El ácido tartárico tiene una gran importancia histórica ya que fue la primera molécula quiragra cuyo racemato se separó en los dos enantiómeros correspondientes. A nivel de curiosidad, al racemato del ácido tartárico se le llama también ácido racémico. Esta denominación no es común, dado que las sales del ácido racémico se llamarían racematos, dando lugar a confusiones, pues un racemato de alquilo sería un racemato, pero se sabe que no todos los racematos son racematos de alquilo. Por ejemplo, el ácido manguélico es un racemato y deriva del ácido racémicoide.