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FRECUENCIA
El cáncer infantil representa la segunda cau-
sa de mortalidad después de los accidentes.
Los tumores del sistema nervioso central
(SNC) ocupan el segundo lugar por su fre-
cuencia dentro de todas las neoplasias infan-
tiles, solo por debajo de las leucemias y son
los tumores sólidos más frecuentes en meno-
res de 15 años. La incidencia anual en la po-
blación europea y norteamericana es de
3/100.000 habitantes menores de 15 años,
con una relación hombre/mujer a esta edad
de 1,2. Durante el periodo 1980-2001 se han
registrado en nuestro país en el Registro Na-
cional de Tumores Infantiles (RNTI) un to-
tal de 2.273 casos de tumores cerebrales ex-
cluyendo a los mayores de 14 años. Presentan
una distribución por sexos con predominio
masculino y los valores de incidencia y super-
vivencia a cinco años son superponibles a los
descritos en otras series.
FACTORES PREDISPONENTES
En la etiología de los tumores infantiles, al
contrario que en el adulto, existe una menor
interacción entre factores genéticos y am-
bientales.
En cuanto a los factores genéticos predispo-
nentes para desarrollar un tumor cerebral, el
4% de los tumores cerebrales se asocian a sín-
dromes hereditarios o enfermedades genéti-
cas multifactoriales. Los síndromes heredita-
rios con mayor predisposición tumoral en el
SNC son: Neurofibromatosis I y II, Esclerosis
Tuberosa, Enfermedad de von Hippel-Lin-
dau, síndrome de poliposis familiar y síndro-
me carcinomatoso de células basales nevoi-
des. La tasa de incidencia estandarizada para
padecer un tumor cerebral entre familiares es
del 2,55% y el sexo también es un factor de
riesgo para padecer determinados tumores
cerebrales.
Entre los factores de riesgo adquiridos en lo que
respecta a la infancia, no existe evidencia de
aumento de riesgo de padecer tumores cere-
brales para los factores ambientales estudia-
dos como son los campos electromagnéticos,
uso de teléfonos móviles, exposición a líneas
de alta tensión, traumatismos craneoencefá-
licos incluido el traumatismo obstétrico,
compuestos de nitrosoureas y nitrosaminas
en tetinas y biberones. No se ha demostrado
el efecto pernicioso de los compuestos nitro-
genados en la dieta de la gestante. Hay evi-
dencia sugestiva pero no concluyente sobre
la influencia de la edad del padre durante la
concepción, el uso domiciliario de pesticidas
y el fumar pasivamente durante el embarazo.
Hay evidencia franca sobre la exposición
profesional paterna en las industrias de pin-
turas y sobre el efecto protector de la ingesta
de vitaminas durante la gestación, pero son
las radiaciones ionizantes el único factor cuya
relación causal está completamente demos-
trada. La irradiación craneal, incluso a dosis
bajas, aumenta la incidencia de tumores pri-
marios del SNC. El periodo de latencia pue-
de oscilar desde 10 a más de 20 años después
© Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente.
Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
Tumores cerebrales infantiles:
diagnostico y semiologia neurológica
Mª Jesús Martínez González, Ainhoa García Ribes,
Carmen Garaizar Axpe
Sección de Neurología Pediátrica
Hospital Universitario de Cruces, Baracaldo (Vizcaya)
27
de la exposición a la radioterapia por lo que
la mayoría de los tumores inducidos por la ra-
diación se ponen de manifiesto en la edad
adulta.
A pesar de todo esto, la causa de la mayor
parte de los tumores cerebrales sigue siendo
desconocida.
CLASIFICACIÓN
Se realiza en base a la localización, extensión
e histología del tumor, parámetros todos que
difieren en la infancia respecto a la edad
adulta. En el futuro, la clasificación engloba-
rá también los factores genéticos intrínsecos
del tumor: inmuno-histoquímico, genético
molecular, citogenética y mediciones de la
actividad mitótica.
1) Histología:
Se basa en la Clasificación de la World He-
alth Organization en la que se consideran
cuatro grupos que, para los niños, quedaría
resumida en astrocitomas, meduloblasto-
mas/tumores neuroectodérmicos primitivos
(PNET), ependimomas, craneofaringiomas,
tumores de células germinales y de plexos co-
roideos en orden decreciente de frecuencia
2) Localización:
En los niños predominan los tumores de loca-
lización infratentorial frente a las localizacio-
nes supratentoriales que son mayoritarias en
adultos. Sólo durante el primer año de vida
las localizaciones supratentoriales son más
frecuentes. Aproximadamente el 50% de los
tumores son infratentoriales (astrocitoma ce-
rebeloso, meduloblastoma, ependimoma y
glioma de tronco); el 20% son selares o su-
praselares (craneofaringioma, gliomas quias-
mático, talámico e hipotalámico y germino-
mas); y el 30% restante de localización
hemisférica (astrocitomas, oligodendroglio-
ma, PNET, ependimoma, meningioma, tu-
mores de plexos coroideos, tumores de la re-
gión pineal y tumores de extirpe neuronal o
mixta).
3) Extensión:
Tienen más propensión a diseminarse por el
espacio subaracnoideo los meduloblastomas,
ependimomas y germinomas. Si la neuroima-
gen cerebral sugiere uno de estos tipos, es im-
portante realizar una RNM medular con ga-
dolinio, antes de la cirugía, así como analizar
el LCR: citología, glucosa y proteínas. Los
marcadores tumorales en LCR son especial-
mente útiles en el caso de germinomas. El
meduloblastoma puede ocasionalmente pro-
ducir metástasis óseas, por lo que deberá va-
lorarse la gammagrafía y biopsia de médula
ósea. No se ha demostrado mayor riesgo de
diseminación con las derivaciones ventrícu-
lo-peritoneales.
