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                                                                                                            CLÍNICAS
                                                                                                            CL NICAS
                                                                                                            QUIRÚRGICAS
                                                                                                            QUIR RGICAS
                                                                                                            DE NORTEAM RICA
                                                                                                               NORTEAMÉRICA
                                                        Surg Clin N Am 88 (2008) 1409–1428




                     Neoplasias malignas de la vía biliar proximal
                                               Mohamed Akoad, MD, FACSa,
                                                Roger Jenkins, MD, FACSb,Ã
                          a
                          Division of Hepatobiliary and Liver Transplantation, The Lahey Clinic Medical Center,
                                            41 Mall Road, 4 West, Burlington, MA 01803, USA
                        b
                         Division of Surgery, The Lahey Clinic Medical Center, Tufts University School of Medicine,
                                            41 Mall Road, 4 West, Burlington, MA 01803, USA




                        Las estenosis malignas de los conductos biliares proximales plantean problemas
                    diagnósticos y terapéuticos a todos los especialistas responsables de su tratamiento
                    que varían desde la propagación metastásica hasta el hilio hepático de tumores no
                    biliares (p. ej., páncreas, vesícula, estómago, colon y recto, linfoma) o la presencia de
                    un cáncer biliar primario (colangiocarcinoma). El colangiocarcinoma representa
                    menos del 10% de los tumores hepáticos malignos primarios y puede originarse en
                    los conductos biliares intrahepáticos o extrahepáticos [1]. Pese a que estos tumores
                    tienen lugar en cualquier lugar del árbol biliar, el 67% se producen en la bifurcación
                    de los conductos extrahepáticos (colangiocarcinoma hiliar) [2], donde suele cono-
                    cerse como tumor de Klatskin [3]. Estos tumores invaden con frecuencia las ramas
                    principales de la vena porta y de la arteria hepática, lo que complica su resección.
                        La resección quirúrgica con márgenes negativos es la única esperanza para la
                    supervivencia duradera. Hace poco, las innovadoras técnicas radicales que com-
                    binan la resección hepática y la vascular hiliar han permitido que aumente el
                    número de pacientes cuya resección se asocia a márgenes negativos [4–7]. En estos
                    momentos, en varios centros de trasplantes se examinan protocolos que combinan
                    el tratamiento neoadyuvante con el trasplante de hígado. Los pacientes con
                    tumores hiliares irresecables pueden aspirar a un drenaje biliar paliativo para
                    prevenir las colangitis y la insuficiencia hepática. Sin tratamiento, suele ocurrir una
                    muerte por insuficiencia hepática entre 3 y 6 meses después de la presentación
                    clínica inicial.


                    Incidencia
                      Los cánceres de los conductos biliares extrahepáticos son tumores relativa-
                    mente raros, con una incidencia del 0,01 al 0,2% en grandes series de autopsia [8].

                         T Autor para correspondencia.
                         Dirección electrónica: roger.l.jenkins@lahey.org (R. Jenkins).
                    r 2009. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
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                    1410                                              AKOAD y JENKINS


                    La incidencia notificada en EE. UU. se acerca a 1-2 casos por 100.000 pacientes [9].
                    Esta enfermedad se diagnostica más en la quinta y sexta décadas de la vida y
                    muestra un ligero predominio masculino [10].




                    Etiología
                        Aunque la etiología del colangiocarcinoma no esté clara, se ha propuesto que la
                    inflamación crónica del sistema biliar o la exposición a compuestos tóxicos con-
                    centrados en la bilis podría dañar el ADN de las células del epitelio biliar y causar
                    una transformación maligna. En una publicación reciente, el 94% de las muestras
                    resecadas a pacientes con colangiocarcinoma mostraron una tinción positiva para
                    el gen p53 supresor de tumores y la totalidad para el antígeno nuclear de las células
                    en proliferación (PCNA) [11]. Es más, se han detectado mutaciones del pro-
                    tooncogén K-ras en el 75% de las muestras de pacientes con colangiocarcino-
                    ma [12].
                        Algunos trastornos se acompañan de una mayor incidencia de colangiocarci-
                    noma. La colangitis esclerosante primaria (CEP), una enfermedad auto-
                    inmunitaria caracterizada por estenosis multifocales de los conductos biliares
                    intrahepáticos y extrahepáticos, se asocia, como es sabido, a una mayor incidencia
                    de colangiocarcinoma. A diferencia de la mayoría de los colangiocarcinomas
                    esporádicos del árbol biliar extrahepático, los pacientes con CEP corren más riesgo
                    de presentar una enfermedad multifocal irresecable. La incidencia de colangio-
                    carcinoma entre los pacientes con CEP se desconoce, pero se ha detectado
                    colangiocarcinoma casual en una cifra que va del 4 al 8,6% de los hígados
                    explantados a pacientes sometidos a trasplante hepático por CEP [13,14]. Los
                    quistes del colédoco y la enfermedad de Caroli son enfermedades congénitas que
                    comportan un mayor riesgo de colangiocarcinoma. El riesgo de degeneración
                    maligna se eleva hasta el 15–20% si el paciente no recibe tratamiento hasta la edad
                    adulta. No está clara la causa por la que los pacientes con quistes virales congénitos
                    corren más riesgo de presentar un colangiocarcinoma, pero se ha atribuido a la
                    entrada anómala del conducto pancreático en el colédoco, que determina un reflujo
                    del jugo pancreático hacia el árbol biliar. La información crónica resultante quizá
                    predisponga a la aparición del colangiocarcinoma. Otro factor favorecedor es la
                    estasis biliar y la inflamación crónica dentro del quiste [15–17].
                        El colangiocarcinoma es más prevalente en el sudeste de Asia que en cualquier
                    otro lugar del mundo. Esta prevalencia obedece a la infección parasitaria por las
                    duelas hepáticas Clonorchis sinensis y Opisthorchis viverrini. Estas penetran en el
                    huésped a través del duodeno y residen en los conductos biliares. La obstrucción
                    biliar crónica resultante, que determina la formación de estenosis y una informa-
                    ción crónica, predispone supuestamente al cáncer [18]. La colangiohepatitis
                    oriental prevalece en Japón y regiones del sudeste de Asia, se caracteriza por una
                    bacteriemia portal crónica, origina sepsis y provoca la aparición de cálculos de
                    pigmento. Se cree que la colangitis crónica y la formación de estenosis son factores
                    que predisponen al colangiocarcinoma, que se da en el 10% de los pacientes con
                    colangiohepatitis oriental [19]. Se han descrito asociaciones con otros carcinógenos
                    químicos o fármacos, como anticonceptivos orales [20], metildopa [21], isoniacida
                    [22] y asbesto [23].
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                                                  NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL                                      1411

                    Anatomía patológica
                        Se han descrito tres subtipos macroscópicos diferentes de colangiocarcinoma:
                    esclerosante, nodular y papilar [24]. La variedad esclerosante es la más habitual y
                    ocasiona un engrosamiento anular de los conductos biliares con infiltración
                    y fibrosis de los tejidos adyacentes. Estos tumores determinan una invasión local y
                    suelen infiltrar los tejidos neurales periductales, así como las principales estructuras
                    vasculares del hilio. La variedad nodular se caracteriza por nódulos intraluminales
                    irregulares. Cuando se dan ambos rasgos, el tumor se describe como nódulo
                    esclerosante. La variedad papilar, que da cuenta del 10% de los casos, es un tumor
                    blando y a menudo friable. Estos tumores causan menos fibrosis periductal o
                    estenosis adyacentes y poseen un pronóstico más favorable que otras variantes.
                        Más del 95% de los tumores son adenocarcinomas que varían desde bien hasta
                    mal diferenciados [9,25]. Los colangiocarcinomas son adenocarcinomas secretores
                    de mucina y es frecuente encontrar mucina intracelular. La tinción inmunohisto-
                    química del antígeno de la membrana epitelial y del antígeno polipeptídico tisular
                    ayuda a confirmar el diagnóstico del colangiocarcinoma. Una característica
                    importante de este tumor es su propagación submucosa. Esta diseminación sube-
                    pitelial más allá del tumor evidente subraya la importancia de resecciones más
                    amplias y de confirmar los márgenes negativos mediante cortes por congelación
                    durante la cirugía de resección. Los demás tipos histológicos, como el epidermoide,
                    el leiomiosarcoma, el rabdomiosarcoma y el cistoadenocarcinoma, son raros.
                        Aunque el colangiocarcinoma hiliar suele crecer lentamente, se ha descrito una
                    rápida progresión en algunos pacientes. La propagación mediante invasión directa
                    de los tejidos hiliares periductales, con invasión de las ramas venosas portales y de
                    las ramas arteriales hepáticas, constituye un rasgo común del colangiocarcinoma
                    hiliar. Es también frecuente la invasión directa del tejido hepático adyacente. Del
                    30 al 50% de los casos presentan adenopatías regionales, mientras que las metás-
                    tasis hematógenas a los pulmones, riñones, huesos o cerebro son poco habitua-
                    les [24].



                    Presentación clínica
                        La presentación clínica del colangiocarcinoma hiliar varía según el lugar de
                    origen, pero suele caracterizarse por una ictericia indolora. El prurito intenso y
                    generalizado aparece meses antes del comienzo de la ictericia si el origen del tumor
                    se sitúa en los conductos hepáticos principales izquierdo o derecho. Desde hace
                    tiempo se sabe que la obstrucción unilateral de los conductos biliares determina
                    una atrofia del lóbulo correspondiente, con hipertrofia compensadora del contra-
                    lateral (fig. 1) [26]. La capacidad del lóbulo contralateral del hígado para hiper-
                    trofiarse en presencia de una obstrucción biliar completa suele retrasar la aparición
                    de los síntomas. La anorexia y la fatiga constituyen síntomas inespecíficos en la
                    mayoría de los pacientes; el dolor constante es un signo ominoso que con fre-
                    cuencia, aunque no siempre, preludia una propagación metastásica a los tejidos
                    adyacentes. La fiebre ocurre rara vez en ausencia de instrumentación de un árbol
                    biliar intacto, a pesar de la incidencia de la bacterobilia (30%) [27]. La mayoría de
                    los pacientes presentan pocos síntomas y acuden cuando notan la ictericia o cuando
                    se descubren anomalías en la función hepática. Aparte de la ictericia y de las
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                    1412                                              AKOAD y JENKINS




                    Figura 1. (A) TC de un paciente con colangiocarcinoma hiliar y obstrucción duradera del conducto
                    hepático derecho que provoca la atrofia del lóbulo derecho y la hipertrofia compensadora del
                    lóbulo izquierdo. (B) Datos de la exploración en la que se aprecia un lóbulo derecho atrófico bien
                    delimitado.




                    lesiones cutáneas de rascado de los pacientes con prurito, la exploración física suele
                    resultar normal.
                        La bilirrubina sérica total de la mayoría de los pacientes con colangiocarcinoma
                    hiliar se eleva en el momento inicial, casi siempre por encima de 10 mg/dl. Habi-
                    tualmente, la alanina aminotransferasa y la aspartato aminotransferasa aumentan
                    levemente. La fosfatasa alcalínica sérica y la gammaglutamiltransferasa del 90% de
                    los pacientes que presentan un colangiocarcinoma se incrementa, incluso en
                    ausencia de hiperbilirrubinemia [28]. A diferencia del hepatocarcinoma, la alfa-
                    fetoproteína rara vez está elevada en el colangiocarcinoma. Las cifras del antígeno
                    carcinoembrionario (CEA) aumentan en el 40 al 60% de los pacientes, y las del
                    antígeno carbohidrato 19-9, en el 80% de los casos [29].



