SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 16
Descargar para leer sin conexión
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                                                                                                            CLÍNICAS
                                                                                                            CL NICAS
                                                                                                            QUIRÚRGICAS
                                                                                                            QUIR RGICAS
                                                                                                            DE NORTEAM RICA
                                                                                                               NORTEAMÉRICA
                                                        Surg Clin N Am 88 (2008) 1369–1384




                                     Quistes de los conductos biliares
                                     Marc Mesleh, MD, Daniel J. Deziel, MDÃ
                          Department of General Surgery, Rush Medical College, Rush University Medical Center,
                                         1653 West Congress Parkway, Chicago, IL 60612, USA




                        Pese a que son relativamente poco habituales, las lesiones quísticas de los
                    conductos biliares representan algo más que una curiosidad quirúrgica. Su pre-
                    sentación clínica abarca diferentes trastornos hepáticos, biliares y pancreáticos. La
                    asociación entre los quistes de los conductos biliares y las uniones anómalas entre el
                    colédoco y el conducto pancreático principal, por un lado, y los cánceres hepato-
                    biliares, por el otro, revisten implicaciones quirúrgicas importantes. Los conceptos
                    sobre la patogenia, el diagnóstico y el tratamiento quirúrgico de los quistes de los
                    conductos biliares han cambiado a lo largo de las décadas. Los cirujanos que tratan
                    las enfermedades del tracto biliar, tanto de adultos como de niños, deben conocer la
                    evaluación y el tratamiento actuales de las personas que presentan estas anomalías.



                    Epidemiología
                        La incidencia de los quistes de los conductos biliares oscila entre 1 por cada
                    13.000 y 1 por cada 2 millones de partos [1]. La enfermedad es de dos a tres veces
                    más común en el sexo femenino [2,3]. Del 25 al 45% de los casos se diagnostican
                    entre recién nacidos o lactantes y dos tercios se identifican en la primera década de
                    la vida. Sin embargo, cerca del 20 al 25% de los casos no se descubren hasta la vida
                    adulta [3,4]. Se observa un predominio de casos en el Lejano Oriente, sobre todo en
                    Japón, si se compara con otras regiones del mundo. Aun dentro de las series
                    occidentales, un porcentaje sustancial de pacientes son de ascendencia asiática [5].



                    Etiología
                       Se cree que los quistes de los conductos biliares se originan en el esbozo hepático
                    proximal del embrión. Este origen se contradice con el de los quistes hepáticos
                    simples derivados del esbozo hepático distal, que no se comunica con el sistema
                    ductal [6].

                         T Autor para correspondencia.
                         Dirección electrónica: daniel_j_deziel@rush.edu (D.J. Deziel).
                    r 2009. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                    1370                                              MESLEH y DEZIEL


                        Se han propuesto varias teorías para explicar el desarrollo de los quistes duc-
                    tales. Los mecanismos generales consisten en una obstrucción distal del conducto
                    biliar y en una debilidad estructural de la pared de los conductos. Aunque no hay
                    ninguna teoría definitiva, la tesis actual más admitida es que estos cambios ductales
                    guardan relación con una comunicación anómala entre los sistemas ductal biliar y
                    pancreático que se denomina unión pancreatobiliar anómala (UPBA).
                        Babbitt fue el primero en proponer una función etiológica de esta UPBA en los
                    quistes de los conductos biliares en 1969 [7]. La anomalía descrita consistía en una
                    confluencia temprana del conducto pancreático con el conducto biliar común o
                    colédoco fuera de la pared duodenal (fig. 1). Esta disposición origina un conducto
                    pancreatobiliar común, que podría permitir el reflujo de las secreciones pan-
                    creáticas exocrinas hacia el sistema biliar. La presión secretora pancreática excede
                    la presión secretora hepática y, cuando existe un conducto común, no hay ningún
                    mecanismo esfinteriano que impida el reflujo pancreatobiliar. Se ha formulado la
                    teoría de que el jugo pancreático refluido aumenta la presión intraductal, produce
                    irritación e inflamación, e inflige un daño estructural a la pared del conducto, lo que
                    causa una degeneración quística. La obstrucción de la parte distal del colédoco por
                    una unión anómala o por tapones proteínicos derivados de las células pancreáticas
                    acinares también favorecería los quistes [8,9]. La evidencia que respalda la teoría
                    del reflujo se basa en la presencia de una elevada cantidad de amilasa en el con-
                    tenido aspirado del quiste, el gradiente positivo de presión entre el conducto
                    pancreático y el quiste, y la reacción inflamatoria observada en la pared del quiste




                    Figura 1. Unión pancreatobiliar anómala. Quiste ductal biliar de tipo 1 con un conducto común
                    largo después de su unión al conducto pancreático principal. (Tomado de Deziel DJ, Rossi RL,
                    Munson JL, et al. Cystic disease of the bile ducts: surgical management and reoperation. Problems
                    in General Surgery 1985;22(4):467–80; con autorización.)
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                                                          QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES                                          1371

                    [10,11]. La prevalencia notificada de la UPBA entre los pacientes con quistes
                    de los conductos biliares es de aproximadamente del 60 al 90% [1,12].
                        Se han propuesto otras teorías para explicar la aparición de quistes de los
                    conductos biliares entre pacientes con una anatomía normal de la unión pan-
                    creatobiliar. La mayoría de ellas incluyen una obstrucción distal como causa de la
                    hiperpresión intraluminal. Se ha inducido empíricamente una dilatación quística de
                    los conductos biliares en crías de animales mediante la obstrucción ductal [9,13,14].
                    Las membranas congénitas en la porción distal del colédoco o un esfínter de Oddi
                    anómalo con espasmo también podrían ocasionar una obstrucción [12].
                        Los conductos de algunos pacientes con quistes muestran menos células gan-
                    glionares. Según una teoría, la infección vírica destruye las células ganglionares, a
                    juzgar por la elevación del ARN reovírico observado en los conductos biliares de
                    los pacientes con quistes [15].
                        En 1936, Yotuyanagi [16] propuso que los quistes de los conductos biliares se
                    debían a una distribución desigual de las células epiteliales durante la maduración
                    embrionaria. Al principio, los conductos biliares embrionarios forman un cordón de
                    tejido sólido. La proliferación de elementos epiteliales dentro del cordón determina
                    una vacuolización y una canalización. El desarrollo relativo de nuevas células epi-
                    teliales en la porción proximal del sistema ductal y la menor presencia de células en
                    el segmento distal podrían ocasionar una dilación quística con estenosis distal en el
                    momento de la canalización.
                        La enfermedad de Caroli, un subgrupo de trastornos caracterizados por quistes
                    en los conductos biliares, se atribuye a una remodelación incompleta y defectuosa
                    de la placa ductal embrionaria [17]. Esta remodelación ocasiona anomalías de los
                    conductos biliares intrahepáticos con dilataciones segmentarias y comunicantes.
                        Se ignora la importancia de los factores genéticos en la formación de los quistes
                    en los conductos biliares. Se han descrito algunos casos familiares con tipos
                    variados de quistes [12]. La enfermedad de Caroli se puede heredar de manera
                    autosómica recesiva [18]. Sin embargo, la mayoría de los pacientes no muestran
                    ningún ligamiento genético.



