La tecnología ayuda a mejorar la productividad de las empresas de tres formas: 1) reduciendo los tiempos de ejecución de procesos, 2) eliminando o sustituyendo tareas dentro de los procesos, y 3) incorporando nuevas funcionalidades que aportan valor. Sin embargo, el enfoque correcto para la tecnología es analizar su impacto en los modelos de negocio y en cómo estos deben transformarse para aprovechar nuevas oportunidades de crecimiento.