CARACTERISTICAS CLINICAS
La clínica va a depender de la edad del niño,
la localización del tumor y del grado de ex-
tensión del mismo. Los tumores cerebrales
producen su sintomatología por el efecto
masa del tumor, el aumento secundario de la
presión intracraneal y el edema peritumoral y
por infiltración o destrucción del tejido cere-
bral sano.
1. Síndrome de hipertensión intracraneal.
Refleja habitualmente la hidrocefalia obs-
tructiva por un tumor de fosa posterior. Con
mucha menos frecuencia la hidrocefalia es
secundaria a compresión hemisférica o a hi-
perproducción de LCR por un tumor de ple-
xos coroides. La obvia progresividad clínica
de este cuadro es el único elemento fiable
204 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica
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Tumores cerebrales infantiles: Diagnósticos y semiología neurológica 205
para diferenciarlo de las tan comunes cefale-
as benignas de la infancia por ello, un exa-
men neurológico cuidadoso es de primordial
importancia. El déficit visual por atrofia ópti-
ca secundaria a papiledema crónico es un ha-
llazgo poco frecuente y cuando detectamos
tal déficit es más fácil que corresponda a un
tumor de vías ópticas con o sin hipertensión
intracraneal; por lo tanto no debemos excluir
la posibilidad de que una cefalea se deba a hi-
pertensión intracraneal cuando no encontre-
mos datos en el fondo de ojo. A la hiperten-
sión intracraneal es fácil que se asocien
signos de falsa localización como la diplopia
por paresia de los pares oculomotores o el dé-
ficit de la elevación ocular por compresión del
tectum. La ataxia propia del cráneo hiperten-
sivo es más bien una apraxia de la marcha se-
cundaria a la hidrocefalia, y por lo tanto tam-
bién falso signo de focalidad. En los niños
mayores suele aparecer la tríada clásica de ce-
falea, vómitos y somnolencia de forma aguda o
de forma insidiosa con cefaleas intermiten-
tes, disminución del rendimiento escolar y
cambios de personalidad. La cefalea suele te-
ner predominio matutino y en ocasiones se
relaciona con la localización del tumor aun-
que hay que tener en cuenta que los tumores
del SNC son una causa poco frecuente de ce-
falea si los comparamos con la cefalea de ori-
gen tensional o migrañosa. En los lactantes,
debido a la posibilidad que ofrece la disten-
sión de las suturas y fontanelas, pueden no
aparecer los síntomas clásicos de cefalea y vó-
mitos (irritabilidad por dolor) y lo más frecuen-
te es encontrar una macrocefalia progresiva.
Sin embargo, debe hacerse una ecografía ce-
rebral antes de alarmar a la familia, especial-
mente cuando el resto de la exploración es
anodina, ya que la macrocefalia idiopática be-
nigna es un proceso sumamente frecuente
que también produce la temible escalada de
percentiles del perímetro cefálico durante el
primer año de vida. La torticolis persistente
puede indicar un desplazamiento de la amig-
dala cerebelosa o un tumor cérvico-bulbar.
2) Signos de focalización:
Una hemiparesia sugiere un origen hemisféri-
co o de tronco cerebral. La paraparesia apun-
ta a un origen espinal y más raramente a un
proceso expansivo de la cisura interhemisfé-
rica aunque no debemos olvidar la parapare-
sia secundaria a neuroblastomas de localiza-
ción paravertebral con compresión espinal.
Las posturas anómalas de los lactantes pueden
deberse a paresias de las extremidades, más
difíciles de detectar en su inicio que las alte-
raciones de la marcha del niño. La afectación
de pares craneales bajos es propia de la inva-
sión de tronco, especialmente si se asocia a
afectación de vías largas en ausencia de hi-
pertensión intracraneal. El nistagmo sin défi-
cit visual indica afectación de tronco o cere-
belo y la ataxia de tronco, afectación del
vermix. El síndrome diencefálico es caracterís-
tico de los tumores localizados en la línea me-
dia por infiltración a ese nivel, cursando con
hiperactividad, buen humor, adelgazamien-
to-caquexia e irritabilidad y suele acompa-
ñarse de alteraciones visuales secundarias a
afectación quiasmática. En los tumores me-
dulares, los síntomas clínicos son bastante in-
específicos y reflejan la situación del tumor a
nivel local (dolor localizado que suele empeo-
rar por la noche, alteraciones sensoriales y
debilidad muscular/atrofia) y el compromiso
de las vías motoras y sensitivas por debajo del ni-
vel medular afectado (hipotonía y espasticidad
o hipotonía y flacidez, afectación sensorial y
vesical). Puede aparecer una postura de hiper-
lordosis antiálgica y desarrollan progresiva-
mente deformidades espinales en forma de ci-
foescoliosis.
3) Crisis convulsivas:
Son el primer síntoma del 6-10% de los tu-
mores cerebrales infantiles, y aparecen a lo
largo de la evolución en un 10-15% adicio-
nal. Su aparición depende de la localización
tumoral (50% de los tumores hemisféricos
producen convulsiones), de la estirpe celular
(gangliogliomas y astrocitomas especialmen-
te), del grado de malignidad (en menores de
10 años, 28% de los gliomas de bajo grado de-
butan con epilepsia, y 12% de los alto grado),
y de la edad (el debut epiléptico de los tumo-
res es menos probable en la infancia que en
la edad adulta). Los pacientes tumorales que
debutan con convulsiones tienen una explo-
ración neurológica inicialmente normal en el
75% de los casos, y refieren alteraciones del
comportamiento el 50%.
