El camino hacia la paz tras la guerra de sentimientos
1. 1-O: EL DIA DESPUES.
Manfred Nolte
Hay un tiempo de guerra, un tiempo de armisticio y un tiempo de paz. La
eclosión soberanista producida en los últimos meses y en particular en las
últimas semanas y días en Cataluña ha tenido el efecto de una declaración de
guerra intelectual: la guerra entre el principio del ‘statu quo’ constitucional de
una parte y de otra una revolución que pretende hacer añicos la legalidad
vigente amparándose en una pretendida legitimidad construida básicamente
sobre sentimientos, y difícilmente reconducible a la cordura de las razones.
Legalidad versus pretendida legitimidad. Ley, Estado de Derecho y Constitución
frente al sentimiento patriótico independentista, el hartazgo de navegar en una
contracorriente así percibida de forma subjetiva, alentada quizá en un sutil
adoctrinamiento proindependentista con escaso contrapunto objetivo que desea
sellarse con el portazo y el abandono de la casa común. Una casa que ya no se
siente como propia, una casa en la que se nos margina y se nos roba, y en todo
caso donde hace tiempo que no se adivina el calor del hogar.
Nada más helador para unos oídos imparciales como recordar la frase de Pilar
Rahola, conocida independentista catalana y exdirigente de Esquerra
Republicana que resume el actual sentimiento secesionista: "Los españoles me
repugnan como el olor a pescado. Si suspenden la autonomía habrá una
revuelta catalana u otra guerra civil". Pilar Rahola ha ganado en 2.017 el
‘Ramon Llull de les Lletres Catalanes’ que otorga la editorial Planeta, el premio
más importante de la literatura catalana, por su novela, ‘Rosa de Cendra’ sobre
la convulsa ‘Setmana Tràgica’ (1909). Dicen que es muy buena novela, aunque
presuntamente, el premio solo se otorga a políticos nacionalistas y de
izquierdas. En una entrevista concedida al periódico El Nacional, Rahola
vaticinó con acierto que antes de otoño existiría la posibilidad de intervención
de la autonomía catalana, agregando que si eso sucediese habría una “revuelta
catalana a lo grande”. La que ya se intuye y adelanta.
En cuanto a la viabilidad económica de Cataluña, Rahola asume el papel de
heroína de la utopía europeísta catalana. Según la comentarista, es España
quien no podría sobrevivir si Cataluña no fuera parte de la Unión Europea. "La
2. Unión Europea (UE) es una unión fundamentalmente económica, por eso
Cataluña no solo puede formar parte de ella sin la ayuda de España, sino que
España no podría sobrevivir si Cataluña no formase parte de la Unión Europea.
Los catalanes estamos convencidos que la UE nos va a aceptar por varios
motivos. El primero es que el euro no se puede permitir que más de 7.000
multinacionales que hay en Cataluña y 8 millones de personas estén fuera de la
moneda. En segundo lugar, no podemos olvidar que la economía española y
catalana están muy relacionadas y todos los productos que se exportan de
España a Europa pasan por Cataluña. Si Cataluña estuviera fuera de la Unión se
dificultaría con aranceles la venta de esa mercancía. A nadie le interesa que los
catalanes no estuviéramos en la Unión Europea", sueña despierta Pilar Rahola.
Pero se acabó. Nos vamos por las buenas o por las malas. No es que no me
sienta parte de ese todo que me fagocita sino que además lo detesto. Estamos,
en su consecuencia, en el epicentro del estallido de esa guerra entre banderas: la
de la única reconocida por el ordenamiento jurídico frente a la que se hará
ondear sobre los estragos de la revolución, sean cuales sean los estragos que esta
acarree.
Resulte como resulte el seudo-referéndum del 1-0, la vida sigue y a la guerra
habrá de seguirle inexorablemente el armisticio. Hablo, como es obvio, de un
armisticio de los sentimientos, que deberán ser aparcados temporalmente para
buscar una posible vía de compromiso.
Se ha de tratar de un armisticio que preserve una salida negociada y que otorgue
a Cataluña el convencimiento de que sus latidos pueden ser escuchados con
total atención y respeto por la Nación Española. Pero simultáneamente, el
restablecimiento del daño legal producido en el ‘Parlament’ junto al
apuntalamiento moral de la indivisibilidad de España, el principio del imperio
de la Ley y del Estado de Derecho deberán ser requisitos previos indivisibles del
paquete de la futura negociación, que se reputa imprescindible.
Ya he expresado en estas mismas páginas que la salida al ‘Procés’ requerirá
previsiblemente una revisión de la Constitución y del marco autonómico,
fundamentalmente en su alcance económico y financiero, algo que, según
parece, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro están apuntando –como en otras
ocasiones- a destiempo.
El 25 de julio de 2012, la Cámara catalana aprobó el llamado ‘pacto fiscal’, que
pedía para Cataluña un sistema fiscal semejante al concierto económico vasco.
Dicho pacto se consideraba como la última posibilidad de entendimiento entre
Cataluña y España. Dos meses después Mariano Rajoy transmitió a Artur Más la
imposibilidad de negociar la propuesta. Es aquí, con los tiempos y reservas
anteriores donde debe retomarse el diálogo y alcanzar una paz deseablemente
duradera. Queda la duda de si razones económicas convencerán a desarraigos
del sentimiento.