1. Moldes mentales en la vida diaria: anticipación
devaluativa y anticipación aversiva
Mª José Barreto Lorenzo
Alumna del Curso de Doctorado
Enriquecimiento Intelectual y Socioafectivo
Módulo II: Moldes Cognitivos y Bienestar Subjetivo
Curso 2004-05
El objetivo de este artículo es ejemplificar algunas ideas de la teoría de los
Moldes Mentales, expuestas por Pedro Hernández en su libro “Los Moldes de la
Mente: Más allá de la Inteligencia Emocional” (2002).
Te has parado a pensar alguna vez cómo las personas expresamos nuestra
realidad y la carga emocional que emitimos en ella?
¿Has conocido alguna persona que a lo largo de tu vida y de forma habitual
suela dar respuestas del tipo siguiente?:
Llevo tiempo imaginando cómo será la clase de alumnos/as que me
tocará este año, seguro que son niños rebeldes, conflictivos, sin ganas de
estudiar y posiblemente marginados sociales.
¿Para qué ser docente si al fin y al cabo no voy a conseguir nada
productivo con los/as alumnos/as?
Si empiezas a buscar ejemplos a tu alrededor te darás cuenta que las personas
tenemos un modo peculiar y habitual de interpretar la realidad que nos rodea, que
condiciona nuestra forma de actuar. A esta manera de actuar la podemos
denominar MOLDES, de acuerdo con la teoría de Hernández (2002).
En este caso en particular, nos vamos a centrar en la Anticipación Aversiva y la
Anticipación Devaluativa.
La anticipación aversiva lleva consigo un pensamiento crítico, anticipando lo
negativo que puede llegara ocurrir.
La anticipación devaluativa supone quitar importancia a lo que va a ocurrir
para no implicarse.
¿Y cuándo aparecen estos moldes? ¿Bajo qué circunstancias? ¿En qué
situaciones de la vida cotidiana?
Pues la respuesta se hace evidente: cuando estamos ante una situación que nos
afecta y tenemos que interpretarla.
¿Por qué reaccionamos así? Porque tenemos una especial manera de enfocar la
realidad de manera habitual y probablemente aprendida, que en estos casos, nos
provoca reacciones emocionales diferentes. Así, en la anticipación aversiva, nos
puede generar miedo, tristeza o preocupación. Mientras que, en la anticipación
devaluativa, en el intento de evitar la implicación para no entusiasmarnos, nos van
produciendo apatía, desinterés o tristeza que marca nuestro carácter.
“¿A qué se deben las diferentes reacciones emotivas? No queda más remedio
que concluir que son producto de las características individuales de las personas.
2. ¿De qué características? Del modo o estrategia que se tenga de pensar y de
interpretar la realidad. Efectivamente, los modos peculiares y habituales de
reaccionar e interpretar la realidad (moldes cognitivos) los consideramos como los
más claros e inmediatos determinantes de las prototípicas reacciones emocionales”
(Hernández, 2002, pp.381-382).
Ejemplos de anticipación aversiva son: “Y si me presento y suspendo el
examen”, “y si no me da el dinero para coger la guagua”, “y si le declaro mi amor y
me rechaza”, “y si le pido un favor y me dice que no”… Como se ve, son personas
que se castigan así mismas, que se ponen pegas limitadoras, personas tendentes a
tener un bajo autoconcepto y a sentirse agobiadas.
Ejemplos de anticipación devaluativa son: “¿Para que voy ahí, sin al final
tengo que volver?”, “¿Para que me esfuerzo si los resultados siempre son igual?”, “
Para que enamorase si todo terminan separándose?”
¿Qué implica todo esto? Que muchos de nosotros o nosotras caigamos en la
cuenta que utilizamos habitualmente, sin ser conscientes de ello, estos moldes o
patrones de pensamiento, provocándonos reacciones emotivas y comportamientos
perjudiciales, que interfieren en nuestra felicidad y en nuestra eficacia.
Se trata, por lo tanto, con la toma de conciencia permanente, que estos
enfoques mentales que generan malestar individual, tanto intra como Inter
personal, vayan desapareciendo de nuestro repertorio de interpretación mental,
aunque tengamos, también, que ahondar en las causas que han provocado este
tipo de moldes.
Somos seres que nos movemos por emociones y que somos capaces de
controlarlas, pero para controlar las emociones, antes hay que controlar esos
moldes mentales, que son los que las provocan… Así, con el pensamiento, cuando
nos interesa, las encendemos y, otras veces, las apagamos o bien las encauzamos
hacia la producción de pensamiento o en el logro de nuestras metas, tal como lo
indica el autor de los Moldes de la Mente:
“No olvides que en toda emoción hay una interpretación, sea burda o fina, y en
ella intervienen las teorías (creencias) y, especialmente, los moldes. Por lo tanto, si
ellos intervienen, podemos influir en el pensamiento para modificarlos,
transformando así la emoción.
“Esto nos evidencia la importancia del tema, pues interesa controlar las
emociones, usarlas inteligentemente. Tal como dejamos dicho, en unos casos
interesa enfriarlas, en otros, encenderlas, en otros, encauzarlas hacia la producción
del pensamiento y, en otros, rentabilizarlas en función de nuestras metas. Esta
vertiente productiva de la inteligencia emocional se lleva a cabo gracias a la
regulación que hagamos de nuestros propios moldes cognitivo-afectivos”
((Hernández, 2002, pp. 384).
Todo esto y mucho más es lo que nos hace ser inteligentes emocionalmente.