                    Evaluación radiológica
                        Una vez diagnosticada la ictericia obstructiva del paciente por los datos clínicos y
                    de laboratorio, las primeras técnicas de imagen son la ecografía y la tomografía
                    computarizada (TC) abdominales. La ecografía ayuda a diferenciar la obstrucción
                    hiliar de otras causas de ictericia obstructiva, como el carcinoma de la cabeza del
                    páncreas, los tumores ampulares, el carcinoma de la vesícula y la coledocolitiasis.
                    La ecografía suele mostrar un árbol biliar intrahepático dilatado y un colapso del
                    colédoco y de la vesícula. Esta puede distenderse si la lesión se extiende distalmente
                    hasta obstruir el orificio del conducto cístico. En centros especializados, la ecografía
                    identifica con bastante exactitud la presencia de una masa y puede delimitar la
                    extensión del tumor. Asimismo, mide la permeabilidad de la arteria hepática y de
                    la vena porta a través del estudio Doppler [30].
                        El examen corporal mediante TC o resonancia magnética (RM) es imprescin-
                    dible para continuar el estudio del paciente y, en principio, debe efectuarse
                    antes que la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) o la
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                                                  NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL                                      1413




                                   Figura 2. CPRM de un paciente con una estenosis hiliar maligna (flecha).




                    colangiografía transhepática percutánea (CTP). La modalidad aplicada depende
                    de la calidad de imagen disponible en un centro concreto. En muchas instituciones,
                    la colangiopancreatografía por resonancia magnética (CPRM) (fig. 2) se ha con-
                    vertido en una herramienta valiosísima para el estudio preoperatorio de los
                    pacientes con colangiocarcinoma hiliar y ha reemplazado prácticamente a la
                    colangiografía endoscópica y percutánea [31,32]. La CPRM contribuye a estadifi-
                    car el colangiocarcinoma y a establecer las posibilidades de su resección al aportar
                    datos sobre el tamaño del tumor, la extensión de la lesión de los conductos biliares,
                    la invasión vascular, la extensión extrahepática, la presencia de metástasis gan-
                    glionares o a distancia, y la atrofia lobular. La exactitud de la CPRM en la eva-
                    luación del estado tumoral, la infiltración periductal y las metástasis ganglionares
                    alcanza el 90, 87 y 66%, respectivamente [33]. Actualmente, la TC trifásica con un
                    escáner de alta velocidad es, para los autores, la técnica de elección para la
                    visualización hepática (fig. 3). Si se cronometra correctamente, este estudio pro-
                    porciona una visualización exacta de la anatomía vascular hiliar y de los cambios de
                    la anatomía hepática subsegmentaria. Estas imágenes se pueden realzar hasta
                    obtener un mapa tridimensional de los planos quirúrgicos proyectados, pues pro-
                    porciona una información exacta de la relación entre el tumor y las estructuras
                    vasculares adyacentes (fig. 4) [34].
                        A pesar de la aparición de nuevas técnicas de imagen para evaluar las estenosis
                    biliares proximales, en muchos centros la colangiografía sigue representando una
                    modalidad diagnóstica importante después del estudio completo de imagen. La
                    colangiografía muestra la lesión y extensión del tumor y delimita la anatomía biliar
                    segmentaria, lo que ayuda a planificar la resección hepática. La colangiografía
                    permite la identificación y el drenaje de los conductos obstruidos. Para el estudio
                    preoperatorio del tumor y para el drenaje biliar se han utilizado con éxito tanto la
                    CPRE (fig. 5) como la CTP (fig. 6). En los casos en los que la operación es posible,
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                    Figura 3. TC trifásica de un paciente con colangiocarcinoma hiliar que muestra la dilatación del
                    árbol biliar intrahepático. (A) Fase arterial. (B) Fase venosa portal.


                                               A          P8

                                                                       AHD
                                                                                                      AHP
                                             P8
                                                                                      3cm


                                                  P5



                                                                                                      5cm

                                                           P6                                      AGD


                                              B
                                                                      B6+7

                                                                            R
                                                                                         T


                                                  B8c



                                                                          B8a

                    Figura 4. (A) Imagen tridimensional de un estrechamiento de la vena porta. Se precisa la resección
                    de un segmento de 3 cm (línea gruesa larga). La arteria hepática derecha también está afectada por
                    el tumor. Las líneas de transección de la arteria hepática propiamente dicha y de la arteria hepática
                    derecha se planifican (flechas pequeñas). (B) Imagen tridimensional en proyección craneal. La
                    línea con la flecha indica la línea prevista de resección, justo a la izquierda del punto R. AHD,
                    arteria hepática derecha; AHP, arteria hepática propiamente dicha; AGD, arteria gastroduodenal.
                    (Tomado de Endo I, Shimada H, Sugita M, etal. Role of three-dimensional imaging in operative
                    planning for hilar cholangiocarcinoma. Surgery 2007;142(5):672; con autorización.)
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                                                  NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL                                      1415




                    Figura 5. CPRE de un paciente con colangiocarcinoma hiliar que muestra una dilatación de los
                    conductos biliares intrahepáticos. La flecha apunta a la estenosis.




                    Figura 6. (A) CTP de un paciente con colangiocarcinoma hiliar e ictericia que no respondieron a la
                    colocación de una prótesis en el conducto hepático izquierdo mediante CPRE. (B) Se pasa la guía
                    hasta el conducto biliar común a través de la estenosis.



                    los autores prefieren la CPRE con drenaje del lóbulo no afectado. La CPRE resulta
                    difícil entre los pacientes con colangiocarcinoma hiliar y conlleva el riesgo de que
                    posteriormente aparezca colangitis y pancreatitis; sin embargo, en los centros
                    especializados que atienden a un elevado número de pacientes, la CPRE alcanza
                    tasas elevadas de éxito con una morbilidad baja [35,36]. Pese a la naturaleza
                    extraordinariamente obstructiva de los tumores hiliares proximales, un endosco-
                    pista experimentado en general puede exponer la anatomía biliar proximal y
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                    establecer un drenaje biliar del lóbulo o de los lóbulos obstruidos. Para delimitar
                    adecuadamente la extensión del tumor y establecer el drenaje adecuado de los
                    segmentos obstruidos se precisa una estrecha comunicación entre el endoscopista y
                    el cirujano. Si el drenaje endoscópico no surte efecto o si persiste la ictericia a pesar
                    del drenaje adecuado, los autores deben realizar una CTP unilateral o bilateral
                    para drenar los segmentos obstruidos.
                        Actualmente, la tomografía por emisión de positrones (PET) con 18F-fluoro-
                    desoxiglucosa se utiliza cada vez más para facilitar el diagnóstico del colangio-
                    carcinoma hiliar [37]. En la actualidad, la PET no se aplica de forma rutinaria para
                    establecer el diagnóstico de colangiocarcinoma hiliar, pero se ha utilizado cuando
                    el paciente sufre CEP y puede resultar muy difícil reconocer una estenosis maligna
                    en el seno de estenosis biliares intrahepáticas diseminadas y crónicas [38]. Asi-
                    mismo, se ha utilizado para confirmar la recidiva del cáncer después de su resección.
                    En un estudio reciente sobre la utilidad de la PET para los pacientes con cáncer
                    biliar, esta técnica reconoció la enfermedad metastásica oculta y cambió el trata-
                    miento en el 24% de los pacientes [39].
                        Si el paciente reúne las condiciones para la cirugía, no es imprescindible esta-
                    blecer el diagnóstico histológico preoperatorio a través de un examen de citología
                    biliar, citología por cepillado o aspiración con aguja fina con guía ecoendoscópica.
                    La sensibilidad de la citología biliar sólo llega al 24%, y la de la citología por
                    cepillado, al 59% [40]. Un informe citológico negativo en presencia de una este-
                    nosis hiliar jamás debe disuadir al clínico de tratar la estenosis como maligna en el
                    contexto clínico adecuado. Los cepillados biliares endoscópicos para estudio
                    citológico sólo revisten importancia si el paciente no se puede operar.



                    Drenaje biliar preoperatorio
                        La utilidad del drenaje biliar preoperatorio por una ictericia obstructiva maligna
                    sigue suscitando polémica. No se ha hallado ningún efecto beneficioso del drenaje
                    biliar preoperatorio sobre la ictericia obstructiva maligna de cualquier causa en
                    diversos estudios randomizados prospectivos [41–43]. Es más, en un metaanálisis
                    reciente se encontró que el drenaje biliar preoperatorio no reducía la morbilidad ni
                    la mortalidad operatorias de los pacientes con ictericia obstructiva maligna [44]; sin
                    embargo, la mayoría de esos estudios carecían de uniformidad y en ellos se incluyó
                    principalmente a pacientes con obstrucción de los conductos biliares distales
                    por un cáncer pancreático, tumores ampulares o colangiocarcinoma distal. Los
                    pacientes con una neoplasia maligna de los conductos biliares proximales sólo
                    representaban el 12,1% de los participantes en estos estudios. Hasta la fecha, no
                    hay ningún estudio prospectivo randomizado sobre la eficacia del drenaje biliar
                    preoperatorio para los pacientes con tumores de los conductos biliares proximales;
                    sin embargo, algunos informes retrospectivos avalan su uso [45–47]. Los tumores
                    de los conductos biliares proximales constituyen un grupo diferente porque,
                    contrariamente a la obstrucción maligna de los conductos biliares distales,
                    la resección hepática representa un componente fundamental de la operación. La
                    resección hepática ampliada de pacientes con ictericia obstructiva concreta y
                    colangitis conlleva un riesgo de hemorragia, sepsis e insuficiencia hepática post-
                    operatoria grave [48,49]. El drenaje preoperatorio de segmentos hepáticos obs-
                    truidos pero recuperables hace que desaparezcan la induración y la colestasis del
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                                                  NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL                                      1417

                    parénquima hepático afectado y que la bilis se excrete con más rapidez en el
                    período postoperatorio. Los resultados de las series japonesas muestran que el
                    drenaje biliar preoperatorio aumenta la posibilidad de resección y la tolerancia a
                    una hepatectomía mayor [7,50].
                       Los autores aplican de forma rutinaria un drenaje biliar percutáneo o endos-
                    cópico preoperatorio de los lóbulos o de los segmentos obstruidos si se trata,
                    supuestamente, de segmentos importantes y recuperables del parénquima hepá-
                    tico. Para disminuir el riesgo de la insuficiencia hepática postoperatoria, la cirugía
                    suele demorarse hasta que los valores totales de bilirrubina han descendido por
                    debajo de 2,5 a 3 mg/dl.