Por otra parte, el 1-5% de la población epi-
léptica presenta una etiología tumoral, au-
mentando el porcentaje con la mayor utiliza-
ción de estudios neuroradiológicos. El origen
tumoral es más frecuente en las crisis parcia-
les y en sujetos de menor edad: 17% de los
menores de 4 años con epilepsia parcial. La
larga evolución de la epilepsia disminuye el
riesgo pero no lo suprime: OR 9,4 para las
epilepsias con menos de un año de evolución
y un 4,7 para aquellas con más de 10 años.
Las convulsiones febriles no suponen riesgo
alguno. Las crisis epilépticas pueden aparecer
a cualquier edad, desde los primeros días de
vida. Es importante la práctica de una RNM
en todo niño con epilepsia parcial que no co-
rresponda a los bien conocidos síndromes
idiopáticos, y cuya etiología no haya sido fir-
memente establecida. En tales casos, la nor-
malidad EEG o buena respuesta al tratamien-
to, no son garantía de ausencia tumoral.
En los niños sometidos a cirugía por epilepsia
intratable, el porcentaje de tumores es del
12%, aumentando considerablemente la fre-
cuencia si la serie quirúrgica se circunscribe al
lóbulo temporal. Los pacientes con epilepsia
intratable en los que la cirugía de la epilepsia
demostró un origen tumoral tenían una ex-
ploración normal previa en el 80-97%. Las
crisis son del tipo parcial complejo en la mi-
tad de los casos, y en casi la tercera parte pue-
den asociarse diferentes tipos de crisis. Varios
estudios han descartado la posibilidad onco-
génica de los fármacos antiepilépticos. Toda
la epilepsia de difícil control debe ser estudia-
da con RNM. Una TAC previa normal o con
hipodensidades aparentemente residuales no
supone garantía alguna en estos casos.
4) Alteraciones endocrinas:
Los tumores de localización pineal presentan
el síndrome de Parinaud y alteraciones de la
pubertad. La obesidad, talla corta y pubertad
retrasada sugieren la presencia de un craneo-
faringioma o glioma hipotalámico. La puber-
tad precoz es frecuente en tumores hipotalá-
micos y en los de la región pineal y la diabetes
insípida se observa en los germinomas supra-
selares. La disfunción pituitaria, en todas sus
variantes, indica claramente su localización.
5) Coma de instauración súbita:
Es muy infrecuente y suele deberse a una he-
morragia intratumoral. Puede también obser-
varse en los raros casos de metástasis cerebra-
les de tumores como el rabdomiosarcoma
embrionario, el tumor de Wilms y el sarcoma
osteogénico. La obstrucción súbita de uno de
los agujeros de Monro es excepcional.
6) Trastornos del comportamiento:
En términos generales claros trastornos del
comportamiento son poco frecuentes pero
síntomas psicológicos sutiles son muy habi-
206 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica
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tuales. La observación más frecuente referida
por los padres es que su hijo ha cambiado sin
saber definir cómo. Los profesores suelen refe-
rir un empeoramiento en su rendimiento es-
colar y en la capacidad de concentración. En
los adolescentes pueden aparecer síntomas de-
presivos a consecuencia de cambios de com-
portamiento que no se reconocen a tiempo.
EXAMENES COMPLEMENTARIOS
La técnica de elección es la resonancia mag-
nética (RM). La tomografía axial computeri-
zada (TAC) ha quedado reducida a una me-
dida de apoyo ante la sospecha de
calcificaciones y en las situaciones en las que
se requiera un estudio rápido y sin anestesia
(hidrocefalia descompensada, hemorragia in-
tratumoral, etc.). En una radiografía de crá-
neo se puede observar la presencia de calcifi-
caciones, deshiscencia de suturas y
alteraciones de la silla turca presentes en los
craneofaringiomas. La ecografía cerebral per-
mite el despistaje de masas quísticas y sólidas
en neonatos y lactantes. Se intenta conseguir
una mayor aproximación al diagnóstico his-
tológico a través de la imagen con la RM con
espectroscopia y delimitar con mayor seguri-
dad el campo quirúrgico gracias a la RM fun-
cional (áreas motoras y del lenguaje) así
como durante el acto quirúrgico gracias a la
ecografía, a los registros y estimulación elec-
trofisiológica. Los estudios con tomografía
por emisión de positrones (PET) ayudan a di-
ferenciar la recidiva tumoral de la radione-
crosis, y contribuyen al diagnóstico de los pe-
queños tumores que originan epilepsia
intratable. La angio-RM, la PET y la tomo-
grafía computerizada por emisión de fotón
único (SPECT), contribuirán igualmente a
un mejor estudio del tumor.
ALGUNAS CONSIDERACIONES
SOBRE EL TRATAMIENTO
1.- El Comité de Tumores.
Para unos resultados óptimos se requieren los
esfuerzos coordinados de neurólogos, neuro-
cirujanos, oncólogos y radioterapeutas, ade-
más de neurorradiólogos, neuropatólogos, re-
habilitadotes y, cuando sea conveniente,
endocrinólogos y psicólogos del área pediá-
trica. La Unidad de Oncología Pediátrica
suele ser la coordinadora principal del trata-
miento de estos niños.
2.- Objetivos quirúrgicos.