                    Clasificaciones
                        Alonso-Lej et al. [19] propusieron por primera vez un esquema para clasificar
                    los quistes de los conductos biliares en 1959. Este esquema fue modificado por
                    Todani et al. en 1977 [2] y es el tipo de clasificación más utilizado en la actualidad
                    (figs. 2 y 3). Los quistes de tipo 1 representan una dilatación de los conductos
                    biliares extrahepáticos (fig. 4). Es el tipo más frecuente y se da en el 75 al 85% de los
                    casos [3,4]. Los quistes de tipo 1 se pueden describir, asimismo, como quísticos
                    (1A), focales (1B) o fusiformes (1C). Los quistes de tipo 2 forman un divertículo
                    sacular en el conducto biliar común. Los de tipo 3 representan una dilatación
                    quística del colédoco dentro de la pared del duodeno (fig. 5). Estas lesiones también
                    se conocen como coledococeles. Los quistes de tipo 2 y 3 son poco comunes y sólo
                    dan cuenta del 3 al 4% de los casos cada uno. La enfermedad de tipo 4 alude a la
                    presencia de quistes múltiples. Las lesiones de tipo 4A se caracterizan por quistes
                    en los conductos biliares intrahepáticos y extrahepáticos, y las de tipo 4B, por
                    quistes múltiples sólo en la vía biliar extrahepática. Los quistes de tipo 4 justifican
                    del 10 al 40% de los casos, si bien la enfermedad de tipo 4B es poco habitual [1]. Los
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                    1372                                              MESLEH y DEZIEL




                    Figura 2. (A) Quiste de los conductos biliares extrahepáticos de tipo 1. (B) Tipo 2, divertículo del
                    colédoco. (C) Tipo 3, coledococele. (Tomado de Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Cystic
                    disease of the bile ducts: surgical management and reoperation. Problems in General Surgery
                    1985;22(4):468; con autorización.)




                    quistes de tipo 5 afectan a los conductos biliares intrahepáticos. En general, son
                    múltiples (enfermedad de Caroli) (fig. 6) y rara vez solitarios (fig. 7). Los quistes de
                    tipo 5 se notifican en menos del 1% de los pacientes de la mayoría de las series. Los
                    quistes de los conductos biliares intrahepáticos pueden ser bilobulares o unilobu-
                    lares y el 90% de los últimos se dan en el lado izquierdo [17]. La frecuencia de los
                    quistes de tipo 5 es mayor en las series en las que se han utilizado las técnicas
                    modernas de imagen para el diagnóstico [20].
                       La distribución de los tipos de quistes varía ligeramente entre las poblaciones
                    adultas y pediátricas. Aunque los quistes de tipo 1 son los más frecuentes entre los
                    pacientes de cualquier edad, los de tipo 4A quizá prevalezcan más entre los adultos
                    [1,21]. Esta diferencia se podría explicar por la progresión de la enfermedad sin-
                    tomática de tipo 1 en la infancia, pero no hay datos concluyentes.
                       Recientemente se ha propuesto modificar la clasificación de los quistes congé-
                    nitos de los conductos biliares para descartar los divertículos (tipo 2), los coledo-
                    coceles (tipo 3) y la enfermedad de Caroli [22]. Estas variedades presentan causas y
                    consideraciones clínicas claramente distintas. Los quistes de tipo 2 pueden repre-
                    sentar una forma de duplicación de la vesícula o del divertículo inflamatorio
                    adquirido y relacionado con la colelitiasis. Los coledococeles están tapizados por
                    mucosa duodenal y pueden constituir un tipo de duplicación o de membrana
                    duodenal. La enfermedad de Caroli se debe a una malformación de la placa ductal y
                    se asocia a fibrosis hepática. Se ha observado, asimismo, que los conductos biliares
                    intrahepáticos nunca son totalmente normales entre los pacientes que supu-
                    estamente sólo sufren una enfermedad extrahepática. Así pues, la distinción entre
                    los quistes de tipo 1 y 4 puede resultar arbitraria.
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                                                          QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES                                          1373




                    Figura 3. (A) Tipo 4, quistes combinados en los conductos biliares intra- y extrahepáticos.
                    (B) Quistes de tipo 5 en los que se observa una dilatación quística aislada y difusa de los conductos
                    intrahepáticos. (Tomado de Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Cystic disease of the bile
                    ducts: surgical management and reoperation. Problems in General Surgery 1985;22(4):469; con
                    autorización.)




                                                Figura 4. Quiste de los conductos biliares de tipo 1.

                       Histológicamente, la pared de los quistes de los conductos biliares se compone
                    de tejido fibroso denso con reacción inflamatoria. Puede haber algunas fibras de
                    músculo liso. La mucosa se encuentra ausente o sólo formada por parches dispersos
                    de epitelio cilíndrico distribuidos entre el tejido de granulación y las ulceraciones.
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                    1374                                              MESLEH y DEZIEL




                                       Figura 5. Quiste de los conductos biliares de tipo 3 (coledococele).




                    Figura 6. Enfermedad de Caroli. Dilataciones quísticas múltiples de los conductos intrahepáticos.

                    Al parecer, esta irregularidad de la mucosa justifica la elevada tasa de dehiscencia
                    anastomótica entre los quistes y la pared intestinal.

                    Presentación clínica
                      La tríada sintomática clásica de los quistes coledocianos se caracteriza por dolor
                    abdominal, ictericia y una masa en el hipocondrio derecho. En realidad, la tríada se
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                                                          QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES                                          1375




                                  Figura 7. Tipo 5, quiste intrahepático aislado del conducto biliar derecho.


                    observa en raras ocasiones, pese a que se describió originalmente en la mayoría
                    de los pacientes: sólo la presentan del 5 al 10% de los pacientes pediátricos
                    y prácticamente ningún adulto [20,21,23]. En las tablas 1 y 2 se resumen los sín-
                    tomas clínicos descritos entre las poblaciones pediátricas y adultas de las series
                    respectivas.
                       El dolor abdominal es el síntoma más habitual de presentación en la infancia.
                    Aunque pocos niños muestran la tríada completa, alrededor del 85% de los niños
                    presentan como mínimo dos síntomas. La ictericia, que es el síntoma de presen-
                    tación en el 27 al 57% de estos pacientes, se da más que la colangitis o la pan-
                    creatitis.
                       El dolor abdominal también es el síntoma de presentación habitual de los
                    adultos, seguido por la ictericia y la colangitis. Otros síntomas de presentación son
                    las náuseas o los vómitos, el adelgazamiento, el prurito o la hemorragia digestiva.
                    La masa abdominal es muy rara entre los adultos, y sólo se ha registrado en el 3% de
                    los pacientes [24]. Los adultos con quistes coledocianos pueden acudir por síntomas
                    vagos o encontrarse completamente asintomáticos. Así pues, el diagnóstico podría
                    retrasarse.
                       Ciertos trastornos hepatobiliares y pancreáticos hepáticos coexisten con los
                    quistes de los conductos biliares y modifican su presentación y tratamiento clínicos.
                    Estos son la litiasis, la colangitis, la pancreatitis, la cirrosis, la fibrosis hepática, la
                    estenosis ampular, la hipertensión portal y las neoplasias malignas [24]. Habi-
                    tualmente, los pacientes adultos presentan pancreatitis, que se atribuye a la acti-
                    vación anómala de las enzimas pancreáticas asociada a la UPBA. El riesgo de
                    pancreatitis también depende del tamaño del quiste, lo que hace pensar que el
                    quiste podría ocasionar una obstrucción mecánica del conducto pancreático. En
                    caso de enfermedad avanzada, aparece cirrosis biliar secundaria. Las biopsias
                    hepáticas intraoperatorias han revelado la presencia de proliferación de los con-
                    ductos biliares, colestasis, daño parenquimatoso, infiltrados inflamatorios y fibrosis.
1376
Tabla 1
Prevalencia de los síntomas de presentación en los estudios con poblaciones pediátricas

                                       Dolor                            Masa              Pérdida   Náuseas/




                                                                                                                                           MESLEH y DEZIEL
                      N.o de           abdominal        Ictericia       abdominal         de peso   vómitos    Colangitis   Pancreatitis
Serie, año            pacientes        (%)              (%)             (%)               (%)       (%)        (%)          (%)

Chaudhary et al.,     22               91               27              18                NN        NN           9          NN
  1996 [21]
DeVries et al.,       42               76               57              17                 23        45         35           17
  2002 [20]
Singham et al.,       19               79               32              16                 11        42        NN            21
  2007 [23]

  Abreviatura: NN, no notificado.
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                                                           QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES                                         1377

                    Tabla 2
                    Prevalencia de los síntomas de presentación en los estudios con poblaciones adultas

                                                  Dolor               Pérdida                  Náuseas/
                                        N.o de    abdominal Ictericia de peso                  vómitos Colangitis Pancreatitis
                    Serie               pacientes (%)       (%)       (%)                      (%)      (%)       (%)

                    Deziel              31            86              45          10           24           NN               6
                      et al., [24]
                    Chaudhary           27            89              70          NN           NN           37               7
                      et al., [21]
                    Visser              39            92              13          11           NN           21             16
                      et al., [22]
                    Singham             51            88              39          NN           63           37             11
                      et al., [23]
                    Bois                68            81              21          NN           NN           18             NN
                      et al., [25]

                        Abreviatura: NN, no notificado.