                    Selección de pacientes y evaluación de la resecabilidad
                        La estadificación preoperatoria y la evaluación de la resecabilidad se basan en
                    estudios de imagen, cuyo objeto es reconocer a los posibles pacientes candidatos a
                    la cirugía y planificar el grado de resección. La clasificación de Bismuth-Corlette,
                    muy difundida en la actualidad, facilita una estratificación comparativa de la pro-
                    pagación del tumor a lo largo de los conductos biliares, pero no aborda la invasión
                    de la vena porta o de la arteria hepática. Esta clasificación ayuda a la planificación
                    operatoria, pero no predice la resecabilidad ni la supervivencia [51]. Quizá muchos
                    pacientes con una propagación de tipo 1 y 2 evolucionen mejor con resecciones más
                    amplias que incluyan la hepatectomía [4–7,45,46]. El nuevo sistema de estadifica-
                    ción preoperatoria de Burke et al. [52] clasifica a los pacientes según el grado de
                    afectación biliar, atrofia lobular hepática y afectación ipsilateral o bilateral de la
                    vena portal (tabla 1). Este sistema de estadificación se correlaciona mejor con la
                    resecabilidad que el de Bismuth. El hallazgo de metástasis hepáticas periféricas
                    bilobulares o de enfermedad extrahepática impide la resección, al igual que una
                    afectación bilateral de los conductos que llegue hasta las raíces biliares secundarias.
                    La afectación unilateral de la vena porta o de la arteria hepática se trata mediante

                    Tabla 1
                    Criterios de estadificación T propuestos para el colangiocarcinoma hiliar

                    Estadio           Criterio

                    T1                Tumor confinado a la confluencia y/o al conducto hepático derecho o izquierdo
                                        sin afectación de la vena porta ni atrofia hepática
                    T2                Tumor confinado a la confluencia y/o al conducto hepático derecho o izquierdo
                                        con atrofia ipsilateral del hígado. No se aprecia afectación de la vena porta
                    T3                Tumor confinado a la confluencia y/o al conducto hepático derecho o izquierdo
                                        con afectación ipsilateral de las ramas venosas portales con/sin atrofia lobular
                                        ipsilateral asociada del hígado. No se aprecia lesión de la vena porta principal
                                        (oclusión, invasión o constricción)
                    T4                Cualquiera de los siguientes: 1) el tumor invade los conductos hepáticos derecho
                                        e izquierdo hasta las raíces secundarias en ambos lados, o 2) constricción de la
                                        vena porta principal

                       Tomado de EC, Jarnagin WR, et al. Hilar cholangiocarcinoma: patterns of spread, the
                    importance of hepatic resection for curative operation, and a presurgical clinical staging
                    system. Ann Surg 1998;228(3):385–94; con autorización.
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                    1418                                              AKOAD y JENKINS


                    lobectomía hepática ipsilateral y no representa una contraindicación para la
                    resección. Los tumores más avanzados con invasión vascular bilateral exigen una
                    evaluación y una planificación preoperatorias minuciosas, porque pueden requerir
                    técnicas vasculares más avanzadas con reconstrucción de la vena porta y de la
                    arteria hepática y representan contraindicaciones relativas.
                       El estado clínico general y la capacidad del paciente para soportar la operación,
                    que suele consistir en una hepatectomía mayor, obligan a una evaluación cuida-
                    dosa. El estudio preoperatorio comprenderá una evaluación del riesgo cardíaco,
                    del estado pulmonar y de las funciones hepática y renal. El estado nutricional suele
                    examinarse y, cuando está indicado, se aplican medidas de soporte nutricional. La
                    coagulopatía se corrige administrando vitamina K. La colangitis requiere control
                    inmediato con los antibióticos pertinentes.



                    Tratamiento
                       La resección de las neoplasias malignas hiliares sigue siendo una de las opera-
                    ciones más difíciles y depende mucho de la experiencia y de la práctica del cirujano.
                    No obstante, la resección quirúrgica es el único tratamiento capaz de curar o
                    prolongar significativamente la vida. La naturaleza de la cirugía está determinada
                    por la extensión proximal y distal del tumor, definida en las imágenes preopera-
                    torios, y por las características anatómicas del aflujo vascular adyacente. El objetivo
                    quirúrgico es extirpar todo el tejido ganglionar regional y el colédoco (y la vesícula)
                    en bloque con la porción correspondiente del hígado hasta obtener márgenes
                    microscópicos negativos.
                       Los autores efectúan una laparoscopia diagnóstica al principio para excluir una
                    laparotomía mayor de los pacientes con metástasis no detectadas anteriormente.
                    Utilizamos una incisión subcostal derecha con extensión superior por la línea media
                    hasta la apófisis xifoides; de esta manera se obtiene la exposición necesaria para la
                    resección. Luego, se inspecciona la cavidad peritoneal en busca de metástasis
                    regionales o remotas y se explora el hígado en busca de metástasis no detectadas en
                    los estudios preoperatorios de imagen. Mediante la maniobra de Kocher, se expone
                    el duodeno para iniciar la resección del tejido linfático lateral y posterior al con-
                    ducto biliar común. Nosotros empezamos disecando el tejido linfático y neural en el
                    plano de la arteria celíaca y continuamos esqueletizando la arteria hepática común
                    y sus ramas. Cortamos transversalmente el colédoco por el borde superior del
                    páncreas y movilizamos en bloque todo el tejido linfático y neural lateral y posterior
                    al colédoco, esqueletizando así la arteria hepática propiamente dicha y la vena
                    portal (fig. 7). La disección prosigue cranealmente y se incluye la vesícula en la
                    pieza. A medida que se continúa con una movilización más proximal del colédoco,
                    se evalúa la afectación de las ramas de la arteria hepática y de la vena porta para
                    establecer la necesidad de resección vascular y de reconstrucción. Al final, se
                    dividen los conductos biliares por las raíces biliares secundarias de los segmentos
                    hepáticos que se desea retener. Esta maniobra obliga, en general, a dividir el
                    conducto por encima de la unión entre las ramas anterior y posterior derecha en los
                    tumores dominantes del lado derecho o en las ramas segmentarias en los tumores
                    dominantes del lado izquierdo. A continuación, se dividen los vasos de entrada y de
                    salida del lóbulo hepático que se desea extirpar con la pieza y se efectúa una
                    transección parenquimatosa realizando una fractura con el dedo y con el
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                                                     NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL                                   1419


                         A                   Tumor
                                                                             B


                                                                                                   CHI

                                                                                                           AMH
                                                     VCI                                                         VPI
                                                                Vena porta
                                                                                                      AHD
                       Conducto
                       biliar común                                                                                      AHI
                                                                Arteria
                                                            hepática común
                                                                                                       VPD
                                                     Páncreas


                                                                                                                 VP



                    Figura 7. (A, B) Esqueletización de la vena porta y de la arteria hepática. AHD, arteria hepática
                    derecha; AHI, arteria hepática izquierda; AMH, arteria del segmento IV; CHI, conducto
                    hepático izquierdo; VCI, vena cava inferior; VP, vena porta; VPD, vena porta derecha; VPI, vena
                    porta izquierda.



                    instrumento. El lóbulo hepático resecado se extirpa en continuidad con la pieza
                    quirúrgica.
                       A veces, se precisan hepatectomías derecha o izquierda ampliadas para obtener
                    márgenes negativos [4–7,45,46,52–54]. Las ramas biliares del lóbulo caudado
                    pueden constituir un depósito insospechado de tumor residual después de la
                    resección de los conductos biliares por cáncer; por eso, la mayoría de los expertos
                    recomiendan una resección en bloque del lóbulo caudado en los tumores de los
                    conductos biliares [45,55,56].
                       Dada la proximidad del tumor con las estructuras vasculares principales del hilio
                    hepático, es frecuente la invasión vascular. La afectación unilateral se aborda
                    mediante lobectomía hepática ipsilateral. Las técnicas más sofisticadas con
                    reconstrucción de la vena porta y de la arteria hepática están indicadas para
                    resecar tumores avanzados con afectación vascular bilateral. Los autores tratan
                    estos tumores avanzados complejos extirpando completamente el tumor y resta-
                    bleciendo el aflujo vascular (vena porta y arteria hepática) del lóbulo hepático
                    remanente. A veces, esta tarea obliga a resecar la vena porta en la bifurcación y a
                    anastomosar la vena porta principal con la vena porta derecha o izquierda. De
                    manera similar, en ocasiones se requiere la reconstrucción arterial con técnicas
                    microvasculares (figs. 8 y 9). Muchas de estas técnicas más avanzadas derivan
                    directamente de nuestra experiencia creciente con el trasplante de hígado de
                    donantes vivos. En muchas publicaciones se ha comprobado que esta operación
                    radical aumenta el número de pacientes, cuyo tumor puede extirparse com-
                    pletamente con márgenes negativos con una morbilidad y una mortalidad acep-
                    tables [50,57–59].
                       Con la reconstrucción del árbol biliar mediante un asa de yeyuno en Y de Roux
                    se termina la intervención. Con frecuencia, cuando se efectúa una resección alta
                    hasta las raíces biliares secundarias, varios conductos biliares precisan un drenaje
                    correcto una vez extirpada la pieza. Este drenaje se puede simplificar convirtiendo
                    dos o tres conductos vecinos en uno solo mediante división del tabique entre ellos y
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                    1420                                              AKOAD y JENKINS



                         A                                         B



                                                   Vena porta                                                           Arteria hepática
                                                                                                                        izquierda
                     Conducto                                                                                        Vena porta
                     biliar común
                                                                                                                 Colédoco
                                                                            Vena porta

                                                                                                  Arteria hepática común

                    Figura 8. (A) Colangiocarcinoma hiliar de la bifurcación de la vena porta que obliga a extirpar la
                    vena. (B) Se restablece el flujo sanguíneo del lóbulo remanente anastomosando la vena porta
                    principal a la vena porta derecha.


                                Arteria hepática derecha
                        A                                         B


                        Vena porta
                                                       Arteria                                                          Arteria hepática
                                                       hepática                                                         izquierda
                                                       común
                                                                                                                    Vena porta

                                                                                                                 Colédoco
                                                                           Vena porta

                                                                                                  Arteria hepática común

                    Figura 9. (A) Afectación bilateral de la arteria hepática y de la vena porta que exige una resección
                    de la bifurcación de la vena porta; las arterias hepáticas derecha e izquierda están afectadas por el
                    tumor. (B) El flujo al lóbulo remanente se establece suturando con técnicas microvasculares la vena
                    porta principal a la vena porta derecha y la arteria hepática propiamente dicha a la arteria hepática
                    derecha.


                    sutura entre sí de las paredes adyacentes. La anastomosis se lleva a cabo con suturas
                    por polidioxanona de 5-0 extendiendo primero la capa posterior y luego la anterior,
                    con la que se cubre una sonda de alimentación pediátrica pasada a través del cabo
                    proximal del asa de Roux a modo de prótesis biliar. Las prótesis biliares facilitan el
                    acceso para la confirmación radiológica postoperatoria de la anatomía biliar y se
                    retiran de 3 a 4 semanas después del alta. De forma rutinaria se aplica un drenaje de
                    aspiración cerrado.


