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Tecnica n°065 no juzgues.
1. TECNICA N°65 NO JUZGUES.
Segunda técnica: La pureza de otras enseñanzas es una impureza para nosotros. En realidad, no consideres
nada puro o impuro.
Éste es uno de los mensajes básicos del tantra. Es muy difícil concebirlo, porque es absolutamente no-ético,
no-moral. No diré que es inmoral porque al tantra no le concierne la moralidad o la inmoralidad. El tantra dice
que eso es irrelevante. Este mensaje es para ayudarte a crecer más allá de la pureza y la impureza; en
realidad, más allá de la división, más allá de la dicotomía, de la dualidad. El tantra dice que la existencia es
no-dual, es una, y todas las distinciones son hechas por el hombre: todas las distinciones, recuerda. Las
distinciones en sí son creadas por el hombre. Bueno-malo, puro-impuro, moral-inmoral, virtud-pecado:
todos estos conceptos son creados por el hombre. Son actitudes del hombre; no son reales. ¿Qué es im-
puro y qué es puro? Depende de tu interpretación. ¿Qué es inmoral y qué es moral? Depende de tu
interpretación.
Nietzsche dijo en alguna parte que toda moralidad es interpretación. De modo que algo puede ser moral en este
país e inmoral en el país vecino, algo puede ser moral para un mahometano e inmoral para un hindú, moral
para un cristiano e inmoral para un jaina. O algo puede incluso ser moral para la vieja generación e inmoral
para la nueva generación. Depende; es una actitud. Básicamente, es una ficción. El hecho es
simplemente el hecho. El hecho escueto es simplemente el hecho; no es ni moral ni inmoral, ni puro ni
impuro.
Imagina la Tierra sin seres humanos. ¿Qué será entonces puro y qué será impuro? Todo será: simplemente
será. Nada será puro y nada será impuro, nada será bueno y nada será malo. Con el hombre entra la
mente. La mente divide. Dice: «esto bueno y «eso» es malo. Esta división no crea una división en el
mundo; esta división crea también una división en el que divide. Si divides también eres dividido en esa
división, y no puedes trascender tu división interna a menos que dejes las divisiones externas. Todo lo
que le hace mundo, te lo has hecho también a ti mismo.
Naropa, uno de los maestros más importantes de siddha yoga, dice: «Un centímetro de división y se separan
el infierno y el cielo»..., ¡un centímetro de división! Pero seguimos dividiendo; seguimos poniendo
etiquetas, condenando, justificando. Mira el hecho escueto de la existencia y no pongas etiquetas. Sólo
entonces pueden ser comprendidas las enseñanzas del tantra. No digas bueno o malo; no lleves tu
mente al hecho. En el momento en que llevas tu mente al hecho, has creado una ficción. Ya no es un
hecho: es tu proyección.
Este sutra dice: La pureza de otras enseñanzas es una impureza para nosotros. En realidad, no consideres
nada puro o impuro.
La pureza de otras enseñanzas es una impureza para nosotros... El tantra dice: «Lo que es muy puro para
otras enseñanzas, una virtud, es un pecado para nosotros, porque su concepto de la pureza debida para
ellos, algo se vuelve impuro».
Si llamas santo a un hombre, has creado al pecador. Ahora tendrás que condenar a alguien en alguna parte,
porque el santo no puede existir sin el pecador. Y observa ahora lo absurdo de nuestros esfuerzos:
seguimos tratando de destruir a los pecadores, y concebimos y confiamos en un mundo donde no
habrá pecadores; sólo santos. Esto es un disparate, porque los santos no pueden existir sin pecadores.
Son el otro lado de la misma moneda. No puedes destruir un lado de la moneda; existirán los dos. Los
pecadores y los santos son ambos parte inherente de una sola cosa. Si acabas con los pecadores, los
santos desaparecerán del mundo. Pero no te asustes; deja que desaparezcan, porque no han resultado
ser de ningún valor.
Los pecadores y los santos forman parte de una interpretación, de una actitud ante el mundo, en la que uno
dice: «esto es bueno y eso es malo». Y no puedes decir que «esto es bueno» a menos que digas que
«eso es malo». Lo malo es necesario para definir lo bueno. De modo que lo bueno depende de lo malo,
tu virtud depende del pecado, y tus santos son imposibles; no pueden existir sin los pecadores. Así que
tienen que estar agradecidos a los pecadores; no pueden existir sin ellos. En relación con ellos, en comparación
con ellos, no importa lo mucho que condenen a los pecadores; son parte inherente del mismo fenómeno. Los
pecadores sólo pueden desaparecer del mundo cuando desaparezcan los santos: no antes de eso; y el
pecado no existirá cuando no haya ningún concepto de la virtud.
