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INTRODUCCIÓN
En 1950, Norman Barrett (1) realiza la primera descrip-
ción clínica de la sustitución del epitelio escamoso esofágico
normal por un epitelio columnar como consecuencia de la
existencia de un reflujo gastroesofágico (RGE) mantenido y
patológico. La existencia de un epitelio columnar tipo espe-
cializado o metaplasia intestinal sustituyendo al epitelio esca-
moso determina que el esófago de Barrett (EB) sea considera-
do como una enfermedad potencialmente maligna (único
factor de riesgo demostrado para el desarrollo del adenocar-
cinoma esofágico) (2,3).
Numerosos estudios clínicos, morfológicos y experimenta-
les han demostrado que el EB tiene un origen adquirido como
consecuencia de un RGE patológico favorecido por la existen-
cia de una hernia hiatal, un esfínter esofágico inferior (EEI)
incompetente y un aclaramiento esofágico enlentecido (4,5). En
los últimos años se ha descrito el efecto lesivo del reflujo biliar
sobre la mucosa esofágica, el cual juega un papel primordial en
el desarrollo de complicaciones en el EB (úlceras, estenosis,
malignización) (6). Actualmente, numerosos estudios se están
realizando para demostrar la relación entre la infección por
Helicobacter pylori y el EB. Aunque es improbable que juegue
un papel en la patogénesis del EB si parece tener un papel pro-
tector en el desarrollo de complicaciones (7).
Hemos de tener en cuenta, que la metaplasia de Barrett no
provoca síntomas, por lo que la mayoría de los casos de EB en
la población general no son diagnosticados (un 23-40% de los
pacientes con EB se encuentran asintomáticos) (8). Los sínto-
mas son consecuencia del RGE o sus complicaciones. No
existe un síntoma específico ni una combinación de síntomas
para predecir el EB (9). La mayoría de los pacientes presentan
pirosis (81%) y regurgitación (39%) (10). En un 10-19% de
los casos, el EB es diagnosticado por una de sus complicacio-
nes (estenosis, úlcera, neoplasia) sin síntomas previos de
ERGE (11).
45
[0212-7199(2001) 18: 10; pp 537-542]
ANALES DE MEDICINA INTERNA
Copyright © 2001 ARAN EDICIONES, S.A.
AN. MED. INTERNA (Madrid)
Vol. 18, N.º 10, pp. 537-542, 2001
Trabajo aceptado: 17 de Septiembre de 2000
Correspondencia: Federico Ochando Cerdán. C/ El Majuelo, 8, 7º 3. 28005 Madrid
Ochando Cerdán F, Hernández García-Gallardo D, Moreno González E, Seoane González J. Tratamiento del esófago de Barrett en el siglo
XXI: controversias y perspectivas futuras. An Med Interna (Madrid) 2001; 18: 537-542.
RESUMEN
El esófago de Barrett continua siendo hoy en día, una de las patologí-
as digestivas que más interés suscita en todas las reuniones y congresos
de la especialidad, a pesar de haber sido descrito hace ya 50 años. Su
definición ha cambiado; se ha reconocido su predisposición al desarrollo
del adenocarcinoma esofágico; se ha desarrollado un tratamiento más
efectivo en el control del reflujo gastroesofágico (inhibidores de la bom-
ba de protones v/s fundusplicatura laparoscópica); se han protocolizado
programas de vigilancia sobre todo en pacientes con displasia; se están
investigando nuevas estrategias terapéuticas. A pesar de ello, todavía
persisten numerosas controversias. El conocimiento exacto y preciso de
la fisiopatología constituye la base del tratamiento y la prevención de la
enfermedad por reflujo gastroesofágico y sus complicaciones.
PALABRAS CLAVE: Esófago de Barrett. Tratamiento. Controversias.
ABSTRACT
Barrett’s esophagus is today, one of the digestive pathologies that
raises more interest in all the meetings and congresses of the speciality,
in spite of have been described 50 years ago. The definition has changed;
the rising incidence of adenocarcinoma has been recognized; a most
effective therapy to control gastroesophageal reflux has been developed
(proton pump inhibitor v/s laparoscopic fundoplication); appropriate
surveillance intervals of patients with dysplasia have been protocolized;
new treatment strategies are being investigating. Although, numerous
controversies still persist. The exact and accurate knowledge of physio-
pathology constitues the base of treatment and prevention for gastroe -
sophageal reflux disease and their complications.
KEY WORDS: Barrett’s esophagus. Treatment. Controversy.
Tratamiento del esófago de Barrett en el siglo XXI:
controversias y perspectivas futuras
F. OCHANDO CERDÁN, D. HERNÁNDEZ GARCÍA-GALLARDO*, E. MORENO
GONZÁLEZ*, J. SEOANE GONZÁLEZ
Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo. Hospital La Mancha-Centro. Alcázar
de San Juan. Ciudad Real. *Hospital 12 de Octubre. Madrid
TREATMENT OF BARRETT´S ESOPHAGUS IN THE CENTURY XXI:
CONTROVERSIES AND FUTURE PERSPECTIVES
La endoscopia con toma de múltiples biopsias constituye
el estudio diagnóstico definitivo para el EB. Mientras que
otras pruebas pueden ser sugestivas, el diagnóstico no puede
realizarse sin histología (12).
TRATAMIENTO DEL EB
El tratamiento del EB es complejo (Tabla I). Sus objetivos
son:
—Alivio o desaparición de los síntomas.
—Anulación del reflujo persistente.
—Profilaxis y tratamiento de las complicaciones.
—Evitar la progresión a displasia-carcinoma.
—Conseguir la regresión del epitelio metaplásico.
En los últimos 10 años han ocurrido grandes cambios en el
tratamiento del EB y de la ERGE. Los IBP reducen la produc-
ción de ácido gástrico y también el volumen del reflujo, pero a
pesar de ello, el reflujo ácido y duodenal (biliar) continúan. No
está claro si, a largo plazo, esta reducción de ácido y del volu-
men sería suficiente para prevenir complicaciones. Es necesario
una revisión crítica de ambos tratamientos, médico y quirúrgico,
para aclarar la situación actual.
TRATAMIENTO MÉDICO
El tratamiento médico intenta prevenir el reflujo, facilitar
el aclaramiento del contenido gástrico refluido al esófago y
disminuir la acidez del contenido gástrico refluido.
En primer lugar, se debe modificar el “estilo de vida” y
adoptar medidas antirreflujo:
—No fumar.
—Eliminar de la dieta aquellos alimentos que puedan dis-
minuir la presión del EEI (grasas, chocolate, alcohol, menta,
carminativos…).
—Pérdida de peso en obesos.
—Elevación de cabecera de la cama.
—Evitar acostarse inmediatamente después de las comidas.
—Evitar medicaciones (en lo posible) que disminuyan la
presión del EEI (opiáceos, anticolinérgicos, a-adrenérgicos,
diazepóxidos, dopamina, teofilina…).
