El documento discute las problemáticas éticas que atraviesan el acto de evaluación. Explica que la evaluación implica una relación asimétrica de poder entre el evaluador y el estudiante. También analiza cómo la obediencia a las autoridades y la falta de objetividad pueden conducir a resultados antiéticos, a pesar de la responsabilidad profesional del docente de diseñar evaluaciones justas. Finalmente, enfatiza que la competencia y idoneidad del evaluador son fundamentales para garantizar la objetividad del proceso evaluativo.