2. El tantra dice que el hecho es real y la interpretación es irreal. No interpretes. En realidad, no consideres
nada puro o impuro. ¿Por qué? Porque la pureza y la impureza son nuestras actitudes impuestas a la
realidad. Prueba esto. Esta técnica es ardua, no es simple..., porque estamos tan orientados al pensamiento
dual, basados, enraizados en el pensamiento dual, que ni siquiera somos conscientes de nuestras condenas y
justificaciones. Si alguien empieza a fumar aquí, puede que no lo hayas sentido conscientemente, pero has
condenado. En lo más íntimo de ti, has condenado. Puede que hayas condenado con tu mirada, o puede que
hayas condenado sin mirar. Puede que no hayas mirado a esa persona, y la has condenado.
Esto va a ser difícil, porque el hábito está tan arraigado. Sigues -con tus gestos, tu manera de sentarte,
de estar de pie-, sigues condenando, justificando, ni siquiera consciente de lo que estás haciendo.
Cuando sonríes a una persona o cuando no sonríes a una persona, cuando miras a alguien o no le miras,
simplemente lo ignoras, ¿qué estás haciendo? Estás imponiendo tus actitudes. Dices que algo es bonito;
entonces tendrás que condenar algo como feo. Y esta actitud dual está dividiéndote a ti
simultáneamente, de manera que habrá dos personas dentro de ti.
Si dices que alguien está enfadado y la ira es mala, ¿qué harás cuando tú estés enfadado? Dirás que esto es
malo; entonces habrá problemas, porque dices que «esto es malo; esta ira en mí es mala». Entonces has
empezado a dividirte a ti mismo en dos personas: una persona mala, una persona maligna dentro, y una
persona buena, un santo. Por supuesto, te identificarás con el santo interno, de modo que el diablo, Satanás,
el mal que hay dentro de ti, será condenado. Estás dividido en dos. Ahora habrá una lucha, un conflicto
constante. Ahora no puedes ser un individuo; serás un gentío, una casa dividida contra sí misma. Ya no
habrá paz, no habrá silencio. Sólo sentirás tensiones y angustia. Esto es lo que estás sintiendo, pero no
sabes por qué.
Una persona dividida no puede tener paz. ¿Cómo va a tenerla? ¿Dónde vas a poner a tu diablo? Tienes que
aniquilarlo, y es tú; no puedes aniquilarlo. No eres dos. La realidad es una, pero a causa de tu actitud
divisiva has dividido la realidad externa. Ahora, como consecuencia, lo interno también está dividido..., de
manera que todo el mundo está luchando consigo mismo. Es como si estuvieras luchando contra una
mano
-haciendo combatir la mano derecha contra la mano izquierda-, y la energía es una. En mi mano derecha
y mi mano izquierda, soy uno; estoy fluyendo en ambas. Pero puedo enfrentar la una contra la otra, mi
mano derecha contra mi mano izquierda, y puedo crear un conflicto, una lucha artificial. A veces puedo
engañarme a mí mismo con que la mano derecha ha ganado, y ahora la izquierda ha caído. Pero esto es una
falacia, porque sé que estoy en las dos, y en cualquier momento puedo levantar la izquierda y hacer caer la
derecha. Estoy en ambas; ambas manos son mías.
De modo que no importa cuánto pienses que has elevado a tu santo y aplastado al diablo; tienes que saber
que en cualquier momento se pueden cambiar las posiciones, y el santo caerá y el diablo estará arriba.
Eso produce miedo, inseguridad, porque sabes que nada es seguro. Sabes que eres tan amoroso en este
momento y has aplastado a tu odio, pero tienes miedo, porque en cualquier momento el odio puede
alzarse y el amor será aplastado. Y puede suceder en cualquier momento, porque dentro de ti están los
dos.
El tantra dice: no dividas, no estés dividido; sólo entonces serás victorioso. ¿Cómo no estar dividido? No
condenes, no digas «esto» es bueno y «eso» es malo. Retira todas las concepciones de la pureza y la
impureza. Mira el mundo, pero no digas qué es. Sé ignorante, no seas demasiado sabio. No pongas
etiquetas, permanece en silencio, sin condenar, sin justificar. Si puedes permanecer en silencio con
respecto al mundo, con el tiempo este silencio penetrará en tu interior. Y si no hay división
externamente, la división desparecerá de la consciencia interna, porque ambas sólo pueden existir
juntas.
