La planificación tradicional es tecnocrática, centralista y poco realista al suponer que los técnicos conocen las necesidades sociales y que sus propuestas serán universalmente aceptadas. Este enfoque ha fracasado al no implementar programas sociales y ante la insatisfacción pública. La planificación estratégica es situacional, considera la realidad como un medio cambiante e impredecible, y se enfoca en estrategias a largo plazo para alcanzar objetivos mediante proyectos viables que transformen progresivamente la situación.