Se trata de obtener un diagnóstico histológi-
co, de reducir la masa tumoral y liberar la cir-
culación de LCR. Sólo en los casos de epi-
lepsia intratable, el último de estos objetivos
es sustituido por el del control crítico. Los tu-
mores profundos de difícil acceso requieren la
práctica de una biopsia estereotáxica, salvo
excepciones, como los gliomas de tronco no
exofíticos, por ejemplo. El pronóstico de la
mayoría de los tumores depende en gran par-
te de lo completo o incompleto de la extirpa-
ción. Se recomienda el control neurorradio-
lógico durante las primeras 72 horas de la
intervención, antes de que los procesos de ci-
catrización se hagan notar.
3.- El caso de los gliomas ópticos de la Neu-
rofibromatosis tipo I.
Se detectan en menos del 20% de estos pa-
cientes y su edad media de aparición está en-
tre los 4 y los 5 años, habitualmente en el cur-
so de los controles periódicos en pacientes
asintomáticos o con déficit visuales estáticos.
La recomendación actual para el diagnóstico
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de estos tumores en la Neurofibromatosis
tipo I asintomática es la realización de con-
troles oftalmológicos anuales hasta los 8 años
de edad y posteriormente bianuales. No se re-
comienda utilizar la resonancia magnética a
no ser que haya sintomatología o dato en la
exploración que lo justifique. Cuando el glio-
ma es sintomático los controles se hacen más
frecuentes pero dado que se trata de astroci-
tomas de bajo grado, si no hay signos de evo-
lutividad, no se obtiene confirmación histo-
lógica ni se ofrece tratamiento.
4.- El caso de la cirugía de la epilepsia cuan-
do su origen demuestra ser tumoral.
4.1. El glioma indolente: ¿Cuándo intervenir?
Ni la intervención precoz ni la radioterapia
han demostrado su eficacia en estos casos, a
diferencia de los tumores no epileptógenos.
La epilepsia, sin embargo, no remitirá sin la
cirugía. La controversia se mantiene.
4.2. Resección del foco tumoral o del foco epi-
léptico: La atrofia del hipocampo (gliosis y
pérdida neuronal) se asocia con frecuencia a
la epilepsia del lóbulo temporal, indepen-
dientemente de que ésta esté producida o no
por un tumor del mismo lóbulo. Las implica-
ciones patogénicas son todavía objeto de es-
tudio, y hay quien discrepa sobre la conve-
niencia de extirpar ambas zonas.
4.3. Las formas de transición de cortex displási-
co a focos neoplásicos corticales: Se encuentran
en al menos el 4% de las lobectomías por epi-
lepsia intratable. Se asocian a tumores benig-
nos o de lenta evolución: disembrioplásico
neuroepitelial (DNT), oligodendrogliomas y,
más raramente, a astrocitomas de bajo grado.
El significado de esta asociación todavía se
desconoce.
SECUELAS NEUROLOGICAS DEL
TRATAMIENTO
Se consideran secuelas a todos los déficit fí-
sicos o psicosociales persistentes, que vienen
determinados por el tratamiento recibido, la
edad y la localización del tumor. Con la ayu-
da de la quimioterapia se intenta demorar,
evitar o modificar la radioterapia craneal en
los menores de tres años. La neuroimagen
detecta la leucoencefalopatía precoz y las cal-
cificaciones que aparecen tardíamente en la
sustancia gris cortical y en los ganglios basa-
les, siendo éstos los principales cambios ce-
rebrales asociados al tratamiento de los tu-
mores cerebrales en la infancia. En los niños
con leucemia linfoblástica aguda que reci-
bieron radioterapia, con o sin metrotexate
intratecal, se ha observado además una dila-
tación ventricular y de los espacios subarac-
noideos, residual. El desarrollo cognitivo se
ve afectado sobre todo en los más pequeños,
quedando ampliamente constatado que una
edad precoz cuando reciben la radioterapia
incrementa el riesgo de secuelas neurocog-
nitivas. Otras alteraciones observadas son:
déficit hormonales (sobre todo de la hormona
de crecimiento y de la hormona estimulante
del tiroides), alteraciones visuales y auditivas,
distintos grados de déficit motores y la apari-
ción de segundos tumores. En un amplio estu-
dio retrospectivo de más de 5 años de segui-
miento desde el diagnóstico del tumor, se
compara la incidencia de deficiencias en los
supervivientes comparados con sus herma-
nos como controles; los supervivientes de
tumor tienen un riesgo 17 veces mayor que
los controles de sufrir deficiencias auditivas,
14 veces mayor de alteraciones visuales, al-
teraciones de la coordinación en el 49%, al-
teraciones motoras en el 26%, y el 25% pre-
sentaron convulsiones a largo plazo.
