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1
EVENTRACIÓN
ROBERTO CERRUTTI
Médico cirujano del Servicio de Cirugía del Hospital
Británico de Buenos Aires.
Se denomina eventración, hernia ventral o hernia inci-
sional a la protrusión subcutánea del contenido intraab-
dominal a través de una zona debilitada de la pared ab-
dominal o lumbar como consecuencia de una interven-
ción quirúrgica, una brecha posterior a un traumatismo
cerrado o una malformación congénita.
La misma se presenta en el postoperatorio de los pa-
cientes sometidos a cirugía abdominal en un porcentaje
que va del 3% al 13%8-15-14
.
El contenido puede ser una víscera o epiplón que se
aloja en el tejido subcutáneo dentro de un saco de tejido
fibroso y restos del peritoneo.
Etimológicamente la palabra ¨eventración¨ significa
destrucción parcial de la pared y se diferencia de la her-
nia en que ésta protruye a través de orificios anatómicos.
TIPOS DE EVENTRACIÓN
Las eventraciones las agrupamos en espontáneas o
traumáticas (ver Cuadro 1).
También se las suele denominar eventraciones no pos-
toperatorias y postoperatorias.
En el primer grupo se incluyen las alteraciones de la
pared abdominal provocadas por afecciones generales,
infecciosas o nerviosas (raquitismo, obesidad, paludis-
mo, tifoidea, poliomielitis, etc.), que son muy poco fre-
cuentes. Además, deben citarse las consecuencias de par-
tos seguidos, que pueden dar lugar a la diastásis de los
rectos anteriores del abdomen.
En el segundo grupo, a su vez, se pueden dividir en ac-
cidentales (heridas o contusiones de abdomen) y posto-
peratorias.
Las postoperatorias son consecutivas a una interven-
ción quirúrgica, forman el grupo más numeroso e im-
portante y revelan el fracaso en la reconstrucción parie-
tal de una operación anterior.
La eventración está presente en el postoperatorio de las
laparotomías en un porcentaje que va del 3 al 13%8-15-16
.
Además, estas eventraciones postoperatorias se pueden
dividir de acuerdo al momento de su aparición en agu-
das y crónicas. Las agudas se producen inmediatamente
después de la cirugía a través de una herida en vías de ci-
catrización; se las denomina también, "eventraciones
postoperatorias inmediatas¨ con evisceración o sin ella.
Las crónicas se presentan alejadas de la operación por un
debilitamiento progresivo de la cicatriz, o una inmedia-
I-147
CERRUTTI R; Eventración.
Cirugía Digestiva, F. Galindo. www.sacd.org.ar, 2009; I-147, pág. 1-16.
Fig. 1. Eventración Aguda - Evisceración (Dehiscencia total).
Fig. 2. Dehiscencia parcial.
2
ta que pasó inadvertida. También se las denomina “even-
traciones postoperatorias alejadas” o “eventraciones pro-
piamente dichas”.
Como señalamos anteriormente las eventraciones pue-
den localizarse en cualquier parte de la pared abdominal
o en la región lumbar. No obstante, se describen 4 loca-
lizaciones principales: 1) la eventración abdominal supe-
rior a nivel del epigastrio o hipocondrio 2) la eventración
abdominal inferior en las fosas ilíacas o flancos 3) la
eventración total que toma toda la altura de la pared ab-
dominal, (eventración xifopúbica), el tipo más frecuente
lo constituye la ¨diastásis de los rectos¨y 4) la eventración
lumbar. (Cuadro 2)
EVENTRACIÓN AGUDA
Cuando se produce la dehiscencia de la pared en el pos-
toperatorio inmediato puede ocurrir, que las vísceras
irrumpan a través de los planos musculoaponeuróticos y
queden contenidas solo por la piel que es más resistente
generando una eventración aguda, pero si esta también
cede y se produce la exteriorización visceral, este cuadro
es una evisceración.
El comienzo es entre el tercer o cuarto día postopera-
torio y como la resistencia cutánea es diez veces mayor
que la aponeurosis, los puntos de sutura de la piel sostie-
nen y el diagnóstico se hace cuando se retiran los puntos
alrededor del 8ª día.
Esta dehiscencia aguda de la pared abdominal tiene
una incidencia en los adultos que oscila entre un 0,4% y
el 3,5%5-25
.
En su etiopatogenia se encuentran citadas múltiples
causas como edad (demasiado joven o demasiado viejo),
el estado nutricional (obesidad, delgadez, estados caren-
ciales), parámetros bioquímicos (anemia, hipoproteine-
mia, uremia), enfermedades asociadas (el 70% de los en-
fermos presentan alguna enfermedad grave asociada, co-
mo enfermedad pulmonar crónica, diabetes, cáncer o en-
fermedades infecciosas), la cirugía de alto riesgo (inter-
venciones de urgencia por peritonitis y oclusión intesti-
nal), cirugía de grandes obesos, cirugía en carcinomas di-
seminados y grandes laparotomías xifopúbicas, la medi-
I-147
Fig. 3. Eventración Postoperatoria mediata o crónica
Cuadro Nro. l. Clasificación de las eventraciones por su origen.
Cuadro Nro. 2. Clasificación de las eventraciones por su localización.
3
cación con esteroides, las fallos técnicos o estratégicos al
realizar el cierre de la pared abdominal (rotura del hilo de
sutura, desanudamiento de los nudos, tomas muy cerca-
nas, excesivo intervalo entre puntos, sutura lacerante,
mala relajación del enfermo, cierre con prisa ostomías y
drenajes en la incisión) y problemas postoperatorios, co-
mo infección de la herida, el meteorismo, los esfuerzos
de la tos, los vómitos, el hipo persistente, la ascitis, la ac-
tividad motriz sostenida, el levantamiento precoz, etc.
La literatura refiere como los factores de riesgo más im-
plicados a:
• El aumento de la presión intraabdominal
• La inestabilidad hemodinámica
• La hipoproteinemia
• La cirugía de urgencia
• La infección de la herida
• La anemia
• La edad
DIAGNÓSTICO
Los síntomas que presenta el paciente son sentirse mo-
jado y con el apósito manchado por la filtración de un lí-
quido rosado, serosanguinolento, como "agua de lavado
de carne" de color asalmonado. Entre los puntos o gra-
pas de la sutura de piel hay un abultamiento y se en-
cuentra parte de sus asas de intestino delgado en el apó-
sito, en ocasiones puede haber un dolor agudo con sen-
sación que "algo se ha roto por dentro", lo que predomi-
na es el íleo y en ocasiones, el paciente puede entrar en
shock27-28
.
La morbilidad es importante supera el 30% (infección
de pared, absceso intraabdominal, dehiscencia repetitiva,
fístulas enterocutáneas, síndrome compartimental abdo-
minal, etc)28
.
La mortalidad promedio en las revisiones es del 25%,
pero puede oscilar entre el 16% y 36%, las causas del fa-
llecimiento son problemas cardiorrespiratorios y sepsis
(peritonitis)25
.
La tasa de mortalidad se incrementa en los pacientes de
edad avanzada con fallo multiorgánico y múltiples rela-
parotomías.
El tratamiento de esta patología es la intervención
quirúrgica urgente. Al ser una herida potencialmente in-
fectada debe indicarse tratamiento antibiótico, el cual
continuará en el postoperatorio. En caso de distensión
intestinal se recomienda colocar sonda nasogástrica.
En la prevención de esta grave complicación quirúrgi-
ca se puede actuar de varias formas:
Previa a la intervención: corregir los diversos déficit
(anemia, hipoproteinemia, deficiencias vitamínicas o de
zinc) o actuar sobre las enfermedades de base (ascitis,
bronquitis, diabetes, hipertensión arterial, otros)
Durante la cirugía: incisiones más pequeñas y trans-
versas, uso de técnicas laparoscópicas, prevención de la
infección y cierre de la pared con buena relajación del pa-
ciente.
En el postoperatorio: hacer un seguimiento estricto
del paciente y actuar precozmente ante la sospecha de
complicaciones1
.
Dependiendo de la dehiscencia, de la dilatación in-
testinal y del edema local se puede realizar cierre sim-
ple, sutura de retención, reparación con prótesis o la
sumatoria de alguna de ellas.
La técnica ideal de cierre de la pared debe combinar
resistencia y elasticidad, para prevenir la dehiscencia y
poder adaptarse a un incremento de la presión intraab-
dominal24
.
Los elementos de sutura y la técnica a emplear tienen
un amplio espectro de preferencias en la literatura, hay
centros que avalan el uso de material absorbible y su-
tura continua y otros en cambio, utilizan hilos irreab-
sorbibles con puntos separados, además de la opción
de utilizar una malla o prótesis para la reparación19-27-29
.
En los pacientes muy debilitados conviene abstener-
se de cualquier intervención quirúrgica.
En estas circunstancias, se deben introducir suave-
mente las vísceras al interior del abdomen para poste-
riormente unir los bordes de la herida con anchas tiras
de tela adhesiva de flanco a flanco.
Este procedimiento soluciona temporalmente el epi-
sodio agudo pero no evita la formación de una even-
tración que deberá tratarse en el momento oportuno.
Este método incruento también se emplea cuando la
dehiscencia tiene lugar en una herida francamente in-
fectada.
La evisceración debe ser considerada como una en-
fermedad grave, ya que se asocia a una alta morbimor-
talidad. El aumento de la presión intraabdominal, la
inestabilidad hemodinámica, la hipoproteinemia, la
cirugía urgente, la infección de la herida o la pared, la
anemia y la edad > a 65 años, son los factores de ries-
go más asociados con la evisceración. Debido a que los
factores de riesgo implicados en una posible eviscera-
ción son conocidos y predecibles, deberíamos ante la
suma de varias de estas causas añadir al cierre de la pa-
red abdominal medidas de refuerzo (suturas de reten-
ción internas o externas) para prevenir el episodio agu-
do.
I-147
4
EVENTRACIÓN CRÓNICA
Los signos y síntomas de una eventración son habi-
tualmente dolor y tumor, cuyas dimensiones e intensi-
dad son sumamente variables.
Las pequeñas son detectadas por el médico durante el
examen de rutina. El tamaño aumenta en forma lenta y
progresiva pudiendo en ocasiones adquirir un gran desa-
rrollo, con la mayor parte del contenido abdominal en su
interior. Se denomina "cambio de domicilio" cuando se
ubican dentro de la bolsa de eventración la mayor parte
de las vísceras del abdomen.
Sobre la superficie del saco se observa habitualmente la
cicatriz quirúrgica, generalmente ensanchada, móvil o fi-
ja, situada en la zona más prominente.
La piel es delgada y adherida al plano inferior y otras
veces es atrófica.
Es frecuente que las eventraciones sean reductibles so-
lo en parte, o que requieran maniobras múltiples para lo-
grarlo; esto se debe a las adherencias contraídas con la pa-
red sacular o que el epiplón que contiene hace de tapón
del cuello del saco impidiendo su introducción.
La eventración habitualmente no tiene un saco forma-
do por peritoneo, lo integra parcialmente, sino que son
restos peritoneales más fibrosis. En cambio, la hernia
siempre tiene su saco peritoneal bien constituido.
Existen tres elementos importantes en toda eventra-
ción:
a) El anillo u orificio
b) El saco
c) El contenido
I-147
Fig. 4. Eventración crónica. Cicatriz de cirugía previa Fig. 6. Cicatriz quirúrgica y área eventrógena a resolver
Fig. 7. Gran eventración, laparotomía mediana. Vista lateral
Fig. 5. Cicatriz quirúrgica y superficie que abarca el saco eventrógeno
5
1) El orificio de la eventración está formado por bor-
des musculares retraídos que están invadidos por tejido fi-
broso, este conjunto constituye el anillo de eventración.
