autotutela es preciso dirigirse a un notario. En él se deja por escrito y se regula, bajo la propia voluntad (cuando aún se es capaz de decidir), quién queremos que nos cuide, si llega la necesidad y quién no queremos que lo haga. Es decir, se elige un tutor que velará directamente para que nuestros derechos continúen garantizados en el supuesto de que en un futuro nos declarasen incapaces. Se pueden dar indicaciones sobre cómo queremos que se lleve a cabo esta tutela, dejando constancia de nuestra voluntad sobre nuestra vida y acompañamiento. ● El acogimiento de personas mayores y las situaciones convivenciales de ayuda mutua: Es preciso hacer un contrato con el asesoramiento de un abogado o un notario que complemente, regule y dé seguridad a la persona que entra en una vivienda en situación convivencial o de acogida. La persona acogida vive junto a los acogedores en su propio domicilio o en el domicilio de los acogedores. Es una situación convivencial de ayuda mutua. ● Documentos para distribuir el patrimonio y no depender económicamente de personas de nuestro entorno (significa protección frente a un posible maltrato): ○ La hipoteca inversa: Funciona al revés que las hipotecas normales. Al propietario de un inmueble, cada mes, y hasta su muerte, se le paga dinero a título de préstamo. La casa es la garantía y el propietario continúa viviendo en ella. ○ El contrato vitalicio: Este contrato estipula que una persona vende su casa con un contrato de compraventa, pero se le permite continuar viviendo mientras viva. Se le paga una cantidad inicial y otra cantidad mensualmente. En el momento en que la persona fallece, la casa pasa a ser propiedad de quien ha firmado el contrato vitalicio. ● La incapacitación y la tutela: Son medidas de protección legal dispuestas para cuando una persona mayor tiene deterioro cognitivo, la familia puede informarse en los Centros de Servicios Sociales. PREVENCIÓN TERCIARIA. La prevención terciaria tiene por objeto reducir el progreso o las consecuencias de una situación de malos tratos ya establecida, minimizando las secuelas y sufrimientos causados. Se trata de detectar aquellas situaciones en las que la persona mayor ya está siendo víctima de una o más formas de maltrato y detenerlas para evitar las consecuencias actuales y su agravamiento. 7. DETECCIÓN. Los profesionales de los centros se encuentran en una situación privilegiada para conocer y detectar
  • 33. de forma precoz los malos tratos hacia las personas usuarias. Ellos pueden identificar en su trabajo diario indicios que constaten o hagan sospechar de forma objetiva y evidente estas actuaciones. El maltrato, como se ha indicado, puede provenir de la actuación aislada de los profesionales, de otros usuarios o de los familiares. Para evitarlo es necesario reflexionar sobre determinadas situaciones que pueden considerarse maltrato como son: ● Alimentación: No vigilar la ingesta necesaria, restricción como castigo, comida fría o en malas condiciones, no facilitar las dietas especiales según patologías, sustitución de las comidas por complementos dietéticos sin ser necesario, horarios de ingesta distribuidos temporalmente de forma inadecuada a lo largo del día, no respetar el ritmo necesario en función de las necesidades de cada usuario... ● Vestido: Utilizar ropa o calzado de talla no adecuada, acostar al residente desnudo o con ropa interior en contra de su voluntad, ropa inadecuada a la climatología... ● Higiene: Usar la misma esponja, toalla o peine para varias personas, mantenerlos sentados o encamados con orina o heces, sentar durante excesivo tiempo en el WC, no vaciar las bacinillas, utilización indebida del uso de absorbentes y no realizar los cambios necesarios... ● Contención física: Encerrar en la habitación, atar de forma injustificada a la cama o a la silla para evitar que se levante o se caiga, atar como castigo o por falta de personal, utilización de restricciones físicas sin indicación ni justificación de personal médico y/o de enfermería y no llevar un registro actualizado de estas medidas... ● Cuidados de salud: Falta de atención especializada, no informar de cambios de salud o de sucesos importantes (caídas, accidentes...), no revisar gafas, audífonos y prótesis dentales, no prevenir escaras, analgesia insuficiente, ausencia de un plan individualizado de cuidados y de órdenes médicas escritas, retirar medicación sin supervisión médica, no dar la medicación en dosis y frecuencia prescritas o de forma inadecuada, no realizar cambios posturales adecuados, no prestar atención al estado general físico y psicológico, no vigilar la ingesta de medicación necesaria, no hacer las curas con la periodicidad necesaria... ● Intimidad: Entrar sin llamar en la habitación, uso del baño sin cerrar la puerta o en retretes comunitarios, cambios posturales o curas a encamados