                    La gravedad de los trastornos asociados repercute en el resultado de la interven-
                    ción quirúrgica y en el pronóstico. Los cálculos biliares se reconocen a menudo en
                    adultos con quistes de los conductos biliares y se atribuyen a la estasis [26]. Los
                    cálculos pueden darse en la vesícula biliar, en los propios quistes y en los conductos
                    hepáticos proximales a las zonas estenóticas. Los síntomas de litiasis biliar, como
                    dolor, colangitis, ictericia y sepsis, pueden constituir la manifestación primaria de la
                    enfermedad quística. En muy pocos casos los quistes grandes se rompen y producen
                    una peritonitis biliar.


                    Técnicas de imagen diagnósticas
                        Los quistes de los conductos biliares suelen diagnosticarse con técnicas de
                    imagen hepatobiliar. Los avances en las modalidades de imagen de los últimos años
                    han mejorado notablemente el reconocimiento y la caracterización de estas ano-
                    malías. Las lesiones quísticas suelen sospecharse primero por los datos de la eco-
                    grafía transabdominal o por la tomografía computarizada (TC). La sensibilidad de
                    la ecografía transabdominal varía entre el 70 y el 97% [27]. La ecografía resulta
                    menos exacta para el diagnóstico específico de los quistes de los conductos biliares
                    de los adultos, que presentan más causas secundarias para la dilatación de los
                    mismos. La ecografía y la TC detectan con fiabilidad las lesiones quísticas del
                    hipocondrio derecho y dan una idea de su tamaño y de su extensión, pero no
                    siempre revelan con precisión si el quiste se origina en un conducto biliar.
                        La colangiopancreatografía por resonancia magnética (CPRM) es el método
                    más idóneo para el estudio de imagen no invasivo de los quistes de los conductos
                    biliares [1,12]. Esta técnica no siempre expone la anatomía de la unión entre el
                    colédoco y el conducto pancreático con la misma claridad que la colangiografía
                    endoscópica directa. Tradicionalmente, la CPRM no ha resultado tan útil para
                    establecer el diagnóstico en pacientes pediátricos, que no suelen colaboran con las
                    necesarias pausas respiratorias. El desarrollo de nuevas secuencias rápidas de eco
                    de espín con un solo disparo puede solucionar parte de esta limitación [28].
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                    1378                                              MESLEH y DEZIEL


                        La colangiografía directa por colangiopancreatografía retrógrada endoscópica
                    (CPRE) o colangiografía transhepática percutánea (CTP) proporciona un detalle
                    anatómico exacto para caracterizar la configuración y la extensión de los quistes de
                    los conductos biliares. La relación entre el conducto pancreático y los conductos
                    biliares se ve peor con la CPRE. La CTP suele reservarse para situaciones en las
                    que no puede aplicarse la CPRE o no se visualizan suficientemente bien los con-
                    ductos intrahepáticos debido a una obstrucción más proximal.


                    Cáncer y quistes de los conductos biliares
                       Los quistes de los conductos biliares son lesiones premalignas. Desde que fueran
                    descritos por vez primera por Irwin y Morison en 1944, se ha documentado per-
                    fectamente la asociación entre los quistes de los conductos biliares y el cáncer
                    [29–33]. La frecuencia total de neoplasias malignas hepatobiliares de los adultos
                    con quistes de los conductos biliares varía entre el 10 y el 30% [1,24,34,35]. El riesgo
                    relativo se ha estimado que es de entre 20 y 30 veces mayor que para la población
                    general. La mayoría de los sujetos diagnosticados son adultos y el riesgo de cáncer
                    aumenta con la edad [36]. También se ha descrito cáncer entre niños con quistes de
                    los conductos biliares [2].
                       El cáncer se ha asociado a todos los tipos de quistes de los conductos biliares
                    pero sobre todo a la enfermedad de tipo 1 y 4 (fig. 8). La inmensa mayoría de los
                    cánceres son colangiocarcinomas. Asimismo, se han descrito cánceres epidermoi-
                    des, anaplásicos o indiferenciados. Aunque muchos cánceres ocurren en los




                    Figura 8. Adenocarcinoma en un quiste del conducto biliar. La CPRE reveló un quiste de tipo 1
                    con un gran defecto irregular de llenado.
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                                                          QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES                                          1379

                    propios quistes, el riesgo afecta a toda la vía biliar, incluidos otros conductos biliares
                    (tanto dilatados como no), a la vesícula biliar y al páncreas. El cáncer se puede
                    diagnosticar de manera sincrónica, en el momento en que se reconoce el quiste, o
                    metacrónica, años después de la extirpación total o parcial o del drenaje anasto-
                    mótico de quistes benignos. La alta incidencia hallada entre pacientes tratados
                    previamente con un drenaje interno hace que resecar el quiste sea la medida
                    terapéutica de elección. Por desgracia, ni siquiera la extirpación completa de los
                    quistes coledocianos benignos impide necesariamente la aparición posterior de
                    cáncer en los conductos biliares intrahepáticos [37,38].
                        La patogenia de la degeneración quística maligna se relaciona, al parecer, con
                    defectos carcinogénicos motivados por la irritación crónica de la mucosa y por la
                    exposición a las enzimas pancreáticas y bilis refluidas. Se han identificado muta-
                    ciones de K-ras y de p-53 en el epitelio biliar de pacientes que presentan una UPBA
                    y quistes [39]. Se han descrito alteraciones histológicas proliferativas premalignas
                    en un tercio de los quistes benignos [40]. El riesgo de transformación maligna de los
                    quistes de los conductos biliares o de la vesícula biliar es mayor cuando hay pre-
                    sencia de una UPBA.
                        El riesgo de cáncer en los quistes de los conductos biliares puede considerarse un
                    efecto extenso que amenaza todo el epitelio biliar. El cáncer puede ocurrir incluso
                    en conductos no dilatados años después de la extirpación completa del quiste, por
                    lo que el seguimiento prolongado de estos pacientes parece imprescindible. La
                    vigilancia cobra especial interés entre aquellos con quistes de tipo 1 o 4, UPBA o
                    cualquier componente quístico residual. A pesar de la tasa reducida de cáncer
                    metacrónico, el colangiocarcinoma ofrece un pronóstico malo. La supervivencia
                    mediana de los sujetos con colangiocarcinoma asociado a quistes de los conductos
                    biliares es de 6 a 21 meses y a los 2 años sobreviven el 5% o menos de los pacientes
                    [12,34,35,40].



