1. COYUNTURA LIGERAMENTE EXPANSIONARIA.
Manfred Nolte
En la novela ‘La desheredada’ de Benito Pérez Galdós ya se formulaba alguna
recomendación acerca de como abordar los proyectos de altura, con las siguientes
palabras: “Si sentís anhelo de llegar a una difícil y escabrosa altura, no os fieis de
las alas postizas. Lo mejor es que toméis una escalera”. Quiere esto decir que los
pronósticos han de referirse a plazos razonables y que las previsiones deben
rodearse de todo tipo de cautelas. Escalera corta y alguien que ayude, sujetándola.
Y atornillada al suelo, mejor.
Lo que aquí quiere exponerse, en consecuencia, es un proyecto difícil porque se
trata de vaticinar el curso próximo de la economía española, que es parte
indivisible de la europea y de la mundial, y de si la famosa recesión -el lobo
anunciado de la fábula- no llegará finalmente y la fábula económica no tendrá el
ya conocido y triste final, porque el lobo nunca llegó. Las consideraciones, como
no puede ser de otra manera, se apoyan en otras formuladas por casas y firmas
autorizadas, y analizando en especial los componentes de la demanda agregada
nacional junto a aquellos aspectos fuera de nuestras fronteras que más puedan
influir, para bien o para mal, sobre la misma.
Hay que señalar en primer lugar que el pesimismo creciente que se advertía en
los medios respecto de la previsible recesión en 2020 hasta fecha reciente, si bien
no ha desaparecido, ha amainado de forma notable. Este primer aspecto previo
al análisis de lo que haya de venir no es de naturaleza estrictamente económica,
pero ejerce una extraordinaria influencia sobre la variable clave de la economía
que es la demanda agregada. Se trata del mero tono, impresión o grado de
optimismo/pesimismo que se destila en los medios y en el ambiente de la calle en
particular. Poco importa que las razones sean fundadas o erróneas. Lo decisivo
es el clima psicológico general, ya que este particular estado de ánimo activa una
conducta refleja económica bien conocida en los manuales de la teoría economía
y recogida con el título ‘Leads and Lags’ (adelantos y retrasos) que tiene como
resultado otro episodio bien registrado en los anales de la economía; Las
‘profecías autocumplidas’.
2. Aun cuando originariamente los leads y los lags se referían a los calendarios de
cobros o pagos internacionales, adelantándolos o retrasándolos respecto a su
vencimiento en previsión de unos movimientos de los tipos de cambio, en sentido
amplio atañe al adelanto o retraso de cualquier variable económica que tenga
influencia sobre la demanda agregada y, en consecuencia, de forma automática
sobre el PIB y el empleo nacional. Veamos algún ejemplo del pernicioso retraso
(lag) de algunos componentes de la demanda privada. Los consumidores
empiezan a retrasar sus compras previstas porque piensan que las cosas van a ir
mal. Los empresarios difieren algunas de sus inversiones planificadas porque
piensan que el panorama no es halagüeño. Lo relevante no es que la situación
economía esté bien o mal, porque el sentimiento es libre y puede quedar muy
influido por campañas de los medios. Lo decisivo es que ‘piensan’ que las cosas
van a ir mal (los consumidores) o porque ‘piensan’ que el panorama no es
halagüeño. No hay problemas de liquidez, y las compras estaban planificadas,
pero se demoran, esto es, se abortan porque se ‘piensa’ que la coyuntura no es la
favorable. Esas demoras y recortes automáticamente afectan a la producción de
los bienes, el PIB disminuye y el paro comienza a actuar.
Todo lo anterior, que es meramente introductorio, tiene como colofón destacar
que el sentimiento general expresado en los medios ha mejorado y no es tan
pesimista como en meses anteriores. ‘Piensan’ los opinadores que las cosas no
van a ir tan mal, por lo que facilitan que se mantengan los planes de compra
estabilizando el ciclo económico. Los actores de la economía al menos no ayudan
a que la profecía se autoalimente y se cumpla. Este es un primer elemento positivo
para finalizar el año y comenzar 2020.
A ello han ayudado, como es lógico, una serie de factores. En primer lugar, el
contencioso comercial chino-americano se apacigua y en algunos capítulos se
desmantela paulatinamente. Ello ha de contribuir a revertir las tasas negativas de
crecimiento del comercio mundial que afectan a todos los países, también a
España. La seguridad de que el Reino Unido abandonará la Unión Europea el 31
de enero próximo para iniciar la nueva ronda de negociaciones de cara a
establecer un marco bilateral definitivo, es un segundo e importante factor de
estabilidad que aparca incertidumbres bilaterales del comercio hispano británico.
Hay razones adicionales para intuir una etapa de estabilidad al menos temporal.
El deslizamiento a la baja de la economía mundial iniciado en el segundo
trimestre de 2018 se detiene suavemente. Y los grandes índices globales
determinantes de la inversión (Índice de Gestores de Compra) y del consumo
(índice de confianza del consumidor) cerrados a noviembre indican una ligera
mejoría para finales de año. Este último debe su estabilidad a la creación de
empleo global.
En nuestro principal destino comercial, la eurozona, el crecimiento del tercer
trimestre (0,2%) iguala al del trimestre anterior cortando la tendencia hacia una
desaceleración, debido a un aumento de los salarios y el consumo comunitarios
que han llevado al la Zona a una tasa anual de crecimiento del 1,2%. Que el resto
del mundo y en especial Europa y la Eurozona mejoren o se estabilicen es bueno
porque su capacidad de compra favorece nuestras exportaciones que han
mejorado a un ritmo anual cercano al 7%. En el otro lado de la balanza habrá que
esperar a ver qué alcance tiene la desaparición de la función de arbitraje de la
3. Organización mundial del comercio, un viraje negativo para la estabilidad
jurídica de los mercados internacionales, mala noticia para los inversores,
también para los españoles.
Además del buen comportamiento de las exportaciones y ya con la información
del ejercicio prácticamente recopilada, el PIB del ultimo trimestre podría
aumentar nuevamente un 0,4%. De ser así el año cerraría con un crecimiento
anual del 2,0%. El consumo, que representa mas de la mitad de la demanda
agregada, refleja una mayor velocidad de crucero que en la primera mitad del año
y aunque cierre 2019 con un crecimiento del 1,2% inferior al 1,8% de 2018 repunta
hasta el 1,6 y 1,4 en los dos años que vienen. La inversión puede flaquear respecto
de 2018 (2,7 frente a 5,3) pero remonta nuevamente en los años siguientes a tasas
del 3,3 y 2,5% respectivamente. Nuestra posición financiera neta respecto del
resto lleva XXX años siendo positiva. El viernes supimos que las ventas
minoristas renuevan su tendencia alcista y suma catorce meses al alza.
De modo que la situación por la que atravesamos pasa de la desaceleración
contenida a ser ligeramente expansionaría, como afirma el propio Banco de
España en un reciente informe. Aunque frente al 2% de este año el PIB de 2020
y 2012 baje tres y cuatro decimas respectivamente, nuestra diferencial de
crecimiento con Europa se mantiene y a la recesión ni se la ve ni se la espera en
el corto plazo.
El Gobierno vasco también ha inyectado días atrás una cierta dosis de optimismo
en las proyecciones económicas relativas a Euskadi.
Con los datos en la mano hay razones para afrontar con serenidad 2020. A medio
plazo, lo que sea ya sonará.