con la puerta abierta, llamadas a familiares desde el control y en presencia del personal, no reconocer la sexualidad y necesidad de privacidad para estar a solas con la pareja, armarios sin cerradura, falta de respeto a la intimidad... ● Seguridad: Instalaciones en malas condiciones: agua, calefacción, electricidad..., salidas de emergencias bloqueadas o de difícil acceso, timbres inaccesibles, mobiliario viejo e inadecuado, falta de entrenamiento para emergencias, normas de atención y control... ● Otros: No facilitar la práctica de la autonomía en la toma de decisiones sobre temas de salud, entorpeciendo sus pequeños logros de autonomía personal, tendencia de derivar al hospital más casos de los necesarios, falta de respeto a sus opiniones, abuso de poder, infantilización, ataques de integridad física y psíquica mediante amenazas, intimidaciones, insultos, chantajes, robos o castigos corporales… 8. ACTUACIÓN. La queja o denuncia por parte de la persona usuaria o la familia es el indicador más sensible y específico, pero no siempre está presente, por lo cual a menudo los profesionales han de partir de estos indicadores de sospecha, a partir de los cuales confirmaremos o no la existencia de malos tratos. Como se ha indicado, tomamos como referencia el ámbito de los servicios sociales, donde distinguimos entre medio domiciliario y medio institucional. MEDIO DOMICILIARIO. La mayoría de malos tratos tienen lugar en el domicilio en el contexto familiar y están asociados a la necesidad de asistencia para las actividades cotidianas. El punto de partida para actuar ante los indicios o sospecha de una situación de malos tratos a personas mayores son las personas que lo viven o tienen contacto directo con esa realidad como son: ● La propia persona mayor. ● La familia, vecinos, personas del entorno o simplemente personas que se aproximan a esa situación.
  • 34. ● Profesionales de servicios sociales, en particular aquellos que realizan su función en establecimientos que atienden a personas desde la proximidad en su entorno habitual como Hogares, Centros de Día, Valoradoras de la Dependencia,… ● Otros profesionales, en particular los que actúan en caso de urgencia y emergencia social (112) o como fuerzas de seguridad). Debe tenerse en cuenta que cualquier persona o institución que tenga conocimiento de la situación debe realizar denuncia ante Juzgado, Fiscalía, o Fuerzas de Seguridad cuando existan indicios de malos tratos o certeza. La canalización ante la sospecha de malos tratos en el entorno habitual de las personas mayores, en el ámbito de los Servicios Sociales, tiene como referencia el Centro de Servicios Sociales, cuando se trate de usuarios de Servicios Sociales Generales o el Establecimiento que sirva de soporte para los usuarios de Servicios Sociales Especializados (Hogar, Centro de Día,..). El profesional de servicios sociales deriva a la persona mayor si precisa atención sanitaria o si existen signos de maltrato a los servicios sanitarios (Centro de Salud o servicios de urgencias), desde donde emiten parte de lesiones y se dirigen a la autoridad judicial si es el caso. El trabajo en red y la coordinación, en el medio domiciliario, son elementos imprescindibles en el medio tanto para la prevención como para la actuación ante los indicios o sospechas de malos tratos. La pauta de actuación por el trabajador social será, en caso de sospecha de malos tratos: ● Valoración inicial de la situación utilizando diferentes medios como la visita domiciliaria, la observación, la entrevista en privado con la posible víctima, con supuestos agresores sin la presencia de la víctima, la valoración de indicadores de sospecha y los factores de riesgo. Existe un instrumento de cribado conocido como EASI, que se desarrolla en el posterior capítulo. ● Plan de actuación que contendrá: ○ Información a la persona mayor y/o familia de las acciones a ejercer y de los recursos disponibles. ○ Medidas para protección, apoyo y acompañamiento a la víctima. ● Registro de las actuaciones en la Historia Social: Si existen indicios racionales, o persiste la situación y se confirma situación de malos tratos derivación a la autoridad judicial. ● Seguimiento: Medidas para protección, apoyo y acompañamiento a la víctima.
  • 35. MEDIO INSTITUCIONAL. El maltrato institucional hace referencia a la forma en que es atendida una persona con una estancia continuada en instituciones públicas o privadas de servicios sociales, sociosanitarios o de salud. Los malos tratos en el medio institucional se refieren a los que ocurre en establecimientos prestadores de servicios y cuidados, a corto o largo plazo. El maltrato institucional puede ser: ● Consciente o intencional: Es un maltrato fácil de detectar, es descubierto por personas en contacto con la persona usuaria y con frecuencia son abusos físicos.