La autoinmunidad se encuentra relacionada al fallo del sistema inmunológico por parte de células autorreactivas que la provocan, además de la presencia de células T reguladoras naturales que mantienen la tolerancia. De esta forma, la aparición de enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple (EM), se basa en fenómenos que involucran la alteración en los mecanismos de control ligado a la pérdida de la tolerancia central y periférica. La EM es una enfermedad de carácter inflamatoria, neurodegenerativa del SNC y de trastorno autoinmune órgano-específico que se caracteriza por la presencia de lesiones periventriculares secundario a la migración de las células autoinmunes a través de la barrera hematoencefálica, que induce una cascada de inflamación y desmielinización.
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Esclerosis multiple
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Nefer Alquinga Mendoza, Jorge Cañarte Alcívar; ROL DE LA AUTOINMUNIDAD EN LA ESCLEROSIS
MÚLTIPLE (EM)
Catedra de Inmunología, Escuela de Medicina, Facultad Ciencias de la Salud. Universidad Técnica de Manabí.
ROL DE LA AUTOINMUNIDAD EN LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE
(EM)
Nefer Alquinga Mendoza1
, Jorge Cañarte Alcívar2-3-4
1Estudiante de la Escuela de Medicina. Facultad Ciencias de la Salud. Universidad Técnica de Manabí, Portoviejo – Manabí
– Ecuador
2Docente Investigador. Facultad Ciencias de la Salud. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo – Manabí – Ecuador
3Medico especialista en Inmunología Clínica, StemMedic, Manta – Manabí – Ecuador.
4Director de Docencia e Investigación, Instituto Ecuatoriano de Enfermedades Digestiva IECED, Portoviejo – Manabí –
Ecuador
Resumen
La autoinmunidad se encuentra
relacionada al fallo del sistema inmunológico por
parte de células autorreactivas que la provocan,
además de la presencia de células T reguladoras
naturales que mantienen la tolerancia. De esta
forma, la aparición de enfermedades
autoinmunes como la esclerosis múltiple (EM), se
basa en fenómenos que involucran la alteración
en los mecanismos de control ligado a la pérdida
de la tolerancia central y periférica. La EM es una
enfermedad de carácter inflamatoria,
neurodegenerativa del SNC y de trastorno
autoinmune órgano-específico que se caracteriza
por la presencia de lesiones periventriculares
secundario a la migración de las células
autoinmunes a través de la barrera
hematoencefálica, que induce una cascada de
inflamación y desmielinización. Entre las células
autoinmunes se destaca la presencia de células T
reguladoras, TCD4+, TCD8+ y células B; así como
la relación de factores genéticos, ambientales y
químicos que favorecen la aparición de la
enfermedad.
Palabras claves: Autoinmunidad. Esclerosis
múltiple (EM). Células Treg. Sistema nervioso
central (SNC). Células TCD4+ y TCD8+.
Introducción
La autoinmunidad considerada como un
fallo del mecanismo fisiológico, posee en
individuos sanos “células autorreactivas capaces
de producir autoinmunidad y también existen
células T reguladoras naturales que activamente
mantienen la tolerancia” (1). Estas células
iniciadora de la respuesta tolerante o efectora,
son las células dendríticas (CDs) (1), siendo las
“(CDs1, CDs2, CDs plasmocitoides, CDsCD4+,
CDsCD8+)” (1) quienes participan en la respuesta
inmune.
Por su parte, la aparición de
enfermedades autoinmunes (EA) se encuentra
ligada a la presencia de “un complejo de
fenómenos que involucran fallos en estos
mecanismos de control, unidos a pérdida de la
tolerancia central y periférica” (1). Los cuales
involucran además “un daño intrínseco del
sistema inmunológico” (8). De esta forma, el
presente trabajo tiene como objetivo el estudio
de la esclerosis múltiple (EM) a nivel
inmunológico, dado la incidencia de la
enfermedad en la población adulta-joven.
