Consumir aceite de oliva, frutos secos, pescado azul y productos frescos como frutas y verduras de forma regular. Preparar platos en casa en lugar de comidas procesadas o de restaurantes. Elegir pan artesanal en lugar de pan blanco y refinado. Limitar el consumo de carnes rojas y preferir pollo, pavo y pescado. Comer legumbres, lácteos desnatados y café y marisco en porciones moderadas. Reducir el uso de sal y azúcares. Llevar una dieta equilibrada