El documento define el juego como una actividad voluntaria, placentera y espontánea que se realiza dentro de ciertos límites de tiempo y espacio, según Huizinga y Vygotski. Explica que el juego surge por la necesidad de descubrir, conocer y entenderse a uno mismo y a los demás. Además, señala que el juego simbólico permite a los niños reducir la complejidad de la realidad y experimentar de forma segura.