Los tratamientos están dirigidos a suprimir la acidez gástri-
ca. Los antiácidos son el primer escalón del tratamiento por su
efecto neutralizante del ácido. La llegada de los antagonistas de
los receptores H2 (cimetidina, ranitidina, famotidina) consiguie-
ron prolongar la supresión de la acidez gástrica. Por último, los
inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, lansopra-
zol,…) suprimen profundamente la secreción ácida (13).
También, se pueden usar fármacos que aumenten la pre-
sión del EEI, que mejoren el aclaramiento esofágico o el anor-
mal vaciamiento gástrico. En este sentido se ha usado la meto-
clopramida, el betanecol y la cisaprida (14,15).
Agentes tópicos como el “sucralfato” pueden mejorar los
síntomas de reflujo y facilitar la curación de la esofagitis.
El alivio de los síntomas y la curación de las complicacio-
nes puede requerir altas dosis de anti-H2 o de omeprazol (16)
durante largo período de tiempo y de forma continua (17).
La discontinuidad del tratamiento está asociada con una
mayor recurrencia de los síntomas y las complicaciones. Hasta
en un 50% de los pacientes con EB, el tratamiento médico falló,
bien por una supresión ácida insuficiente o bien por la existen-
cia de agentes lesivos no ácidos (reflujo alcalino). Es interesan-
te observar cómo las restricciones en el estilo de vida para el
manejo del EB son menos importantes desde el uso de los IBP
y sin embargo, numerosos estudios fisiológicos han demostrado
cómo la elevación de la cabecera de la cama, la perdida de peso,
el dejar de fumar y no acostarse hasta pasadas 3 horas de la
cena, disminuyen los episodios de reflujo.
A pesar de un tratamiento con omeprazol, los pacientes
pueden continuar con una secreción ácida anormal persistente
(18) y presentar una recurrencia de la sintomatología de hasta
el 47% (19). Quedan todavía hoy, controversias acerca del
incremento de la dosis necesario para poder controlar la esofa-
gitis y la hipergastrinemia resultante.
¿Existe un lugar para el tratamiento médico en el EB?
El tratamiento médico no impide el RGE, tan sólo, altera
la calidad del material refluido, disminuyendo o suprimiendo
uno de sus componentes que es el ácido; componente que pro-
bablemente no sea el más importante en el desarrollo de las
538 F. OCHANDO CERDÁN ET AL AN. MED. INTERNA (Madrid)
46
MEDIDAS TERAPÉUTICAS EN EL EB
1. Medidas generales:
—Medidas higiénicas
Reducir peso
No utilizar prendas ajustadas
No fumar
—Medidas dietéticas
Distribuir ingesta
Evitar grasas, chocolate, zumo de cítricos
Evitar bebidas gaseosas
Evitar alcohol
—Medidas posturales
Elevar cabecera de la cama
Evitar acostarse tras ingesta
2. Medidas farmacológicas:
—Antiácidos
—Agentes protectores locales
Sucralfato
—Proquinéticos
Betanecol
Metoclopramida
Cisapride
—Antisecretores
AntiH2: cimetidina, ranitidina, famotidina
IBP: omeprazol, lansoprazol, pantoprazol
3. Medidas quirúrgicas:
—Abiertas
Por laparotomía
Por toracotomía
—Mínimamente invasivas
Laparoscopia
4. Medidas endoscópicas:
—Ablación termal
—Terapia fotodinámica
—Energía Ultrasónica
TABLA I
47
complicaciones. El tratamiento médico puede ser eficaz en el
alivio de los síntomas mientras se administra pero es ineficaz
en el tratamiento de las complicaciones.
Armstrong en 1992 estableció que el tratamiento médico
sería efectivo en la esofagitis por reflujo no complicada y la
cirugía estaría indicada en enfermedad intratable médicamen-
te o complicada. Las lesiones erosivas son casi invariable-
mente reversibles, las lesiones ulcerativas y estenosis son
raramente reversibles y la metaplasia columnar, probablemen-
te, irreversible con tratamiento médico (20).
Además, hasta un 90% de los pacientes con EB tienen un
EEI defectuoso y un 80% tienen un fallo en el peristaltismo
del esófago distal (21). Ninguno de estos trastornos funciona-
les anteriores se solucionan con tratamiento médico.
Respecto a la regresión del EB no hay evidencia de que
ésta ocurra con el tratamiento médico (22) ni con la cirugía,
pero sí detendría su progresión el tratamiento quirúrgico.
En conclusión, el tratamiento médico:
—No corrige los defectos del EEI.
—No corrige los trastornos en el peristaltismo.
—No consigue la regresión del EB.
—No previene las complicaciones.
—No interrumpe la secuencia Barrett – displasia – adeno-
carcinoma.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
El tratamiento quirúrgico del EB es idéntico al de la esofagitis
por RGE hasta que la displasia severa o el adenocarcinoma
demandan esofagectomía. La cirugía antirreflujo restaura la fun-
ción del EEI y evita el reflujo de contenido ácido y duodenal al
esófago. La elección de la técnica quirúrgica varía con la pre-
ferencia del cirujano, pero la más frecuentemente empleada es la
“fundusplicatura de Nissen”. Un procedimiento quirúrgico a
medida puede ser necesario, dependiendo de la contractilidad del
músculo del cuerpo esofágico. Esta decisión requiere un comple-
to estudio preoperatorio, con pruebas radiológicas, endoscópicas
y manométricas. En cualquier caso, el procedimiento quirúrgico
a realizar es controvertido. Para algunos autores, se requiere una
presión mayor de 25 mmHg en el cuerpo esofágico con un peris-
taltismo adecuado para conseguir una progresión adecuada del
bolo deglutido (23) y la ausencia de estas condiciones, conlleva-
ría la realización de una fundusplicatura parcial (Toupet, Belsey-
Mark IV, Dor…) en lugar de una completa (Nissen, Nissen-Ros-
setti), aún cuando el control del RGE a largo plazo no sea igual;
pues, una fundusplicatura de 360º en ausencia de peristaltismo
esofágico efectivo, como en la acalasia, produce unos resultados
a largo plazo insatisfactorios. Por el contrario, otros autores con-
sideran que la fundusplicatura de Nissen no está contraindicada
aún existiendo trastornos del peristaltismo esofágico pues éstos
mejoran tras la cirugía (24) y por tanto, es la técnica de elección,
en el tratamiento quirúrgico del EB.
Tradicionalmente, las indicaciones para la cirugía del EB
eran:
—Esofagitis sintomática resistente al tratamiento médico.
—Estenosis no dilatable.
—Neumonitis por aspiración recurrente.
—Displasia de bajo grado.
DeMeester (25) agrega:
—Hemorragia.
—Úlcera esofágica profunda.
La cirugía está dirigida a construir una barrera efectiva al
RGE, es decir, reducir la hernia hiatal y conseguir un segmento
intraabdominal de esófago alrededor del cual se realice la fun-
dusplicatura. El procedimiento de Nissen es con el que se tiene
más experiencia y se ha mostrado muy efectivo en la supresión
del reflujo y excelente en aliviar los síntomas. Los resultados
son mejores si se realiza corto (2-3 cm) y “floppy”, para lo cual
en numerosas ocasiones es necesario la movilización del fundus
gástrico. Para DeMeester, el procedimiento de Nissen mejora
los síntomas en un 91% de los pacientes (en etapas menos avan-
zadas de la enfermedad) y en un 77% en global (25).