                    Tratamiento adyuvante
                       En la actualidad, no hay datos que respalden el uso rutinario del tratamiento
                    adyuvante o neoadyuvante por los pacientes con colangiocarcinoma hiliar. La
                    radioterapia con haz externo y dosis de hasta 60Gy se ha utilizado con protección
                    duodenal como complemento de la resección quirúrgica de los pacientes con
                    márgenes quirúrgicos positivos. En un estudio prospectivo, Pitt et al. [60] hallaron
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                                                  NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL                                      1421

                    que la radioterapia adyuvante carecía de efectos sobre la supervivencia total. Las
                    técnicas de radiación endoluminal percutánea y endoscópica, como la radioin-
                    munoterapia con anticuerpos 131I-anti-CEA, se han empleado también combi-
                    nadas con la quimioterapia sistémica entre pacientes con colangiocarcinoma, pero
                    el beneficio es pequeño. No obstante, en algunos estudios retrospectivos se han
                    observado ciertas ventajas de la radioterapia adyuvante para la supervivencia
                    [61,62]. Estos eran estudios no randomizados en los que se incluyó a un grupo
                    heterogéneo de pacientes. Es más, en muchos análisis multivariantes sobre el
                    tratamiento neoadyuvante, entre otros factores, se ha señalado que el único factor
                    que prolonga la supervivencia es la resección con márgenes histológicos negativos
                    [4–6,45]. De forma similar, la quimioterapia con un solo preparado o con una
                    combinación de preparados no ha resultado eficaz. Los fármacos como el 5-fluo-
                    rouracilo (5-FU), la metanosulfona, el cisplatino, la mitomicina C, el paclitaxel y la
                    gemcitabina han resultado muy poco eficaces; las tasas de respuesta varían entre el
                    0 y el 9% y la supervivencia media entre 2 y 12 meses [63]. En un ensayo prospectivo
                    randomizado donde se comparó 5-FU por vía oral con 5-FU por vía oral más
                    estreptozotocina y 5-FU por vía oral más metil-CCNU entre pacientes con colan-
                    giocarcinoma irresecable, se obtuvo una tasa de respuesta de tan sólo el 9% [64]. En
                    la actualidad, no hay datos que respalden el uso rutinario de la quimiorradioterapia
                    adyuvante, excepto en ensayos controlados. A pesar de la falta de pruebas, la
                    quimiorradioterapia adyuvante es utilizada en muchos centros de todo el mundo.
                    Los autores reservan su uso para los pacientes con adenopatías tumorales y már-
                    genes microscópicamente positivos en los conductos biliares.



                    Resultados
                       Se puede obtener una supervivencia prolongada con una morbilidad y una
                    mortalidad aceptables. La morbilidad perioperatoria varía entre el 1,3 y el 11%, y la
                    morbilidad, entre el 35 y el 50% [4–7,45,46,65–67]. Un determinante esencial de las
                    recidivas y de la supervivencia del paciente es la presencia o ausencia de márgenes
                    histológicos positivos en la pieza resecada [4–6,46,68,69]. La experiencia preliminar
                    con la resección hiliar local comportó una elevada incidencia de márgenes positivos
                    y una escasa supervivencia a largo plazo [2]. A medida que se ha acumulado
                    experiencia en el tratamiento del colangiocarcinoma hiliar, el número de pacientes
                    sometidos a resección hepática ha aumentado de manera incesante. Sin embargo,
                    la adición de reconstrucciones vasculares sofisticadas al arsenal quirúrgico ha
                    hecho que un número cada vez mayor de pacientes se sometan a resección R0. Esta
                    cirugía radical eleva el número de resecciones curativas y mejora la supervivencia
                    del paciente. Se han descrito tasas de supervivencia a los 5 años tan elevadas como
                    del 59% [70]; pero las cifras de supervivencia a los 5 años en las publicaciones más
                    recientes varían desde el 20 hasta el 45% [4–7,45,46,65–67,71,72].
                       La combinación de la resección hepática con la de la vena porta en los tumores
                    localmente avanzados incrementa la tasa de resecabilidad con una morbilidad y
                    una mortalidad aceptables. Estas resecciones vasculares complejas ofrecen difi-
                    cultades técnicas y pueden incrementar el riesgo de la intervención. Algunos
                    expertos han señalado una supervivencia menor a los 5 años entre los pacientes, a
                    los que se les reseca la vena porta [50], mientras que otros indican que la evolución
                    es la misma que la de aquellos a quienes no se les reseca la vena porta [57,73].
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                    1422                                              AKOAD y JENKINS



                    La experiencia de la Lahey Clinic
                       El programa de los autores se inició en 1985 en el antiguo New England Dea-
                    coness Hospital y se trasladó a la Lahey Clinic en 1999. Desde 1985 hasta 2007, se
                    operó mediante resección con fines curativos a 124 pacientes con colangiocarci-
                    noma hiliar. A medida que ha cambiado la experiencia, hemos adoptado un tra-
                    tamiento quirúrgico cada vez más radical, con la adición de la hepatectomía y la
                    reconstrucción vascular compleja hasta obtener márgenes quirúrgicos negativos. Si
                    se compara nuestra experiencia anterior de 1985 a 1999 (período 1) [74] con la de
                    1999 a 2007 (período 2) (Mohamed Akoad, MD, FACS, datos no publicados,
                    2008), el 75,9% de los pacientes del período 2 fueron sometidos a resección local y
                    hepática frente al 48,6% del período 1. Se realizó una resección vascular combinada
                    a 17 pacientes (3 en el período 1 y 14 en el período 2). La resección de la vena porta
                    sólo se realizó en 13 casos, la de la arteria hepática, sólo en 2, y la de ambas, en 2. Se
                    obtuvieron márgenes negativos en el 86,8% de los casos en el período 2 frente al
                    50% del período 1 (Po0,05). La tasa de mortalidad perioperatoria alcanzó el 6%
                    en el período 1 y el 5% en el período 2. Las tasas de la supervivencia al cabo de 1, 3 y
                    5 años se correspondieron con el 83,1, el 56,1 y el 13,6%, respectivamente, en el
                    período 1, frente al 89,1, al 56 y al 32,5%, respectivamente, en el período 2
                    (P ¼ 0,007). Las tasas totales de supervivencia al cabo de 1, 3 y 5 años entre los
                    pacientes con resección R0 alcanzaron el 92,9, el 67,5 y el 38,3%, respectivamente,
                    frente al 72, al 3,5 y al 0%, respectivamente, para las resecciones R1. Desde luego,
                    la mejora de la supervivencia es consecuencia de la aplicación de resecciones más
                    amplias y de la adición de la hepatectomía parcial, así como de las resecciones
                    vasculares.



                    Paliación
                       La resección quirúrgica extensa sólo debe efectuarse para extirpar todo el tumor
                    dejando márgenes histológicos negativos. Si el paciente no se puede operar debido
                    a una afectación biliar extensa y bilateral, una invasión vascular bilateral no sus-
                    ceptible de reconstrucción o de una propagación regional extensa, las opciones de
                    tratamiento comprenden el drenaje biliar adecuado y la evitación de com-
                    plicaciones infecciosas.
                       El alivio de la ictericia se logra por vía quirúrgica o no quirúrgica. Hasta la fecha,
                    los estudios randomizados de comparación entre la paliación quirúrgica y el dre-
                    naje biliar no operatorio no han arrojado diferencias en el período de supervi-
                    vencia, en las tasas de complicación o en el alivio de la ictericia; por eso, la
                    derivación quirúrgica sólo se planteará cuando no se pueda resecar el tumor. Como
                    la mayoría de estos pacientes tiene un drenaje biliar preoperatorio, la derivación
                    quirúrgica rara vez está indicada [75–77]. Si se plantea la derivación quirúrgica, es
                    preferible la hepatoyeyunostomía hasta conductos biliares muy alejados en la
                    extensión superior del tumor para evitar la obstrucción por un posible crecimiento
                    tumoral rápido. Sólo se necesita derivar un lóbulo hepático para mantener un
                    funcionamiento adecuado del hígado. Tradicionalmente, la opción más habitual de
                    drenaje es la anastomosis con el conducto biliar y el segmento III por la base del
                    ligamento redondo. Normalmente, la derivación de un lóbulo atrófico o de un
                    lóbulo muy infiltrado por el tumor resulta ineficaz.
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                    Figura 10. Prótesis de pared metálica colocadas por vía percutánea a un paciente con un colan-
                    giocarcinoma hiliar no resecable.


                       El drenaje biliar no operatorio se puede obtener por vía endoscópica o percu-
                    tánea. Si el paciente presenta un tumor avanzado, la vía endoscópica conlleva un
                    elevado número de fracasos. El drenaje biliar percutáneo y la colocación posterior
                    de endoprótesis biliares puede aplicarse a la mayoría de los pacientes con colan-
                    giocarcinoma hiliar. Las prótesis de pared metálica pero expansibles suponen una
                    opción más duradera (fig. 10) [78,79]. Al margen de que se emplee una vía
                    endoscópica percutánea, la presencia de un lóbulo atrófico supone un factor
                    importante que debe considerarse antes del drenaje. El drenaje de un lóbulo
                    atrófico no alivia la ictericia, por lo que hay que evitarlo. A veces, se precisan varias
                    prótesis para drenar adecuadamente los segmentos obstruidos y ofrecer paliación.
                    La ictericia recidivante después de la colocación de prótesis en la pared se da en el
                    18 al 28% de los pacientes debido a la infiltración del tumor a través de la malla de la
                    prótesis o más allá de los márgenes proximales o distales de la misma [79,80]. El
                    drenaje biliar se puede restablecer añadiendo una prótesis más larga dentro de la ya
                    existente. Si la ictericia no remite después de drenar correctamente todos los seg-
                    mentos, lo más probable es que se deba a una disfunción hepática por la obstrucción
                    prolongada o la invasión vascular tumoral y que no se corrija con los procedi-
                    mientos de drenaje.


                    Trasplante hepático
                       La lógica establece que la hepatectomía total y el trasplante de hígado consti-
                    tuyen la mejor opción de tratamiento porque resulta más fácil obtener márgenes
                    adecuados; sin embargo, en la experiencia inicial con el trasplante hepático por
                    colangiocarcinoma hiliar se ha obtenido una elevada mortalidad temprana, un alto
                    número de recidivas y una escasa supervivencia. El Cincinnati Transplant Tumor
                    Registry informó de una tasa de supervivencia a los 5 años del 28% con una tasa de
                    recidiva tumoral del 51% [81]. La mayoría de los pacientes sometidos a trasplante
                    hepático por colangiocarcinoma fallece en 1 o 2 años por una recidiva rápida y
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                    invasiva de la enfermedad [82,83]. Las resecciones regionales más radicales, que
                    incluyen una resección del colédoco y la pancreatoduodenectomía para erradicar
                    todo el árbol biliar y obtener un margen amplio, seguidas de la sustitución hepática
                    y la exenteración de la parte superior del abdomen y de un trasplante agrupado
                    posterior (hígado, páncreas, duodeno y cantidades variables de yeyuno) no han
                    aportado ningún beneficio adicional y son muy pocos los que sobreviven largo
                    tiempo [84,85]. Estos resultados han hecho que muchos centros abandonen el
                    trasplante hepático por colangiocarcinoma para evitar la pérdida de los escasos
                    órganos donantes; el colangiocarcinoma se ha convertido en un criterio de exclu-
                    sión para el trasplante hepático.
                       Recientemente se observó una importante mejoría de los resultados mediante
                    un protocolo que combinaba radioterapia, quimiosensibilización y trasplante de
                    hígado: las tasas de supervivencia al cabo de 1, 3 y 5 años alcanzaron el 92, el 82 y el
                    82%, respectivamente [86–88]. Estos resultados mejoraron significativamente los
                    de la resección aislada; sin embargo, la comparación entre los datos de estos dos
                    grupos fue complicada porque los criterios de selección médica aplicados al grupo
                    de trasplante fueron más rigurosos y los pacientes eran significativamente más
                    jóvenes y mostraban una mayor incidencia de CEP que en el grupo de resección.
                    Sin embargo, este enfoque proporciona la estrategia y el tratamiento más alenta-
                    dores y estimulantes conocidos hasta ahora frente al colangiocarcinoma hiliar, por
                    lo que conviene seguirle la pista.


