La motricidad fina se refiere a actividades que requieren precisión y coordinación, como emborronar o colocar objetos pequeños. Se desarrolla desde los 18 meses e implica maduración y aprendizaje para dominar aspectos como la coordinación viso-manual, motricidad gráfica y fonética. Ejercicios como encajar limpia pipas en agujeros de colores diferentes ayudan a desarrollar la coordinación de las manos y dedos.