Eisner argumenta que la evaluación del crecimiento artístico infantil debe centrarse en tres dominios: productivo (habilidades técnicas y cualidades estéticas), crítico (apreciación y análisis), y cultural (comprensión del contexto histórico). La evaluación debe utilizar múltiples instrumentos como observación y diálogo, en lugar de exámenes verbales, para captar mejor el desarrollo del estudiante.