Se hacen evidentes los bordes de la dehiscencia cuando
examinando al paciente le pedimos que levante la cabeza
o contraiga los músculos del abdomen, evidenciando de
esta manera los márgenes de la debilidad, el tamaño del
anillo y la consistencia.
2) El saco de eventración se forma de la separación
musculoaponeurótica, así las fibras que fueron disgrega-
das son invadidas por tejido conjuntivo fibroso y forman
el saco de la eventración. Este se adhiere a la cara pro-
funda de la cicatriz cutánea y constituye el fondo del fu-
turo gran saco que irá distendiendose progresivamente
acompañando la presión intraabdominal.
3) El contenido del saco es variable, se le reconoce
habitado por el epiplón, por el intestino delgado, por
ambos a la vez, por el colon, etc. Este contenido puede
ser reductible o irreductible, y este último, atascado o en-
carcelado y también puede estar estrangulado con la con-
siguiente gravedad que acarrea esta complicación.
ETIOPATOGENIA DE LA EVENTRACIÓN
POSTOPERATORIA
Entre los muchos factores que intervienen en la forma-
ción de una eventración podemos citar:
1) Factores generales: edad y sexo: mayor porcentaje
entre los 40 y 60 años (más probabilidad de afecciones
malignas). Los hombres son más afectados que las muje-
res (menor elasticidad parietal y respiración de tipo ab-
dominal)
2) Factores dependientes del terreno: las proteínas
son de gran importancia para el proceso de cicatrización,
por lo cual es vital normalizar los valores proteicos previo
a la operación. La hipovitaminosis C debe tenerse en
cuenta, pues el ácido ascórbico cumple un rol importan-
te en la formación del colágeno. El déficit del complejo
B debe considerarse por su participación en el proceso de
cicatrización.
Es de tener en cuenta la frecuencia de evisceraciones
que se presentan en los pacientes cancerosos por su efec-
to negativo en el proceso cicatrizal. Estos enfermos pre-
sentan una proporción 2 veces mayor que los operados
por patología benigna, la razón estaría dada por los trans-
tornos que ocasiona esta situación (hipoproteinemia, de-
bilidad, adelgazamiento, etc.) La obesidad es un impor-
tante factor predisponente por las alteraciones que pro-
duce en los tejidos y la dificultad que genera en el cierre
de la laparotomía.
3) Factores dependientes del acto quirúrgico: sutu-
ras muy apretadas que cortan el músculo generando le-
siones de isquemia y atrofia y suturas con hilos de muy
rápida reabsorción que dejan una herida debilitada.
La influencia de la técnica quirúrgica en la etiología de las
eventraciones debe examinarse desde diversos detalles:
a) Asepsia del Campo Operatorio: debe emplearse
una correcta asepsia para evitar las múltiples pequeñas
causas de infección.
b) Agujas: las agujas exageradamente gruesas desga-
rran los tejidos y si a esto se agrega la tensión de la su-
tura, puede agrandar el desgarro y concluir en una
brecha de eventración. Las de punta triangular alar-
gada y las cilindrocónicas son, en ese sentido, las me-
jores porque divulsionan las fibras a la medida del hi-
lo sin seccionar ni desgarrar.
c) El paso de los puntos debe estar situado a sufi-
ciente distancia del borde aponeurótico o muscular y
guardar proporción con el esfuerzo que han de reali-
zar. Si el esfuerzo que se prevé es grande deberán to-
marse a buena distancia y cuidando que el paso de la
aguja no sea siempre por la misma línea de fibras apo-
neuróticas.
d) La sutura puede ser con puntos separados o con-
tinua de acuerdo a la preferencia del cirujano, debe ser
floja, que afronte los bordes con firmeza, sin cortar o
producir isquemia del tejido.
e) El nudo de la sutura tiene una importancia mu-
cho mayor de lo que generalmente se cree. El nudo es
el punto más débil de una sutura. El ajuste del primer
nudo nunca debe ser enérgico porque secciona fibras
y debilita la pared.
4) Factores dependientes del cirujano: Los errores
técnicos en la reconstrucción de la pared abdominal re-
feridos a una correcta técnica de sutura y al tratamiento
de los tejidos, deben ser manejados con sumo cuidado
con el fin de generar el menor traumatismo posible, evi-
tando la formación de hematomas.
El cirujano es responsable del acto quirúrgico, lo que
incluye el tipo de anestesia; por este motivo, debemos
atribuirle un grupo de factores etiológicos que se relacio-
nan con la táctica y la técnica quirúrgica.
1. La elección de la anestesia y la administración
son muy importantes para el cierre de la laparotomía. La
pared abdominal debe estar muy bien relajada para per-
mitir un afrontamiento sin tensión de los diferentes pla-
nos que la forman. Dichas condiciones se consiguen con
anestesia epidural o general, nunca con local.
2. La laparotomía debe evitar en lo posible la sec-
ción de filetes nerviosos y también, conservar una buena
irrigación de los tejidos.
La incisión es planeada de acuerdo al tipo de cirugía a
realizarse.
Las laparotomías medianas supra e infraumbilicales
I-147
6
son las más empleadas porque suministran un acceso có-
modo a las distintas regiones de la cavidad abdominal,
son fáciles y rápidas de realizar, y producen poca pérdida
de sangre. Pueden ampliarse sin inconveniente y el cierre
es rápido y sencillo.
Las laparotomías longitudinales, verticales y oblicuas,
vecinas a la línea media, ofrecen mayor número de com-
plicaciones a medida que se alejan de la línea blanca.
Se prefiere la realización de la incisión paramediana in-
terna en estas circunstancias.
Las laparotomías transrectales lesionan más la ana-
tomía y predisponen a la eventración a medida que se
alejan de la línea media. Esta incisión secciona los filetes
nerviosos que llegan al músculo recto desde la parte ex-
terna, el cual se atrofia y pierde su tono muscular produ-
ciendo el abombamiento parietal.
Las laparotomías verticales extrarrectales del abdomen
superior interrumpen todos los ramos nerviosos y sec-
cionan los músculos anchos produciendo hemorragia
abundante, además de parálisis y atrofia de los elementos
que se encuentren entre la incisión y la línea media.
La incisión vertical del abdomen inferior se ubica ha-
bitualmente en el borde externo de la vaina del recto (in-
cisión de Jalaguier). Es poco eventrógena por su corta
longitud pero si se la amplía pierde esta ventaja.
Las laparotomías transversales gozan de mayores ven-
tajas por respetar los nervios intercostales y la dinámica
abdominal. Además, la respiración es más fácil por ser
menos dolorosa. La tos, el vómito y el hipo son mejor to-
lerados y la cicatrización es muy buena.
La incisión subcostal es eventrógena cuando es muy
amplia, se utiliza a la derecha para el mejor acceso a las
vías biliares, y a la izquierda, para la esplenectomía y el
ángulo izquierdo del colon.
La aponeurosis y los músculos forman el plano de re-
sistencia del abdomen y su potencial depende de la iner-
vación e irrigación que reciben. La sección de los nervios
intercostales en las laparotomías producen la hipotrofia
del segmento inervado; se produce parálisis cuando la
sección llega a tres. Los nervios que más se lesionan son
el duodécimo intercostal y el abdominogenital mayor.
3. Hemostasis: La deficiente hemostasis durante el
acto quirúrgico es causa de hematomas, si se infecta pro-
voca la eliminación de los puntos de sutura y la digestión
de la aponeurosis permitiendo la formación de una zona
débil y eventrada. Si no se infecta y es evacuado oportu-
namente, el hematoma, por si solo, no es causa suficien-
te para producir una eventración
La formación de un hematoma se debe a dos causas
muy importantes:
a) Cuando la operación se hizo con anestesia local
infiltrativa y el anestésico frecuentemente complementa-
do con vaso-constrictores permite o provoca una vasodi-
latación postoperatoria que origina el hematoma.
b) Cuando la operación se hizo con anestesia raquí-
dea o general y su curso fue normal en todo menos en su
tensión arterial, que se mantuvo muy baja al efectuar la
síntesis y deja la impresión de una hemostasia perfecta.
Luego, en el postoperatorio, al recuperarse la tensión
normal, se pueden producir hematomas. En toda herida
donde hay destrucción de tejidos, hemorragia y micro-
hematomas aumenta la posibilidad de infección.
La causa más importante documentada de eventración
es la infección.
Cuando una laparotomía se contamina la incidencia de
eventración se eleva al 40%, recordemos que el porcen-
taje sin infección es del 3 % al 13%18
.
Otro factor a considerar en la cirugía es el tipo de inci-
sión, en general deben evitarse las heridas que puedan le-
sionar filetes nerviosos, y en este tema, las que tienen una
orientación vertical son más proclives a eventrarse que las
horizontales o transversales.
5) Factores referidos al postoperatorios: Se atribuye
gran importancia al factor mecánico en la génesis de la
eventración, salvo los casos de mal estado general con de-
bilitamiento de los tejidos.
Cualquier causa que genere aumento de la presión in-
traabdominal debe ser tenida en cuenta para evitarla; la
tos, el vómito, o la distensión intestinal pueden cortar los
puntos, se desgarran los tejidos y la herida se abre.
La colocación de una sonda nasogástrica es un recurso
de gran ayuda en los casos de distensión intestinal, junto
con la corrección de los desequilibrios humorales.
La movilización precoz de los pacientes es muy favora-
ble porque aumenta el flujo sanguíneo a la herida, esti-
mulando la cicatrización, por eso debe estimularse pero
siempre con los debidos recaudos, levantamiento y mo-
vilización progresiva y el uso de una faja de contención
durante los primeros días para la deambulación.
La infección de la pared abdominal donde intervienen
gérmenes provenientes del enfermo o arrastrados del ac-
to quirúrgico, es siempre causa de retardo de la cicatriza-
ción y causa de dehiscencia de la pared por eliminación
de la sutura. Es uno de los factores de mayor importan-
cia a ser tenidos en cuenta por su fuerte implicancia en la
producción de la eventración.
Las causas que producen esta eventración se presentan
de dos maneras diferentes: por un lado las referentes al
acto quirúrgico en sí, que determinan una mala calidad
del terreno sobre el cual actuarían los factores desenca-
denantes en el postoperatorio.
Es decir que las primeras condicionan la debilidad de
la herida que está en vías de cicatrización y las segundas
actúan en el postoperatorio.
I-147
7
Cuando la presión intraabdominal aumenta y actúa
sobre la pared abdominal que está en pleno proceso de
reparación, puede desgarrar los planos profundos, y cre-
ar un espacio por donde se puede deslizar parte del
epiplón o las vísceras.
Esta interposición entre los márgenes de la pared ab-
dominal impide el correcto sellado de los planos, y una
vez que se inició, genera una zona de progresiva debili-
dad con aumento de la brecha eventrógena.
Este proceso puede desarrollarse bruscamente o en for-
ma lenta de acuerdo a la intensidad y repetición del es-
fuerzo que generó el desgarro.
Llamamos eventración aguda a la que el contenido in-
testinal atraviesa los planos peritoneal y musculoapo-
nerótico inmediatamente de la cirugía, alojándose en el
tejido celular o a veces debajo de la piel.
Si en cambio la presión no es tan fuerte y la pared re-
siste, el proceso se produce lentamente, los planos se se-
paran progresivamente y el contenido intestinal se aloja
debajo de la piel, generando una reacción en los tejidos
que forman un saco fibroso.
Este mecanismo más lento evoluciona hacia la forma-
ción de una eventración crónica o alejada.
TRATAMIENTO DE LA EVENTRACIÓN
Las eventraciones postoperatorias deben ser operadas
siempre, es necesario reconstruir la pared abdominal.
Pueden exceptuarse las pequeñas que no tienen anillo es-
trecho, que no aumentaron de tamaño en varios años, y
que además, no duelen ni molestan.
Un exhaustivo examen de las causas que motivaron la
eventración debe ser hecho cuando se prepara al pacien-
te para ser operado. Este examen retrospectivo debe re-
correr los factores imputables al enfermo, al cirujano y al
postoperatorio.