                    Resumen
                       El colangiocarcinoma hiliar es una neoplasia maligna rara que se produce en la
                    bifurcación de los conductos biliares. La extirpación quirúrgica completa con
                    márgenes histológicos negativos sigue siendo la única esperanza de cura o de
                    supervivencia prolongada. Dada su ubicación y proximidad con el aflujo vascular
                    del hígado, la resección quirúrgica plantea dificultades técnicas y puede exigir
                    reconstrucciones vasculares avanzadas hasta conseguir su extirpación completa.
                    A pesar de los avances en las técnicas quirúrgicas, la tasa de supervivencia a los
                    5 años en la mayoría de los informes recientes oscila entre el 20 y el 45%. La
                    importancia del tratamiento neoadyuvante y del trasplante de hígado para com-
                    batir el colangiocarcinoma hiliar aún no se ha definido, a tenor de los últimos
                    resultados prometedores. A los pacientes con tumores avanzados e irresecables y a
                    los que no puedan aspirar a la resección quirúrgica por sufrir otras enfermedades se
                    les puede ofrecer un drenaje biliar paliativo.



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Neoplasias malignas de la vía biliar proximal

  • 1. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o CLÍNICAS CL NICAS QUIRÚRGICAS QUIR RGICAS DE NORTEAM RICA NORTEAMÉRICA Surg Clin N Am 88 (2008) 1409–1428 Neoplasias malignas de la vía biliar proximal Mohamed Akoad, MD, FACSa, Roger Jenkins, MD, FACSb,Ã a Division of Hepatobiliary and Liver Transplantation, The Lahey Clinic Medical Center, 41 Mall Road, 4 West, Burlington, MA 01803, USA b Division of Surgery, The Lahey Clinic Medical Center, Tufts University School of Medicine, 41 Mall Road, 4 West, Burlington, MA 01803, USA Las estenosis malignas de los conductos biliares proximales plantean problemas diagnósticos y terapéuticos a todos los especialistas responsables de su tratamiento que varían desde la propagación metastásica hasta el hilio hepático de tumores no biliares (p. ej., páncreas, vesícula, estómago, colon y recto, linfoma) o la presencia de un cáncer biliar primario (colangiocarcinoma). El colangiocarcinoma representa menos del 10% de los tumores hepáticos malignos primarios y puede originarse en los conductos biliares intrahepáticos o extrahepáticos [1]. Pese a que estos tumores tienen lugar en cualquier lugar del árbol biliar, el 67% se producen en la bifurcación de los conductos extrahepáticos (colangiocarcinoma hiliar) [2], donde suele cono- cerse como tumor de Klatskin [3]. Estos tumores invaden con frecuencia las ramas principales de la vena porta y de la arteria hepática, lo que complica su resección. La resección quirúrgica con márgenes negativos es la única esperanza para la supervivencia duradera. Hace poco, las innovadoras técnicas radicales que com- binan la resección hepática y la vascular hiliar han permitido que aumente el número de pacientes cuya resección se asocia a márgenes negativos [4–7]. En estos momentos, en varios centros de trasplantes se examinan protocolos que combinan el tratamiento neoadyuvante con el trasplante de hígado. Los pacientes con tumores hiliares irresecables pueden aspirar a un drenaje biliar paliativo para prevenir las colangitis y la insuficiencia hepática. Sin tratamiento, suele ocurrir una muerte por insuficiencia hepática entre 3 y 6 meses después de la presentación clínica inicial. Incidencia Los cánceres de los conductos biliares extrahepáticos son tumores relativa- mente raros, con una incidencia del 0,01 al 0,2% en grandes series de autopsia [8]. T Autor para correspondencia. Dirección electrónica: roger.l.jenkins@lahey.org (R. Jenkins). r 2009. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
  • 2. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1410 AKOAD y JENKINS La incidencia notificada en EE. UU. se acerca a 1-2 casos por 100.000 pacientes [9]. Esta enfermedad se diagnostica más en la quinta y sexta décadas de la vida y muestra un ligero predominio masculino [10]. Etiología Aunque la etiología del colangiocarcinoma no esté clara, se ha propuesto que la inflamación crónica del sistema biliar o la exposición a compuestos tóxicos con- centrados en la bilis podría dañar el ADN de las células del epitelio biliar y causar una transformación maligna. En una publicación reciente, el 94% de las muestras resecadas a pacientes con colangiocarcinoma mostraron una tinción positiva para el gen p53 supresor de tumores y la totalidad para el antígeno nuclear de las células en proliferación (PCNA) [11]. Es más, se han detectado mutaciones del pro- tooncogén K-ras en el 75% de las muestras de pacientes con colangiocarcino- ma [12]. Algunos trastornos se acompañan de una mayor incidencia de colangiocarci- noma. La colangitis esclerosante primaria (CEP), una enfermedad auto- inmunitaria caracterizada por estenosis multifocales de los conductos biliares intrahepáticos y extrahepáticos, se asocia, como es sabido, a una mayor incidencia de colangiocarcinoma. A diferencia de la mayoría de los colangiocarcinomas esporádicos del árbol biliar extrahepático, los pacientes con CEP corren más riesgo de presentar una enfermedad multifocal irresecable. La incidencia de colangio- carcinoma entre los pacientes con CEP se desconoce, pero se ha detectado colangiocarcinoma casual en una cifra que va del 4 al 8,6% de los hígados explantados a pacientes sometidos a trasplante hepático por CEP [13,14]. Los quistes del colédoco y la enfermedad de Caroli son enfermedades congénitas que comportan un mayor riesgo de colangiocarcinoma. El riesgo de degeneración maligna se eleva hasta el 15–20% si el paciente no recibe tratamiento hasta la edad adulta. No está clara la causa por la que los pacientes con quistes virales congénitos corren más riesgo de presentar un colangiocarcinoma, pero se ha atribuido a la entrada anómala del conducto pancreático en el colédoco, que determina un reflujo del jugo pancreático hacia el árbol biliar. La información crónica resultante quizá predisponga a la aparición del colangiocarcinoma. Otro factor favorecedor es la estasis biliar y la inflamación crónica dentro del quiste [15–17]. El colangiocarcinoma es más prevalente en el sudeste de Asia que en cualquier otro lugar del mundo. Esta prevalencia obedece a la infección parasitaria por las duelas hepáticas Clonorchis sinensis y Opisthorchis viverrini. Estas penetran en el huésped a través del duodeno y residen en los conductos biliares. La obstrucción biliar crónica resultante, que determina la formación de estenosis y una informa- ción crónica, predispone supuestamente al cáncer [18]. La colangiohepatitis oriental prevalece en Japón y regiones del sudeste de Asia, se caracteriza por una bacteriemia portal crónica, origina sepsis y provoca la aparición de cálculos de pigmento. Se cree que la colangitis crónica y la formación de estenosis son factores que predisponen al colangiocarcinoma, que se da en el 10% de los pacientes con colangiohepatitis oriental [19]. Se han descrito asociaciones con otros carcinógenos químicos o fármacos, como anticonceptivos orales [20], metildopa [21], isoniacida [22] y asbesto [23].
  • 3. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL 1411 Anatomía patológica Se han descrito tres subtipos macroscópicos diferentes de colangiocarcinoma: esclerosante, nodular y papilar [24]. La variedad esclerosante es la más habitual y ocasiona un engrosamiento anular de los conductos biliares con infiltración y fibrosis de los tejidos adyacentes. Estos tumores determinan una invasión local y suelen infiltrar los tejidos neurales periductales, así como las principales estructuras vasculares del hilio. La variedad nodular se caracteriza por nódulos intraluminales irregulares. Cuando se dan ambos rasgos, el tumor se describe como nódulo esclerosante. La variedad papilar, que da cuenta del 10% de los casos, es un tumor blando y a menudo friable. Estos tumores causan menos fibrosis periductal o estenosis adyacentes y poseen un pronóstico más favorable que otras variantes. Más del 95% de los tumores son adenocarcinomas que varían desde bien hasta mal diferenciados [9,25]. Los colangiocarcinomas son adenocarcinomas secretores de mucina y es frecuente encontrar mucina intracelular. La tinción inmunohisto- química del antígeno de la membrana epitelial y del antígeno polipeptídico tisular ayuda a confirmar el diagnóstico del colangiocarcinoma. Una característica importante de este tumor es su propagación submucosa. Esta diseminación sube- pitelial más allá del tumor evidente subraya la importancia de resecciones más amplias y de confirmar los márgenes negativos mediante cortes por congelación durante la cirugía de resección. Los demás tipos histológicos, como el epidermoide, el leiomiosarcoma, el rabdomiosarcoma y el cistoadenocarcinoma, son raros. Aunque el colangiocarcinoma hiliar suele crecer lentamente, se ha descrito una rápida progresión en algunos pacientes. La propagación mediante invasión directa de los tejidos hiliares periductales, con invasión de las ramas venosas portales y de las ramas arteriales hepáticas, constituye un rasgo común del colangiocarcinoma hiliar. Es también frecuente la invasión directa del tejido hepático adyacente. Del 30 al 50% de los casos presentan adenopatías regionales, mientras que las metás- tasis hematógenas a los pulmones, riñones, huesos o cerebro son poco habitua- les [24]. Presentación clínica La presentación clínica del colangiocarcinoma hiliar varía según el lugar de origen, pero suele caracterizarse por una ictericia indolora. El prurito intenso y generalizado aparece meses antes del comienzo de la ictericia si el origen del tumor se sitúa en los conductos hepáticos principales izquierdo o derecho. Desde hace tiempo se sabe que la obstrucción unilateral de los conductos biliares determina una atrofia del lóbulo correspondiente, con hipertrofia compensadora del contra- lateral (fig. 1) [26]. La capacidad del lóbulo contralateral del hígado para hiper- trofiarse en presencia de una obstrucción biliar completa suele retrasar la aparición de los síntomas. La anorexia y la fatiga constituyen síntomas inespecíficos en la mayoría de los pacientes; el dolor constante es un signo ominoso que con fre- cuencia, aunque no siempre, preludia una propagación metastásica a los tejidos adyacentes. La fiebre ocurre rara vez en ausencia de instrumentación de un árbol biliar intacto, a pesar de la incidencia de la bacterobilia (30%) [27]. La mayoría de los pacientes presentan pocos síntomas y acuden cuando notan la ictericia o cuando se descubren anomalías en la función hepática. Aparte de la ictericia y de las
