La inflamación puede ser aguda o crónica. La inflamación aguda se caracteriza por cambios hemodinámicos inmediatos que incluyen mayor permeabilidad vascular y exudación de líquidos y neutrófilos. La inflamación crónica se produce por estímulos persistentes y se caracteriza por un infiltrado de células mononucleares como linfocitos y macrófagos, así como proliferación de fibroblastos.