Se corregirán, en la manera de lo posible, los imputa-
bles al enfermo para intentar llevarlo en las mejores con-
diciones posibles a la intervención quirúrgica.
En cuanto a los factores referidos al cirujano y al pos-
toperatorio, por supuesto que serán cuidadosamente
evaluados sin perder ningún detalle de seguridad y de re-
cursos tácticos en el acto operatorio y durante los días
que siguen a la operación.
Podemos decir que hay dos formas de tratamiento:
1) Tratamiento mecánico
2) Tratamiento quirúrgico
1) El tratamiento mecánico se refiere a la conten-
ción del contenido, para ello se utilizan tiras anchas de
tela adhesiva que se extiendan de flanco a flanco (Mont-
gomery) o bien, algún tipo de faja ortopédica. Solo son
recursos paliativos que no curan ni impiden la formación
de una eventración en el futuro. Se utiliza cuando las
condiciones locales o generales del paciente contraindi-
can el acto quirúrgico.
2) El tratamiento quirúrgico debe planificarse te-
niendo en cuenta todos los elementos disponibles, tanto
de preparación del enfermo como de estrategia quirúrgi-
ca, pues estamos operando el fracaso de una laparotomía
y por supuesto que será mucho más conflictivo la recidi-
va de esta cirugía.
Existen dos factores que diferencian a las eventracio-
nes, siendo más complejo el tratamiento de las su-
praumbilicales que las infraumbilicales.
- En relación a los inconvenientes, la eventración
supraumbilical presenta mayores trastornos que la in-
fraumbilical, especialmente de tipo digestivo.
- Con referencia a la realización de un tratamien-
to paliativo, la eventración supraumbilical es más difícil
de contener mediante el uso de fajas o cualquier tipo de
soporte que la infraumbilical.
La eventración presenta mayor dificultad operatoria
cuanto más extensa es la debilidad parietal y mayor el vo-
lumen del saco eventrógeno.
La calidad de la pared abdominal tiene importancia
debido a que un anillo pequeño con un área que lo ro-
dea débil o atrófica, hace inepta la zona para una repara-
ción confiable.
En el preoperatorio o en la preparación del paciente
para la cirugía, es necesario lograr que la masa herniada
readquiera el "derecho de domicilio", es decir que se
pueda reducir el contenido del saco e introducirlo en el
abdomen. El problema principal deriva de la despropor-
ción entre el continente y el contenido de la cavidad ab-
dominal que pasó a la bolsa eventrógena y ha perdido su
hábitat. Se debe indicar una dieta al paciente para que
baje de peso y se pueda disminuir la infiltración grasa de
los mesos y del epiplón. La mayoría de las veces, no se lo-
gra en la medida de lo deseado pero siempre aporta para
la reparación.
Para aumentar la capacidad abdominal existe un pro-
cedimiento, el "neumoperitoneo preoperatorio progresivo
de Goñi Moreno"9-10-11-12-13
, destinado a aumentar el espa-
cio en la cavidad abdominal, evita que el paciente con la
reintroducción forzada pueda presentar grave desequili-
brio mecánico circulatorio y respiratorio, también cono-
cido como síndrome compartimental. Muchos pacientes
han perdido la vida como consecuencia de estos trastor-
nos de la ventilación pulmonar, padeciendo asistolias
irreductibles y trombosis venosas favorecidas por la ma-
la circulación de retorno.
I-147
8
TÉCNICA DEL PNEUMOPERITONEO
PREOPERATORIO DE GOÑI MORENO
El procedimiento consiste en la inyección intraperito-
neal de aire. Se comienza con 500 a 1000 cmª que se in-
troducen con un aparato formado por 2 frascos de doble
tubuladura. El líquido contenido en uno de los frascos es
desplazado empujando el aire contenido en el otro hacia
el interior del abdomen, hasta un volumen de 6 litros o
más.
Se practica el procedimiento cada 2 o 3 días, se realizan
unas 10 a 12 sesiones y se chequean los flancos abdomi-
nales. Se observa, al cabo de varias sesiones, como au-
menta la capacidad vital; al mismo tiempo, la palpación
repetida en los flancos demuestra el aflojamiento de la
pared muscular.
Este es el momento para decidir la intervención.
Esta técnica hace que la reintroducción de las vísceras
sea más sencilla y la flaccidez de la pared ayude a una
buena reparación.
Goñi Moreno precisó las contraindicaciones en los si-
guientes casos:
- Atascamiento y estrangulación con varias horas de
evolución
- Pacientes cardíacos descompensados
- Enfermos con mal estado general, diabéticos, urémi-
cos, etc.
- Personas de edad avanzada, muy debilitadas
En la técnica operatoria deben considerarse dos pun-
tos:
- El tratamiento del saco y de su contenido
- La reconstrucción parietal
TÉCNICAS
a) Reconstrucción anatómica plano por plano
b) Reconstrucción por planos mediante la superposi-
ción en forma transversal basado en la operación de im-
bricación de W. J. Mayo (Técnica de Mayo), o la super-
posición vertical de las vainas anteriores de los músculos
rectos del abdomen (Técnica de San Martin -
Técnica de Barrionuevo)
c) La reparación utilizando una prótesis (polipropileno
o politetrafluoroetileno expandido (PTFE-E)
d) Eventroplastía Laparoscópica
RECONSTRUCCIÓN ANATÓMICA
La reconstrucción anatómica es la técnica recomenda-
da para las eventraciones pequeñas o medianas, y
además, para aquellas en las que la brecha entre los mús-
culos en oposición aunque extensa en el plano vertical, es
relativamente estrecha en su eje transversal.
El procedimiento debe contemplar la identificación
del anillo eventrógeno, el tratamiento del saco y su con-
tenido, la preparación de los tejidos a reconstruir y por
último, la plástica reparadora.
Lo ideal es extirpar toda la cicatriz hasta obtener tejido
de características normales, para luego, realizar le recons-
trucción lo más exacto y anatómicamente posible entre
los diferentes planos.
El anillo que está formado por una condensación de te-
jido fibroso cicatrizal, resto de la brecha laparotómica,
debe ser disecado en toda su circunferencia con un mar-
gen de 3 o 4 cm.
El saco está formado por fibrosis y restos de peritoneo
que conforman un tejido conjuntivo cicatrizal que se fu-
siona con los planos musculoaponeuróticos. En lo posi-
ble, se lo libera del anillo y reintroduce al abdomen cuan-
do es complaciente y amplio, de lo contrario, se abre pa-
ra liberar el contenido.
El contenido puede ser epiplón, intestino delgado o
colon, en forma parcial o sino, en su totalidad, cuando se
trata de eventraciones gigantes.
En la reconstrucción se realiza un plano profundo con
material reabsorbible, en la actualidad se utiliza Vycril. El
plano aponeurótico se realiza con hilo irreabsorbible ti-
po Prolene, ya sea, en sutura continua o puntos separa-
dos de acuerdo a la decisión del cirujano. En el servicio
usamos de preferencia, y siempre que sea posible, la su-
tura continua, porque consideramos que tracciona en
I-147
Fig. 8. Resección de cicatriz quirúrgica
forma más uniforme, con menos traumatismo para los
tejidos.
La piel se cierra con puntos separados o sutura conti-
nua con Ethilon o también se pueden utilizar ganchos
para piel. La colocación de drenajes queda a criterio del
cirujano; si hubo bastante sangrado durante la disección,
se lo utiliza para disminuir la posibilidad de colecciones.
En todas las eventroplastías, cualquiera sea el procedi-
miento que se elige, realizamos profilaxis antibiótica con
una cefalosporina de última generación.
I-147
Fig. 9. Disección liberando el plano aponeurótico
Fig. 12. Cierre de la herida y drenajes colocados asomando a través de la piel en el
extremo inferior de la herida
Fig. 10. Desarrollados los colgajos aponeuróticos se ancla una hoja a la otra en el
punto más lejano posible
Fig. 11. El otro colgajo aponeurótico se sutura en el lugar que llega una vez super-
puesto
Fig. 13. Tecnica de Mayo. Puntos que toman el colgajo inferior, se suturan en el
punto más alto del colgajo superior
9
10
RECONSTRUCCIÓN ANATÓMICA
CON SUPERPOSICIÓN DE PLANOS
La otra técnica también anatómica es la referida a la re-
paración por superposición de planos, que cuando se re-
aliza en forma transversal se basa en la técnica de imbri-
cación de W. J. Mayo (Técnica de Mayo), o la superpo-
sición vertical de las vainas anteriores de los músculos
rectos del abdomen (Técnica de San Martín o Barrio-
nuevo).
TÉCNICA DE MAYO
En esta técnica la aponeurosis del músculo recto debe
cerrarse con superposición del colgajo superior sobre el
inferior con la técnica de "chaleco sobre pantalón".
La aponeurosis se libera del músculo recto como pre-
paración para que el colgajo inferior se eleve tanto como
sea posible bajo el colgajo superior.
Se pasan puntos de Prolene 2-0 a través de los bordes
del colgajo inferior y se exteriorizan en el punto más al-
to posible sobre el colgajo superior. Mientras se ejerce
tracción sobre el colgajo superior, los puntos descienden
en serie, se anudan y se aprietan.
Los bordes libres del colgajo superior se suturan al in-
ferior.
Se completa con puntos de monocryl el plano sub-
cutáneo.
I-147
Fig. 14. Técnica de Mayo. Traccionando del colgajo superior, se anudan los puntos
Fig. 15. Técnica de Mayo. El borde libre del colgajo superior se sutura al inferior
Fig. 16. Técnica de Mayo. Puntos de aproximación de la superficie inferior de la piel.
Fig. 17. Técnica de San Martín. Sus distintos pasos A, B y C, explicación en el texto.
A
B
C
TÉCNICA DE SAN MARTÍN
La técnica de San Martín esta graficada en la Figura
Nro. 17. En Fig. 17-A se ha efectuado la resección de la
cicatriz cutánea. Se diseca a ambos lados los colgajos
(cutáneo-submucoso- tejido cicatrizal) hasta descubrir
las vainas de los rectos. Se realiza una incisión longitudi-
nal abriendo la vaina en el lugar indicado por la flecha.
En la Fig. 17-B la parte interna de la vaina de los rec-
tos se separa del músculo para volcarlos hacia adentro y
suturarlo en la línea media.
En la figura 17-C se ha reconstruido el plano apo-
neurótico retromuscular con los dos colgajos de la vaina.
Se suturan los músculos rectos anteriores tomando espe-
cialmente las intersecciones aponeuróticas. En la hoja
anterior de las vainas se colocan algunos puntos cerca del
apéndice xifoides y del ombligo. Se puede dejar el mús-
culo en contacto con el tejido celular subcutáneo.
(La explicación está agregada a los gráficos, es la mejor
manera de entender el procedimiento)
TÉCNICA DE BARRIONUEVO
La técnica de Barrionuevo reconstruye la hoja apo-
neurótica tanto por detrás como por delante de los mús-
culos rectos. Los distintos pasos están graficados en la fi-
gura 18.
En la figura 18-A se ha efectuado la resección de la ci-
catriz cutánea y la disección de los colgajos (cutáneo-sub-
cutáneo-tejido cicatrizal) descubriendo la vaina de los
rectos. Se realiza la incisión longitudinal de las vainas en
los lugares indicados por las flechas.
En la figura 18-B se señala como se desplazaran los col-
gajos. El colgajo posterior izquierdo seccionado longitu-
dinalmente hacia adelante y el anterior derecho se bas-
cula hacia atrás.
En la figura 18-C se observa la confección de los pla-
nos aponeuróticos. El plano posterior remolcando el col-
gajo interno derecho (más ancho) para unirlo a la hoja
posterior de la vaina izquierda. El plano aponeurótico
anterior en forma semejante llevando la hoja más ancha
de la izquierda para suturarla con vaina del recto dere-
cho.