                    Tratamiento quirúrgico
                       El tratamiento de elección para los quistes de los conductos biliares es la
                    extirpación quirúrgica completa mediante colecistectomía y reconstrucción por
                    hepatoyeyunostomía en Y de Roux. En los años iniciales, a menudo se ofrecía a los
                    pacientes un tratamiento sin extirpación, anastomosando el quiste al yeyuno, al
                    duodeno o al estómago. Estos procedimientos de drenaje interno comportaban
                    tasas altas de estenosis, litiasis, colangitis y reoperación y no corregían la naturaleza
                    premaligna de estas lesiones. Actualmente, la extirpación del quiste se puede
                    conseguir con unas tasas bajas de morbilidad y de mortalidad, en comparación con
                    las operaciones obsoletas de drenaje interno [21,24,34,35,41]. Por desgracia,
                    cuando el quiste afecta a varios lugares intrahepáticos y extrahepáticos, no siempre
                    resulta posible la extirpación completa. En estas circunstancias, la única solución
                    pasa por una extirpación parcial combinada con el drenaje de los conductos anó-
                    malos residuales.
                       Los quistes de tipo 1 se exponen movilizando la flexura hepática del colon hacia
                    abajo y exponiendo el duodeno mediante la maniobra de Kocher. La ubicación de
                    la arteria hepática y de cualquier posible arteria hepática derecha reemplazada,
                    originada en la arteria mesentérica superior, debe identificarse. La colangiografía
                    intrahepática con radioscopia permite verificar la anatomía de los conductos
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                    1380                                              MESLEH y DEZIEL


                    proximales y de la unión pancreatoduodenal. La colangiografía puede obtenerse a
                    través del conducto cístico o mediante la punción directa del quiste o, si el quiste es
                    grande, abriendo este y colocando catéteres de balón del tamaño adecuado para la
                    inyección en los conductos proximales y distales. La endoscopia biliar intraope-
                    ratoria ayuda a la exploración de los conductos biliares proximales en busca de
                    estenosis o detritos. Las estenosis intrahepáticas de algunos pacientes obedecen a
                    membranas intraluminales que puede extirparse [42].
                        Los quistes de tipo 1 requieren una extirpación completa (fig. 9). El
                    cirujano deberá resistir la tentación de dejar la mayor cantidad posible de conducto
                    residual proximal o distal. Distalmente, la resección se lleva hasta el páncreas, pero
                    conviene hacer dos advertencias. Si la resección es excesiva, se puede dañar el
                    conducto pancreático principal. En general, no se puede visualizar el conducto
                    pancreático y el quiste suele estrecharse mucho cerca de su terminación. En
                    segundo lugar, hay que coser la porción distal del conducto biliar para evitar una
                    fístula pancreática postoperatoria, que es más fácil que se produzca cuando el
                    paciente tiene una UPBA temprana [24]. La porción distal del colédoco puede ser
                    diminuta y la colocación imprecisa de la sutura obstruye, en ocasiones, el conducto
                    pancreático. Los drenajes están recomendados.
                        El grado proximal de resección debería ser la mucosa sana. La anastomosis
                    con una mucosa granulada o ulcerada produce un estrechamiento. Dejar un
                    ribete proximal de quiste residual para que la anastomosis sea más amplia o se
                    construya con más facilidad representa un concepto erróneo. Hay que incidir el
                    conducto hepático, tanto el derecho como, en particular, el izquierdo (una vez
                    abierta la placa hiliar) para disponer de una longitud perfecta y adecuada para la
                    anastomosis.
                        Pese a que normalmente puede disecarse toda la pared del quiste respecto a la
                    vena porta y a la arteria hepática, la presencia de fibrosis acusada a veces lo difi-
                    culta. En estos casos, se ha recurrido a un plano de disección intraluminal [43], el
                    cual permite extirpar el revestimiento del quiste y proteger las estructuras vascu-
                    lares adyacentes. Se dividen las paredes anterior, medial y lateral del quiste y se
                    crea un plano posterior de disección, dejando la pared fibrótica externa del quiste
                    en su lugar.




                    Figura 9. Visión intraoperatoria de un quiste abierto en la vía biliar extrahepática.
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                                                          QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES                                          1381

                        La reconstrucción habitual tras la extirpación del quiste se efectúa con una
                    hepatoyeyunostomía en Y de Roux, con un asa de Roux de 40 a 60 cm. El asa de
                    Roux es más corta para los lactantes (15–20 cm) y niños (30–40 cm) [44]. Se han
                    descrito otras técnicas de reconstrucción para intentar reducir el riesgo de reflujo
                    enterobiliar postoperatorio. La experiencia con ellas se ha limitado funda-
                    mentalmente a la infancia. Entre las técnicas formuladas se encuentran la creación
                    de una válvula invaginada en el asa del intestino delgado y la interposición de un
                    conducto entre el colédoco y el duodeno, formado por un segmento aislado del
                    intestino delgado, el apéndice o un segmento de íleo terminal y ciego con la válvula
                    ileocecal [44].
                        Los quistes de tipo 2 son raros. Cuando se encuentran, su tratamiento consiste en
                    la extirpación. Si hay una UPBA se precisa una derivación biliar mediante hepa-
                    toyeyunostomía en Y de Roux para evitar el reflujo pancreatobiliar patógeno
                    continuado.
                        Los quistes de tipo 3 (coledococeles) también son poco habituales y se abordan
                    por vía transduodenal. Como no existe uniformidad en cuanto a su patogenia,
                    clasificación, anatomía y presentación clínica, es preciso individualizar el trata-
                    miento. La división endoscópica y la esfinterotomía bastan para algunos pacientes
                    con quistes de menor tamaño sin obstrucción duodenal. En los demás casos, se
                    procede a la extirpación transduodenal con esfinteroplastia o reimplantación
                    ductal.
                        Los quistes de tipo 4 se caracterizan por su asiento múltiple. Los confinados a los
                    conductos extrahepáticos se tratan mediante extirpación completa, de forma
                    parecida a los quistes de tipo 1. Los de tipo 4 que afectan a los conductos biliares
                    intrahepáticos y extrahepáticos son problemáticos, ya que su extirpación completa
                    no es posible salvo que se proceda a la hepatectomía total. En general, se tratan
                    mediante resección del componente extrahepático con una hepatoyeyunostomía
                    en Y de Roux por el hilio hepático. Las estructuras intrahepáticas se pueden dilatar.
                    Si la enfermedad intrahepática se limita a un lóbulo, se puede plantear la resección
                    hepática.
                        El tratamiento quirúrgico de los pacientes con enfermedad de tipo 5 que afecta a
                    los conductos biliares intrahepáticos también debe individualizarse según la
                    extensión anatómica y la función hepática [17,18]. La afectación lobular se corrige
                    de manera eficaz mediante resección hepática. El trasplante hepático constituye el
                    tratamiento definitivo para los pacientes con enfermedad difusa, cirrosis hepática o
                    neoplasia maligna asociada. Para aquellos sin cirrosis, el drenaje mediante anas-
                    tomosis bilioentérica, las prótesis transhepáticas o sus combinaciones ayudan a
                    controlar los síntomas.
                        Están descritas operaciones de los quistes de los conductos biliares por lapa-
                    roscopia o asistidas con robot [45,46]. Como estas lesiones son raras, la experiencia
                    con las técnicas mínimamente invasivas es limitada. Estos casos ofrecen dificultades
                    técnicas, pero pueden operarse con estos medios.
                        En los niños a los que se ha extirpado algún quiste y practicado una hepa-
                    toenterostomía, la evolución puede ser excelente. En una serie de 180 pacientes
                    seguidos durante una media de 11 años, sólo el 2,3% experimentaron com-
                    plicaciones tardías de colangitis o cálculos ductales [47].
                        La extirpación de los quistes de los adultos por cirujanos expertos se asocia a una
                    mortalidad despreciable, pero las tasas de morbilidad alcanzan el 20% o más
                    [24,25,34,35,41]. Tras la extirpación completa, alrededor del 10% de los pacientes
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                    1382                                              MESLEH y DEZIEL


                    adultos sufren colangitis recidivantes, pancreatitis o hepatopatías crónicas, y existe
                    un riesgo pequeño pero finito de que en el futuro desarrollen neoplasias malignas.
                    Por estas razones, se recomienda un seguimiento duradero.