Esclerosis múltiple (EM)
La esclerosis múltiple (EM) es considerada
una patología inflamatoria, desmielinizante,
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neurodegenerativa del Sistema Nervioso Central
(SNC) y de “trastorno autoinmune órgano-
específico, caracterizado por múltiples áreas
focales de desmielinización llamadas placas o
lesiones, las cuales se acompañan de distintos
grados de gliosis, inflamación y daño
neuroaxonal” (2). Por su parte, “el compromiso
clínico es variado, pudiendo presentarse con
déficit motor, sensitivo, sensorial, autonómico,
cognitivo, entre otros” (10).
Es importante señalar que el proceso
inflamatorio autoinmune de la esclerosis múltiple
“caracteriza los años iniciales de la enfermedad y
se manifiesta por brotes y en RM por lesiones
desmielinizantes que afectan tanto a la sustancia
blanca como a la gris” (3), además de la
degeneración “relacionado con la producción de
daño irreversible en axones y neuronas” (3) en su
fase progresiva tardía.
Factores ocasionales de EM
La EM es más frecuente en personas de
18 a 40 años, sin descartar en su totalidad la
adolescencia o vejez; mientras que la
vulnerabilidad en los sexos mantiene una relación
aproximada de mujer/ hombre a 2:1.
Adicionalmente, su incidencia se
encuentra presente con “factores ambientales y
genéticos que modulan el riesgo, incluido el papel
del virus de Epstein-Barr (VEB), la radiación
ultravioleta, los niveles de vitamina D, el consumo
de tabaco y el locus HLA-DR1 dentro del complejo
mayor de histocompatibilidad (CMH)” (4). De este
modo, “es poco probable que la enfermedad sea
el resultado de un solo evento causal” (4).
Vitamina D
Entre los contribuyentes ambientales para
el desarrollo de la EM se destaca los “niveles
séricos bajos de vitamina D o 25(OH) D (…),
además de la relación inversa entre la exposición
solar, radiación ultravioleta con el riesgo e inicio
de la enfermedad, el grado de modulación de la
actividad y la prevalencia de EM” (5).
Tabaco
La exposición crónica al humo de tabaco,
ocasiona un agotamiento progresivo y el déficit
de la defensa inmune innata, por lo que podría
ocasionar el “consecuente desarrollo de
estructuras linfoides terciarias y disrregulación en
la homeostasis de células T, llevando a una
inflamación sistémica que se caracteriza por
aumento de leucocitosis, linfocitosis, incremento
de las células T CD4/ CD8, y los niveles de IL-6.4”
(5); por su parte, en exposición pasiva al humo de
tabaco la EM se evidencia por “la identificación
del gen HLA-DRB1*15” (5).
Esclerosis múltiple y células autoinmunes
La esclerosis múltiple es considerada una
enfermedad autoinmune, dado que “las células T
reconocen específicamente fragmentos de
mielina de los propios organismos como
autoantígenos capaces de inducir una respuesta
inmunológica e inflamatoria con la presencia de
daño tisular agudo que contribuye al desarrollo
de lesiones del SNC” (7).
De esta forma, la esclerosis múltiple se
encuentra ligada a la presencia de lesiones
periventriculares que “tienen un patrón
perivenular secundario a la migración de las
células autoinmunes a través de la barrera
hematoencefálica, que induce una cascada de
inflamación y desmielinización” (2). Así mismo, las
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imágenes ponderadas en T1 “refleja una
disrupción de la barrera hematoencefálica y la
infiltración de células T proinflamatorias dentro
del parénquima cerebral. Este realce representa
el desarrollo de una nueva lesión o la reactivación
de una placa antigua” (2). Adicionalmente, es
importante señalar que en el “proceso
inflamatorio por infección o por autoinmunidad
existe activación de diferentes tipos de células
residentes del SNC” (7).
Causas de Esclerosis Múltiple (EM)
Mimetismo molecular
La EM es inducida “por un efecto
secundario no esperado de la respuesta inmune
sistémica” (7). El mimetismo molecular “sugiere
que antígenos “no propios” presentan homología
estructural con los antígenos “propios” y que
pueden inducir la autoinmunidad dentro del SNC”
(7). Incluso, “el papel del mimetismo molecular en
la inducción de reacciones de autoinmunidad se
ha puesto de manifiesto en diversos modelos
animales” (9).
