El documento analiza la estructura empresarial en España y su baja productividad. Señala que la mayoría de empresas son muy pequeñas, con el 56% sin empleados y el 28% con 1-2 empleados. Esto conduce a una baja productividad en comparación con otros países más avanzados. Además, factores como la atomización empresarial, la temporalidad laboral, la presión fiscal y la falta de inversión en I+D+i obstaculizan el crecimiento de la productividad en España.
Mapa Conceptual elaborado por Daniela Chirinos relacionado con la funciones d...
IMPRODUCTIVOS CON CARÁCTER ESCTRUCTURAL
1. IMPRODUCTIVOS ESTRUCTURALES.
Manfred Nolte
Reflexionaba el gran escritor francés George Bernanos acerca de la paradoja del
ser humano, que siendo uno y único era al mismo tiempo múltiple y cambiante a
lo largo del tiempo, ya que las diversas etapas de la vida, las del niño, el
adolescente, el hombre maduro o el anciano acababan imponiendo
sucesivamente en la misma persona caracteres profundamente diferentes y hasta
contradictorios entre si.
Este ejemplo nos remite de la literatura a la economía, porque las convenciones
de nuestra contabilidad nacional producen situaciones igualmente notables y
cambiantes y son capaces de causar saltos cuantitativos por la mera decisión en
del sujeto económico.
Baste un sencillo ejemplo para probarlo. El mismo individuo que abandona la
peluquería tras un corte de pelo o simplemente cuando enciende las luces de su
casa o arranca el vehículo en su garaje tiene el rango de consumidor. Pero si
decide abrir un pequeño negocio de la índole que sea, incluso sin apelar a la
contratación alguna de tercera persona, nuestro protagonista se convierte en
empresario y sus actos dejan de ser actos de consumo para constituirse en
decisiones de inversión. Se definirá como un empresario de un único recurso
humano: él mismo.
Pues bien, a este morfotipo, el emprendedor, van dedicadas las líneas que siguen,
con el animo de responder a alguna o algunas importantes preguntas. En
particular: cual es la estructura y número de las empresas en España, su
productividad y su situación en la clasificación de la competitividad
internacional.
Comenzaremos señalando que el número de empresas en España se situó en
3.366.570, según la actualización del Directorio Central de Empresas (DIRCE) a
2021 recogido por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que recoge el dato
correspondiente a uno de enero de dicho año, una variación del -1,11% con
respecto al año anterior. Cataluña, Madrid y Andalucía son las comunidades
autónomas con más empresas en cifras absolutas. No se incluyen en este
2. concepto los aproximadamente tres millones de autónomos registrados en el
país.
Pero ¿cuál es el tamaño o estructura ocupacional de este universo de empresas?
No se sorprendan: la respuesta es que el 56% no tenía ningún asalariado, el 28%
uno o dos empleados, el 12% entre 3 y 19 y solamente el 4,5% ocupaba a 20
trabajadores o más. Es obvio que con esta composición la empresa española está
abocada a una productividad famélica o negativa y su competitividad global es
decididamente ineficiente en comparación con los países centrales más
adelantados. Los bajos resultados conseguidos por la economía española en
términos de productividad afectan a su capacidad para converger a los niveles de
renta por habitante de los países citados.
O sea que volvemos a denunciar la falta de productividad en esta piel de toro que
nos somete a constantes sorpresas, como la reciente del Banco de España que nos
coloca en la cola de la recuperación europea (4,5% frente al 6,3% del Gobierno) o
el retroceso en nuestro PIB per cápita, indicador básico del bienestar de la
sociedad, a pesar de que somos 72.000 personas menos a repartir la producción
naciona, cuya recuperación ya se traslada a 2023.
La atomización de nuestro tejido empresarial no puede sino conducir a una
raquítica productividad, variable que se cimenta en la educación, la inversión en
I+D+i o unas infraestructuras adecuadas. Con la estructuradescrita,los contratos
temporales suelen ser de muy corta duración y ofrecen escasos incentivos -tanto
a los trabajadores como a los empleadores- para invertir en formación, lo cual, a
su vez, obstaculiza el crecimiento de la productividad. En cuanto al
apalancamiento del balance, las empresasmás pequeñas tienen más restricciones
para obtener financiación ajena que son, por tanto, más dependiente de los
fondos propios y mas vulnerables ante reveses cíclicos, lo que estimula la
contratación temporal. Tampoco puede olvidarse la relación impuestos –
productividad: cuanto mayor es la cuña impositiva menor será la cantidad de
fondos propios disponibles por la empresa para financiar nueva inversión,
aspecto que juega contra la pequeña empresa. La baja profesionalización de los
gestores y de su equipo humano también juega decididamente en contra.
Adicionalmente la presión fiscal de las firmas españolas supera en un 31% a la
media europea.
Todo ello se resume en que, en las últimas dos décadas, la productividad total de
los factores ha caído en España un 10,5%según cita el Instituto IVIE,en contraste
con aumentos de la Unión Europea (+4,5%), Alemania (+8,5%) o Estados Unidos
(+9,2%). Solamente desde finales de 2019 figuramos en último lugar de la
productividad de la Unión Europea, con una disminución del -3,2%. La lista esta
encabezada por Irlanda con un aumento del 16,1%.
Duele asumir que somos poco productivos.