Las úlceras de Barrett pueden ser tratadas con cirugía anti-
rreflujo (26).
En la estenosis esofágica generalmente se asocia un defecto
mecánico en el EEI y un trastorno en la contractilidad esofágica.
El tratamiento en primer lugar, consistiría en la realización de
dilataciones hasta obtener un tamaño adecuado y realizar las
biopsias necesarias para descartar malignidad. Si con las dila-
taciones, la estenosis cede y desaparece la clínica de disfagia
(probablemente no existe trastorno contractil del esófago) el tra-
tamiento será fundusplicatura de 360º. Si existe pobre contractili-
dad esofágica, valorada por la manometría, será fundusplicatura
parcial. Si la estenosis se dilata pero persiste la disfagia, es por-
que existe un gran deterioro de la contractilidad esofágica y debe-
remos plantearnos la resección esofágica con plastia (21).
En definitiva, los estudios publicados demuestran mejores
resultados con el tratamiento quirúrgico que con el tratamien-
to médico (22).
Cirugía antirreflujo laparoscópica
La cirugía antirreflujo laparoscópica puede ser apropiada
siempre que se consiga suficiente longitud intraabdominal
para poder realizarla sin tensión. Los resultados precoces de la
fundusplicatura Nissen laparoscópica han sido excelentes
(27,28). Una revisión de más de 900 fundusplicaturas de Nis-
sen laparoscópicas realizadas desde 1991 describía una morta-
lidad menor del 0,1% y una morbilidad entre 6-25% (19).
Las complicaciones fueron:
—Neumotórax (1,7%).
—Embolismo pulmonar (0,8%).
—Disfagia postoperatoria (8%).
A cambio consigue una estancia media hospitalaria de 2–3
días y una incorporación rápida al trabajo (14 días).
Se considera que existe una curva de aprendizaje de unos
20 casos y la técnica debería de realizarse de forma idéntica a
la cirugía abierta (29). En pocas palabras, los pilares del dia-
fragma deben ser aproximados, los vasos gástricos cortos que-
dar seccionados y un Nissen “floppy” realizado sobre una
bujía de 60 F (30).
El esófago corto ocurre infrecuentemente pero si la hernia
es mayor de 5 cm y existen estenosis o estrechamientos, se
debería valorar el abordaje transtorácico realizando una gas-
troplastia de Collis más antirreflujo. Incluso, conociendo la
existencia de una dismotilidad esofágica no es una contraindi-
cación para el Nissen laparoscópico ya que no aumenta la dis-
fagia en el postoperatorio (24). No existe una correlación sig-
nificativa entre los resultados manométricos y clínicos tras un
Nissen laparoscópico, según algunos autores (31).
El porcentaje de reconversiones a cirugía abierta está alre-
dedor del 9,2% y la realización de otro procedimiento adicio-
Vol. 18, N.º 10, 2001 TRATAMIENTO DEL ESÓFAGO DE BARRETT EN EL SIGLO XXI 539
nal por problemas posteriores en un 3,4%; incluyendo hernia
paraesofágica, estenosis hiatal y obstrucción gástrica.
Implicaciones quirúrgicas derivadas de considerar el
reflujo alcalino responsable de las complicaciones en el
EB
Si consideramos que:
—El tratamiento con IBP fracasa en el control de los sín-
tomas de los pacientes con esofagitis hasta en un 38–52% de
ellos (32).
—Existen pacientes con gastritis atrófica o gastrectomiza-
dos que desarrollan esofagitis.
Debemos plantearnos el concepto de esofagitis por reflujo
alcalino.
Para DeMeester, el 93% de los pacientes con EB compli-
cado tienen una exposición aumentada al reflujo alcalino (pH
esófago >7) (25). De los pacientes con reflujo duodenogástri-
co (RDG), el 50% tienen reflujo gastroesofágico alcalino.
Con estos datos, se llegó a la hipótesis de que el reflujo
alcalino es el responsable de las complicaciones en el EB;
aunque no se ha podido demostrar esto en todos los EB com-
plicados. Algunos autores consideran que la cirugía antirreflu-
jo en pacientes con EB tiene un alto porcentaje de fallos a lar-
go plazo (más de 8 años), no evitando completamente el
reflujo ácido y duodenal, por lo que podría desarrollarse una
displasia o un carcinoma. Postulan la posibilidad de realizar
un tratamiento quirúrgico más agresivo como:
—Diversión duodenal (33).
—Diversión duodenal más antirreflujo (25).
—Diversión duodenal más antirreflujo más vagotomía
supraselectiva (34).
TRATAMIENTO ENDOSCÓPICO DEL EB
El hecho de la naturaleza premaligna del EB ha estimula-
do la realización de esfuerzos para revertir los procesos meta-
plásicos. El tratamiento médico con altas dosis de IBP y el tra-
tamiento quirúrgico reparando el EEI han conseguido sólo
regresión parcial o nula del epitelio columnar (35). Además
es incierto si la cirugía o el tratamiento médico pueden dete-
ner la progresión de la displasia a carcinoma. Por tanto, nume-
rosos esfuerzos han sido realizados para eliminar la mucosa
de Barrett con energía térmica, química o ultrasónica en la
esperanza de que el epitelio escamoso reemplace el epitelio de
Barrett y su potencial malignidad (36). Los trabajos en estas
áreas son nuevos, pero los resultados son prometedores.
Ablación termal
El láser y el electrocauterio bipolar han sido usados para
eliminar los segmentos columnares con resultados dispares
(37). Las áreas quemadas son curadas con células escamosas
(38). Desgraciadamente, se necesitan múltiples sesiones para
la eliminación completa del epitelio metaplásico y la forma-
ción de estenosis durante el proceso de curación es relativa-
mente frecuente (39). También se ha descrito regeneración
escamosa cubriendo el epitelio de Barrett y posterior desarro-
llo de adenocarcinoma bajo el epitelio escamoso (36).
A estos tratamientos se debe asociar siempre un tratamien-
to con IBP o una cirugía antirreflujo para tratar el RGE
existente (40).
Terapia fotodinámica
Sustancias fotosensibilizadoras como porfirina sódica o
ácido 5-amino levulínico (5-ALA) pueden ser minuciosamen-
te inyectadas y activadas por luz intraesofágica endoscópica
produciendo la ablación de la mucosa esofágica.