                    Bibliografía
                     [1] Soreide K, Korner H, Havnen J, et al. Bile duct cysts in adults. Br J Surg 2004;91(12):
                         1538–48.
                     [2] Todani T, Watanabe Y, Narusue M, et al. Congenital bile duct cysts: classification, operative
                         procedures, and review of thirty-seven cases including cancer arising from choledochal cyst.
                         Am J Surg 1977;134(2):263–9.
                     [3] Flanigan DP. Biliary cysts. Ann Surg 1975;182:635–43.
                     [4] Yamaguchi M. Congenital choledochal cyst. Analysis of 1,433 patients in the Japanese lite-
                         rature. Am J Surg 1980;140:653–7.
                     [5] Wiseman K, Buczkowski AK, Chung SW, et al. Epidemiology, presentation, diagnosis, and
                         outcomes of choledochal cysts in adults in an urban environment. Am J Surg 2005;
                         189(5):527–31.
                     [6] Longmire WP, Mandiola SA, Gordon HE. Congenital cystic disease of the liver and biliary
                         system. Ann Surg 1971;174(4):711–26.
                     [7] Babbitt DP. Congenital choledochal cysts: new etiological concept based on anomalous
                         relationships of the common bile duct and the pancreatic bulb. Ann Radiol (Paris) 1969;
                         12(3):231–40.
                     [8] Kaneko K, Ando H, Seo T, et al. Proteomic analysis of protein plugs: causative agent of
                         symptoms in patients with choledochal cyst. Dig Dis Sci 2007;52(8):1979–86.
                     [9] Miyano T, Suruga K, Chen SC. A clinicopathologic study of choledochal cyst. World J Surg
                         1980;4(2):231–8.
                    [10] Babbitt DP, Starshak RJ, Clemett AR. Choledochal cyst: a concept of etiology. Am J
                         Roentgenol Radium Ther Nucl Med 1973;119(1):57–62.
                    [11] Tanaka M, Ikeda S, Kawakami K, et al. The presence of a positive pressure gradient from
                         pancreatic duct to choledochal cyst demonstrated by duodenoscopic microtransducer
                         manometry: clue to pancreaticobiliary reflux. Endoscopy 1982;14:45–7.
                    [12] Metcalfe MS, Wemyss-Holden SA, Maddern GJ. Management dilemmas with choledochal
                         cysts. Arch Surg 2003;138(3):333–9.
                    [13] Ohkawa H, Sawaguchi S, Yamazaki Y, et al. Experimental analysis of the ill effect of ano-
                         malous pancreaticobiliary ductal union. J Pediatr Surg 1982;17(1):7–13.
                    [14] Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Cystic disease of the bile ducts: surgical
                         management and reoperation. Problems in General Surgery: Secondary Procedures 1985;
                         2(4):467–79.
                    [15] Tyler KL, Sokol RJ, Oberhaus SM, et al. Detection of reovirus RNA in hepatobiliary tissues
                         from patients with extrahepatic biliary atresia and choledochal cysts. Hepatology 1998;
                         27(6):1475–82.
                    [16] Yotuyanagi S. Contribution to etiology and pathology of idiopathic cystic dilatation of the
                         common bile duct with report of 3 cases. Gann 1936;30:601–8.
                    [17] Ulrich F, Pratschke J, Pascher A, et al. Long-term outcome of liver resection and trans-
                         plantation for Caroli disease and syndrome. Ann Surg 2008;247(2):357–64.
                    [18] Lendoire J, Schelotto PB, Rodriguez JA, et al. Bile duct cyst type V (Caroli’s disease): surgical
                         strategies and results. HPB (Oxford) 2007;9:281–4.
                    [19] Alonso-Lej F, Rever WB Jr, Pessagno DJ Congenital choledochal cyst, with a report of 2 and
                         an analysis of 94, cases. Int Abstr Surg 1959;108(1):1–30.
                    [20] DeVries JS, DeVries S, Aronson DC, et al. Choledochal cysts: age of presentation,
                         symptoms, and late complications related to Todani’s classification. J Pediatr Surg 2002;
                         37(11):1568–73.
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                                                          QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES                                          1383

                    [21] Chaudhary A, Dhar P, Sachdev A, et al. Choledochal cysts—differences in children and
                         adults. Br J Surg 1996;83(2):186–8.
                    [22] Visser BC, Suh I, Way LW, et al. Congenital choledochal cysts in adults. Arch Surg 2004;
                         139(8):855–62.
                    [23] Singham J, Schaeffer D, Yoshida E, et al. Choledochal cysts: analysis of disease
                         pattern and optimal treatment in adult and pediatric patients. HPB (Oxford) 2007;
                         9:383–7.
                    [24] Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Management of bile duct cysts in adults. Arch Surg
                         1986;121(4):410–5.
                    [25] Bois JP, Kendrick ML, Farnell MB, et al. Choledochal cysts: risk of malignancy and
                         outcome in 68 patients undergoing surgical management at a single institution.
                         Poster presented at the Society for Surgery of the Alimentary Tract, San Diego, CA,
                         May 2008.
                    [26] Matsumoto Y, Uchida K, Nakase A, et al. Congenital cystic dilatation of the common bile duct
                         as a cause of primary bile duct stone. Am J Surg 1977;134(3):346–52.
                    [27] Sato M, Ishida H, Konno K, et al. Choledochal cyst due to anomalous pancreaticobiliary
                         junction in the adult: sonographic findings. Abdom Imaging 2001;26(4):395–400.
                    [28] Kim MJ, Han SJ, Yoon CS, et al. Using MR cholangiopancreatography to reveal anomalous
                         pancreaticobiliary ductal union in infants and children with choledochal cysts. AJR Am
                         J Roentgenol 2002;179(1):209–14.
                    [29] Irwin ST, Morison JE. Congenital cyst of the common bile-duct containing stones and
                         undergoing cancerous change. Br J Surg 1944;32:319–21.
                    [30] Flanigan DP. Biliary carcinoma associated with biliary cysts. Cancer 1977;40:880–3.
                    [31] Bloustein PA. Association of carcinoma with congenital cystic conditions of the liver and bile
                         ducts. Am J Gastroenterol 1977;67(1):40–6.
                    [32] Todani T, Tabuchi K, Watanabe Y, et al. Carcinoma arising in the wall of congenital bile ducts.
                         Cancer 1979;44:1134–41.
                    [33] Bismuth H, Krissat J. Choledochal cyst malignancies. Ann Oncol 1999;10(Suppl 4):
                         94–8.
                    [34] Stain SC, Guthrie CR, Yellin AE, et al. Choledochal cyst in the adult. Ann Surg 1995;
                         222(2):128–33.
                    [35] Liu CL, Fan ST, Lo CM, et al. Cysts in adults. Arch Surg 2002;137(4):465–8.
                    [36] Voyles CR, Smadja C, Shanda WC, et al. Carcinoma in choledochal cycts: age related inci-
                         dence. Arch Surg 1983;118:986–8.
                    [37] Watanabe Y, Toki A, Todani T. Bile duct cancer developed after cyst excision for choledochal
                         cyst. HPB (Oxford) 1999;6(3):207–12.
                    [38] Kobayashi S, Asano T, Yamasaki M, et al. Risk of bile duct carcinogenesis after
                         excision of extrahepatic bile ducts in pancreaticobiliary maljunction. Surgery 1999;126(5):
                         939–44.
                    [39] Nagai M, Watanabe M, Iwase T, et al. Clinical and genetic analysis of noncancerous and
                         cancerous biliary epithelium in patients with pancreaticobiliary maljunction. World J Surg
                         2002;26(1):91–8.
                    [40] Rossi RL, Silverman ML, Braasch JW, et al. Carcinomas arising in cystic conditions of the bile
                         ducts. A clinical and pathologic study. Ann Surg 1987;205(4):377–84.
                    [41] Chaudhary A, Dhar P, Sachdev A. Reoperative surgery for choledochal cysts. Br J Surg
                         1997;84(6):781–4.
                    [42] Ando H, Kaneko K, Ito F, et al. Operative treatment of congenital stenoses of the intrahepatic
                         bile ducts in patients with choledochal cysts. Am J Surg 1997;173(6):491–4.
                    [43] Lilly JR. The surgical treatment of choledochal cyst. Surg Gynecol Obstet 1979;149(1):
                         36–42.
                    [44] Martin LW, Ziegler MM. Operative treatment for choledochal cyst. In: Baker RJ, Fischer JE,
                         editors. Master of surgery. 4th edition. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2001.
                         p. 1206–12.
nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o