  • 4. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1412 AKOAD y JENKINS Figura 1. (A) TC de un paciente con colangiocarcinoma hiliar y obstrucción duradera del conducto hepático derecho que provoca la atrofia del lóbulo derecho y la hipertrofia compensadora del lóbulo izquierdo. (B) Datos de la exploración en la que se aprecia un lóbulo derecho atrófico bien delimitado. lesiones cutáneas de rascado de los pacientes con prurito, la exploración física suele resultar normal. La bilirrubina sérica total de la mayoría de los pacientes con colangiocarcinoma hiliar se eleva en el momento inicial, casi siempre por encima de 10 mg/dl. Habi- tualmente, la alanina aminotransferasa y la aspartato aminotransferasa aumentan levemente. La fosfatasa alcalínica sérica y la gammaglutamiltransferasa del 90% de los pacientes que presentan un colangiocarcinoma se incrementa, incluso en ausencia de hiperbilirrubinemia [28]. A diferencia del hepatocarcinoma, la alfa- fetoproteína rara vez está elevada en el colangiocarcinoma. Las cifras del antígeno carcinoembrionario (CEA) aumentan en el 40 al 60% de los pacientes, y las del antígeno carbohidrato 19-9, en el 80% de los casos [29]. Evaluación radiológica Una vez diagnosticada la ictericia obstructiva del paciente por los datos clínicos y de laboratorio, las primeras técnicas de imagen son la ecografía y la tomografía computarizada (TC) abdominales. La ecografía ayuda a diferenciar la obstrucción hiliar de otras causas de ictericia obstructiva, como el carcinoma de la cabeza del páncreas, los tumores ampulares, el carcinoma de la vesícula y la coledocolitiasis. La ecografía suele mostrar un árbol biliar intrahepático dilatado y un colapso del colédoco y de la vesícula. Esta puede distenderse si la lesión se extiende distalmente hasta obstruir el orificio del conducto cístico. En centros especializados, la ecografía identifica con bastante exactitud la presencia de una masa y puede delimitar la extensión del tumor. Asimismo, mide la permeabilidad de la arteria hepática y de la vena porta a través del estudio Doppler [30]. El examen corporal mediante TC o resonancia magnética (RM) es imprescin- dible para continuar el estudio del paciente y, en principio, debe efectuarse antes que la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) o la
  • 5. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL 1413 Figura 2. CPRM de un paciente con una estenosis hiliar maligna (flecha). colangiografía transhepática percutánea (CTP). La modalidad aplicada depende de la calidad de imagen disponible en un centro concreto. En muchas instituciones, la colangiopancreatografía por resonancia magnética (CPRM) (fig. 2) se ha con- vertido en una herramienta valiosísima para el estudio preoperatorio de los pacientes con colangiocarcinoma hiliar y ha reemplazado prácticamente a la colangiografía endoscópica y percutánea [31,32]. La CPRM contribuye a estadifi- car el colangiocarcinoma y a establecer las posibilidades de su resección al aportar datos sobre el tamaño del tumor, la extensión de la lesión de los conductos biliares, la invasión vascular, la extensión extrahepática, la presencia de metástasis gan- glionares o a distancia, y la atrofia lobular. La exactitud de la CPRM en la eva- luación del estado tumoral, la infiltración periductal y las metástasis ganglionares alcanza el 90, 87 y 66%, respectivamente [33]. Actualmente, la TC trifásica con un escáner de alta velocidad es, para los autores, la técnica de elección para la visualización hepática (fig. 3). Si se cronometra correctamente, este estudio pro- porciona una visualización exacta de la anatomía vascular hiliar y de los cambios de la anatomía hepática subsegmentaria. Estas imágenes se pueden realzar hasta obtener un mapa tridimensional de los planos quirúrgicos proyectados, pues pro- porciona una información exacta de la relación entre el tumor y las estructuras vasculares adyacentes (fig. 4) [34]. A pesar de la aparición de nuevas técnicas de imagen para evaluar las estenosis biliares proximales, en muchos centros la colangiografía sigue representando una modalidad diagnóstica importante después del estudio completo de imagen. La colangiografía muestra la lesión y extensión del tumor y delimita la anatomía biliar segmentaria, lo que ayuda a planificar la resección hepática. La colangiografía permite la identificación y el drenaje de los conductos obstruidos. Para el estudio preoperatorio del tumor y para el drenaje biliar se han utilizado con éxito tanto la CPRE (fig. 5) como la CTP (fig. 6). En los casos en los que la operación es posible,
  • 6. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1414 AKOAD y JENKINS Figura 3. TC trifásica de un paciente con colangiocarcinoma hiliar que muestra la dilatación del árbol biliar intrahepático. (A) Fase arterial. (B) Fase venosa portal. A P8 AHD AHP P8 3cm P5 5cm P6 AGD B B6+7 R T B8c B8a Figura 4. (A) Imagen tridimensional de un estrechamiento de la vena porta. Se precisa la resección de un segmento de 3 cm (línea gruesa larga). La arteria hepática derecha también está afectada por el tumor. Las líneas de transección de la arteria hepática propiamente dicha y de la arteria hepática derecha se planifican (flechas pequeñas). (B) Imagen tridimensional en proyección craneal. La línea con la flecha indica la línea prevista de resección, justo a la izquierda del punto R. AHD, arteria hepática derecha; AHP, arteria hepática propiamente dicha; AGD, arteria gastroduodenal. (Tomado de Endo I, Shimada H, Sugita M, etal. Role of three-dimensional imaging in operative planning for hilar cholangiocarcinoma. Surgery 2007;142(5):672; con autorización.)
  • 7. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL 1415 Figura 5. CPRE de un paciente con colangiocarcinoma hiliar que muestra una dilatación de los conductos biliares intrahepáticos. La flecha apunta a la estenosis. Figura 6. (A) CTP de un paciente con colangiocarcinoma hiliar e ictericia que no respondieron a la colocación de una prótesis en el conducto hepático izquierdo mediante CPRE. (B) Se pasa la guía hasta el conducto biliar común a través de la estenosis. los autores prefieren la CPRE con drenaje del lóbulo no afectado. La CPRE resulta difícil entre los pacientes con colangiocarcinoma hiliar y conlleva el riesgo de que posteriormente aparezca colangitis y pancreatitis; sin embargo, en los centros especializados que atienden a un elevado número de pacientes, la CPRE alcanza tasas elevadas de éxito con una morbilidad baja [35,36]. Pese a la naturaleza extraordinariamente obstructiva de los tumores hiliares proximales, un endosco- pista experimentado en general puede exponer la anatomía biliar proximal y
  • 8. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1416 AKOAD y JENKINS establecer un drenaje biliar del lóbulo o de los lóbulos obstruidos. Para delimitar adecuadamente la extensión del tumor y establecer el drenaje adecuado de los segmentos obstruidos se precisa una estrecha comunicación entre el endoscopista y el cirujano. Si el drenaje endoscópico no surte efecto o si persiste la ictericia a pesar del drenaje adecuado, los autores deben realizar una CTP unilateral o bilateral para drenar los segmentos obstruidos. Actualmente, la tomografía por emisión de positrones (PET) con 18F-fluoro- desoxiglucosa se utiliza cada vez más para facilitar el diagnóstico del colangio- carcinoma hiliar [37]. En la actualidad, la PET no se aplica de forma rutinaria para establecer el diagnóstico de colangiocarcinoma hiliar, pero se ha utilizado cuando el paciente sufre CEP y puede resultar muy difícil reconocer una estenosis maligna en el seno de estenosis biliares intrahepáticas diseminadas y crónicas [38]. Asi- mismo, se ha utilizado para confirmar la recidiva del cáncer después de su resección. En un estudio reciente sobre la utilidad de la PET para los pacientes con cáncer biliar, esta técnica reconoció la enfermedad metastásica oculta y cambió el trata- miento en el 24% de los pacientes [39]. Si el paciente reúne las condiciones para la cirugía, no es imprescindible esta- blecer el diagnóstico histológico preoperatorio a través de un examen de citología biliar, citología por cepillado o aspiración con aguja fina con guía ecoendoscópica. La sensibilidad de la citología biliar sólo llega al 24%, y la de la citología por cepillado, al 59% [40]. Un informe citológico negativo en presencia de una este- nosis hiliar jamás debe disuadir al clínico de tratar la estenosis como maligna en el contexto clínico adecuado. Los cepillados biliares endoscópicos para estudio citológico sólo revisten importancia si el paciente no se puede operar. Drenaje biliar preoperatorio La utilidad del drenaje biliar preoperatorio por una ictericia obstructiva maligna sigue suscitando polémica. No se ha hallado ningún efecto beneficioso del drenaje biliar preoperatorio sobre la ictericia obstructiva maligna de cualquier causa en diversos estudios randomizados prospectivos [41–43]. Es más, en un metaanálisis reciente se encontró que el drenaje biliar preoperatorio no reducía la morbilidad ni la mortalidad operatorias de los pacientes con ictericia obstructiva maligna [44]; sin embargo, la mayoría de esos estudios carecían de uniformidad y en ellos se incluyó principalmente a pacientes con obstrucción de los conductos biliares distales por un cáncer pancreático, tumores ampulares o colangiocarcinoma distal. Los pacientes con una neoplasia maligna de los conductos biliares proximales sólo representaban el 12,1% de los participantes en estos estudios. Hasta la fecha, no hay ningún estudio prospectivo randomizado sobre la eficacia del drenaje biliar preoperatorio para los pacientes con tumores de los conductos biliares proximales; sin embargo, algunos informes retrospectivos avalan su uso [45–47]. Los tumores de los conductos biliares proximales constituyen un grupo diferente porque, contrariamente a la obstrucción maligna de los conductos biliares distales, la resección hepática representa un componente fundamental de la operación. La resección hepática ampliada de pacientes con ictericia obstructiva concreta y colangitis conlleva un riesgo de hemorragia, sepsis e insuficiencia hepática post- operatoria grave [48,49]. El drenaje preoperatorio de segmentos hepáticos obs- truidos pero recuperables hace que desaparezcan la induración y la colestasis del