La técnica fue inicialmente desarrollada para tratar áreas de
displasia ya que las porfirinas se concentran en el tejido displási-
co, pero tratando la displasia se observó como áreas no displási-
cas del EB también regresaban. Overholt y Panjehpour (41) han
publicado 36 pacientes con EB y displasia tratados con terapia
fotodinámica (porfirina sódica). 14 pacientes tenían un carcino-
ma superficial. La ablación completa del EB ocurrió en el 28% y
todos los carcinomas superficiales fueron eliminados. Las áreas
eliminadas fueron reemplazadas por epitelio escamoso. Desgra-
ciadamente, la reacción química no es tejido específica y se pro-
dujeron estenosis que requirieron dilatación en 58% de los
pacientes tratados. El uso de la porfirina sódica está limitado por
la fotosensibilización sistémica, lo cual requiere que el paciente
permanezca sin tener contacto directo con la luz solar por lo
menos 1 mes. El uso del 5-ALA consigue disminuir la fotosensi-
bilización sistémica ya que la protoporfirina activa es rápida-
mente metabolizada y eliminada (42).
La terapia fotodinámica está indicada para pacientes con
displasia o carcinoma que no son candidatos a cirugía o la
rehusan (43). El uso para EB no displásico está limitado por la
incompleta y poco fiable ablación de la mucosa y la alta inci-
dencia de estenosis secundarias.
El coste de esta técnica es alto.
Energía ultrasónica
El carácter tejido-selectivo de la energía ultrasónica ha
promovido recientemente la investigación de esta energía
como fuente para la ablación epitelial en modelos animales.
El aspirador quirúrgico ultrasónico Cavitron‚ y un bisturí
armónico modificado pueden producir frecuencias de energía
optima para eliminar sólo el epitelio superficial a la muscularis
mucosa (44). En teoría, esto eliminaría toda la mucosa de Barrett
sin producir daño más profundamente, con lo que se evitaría la
aparición de estenosis. Los instrumentos han de ser aplicados en
la mucosa esofágica mediante una técnica de gastrostomía
endoscópica percutanea estándar. Es posible la ablación com-
pleta de toda la mucosa superficial, con el beneficio añadido de
la aspiración de los fragmentos de mucosa para realizar estudios
citológicos. Los resultados precoces demuestran la regeneración
escamosa con ausencia de estenosis, es decir, que se produce la
curación del EB. Está previsto la aplicación de esta técnica en el
mismo momento de la cirugía antirreflujo, constituyéndose en el
tratamiento optimo e ideal para el paciente con EB.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO EN EL EB MALIGNIZADO
No está claro que ni el tratamiento médico ni el quirúrgico
prevengan la malignización del EB.
540 F. OCHANDO CERDÁN ET AL AN. MED. INTERNA (Madrid)
48
49
McDonald et al. (45) en la Clínica Mayo, en 112 pacientes
con seguimiento medio de 6,5 años después de la cirugía, vie-
ron que 3 desarrollaron adenocarcinoma a los 13, 25 y 39
meses, sugiriendo que la malignización podría estar presente
en el momento de la cirugía antirreflujo. Por tanto, a largo pla-
zo, la cirugía podría tener un efecto protector, sin embargo, la
vigilancia es necesaria después de la cirugía.
Actualmente, existen evidencias convincentes de que la dis-
plasia no es sólo un marcador de carcinoma sino que puede pro-
gresar a carcinoma invasivo (46). Aproximadamente un 30-
40% de los pacientes con displasia de alto grado (severa)
realmente tienen un carcinoma invasivo (47). Existen patólogos
que consideran la displasia de alto grado y el carcinoma in situ,
una sola entidad (48). En el seguimiento de pacientes con dis-
plasia de bajo y alto grado, el carcinoma se desarrolló entre 1,5
y 4 años (49). Para algunos autores la aparición de displasia y
carcinoma está en relación con la extensión de la longitud del
EB (superior a 8 cm) (50). Sin embargo, si el carcinoma está
presente o no, la displasia de alto grado por sí misma, tiene un
riesgo muy elevado de transformarse en carcinoma y algunos
cirujanos realizan resección esofágica cuando la displasia de
alto grado es confirmada en repetidas biopsias (51). Pacientes
resecados por displasia de alto grado presentan carcinoma inva-
sor hasta en un 50% de ellos (52) o carcinoma in situ (48). Por
otro lado, el 74% de los carcinomas invasivos resecados tienen
displasia de alto grado en la pieza (53). Parece pues peligroso y
arriesgado mantener a pacientes con displasia de alto grado en
programas de vigilancia endoscópica, pues aunque algunos
autores consideran que un buen protocolo de biopsias endoscó-
picas puede diferenciar displasia de alto grado de adenocarcino-
ma precoz (54) y por tanto, displasia de alto grado no indica
resección quirúrgica; sin embargo, para otros no por muchas
biopsias se puede excluir un adenocarcinoma (55).
La resección tiene entre 5-10% de mortalidad. Por tanto,
sometemos a este riesgo a pacientes que quizás no hubieran
desarrollado carcinoma. Ahora bien, la resección de un adeno-
carcinoma en estadio precoz detectado por los programas de
vigilancia tiene excelentes resultados (75-90% supervivencia
a los 5 años) (48,52,53). El diagnóstico precoz del carcinoma
que no ha superado la pared esofágica y no afecta ganglios
linfáticos tiene un pronóstico excelente tras la resección (56).
Si supera la pared esofágica o afecta ganglios linfáticos, el
pronóstico es peor. Skinner (57) aconseja una cirugía radical
con linfadenectomía extensa aún en estadios precoces de la
enfermedad. DeMeester (25) considera que el carcinoma
intramucoso no se acompaña nunca de ganglios afectados y
por tanto, en estos pacientes con biopsia positiva y sin masa
evidente endoscópica, aconseja esofagectomía sin linfadenec-
tomía. Cuando existe un carcinoma intramural o transmural,
aconseja resección en bloque de la pieza por toracotomía.
Condon (58) no cree que en ningún caso se deba realizar linfa-
denectomía extensa, únicamente esofagectomía, pues los fac-
tores fundamentales en el pronóstico son el estadio de la
enfermedad en el momento del diagnóstico y la agresividad
del tumor, ambos independientes del procedimiento quirúrgi-
co. Al igual que en otros tipos de carcinomas esofágicos, la
resección es también la mejor paliación (59).
El adenocarcinoma esofágico asociado a EB tiene mejor
pronóstico que el adenocarcinoma no asociado a EB, posible-
mente por el diagnóstico más precoz que se realiza gracias a
los estudios motivados por la clínica del RGE, ausente en los
adenocarcinomas no asociados a EB (60).
Queda por considerar si la displasia de bajo grado en un
paciente con EB sin otra complicación es, per se, indicación
de cirugía antirreflujo. Lo cual está en relación con si la dis-
plasia regresa o no progresa después de la cirugía antirreflujo,
hecho que no está demostrado. Si se confirma el potencial car-
cinogénico del reflujo alcalino sobre el esófago, la profilaxis
de estos cambios (metaplasia – displasia – cáncer) sería un
argumento más para el tratamiento quirúrgico del reflujo, ya
que es el único capaz de eliminarlo eficazmente. Quizás en un
futuro, la flujocitometría y la identificación del oncogén p53
podrían precisar los pacientes con riesgo de carcinoma (61).
Un estudio individual y selectivo en cada paciente con displa-
sia debe pues ser realizado (62), teniendo en mente siempre la
posibilidad de esofagectomía (63).