I-147
Fig. 19. Incisión en la aponeurosis del oblicuo externo pararrectal, 1 cm lateral al
músculo
Fig. 20. Disección roma creando un espacio entre el oblicuo externo e interno
Fig. 21. El músculo recto es separado de la hoja posterior
11
Fig. 18. Técnica de Barrionuevo. Pasos A, B, y C explicación en el texto.
A
B
C
12
TÉCNICA CSM (COMPONENTS SEPARATION METHOD)
DR. RAMIREZ17
Se abre la piel y el tejido celular subcutáneo hasta vi-
sualizar el plano aponeurótico.
La aponeurosis del oblicuo externo se incide pararrec-
tal aproximadamente a 1 cm. por fuera o lateral al mús-
culo recto abdominal (Fig. 19). A continuación, se reali-
za la disección roma entre el músculo oblicuo externo y
el interno creando un plano de separación entre ambos
(Fig. 20). Además, el músculo recto es separado de la ho-
ja posterior de la vaina (Fig. 21). Inclusive se pueden
agregar incisioknes laterales de descarga.
De esta manera se logra liberar la pared del abdomen
permitiendo obtener plano para el cierre. En la figura se
observa además, que se colocó una malla irreabsobible en
la zona de la hoja posterior del músculo, en el plano re-
tromuscular (Fig. 22).
REPARACIÓN UTILIZANDO PRÓTESIS
La tercera opción es la cirugía con utilización de una
malla. Hemos comentado el avance importantísimo que
se obtuvo en la eventroplastía cuando se incorporó una
prótesis en la reparación quirúrgica.
Está demostrado que una plástica ideal es aquélla que
posibilita la colocación de una prótesis en el plano suba-
poneurótico preperitoneal (Fig. 23-A), libre de tensión y
que exceda ampliamente el defecto. La presión intraab-
dominal ejercida sobre la malla permite una distribución
equitativa de la misma en una mayor superficie, contri-
buyendo a su fijación en un plano óptimo (principio de
Pascal)15-19
. Tanto el abordaje por vía convencional como
por vía laparoscópica pueden cumplir con este principio.
La malla o prótesis, de acuerdo al procedimiento
quirúrgico elegido, puede colocarse en el plano supraa-
poneurótico (Fig. 23-B), preperitoneal o intraperitoneal.
La opción utilizada determina el tipo de malla.
El porcentaje de recidivas con técnica sin prótesis era
del 25% al 50%,2-18
al incorporarse una malla estos por-
centajes disminuyeron a la mitad 12% al 24%23
.
Cuando la disección nos permite tener tejido para ais-
lar la prótesis de las vísceras, es decir, que no halla posi-
bilidad de contacto entre ambas, puede emplearse poli-
propileno (Prolene), en caso contrario, debemos utilizar
politetrafluoroetileno expandido (Dualmesh). Más ade-
lante cuando hablemos de técnica laparoscópica expon-
dremos las características de los distintos tipos de próte-
sis.
TÉCNICA
Además de extirpar la cicatriz previa en su totalidad,
debemos movilizar los colgajos cutáneos ampliamente de
modo que permita más adelante una fácil aproximación;
se extirpa el exceso de saco y los bordes de este plano se
aproximan con sutura continua de Vycril, de no ser po-
sible se deja abierto. En este punto, debe decidirse cual
malla utilizar de acuerdo a lo comentado anteriormente.
A continuación se liberan totalmente en forma longitu-
dinal y lateral las vainas del músculo recto, los bordes de
la aponeurosis se superponen de acuerdo a la técnica ele-
gida con sutura de Prolene, y si es necesario, se agregan
incisiones de descarga para disminuir la tensión de las su-
turas.
La ubicación de la malla debe ser de preferencia en el
espacio preperitoneal, pero la disección necesaria para
crear el espacio debe ser muy amplia, lo cual provoca des-
trucción de tejidos, microhematomas y zonas de despu-
limiento. Esto puede llevar a la formación de hemato-
mas, seromas e infección, causa principal de recidiva.
I-147
Fig. 22. Malla fijada en el plano retromuscular
A
malla
peritoneo
B
malla
aponeurosis
Fig. 23. Lugar de colocación de la malla. A) Preperitoneal. B) Supraaponeurótica.
13
Debe trabajarse con el máximo cuidado para minimizar
estas consecuencias.
En caso de no poder colocar la malla en el espacio pre-
peritoneal, el área ideal, también se puede ubicar en for-
ma supraaponeurótica (Fig. 24) siendo necesario agregar
drenaje aspirativo para disminuir la secreción serosa que
provoca la malla en los primeros días del postoperatorio.
Los drenajes colocados durante la cirugía deben ser ma-
nipulados en el postoperatorio, con la mayor asepsia, y
retirarlos prontamente, pues son una causa posible de in-
fección18
.
EVENTROPLASTÍA LAPAROSCÓPICA
El advenimiento de la cirugía laparoscópica ha posibi-
litado la corrección de los defectos de la pared abdomi-
nal, asociando a las ventajas del uso de una prótesis los
beneficios de la cirugía miniinvasiva.
La plástica de reparación ideal es la que posibilita la co-
locación de una prótesis en el espacio preperitoneal, libre
de tensión y que exceda ampliamente el defecto.
La técnica laparoscópica cumple con estos principios,
de ahí la propuesta para su realización.
Para la elección de la prótesis se cuenta con diferentes
tipos de material. Holzman20-6
sostiene que la malla de
polipropileno al ser macro porosa (10 micras) permite
una buena infiltración de neutrófilos (granulocitos), una
rápida fijación con fibrina a la pared y reduce la inciden-
cia de seromas al permitir el pasaje del líquido acumula-
do en el saco residual.
1. Otra opción es la malla de Gore-tex (PTFE), (3)
la cual no requiere de cobertura peritoneal, provoca una
menor reacción de cuerpo extraño y una mínima adhe-
rencia visceral. Sin embargo, se ha publicado un mayor
índice de seromas debido a la impermeabilidad de su di-
seño micro poroso (2-3 micras) y una menor resistencia
a la infección22-26
.
Además su costo es más elevado. Tiene menor capaci-
dad de incorporarse a la pared abdominal por lo que es
necesaria una buena fijación2-4
.
La prótesis en la técnica laparoscópica se coloca intra-
peritoneal, de allí la importancia del contacto con las asas
intestinales, que como hemos dicho siempre, debe usar-
se una malla de doble faz o en su defecto contar con su-
ficiente epiplón para garantizar que se lo pueda interpo-
ner entre la malla y las vísceras.
TÉCNICA (Figs. 25 a 32)
La cirugía laparoscópica se inicia con el neumoperito-
neo, éste se realiza por técnica abierta o por punción con
I-147
Fig. 24. Colocación de una malla supraaponeurótica.
Fig. 25. Eventración gigante, el dibujo muestra la herida quirúrgica y el gran saco
eventrógeno. Reparación quirúrgica por técnica laparoscópica.
Fig. 26. Ubicación de los trocares para la cirugía por videolaparoscopía. Por transilu-
minación se visualiza la cámara dentro del saco eventrógeno
14
I-147
Fig. 30. Prótesis extendida, mostrando los puntos pasados que se anudan en el celu-
lar subcutaneo y fijarán la malla
Fig. 31. Puntos transparietales que fijan la malla
Fig. 32. Fijación de la malla con tacker
Fig. 28. La cámara dentro del saco eventrógeno mostrando la luz a través de la piel.
Fig. 29. Malla ubicada intraperitoneal
15
aguja de Veress; una vez logrado se insufla la cavidad ab-
dominal hasta llegar a una presión de 12 mm Hg.
Los trocares accesorios se colocan bajo visión directa si-
guiendo el principio de triangulación, formando una mis-
ma línea entre el cirujano, el defecto y el monitor. Se uti-
lizan habitualmente tres trocares, dos de 10 mm y uno de
5 mm.
Se explora la cavidad abdominal y a continuación se
procede a reducir el contenido del saco eventrógeno efec-
tuando la enterolisis según necesidad.
Medimos el tamaño de la malla externamente, esta de-
be exceder el defecto en unos 3 a 4cm y la introducimos
al abdomen por uno de los trocares de 10mm. A conti-
nuación, debemos fijar prolijamente la malla con clips,
takers o puntos transparietales que quedan alojados en el
tejido celular subcutaneo con nylon monofilamento.
Finalizada la cirugía, en la curación, se coloca una to-
runda de gasa en la zona del defecto eventrógeno y luego
un vendaje abdominal a fin de evitar los espacios muer-
tos, tratando de reducir el desarrollo de seromas. No se
utilizan drenajes3-6-4-21
.
EXPERIENCIA DEL AUTOR
La experiencia del autor en el Hospital Britanico de
Buenos Aires, en un estudio comparativo entre eventro-
plastía convencional vs. eventroplastía laparoscópica
consistió en analizar la morbilidad y la recidiva, además
de las variables tiempo operatorio y tiempo de interna-
ción de estas dos técnicas, en el período comprendido
entre enero de 1997 y diciembre de 2002. Las cirugías
realizadas fueron: 189 eventroplastías convencionales y
91 eventroplastías laparoscópicas. Se incluyeron en el es-
tudio los pacientes que cumplieron con los siguientes cri-
terios:
1. Cirugía programada
2. Colocación de una malla protésica para corregir
el defecto
3. Anillo eventrógeno entre 10 y 150 cm2
4. Eventroplastía como único procedimiento
Se conformaron aplicando los criterios de inclusión,
dos grupos de pacientes, de acuerdo a la vía de abordaje:
• Grupo de eventroplastía por vía convencional
65 enfermos
• Grupo de eventroplastía por vía laparoscópica
62 enfermos
Los resultados analizados fueron que la morbilidad
global (intraoperatoria,inmediata y alejada) fue menor
con la técnica laparoscópica (19%) que con la técnica
convencional (38%) y respecto a la recidiva también fue
inferior el porcentaje para la laparoscopía (12,9%) que
para la cirugía convencional (18,4%).
Las variables tiempo operatorio y tiempo de interna-
ción, han sido estudiadas por distintos autores, entre
ellos Heniford15-16
, Liberman22
y Carbajo4
, que evaluaron
los resultados de la vía laparoscópicas y la vía convencio-
nal. Todos ellos coinciden en que existe un menor tiem-
po de estadía hospitalaria en aquellos pacientes aborda-
dos por vía laparoscópica. Distinto ocurre con respecto
al tiempo operatorio ya que éste depende del tamaño y
complejidad de la eventración, de la curva de aprendiza-
je y de la habilidad del equipo quirúrgico. Sin embargo,
Heniford15
refiere que en casos de adherencias múltiples,
cirugías previas o plásticas recidivadas, el tiempo de ci-
rugía no es significativamente más prolongado, que si
fueran tratadas por vía convencional. En nuestra serie
hemos encontrado que tanto el tiempo operatorio como
el tiempo de internación, fueron significativamente me-
nores en los pacientes operados por vía laparoscópica.
El acceso laparoscópico ofrece una mejor visualización
del defecto eventrógeno, permitiendo una enterolisis
más segura. El pneumoperitoneo levanta la pared ante-
rior del abdomen, permitiendo que las adherencias cuel-
guen perpendicularmente y la disección se pueda realizar
con menos riesgo de lesión. Nos parece importante des-
tacar en este punto que la utilización de una óptica de
30°, nos deja ver el anillo eventrógeno desde distintos án-
gulos y así poder elegir el sector más seguro para liberar
los elementos que estén fijos al saco.
