Este documento discute los retos financieros que enfrenta la Universidad Nacional de Colombia y propone varias soluciones. En particular, destaca que los aportes del gobierno nacional han crecido solo un 19% desde 2000 mientras que los ingresos propios de la universidad se han triplicado, lo que ha llevado a que los gastos generales se financien con recursos propios. Propone garantizar los recursos de la estampilla universitaria y auditar el recaudo de otros fondos para mejorar la planificación financiera de la universidad.
texto argumentativo, ejemplos y ejercicios prácticos
Universidad Nacional: retos financieros amenazan su futuro
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La Universidad Nacional: grandes posibilidades y perspectivas y la situación
financiera.
Por Jorge Hernán Cárdenas S.
En el 2017 la Universidad Nacional va a completar sus primeros 150 años de
existencia. Será esa una ocasión propicia para discutir ampliamente y de cara al
país, y con el gobierno nacional, una ambiciosa propuesta de renovación
académica, educativa, de infraestructura física y desarrollo tecnológico que la
proyecte en las próximas décadas.
Este plan debe corresponder con las nuevas exigencias que ya emergen y que
tiene la Universidad y el país en materia de profundizar la calidad de la educación
superior en Colombia; el avance en la investigación y la mayor agresividad e
impacto en la extensión. Igualmente debe conectar más a Colombia con el mundo
y debe atender también las exigencias propias del posacuerdo, que posiblemente
estará en vigencia en ese momento. Tal propuesta ha de ser también innovadora,
buscando una mayor inclusión educativa, de una nación que debe avanzar más
rápido en el desarrollo económico y social y remontar el tiempo perdido.
Esta perspectiva es importante y este texto menciona adicionalmente algunos de
los problemas financieros que, de no ser atendidos, podrían dar al traste con los
retos que tiene la Universidad Nacional en este peculiar momento histórico.
Problemas que de ignorarse, pueden restarle dinamismo a una institución con una
bien ganada vocación y tradición de liderazgo en todo el sistema educativo
colombiano.
No se puede dejar de mencionar que es justamente en esta semana cuando se
cumplen los primeros 80 años de la Ley orgánica de la Universidad, establecida
en la Ley 68 de 1935. Es en este texto, sancionado por el entonces Presidente de
la República Alfonso López Pumarejo, que se señala muy claramente en el
artículo 5 la visionaria idea de comprar los terrenos para construir toda una
“Ciudad Universitaria”. Logrando así, en decisión histórica, se integren 121
Hectáreas al campus de Bogotá, en solo sitio y en epicentro privilegiado del
desarrollo la ciudad, y además con 17 de sus edificios principales que son hoy
monumento nacional.
En cualquier contexto, pero sobretodo en el actual de estrechez financiera de la
Universidad, es importante detenerse sobre este hito de 1935, pues la sociedad
colombiana, en un contexto de mayores restricciones económicas que las
actuales, apenas superando la crisis de los años 30, tuvo la visión y el temple
para privilegiar la educación superior de calidad, como uno de los principales
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proyectos de sociedad y proyecto de nación. Es bueno situar estos antecedentes
con claridad para ubicar el contexto actual en una perspectiva más amplia.
Ahora al concluir 2015 esperamos ansiosamente que el país pueda de verdad
transitar hacia una paz duradera, y con atención al derecho de las víctimas. Como
se dijo este contexto impone nuevas obligaciones a la Educación Superior, y a la
inclusión social en general, con énfasis también en respuestas adecuadas para la
población y para un sector rural que ha sido bastante marginado de todos. Pero
esta población está ansiosa de soluciones y ahora reclama formas ingeniosas de
participación en todos los frentes, lo que incluye claramente mayores
oportunidades de una educación superior de calidad y nuevas y más flexibles
formas de acceso a la educación superior, incluyendo medios virtuales.
A la Universidad le cae muy bien lo que dice su estatuto general sobre su razón de
ser: “Contribuir a la unidad nacional, en su condición de centro de vida intelectual y
cultural, abierto a todas las corrientes de pensamiento y a todos los actores
sociales, étnicos, regionales y locales”. La Universidad debe prepararse ahora
más que nunca cumplir con una tarea histórica en el proceso del posconflicto
colombiano. Es bueno también que en el marco de la Habana haya un acuerdo
explícito y definitivo, sin ambages, para hacer de las universidades un centro de
transformación social, con pluralismo pero sin violencia, y de respeto a la
diferencia, y que le permita a la institución estar consagrada en sus funciones
misionales y con invariable proyección social, a partir de un acuerdo firme y
duradero. Este sería un gran legado para la Universidad.
Los retos en consecuencia no son menores. Pero este buen momento puede
frustrarse si no se atiende con celeridad el deterioro de la posición financiera de la
Universidad, que podría erosionar esfuerzos de años anteriores y dar al traste con
las responsabilidades que empiezan a emerger.
Uno de los aspectos más críticos del momento es el financiamiento y los aportes
nación. La situación es la siguiente: En el periodo 2000 — 2013 los ingresos
netos de la Universidad crecieron un 52%. Sin embargo en dicho periodo los
aportes de la nación solo crecieron únicamente al 19%, pasando de $443.368
millones en el 2000 a $525.816 millones en el 2013, mientras que los recursos
propios se multiplicaron por tres veces, pasando $97.634 millones a $294.398
millones en el periodo.1
Más allá de estas cifras, la situación más inquietante es que los recursos propios,
en su mayoría ingresos de servicios de extensión, claramente y por definición
están comprometidos exclusivamente en cumplir unas tareas contratadas a la
Universidad y no son fuente de recursos permanente y menos para asumir
servicios generales.
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Fuente: con base en información de Memoria económica y financiera 2000-2013, UN.