                    1384                                              MESLEH y DEZIEL



                    [45] Abbas HM, Yassin NA, Ammori BJ. Laparoscopic resection of type I choledochal cyst in an
                         adult and Roux-en-Y hepaticojejunostomy: a case report and literature review. Surg Laparosc
                         Endosc Percutan Tech 2006;16(6):439–44.
                    [46] Meehan JJ, Elliott S, Sandler A. The robotic approach to complex hepatobiliary anomalies in
                         children: preliminary report. J Pediatr Surg 2007;42(12):2110–4.
                    [47] Miyano T, Yamataka A, Kato Y, et al. Hepaticoenterostomy after excision of
                         choledochal cyst in children: a 30-year experience with 180 cases. J Pediatr Surg 1996;
                         31(10):1417–21.

Más contenido relacionado

La actualidad más candente (20)

Hernia hiatal
Hernia hiatalHernia hiatal
Hernia hiatal
 
Hemorragia digestiva alta no varicosa
Hemorragia digestiva alta no varicosaHemorragia digestiva alta no varicosa
Hemorragia digestiva alta no varicosa
 
Hemorragia digestiva baja
Hemorragia digestiva bajaHemorragia digestiva baja
Hemorragia digestiva baja
 
Gangrena de fournier
Gangrena de fournierGangrena de fournier
Gangrena de fournier
 
Intuscepcion o invaginacion intestinal
Intuscepcion o invaginacion intestinalIntuscepcion o invaginacion intestinal
Intuscepcion o invaginacion intestinal
 
Prolapso rectal: up to date
Prolapso rectal: up to dateProlapso rectal: up to date
Prolapso rectal: up to date
 
Metodos dx en gastro
Metodos dx en gastroMetodos dx en gastro
Metodos dx en gastro
 
Apendicitis
Apendicitis Apendicitis
Apendicitis
 
Sindrome de mirizzi
Sindrome de mirizziSindrome de mirizzi
Sindrome de mirizzi
 
(2014-12-11) Patología benigna de ano y recto. Manejo en AP (ppt)
(2014-12-11) Patología benigna de ano y recto. Manejo en AP (ppt)(2014-12-11) Patología benigna de ano y recto. Manejo en AP (ppt)
(2014-12-11) Patología benigna de ano y recto. Manejo en AP (ppt)
 
Hernia de spiegel
Hernia de spiegelHernia de spiegel
Hernia de spiegel
 
Trauma hepático
Trauma hepáticoTrauma hepático
Trauma hepático
 
Ulcera peptica perforada
Ulcera peptica perforadaUlcera peptica perforada
Ulcera peptica perforada
 
hemorragia digestiva alta
hemorragia digestiva altahemorragia digestiva alta
hemorragia digestiva alta
 
Coledocolitiasis y colangitis aguda
Coledocolitiasis y colangitis agudaColedocolitiasis y colangitis aguda
Coledocolitiasis y colangitis aguda
 
Hidatidosis hepática (HSRG)
Hidatidosis hepática (HSRG)Hidatidosis hepática (HSRG)
Hidatidosis hepática (HSRG)
 
ENFERMEDAD DIVERTICULAR
ENFERMEDAD DIVERTICULARENFERMEDAD DIVERTICULAR
ENFERMEDAD DIVERTICULAR
 
Linfoma malt
Linfoma maltLinfoma malt
Linfoma malt
 
Diverticulitis Aguda
Diverticulitis AgudaDiverticulitis Aguda
Diverticulitis Aguda
 
Derrame pleural y ecografía
Derrame pleural y ecografíaDerrame pleural y ecografía
Derrame pleural y ecografía
 

Destacado

Enfermedades obstructivas y no obstructivas de la vesicula biliar
Enfermedades obstructivas y no obstructivas  de la vesicula biliarEnfermedades obstructivas y no obstructivas  de la vesicula biliar
Enfermedades obstructivas y no obstructivas de la vesicula biliarraul
 
Tomo 5 reumatologia
Tomo 5 reumatologia Tomo 5 reumatologia
Tomo 5 reumatologia Daniel Borba
 
Vias biliares
Vias biliaresVias biliares
Vias biliaresAitziber
 
PATOLOGÍA DE VÍAS BILIARES - UPAO
PATOLOGÍA DE VÍAS BILIARES - UPAOPATOLOGÍA DE VÍAS BILIARES - UPAO
PATOLOGÍA DE VÍAS BILIARES - UPAOLizandro León
 
Ultrasonido Endoscopico en la Patología Biliar Benigna
Ultrasonido Endoscopico en la Patología Biliar BenignaUltrasonido Endoscopico en la Patología Biliar Benigna
Ultrasonido Endoscopico en la Patología Biliar Benignawallia
 
Patología quirúrgica de las vías biliares
Patología quirúrgica de las vías biliaresPatología quirúrgica de las vías biliares
Patología quirúrgica de las vías biliaresDyjohaner Trematerra
 
Comparación entre las fundoplicaturas parcial y completa
Comparación entre las fundoplicaturas parcial y completaComparación entre las fundoplicaturas parcial y completa
Comparación entre las fundoplicaturas parcial y completaFerstman Duran
 
Timing of cholecystectomy after mild biliary pancreatitis
Timing of cholecystectomy after mild biliary pancreatitisTiming of cholecystectomy after mild biliary pancreatitis
Timing of cholecystectomy after mild biliary pancreatitisFerstman Duran
 
Aspectos técnicos básicos de la cirugía videolaparoscópica
Aspectos técnicos básicos de la cirugía videolaparoscópicaAspectos técnicos básicos de la cirugía videolaparoscópica
Aspectos técnicos básicos de la cirugía videolaparoscópicaRafael José Jover Clos
 
Hernias inguinales se deben reparar
Hernias inguinales se deben repararHernias inguinales se deben reparar
Hernias inguinales se deben repararFerstman Duran
 
QUISTE DE COLEDOCO ALTERNATIVAS QUIRURGICAS
QUISTE DE COLEDOCO ALTERNATIVAS QUIRURGICASQUISTE DE COLEDOCO ALTERNATIVAS QUIRURGICAS
QUISTE DE COLEDOCO ALTERNATIVAS QUIRURGICASLuis Ormeño
 
Tratamiento endoscopico de pancreatitis aguda y cronica
Tratamiento endoscopico de pancreatitis aguda y cronicaTratamiento endoscopico de pancreatitis aguda y cronica
Tratamiento endoscopico de pancreatitis aguda y cronicaFerstman Duran
 
Lesiones biliares yatrogenas
Lesiones biliares yatrogenasLesiones biliares yatrogenas
Lesiones biliares yatrogenasFerstman Duran
 