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  • 1. FRECUENCIA El cáncer infantil representa la segunda cau- sa de mortalidad después de los accidentes. Los tumores del sistema nervioso central (SNC) ocupan el segundo lugar por su fre- cuencia dentro de todas las neoplasias infan- tiles, solo por debajo de las leucemias y son los tumores sólidos más frecuentes en meno- res de 15 años. La incidencia anual en la po- blación europea y norteamericana es de 3/100.000 habitantes menores de 15 años, con una relación hombre/mujer a esta edad de 1,2. Durante el periodo 1980-2001 se han registrado en nuestro país en el Registro Na- cional de Tumores Infantiles (RNTI) un to- tal de 2.273 casos de tumores cerebrales ex- cluyendo a los mayores de 14 años. Presentan una distribución por sexos con predominio masculino y los valores de incidencia y super- vivencia a cinco años son superponibles a los descritos en otras series. FACTORES PREDISPONENTES En la etiología de los tumores infantiles, al contrario que en el adulto, existe una menor interacción entre factores genéticos y am- bientales. En cuanto a los factores genéticos predispo- nentes para desarrollar un tumor cerebral, el 4% de los tumores cerebrales se asocian a sín- dromes hereditarios o enfermedades genéti- cas multifactoriales. Los síndromes heredita- rios con mayor predisposición tumoral en el SNC son: Neurofibromatosis I y II, Esclerosis Tuberosa, Enfermedad de von Hippel-Lin- dau, síndrome de poliposis familiar y síndro- me carcinomatoso de células basales nevoi- des. La tasa de incidencia estandarizada para padecer un tumor cerebral entre familiares es del 2,55% y el sexo también es un factor de riesgo para padecer determinados tumores cerebrales. Entre los factores de riesgo adquiridos en lo que respecta a la infancia, no existe evidencia de aumento de riesgo de padecer tumores cere- brales para los factores ambientales estudia- dos como son los campos electromagnéticos, uso de teléfonos móviles, exposición a líneas de alta tensión, traumatismos craneoencefá- licos incluido el traumatismo obstétrico, compuestos de nitrosoureas y nitrosaminas en tetinas y biberones. No se ha demostrado el efecto pernicioso de los compuestos nitro- genados en la dieta de la gestante. Hay evi- dencia sugestiva pero no concluyente sobre la influencia de la edad del padre durante la concepción, el uso domiciliario de pesticidas y el fumar pasivamente durante el embarazo. Hay evidencia franca sobre la exposición profesional paterna en las industrias de pin- turas y sobre el efecto protector de la ingesta de vitaminas durante la gestación, pero son las radiaciones ionizantes el único factor cuya relación causal está completamente demos- trada. La irradiación craneal, incluso a dosis bajas, aumenta la incidencia de tumores pri- marios del SNC. El periodo de latencia pue- de oscilar desde 10 a más de 20 años después © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/ Tumores cerebrales infantiles: diagnostico y semiologia neurológica Mª Jesús Martínez González, Ainhoa García Ribes, Carmen Garaizar Axpe Sección de Neurología Pediátrica Hospital Universitario de Cruces, Baracaldo (Vizcaya) 27
  • 2. de la exposición a la radioterapia por lo que la mayoría de los tumores inducidos por la ra- diación se ponen de manifiesto en la edad adulta. A pesar de todo esto, la causa de la mayor parte de los tumores cerebrales sigue siendo desconocida. CLASIFICACIÓN Se realiza en base a la localización, extensión e histología del tumor, parámetros todos que difieren en la infancia respecto a la edad adulta. En el futuro, la clasificación engloba- rá también los factores genéticos intrínsecos del tumor: inmuno-histoquímico, genético molecular, citogenética y mediciones de la actividad mitótica. 1) Histología: Se basa en la Clasificación de la World He- alth Organization en la que se consideran cuatro grupos que, para los niños, quedaría resumida en astrocitomas, meduloblasto- mas/tumores neuroectodérmicos primitivos (PNET), ependimomas, craneofaringiomas, tumores de células germinales y de plexos co- roideos en orden decreciente de frecuencia 2) Localización: En los niños predominan los tumores de loca- lización infratentorial frente a las localizacio- nes supratentoriales que son mayoritarias en adultos. Sólo durante el primer año de vida las localizaciones supratentoriales son más frecuentes. Aproximadamente el 50% de los tumores son infratentoriales (astrocitoma ce- rebeloso, meduloblastoma, ependimoma y glioma de tronco); el 20% son selares o su- praselares (craneofaringioma, gliomas quias- mático, talámico e hipotalámico y germino- mas); y el 30% restante de localización hemisférica (astrocitomas, oligodendroglio- ma, PNET, ependimoma, meningioma, tu- mores de plexos coroideos, tumores de la re- gión pineal y tumores de extirpe neuronal o mixta). 3) Extensión: Tienen más propensión a diseminarse por el espacio subaracnoideo los meduloblastomas, ependimomas y germinomas. Si la neuroima- gen cerebral sugiere uno de estos tipos, es im- portante realizar una RNM medular con ga- dolinio, antes de la cirugía, así como analizar el LCR: citología, glucosa y proteínas. Los marcadores tumorales en LCR son especial- mente útiles en el caso de germinomas. El meduloblastoma puede ocasionalmente pro- ducir metástasis óseas, por lo que deberá va- lorarse la gammagrafía y biopsia de médula ósea. No se ha demostrado mayor riesgo de diseminación con las derivaciones ventrícu- lo-peritoneales. CARACTERISTICAS CLINICAS La clínica va a depender de la edad del niño, la localización del tumor y del grado de ex- tensión del mismo. Los tumores cerebrales producen su sintomatología por el efecto masa del tumor, el aumento secundario de la presión intracraneal y el edema peritumoral y por infiltración o destrucción del tejido cere- bral sano. 1. Síndrome de hipertensión intracraneal. Refleja habitualmente la hidrocefalia obs- tructiva por un tumor de fosa posterior. Con mucha menos frecuencia la hidrocefalia es secundaria a compresión hemisférica o a hi- perproducción de LCR por un tumor de ple- xos coroides. La obvia progresividad clínica de este cuadro es el único elemento fiable 204 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
