El documento resume las mejores prácticas para el tratamiento del trauma craneoencefálico en pediatría, incluyendo mantener la presión arterial y glucemia normales, monitorear la presión intracraneal, mantener la presión de perfusión cerebral entre 40-65 mmHg, y evitar las lesiones secundarias a través de técnicas como la ventilación adecuada, control de temperatura y presión, y el uso de soluciones hipertónicas cuando sea necesario.