Neumonia complicada en niños y pediatria vrs neumonia grave, gérmenes, nuevas...
Tiroiditis: causas, síntomas y tratamiento
1. Tiroiditis
La tiroiditis suele clasificarse como aguda, subaguda o cr nica, cada una�
relacionada con un cuadro cl nico y datos histol gicos diferentes.� �
Tiroiditis aguda (supurativa). La gl ndula tiroides tiene una resistencia�
inherente a la infecci n por su abundante irrigaci n y drenaje linf tico, su� � �
gran contenido de yodo y su c psula fibrosa, pero los agentes infecciosos�
pueden instalarse en ella por: a) la v a hemat gena o linf tica; b)� � �
diseminaci n�
directa de una f stula persistente del seno piriforme o quistes del�
conducto tirogloso; c) efectos de un traumatismo penetrante de la gl ndula,�
o d) inmunodepresi n. Los estreptococos y los anaerobios causan cerca�
del 70% de los casos; sin embargo, tambi n se han obtenido en los cultivos�
otras especies.13
La tiroiditis supurativa aguda es m s frecuente en ni os y� �
a menudo va precedida por una infecci n de v as respiratorias superiores� �
u otitis media.
Se reconoce por dolor intenso en el cuello que se irradia a
la mand bula o el o do, fiebre, escalofr o, odinofagia y disfon a. Pueden� � � �
presentarse complicaciones, como septicemia sist mica, rotura traqueal o�
esof gica, trombosis de la vena yugular, condritis o pericondritis lar ngeas� �
y par lisis del tronco simp tico.� �
El diagn stico se establece por la leucocitosis en las pruebas sangu neas� �
y con la biopsia por aspiraci n con aguja fina para tinci n de Gram,� �
cultivo y estudio citol gico.�
Siempre debe sospecharse una f stula persistente del seno piriforme en ni os� �
con tiroiditis aguda recurrente.
Un trago de
El tratamiento consiste en antibi ticos parenterales y drenaje de abscesos.�
Los pacientes con f stulas del seno piriforme requieren resecci n� �
completa del trayecto fistuloso, incluida el rea de la tiroides donde termina�
la f stula, a fin de prevenir las recurrencias.�
Tiroiditis subaguda. La tiroiditis subaguda puede presentarse con o sin
dolor. Aunque se desconoce la causa exacta se cree que la tiroiditis dolorosa
es de origen viral o resultado de una reacci n inflamatoria posterior a�
una infecci n viral. Tambi n es probable que exista predisposici n gen tica,� � � �
manifestada por una relaci n notoria con el haplotipo HLA-B35. Un�
modelo de patogenia sugiere que si los macr fagos presentan los ant genos� �
virales o tiroideos, cuando existe el haplotipo HLA-B35, estimulan a los
linfocitos T citot xicos y da an las c lulas foliculares tiroideas.� � �
La tiroiditis dolorosa es m s frecuente en las mujeres de 30 a 40 a os� �
2. de edad y se caracteriza por el inicio s bito o gradual de dolor en el cuello,�
que se irradia hacia la mand bula o el o do. Con frecuencia se identifica un� �
antecedente de infecci n de v as respiratorias superiores. La gl ndula se� � �
encuentra grande, con sensibilidad extrema y consistencia firme. Por lo
general este trastorno progresa por cuatro etapas. La fase hipertiroidea
inicial, causada por la liberaci n de hormona tiroidea, va seguida por la�
segunda fase, eutiroidea. La tercera fase se distingue por hipotiroidismo,
ocurre en cerca de 20 a 30% de los enfermos y desemboca en la resoluci n�
y regreso al estado eutiroideo en m s del 90% de los casos. Unos cuantos�
pacientes desarrollan enfermedad recurrente.
En las etapas tempranas de la enfermedad la TSH disminuye y las concentraciones
de tiroglobulina, T4 y T3 se elevan como resultado de la liberaci n�
de hormona tiroidea ya formada de los fol culos destruidos. La tasa�
de eritrosedimentaci n casi siempre es mayor de 100 mm/h. La captaci n� �
de yodo radiactivo tambi n disminuye (<2% en 24 h), incluso en sujetos�
eutiroideos, por la liberaci n de hormonas tiroideas con supresi n de TSH� �
secundaria a la destrucci n del par nquima tiroideo. La tiroiditis dolorosa� �
se autolimita, por lo que el tratamiento es sintom tico. Se emplea cido� �
acetilsalic lico y alg n otro antiinflamatorio no esteroideo (NSAID) para� �
aliviar el dolor, pero los esteroides est n indicados en los casos m s� �
intensos.
Tal vez es necesaria la reposici n tiroidea a corto plazo despu s de la� �
fase hipertiroidea y acorta la duraci n de los s ntomas. La tiroidectom a se� � �
reserva para casos poco comunes con evoluci n prolongada que no responde�
a las intervenciones m dicas o en caso de enfermedad recurrente.�
Se considera que la tiroiditis indolora es de origen autoinmunitario y
puede ocurrir de manera espor dica o en el puerperio; en este ltimo caso� �
aparece casi siempre unas seis semanas despu s del parto en mujeres con�
t tulos elevados de anticuerpos anti-TPO en etapas tempranas del embarazo.�
Se cree que el momento coincide con un descenso de la tolerancia inmunitaria
normal del embarazo, con el consecuente incremento de rebote
de los t tulos de anticuerpos.�
La tiroiditis indolora tambi n es m s frecuente en mujeres, por lo com n� � �
entre 30 y 60 a os de edad. En la exploraci n f sica se encuentra una� � �
gl ndula de tama o normal o con crecimiento m nimo, con consistencia� � �
un poco firme y sin hipersensibilidad. Los resultados de las pruebas de
laboratorio y la captaci n de RAI son similares a los de la tiroiditis�
dolorosa,
excepto porque la tasa de eritrosedimentaci n es normal. La evoluci n� �
cl nica tambi n es paralela a la tiroiditis dolorosa. Las personas� �
sintom ticas�
pueden requerir bloqueadores y reposici n de hormona tiroidea. La� �
tiroidectom a o ablaci n con yodo radiactivo s lo est indicada en los casos� � � �
raros con episodios recurrentes y discapacitantes de tiroiditis.