La condicionalidad en los contratos, incluso en los gratuitos, es una garantía de justicia y de eficacia. Los fondos que asigne a España el plan de Reconstrucción estarán sin duda sujetos a condicionalidad.
1. ¿QUIEN TEME LA CONDICIONALIDAD?
Manfred Nolte
No hace falta reflexionar mucho para constatar que nuestro sistema económico
se mueve mayoritariamente por las leyes del mercado, esto es por la oferta y la
demanda. Tanto en el mercado de bienes y servicios como en el del trabajo o el
dinero, la transacción es bilateral y a cada una de ella queda atribuida una
cantidad y un precio. Ese acuerdo por partida doble responde a la vieja locución
latina ‘do ut des’ (doy para que me des), un eslogan explicativo de que la
esperanza de la reciprocidad es el móvil interesado de la acción. Según parece el
dicho proviene de un ancestral uso religioso de las ofrendas a los dioses, siempre
para pedir algo a cambio. Se ha matizado, que el negocio recíproco u oneroso no
constituye la fórmula exclusiva sino ‘mayoritaria’: en general, los sacrificios que
realizan las partes están compensados o tienen su equivalente en el beneficio que
van a obtener.
Como es comúnmente conocido existen otro tipo de transacciones o contratos,
los llamados lucrativos o gratuitos, que otorgan un provecho a uno de los
intervinientes, y es la otra parte, la que corre con el coste de su realización. Nos
referimos aquí a las donaciones o subvenciones que ocupan, asimismo, un papel
no desdeñable en la moderna economía social.
Lo cual nos da pie a tratar del título que encabeza la columna: la condicionalidad.
En tanto que en los contratos onerosos la condicionalidad recíproca parece
equilibrada, al menos al entender de los contratantes, el resto de las figuras
recogidas con el nombre de lucrativas o gratuitas podría parecer que hacen
abstracción de esta reserva, que lo que libre y gratuitamente se concede no puede
estar sujeto a trabas y limitaciones, que tienen, en consecuencia, el carácter de la
incondicionalidad. La verdad, como siempre es más dialéctica y matizada.
También las donaciones y subvenciones pueden quedar condicionadas. Es más,
para salvaguardar su eficiencia, en bueno y conveniente que lo sean. Dejamos de
2. lado el ámbito familiar para aludir al campo más amplio de las operaciones de
carácter público o de amplio alcance social.
Cuando los ciudadanos realizan donativos a organizaciones de la sociedad civil,
confesionales o no, también esperan -o deberían- que su destino esté sometido a
algún grado de condicionalidad. Se trata en este caso de la rendición de cuentas
y la de la transparencia en el destino de las ayudas y en el modo que han sido
utilizadas. Las normativas tienen la cautela de exigir unos parámetros estrictos
de registro, operatividad y transparencia en el caso de las fundaciones,
federaciones, ONGs y otras sociedades sin ánimo de lucro o con ‘fines de interés
general’, ya que no rara vez se destapan en su seno escándalos de malversación
de fondos. La regulación europea de prevención y blanqueo de dinero sitúa a este
tipo de figuras jurídicas entrelas de alto riesgo, al puentear la mayoría de las veces
los principios básicos de la prevención como son la autenticidad de las
operaciones, el origen y la titularidad de los fondos. La condicionalidad que les
viene impuesta, en consecuencia, no solo es justa sino también eficiente de cara
al interés público y social perseguido.
La ayuda al desarrollo, esto es el apoyo financiero a los países muy pobres, en
particular aquellos muy endeudados, tiene desde hace décadas entresus fórmulas
la aplicación de una estricta condicionalidad. Los programas directos del FMI y
del Banco Mundial se aplican bajo una serie de pautas que en ocasiones han sido
duramente criticadas (bajo la aplicación de los principios del llamado ‘Consenso
de Washington’) y muy en particular los programas de quitas o alivio de la deuda
no se activan en tanto se superen una serie de estadios previamente
comprometidos entre las partes.
La ayuda oficial al desarrollo comprometida por la OCDE y en menor medida por
el Grupo de Paris, o macrofundaciones privadas como la de Melinda-Gates, para
la financiación de los países muy pobres y de los países en vías de desarrollo, hace
años que cambiaron sus prácticas de inyectar fondos en los presupuestos de los
países de destino. No solo los usos y abusos convertían las ayudasen inoperantes,
en ocasiones acabando en las cuentas privadas de gobernantes corruptos, sino
que podían afectar a estructuras productivas internas como las recogidas con el
nombre de ‘mal holandés’, una apreciación no controlada del tipo de cambio de
la divisa nacional que destruía la competitividad de la industria local. El modelo
actual consiste fundamentalmente en la financiación de proyectos o programas a
posteriori, una vez verificado el cumplimiento de los estándares de desarrollo de
los referidos programas o proyectos.
En Julio de 2012, cuando España debió apelar ante del Mecanismo Europeo de
Estabilidad para la concesión de un crédito de hasta 100.000 millones de euros y
afrontar de esta manera la crisis de las Cajas de Ahorro, la aprobación del rescate
quedó condicionada por hasta 32 condiciones para el sistema financiero y alguna
mas de política fiscal y gobernanza institucional. Los hombres de negro -la
famosa ‘troika’- visitóMadrid cada tresmesesdurante un largo periodo de tiempo
para comprobar el cumplimiento de la condicionalidad pactada.
El 27 de mayo pasado tuvo lugar el lanzamiento del programa de la Comisión
europea ’Nueva Generación europea’ que incluye un Fondo de Recuperación y
Resiliencia de 560.000 millones de euros. El objetivo de la facilidad es ayudar a
3. los Estados miembros a financiar sus planes de recuperación y consta de 310.000
millones de euros en subvenciones y 250.000 millones de euros en préstamos.
Queda mucho camino para que la propuesta se convierta en norma europea.
Según los cálculos preliminares se adjudicarían a España hasta 61.700 millones
de euros a fondo perdido para inversiones de corte europeo y gran aliento
renovador para reconvertir algunas de las estructuras dañadas de nuestra
economía.
Naturalmente que la disposición de estos fondos va a estar sujeta a
condicionalidad. No solo porque será la única manera de madurar la voluntad de
los ‘cuatro frugales’ -Suecia, Austria, Holanda y Dinamarca- sino porque se trata
no de un programa de ‘auxilio’ o solidaridad en abstracto, sino de un compromiso
en un territorio europeo que es justo y conveniente condicionar a estándares
europeos.
Lo decisivo es que los fondos lleguen. El 17 y 18 de Julio se reunirá el Consejo
Europeo. La ‘megobox’ de Charles Michel, término en el argot comunitario para
la 'caja de negociación, está en marcha.