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BREXIT, EL CAMINO A NINGUNA PARTE.
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BREXIT: EL CAMINO A NINGUNA PARTE.
Manfred Nolte
Se acerca inexorable el 31 de octubre, fecha límite de la vigente prórroga para el
contencioso del Brexit, y no hay visos de que el acuerdo convenido en su momento
entre Teresa May y Michel Barnier, ratificado por todos los países de la Unión
Europea pero reprobado en repetidas ocasiones en los Comunes británicos,
pueda llevarse a efecto, evitando de esta manera la incalculable violencia
comercial, jurídica e institucional que sin duda puede desatar un abandono
unilateral y sin acuerdo del Reino Unido, lo que se viene percibiendo con una
ansiedad creciente como ‘Brexit duro’, esto es, caótico.
Dos son las claves del desacuerdo aparentemente irresoluble entre el Reino Unido
y la Unión europea (UE) en el momento actual. La primera -y menos grave- se
refiere a las reglas concernientes al ‘level playing field’, el acuerdo que garantiza
que las contrapartes juegan con unas mismas reglas del juego en lo que se refiere
a las reglas de la competencia. Hasta el final del periodo transitorio que se
extiende a diciembre de 2020 la industria y los servicios británicos deberán acatar
todas las directivas, estándares medioambientales y precios energéticos de la
Unión europea, eso si, sin capacidad de influencia en la legislación aplicada y
sometida en última instancia a los Tribunales de la Corte Europea de Justicia. A
esto llaman los más críticos de la isla un tratado de ‘vasallaje’. Pero el autentico
escollo que enerva las posiciones británicas, tanto por el lado de los ‘brexiteers’
(partidarios de salir) como de los ‘remainers’(opuestos al Brexit) es el relativo a
la salvaguarda (‘backstop’) de las fronteras físicas entre la republica de Irlanda y
la provincia británica de Irlanda del norte, el territorio que junto a Escocia, Gales
e Inglaterra conforma Reino Unido.
¿Cómo interpretar la problemática del ‘backstop?
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Hasta ahora, al ser ambas parte de la UE, el tráfico de factores entre las dos
irlandas ha sido total y absoluto. La irrupción del Brexit obliga, salvo acuerdo
expreso, a la separación drástica –a la erección de vallas y aduanas- entre las dos
jurisdicciones. La frontera entre Irlanda del norte y del sur será el único territorio
que cruce entre dos soberanías. Mantener esta frontera invisible de tal manera
que individuos y mercancías puedan transitar libremente entre ambos lados ha
sido el propósito de las dos partes negociadores para no erosionar el ‘Acuerdo de
paz del Viernes Santo’, que en 1998 puso fin a 30 años de sangriento conflicto en
Irlanda del Norte. Pero al día de hoy, la redacción final del acuerdo ha llevado a
una violenta controversia a gran parte del Parlamento de Westminster, hasta el
punto de haber sido rechazado en tres ocasiones.
El pacto de ‘salvaguarda’, una especie de póliza de seguros pasaba por conferir a
Irlanda del Norte el estatus de territorio asociado ‘ad hoc’ a la Unión Europea,
beneficiario interino del mercado único. Ello evitaría las fronteras y los aranceles
y preservaría la libre circulación de personas. Pero en contrapartida Bruselas
exige el sometimiento de la provincia a la normativa comunitaria y establece
aranceles y controles en el mar de Irlanda. El acuerdo sellado entre la UE y
Theresa May contempla la extensión de una Unión aduanera ‘temporal’ a la
totalidad del Reino Unido pero con determinadas condiciones. La situación
permanecerá vigente hasta que ambas partes decidan en común la modificación
futura de dicho statu quo. Hay que destacar que una Unión aduanera permite el
libre flujo de mercancías entre fronteras, pero según el acuerdo, supeditado a que
el Reino Unido acepte un gran porcentaje de normas comunitarias, en particular
las referidas a Ayudas de estado, fiscalidad, condiciones laborales, arancel
exterior común y con la prohibición expresa de firmar acuerdos comerciales
separados con terceros países. La Corte Europea de Justicia será la instancia final
de apelación de conflictos. En estas circunstancias la soberanía territorial
británica se halla transitoriamente dividida, con una de sus provincias sujeta de
facto al acervo comunitario, el resto de ellas a una unión aduanera en la que no
tiene voz ni voto, y con la eventualidad de que, si al término del periodo fijado de
negociaciones (establecido en principio para diciembre de 2020) no se halla una
fórmula definitiva de colaboración, la referida división de soberanías se consolida
sine die.
Puede fácilmente entenderse la consternación de los críticos británicos que
consideran el acuerdo como una traición. Bajo las reglas citadas el Reino Unido
podría quedar atrapados años o incluso décadas en una unión aduanera en la que
carecen de atribuciones regulatorias, sin capacidad unilateral para abandonarla,
algo que la Unión Europea está dispuesto a suavizar por medio de una declaración
política. Un buen número de diputados británicos quiere introducir un límite
temporal al backstop y descafeinar los controles en el mar de Irlanda, algo que la
UE descarta.
Pero es que, aunque hubiese alguna flexibilidad en los puntos citados, extremo
altamente improbable dada la premura de tiempo existente, es igualmente
dudoso que el Parlamento británico pueda ponerse de acuerdo en aprobar un
texto común, estando divididos como están los diferentes representantes
políticos. Conservadores refractarios a los controles, Liberales, Verdes y SNP
contrarios al Brexit y un sin número de indecisos hastiados auguran la ausencia
de un pacto en un ambiente poco deseoso de ayudar.
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Tras el cierre y reapertura traumáticas del Parlamento británico, las perspectivas
de una conciliación son escasa. En una reunión confidencial celebrada por la
Comisión Europea con diplomáticos de los países miembros el miércoles pasado,
ha quedado patente que las recientes ideas del Gobierno británico en relación con
la frontera irlandesa son inaceptables. Tras el asalto fallido de Boris Johnson los
parlamentarios británicos se plantean un nuevo referéndum sobre el Brexit y el
refuerzo de la normativa que excluye un divorcio sin acuerdo. Por el contrario, si
el primer ministro logra sus propósitos, en algo más de cuatro semanas el Reino
Unido habrá abandonado la Unión Europea.
MATRIZ DE ESCENARIOS DEL BREXIT SEGÚN ENRIQUE FEAS.