Vol. 18, N.º 10, 2001 TRATAMIENTO DEL ESÓFAGO DE BARRETT EN EL SIGLO XXI 541
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tratamiento de esófago barrett

  • 1. INTRODUCCIÓN En 1950, Norman Barrett (1) realiza la primera descrip- ción clínica de la sustitución del epitelio escamoso esofágico normal por un epitelio columnar como consecuencia de la existencia de un reflujo gastroesofágico (RGE) mantenido y patológico. La existencia de un epitelio columnar tipo espe- cializado o metaplasia intestinal sustituyendo al epitelio esca- moso determina que el esófago de Barrett (EB) sea considera- do como una enfermedad potencialmente maligna (único factor de riesgo demostrado para el desarrollo del adenocar- cinoma esofágico) (2,3). Numerosos estudios clínicos, morfológicos y experimenta- les han demostrado que el EB tiene un origen adquirido como consecuencia de un RGE patológico favorecido por la existen- cia de una hernia hiatal, un esfínter esofágico inferior (EEI) incompetente y un aclaramiento esofágico enlentecido (4,5). En los últimos años se ha descrito el efecto lesivo del reflujo biliar sobre la mucosa esofágica, el cual juega un papel primordial en el desarrollo de complicaciones en el EB (úlceras, estenosis, malignización) (6). Actualmente, numerosos estudios se están realizando para demostrar la relación entre la infección por Helicobacter pylori y el EB. Aunque es improbable que juegue un papel en la patogénesis del EB si parece tener un papel pro- tector en el desarrollo de complicaciones (7). Hemos de tener en cuenta, que la metaplasia de Barrett no provoca síntomas, por lo que la mayoría de los casos de EB en la población general no son diagnosticados (un 23-40% de los pacientes con EB se encuentran asintomáticos) (8). Los sínto- mas son consecuencia del RGE o sus complicaciones. No existe un síntoma específico ni una combinación de síntomas para predecir el EB (9). La mayoría de los pacientes presentan pirosis (81%) y regurgitación (39%) (10). En un 10-19% de los casos, el EB es diagnosticado por una de sus complicacio- nes (estenosis, úlcera, neoplasia) sin síntomas previos de ERGE (11). 45 [0212-7199(2001) 18: 10; pp 537-542] ANALES DE MEDICINA INTERNA Copyright © 2001 ARAN EDICIONES, S.A. AN. MED. INTERNA (Madrid) Vol. 18, N.º 10, pp. 537-542, 2001 Trabajo aceptado: 17 de Septiembre de 2000 Correspondencia: Federico Ochando Cerdán. C/ El Majuelo, 8, 7º 3. 28005 Madrid Ochando Cerdán F, Hernández García-Gallardo D, Moreno González E, Seoane González J. Tratamiento del esófago de Barrett en el siglo XXI: controversias y perspectivas futuras. An Med Interna (Madrid) 2001; 18: 537-542. RESUMEN El esófago de Barrett continua siendo hoy en día, una de las patologí- as digestivas que más interés suscita en todas las reuniones y congresos de la especialidad, a pesar de haber sido descrito hace ya 50 años. Su definición ha cambiado; se ha reconocido su predisposición al desarrollo del adenocarcinoma esofágico; se ha desarrollado un tratamiento más efectivo en el control del reflujo gastroesofágico (inhibidores de la bom- ba de protones v/s fundusplicatura laparoscópica); se han protocolizado programas de vigilancia sobre todo en pacientes con displasia; se están investigando nuevas estrategias terapéuticas. A pesar de ello, todavía persisten numerosas controversias. El conocimiento exacto y preciso de la fisiopatología constituye la base del tratamiento y la prevención de la enfermedad por reflujo gastroesofágico y sus complicaciones. PALABRAS CLAVE: Esófago de Barrett. Tratamiento. Controversias. ABSTRACT Barrett’s esophagus is today, one of the digestive pathologies that raises more interest in all the meetings and congresses of the speciality, in spite of have been described 50 years ago. The definition has changed; the rising incidence of adenocarcinoma has been recognized; a most effective therapy to control gastroesophageal reflux has been developed (proton pump inhibitor v/s laparoscopic fundoplication); appropriate surveillance intervals of patients with dysplasia have been protocolized; new treatment strategies are being investigating. Although, numerous controversies still persist. The exact and accurate knowledge of physio- pathology constitues the base of treatment and prevention for gastroe - sophageal reflux disease and their complications. KEY WORDS: Barrett’s esophagus. Treatment. Controversy. Tratamiento del esófago de Barrett en el siglo XXI: controversias y perspectivas futuras F. OCHANDO CERDÁN, D. HERNÁNDEZ GARCÍA-GALLARDO*, E. MORENO GONZÁLEZ*, J. SEOANE GONZÁLEZ Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo. Hospital La Mancha-Centro. Alcázar de San Juan. Ciudad Real. *Hospital 12 de Octubre. Madrid TREATMENT OF BARRETT´S ESOPHAGUS IN THE CENTURY XXI: CONTROVERSIES AND FUTURE PERSPECTIVES
  • 2. La endoscopia con toma de múltiples biopsias constituye el estudio diagnóstico definitivo para el EB. Mientras que otras pruebas pueden ser sugestivas, el diagnóstico no puede realizarse sin histología (12). TRATAMIENTO DEL EB El tratamiento del EB es complejo (Tabla I). Sus objetivos son: —Alivio o desaparición de los síntomas. —Anulación del reflujo persistente. —Profilaxis y tratamiento de las complicaciones. —Evitar la progresión a displasia-carcinoma. —Conseguir la regresión del epitelio metaplásico. En los últimos 10 años han ocurrido grandes cambios en el tratamiento del EB y de la ERGE. Los IBP reducen la produc- ción de ácido gástrico y también el volumen del reflujo, pero a pesar de ello, el reflujo ácido y duodenal (biliar) continúan. No está claro si, a largo plazo, esta reducción de ácido y del volu- men sería suficiente para prevenir complicaciones. Es necesario una revisión crítica de ambos tratamientos, médico y quirúrgico, para aclarar la situación actual. TRATAMIENTO MÉDICO El tratamiento médico intenta prevenir el reflujo, facilitar el aclaramiento del contenido gástrico refluido al esófago y disminuir la acidez del contenido gástrico refluido. En primer lugar, se debe modificar el “estilo de vida” y adoptar medidas antirreflujo: —No fumar. —Eliminar de la dieta aquellos alimentos que puedan dis- minuir la presión del EEI (grasas, chocolate, alcohol, menta, carminativos…). —Pérdida de peso en obesos. —Elevación de cabecera de la cama. —Evitar acostarse inmediatamente después de las comidas. —Evitar medicaciones (en lo posible) que disminuyan la presión del EEI (opiáceos, anticolinérgicos, a-adrenérgicos, diazepóxidos, dopamina, teofilina…). Los tratamientos están dirigidos a suprimir la acidez gástri- ca. Los antiácidos son el primer escalón del tratamiento por su efecto neutralizante del ácido. La llegada de los antagonistas de los receptores H2 (cimetidina, ranitidina, famotidina) consiguie- ron prolongar la supresión de la acidez gástrica. Por último, los inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, lansopra- zol,…) suprimen profundamente la secreción ácida (13). También, se pueden usar fármacos que aumenten la pre- sión del EEI, que mejoren el aclaramiento esofágico o el anor- mal vaciamiento gástrico. En este sentido se ha usado la meto- clopramida, el betanecol y la cisaprida (14,15). Agentes tópicos como el “sucralfato” pueden mejorar los síntomas de reflujo y facilitar la curación de la esofagitis. El alivio de los síntomas y la curación de las complicacio- nes puede requerir altas dosis de anti-H2 o de omeprazol (16) durante largo período de tiempo y de forma continua (17). La discontinuidad del tratamiento está asociada con una mayor recurrencia de los síntomas y las complicaciones. Hasta en un 50% de los pacientes con EB, el tratamiento médico falló, bien por una supresión ácida insuficiente o bien por la existen- cia de agentes lesivos no ácidos (reflujo alcalino). Es interesan- te observar cómo las restricciones en el estilo de vida para el manejo del EB son menos importantes desde el uso de los IBP y sin embargo, numerosos estudios fisiológicos han demostrado cómo la elevación de la cabecera de la cama, la perdida de peso, el dejar de fumar y no acostarse hasta pasadas 3 horas de la cena, disminuyen los episodios de reflujo. A pesar de un tratamiento con omeprazol, los pacientes pueden continuar con una secreción ácida anormal persistente (18) y presentar una recurrencia de la sintomatología de hasta el 47% (19). Quedan todavía hoy, controversias acerca del incremento de la dosis necesario para poder controlar la esofa- gitis y la hipergastrinemia resultante. ¿Existe un lugar para el tratamiento médico en el EB? El tratamiento médico no impide el RGE, tan sólo, altera la calidad del material refluido, disminuyendo o suprimiendo uno de sus componentes que es el ácido; componente que pro- bablemente no sea el más importante en el desarrollo de las 538 F. OCHANDO CERDÁN ET AL AN. MED. INTERNA (Madrid) 46 MEDIDAS TERAPÉUTICAS EN EL EB 1. Medidas generales: —Medidas higiénicas Reducir peso No utilizar prendas ajustadas No fumar —Medidas dietéticas Distribuir ingesta Evitar grasas, chocolate, zumo de cítricos Evitar bebidas gaseosas Evitar alcohol —Medidas posturales Elevar cabecera de la cama Evitar acostarse tras ingesta 2. Medidas farmacológicas: —Antiácidos —Agentes protectores locales Sucralfato —Proquinéticos Betanecol Metoclopramida Cisapride —Antisecretores AntiH2: cimetidina, ranitidina, famotidina IBP: omeprazol, lansoprazol, pantoprazol 3. Medidas quirúrgicas: —Abiertas Por laparotomía Por toracotomía —Mínimamente invasivas Laparoscopia 4. Medidas endoscópicas: —Ablación termal —Terapia fotodinámica —Energía Ultrasónica TABLA I
  • 3. 47 complicaciones. El tratamiento médico puede ser eficaz en el alivio de los síntomas mientras se administra pero es ineficaz en el tratamiento de las complicaciones. Armstrong en 1992 estableció que el tratamiento médico sería efectivo en la esofagitis por reflujo no complicada y la cirugía estaría indicada en enfermedad intratable médicamen- te o complicada. Las lesiones erosivas son casi invariable- mente reversibles, las lesiones ulcerativas y estenosis son raramente reversibles y la metaplasia columnar, probablemen- te, irreversible con tratamiento médico (20). Además, hasta un 90% de los pacientes con EB tienen un EEI defectuoso y un 80% tienen un fallo en el peristaltismo del esófago distal (21). Ninguno de estos trastornos funciona- les anteriores se solucionan con tratamiento médico. Respecto a la regresión del EB no hay evidencia de que ésta ocurra con el tratamiento médico (22) ni con la cirugía, pero sí detendría su progresión el tratamiento quirúrgico. En conclusión, el tratamiento médico: —No corrige los defectos del EEI. —No corrige los trastornos en el peristaltismo. —No consigue la regresión del EB. —No previene las complicaciones. —No interrumpe la secuencia Barrett – displasia – adeno- carcinoma. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO El tratamiento quirúrgico del EB es idéntico al de la esofagitis por RGE hasta que la displasia severa o el adenocarcinoma demandan esofagectomía. La cirugía antirreflujo restaura la fun- ción del EEI y evita el reflujo de contenido ácido y duodenal al esófago. La elección de la técnica quirúrgica varía con la pre- ferencia del cirujano, pero la más frecuentemente empleada es la “fundusplicatura de Nissen”. Un procedimiento quirúrgico a medida puede ser necesario, dependiendo de la contractilidad del músculo del cuerpo esofágico. Esta decisión requiere un comple- to estudio preoperatorio, con pruebas radiológicas, endoscópicas y manométricas. En cualquier caso, el procedimiento quirúrgico a realizar es controvertido. Para algunos autores, se requiere una presión mayor de 25 mmHg en el cuerpo esofágico con un peris- taltismo adecuado para conseguir una progresión adecuada del bolo deglutido (23) y la ausencia de estas condiciones, conlleva- ría la realización de una fundusplicatura parcial (Toupet, Belsey- Mark IV, Dor…) en lugar de una completa (Nissen, Nissen-Ros- setti), aún cuando el control del RGE a largo plazo no sea igual; pues, una fundusplicatura de 360º en ausencia de peristaltismo esofágico efectivo, como en la acalasia, produce unos resultados a largo plazo insatisfactorios. Por el contrario, otros autores con- sideran que la fundusplicatura de Nissen no está contraindicada aún existiendo trastornos del peristaltismo esofágico pues éstos mejoran tras la cirugía (24) y por tanto, es la técnica de elección, en el tratamiento quirúrgico del EB. Tradicionalmente, las indicaciones para la cirugía del EB eran: —Esofagitis sintomática resistente al tratamiento médico. —Estenosis no dilatable. —Neumonitis por aspiración recurrente. —Displasia de bajo grado. DeMeester (25) agrega: —Hemorragia. —Úlcera esofágica profunda. La cirugía está dirigida a construir una barrera efectiva al RGE, es decir, reducir la hernia hiatal y conseguir un segmento intraabdominal de esófago alrededor del cual se realice la fun- dusplicatura. El procedimiento de Nissen es con el que se tiene más experiencia y se ha mostrado muy efectivo en la supresión del reflujo y excelente en aliviar los síntomas. Los resultados son mejores si se realiza corto (2-3 cm) y “floppy”, para lo cual en numerosas ocasiones es necesario la movilización del fundus gástrico. Para DeMeester, el procedimiento de Nissen mejora los síntomas en un 91% de los pacientes (en etapas menos avan- zadas de la enfermedad) y en un 77% en global (25). Las úlceras de Barrett pueden ser tratadas con cirugía anti- rreflujo (26). En la estenosis esofágica generalmente se asocia un defecto mecánico en el EEI y un trastorno en la contractilidad esofágica. El tratamiento en primer lugar, consistiría en la realización de dilataciones hasta obtener un