  • 3. © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/ Tumores cerebrales infantiles: Diagnósticos y semiología neurológica 205 para diferenciarlo de las tan comunes cefale- as benignas de la infancia por ello, un exa- men neurológico cuidadoso es de primordial importancia. El déficit visual por atrofia ópti- ca secundaria a papiledema crónico es un ha- llazgo poco frecuente y cuando detectamos tal déficit es más fácil que corresponda a un tumor de vías ópticas con o sin hipertensión intracraneal; por lo tanto no debemos excluir la posibilidad de que una cefalea se deba a hi- pertensión intracraneal cuando no encontre- mos datos en el fondo de ojo. A la hiperten- sión intracraneal es fácil que se asocien signos de falsa localización como la diplopia por paresia de los pares oculomotores o el dé- ficit de la elevación ocular por compresión del tectum. La ataxia propia del cráneo hiperten- sivo es más bien una apraxia de la marcha se- cundaria a la hidrocefalia, y por lo tanto tam- bién falso signo de focalidad. En los niños mayores suele aparecer la tríada clásica de ce- falea, vómitos y somnolencia de forma aguda o de forma insidiosa con cefaleas intermiten- tes, disminución del rendimiento escolar y cambios de personalidad. La cefalea suele te- ner predominio matutino y en ocasiones se relaciona con la localización del tumor aun- que hay que tener en cuenta que los tumores del SNC son una causa poco frecuente de ce- falea si los comparamos con la cefalea de ori- gen tensional o migrañosa. En los lactantes, debido a la posibilidad que ofrece la disten- sión de las suturas y fontanelas, pueden no aparecer los síntomas clásicos de cefalea y vó- mitos (irritabilidad por dolor) y lo más frecuen- te es encontrar una macrocefalia progresiva. Sin embargo, debe hacerse una ecografía ce- rebral antes de alarmar a la familia, especial- mente cuando el resto de la exploración es anodina, ya que la macrocefalia idiopática be- nigna es un proceso sumamente frecuente que también produce la temible escalada de percentiles del perímetro cefálico durante el primer año de vida. La torticolis persistente puede indicar un desplazamiento de la amig- dala cerebelosa o un tumor cérvico-bulbar. 2) Signos de focalización: Una hemiparesia sugiere un origen hemisféri- co o de tronco cerebral. La paraparesia apun- ta a un origen espinal y más raramente a un proceso expansivo de la cisura interhemisfé- rica aunque no debemos olvidar la parapare- sia secundaria a neuroblastomas de localiza- ción paravertebral con compresión espinal. Las posturas anómalas de los lactantes pueden deberse a paresias de las extremidades, más difíciles de detectar en su inicio que las alte- raciones de la marcha del niño. La afectación de pares craneales bajos es propia de la inva- sión de tronco, especialmente si se asocia a afectación de vías largas en ausencia de hi- pertensión intracraneal. El nistagmo sin défi- cit visual indica afectación de tronco o cere- belo y la ataxia de tronco, afectación del vermix. El síndrome diencefálico es caracterís- tico de los tumores localizados en la línea me- dia por infiltración a ese nivel, cursando con hiperactividad, buen humor, adelgazamien- to-caquexia e irritabilidad y suele acompa- ñarse de alteraciones visuales secundarias a afectación quiasmática. En los tumores me- dulares, los síntomas clínicos son bastante in- específicos y reflejan la situación del tumor a nivel local (dolor localizado que suele empeo- rar por la noche, alteraciones sensoriales y debilidad muscular/atrofia) y el compromiso de las vías motoras y sensitivas por debajo del ni- vel medular afectado (hipotonía y espasticidad o hipotonía y flacidez, afectación sensorial y vesical). Puede aparecer una postura de hiper- lordosis antiálgica y desarrollan progresiva- mente deformidades espinales en forma de ci- foescoliosis.
  • 4. 3) Crisis convulsivas: Son el primer síntoma del 6-10% de los tu- mores cerebrales infantiles, y aparecen a lo largo de la evolución en un 10-15% adicio- nal. Su aparición depende de la localización tumoral (50% de los tumores hemisféricos producen convulsiones), de la estirpe celular (gangliogliomas y astrocitomas especialmen- te), del grado de malignidad (en menores de 10 años, 28% de los gliomas de bajo grado de- butan con epilepsia, y 12% de los alto grado), y de la edad (el debut epiléptico de los tumo- res es menos probable en la infancia que en la edad adulta). Los pacientes tumorales que debutan con convulsiones tienen una explo- ración neurológica inicialmente normal en el 75% de los casos, y refieren alteraciones del comportamiento el 50%. Por otra parte, el 1-5% de la población epi- léptica presenta una etiología tumoral, au- mentando el porcentaje con la mayor utiliza- ción de estudios neuroradiológicos. El origen tumoral es más frecuente en las crisis parcia- les y en sujetos de menor edad: 17% de los menores de 4 años con epilepsia parcial. La larga evolución de la epilepsia disminuye el riesgo pero no lo suprime: OR 9,4 para las epilepsias con menos de un año de evolución y un 4,7 para aquellas con más de 10 años. Las convulsiones febriles no suponen riesgo alguno. Las crisis epilépticas pueden aparecer a cualquier edad, desde los primeros días de vida. Es importante la práctica de una RNM en todo niño con epilepsia parcial