Pero esto es peligroso para la sociedad. Por eso fue reprimido el tantra. ¡Esto es peligroso! Nada es inmoral,
nada es moral; nada es puro, nada es impuro. Las cosas son lo que son. Un tántrico auténtico no dirá que un
ladrón es malo; dirá que es un ladrón; eso es todo. Y al usar la palabra «ladrón» no hay ninguna
condena en su mente.
Este «ladrón» es simplemente un hecho, no una condena. Si alguien dice que «aquí hay un hombre que es un
gran santo», él dirá: «¡Muy bien! Él es un santo y ese hombre es un ladrón», igual que esto es una rosa y
eso no es una rosa, este árbol es alto y ese árbol es bajo, la noche es oscura y el día es luminoso, pero
3. sin comparación.
Pero esto es peligroso. La sociedad no puede existir sin condenar una cosa y sin valorar la otra...; ¡la sociedad
no puede existir! La sociedad existe por la dualidad. Por eso fue reprimido el tantra. Fue considerado
antisocial, pero no lo es. iNo lo es! Pero esa actitud misma de no-dualidad es trascendental. No es
antisocial, sino trascendental; está más allá de la sociedad.
Prueba esto. Entra en el mundo sin valor sólo con hechos naturales: alguien es esto, alguien es eso. Y
entonces, con el tiempo, sentirás una división dentro de ti. Tus polaridades se juntan tu «bueno» y tu
«malo» se unirán. Se fundirán uno, y tú te volverás una unidad. No habrá nada considerado puro, nada
considerado impuro. Nace la realidad.
La pureza de otras enseñanzas es una impureza para nosotros: el tantra dice que «lo que es lícito para otros
es venenoso para nosotros». Por ejemplo, hay enseñanzas que se basan en la no-violencia. Dicen que la
violencia es mala, la no-violencia es buena. El tantra dice que la no-violencia es la no-violencia, la violencia es
la violencia nada es bueno y nada es malo.
Hay enseñanzas que están basadas en el celibato, brahmacharya. Dicen que el brahmachar: es bueno, el
sexo es malo. El tantra dice que sexo es el sexo, el brahmacharya es el brahmacharya. Un hombre es un
brahmachari y otro no. Pero éstos son simples hechos, no implican ningún juicio de valor. Y el tantra nunca dirá
que, brahmachari es bueno, el célibe es bueno, y el que practica el sexo es malo. El tantra no dirá eso. El
tantra acepta las cosas como son. ¿Y por qué? Para crear una unidad dentro de ti.
Ésta es una técnica para crear una unidad dentro de ti, para tener dentro una existencia total, no
dividida, sin conflicto, no enfrentada. Sólo entonces es posible el silencio. Alguien que está tratando de
ir a algún sitio contra algo nunca puede tener paz. ¿Cómo va a tenerla? Y alguien que está dividido
dentro de sí mismo, luchando consigo mismo, ¿cómo a vencer? Es imposible. Eres los dos, así que
¿quién va a vencer? Nadie va a vencer, y estarás muy confuso, porque disiparás tu energía luchando
innecesariamente. Ésta es una técnica para crear una unidad dentro de ti. Deja que desaparezcan los
valles; no juzgues.
Jesús dice en alguna parte: «No juzgues, y no serás juzgado». Pero esto fue imposible de comprender
para los judíos, porque toda la concepción judía está centrada en la moralidad: «Esto es bueno y eso no
es bueno». Jesús, con su enseñanza: «No juzgues», está hablando desde el punto de vista del tantra. Si
fue asesinado, crucificado, fue a causa de esto. Tenía una actitud tántrica: «No juzgues».
Así que no digas que una prostituta es mala... ¿Quién sabe? Y no digas que un puritano es bueno... ¿Quién
sabe? Y en última instancia, ambos forman parte de un mismo juego. Se basan el uno en el otro, en una
existencia mutua. De manera que Jesús dice: «No juzgues». Y esto es lo que significa este sutra: «No
juzgues, y no serás juzgado».
Si no juzgas, si no adoptas ningún enfoque moral, si simplemente observas los hechos como son, sin
interpretarlos con arreglo a ti mismo, entonces no puedes ser juzgado. Te transformas completamente.
Ya no hay necesidad de que tú seas juzgado por ningún poder divino: ¡no hay necesidad! Tú mismo te
has vuelto divino; tú mismo te has vuelto Dios. Sé un testigo, no un juez.