Las dioxinas y furanos son compuestos tóxicos formados por anillos bencénicos con átomos de cloro y oxígeno que se forman durante procesos de combustión e incineración. Son muy estables, liposolubles, resistentes a la degradación y se acumulan en la cadena alimentaria, exponiendo a la población. Pueden causar cáncer, defectos de nacimiento y otros efectos severos a la salud como cloracné e hiperpigmentación.