que no co- rresponda a los bien conocidos síndromes idiopáticos, y cuya etiología no haya sido fir- memente establecida. En tales casos, la nor- malidad EEG o buena respuesta al tratamien- to, no son garantía de ausencia tumoral. En los niños sometidos a cirugía por epilepsia intratable, el porcentaje de tumores es del 12%, aumentando considerablemente la fre- cuencia si la serie quirúrgica se circunscribe al lóbulo temporal. Los pacientes con epilepsia intratable en los que la cirugía de la epilepsia demostró un origen tumoral tenían una ex- ploración normal previa en el 80-97%. Las crisis son del tipo parcial complejo en la mi- tad de los casos, y en casi la tercera parte pue- den asociarse diferentes tipos de crisis. Varios estudios han descartado la posibilidad onco- génica de los fármacos antiepilépticos. Toda la epilepsia de difícil control debe ser estudia- da con RNM. Una TAC previa normal o con hipodensidades aparentemente residuales no supone garantía alguna en estos casos. 4) Alteraciones endocrinas: Los tumores de localización pineal presentan el síndrome de Parinaud y alteraciones de la pubertad. La obesidad, talla corta y pubertad retrasada sugieren la presencia de un craneo- faringioma o glioma hipotalámico. La puber- tad precoz es frecuente en tumores hipotalá- micos y en los de la región pineal y la diabetes insípida se observa en los germinomas supra- selares. La disfunción pituitaria, en todas sus variantes, indica claramente su localización. 5) Coma de instauración súbita: Es muy infrecuente y suele deberse a una he- morragia intratumoral. Puede también obser- varse en los raros casos de metástasis cerebra- les de tumores como el rabdomiosarcoma embrionario, el tumor de Wilms y el sarcoma osteogénico. La obstrucción súbita de uno de los agujeros de Monro es excepcional. 6) Trastornos del comportamiento: En términos generales claros trastornos del comportamiento son poco frecuentes pero síntomas psicológicos sutiles son muy habi- 206 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
  • 5. tuales. La observación más frecuente referida por los padres es que su hijo ha cambiado sin saber definir cómo. Los profesores suelen refe- rir un empeoramiento en su rendimiento es- colar y en la capacidad de concentración. En los adolescentes pueden aparecer síntomas de- presivos a consecuencia de cambios de com- portamiento que no se reconocen a tiempo. EXAMENES COMPLEMENTARIOS La técnica de elección es la resonancia mag- nética (RM). La tomografía axial computeri- zada (TAC) ha quedado reducida a una me- dida de apoyo ante la sospecha de calcificaciones y en las situaciones en las que se requiera un estudio rápido y sin anestesia (hidrocefalia descompensada, hemorragia in- tratumoral, etc.). En una radiografía de crá- neo se puede observar la presencia de calcifi- caciones, deshiscencia de suturas y alteraciones de la silla turca presentes en los craneofaringiomas. La ecografía cerebral per- mite el despistaje de masas quísticas y sólidas en neonatos y lactantes. Se intenta conseguir una mayor aproximación al diagnóstico his- tológico a través de la imagen con la RM con espectroscopia y delimitar con mayor seguri- dad el campo quirúrgico gracias a la RM fun- cional (áreas motoras y del lenguaje) así como durante el acto quirúrgico gracias a la ecografía, a los registros y estimulación elec- trofisiológica. Los estudios con tomografía por emisión de positrones (PET) ayudan a di- ferenciar la recidiva tumoral de la radione- crosis, y contribuyen al diagnóstico de los pe- queños tumores que originan epilepsia intratable. La angio-RM, la PET y la tomo- grafía computerizada por emisión de fotón único (SPECT), contribuirán igualmente a un mejor estudio del tumor. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL TRATAMIENTO 1.- El Comité de Tumores. Para unos resultados óptimos se requieren los esfuerzos coordinados de neurólogos, neuro- cirujanos, oncólogos y radioterapeutas, ade- más de neurorradiólogos, neuropatólogos, re- habilitadotes y, cuando sea conveniente, endocrinólogos y psicólogos del área pediá- trica. La Unidad de Oncología Pediátrica suele ser la coordinadora principal del trata- miento de estos niños. 2.- Objetivos quirúrgicos. Se trata de obtener un diagnóstico histológi- co, de reducir la masa tumoral y liberar la cir- culación de LCR. Sólo en los casos de epi- lepsia intratable, el último de estos objetivos es sustituido por el del control crítico. Los tu- mores profundos de difícil acceso requieren la práctica de una biopsia estereotáxica, salvo excepciones, como los gliomas de tronco no exofíticos, por ejemplo. El pronóstico de la mayoría de los tumores depende en gran par- te de lo completo o incompleto de la extirpa- ción. Se recomienda el control neurorradio- lógico durante las primeras 72 horas de la intervención, antes de que los procesos de ci- catrización se hagan notar. 3.- El caso de los gliomas ópticos de la Neu- rofibromatosis tipo I. Se detectan en menos del 20% de estos pa- cientes y su edad media de aparición está en- tre los 4 y los 5 años, habitualmente en el cur- so de los controles periódicos en pacientes asintomáticos o con déficit visuales estáticos. La recomendación actual para el diagnóstico Tumores cerebrales infantiles: Diagnósticos y semiología neurológica 207 © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