tamaño adecuado y realizar las biopsias necesarias para descartar malignidad. Si con las dila- taciones, la estenosis cede y desaparece la clínica de disfagia (probablemente no existe trastorno contractil del esófago) el tra- tamiento será fundusplicatura de 360º. Si existe pobre contractili- dad esofágica, valorada por la manometría, será fundusplicatura parcial. Si la estenosis se dilata pero persiste la disfagia, es por- que existe un gran deterioro de la contractilidad esofágica y debe- remos plantearnos la resección esofágica con plastia (21). En definitiva, los estudios publicados demuestran mejores resultados con el tratamiento quirúrgico que con el tratamien- to médico (22). Cirugía antirreflujo laparoscópica La cirugía antirreflujo laparoscópica puede ser apropiada siempre que se consiga suficiente longitud intraabdominal para poder realizarla sin tensión. Los resultados precoces de la fundusplicatura Nissen laparoscópica han sido excelentes (27,28). Una revisión de más de 900 fundusplicaturas de Nis- sen laparoscópicas realizadas desde 1991 describía una morta- lidad menor del 0,1% y una morbilidad entre 6-25% (19). Las complicaciones fueron: —Neumotórax (1,7%). —Embolismo pulmonar (0,8%). —Disfagia postoperatoria (8%). A cambio consigue una estancia media hospitalaria de 2–3 días y una incorporación rápida al trabajo (14 días). Se considera que existe una curva de aprendizaje de unos 20 casos y la técnica debería de realizarse de forma idéntica a la cirugía abierta (29). En pocas palabras, los pilares del dia- fragma deben ser aproximados, los vasos gástricos cortos que- dar seccionados y un Nissen “floppy” realizado sobre una bujía de 60 F (30). El esófago corto ocurre infrecuentemente pero si la hernia es mayor de 5 cm y existen estenosis o estrechamientos, se debería valorar el abordaje transtorácico realizando una gas- troplastia de Collis más antirreflujo. Incluso, conociendo la existencia de una dismotilidad esofágica no es una contraindi- cación para el Nissen laparoscópico ya que no aumenta la dis- fagia en el postoperatorio (24). No existe una correlación sig- nificativa entre los resultados manométricos y clínicos tras un Nissen laparoscópico, según algunos autores (31). El porcentaje de reconversiones a cirugía abierta está alre- dedor del 9,2% y la realización de otro procedimiento adicio- Vol. 18, N.º 10, 2001 TRATAMIENTO DEL ESÓFAGO DE BARRETT EN EL SIGLO XXI 539
  • 4. nal por problemas posteriores en un 3,4%; incluyendo hernia paraesofágica, estenosis hiatal y obstrucción gástrica. Implicaciones quirúrgicas derivadas de considerar el reflujo alcalino responsable de las complicaciones en el EB Si consideramos que: —El tratamiento con IBP fracasa en el control de los sín- tomas de los pacientes con esofagitis hasta en un 38–52% de ellos (32). —Existen pacientes con gastritis atrófica o gastrectomiza- dos que desarrollan esofagitis. Debemos plantearnos el concepto de esofagitis por reflujo alcalino. Para DeMeester, el 93% de los pacientes con EB compli- cado tienen una exposición aumentada al reflujo alcalino (pH esófago >7) (25). De los pacientes con reflujo duodenogástri- co (RDG), el 50% tienen reflujo gastroesofágico alcalino. Con estos datos, se llegó a la hipótesis de que el reflujo alcalino es el responsable de las complicaciones en el EB; aunque no se ha podido demostrar esto en todos los EB com- plicados. Algunos autores consideran que la cirugía antirreflu- jo en pacientes con EB tiene un alto porcentaje de fallos a lar- go plazo (más de 8 años), no evitando completamente el reflujo ácido y duodenal, por lo que podría desarrollarse una displasia o un carcinoma. Postulan la posibilidad de realizar un tratamiento quirúrgico más agresivo como: —Diversión duodenal (33). —Diversión duodenal más antirreflujo (25). —Diversión duodenal más antirreflujo más vagotomía supraselectiva (34). TRATAMIENTO ENDOSCÓPICO DEL EB El hecho de la naturaleza premaligna del EB ha estimula- do la realización de esfuerzos para revertir los procesos meta- plásicos. El tratamiento médico con altas dosis de IBP y el tra- tamiento quirúrgico reparando el EEI han conseguido sólo regresión parcial o nula del epitelio columnar (35). Además es incierto si la cirugía o el tratamiento médico pueden dete- ner la progresión de la displasia a carcinoma. Por tanto, nume- rosos esfuerzos han sido realizados para eliminar la mucosa de Barrett con energía térmica, química o ultrasónica en la esperanza de que el epitelio escamoso reemplace el epitelio de Barrett y su potencial malignidad (36). Los trabajos en estas áreas son nuevos, pero los resultados son prometedores. Ablación termal El láser y el electrocauterio bipolar han sido usados para eliminar los segmentos columnares con resultados dispares (37). Las áreas quemadas son curadas con células escamosas (38). Desgraciadamente, se necesitan múltiples sesiones para la eliminación completa del epitelio metaplásico y la forma- ción de estenosis durante el proceso de curación es relativa- mente frecuente (39). También se ha descrito regeneración escamosa cubriendo el epitelio de Barrett y posterior desarro- llo de adenocarcinoma bajo el epitelio escamoso (36). A estos tratamientos se debe asociar siempre un tratamien- to con IBP o una cirugía antirreflujo para tratar el RGE existente (40). Terapia fotodinámica Sustancias fotosensibilizadoras como porfirina sódica o ácido 5-amino levulínico (5-ALA) pueden ser minuciosamen- te inyectadas y activadas por luz intraesofágica endoscópica produciendo la ablación de la mucosa esofágica. La técnica fue inicialmente desarrollada para tratar áreas de displasia ya que las porfirinas se concentran en el tejido displási- co, pero tratando la displasia se observó como áreas no displási- cas del EB también regresaban. Overholt y Panjehpour (41) han publicado 36 pacientes con EB y displasia tratados con terapia fotodinámica (porfirina sódica). 