  • 9. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL 1417 parénquima hepático afectado y que la bilis se excrete con más rapidez en el período postoperatorio. Los resultados de las series japonesas muestran que el drenaje biliar preoperatorio aumenta la posibilidad de resección y la tolerancia a una hepatectomía mayor [7,50]. Los autores aplican de forma rutinaria un drenaje biliar percutáneo o endos- cópico preoperatorio de los lóbulos o de los segmentos obstruidos si se trata, supuestamente, de segmentos importantes y recuperables del parénquima hepá- tico. Para disminuir el riesgo de la insuficiencia hepática postoperatoria, la cirugía suele demorarse hasta que los valores totales de bilirrubina han descendido por debajo de 2,5 a 3 mg/dl. Selección de pacientes y evaluación de la resecabilidad La estadificación preoperatoria y la evaluación de la resecabilidad se basan en estudios de imagen, cuyo objeto es reconocer a los posibles pacientes candidatos a la cirugía y planificar el grado de resección. La clasificación de Bismuth-Corlette, muy difundida en la actualidad, facilita una estratificación comparativa de la pro- pagación del tumor a lo largo de los conductos biliares, pero no aborda la invasión de la vena porta o de la arteria hepática. Esta clasificación ayuda a la planificación operatoria, pero no predice la resecabilidad ni la supervivencia [51]. Quizá muchos pacientes con una propagación de tipo 1 y 2 evolucionen mejor con resecciones más amplias que incluyan la hepatectomía [4–7,45,46]. El nuevo sistema de estadifica- ción preoperatoria de Burke et al. [52] clasifica a los pacientes según el grado de afectación biliar, atrofia lobular hepática y afectación ipsilateral o bilateral de la vena portal (tabla 1). Este sistema de estadificación se correlaciona mejor con la resecabilidad que el de Bismuth. El hallazgo de metástasis hepáticas periféricas bilobulares o de enfermedad extrahepática impide la resección, al igual que una afectación bilateral de los conductos que llegue hasta las raíces biliares secundarias. La afectación unilateral de la vena porta o de la arteria hepática se trata mediante Tabla 1 Criterios de estadificación T propuestos para el colangiocarcinoma hiliar Estadio Criterio T1 Tumor confinado a la confluencia y/o al conducto hepático derecho o izquierdo sin afectación de la vena porta ni atrofia hepática T2 Tumor confinado a la confluencia y/o al conducto hepático derecho o izquierdo con atrofia ipsilateral del hígado. No se aprecia afectación de la vena porta T3 Tumor confinado a la confluencia y/o al conducto hepático derecho o izquierdo con afectación ipsilateral de las ramas venosas portales con/sin atrofia lobular ipsilateral asociada del hígado. No se aprecia lesión de la vena porta principal (oclusión, invasión o constricción) T4 Cualquiera de los siguientes: 1) el tumor invade los conductos hepáticos derecho e izquierdo hasta las raíces secundarias en ambos lados, o 2) constricción de la vena porta principal Tomado de EC, Jarnagin WR, et al. Hilar cholangiocarcinoma: patterns of spread, the importance of hepatic resection for curative operation, and a presurgical clinical staging system. Ann Surg 1998;228(3):385–94; con autorización.
  • 10. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1418 AKOAD y JENKINS lobectomía hepática ipsilateral y no representa una contraindicación para la resección. Los tumores más avanzados con invasión vascular bilateral exigen una evaluación y una planificación preoperatorias minuciosas, porque pueden requerir técnicas vasculares más avanzadas con reconstrucción de la vena porta y de la arteria hepática y representan contraindicaciones relativas. El estado clínico general y la capacidad del paciente para soportar la operación, que suele consistir en una hepatectomía mayor, obligan a una evaluación cuida- dosa. El estudio preoperatorio comprenderá una evaluación del riesgo cardíaco, del estado pulmonar y de las funciones hepática y renal. El estado nutricional suele examinarse y, cuando está indicado, se aplican medidas de soporte nutricional. La coagulopatía se corrige administrando vitamina K. La colangitis requiere control inmediato con los antibióticos pertinentes. Tratamiento La resección de las neoplasias malignas hiliares sigue siendo una de las opera- ciones más difíciles y depende mucho de la experiencia y de la práctica del cirujano. No obstante, la resección quirúrgica es el único tratamiento capaz de curar o prolongar significativamente la vida. La naturaleza de la cirugía está determinada por la extensión proximal y distal del tumor, definida en las imágenes preopera- torios, y por las características anatómicas del aflujo vascular adyacente. El objetivo quirúrgico es extirpar todo el tejido ganglionar regional y el colédoco (y la vesícula) en bloque con la porción correspondiente del hígado hasta obtener márgenes microscópicos negativos. Los autores efectúan una laparoscopia diagnóstica al principio para excluir una laparotomía mayor de los pacientes con metástasis no detectadas anteriormente. Utilizamos una incisión subcostal derecha con extensión superior por la línea media hasta la apófisis xifoides; de esta manera se obtiene la exposición necesaria para la resección. Luego, se inspecciona la cavidad peritoneal en busca de metástasis regionales o remotas y se explora el hígado en busca de metástasis no detectadas en los estudios preoperatorios de imagen. Mediante la maniobra de Kocher, se expone el duodeno para iniciar la resección del tejido linfático lateral y posterior al con- ducto biliar común. Nosotros empezamos disecando el tejido linfático y neural en el plano de la arteria celíaca y continuamos esqueletizando la arteria hepática común y sus ramas. Cortamos transversalmente el colédoco por el borde superior del páncreas y movilizamos en bloque todo el tejido linfático y neural lateral y posterior al colédoco, esqueletizando así la arteria hepática propiamente dicha y la vena portal (fig. 7). La disección prosigue cranealmente y se incluye la vesícula en la pieza. A medida que se continúa con una movilización más proximal del colédoco, se evalúa la afectación de las ramas de la arteria hepática y de la vena porta para establecer la necesidad de resección vascular y de reconstrucción. Al final, se dividen los conductos biliares por las raíces biliares secundarias de los segmentos hepáticos que se desea retener. Esta maniobra obliga, en general, a dividir el conducto por encima de la unión entre las ramas anterior y posterior derecha en los tumores dominantes del lado derecho o en las ramas segmentarias en los tumores dominantes del lado izquierdo. A continuación, se dividen los vasos de entrada y de salida del lóbulo hepático que se desea extirpar con la pieza y se efectúa una transección parenquimatosa realizando una fractura con el dedo y con el
  • 11. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL 1419 A Tumor B CHI AMH VCI VPI Vena porta AHD Conducto biliar común AHI Arteria hepática común VPD Páncreas VP Figura 7. (A, B) Esqueletización de la vena porta y de la arteria hepática. AHD, arteria hepática derecha; AHI, arteria hepática izquierda; AMH, arteria del segmento IV; CHI, conducto hepático izquierdo; VCI, vena cava inferior; VP, vena porta; VPD, vena porta derecha; VPI, vena porta izquierda. instrumento. El lóbulo hepático resecado se extirpa en continuidad con la pieza quirúrgica. A veces, se precisan hepatectomías derecha o izquierda ampliadas para obtener márgenes negativos [4–7,45,46,52–54]. Las ramas biliares del lóbulo caudado pueden constituir un depósito insospechado de tumor residual después de la resección de los conductos biliares por cáncer; por eso, la mayoría de los expertos recomiendan una resección en bloque del lóbulo caudado en los tumores de los conductos biliares [45,55,56]. Dada la proximidad del tumor con las estructuras vasculares principales del hilio hepático, es frecuente la invasión vascular. La afectación unilateral se aborda mediante lobectomía hepática ipsilateral. Las técnicas más sofisticadas con reconstrucción de la vena porta y de la arteria hepática están indicadas para resecar tumores avanzados con afectación vascular bilateral. Los autores tratan estos tumores avanzados complejos extirpando completamente el tumor y resta- bleciendo el aflujo vascular (vena porta y arteria hepática) del lóbulo hepático remanente. A veces, esta tarea obliga a resecar la vena porta en la bifurcación y a anastomosar la vena porta principal con la vena porta derecha o izquierda. De manera similar, en ocasiones se requiere la reconstrucción arterial con técnicas microvasculares (figs. 8 y 9). Muchas de estas técnicas más avanzadas derivan directamente de nuestra experiencia creciente con el trasplante de hígado de donantes vivos. En muchas publicaciones se ha comprobado que esta operación radical aumenta el número de pacientes, cuyo tumor puede extirparse com- pletamente con márgenes negativos con una morbilidad y una mortalidad acep- tables [50,57–59]. Con la reconstrucción del árbol biliar mediante un asa de yeyuno en Y de Roux se termina la intervención. Con frecuencia, cuando se efectúa una resección alta hasta las raíces biliares secundarias, varios conductos biliares precisan un drenaje correcto una vez extirpada la pieza. Este drenaje se puede simplificar convirtiendo dos o tres conductos vecinos en uno solo mediante división del tabique entre ellos y
  • 12. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1420 AKOAD y JENKINS A B Vena porta Arteria hepática izquierda Conducto Vena porta biliar común Colédoco Vena porta Arteria hepática común Figura 8. (A) Colangiocarcinoma hiliar de la bifurcación de la vena porta que obliga a extirpar la vena. (B) Se restablece el flujo sanguíneo del lóbulo remanente anastomosando la vena porta principal a la vena porta derecha. Arteria hepática derecha A B Vena porta Arteria Arteria hepática hepática izquierda común Vena porta Colédoco Vena porta Arteria hepática común Figura 9. (A) Afectación bilateral de la arteria hepática y de la vena porta que exige una resección de la bifurcación de la vena porta; las arterias hepáticas derecha e izquierda están afectadas por el tumor. (B) El flujo al lóbulo remanente se establece suturando con técnicas microvasculares la vena porta principal a la vena porta derecha y la arteria hepática propiamente dicha a la arteria hepática derecha. sutura entre sí de las paredes adyacentes. La anastomosis se lleva a cabo con suturas por polidioxanona de 5-0 extendiendo primero la capa posterior y luego la anterior, con la que se cubre una sonda de alimentación pediátrica pasada a través del cabo proximal del asa de Roux a modo de prótesis biliar. Las prótesis biliares facilitan el acceso para la confirmación radiológica postoperatoria de la anatomía biliar y se retiran de 3 a 4 semanas después del alta. De forma rutinaria se aplica un drenaje de aspiración cerrado. Tratamiento adyuvante En la actualidad, no hay datos que respalden el uso rutinario del tratamiento adyuvante o neoadyuvante por los pacientes con colangiocarcinoma hiliar. La radioterapia con haz externo y dosis de hasta 60Gy se ha utilizado con protección duodenal como complemento de la resección quirúrgica de los pacientes con márgenes quirúrgicos positivos. En un estudio prospectivo, Pitt et al. [60] hallaron