Sin embargo es de gran importancia en cirugía lapa-
roscópica, el tema referido a las perforaciones inadverti-
das. Es válido recordar que se debe visualizar muy bien
todo el área quirúrgica donde se está trabajando, tener
sumo cuidado con la utilización del cauterio, evitar la
tracción o prensión sobre las asa intestinales, más aún si
están dilatadas y realizar una minuciosa exploración del
abdomen al finalizar la cirugía y antes de retirar la cáma-
ra. No solo alcanza con una mejor exposición de las ad-
herencias, si no de una experiencia determinada para po-
der liberarlas por vía laparoscópica.
El acceso a la cavidad abdominal por técnica lapa-
roscópica facilita hacer la exploración y poder compro-
bar la presencia de múltiples defectos no palpables al exa-
men físico. Reduciría las complicaciones locales de la he-
rida, el dolor postoperatorio, la frecuencia de íleo posto-
peratorio, las complicaciones pulmonares19
, el tiempo de
estadía hospitalaria4
y facilitaría el retorno más precoz a
la actividad laboral4-21-22
. Finalmente, los pacientes con
indicación quirúrgica por una patología abdominal con-
comitante, podrían ser beneficiados con las ventajas del
abordaje laparoscópico.
I-147
16
BIBLIOGRAFÍA
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I-147

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  • 1. 1 EVENTRACIÓN ROBERTO CERRUTTI Médico cirujano del Servicio de Cirugía del Hospital Británico de Buenos Aires. Se denomina eventración, hernia ventral o hernia inci- sional a la protrusión subcutánea del contenido intraab- dominal a través de una zona debilitada de la pared ab- dominal o lumbar como consecuencia de una interven- ción quirúrgica, una brecha posterior a un traumatismo cerrado o una malformación congénita. La misma se presenta en el postoperatorio de los pa- cientes sometidos a cirugía abdominal en un porcentaje que va del 3% al 13%8-15-14 . El contenido puede ser una víscera o epiplón que se aloja en el tejido subcutáneo dentro de un saco de tejido fibroso y restos del peritoneo. Etimológicamente la palabra ¨eventración¨ significa destrucción parcial de la pared y se diferencia de la her- nia en que ésta protruye a través de orificios anatómicos. TIPOS DE EVENTRACIÓN Las eventraciones las agrupamos en espontáneas o traumáticas (ver Cuadro 1). También se las suele denominar eventraciones no pos- toperatorias y postoperatorias. En el primer grupo se incluyen las alteraciones de la pared abdominal provocadas por afecciones generales, infecciosas o nerviosas (raquitismo, obesidad, paludis- mo, tifoidea, poliomielitis, etc.), que son muy poco fre- cuentes. Además, deben citarse las consecuencias de par- tos seguidos, que pueden dar lugar a la diastásis de los rectos anteriores del abdomen. En el segundo grupo, a su vez, se pueden dividir en ac- cidentales (heridas o contusiones de abdomen) y posto- peratorias. Las postoperatorias son consecutivas a una interven- ción quirúrgica, forman el grupo más numeroso e im- portante y revelan el fracaso en la reconstrucción parie- tal de una operación anterior. La eventración está presente en el postoperatorio de las laparotomías en un porcentaje que va del 3 al 13%8-15-16 . Además, estas eventraciones postoperatorias se pueden dividir de acuerdo al momento de su aparición en agu- das y crónicas. Las agudas se producen inmediatamente después de la cirugía a través de una herida en vías de ci- catrización; se las denomina también, "eventraciones postoperatorias inmediatas¨ con evisceración o sin ella. Las crónicas se presentan alejadas de la operación por un debilitamiento progresivo de la cicatriz, o una inmedia- I-147 CERRUTTI R; Eventración. Cirugía Digestiva, F. Galindo. www.sacd.org.ar, 2009; I-147, pág. 1-16. Fig. 1. Eventración Aguda - Evisceración (Dehiscencia total). Fig. 2. Dehiscencia parcial.
  • 2. 2 ta que pasó inadvertida. También se las denomina “even- traciones postoperatorias alejadas” o “eventraciones pro- piamente dichas”. Como señalamos anteriormente las eventraciones pue- den localizarse en cualquier parte de la pared abdominal o en la región lumbar. No obstante, se describen 4 loca- lizaciones principales: 1) la eventración abdominal supe- rior a nivel del epigastrio o hipocondrio 2) la eventración abdominal inferior en las fosas ilíacas o flancos 3) la eventración total que toma toda la altura de la pared ab- dominal, (eventración xifopúbica), el tipo más frecuente lo constituye la ¨diastásis de los rectos¨y 4) la eventración lumbar. (Cuadro 2) EVENTRACIÓN AGUDA Cuando se produce la dehiscencia de la pared en el pos- toperatorio inmediato puede ocurrir, que las vísceras irrumpan a través de los planos musculoaponeuróticos y queden contenidas solo por la piel que es más resistente generando una eventración aguda, pero si esta también cede y se produce la exteriorización visceral, este cuadro es una evisceración. El comienzo es entre el tercer o cuarto día postopera- torio y como la resistencia cutánea es diez veces mayor que la aponeurosis, los puntos de sutura de la piel sostie- nen y el diagnóstico se hace cuando se retiran los puntos alrededor del 8ª día. Esta dehiscencia aguda de la pared abdominal tiene una incidencia en los adultos que oscila entre un 0,4% y el 3,5%5-25 . En su etiopatogenia se encuentran citadas múltiples causas como edad (demasiado joven o demasiado viejo), el estado nutricional (obesidad, delgadez, estados caren- ciales), parámetros bioquímicos (anemia, hipoproteine- mia, uremia), enfermedades asociadas (el 70% de los en- fermos presentan alguna enfermedad grave asociada, co- mo enfermedad pulmonar crónica, diabetes, cáncer o en- fermedades infecciosas), la cirugía de alto riesgo (inter- venciones de urgencia por peritonitis y oclusión intesti- nal), cirugía de grandes obesos, cirugía en carcinomas di- seminados y grandes laparotomías xifopúbicas, la medi- I-147 Fig. 3. Eventración Postoperatoria mediata o crónica Cuadro Nro. l. Clasificación de las eventraciones por su origen. Cuadro Nro. 2. Clasificación de las eventraciones por su localización.
  • 3. 3 cación con esteroides, las fallos técnicos o estratégicos al realizar el cierre de la pared abdominal (rotura del hilo de sutura, desanudamiento de los nudos, tomas muy cerca- nas, excesivo intervalo entre puntos, sutura lacerante, mala relajación del enfermo, cierre con prisa ostomías y drenajes en la incisión) y problemas postoperatorios, co- mo infección de la herida, el meteorismo, los esfuerzos de la tos, los vómitos, el hipo persistente, la ascitis, la ac- tividad motriz sostenida, el levantamiento precoz, etc. La literatura refiere como los factores de riesgo más im- plicados a: • El aumento de la presión intraabdominal • La inestabilidad hemodinámica • La hipoproteinemia • La cirugía de urgencia • La infección de la herida • La anemia • La edad DIAGNÓSTICO Los síntomas que presenta el paciente son sentirse mo- jado y con el apósito manchado por la filtración de un lí- quido rosado, serosanguinolento, como "agua de lavado de carne" de color asalmonado. Entre los puntos o gra- pas de la sutura de piel hay un abultamiento y se en- cuentra parte de sus asas de intestino delgado en el apó- sito, en ocasiones puede haber un dolor agudo con sen- sación que "algo se ha roto por dentro", lo que predomi- na es el íleo y en ocasiones, el paciente puede entrar en shock27-28 . La morbilidad es importante supera el 30% (infección de pared, absceso intraabdominal, dehiscencia repetitiva, fístulas enterocutáneas, síndrome compartimental abdo- minal, etc)28 . La mortalidad promedio en las revisiones es del 25%, pero puede oscilar entre el 16% y 36%, las causas del fa- llecimiento son problemas cardiorrespiratorios y sepsis (peritonitis)25 . La tasa de mortalidad se incrementa en los pacientes de edad avanzada con fallo multiorgánico y múltiples rela- parotomías. El tratamiento de esta patología es la intervención quirúrgica urgente. Al ser una herida potencialmente in- fectada debe indicarse tratamiento antibiótico, el cual continuará en el postoperatorio. En caso de distensión intestinal se recomienda colocar sonda nasogástrica. En la prevención de esta grave complicación quirúrgi- ca se puede actuar de varias formas: Previa a la intervención: corregir los diversos déficit (anemia, hipoproteinemia, deficiencias vitamínicas o de zinc) o actuar sobre las enfermedades de base (ascitis, bronquitis, diabetes, hipertensión arterial, otros) Durante la cirugía: incisiones más pequeñas y trans- versas, uso de técnicas laparoscópicas, prevención de la infección y cierre de la pared con buena relajación del pa- ciente. En el postoperatorio: hacer un seguimiento estricto del paciente y actuar precozmente ante la sospecha de complicaciones1 . Dependiendo de la dehiscencia, de la dilatación in- testinal y del edema local se puede realizar cierre sim- ple, sutura de retención, reparación con prótesis o la sumatoria de alguna de ellas. La técnica ideal de cierre de la pared debe combinar resistencia y elasticidad, para prevenir la dehiscencia y poder adaptarse a un incremento de la presión intraab- dominal24 . Los elementos de sutura y la técnica a emplear tienen un amplio espectro de preferencias en la literatura, hay centros que avalan el uso de material absorbible y su- tura continua y otros en cambio, utilizan hilos irreab- sorbibles con puntos separados, además de la opción de utilizar una malla o prótesis para la reparación19-27-29 . En los pacientes muy debilitados conviene abstener- se de cualquier intervención quirúrgica. En estas circunstancias, se deben introducir suave- mente las vísceras al interior del abdomen para poste- riormente unir los bordes de la herida con anchas tiras de tela adhesiva de flanco a flanco. Este procedimiento soluciona temporalmente el epi- sodio agudo pero no evita la formación de una even- tración que deberá tratarse en el momento oportuno. Este método incruento también se emplea cuando la dehiscencia tiene lugar en una herida francamente in- fectada. La evisceración debe ser considerada como una en- fermedad grave, ya que se asocia a una alta morbimor- talidad. El aumento de la presión intraabdominal, la inestabilidad hemodinámica, la hipoproteinemia, la cirugía urgente, la infección de la herida o la pared, la anemia y la edad > a 65 años, son los factores de ries- go más asociados con la evisceración. Debido a que los factores de riesgo implicados en una posible eviscera- ción son conocidos y predecibles, deberíamos ante la suma de varias de estas causas añadir al cierre de la pa- red abdominal medidas de refuerzo (suturas de reten- ción internas o externas) para prevenir el episodio agu- do. I-147
  • 4. 4 EVENTRACIÓN CRÓNICA Los signos y síntomas de una eventración son habi- tualmente dolor y tumor, cuyas dimensiones e intensi- dad son sumamente variables. Las pequeñas son detectadas por el médico durante el examen de rutina. El tamaño aumenta en forma lenta y progresiva pudiendo en ocasiones adquirir un gran desa- rrollo, con la mayor parte del contenido abdominal en su interior. Se denomina "cambio de domicilio" cuando se ubican dentro de la bolsa de eventración la mayor parte de las vísceras del abdomen. Sobre la superficie del saco se observa habitualmente la cicatriz quirúrgica, generalmente ensanchada, móvil o fi- ja, situada en la zona más prominente. La piel es delgada y adherida al plano inferior y otras veces es atrófica. Es frecuente que las eventraciones sean reductibles so- lo en parte, o que requieran maniobras múltiples para lo- grarlo; esto se debe a las adherencias contraídas con la pa- red sacular o que el epiplón que contiene hace de tapón del cuello del saco impidiendo su introducción. La eventración habitualmente no tiene un saco forma- do por peritoneo, lo integra parcialmente, sino que son restos peritoneales más fibrosis. En cambio, la hernia siempre tiene su saco peritoneal bien constituido. Existen tres elementos importantes en toda eventra- ción: a) El anillo u orificio b) El saco c) El contenido I-147 Fig. 4. Eventración crónica. Cicatriz de cirugía previa Fig. 6. Cicatriz quirúrgica y área eventrógena a resolver Fig. 7. Gran eventración, laparotomía mediana. Vista lateral Fig. 5. Cicatriz quirúrgica y superficie que abarca el saco eventrógeno