Reparación abierta de hernias ventrales incisionales
Reparación abierta de hernias ventrales incisionalesReparación abierta de hernias ventrales incisionales
Reparación abierta de hernias ventrales incisionalesFerstman Duran
 

Destacado (20)

Quiste simple de hígado
Quiste simple de hígadoQuiste simple de hígado
Quiste simple de hígado
 
Enfermedades obstructivas y no obstructivas de la vesicula biliar
Enfermedades obstructivas y no obstructivas  de la vesicula biliarEnfermedades obstructivas y no obstructivas  de la vesicula biliar
Enfermedades obstructivas y no obstructivas de la vesicula biliar
 
Tomo 5 reumatologia
Tomo 5 reumatologia Tomo 5 reumatologia
Tomo 5 reumatologia
 
Vias biliares
Vias biliaresVias biliares
Vias biliares
 
PATOLOGÍA DE VÍAS BILIARES - UPAO
PATOLOGÍA DE VÍAS BILIARES - UPAOPATOLOGÍA DE VÍAS BILIARES - UPAO
PATOLOGÍA DE VÍAS BILIARES - UPAO
 
Ultrasonido Endoscopico en la Patología Biliar Benigna
Ultrasonido Endoscopico en la Patología Biliar BenignaUltrasonido Endoscopico en la Patología Biliar Benigna
Ultrasonido Endoscopico en la Patología Biliar Benigna
 
Patología quirúrgica de las vías biliares
Patología quirúrgica de las vías biliaresPatología quirúrgica de las vías biliares
Patología quirúrgica de las vías biliares
 
Comparación entre las fundoplicaturas parcial y completa
Comparación entre las fundoplicaturas parcial y completaComparación entre las fundoplicaturas parcial y completa
Comparación entre las fundoplicaturas parcial y completa
 
Timing of cholecystectomy after mild biliary pancreatitis
Timing of cholecystectomy after mild biliary pancreatitisTiming of cholecystectomy after mild biliary pancreatitis
Timing of cholecystectomy after mild biliary pancreatitis
 
Aspectos técnicos básicos de la cirugía videolaparoscópica
Aspectos técnicos básicos de la cirugía videolaparoscópicaAspectos técnicos básicos de la cirugía videolaparoscópica
Aspectos técnicos básicos de la cirugía videolaparoscópica
 
ABC de la Cirugía Biliar - Capítulo 2
ABC de la Cirugía Biliar - Capítulo 2ABC de la Cirugía Biliar - Capítulo 2
ABC de la Cirugía Biliar - Capítulo 2
 
Biologia de la formacion de la hernia
Biologia de la formacion de la herniaBiologia de la formacion de la hernia
Biologia de la formacion de la hernia
 
hernias
herniashernias
hernias
 
Tumores De La VesíCula
Tumores De La VesíCulaTumores De La VesíCula
Tumores De La VesíCula
 
Hernias inguinales se deben reparar
Hernias inguinales se deben repararHernias inguinales se deben reparar
Hernias inguinales se deben reparar
 
QUISTE DE COLEDOCO ALTERNATIVAS QUIRURGICAS
QUISTE DE COLEDOCO ALTERNATIVAS QUIRURGICASQUISTE DE COLEDOCO ALTERNATIVAS QUIRURGICAS
QUISTE DE COLEDOCO ALTERNATIVAS QUIRURGICAS
 
Hepatologia
HepatologiaHepatologia
Hepatologia
 
Tratamiento endoscopico de pancreatitis aguda y cronica
Tratamiento endoscopico de pancreatitis aguda y cronicaTratamiento endoscopico de pancreatitis aguda y cronica
Tratamiento endoscopico de pancreatitis aguda y cronica
 
Lesiones biliares yatrogenas
Lesiones biliares yatrogenasLesiones biliares yatrogenas
Lesiones biliares yatrogenas
 
Reparación abierta de hernias ventrales incisionales
Reparación abierta de hernias ventrales incisionalesReparación abierta de hernias ventrales incisionales
Reparación abierta de hernias ventrales incisionales
 

Similar a Quistes de los conductos biliares: clasificaciones, etiología y epidemiología

Union pancreatobiliar anomala. dr. miguel chávez r
Union pancreatobiliar anomala. dr. miguel chávez rUnion pancreatobiliar anomala. dr. miguel chávez r
Union pancreatobiliar anomala. dr. miguel chávez rmiguel chavez
 
Neoplasis malignas via biliar proximal
Neoplasis malignas via biliar proximalNeoplasis malignas via biliar proximal
Neoplasis malignas via biliar proximalFerstman Duran
 
Patologia benigna de la vesícula biliar y vias biliares
Patologia benigna de la vesícula biliar y vias biliaresPatologia benigna de la vesícula biliar y vias biliares
Patologia benigna de la vesícula biliar y vias biliaresLizzy Chávez Abanto
 
Neoplasis malignas via biliar distal
Neoplasis malignas via biliar distalNeoplasis malignas via biliar distal
Neoplasis malignas via biliar distalFerstman Duran
 
Patología Biliar Venezuela 2010
Patología Biliar Venezuela 2010Patología Biliar Venezuela 2010
Patología Biliar Venezuela 2010marcelo202020
 
Patología Biliar Venezuela 2010
Patología Biliar Venezuela 2010Patología Biliar Venezuela 2010
Patología Biliar Venezuela 2010cirugiainfantil
 
COLANGIOPANCREATROGRAFÍA RETRÓGRADA ENDOSCÓPICA - CPRE
COLANGIOPANCREATROGRAFÍA RETRÓGRADA ENDOSCÓPICA - CPRECOLANGIOPANCREATROGRAFÍA RETRÓGRADA ENDOSCÓPICA - CPRE
COLANGIOPANCREATROGRAFÍA RETRÓGRADA ENDOSCÓPICA - CPREMaria Alejandra Pinzón Rosas
 
Radiodiagnóstico de tumores de la vesicula y vias biliares
Radiodiagnóstico de tumores de la vesicula y vias biliaresRadiodiagnóstico de tumores de la vesicula y vias biliares
Radiodiagnóstico de tumores de la vesicula y vias biliaresmartin azcuña
 
Dialnet volvulo delsigmoide-7673837
Dialnet volvulo delsigmoide-7673837Dialnet volvulo delsigmoide-7673837
Dialnet volvulo delsigmoide-7673837JUANFERNANDEZOJEDA1
 

Similar a Quistes de los conductos biliares: clasificaciones, etiología y epidemiología (20)

Atresia de vias biliares
Atresia de vias biliares Atresia de vias biliares
Atresia de vias biliares
 
Union pancreatobiliar anomala. dr. miguel chávez r
Union pancreatobiliar anomala. dr. miguel chávez rUnion pancreatobiliar anomala. dr. miguel chávez r
Union pancreatobiliar anomala. dr. miguel chávez r
 
Neoplasis malignas via biliar proximal
Neoplasis malignas via biliar proximalNeoplasis malignas via biliar proximal
Neoplasis malignas via biliar proximal
 
Cirugia de vias biliares
Cirugia de vias biliaresCirugia de vias biliares
Cirugia de vias biliares
 
Patologia benigna de la vesícula biliar y vias biliares
Patologia benigna de la vesícula biliar y vias biliaresPatologia benigna de la vesícula biliar y vias biliares
Patologia benigna de la vesícula biliar y vias biliares
 
CPRE
CPRECPRE
CPRE
 
Diverticulo meckel
Diverticulo meckelDiverticulo meckel
Diverticulo meckel
 
Enf diver 2
Enf diver 2Enf diver 2
Enf diver 2
 
metaplasia final
metaplasia finalmetaplasia final
metaplasia final
 
Neoplasis malignas via biliar distal
Neoplasis malignas via biliar distalNeoplasis malignas via biliar distal
Neoplasis malignas via biliar distal
 