14 pacientes tenían un carcino- ma superficial. La ablación completa del EB ocurrió en el 28% y todos los carcinomas superficiales fueron eliminados. Las áreas eliminadas fueron reemplazadas por epitelio escamoso. Desgra- ciadamente, la reacción química no es tejido específica y se pro- dujeron estenosis que requirieron dilatación en 58% de los pacientes tratados. El uso de la porfirina sódica está limitado por la fotosensibilización sistémica, lo cual requiere que el paciente permanezca sin tener contacto directo con la luz solar por lo menos 1 mes. El uso del 5-ALA consigue disminuir la fotosensi- bilización sistémica ya que la protoporfirina activa es rápida- mente metabolizada y eliminada (42). La terapia fotodinámica está indicada para pacientes con displasia o carcinoma que no son candidatos a cirugía o la rehusan (43). El uso para EB no displásico está limitado por la incompleta y poco fiable ablación de la mucosa y la alta inci- dencia de estenosis secundarias. El coste de esta técnica es alto. Energía ultrasónica El carácter tejido-selectivo de la energía ultrasónica ha promovido recientemente la investigación de esta energía como fuente para la ablación epitelial en modelos animales. El aspirador quirúrgico ultrasónico Cavitron‚ y un bisturí armónico modificado pueden producir frecuencias de energía optima para eliminar sólo el epitelio superficial a la muscularis mucosa (44). En teoría, esto eliminaría toda la mucosa de Barrett sin producir daño más profundamente, con lo que se evitaría la aparición de estenosis. Los instrumentos han de ser aplicados en la mucosa esofágica mediante una técnica de gastrostomía endoscópica percutanea estándar. Es posible la ablación com- pleta de toda la mucosa superficial, con el beneficio añadido de la aspiración de los fragmentos de mucosa para realizar estudios citológicos. Los resultados precoces demuestran la regeneración escamosa con ausencia de estenosis, es decir, que se produce la curación del EB. Está previsto la aplicación de esta técnica en el mismo momento de la cirugía antirreflujo, constituyéndose en el tratamiento optimo e ideal para el paciente con EB. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO EN EL EB MALIGNIZADO No está claro que ni el tratamiento médico ni el quirúrgico prevengan la malignización del EB. 540 F. OCHANDO CERDÁN ET AL AN. MED. INTERNA (Madrid) 48
  • 5. 49 McDonald et al. (45) en la Clínica Mayo, en 112 pacientes con seguimiento medio de 6,5 años después de la cirugía, vie- ron que 3 desarrollaron adenocarcinoma a los 13, 25 y 39 meses, sugiriendo que la malignización podría estar presente en el momento de la cirugía antirreflujo. Por tanto, a largo pla- zo, la cirugía podría tener un efecto protector, sin embargo, la vigilancia es necesaria después de la cirugía. Actualmente, existen evidencias convincentes de que la dis- plasia no es sólo un marcador de carcinoma sino que puede pro- gresar a carcinoma invasivo (46). Aproximadamente un 30- 40% de los pacientes con displasia de alto grado (severa) realmente tienen un carcinoma invasivo (47). Existen patólogos que consideran la displasia de alto grado y el carcinoma in situ, una sola entidad (48). En el seguimiento de pacientes con dis- plasia de bajo y alto grado, el carcinoma se desarrolló entre 1,5 y 4 años (49). Para algunos autores la aparición de displasia y carcinoma está en relación con la extensión de la longitud del EB (superior a 8 cm) (50). Sin embargo, si el carcinoma está presente o no, la displasia de alto grado por sí misma, tiene un riesgo muy elevado de transformarse en carcinoma y algunos cirujanos realizan resección esofágica cuando la displasia de alto grado es confirmada en repetidas biopsias (51). Pacientes resecados por displasia de alto grado presentan carcinoma inva- sor hasta en un 50% de ellos (52) o carcinoma in situ (48). Por otro lado, el 74% de los carcinomas invasivos resecados tienen displasia de alto grado en la pieza (53). Parece pues peligroso y arriesgado mantener a pacientes con displasia de alto grado en programas de vigilancia endoscópica, pues aunque algunos autores consideran que un buen protocolo de biopsias endoscó- picas puede diferenciar displasia de alto grado de adenocarcino- ma precoz (54) y por tanto, displasia de alto grado no indica resección quirúrgica; sin embargo, para otros no por muchas biopsias se puede excluir un adenocarcinoma (55). La resección tiene entre 5-10% de mortalidad. Por tanto, sometemos a este riesgo a pacientes que quizás no hubieran desarrollado carcinoma. Ahora bien, la resección de un adeno- carcinoma en estadio precoz detectado por los programas de vigilancia tiene excelentes resultados (75-90% supervivencia a los 5 años) (48,52,53). El diagnóstico precoz del carcinoma que no ha superado la pared esofágica y no afecta ganglios linfáticos tiene un pronóstico excelente tras la resección (56). Si supera la pared esofágica o afecta ganglios linfáticos, el pronóstico es peor. Skinner (57) aconseja una cirugía radical con linfadenectomía extensa aún en estadios precoces de la enfermedad. DeMeester (25) considera que el carcinoma intramucoso no se acompaña nunca de ganglios afectados y por tanto, en estos pacientes con biopsia positiva y sin masa evidente endoscópica, aconseja esofagectomía sin linfadenec- tomía. Cuando existe un carcinoma intramural o transmural, aconseja resección en bloque de la pieza por toracotomía. Condon (58) no cree que en ningún caso se deba realizar linfa- denectomía extensa, únicamente esofagectomía, pues los fac- tores fundamentales en el pronóstico son el estadio de la enfermedad en el momento del diagnóstico y la agresividad del tumor, ambos independientes del procedimiento quirúrgi- co. Al igual que en otros tipos de carcinomas esofágicos, la resección es también la mejor paliación (59). El adenocarcinoma esofágico asociado a EB tiene mejor pronóstico que el adenocarcinoma no asociado a EB, posible- mente por el diagnóstico más precoz que se realiza gracias a los estudios motivados por la clínica del RGE, ausente en los adenocarcinomas no asociados a EB (60). Queda por considerar si la displasia de bajo grado en un paciente con EB sin otra complicación es, per se, indicación de cirugía antirreflujo. Lo cual está en relación con si la dis- plasia regresa o no progresa después de la cirugía antirreflujo, hecho que no está demostrado. Si se confirma el potencial car- cinogénico del reflujo alcalino sobre el esófago, la profilaxis de estos cambios (metaplasia – displasia – cáncer) sería un argumento más para el tratamiento quirúrgico del reflujo, ya que es el único capaz de eliminarlo eficazmente. Quizás en un futuro, la flujocitometría y la identificación del oncogén p53 podrían precisar los pacientes con riesgo de carcinoma (61). Un estudio individual y selectivo en cada paciente con displa- sia debe pues ser realizado (62), teniendo en mente siempre la posibilidad de esofagectomía (63). Vol. 18, N.º 10, 2001 TRATAMIENTO DEL ESÓFAGO DE BARRETT EN EL SIGLO XXI 541 1. Barrett NR. Chronic peptic ulcer of the oesophagus: a report of eight cases. Br J Surg 1950; 38: 175-182. 2. Paull A, Trier JS, Dalton MD, Camp RC, Loeb P, Goyal RK. The histolo- gic spectrum of Barrett’s esophagus. N Engl J Med 1976; 295: 476-480. 3. Bujanda Fernandez de Pierola L, Muñoz Villafranca C, Sanchez Martín A, Iriondo Martinez de Luco C, Aras Portilla LM. Adenocarcinoma in Barrett’s esophagus. A retrospective study 46 patients followed during 3.5 years. An Med Interna (Madrid) 1999; 16: 178-180. 4. Bremner CG, Lynch VP, Ellis FH. Barrett’s esophagus: congenital or acquired? An experimental study of esopahgeal mucosal regeneration in the dog. Surgery 1970; 68: 209-216. 5. Stein HJ, Siewert JR. 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