  • 5. 5 1) El orificio de la eventración está formado por bor- des musculares retraídos que están invadidos por tejido fi- broso, este conjunto constituye el anillo de eventración. Se hacen evidentes los bordes de la dehiscencia cuando examinando al paciente le pedimos que levante la cabeza o contraiga los músculos del abdomen, evidenciando de esta manera los márgenes de la debilidad, el tamaño del anillo y la consistencia. 2) El saco de eventración se forma de la separación musculoaponeurótica, así las fibras que fueron disgrega- das son invadidas por tejido conjuntivo fibroso y forman el saco de la eventración. Este se adhiere a la cara pro- funda de la cicatriz cutánea y constituye el fondo del fu- turo gran saco que irá distendiendose progresivamente acompañando la presión intraabdominal. 3) El contenido del saco es variable, se le reconoce habitado por el epiplón, por el intestino delgado, por ambos a la vez, por el colon, etc. Este contenido puede ser reductible o irreductible, y este último, atascado o en- carcelado y también puede estar estrangulado con la con- siguiente gravedad que acarrea esta complicación. ETIOPATOGENIA DE LA EVENTRACIÓN POSTOPERATORIA Entre los muchos factores que intervienen en la forma- ción de una eventración podemos citar: 1) Factores generales: edad y sexo: mayor porcentaje entre los 40 y 60 años (más probabilidad de afecciones malignas). Los hombres son más afectados que las muje- res (menor elasticidad parietal y respiración de tipo ab- dominal) 2) Factores dependientes del terreno: las proteínas son de gran importancia para el proceso de cicatrización, por lo cual es vital normalizar los valores proteicos previo a la operación. La hipovitaminosis C debe tenerse en cuenta, pues el ácido ascórbico cumple un rol importan- te en la formación del colágeno. El déficit del complejo B debe considerarse por su participación en el proceso de cicatrización. Es de tener en cuenta la frecuencia de evisceraciones que se presentan en los pacientes cancerosos por su efec- to negativo en el proceso cicatrizal. Estos enfermos pre- sentan una proporción 2 veces mayor que los operados por patología benigna, la razón estaría dada por los trans- tornos que ocasiona esta situación (hipoproteinemia, de- bilidad, adelgazamiento, etc.) La obesidad es un impor- tante factor predisponente por las alteraciones que pro- duce en los tejidos y la dificultad que genera en el cierre de la laparotomía. 3) Factores dependientes del acto quirúrgico: sutu- ras muy apretadas que cortan el músculo generando le- siones de isquemia y atrofia y suturas con hilos de muy rápida reabsorción que dejan una herida debilitada. La influencia de la técnica quirúrgica en la etiología de las eventraciones debe examinarse desde diversos detalles: a) Asepsia del Campo Operatorio: debe emplearse una correcta asepsia para evitar las múltiples pequeñas causas de infección. b) Agujas: las agujas exageradamente gruesas desga- rran los tejidos y si a esto se agrega la tensión de la su- tura, puede agrandar el desgarro y concluir en una brecha de eventración. Las de punta triangular alar- gada y las cilindrocónicas son, en ese sentido, las me- jores porque divulsionan las fibras a la medida del hi- lo sin seccionar ni desgarrar. c) El paso de los puntos debe estar situado a sufi- ciente distancia del borde aponeurótico o muscular y guardar proporción con el esfuerzo que han de reali- zar. Si el esfuerzo que se prevé es grande deberán to- marse a buena distancia y cuidando que el paso de la aguja no sea siempre por la misma línea de fibras apo- neuróticas. d) La sutura puede ser con puntos separados o con- tinua de acuerdo a la preferencia del cirujano, debe ser floja, que afronte los bordes con firmeza, sin cortar o producir isquemia del tejido. e) El nudo de la sutura tiene una importancia mu- cho mayor de lo que generalmente se cree. El nudo es el punto más débil de una sutura. El ajuste del primer nudo nunca debe ser enérgico porque secciona fibras y debilita la pared. 4) Factores dependientes del cirujano: Los errores técnicos en la reconstrucción de la pared abdominal re- feridos a una correcta técnica de sutura y al tratamiento de los tejidos, deben ser manejados con sumo cuidado con el fin de generar el menor traumatismo posible, evi- tando la formación de hematomas. El cirujano es responsable del acto quirúrgico, lo que incluye el tipo de anestesia; por este motivo, debemos atribuirle un grupo de factores etiológicos que se relacio- nan con la táctica y la técnica quirúrgica. 1. La elección de la anestesia y la administración son muy importantes para el cierre de la laparotomía. La pared abdominal debe estar muy bien relajada para per- mitir un afrontamiento sin tensión de los diferentes pla- nos que la forman. Dichas condiciones se consiguen con anestesia epidural o general, nunca con local. 2. La laparotomía debe evitar en lo posible la sec- ción de filetes nerviosos y también, conservar una buena irrigación de los tejidos. La incisión es planeada de acuerdo al tipo de cirugía a realizarse. Las laparotomías medianas supra e infraumbilicales I-147
  • 6. 6 son las más empleadas porque suministran un acceso có- modo a las distintas regiones de la cavidad abdominal, son fáciles y rápidas de realizar, y producen poca pérdida de sangre. Pueden ampliarse sin inconveniente y el cierre es rápido y sencillo. Las laparotomías longitudinales, verticales y oblicuas, vecinas a la línea media, ofrecen mayor número de com- plicaciones a medida que se alejan de la línea blanca. Se prefiere la realización de la incisión paramediana in- terna en estas circunstancias. Las laparotomías transrectales lesionan más la ana- tomía y predisponen a la eventración a medida que se alejan de la línea media. Esta incisión secciona los filetes nerviosos que llegan al músculo recto desde la parte ex- terna, el cual se atrofia y pierde su tono muscular produ- ciendo el abombamiento parietal. Las laparotomías verticales extrarrectales del abdomen superior interrumpen todos los ramos nerviosos y sec- cionan los músculos anchos produciendo hemorragia abundante, además de parálisis y atrofia de los elementos que se encuentren entre la incisión y la línea media. La incisión vertical del abdomen inferior se ubica ha- bitualmente en el borde externo de la vaina del recto (in- cisión de Jalaguier). Es poco eventrógena por su corta longitud pero si se la amplía pierde esta ventaja. Las laparotomías transversales gozan de mayores ven- tajas por respetar los nervios intercostales y la dinámica abdominal. Además, la respiración es más fácil por ser menos dolorosa. La tos, el vómito y el hipo son mejor to- lerados y la cicatrización es muy buena. La incisión subcostal es eventrógena cuando es muy amplia, se utiliza a la derecha para el mejor acceso a las vías biliares, y a la izquierda, para la esplenectomía y el ángulo izquierdo del colon. La aponeurosis y los músculos forman el plano de re- sistencia del abdomen y su potencial depende de la iner- vación e irrigación que reciben. La sección de los nervios intercostales en las laparotomías producen la hipotrofia del segmento inervado; se produce parálisis cuando la sección llega a tres. Los nervios que más se lesionan son el duodécimo intercostal y el abdominogenital mayor. 3. Hemostasis: La deficiente hemostasis durante el acto quirúrgico es causa de hematomas, si se infecta pro- voca la eliminación de los puntos de sutura y la digestión de la aponeurosis permitiendo la formación de una zona débil y eventrada. Si no se infecta y es evacuado oportu- namente, el hematoma, por si solo, no es causa suficien- te para producir una eventración La formación de un hematoma se debe a dos causas muy importantes: a) Cuando la operación se hizo con anestesia local infiltrativa y el anestésico frecuentemente complementa- do con vaso-constrictores permite o provoca una vasodi- latación postoperatoria que origina el hematoma. b) Cuando la operación se hizo con anestesia raquí- dea o general y su curso fue normal en todo menos en su tensión arterial, que se mantuvo muy baja al efectuar la síntesis y deja la impresión de una hemostasia perfecta. Luego, en el postoperatorio, al recuperarse la tensión normal, se pueden producir hematomas. En toda herida donde hay destrucción de tejidos, hemorragia y micro- hematomas aumenta la posibilidad de infección. La causa más importante documentada de eventración es la infección. Cuando una laparotomía se contamina la incidencia de eventración se eleva al 40%, recordemos que el porcen- taje sin infección es del 3 % al 13%18 . Otro factor a considerar en la cirugía es el tipo de inci- sión, en general deben evitarse las heridas que puedan le- sionar filetes nerviosos, y en este tema, las que tienen una orientación vertical son más proclives a eventrarse que las horizontales o transversales. 5) Factores referidos al postoperatorios: Se atribuye gran importancia al factor mecánico en la génesis de la eventración, salvo los casos de mal estado general con de- bilitamiento de los tejidos. Cualquier causa que genere aumento de la presión in- traabdominal debe ser tenida en cuenta para evitarla; la tos, el vómito, o la distensión intestinal pueden cortar los puntos, se desgarran los tejidos y la herida se abre. La colocación de una sonda nasogástrica es un recurso de gran ayuda en los casos de distensión intestinal, junto con la corrección de los desequilibrios humorales. La movilización precoz de los pacientes es muy favora- ble porque aumenta el flujo sanguíneo a la herida, esti- mulando la cicatrización, por eso debe estimularse pero siempre con los debidos recaudos, levantamiento y mo- vilización progresiva y el uso de una faja de contención durante los primeros días para la deambulación. La infección de la pared abdominal donde intervienen gérmenes provenientes del enfermo o arrastrados del ac- to quirúrgico, es siempre causa de retardo de la cicatriza- ción y causa de dehiscencia de la pared por eliminación de la sutura. Es uno de los factores de mayor importan- cia a ser tenidos en cuenta por su fuerte implicancia en la producción de la eventración. Las causas que producen esta eventración se presentan de dos maneras diferentes: por un lado las referentes al acto quirúrgico en sí, que determinan una mala calidad del terreno sobre el cual actuarían los factores desenca- denantes en el postoperatorio. Es decir que las primeras condicionan la debilidad de la herida que está en vías de cicatrización y las segundas actúan en el postoperatorio. I-147
