La epilepsia durante el embarazo generalmente no cambia la frecuencia de crisis y permite un parto y embarazo normales en la mayoría de los casos. Sin embargo, existe un leve aumento del riesgo de malformaciones congénitas y una mayor tasa de complicaciones como aborto espontáneo o preeclampsia. El tratamiento antiepiléptico no debe cambiarse durante el embarazo y se recomienda lactancia materna con vigilancia de posibles efectos en el bebé.