  • 13. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL 1421 que la radioterapia adyuvante carecía de efectos sobre la supervivencia total. Las técnicas de radiación endoluminal percutánea y endoscópica, como la radioin- munoterapia con anticuerpos 131I-anti-CEA, se han empleado también combi- nadas con la quimioterapia sistémica entre pacientes con colangiocarcinoma, pero el beneficio es pequeño. No obstante, en algunos estudios retrospectivos se han observado ciertas ventajas de la radioterapia adyuvante para la supervivencia [61,62]. Estos eran estudios no randomizados en los que se incluyó a un grupo heterogéneo de pacientes. Es más, en muchos análisis multivariantes sobre el tratamiento neoadyuvante, entre otros factores, se ha señalado que el único factor que prolonga la supervivencia es la resección con márgenes histológicos negativos [4–6,45]. De forma similar, la quimioterapia con un solo preparado o con una combinación de preparados no ha resultado eficaz. Los fármacos como el 5-fluo- rouracilo (5-FU), la metanosulfona, el cisplatino, la mitomicina C, el paclitaxel y la gemcitabina han resultado muy poco eficaces; las tasas de respuesta varían entre el 0 y el 9% y la supervivencia media entre 2 y 12 meses [63]. En un ensayo prospectivo randomizado donde se comparó 5-FU por vía oral con 5-FU por vía oral más estreptozotocina y 5-FU por vía oral más metil-CCNU entre pacientes con colan- giocarcinoma irresecable, se obtuvo una tasa de respuesta de tan sólo el 9% [64]. En la actualidad, no hay datos que respalden el uso rutinario de la quimiorradioterapia adyuvante, excepto en ensayos controlados. A pesar de la falta de pruebas, la quimiorradioterapia adyuvante es utilizada en muchos centros de todo el mundo. Los autores reservan su uso para los pacientes con adenopatías tumorales y már- genes microscópicamente positivos en los conductos biliares. Resultados Se puede obtener una supervivencia prolongada con una morbilidad y una mortalidad aceptables. La morbilidad perioperatoria varía entre el 1,3 y el 11%, y la morbilidad, entre el 35 y el 50% [4–7,45,46,65–67]. Un determinante esencial de las recidivas y de la supervivencia del paciente es la presencia o ausencia de márgenes histológicos positivos en la pieza resecada [4–6,46,68,69]. La experiencia preliminar con la resección hiliar local comportó una elevada incidencia de márgenes positivos y una escasa supervivencia a largo plazo [2]. A medida que se ha acumulado experiencia en el tratamiento del colangiocarcinoma hiliar, el número de pacientes sometidos a resección hepática ha aumentado de manera incesante. Sin embargo, la adición de reconstrucciones vasculares sofisticadas al arsenal quirúrgico ha hecho que un número cada vez mayor de pacientes se sometan a resección R0. Esta cirugía radical eleva el número de resecciones curativas y mejora la supervivencia del paciente. Se han descrito tasas de supervivencia a los 5 años tan elevadas como del 59% [70]; pero las cifras de supervivencia a los 5 años en las publicaciones más recientes varían desde el 20 hasta el 45% [4–7,45,46,65–67,71,72]. La combinación de la resección hepática con la de la vena porta en los tumores localmente avanzados incrementa la tasa de resecabilidad con una morbilidad y una mortalidad aceptables. Estas resecciones vasculares complejas ofrecen difi- cultades técnicas y pueden incrementar el riesgo de la intervención. Algunos expertos han señalado una supervivencia menor a los 5 años entre los pacientes, a los que se les reseca la vena porta [50], mientras que otros indican que la evolución es la misma que la de aquellos a quienes no se les reseca la vena porta [57,73].
  • 14. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1422 AKOAD y JENKINS La experiencia de la Lahey Clinic El programa de los autores se inició en 1985 en el antiguo New England Dea- coness Hospital y se trasladó a la Lahey Clinic en 1999. Desde 1985 hasta 2007, se operó mediante resección con fines curativos a 124 pacientes con colangiocarci- noma hiliar. A medida que ha cambiado la experiencia, hemos adoptado un tra- tamiento quirúrgico cada vez más radical, con la adición de la hepatectomía y la reconstrucción vascular compleja hasta obtener márgenes quirúrgicos negativos. Si se compara nuestra experiencia anterior de 1985 a 1999 (período 1) [74] con la de 1999 a 2007 (período 2) (Mohamed Akoad, MD, FACS, datos no publicados, 2008), el 75,9% de los pacientes del período 2 fueron sometidos a resección local y hepática frente al 48,6% del período 1. Se realizó una resección vascular combinada a 17 pacientes (3 en el período 1 y 14 en el período 2). La resección de la vena porta sólo se realizó en 13 casos, la de la arteria hepática, sólo en 2, y la de ambas, en 2. Se obtuvieron márgenes negativos en el 86,8% de los casos en el período 2 frente al 50% del período 1 (Po0,05). La tasa de mortalidad perioperatoria alcanzó el 6% en el período 1 y el 5% en el período 2. Las tasas de la supervivencia al cabo de 1, 3 y 5 años se correspondieron con el 83,1, el 56,1 y el 13,6%, respectivamente, en el período 1, frente al 89,1, al 56 y al 32,5%, respectivamente, en el período 2 (P ¼ 0,007). Las tasas totales de supervivencia al cabo de 1, 3 y 5 años entre los pacientes con resección R0 alcanzaron el 92,9, el 67,5 y el 38,3%, respectivamente, frente al 72, al 3,5 y al 0%, respectivamente, para las resecciones R1. Desde luego, la mejora de la supervivencia es consecuencia de la aplicación de resecciones más amplias y de la adición de la hepatectomía parcial, así como de las resecciones vasculares. Paliación La resección quirúrgica extensa sólo debe efectuarse para extirpar todo el tumor dejando márgenes histológicos negativos. Si el paciente no se puede operar debido a una afectación biliar extensa y bilateral, una invasión vascular bilateral no sus- ceptible de reconstrucción o de una propagación regional extensa, las opciones de tratamiento comprenden el drenaje biliar adecuado y la evitación de com- plicaciones infecciosas. El alivio de la ictericia se logra por vía quirúrgica o no quirúrgica. Hasta la fecha, los estudios randomizados de comparación entre la paliación quirúrgica y el dre- naje biliar no operatorio no han arrojado diferencias en el período de supervi- vencia, en las tasas de complicación o en el alivio de la ictericia; por eso, la derivación quirúrgica sólo se planteará cuando no se pueda resecar el tumor. Como la mayoría de estos pacientes tiene un drenaje biliar preoperatorio, la derivación quirúrgica rara vez está indicada [75–77]. Si se plantea la derivación quirúrgica, es preferible la hepatoyeyunostomía hasta conductos biliares muy alejados en la extensión superior del tumor para evitar la obstrucción por un posible crecimiento tumoral rápido. Sólo se necesita derivar un lóbulo hepático para mantener un funcionamiento adecuado del hígado. Tradicionalmente, la opción más habitual de drenaje es la anastomosis con el conducto biliar y el segmento III por la base del ligamento redondo. Normalmente, la derivación de un lóbulo atrófico o de un lóbulo muy infiltrado por el tumor resulta ineficaz.
  • 15. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o NEOPLASIAS MALIGNAS DE LA VÍA BILIAR PROXIMAL 1423 Figura 10. Prótesis de pared metálica colocadas por vía percutánea a un paciente con un colan- giocarcinoma hiliar no resecable. El drenaje biliar no operatorio se puede obtener por vía endoscópica o percu- tánea. Si el paciente presenta un tumor avanzado, la vía endoscópica conlleva un elevado número de fracasos. El drenaje biliar percutáneo y la colocación posterior de endoprótesis biliares puede aplicarse a la mayoría de los pacientes con colan- giocarcinoma hiliar. Las prótesis de pared metálica pero expansibles suponen una opción más duradera (fig. 10) [78,79]. Al margen de que se emplee una vía endoscópica percutánea, la presencia de un lóbulo atrófico supone un factor importante que debe considerarse antes del drenaje. El drenaje de un lóbulo atrófico no alivia la ictericia, por lo que hay que evitarlo. A veces, se precisan varias prótesis para drenar adecuadamente los segmentos obstruidos y ofrecer paliación. La ictericia recidivante después de la colocación de prótesis en la pared se da en el 18 al 28% de los pacientes debido a la infiltración del tumor a través de la malla de la prótesis o más allá de los márgenes proximales o distales de la misma [79,80]. El drenaje biliar se puede restablecer añadiendo una prótesis más larga dentro de la ya existente. Si la ictericia no remite después de drenar correctamente todos los seg- mentos, lo más probable es que se deba a una disfunción hepática por la obstrucción prolongada o la invasión vascular tumoral y que no se corrija con los procedi- mientos de drenaje. Trasplante hepático La lógica establece que la hepatectomía total y el trasplante de hígado consti- tuyen la mejor opción de tratamiento porque resulta más fácil obtener márgenes adecuados; sin embargo, en la experiencia inicial con el trasplante hepático por colangiocarcinoma hiliar se ha obtenido una elevada mortalidad temprana, un alto número de recidivas y una escasa supervivencia. El Cincinnati Transplant Tumor Registry informó de una tasa de supervivencia a los 5 años del 28% con una tasa de recidiva tumoral del 51% [81]. La mayoría de los pacientes sometidos a trasplante hepático por colangiocarcinoma fallece en 1 o 2 años por una recidiva rápida y
  • 16. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1424 AKOAD y JENKINS invasiva de la enfermedad [82,83]. Las resecciones regionales más radicales, que incluyen una resección del colédoco y la pancreatoduodenectomía para erradicar todo el árbol biliar y obtener un margen amplio, seguidas de la sustitución hepática y la exenteración de la parte superior del abdomen y de un trasplante agrupado posterior (hígado, páncreas, duodeno y cantidades variables de yeyuno) no han aportado ningún beneficio adicional y son muy pocos los que sobreviven largo tiempo [84,85]. Estos resultados han hecho que muchos centros abandonen el trasplante hepático por colangiocarcinoma para evitar la pérdida de los escasos órganos donantes; el colangiocarcinoma se ha convertido en un criterio de exclu- sión para el trasplante hepático. Recientemente se observó una importante mejoría de los resultados mediante un protocolo que combinaba radioterapia, quimiosensibilización y trasplante de hígado: las tasas de supervivencia al cabo de 1, 3 y 5 años alcanzaron el 92, el 82 y el 82%, respectivamente [86–88]. Estos resultados mejoraron significativamente los de la resección aislada; sin embargo, la comparación entre los datos de estos dos grupos fue complicada porque los criterios de selección médica aplicados al grupo de trasplante fueron más rigurosos y los pacientes eran significativamente más jóvenes y mostraban una mayor incidencia de CEP que en el grupo de resección. Sin embargo, este enfoque proporciona la estrategia y el tratamiento más alenta- dores y estimulantes conocidos hasta ahora frente al colangiocarcinoma hiliar, por lo que conviene seguirle la pista. Resumen El colangiocarcinoma hiliar es una neoplasia maligna rara que se produce en la bifurcación de los conductos biliares. La extirpación quirúrgica completa con márgenes histológicos negativos sigue siendo la única esperanza de cura o de supervivencia prolongada. Dada su ubicación y proximidad con el aflujo vascular del hígado, la resección quirúrgica plantea dificultades técnicas y puede exigir reconstrucciones vasculares avanzadas hasta conseguir su extirpación completa. A pesar de los avances en las técnicas quirúrgicas, la tasa de supervivencia a los 5 años en la mayoría de los informes recientes oscila entre el 20 y el 45%. La importancia del tratamiento neoadyuvante y del trasplante de hígado para com- batir el colangiocarcinoma hiliar aún no se ha definido, a tenor de los últimos resultados prometedores. A los pacientes con tumores avanzados e irresecables y a los que no puedan aspirar a la resección quirúrgica por sufrir otras enfermedades se les puede ofrecer un drenaje biliar paliativo. Bibliografía [1] Anthony PP. Tumours and tumour like lesions of the liver and biliary tract. In: MacSween RNM, Anthony PP, Scheuer PJ, editors. Pathology of the liver. 2nd edition. Edinburg (UK): Churchill Livingstone; 1987. p. 574. [2] Nakeeb A, Pitt HA, Sohn TA, et al. Cholangiocarcinoma: a spectrum of intrahepatic, perihilar, and distal tumors. Ann Surg 1996;224:463–75. [3] Klatskin G. Adenocarcinoma of the hepatic duct at its bifurcation within the porta hepatis. Am J Med 1965;38:241–56.
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