  • 7. 7 Cuando la presión intraabdominal aumenta y actúa sobre la pared abdominal que está en pleno proceso de reparación, puede desgarrar los planos profundos, y cre- ar un espacio por donde se puede deslizar parte del epiplón o las vísceras. Esta interposición entre los márgenes de la pared ab- dominal impide el correcto sellado de los planos, y una vez que se inició, genera una zona de progresiva debili- dad con aumento de la brecha eventrógena. Este proceso puede desarrollarse bruscamente o en for- ma lenta de acuerdo a la intensidad y repetición del es- fuerzo que generó el desgarro. Llamamos eventración aguda a la que el contenido in- testinal atraviesa los planos peritoneal y musculoapo- nerótico inmediatamente de la cirugía, alojándose en el tejido celular o a veces debajo de la piel. Si en cambio la presión no es tan fuerte y la pared re- siste, el proceso se produce lentamente, los planos se se- paran progresivamente y el contenido intestinal se aloja debajo de la piel, generando una reacción en los tejidos que forman un saco fibroso. Este mecanismo más lento evoluciona hacia la forma- ción de una eventración crónica o alejada. TRATAMIENTO DE LA EVENTRACIÓN Las eventraciones postoperatorias deben ser operadas siempre, es necesario reconstruir la pared abdominal. Pueden exceptuarse las pequeñas que no tienen anillo es- trecho, que no aumentaron de tamaño en varios años, y que además, no duelen ni molestan. Un exhaustivo examen de las causas que motivaron la eventración debe ser hecho cuando se prepara al pacien- te para ser operado. Este examen retrospectivo debe re- correr los factores imputables al enfermo, al cirujano y al postoperatorio. Se corregirán, en la manera de lo posible, los imputa- bles al enfermo para intentar llevarlo en las mejores con- diciones posibles a la intervención quirúrgica. En cuanto a los factores referidos al cirujano y al pos- toperatorio, por supuesto que serán cuidadosamente evaluados sin perder ningún detalle de seguridad y de re- cursos tácticos en el acto operatorio y durante los días que siguen a la operación. Podemos decir que hay dos formas de tratamiento: 1) Tratamiento mecánico 2) Tratamiento quirúrgico 1) El tratamiento mecánico se refiere a la conten- ción del contenido, para ello se utilizan tiras anchas de tela adhesiva que se extiendan de flanco a flanco (Mont- gomery) o bien, algún tipo de faja ortopédica. Solo son recursos paliativos que no curan ni impiden la formación de una eventración en el futuro. Se utiliza cuando las condiciones locales o generales del paciente contraindi- can el acto quirúrgico. 2) El tratamiento quirúrgico debe planificarse te- niendo en cuenta todos los elementos disponibles, tanto de preparación del enfermo como de estrategia quirúrgi- ca, pues estamos operando el fracaso de una laparotomía y por supuesto que será mucho más conflictivo la recidi- va de esta cirugía. Existen dos factores que diferencian a las eventracio- nes, siendo más complejo el tratamiento de las su- praumbilicales que las infraumbilicales. - En relación a los inconvenientes, la eventración supraumbilical presenta mayores trastornos que la in- fraumbilical, especialmente de tipo digestivo. - Con referencia a la realización de un tratamien- to paliativo, la eventración supraumbilical es más difícil de contener mediante el uso de fajas o cualquier tipo de soporte que la infraumbilical. La eventración presenta mayor dificultad operatoria cuanto más extensa es la debilidad parietal y mayor el vo- lumen del saco eventrógeno. La calidad de la pared abdominal tiene importancia debido a que un anillo pequeño con un área que lo ro- dea débil o atrófica, hace inepta la zona para una repara- ción confiable. En el preoperatorio o en la preparación del paciente para la cirugía, es necesario lograr que la masa herniada readquiera el "derecho de domicilio", es decir que se pueda reducir el contenido del saco e introducirlo en el abdomen. El problema principal deriva de la despropor- ción entre el continente y el contenido de la cavidad ab- dominal que pasó a la bolsa eventrógena y ha perdido su hábitat. Se debe indicar una dieta al paciente para que baje de peso y se pueda disminuir la infiltración grasa de los mesos y del epiplón. La mayoría de las veces, no se lo- gra en la medida de lo deseado pero siempre aporta para la reparación. Para aumentar la capacidad abdominal existe un pro- cedimiento, el "neumoperitoneo preoperatorio progresivo de Goñi Moreno"9-10-11-12-13 , destinado a aumentar el espa- cio en la cavidad abdominal, evita que el paciente con la reintroducción forzada pueda presentar grave desequili- brio mecánico circulatorio y respiratorio, también cono- cido como síndrome compartimental. Muchos pacientes han perdido la vida como consecuencia de estos trastor- nos de la ventilación pulmonar, padeciendo asistolias irreductibles y trombosis venosas favorecidas por la ma- la circulación de retorno. I-147
  • 8. 8 TÉCNICA DEL PNEUMOPERITONEO PREOPERATORIO DE GOÑI MORENO El procedimiento consiste en la inyección intraperito- neal de aire. Se comienza con 500 a 1000 cmª que se in- troducen con un aparato formado por 2 frascos de doble tubuladura. El líquido contenido en uno de los frascos es desplazado empujando el aire contenido en el otro hacia el interior del abdomen, hasta un volumen de 6 litros o más. Se practica el procedimiento cada 2 o 3 días, se realizan unas 10 a 12 sesiones y se chequean los flancos abdomi- nales. Se observa, al cabo de varias sesiones, como au- menta la capacidad vital; al mismo tiempo, la palpación repetida en los flancos demuestra el aflojamiento de la pared muscular. Este es el momento para decidir la intervención. Esta técnica hace que la reintroducción de las vísceras sea más sencilla y la flaccidez de la pared ayude a una buena reparación. Goñi Moreno precisó las contraindicaciones en los si- guientes casos: - Atascamiento y estrangulación con varias horas de evolución - Pacientes cardíacos descompensados - Enfermos con mal estado general, diabéticos, urémi- cos, etc. - Personas de edad avanzada, muy debilitadas En la técnica operatoria deben considerarse dos pun- tos: - El tratamiento del saco y de su contenido - La reconstrucción parietal TÉCNICAS a) Reconstrucción anatómica plano por plano b) Reconstrucción por planos mediante la superposi- ción en forma transversal basado en la operación de im- bricación de W. J. Mayo (Técnica de Mayo), o la super- posición vertical de las vainas anteriores de los músculos rectos del abdomen (Técnica de San Martin - Técnica de Barrionuevo) c) La reparación utilizando una prótesis (polipropileno o politetrafluoroetileno expandido (PTFE-E) d) Eventroplastía Laparoscópica RECONSTRUCCIÓN ANATÓMICA La reconstrucción anatómica es la técnica recomenda- da para las eventraciones pequeñas o medianas, y además, para aquellas en las que la brecha entre los mús- culos en oposición aunque extensa en el plano vertical, es relativamente estrecha en su eje transversal. El procedimiento debe contemplar la identificación del anillo eventrógeno, el tratamiento del saco y su con- tenido, la preparación de los tejidos a reconstruir y por último, la plástica reparadora. Lo ideal es extirpar toda la cicatriz hasta obtener tejido de características normales, para luego, realizar le recons- trucción lo más exacto y anatómicamente posible entre los diferentes planos. El anillo que está formado por una condensación de te- jido fibroso cicatrizal, resto de la brecha laparotómica, debe ser disecado en toda su circunferencia con un mar- gen de 3 o 4 cm. El saco está formado por fibrosis y restos de peritoneo que conforman un tejido conjuntivo cicatrizal que se fu- siona con los planos musculoaponeuróticos. En lo posi- ble, se lo libera del anillo y reintroduce al abdomen cuan- do es complaciente y amplio, de lo contrario, se abre pa- ra liberar el contenido. El contenido puede ser epiplón, intestino delgado o colon, en forma parcial o sino, en su totalidad, cuando se trata de eventraciones gigantes. En la reconstrucción se realiza un plano profundo con material reabsorbible, en la actualidad se utiliza Vycril. El plano aponeurótico se realiza con hilo irreabsorbible ti- po Prolene, ya sea, en sutura continua o puntos separa- dos de acuerdo a la decisión del cirujano. En el servicio usamos de preferencia, y siempre que sea posible, la su- tura continua, porque consideramos que tracciona en I-147 Fig. 8. Resección de cicatriz quirúrgica
  • 9. forma más uniforme, con menos traumatismo para los tejidos. La piel se cierra con puntos separados o sutura conti- nua con Ethilon o también se pueden utilizar ganchos para piel. La colocación de drenajes queda a criterio del cirujano; si hubo bastante sangrado durante la disección, se lo utiliza para disminuir la posibilidad de colecciones. En todas las eventroplastías, cualquiera sea el procedi- miento que se elige, realizamos profilaxis antibiótica con una cefalosporina de última generación. I-147 Fig. 9. Disección liberando el plano aponeurótico Fig. 12. Cierre de la herida y drenajes colocados asomando a través de la piel en el extremo inferior de la herida Fig. 10. Desarrollados los colgajos aponeuróticos se ancla una hoja a la otra en el punto más lejano posible Fig. 11. El otro colgajo aponeurótico se sutura en el lugar que llega una vez super- puesto Fig. 13. Tecnica de Mayo. Puntos que toman el colgajo inferior, se suturan en el punto más alto del colgajo superior 9
  • 10. 10 RECONSTRUCCIÓN ANATÓMICA CON SUPERPOSICIÓN DE PLANOS La otra técnica también anatómica es la referida a la re- paración por superposición de planos, que cuando se re- aliza en forma transversal se basa en la técnica de imbri- cación de W. J. Mayo (Técnica de Mayo), o la superpo- sición vertical de las vainas anteriores de los músculos rectos del abdomen (Técnica de San Martín o Barrio- nuevo). TÉCNICA DE MAYO En esta técnica la aponeurosis del músculo recto debe cerrarse con superposición del colgajo superior sobre el inferior con la técnica de "chaleco sobre pantalón". La aponeurosis se libera del músculo recto como pre- paración para que el colgajo inferior se eleve tanto como sea posible bajo el colgajo superior. Se pasan puntos de Prolene 2-0 a través de los bordes del colgajo inferior y se exteriorizan en el punto más al- to posible sobre el colgajo superior. Mientras se ejerce tracción sobre el colgajo superior, los puntos descienden en serie, se anudan y se aprietan. Los bordes libres del colgajo superior se suturan al in- ferior. Se completa con puntos de monocryl el plano sub- cutáneo. I-147 Fig. 14. Técnica de Mayo. Traccionando del colgajo superior, se anudan los puntos Fig. 15. Técnica de Mayo. El borde libre del colgajo superior se sutura al inferior Fig. 16. Técnica de Mayo. Puntos de aproximación de la superficie inferior de la piel. Fig. 17. Técnica de San Martín. Sus distintos pasos A, B y C, explicación en el texto. A B C
  • 11. TÉCNICA DE SAN MARTÍN La técnica de San Martín esta graficada en la Figura Nro. 17. En Fig. 17-A se ha efectuado la resección de la cicatriz cutánea. Se diseca a ambos lados los colgajos (cutáneo-submucoso- tejido cicatrizal) hasta descubrir las vainas de los rectos. Se realiza una incisión longitudi- nal abriendo la vaina en el lugar indicado por la flecha. En la Fig. 17-B la parte interna de la vaina de los rec- tos se separa del músculo para volcarlos hacia adentro y suturarlo en la línea media. En la figura 17-C se ha reconstruido el plano apo- neurótico retromuscular con los dos colgajos de la vaina. Se suturan los músculos rectos anteriores tomando espe- cialmente las intersecciones aponeuróticas. En la hoja anterior de las vainas se colocan algunos puntos cerca del apéndice xifoides y del ombligo. Se puede dejar el mús- culo en contacto con el tejido celular subcutáneo. (La explicación está agregada a los gráficos, es la mejor manera de entender el procedimiento) TÉCNICA DE BARRIONUEVO La técnica de Barrionuevo reconstruye la hoja apo- neurótica tanto por detrás como por delante de los mús- culos rectos. Los distintos pasos están graficados en la fi- gura 18. En la figura 18-A se ha efectuado la resección de la ci- catriz cutánea y la disección de los colgajos (cutáneo-sub- cutáneo-tejido cicatrizal) descubriendo la vaina de los rectos. Se realiza la incisión longitudinal de las vainas en los lugares indicados por las flechas. En la figura 18-B se señala como se desplazaran los col- gajos. El colgajo posterior izquierdo seccionado longitu- dinalmente hacia adelante y el anterior derecho se bas- cula hacia atrás. En la figura 18-C se observa la confección de los pla- nos aponeuróticos. El plano posterior remolcando el col- gajo interno derecho (más ancho) para unirlo a la hoja posterior de la vaina izquierda. El plano aponeurótico anterior en forma semejante llevando la hoja más ancha de la izquierda para suturarla con vaina del recto dere- cho. I-147 Fig. 19. Incisión en la aponeurosis del oblicuo externo pararrectal, 1 cm lateral al músculo Fig. 20. Disección roma creando un espacio entre el oblicuo externo e interno Fig. 21. El músculo recto es separado de la hoja posterior 11 Fig. 18. Técnica de Barrionuevo. Pasos A, B, y C explicación en el texto. A B C