  • 6. de estos tumores en la Neurofibromatosis tipo I asintomática es la realización de con- troles oftalmológicos anuales hasta los 8 años de edad y posteriormente bianuales. No se re- comienda utilizar la resonancia magnética a no ser que haya sintomatología o dato en la exploración que lo justifique. Cuando el glio- ma es sintomático los controles se hacen más frecuentes pero dado que se trata de astroci- tomas de bajo grado, si no hay signos de evo- lutividad, no se obtiene confirmación histo- lógica ni se ofrece tratamiento. 4.- El caso de la cirugía de la epilepsia cuan- do su origen demuestra ser tumoral. 4.1. El glioma indolente: ¿Cuándo intervenir? Ni la intervención precoz ni la radioterapia han demostrado su eficacia en estos casos, a diferencia de los tumores no epileptógenos. La epilepsia, sin embargo, no remitirá sin la cirugía. La controversia se mantiene. 4.2. Resección del foco tumoral o del foco epi- léptico: La atrofia del hipocampo (gliosis y pérdida neuronal) se asocia con frecuencia a la epilepsia del lóbulo temporal, indepen- dientemente de que ésta esté producida o no por un tumor del mismo lóbulo. Las implica- ciones patogénicas son todavía objeto de es- tudio, y hay quien discrepa sobre la conve- niencia de extirpar ambas zonas. 4.3. Las formas de transición de cortex displási- co a focos neoplásicos corticales: Se encuentran en al menos el 4% de las lobectomías por epi- lepsia intratable. Se asocian a tumores benig- nos o de lenta evolución: disembrioplásico neuroepitelial (DNT), oligodendrogliomas y, más raramente, a astrocitomas de bajo grado. El significado de esta asociación todavía se desconoce. SECUELAS NEUROLOGICAS DEL TRATAMIENTO Se consideran secuelas a todos los déficit fí- sicos o psicosociales persistentes, que vienen determinados por el tratamiento recibido, la edad y la localización del tumor. Con la ayu- da de la quimioterapia se intenta demorar, evitar o modificar la radioterapia craneal en los menores de tres años. La neuroimagen detecta la leucoencefalopatía precoz y las cal- cificaciones que aparecen tardíamente en la sustancia gris cortical y en los ganglios basa- les, siendo éstos los principales cambios ce- rebrales asociados al tratamiento de los tu- mores cerebrales en la infancia. En los niños con leucemia linfoblástica aguda que reci- bieron radioterapia, con o sin metrotexate intratecal, se ha observado además una dila- tación ventricular y de los espacios subarac- noideos, residual. El desarrollo cognitivo se ve afectado sobre todo en los más pequeños, quedando ampliamente constatado que una edad precoz cuando reciben la radioterapia incrementa el riesgo de secuelas neurocog- nitivas. Otras alteraciones observadas son: déficit hormonales (sobre todo de la hormona de crecimiento y de la hormona estimulante del tiroides), alteraciones visuales y auditivas, distintos grados de déficit motores y la apari- ción de segundos tumores. En un amplio estu- dio retrospectivo de más de 5 años de segui- miento desde el diagnóstico del tumor, se compara la incidencia de deficiencias en los supervivientes comparados con sus herma- nos como controles; los supervivientes de tumor tienen un riesgo 17 veces mayor que los controles de sufrir deficiencias auditivas, 14 veces mayor de alteraciones visuales, al- teraciones de la coordinación en el 49%, al- teraciones motoras en el 26%, y el 25% pre- sentaron convulsiones a largo plazo. 208 Protocolos Diagnóstico Terapeúticos de la AEP: Neurología Pediátrica © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/
  • 7. Tumores cerebrales infantiles: Diagnósticos y semiología neurológica 209 © Asociación Española de Pediatría. Prohibida la reproducción de los contenidos sin la autorización correspondiente. Protocolos actualizados al año 2008. Consulte condiciones de uso y posibles nuevas actualizaciones en www.aeped.es/protocolos/ combined with seizure foci resection. Pediatr Neurosurg 1991-92; 17: 185-191. 7. Prayson RA, Esyes ML, Morris HH. Coexis- tence of neoplasia and cortical dysplasia in pa- tients presenting with seizures. Epilepsia 1993; 34: 609-615. 8. Khan RB, Onar A. Seizure recurrence and risk factors after antiepilepsy drug withdrawal in children with brain tumors. Epilepsia 2006; 47: 375-379. 9. Vézina L. Neuroradiology of childhood brain tumors: new challenges. J Neurol Oncol 2005; 75: 243-252. 10. Suffner PK, Cohen ME. The long-term ef- fects of Central Nervous System therapy on children with brain tumors. Neurol Clin 1991; 9: 479-497. 11. Robison LL, Mertens AC, Boice JD, Breslow NE, Donaldson SS, Green DM, et al. Study design and cohort characteristics of the childhood cancer survivor study: a multiinsti- tutional collaborative project. Med Pediatr Oncol 2002; 38: 2229-2239. 12. Packer RJ, Gurney JG, Punyko JA, Donald- son SS, Inskip PD, Stovall M, et al. Long term neurologic and neurosensory sequelae in adult survivors of a childhood brain tumor: childhood cancer survivor study. J Clin On- col 2003; 21: 3255-3239. BIBLIOGRAFÍA 1. Preston-Martin S. Epidemiology of primary CNS neoplasms. Neurol Clin 1996;14: 273- 290. 2. Navajas A, Giralt J, Arraez MA, Valls E, He- rrero A, Ortega MJ, et al. Tumores del sistema nerviosos central en la infancia. En: Arraez MA, Herruzo I, Acha T, Benavides M (eds.). Tumores del sistema nervioso central en el adulto y en la infancia. Enfoque multidiscipli- nario neurooncológia. Barcelona: Nova Sido- nia, 2003. p. 455-494. 3. Wilne S, Collier J, Kennedy C, Koller K, Grundy R, Walker D. Presentation of childho- od CNS tumours: a systematic review and meta-analysis. The Lancet Oncology 2007; 8: 685-695. 4. Listernick R, Ferner RE, Liu GT, Gutmann DH. Optic pathway gliomas in Neurofibroma- tosis-1: controversies and recommendations. Ann Neurol 2007; 61: 189-198. 5. Smith DF, Hutton JL, Sandermann D, Foy PM, Shaw MDM, Williams IR, Chadwick DW. The prognosis of primary intracerebral tumors presenting with epilepsy: the outcome of medi- cal and surgical management. J Neurol Neuro- surg Psychiatry 1991; 54: 915-920. 6. Berger MS, Ghatan S, Geyer JR, Keles GE, Ojemann GA. Seizure outcome in children with hemispheric tumors and associated in- tractable epilepsy: The role of tumor removal