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Por su parte, los aportes nación solo alcanzan a cubrir los gastos de personal.
Ahora todos los gastos generales se financian exclusivamente con cargo a los
excedentes de recursos propios y esto difícilmente puede sostenerse.
Según datos de la propia Universidad, y para el año 2015 en el escenario donde
los gastos aumentan con IPC, el faltante es de $66.307 millones y en el escenario
requerido para atender las necesidades reales de las sedes asciende a $91.742
millones. En consecuencia sino se atiende, el problema financiero podría ser
creciente y estructural.
Los problemas anotados pueden conllevar a que las facultades tengan que ceder
parte de sus ingresos propios y derechos de grado de matrículas que reciben del
posgrado a la Administración Central de la UN, amenazando las becas que
tradicionalmente se ofrecen a los estudiantes de maestría y produciendo un
desestimulo al real interés de las facultades de manejar estos programas
avanzados. ¿Para qué se hace un enorme esfuerzo por afirmar el carácter de
producción de conocimiento de la Universidad si este esfuerzo se desdibuja en un
contexto de estrechez financiera?
En la actualidad el número de estudiantes de la UN son 52.000 en total, 8.000 de
posgrado y de estos 1.000 son de doctorado. De manera que se requiere proteger
los recursos de las Facultades y los recursos de las Maestrías. También hacemos
eco de la idea planteada por algunos rectores en el sentido que sería conveniente
incluir la propuesta de crear un subsistema nacional de maestrías y doctorados.
Adicionalmente estamos en todo de acuerdo con la iniciativa de la actual
Administración de la Universidad Nacional en que la Sede de Bogotá de compartir
la Estampilla de la ciudad con Universidad Distrital. Y se debe dar entonces
pronta modificación a la Ley 648 de 2001, Ley que en su momento autorizo al
Concejo Distrital a la emisión de la estampilla Universidad Distrital Francisco José
de Caldas 50 años.
En este momento la Universidad Distrital, con visión y un entendimiento del
Sistema Universitario Estatal Distrital, está de acuerdo que el 30% de esta
estampilla, en una nueva Ley, sea para la Universidad Nacional-Sede de Bogotá.
Es importante concluir este trámite legislativo. En el 2014 se llegó a tener
aprobado ya el tercer debate en la segunda legislatura de la Ley. Pero el proyecto
de Ley no pudo ser aprobado en el 2014 y desafortunadamente hubo de arrancar
de nuevo y de cero en el 2015. Esto en tanto que no se había logrado concluir el
trámite del proyecto en dos legislaturas, según lo exige la Ley 5 que regula el
reglamento del congreso.
Asimismo y como lo han pedido las directivas de la Universidad, se requiere todo
el apoyo y atención del gobierno nacional en la auditoria del recaudo de recursos
estampilla (Ley 1697). En la Ley 1697 Pro Universidad Nacional y otras
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Universidades bien sabemos que el hecho generador es todo contrato de obra que
celebren las entidades del orden nacional. El pago es del 0.5% en contratos más
pequeños y hasta del 2% en contratos mayores. La Auditoria sería para garantizar
que las Universidades públicas y la UN reciben todos los recursos que en efecto
deben pagar los particulares, sin elusión o evasión. En el MEN se crea el Fondo
Nacional de las Universidades Estatales de Colombia, como una cuenta especial y
con destinación específica, manejada por el Ministerio todo esto requiere
consolidación.
Se requiere en consecuencia garantizar con el apoyo del gobierno nacional que
ingresen al fondo todos los recursos de la estampilla y no haya elusión o
desviación en el hecho generador. Esto requiere una adecuada información dentro
del gobierno y unas proyecciones realistas para las Universidades, que de esta
manera puedan planear mejor el trabajo al interior de las Universidades. Las
proyecciones previstas no se han cumplido. Se espera poder remontar esta
situación prontamente y aprovechar la agresiva inversión en infraestructura del
país.
De otro lado y tal como está previsto en la Ley del Plan de Desarrollo, es bien
posible que los recursos del CREE quedan permanentes a partir del 2016 y se
espera que un 1% sea para el sector Educativo, esto está bien. Es una buena
noticia para el sector y la celebramos. De este punto adicional, el 60% del mismo
será para apoyo a la educación superior pública. Ahora vale la pena anotar que la
repartición de estos recursos han sido muy uniforme entre todas las Universidades
Públicas, y también han sido beneficiarias Instituciones Tecnológicas e
Instituciones Universitarias.
Esto está bien pero es importante que a futuro, se tenga en cuenta a la
Universidad Nacional y su creciente énfasis en los estudios de posgrado y
doctorado y costos propios de su infraestructura de investigación. De manera que
esperamos que se pueda acordar con el MEN, de manera que se consideren sus
costos más altos que son propios de un ambiente de Universidad de Investigación,
y se tenga en cuenta y se le exijan también y concomitantemente a la Universidad
todas las externalidades que por definición tiene la UN, en todo el sistema de
educación superior.
Adicionalmente, en las metas de “Colombia la más educada al 2025” se
establece, entre otros aspectos, que la nación más educada de A. Latina significa
que al menos una Universidad logre estar entre las 100 mejores del mundo al
2025. Esto puede ser oportunidad para la Universidad Nacional. Pero siempre
sobre la base y con el prerrequisito de encontrar las fórmulas que puedan darle
mayor solidez financiera a la Universidad. De lo contrario las buenas ideas, y la
perspectiva de pos acuerdo, y la próxima celebración de los 150 años de
existencia, no podrán aprovecharse plenamente. Se requiere un trabajo articulado
congreso-gobierno-universidad nacional en particular, para encontrar caminos y
posibilidades.