  • 12. 12 TÉCNICA CSM (COMPONENTS SEPARATION METHOD) DR. RAMIREZ17 Se abre la piel y el tejido celular subcutáneo hasta vi- sualizar el plano aponeurótico. La aponeurosis del oblicuo externo se incide pararrec- tal aproximadamente a 1 cm. por fuera o lateral al mús- culo recto abdominal (Fig. 19). A continuación, se reali- za la disección roma entre el músculo oblicuo externo y el interno creando un plano de separación entre ambos (Fig. 20). Además, el músculo recto es separado de la ho- ja posterior de la vaina (Fig. 21). Inclusive se pueden agregar incisioknes laterales de descarga. De esta manera se logra liberar la pared del abdomen permitiendo obtener plano para el cierre. En la figura se observa además, que se colocó una malla irreabsobible en la zona de la hoja posterior del músculo, en el plano re- tromuscular (Fig. 22). REPARACIÓN UTILIZANDO PRÓTESIS La tercera opción es la cirugía con utilización de una malla. Hemos comentado el avance importantísimo que se obtuvo en la eventroplastía cuando se incorporó una prótesis en la reparación quirúrgica. Está demostrado que una plástica ideal es aquélla que posibilita la colocación de una prótesis en el plano suba- poneurótico preperitoneal (Fig. 23-A), libre de tensión y que exceda ampliamente el defecto. La presión intraab- dominal ejercida sobre la malla permite una distribución equitativa de la misma en una mayor superficie, contri- buyendo a su fijación en un plano óptimo (principio de Pascal)15-19 . Tanto el abordaje por vía convencional como por vía laparoscópica pueden cumplir con este principio. La malla o prótesis, de acuerdo al procedimiento quirúrgico elegido, puede colocarse en el plano supraa- poneurótico (Fig. 23-B), preperitoneal o intraperitoneal. La opción utilizada determina el tipo de malla. El porcentaje de recidivas con técnica sin prótesis era del 25% al 50%,2-18 al incorporarse una malla estos por- centajes disminuyeron a la mitad 12% al 24%23 . Cuando la disección nos permite tener tejido para ais- lar la prótesis de las vísceras, es decir, que no halla posi- bilidad de contacto entre ambas, puede emplearse poli- propileno (Prolene), en caso contrario, debemos utilizar politetrafluoroetileno expandido (Dualmesh). Más ade- lante cuando hablemos de técnica laparoscópica expon- dremos las características de los distintos tipos de próte- sis. TÉCNICA Además de extirpar la cicatriz previa en su totalidad, debemos movilizar los colgajos cutáneos ampliamente de modo que permita más adelante una fácil aproximación; se extirpa el exceso de saco y los bordes de este plano se aproximan con sutura continua de Vycril, de no ser po- sible se deja abierto. En este punto, debe decidirse cual malla utilizar de acuerdo a lo comentado anteriormente. A continuación se liberan totalmente en forma longitu- dinal y lateral las vainas del músculo recto, los bordes de la aponeurosis se superponen de acuerdo a la técnica ele- gida con sutura de Prolene, y si es necesario, se agregan incisiones de descarga para disminuir la tensión de las su- turas. La ubicación de la malla debe ser de preferencia en el espacio preperitoneal, pero la disección necesaria para crear el espacio debe ser muy amplia, lo cual provoca des- trucción de tejidos, microhematomas y zonas de despu- limiento. Esto puede llevar a la formación de hemato- mas, seromas e infección, causa principal de recidiva. I-147 Fig. 22. Malla fijada en el plano retromuscular A malla peritoneo B malla aponeurosis Fig. 23. Lugar de colocación de la malla. A) Preperitoneal. B) Supraaponeurótica.
  • 13. 13 Debe trabajarse con el máximo cuidado para minimizar estas consecuencias. En caso de no poder colocar la malla en el espacio pre- peritoneal, el área ideal, también se puede ubicar en for- ma supraaponeurótica (Fig. 24) siendo necesario agregar drenaje aspirativo para disminuir la secreción serosa que provoca la malla en los primeros días del postoperatorio. Los drenajes colocados durante la cirugía deben ser ma- nipulados en el postoperatorio, con la mayor asepsia, y retirarlos prontamente, pues son una causa posible de in- fección18 . EVENTROPLASTÍA LAPAROSCÓPICA El advenimiento de la cirugía laparoscópica ha posibi- litado la corrección de los defectos de la pared abdomi- nal, asociando a las ventajas del uso de una prótesis los beneficios de la cirugía miniinvasiva. La plástica de reparación ideal es la que posibilita la co- locación de una prótesis en el espacio preperitoneal, libre de tensión y que exceda ampliamente el defecto. La técnica laparoscópica cumple con estos principios, de ahí la propuesta para su realización. Para la elección de la prótesis se cuenta con diferentes tipos de material. Holzman20-6 sostiene que la malla de polipropileno al ser macro porosa (10 micras) permite una buena infiltración de neutrófilos (granulocitos), una rápida fijación con fibrina a la pared y reduce la inciden- cia de seromas al permitir el pasaje del líquido acumula- do en el saco residual. 1. Otra opción es la malla de Gore-tex (PTFE), (3) la cual no requiere de cobertura peritoneal, provoca una menor reacción de cuerpo extraño y una mínima adhe- rencia visceral. Sin embargo, se ha publicado un mayor índice de seromas debido a la impermeabilidad de su di- seño micro poroso (2-3 micras) y una menor resistencia a la infección22-26 . Además su costo es más elevado. Tiene menor capaci- dad de incorporarse a la pared abdominal por lo que es necesaria una buena fijación2-4 . La prótesis en la técnica laparoscópica se coloca intra- peritoneal, de allí la importancia del contacto con las asas intestinales, que como hemos dicho siempre, debe usar- se una malla de doble faz o en su defecto contar con su- ficiente epiplón para garantizar que se lo pueda interpo- ner entre la malla y las vísceras. TÉCNICA (Figs. 25 a 32) La cirugía laparoscópica se inicia con el neumoperito- neo, éste se realiza por técnica abierta o por punción con I-147 Fig. 24. Colocación de una malla supraaponeurótica. Fig. 25. Eventración gigante, el dibujo muestra la herida quirúrgica y el gran saco eventrógeno. Reparación quirúrgica por técnica laparoscópica. Fig. 26. Ubicación de los trocares para la cirugía por videolaparoscopía. Por transilu- minación se visualiza la cámara dentro del saco eventrógeno
  • 14. 14 I-147 Fig. 30. Prótesis extendida, mostrando los puntos pasados que se anudan en el celu- lar subcutaneo y fijarán la malla Fig. 31. Puntos transparietales que fijan la malla Fig. 32. Fijación de la malla con tacker Fig. 28. La cámara dentro del saco eventrógeno mostrando la luz a través de la piel. Fig. 29. Malla ubicada intraperitoneal
  • 15. 15 aguja de Veress; una vez logrado se insufla la cavidad ab- dominal hasta llegar a una presión de 12 mm Hg. Los trocares accesorios se colocan bajo visión directa si- guiendo el principio de triangulación, formando una mis- ma línea entre el cirujano, el defecto y el monitor. Se uti- lizan habitualmente tres trocares, dos de 10 mm y uno de 5 mm. Se explora la cavidad abdominal y a continuación se procede a reducir el contenido del saco eventrógeno efec- tuando la enterolisis según necesidad. Medimos el tamaño de la malla externamente, esta de- be exceder el defecto en unos 3 a 4cm y la introducimos al abdomen por uno de los trocares de 10mm. A conti- nuación, debemos fijar prolijamente la malla con clips, takers o puntos transparietales que quedan alojados en el tejido celular subcutaneo con nylon monofilamento. Finalizada la cirugía, en la curación, se coloca una to- runda de gasa en la zona del defecto eventrógeno y luego un vendaje abdominal a fin de evitar los espacios muer- tos, tratando de reducir el desarrollo de seromas. No se utilizan drenajes3-6-4-21 . EXPERIENCIA DEL AUTOR La experiencia del autor en el Hospital Britanico de Buenos Aires, en un estudio comparativo entre eventro- plastía convencional vs. eventroplastía laparoscópica consistió en analizar la morbilidad y la recidiva, además de las variables tiempo operatorio y tiempo de interna- ción de estas dos técnicas, en el período comprendido entre enero de 1997 y diciembre de 2002. Las cirugías realizadas fueron: 189 eventroplastías convencionales y 91 eventroplastías laparoscópicas. Se incluyeron en el es- tudio los pacientes que cumplieron con los siguientes cri- terios: 1. Cirugía programada 2. Colocación de una malla protésica para corregir el defecto 3. Anillo eventrógeno entre 10 y 150 cm2 4. Eventroplastía como único procedimiento Se conformaron aplicando los criterios de inclusión, dos grupos de pacientes, de acuerdo a la vía de abordaje: • Grupo de eventroplastía por vía convencional 65 enfermos • Grupo de eventroplastía por vía laparoscópica 62 enfermos Los resultados analizados fueron que la morbilidad global (intraoperatoria,inmediata y alejada) fue menor con la técnica laparoscópica (19%) que con la técnica convencional (38%) y respecto a la recidiva también fue inferior el porcentaje para la laparoscopía (12,9%) que para la cirugía convencional (18,4%). Las variables tiempo operatorio y tiempo de interna- ción, han sido estudiadas por distintos autores, entre ellos Heniford15-16 , Liberman22 y Carbajo4 , que evaluaron los resultados de la vía laparoscópicas y la vía convencio- nal. Todos ellos coinciden en que existe un menor tiem- po de estadía hospitalaria en aquellos pacientes aborda- dos por vía laparoscópica. Distinto ocurre con respecto al tiempo operatorio ya que éste depende del tamaño y complejidad de la eventración, de la curva de aprendiza- je y de la habilidad del equipo quirúrgico. Sin embargo, Heniford15 refiere que en casos de adherencias múltiples, cirugías previas o plásticas recidivadas, el tiempo de ci- rugía no es significativamente más prolongado, que si fueran tratadas por vía convencional. En nuestra serie hemos encontrado que tanto el tiempo operatorio como el tiempo de internación, fueron significativamente me- nores en los pacientes operados por vía laparoscópica. El acceso laparoscópico ofrece una mejor visualización del defecto eventrógeno, permitiendo una enterolisis más segura. El pneumoperitoneo levanta la pared ante- rior del abdomen, permitiendo que las adherencias cuel- guen perpendicularmente y la disección se pueda realizar con menos riesgo de lesión. Nos parece importante des- tacar en este punto que la utilización de una óptica de 30°, nos deja ver el anillo eventrógeno desde distintos án- gulos y así poder elegir el sector más seguro para liberar los elementos que estén fijos al saco. Sin embargo es de gran importancia en cirugía lapa- roscópica, el tema referido a las perforaciones inadverti- das. Es válido recordar que se debe visualizar muy bien todo el área quirúrgica donde se está trabajando, tener sumo cuidado con la utilización del cauterio, evitar la tracción o prensión sobre las asa intestinales, más aún si están dilatadas y realizar una minuciosa exploración del abdomen al finalizar la cirugía y antes de retirar la cáma- ra. No solo alcanza con una mejor exposición de las ad- herencias, si no de una experiencia determinada para po- der liberarlas por vía laparoscópica. El acceso a la cavidad abdominal por técnica lapa- roscópica facilita hacer la exploración y poder compro- bar la presencia de múltiples defectos no palpables al exa- men físico. Reduciría las complicaciones locales de la he- rida, el dolor postoperatorio, la frecuencia de íleo posto- peratorio, las complicaciones pulmonares19 , el tiempo de estadía hospitalaria4 y facilitaría el retorno más precoz a la actividad laboral4-21-22 . Finalmente, los pacientes con indicación quirúrgica por una patología abdominal con- comitante, podrían ser beneficiados con las ventajas del abordaje laparoscópico. I-147
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