Células T
El papel de las células T reguladoras (Treg),
inducida principalmente por TGF-β, es el de
“mantener las células autorreactivas bajo control
para prevenir la autoinmunidad” (6). De modo
que, “la ausencia de señalización de TGF-β1
resulta en la diferenciación de células T
espontáneas y autoinmunidad” (6).
Por su parte, “las células Treg expresan los
marcadores CD4+CD25+FoxP3+ y representan 5
% de la población total de células TCD4+” (6), cuya
función es “controlar la expresión de células T,
mediante la internalización del receptor de la IL-
2” (6).
Células Treg y Receptores tipo Toll (TLR)
Los receptores tipo Toll (TLR)
“desempeñan un papel importante en la
regulación de la autoinmunidad atribuible a la
identificación de PPR (receptores de
reconocimiento de patrones) y DAM, estos son
capaces de desencadenar una respuesta
inflamatoria en ausencia de estímulo infeccioso”
(6).
El principal receptor presente en la EM, es
el tipo TLR2, el mismo que se ha “identificado en
células endoteliales, microglía, astrocitos y
oligodentrocitos; productor de IL-1, IL-6, IL-2 e IL-
23, (…) que influye sobre la función de células T
reguladoras” (6). El TLR2 es estimulado “por
agentes infecciosos (patógenos o comensales)
que, en caso de no limitarse, provocará
disminución de células Treg y escape de células T
autorreactivas preexistentes” (6).
Células T CD4+
A nivel de “las células TCD4+ efectoras
involucradas en la patología de la EM se
encuentran Th1 y Th17” (7). De modo que,
“ambas células, tanto Th1 como Th17, cruzan la
BHE, sin embargo, las células TCD4 IFN-γ+ IL-17+
en pacientes con EM parecen cruzarla más
eficientemente, es decir, son más
encefalitogénicas” (6).
Cabe destacar que las “células Th1 y Th17
también promueven la activación de microglías,
macrófagos, astrocitos y linfocitos B mediante la
producción de citocinas y factores de crecimiento,
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activando mecanismos adicionales
neurodegenerativos” (7).
Células T CD8+
Las células T CD8+ poseen una abundancia
de 3 o 10 veces más que las CD4+ “en placas
crónicamente inflamadas en el SNC de enfermos
con EM” (7). Por esta razón, están localizadas
“tanto en las lesiones perivasculares del SNC
como en el parénquima, mientras que las células
T CD4+ están mayoritariamente restringidas a las
regiones perivasculares” (7).
De este modo, “las TCD8+ expresan CD161
y el receptor de quimiocina 6 (CCR6), mediante el
cual penetran al SNC a través de la unión a la α4-
integrina. Producen mediadores proinflamatorios
como la IL-17 y su presencia (…) con daño axonal
agudo” (6).
Células B
La principal función de las células B en la
EM es “a través de la producción de citocinas
proinflamatorias como la linfotoxina y el TNFα y
su capacidad de actuar como células
presentadoras de antígeno para activar células T”
(7).
Por su parte, a nivel del SNC, la migración
de las células B está dada por el “mecanismo
influido por la gran cantidad de receptores que
expresan, entre ellos CXCL13, una quimiocina
correlacionada con la conversión del síndrome
clínicamente aislado a EM y que facilita su
reclutamiento al SNC” (6).
Conclusiones
La esclerosis múltiple (EM) representa un
riesgo importante a nivel neuronal e
inmunológico de cualquier individuo, pero con
mayor incidencia en el sexo femenino. Los
factores desencadenantes de la enfermedad
Figura 1. Fisiopatología de la Esclerosis múltiple (6).
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como el déficit de vitamina D, exposición al humo
de tabaco, radiación ultravioleta, virus patógenos
e incluso los aspectos genéticos, influyen en la
toma de decisiones responsables que eviten el
desequilibrio homeostático de procesos
autoinmunitarios incluyendo, el correcto
funcionamiento de las células T u otras células.
De este modo, es importante se tenga presente la
valoración temprana de la enfermedad, así como
el entendimiento del proceso autoinmune que se
da por mecanismos inflamatorios llevados a cabo
principalmente por las células T y B,
correspondientes a la inmunidad innata y
humoral; los mismos que inducen su propia
alteración provocando daños importantes a nivel
del Sistema Nervioso Central (SNC).
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