Patología Biliar Venezuela 2010
Patología Biliar Venezuela 2010Patología Biliar Venezuela 2010
Patología Biliar Venezuela 2010
 
Patología Biliar Venezuela 2010
Patología Biliar Venezuela 2010Patología Biliar Venezuela 2010
Patología Biliar Venezuela 2010
 
Diverticulitis
DiverticulitisDiverticulitis
Diverticulitis
 
COLANGIOPANCREATROGRAFÍA RETRÓGRADA ENDOSCÓPICA - CPRE
COLANGIOPANCREATROGRAFÍA RETRÓGRADA ENDOSCÓPICA - CPRECOLANGIOPANCREATROGRAFÍA RETRÓGRADA ENDOSCÓPICA - CPRE
COLANGIOPANCREATROGRAFÍA RETRÓGRADA ENDOSCÓPICA - CPRE
 
Atresia Duodenal.pptx
Atresia Duodenal.pptxAtresia Duodenal.pptx
Atresia Duodenal.pptx
 
Coledocolitiasis – colangitis odditis
Coledocolitiasis – colangitis   odditisColedocolitiasis – colangitis   odditis
Coledocolitiasis – colangitis odditis
 
Onfalocele
OnfaloceleOnfalocele
Onfalocele
 
Radiodiagnóstico de tumores de la vesicula y vias biliares
Radiodiagnóstico de tumores de la vesicula y vias biliaresRadiodiagnóstico de tumores de la vesicula y vias biliares
Radiodiagnóstico de tumores de la vesicula y vias biliares
 
Dialnet volvulo delsigmoide-7673837
Dialnet volvulo delsigmoide-7673837Dialnet volvulo delsigmoide-7673837
Dialnet volvulo delsigmoide-7673837
 
Freddy
FreddyFreddy
Freddy
 

Más de Ferstman Duran

Gallstone ileus with cholecystoduodenal fistula
Gallstone ileus with cholecystoduodenal fistulaGallstone ileus with cholecystoduodenal fistula
Gallstone ileus with cholecystoduodenal fistulaFerstman Duran
 
Minimally invasive management of boerhaave´s syndrome
Minimally invasive management of boerhaave´s syndromeMinimally invasive management of boerhaave´s syndrome
Minimally invasive management of boerhaave´s syndromeFerstman Duran
 
Thoracoscopic primary esophageal repair in
Thoracoscopic primary esophageal repair inThoracoscopic primary esophageal repair in
Thoracoscopic primary esophageal repair inFerstman Duran
 
Current concepts in the management of esophagueal perforations
Current concepts in the management of esophagueal perforationsCurrent concepts in the management of esophagueal perforations
Current concepts in the management of esophagueal perforationsFerstman Duran
 
Bouveret's syndrome as an unusual cause of gastric outlet
Bouveret's syndrome as an unusual cause of gastric outletBouveret's syndrome as an unusual cause of gastric outlet
Bouveret's syndrome as an unusual cause of gastric outletFerstman Duran
 
Bouveret’s syndrome case report and review of the literature
Bouveret’s syndrome case report and review of the literatureBouveret’s syndrome case report and review of the literature
Bouveret’s syndrome case report and review of the literatureFerstman Duran
 
Sindrome de intestino corto
Sindrome de intestino cortoSindrome de intestino corto
Sindrome de intestino cortoFerstman Duran
 
Eco doppler y angiografía
Eco doppler y angiografíaEco doppler y angiografía
Eco doppler y angiografíaFerstman Duran
 
Calcio, fosforo y magnesio
Calcio, fosforo y magnesioCalcio, fosforo y magnesio
Calcio, fosforo y magnesioFerstman Duran
 
Appendicitis outcomes are better at resident teaching institutions a multi in...
Appendicitis outcomes are better at resident teaching institutions a multi in...Appendicitis outcomes are better at resident teaching institutions a multi in...
Appendicitis outcomes are better at resident teaching institutions a multi in...Ferstman Duran
 
Irrigation versus suction alone during laparoscopic
Irrigation versus suction alone during laparoscopicIrrigation versus suction alone during laparoscopic
Irrigation versus suction alone during laparoscopicFerstman Duran
 
Enfermedad pilonidal e hidradenitis
Enfermedad pilonidal e hidradenitisEnfermedad pilonidal e hidradenitis
Enfermedad pilonidal e hidradenitisFerstman Duran
 
Conceptos actuales en el melanoma cutaneo
Conceptos actuales en el melanoma cutaneoConceptos actuales en el melanoma cutaneo
Conceptos actuales en el melanoma cutaneoFerstman Duran
 
Lesiones beingnas de la piel quistes de inclusion, lipomas, biopsias muscular...
Lesiones beingnas de la piel quistes de inclusion, lipomas, biopsias muscular...Lesiones beingnas de la piel quistes de inclusion, lipomas, biopsias muscular...
Lesiones beingnas de la piel quistes de inclusion, lipomas, biopsias muscular...Ferstman Duran
 
Fisiologia de la cicatrizacion de la herida
Fisiologia de la cicatrizacion de la heridaFisiologia de la cicatrizacion de la herida
Fisiologia de la cicatrizacion de la heridaFerstman Duran
 
Selección de la sutura y otros metodos para el cierre de piel
Selección de la sutura y otros metodos para el cierre de pielSelección de la sutura y otros metodos para el cierre de piel
Selección de la sutura y otros metodos para el cierre de pielFerstman Duran
 
Reparación laparoscópica de la hernia inguinal
Reparación laparoscópica de la hernia inguinalReparación laparoscópica de la hernia inguinal
Reparación laparoscópica de la hernia inguinalFerstman Duran
 
Material protésico en la reparación de la hernia ventral
Material protésico en la reparación de la hernia ventralMaterial protésico en la reparación de la hernia ventral
Material protésico en la reparación de la hernia ventralFerstman Duran
 
Material protésico en la reparación de la hernia inguinal
Material protésico en la reparación de la hernia inguinalMaterial protésico en la reparación de la hernia inguinal
Material protésico en la reparación de la hernia inguinalFerstman Duran
 

Más de Ferstman Duran (20)

Gallstone ileus with cholecystoduodenal fistula
Gallstone ileus with cholecystoduodenal fistulaGallstone ileus with cholecystoduodenal fistula
Gallstone ileus with cholecystoduodenal fistula
 
Minimally invasive management of boerhaave´s syndrome
Minimally invasive management of boerhaave´s syndromeMinimally invasive management of boerhaave´s syndrome
Minimally invasive management of boerhaave´s syndrome
 
Thoracoscopic primary esophageal repair in
Thoracoscopic primary esophageal repair inThoracoscopic primary esophageal repair in
Thoracoscopic primary esophageal repair in
 
Current concepts in the management of esophagueal perforations
Current concepts in the management of esophagueal perforationsCurrent concepts in the management of esophagueal perforations
Current concepts in the management of esophagueal perforations
 
Bouveret's syndrome as an unusual cause of gastric outlet
Bouveret's syndrome as an unusual cause of gastric outletBouveret's syndrome as an unusual cause of gastric outlet
Bouveret's syndrome as an unusual cause of gastric outlet
 
Bouveret’s syndrome case report and review of the literature
Bouveret’s syndrome case report and review of the literatureBouveret’s syndrome case report and review of the literature
Bouveret’s syndrome case report and review of the literature
 
Sindrome de intestino corto
Sindrome de intestino cortoSindrome de intestino corto
Sindrome de intestino corto
 
Eco doppler y angiografía
Eco doppler y angiografíaEco doppler y angiografía
Eco doppler y angiografía
 
Calcio, fosforo y magnesio
Calcio, fosforo y magnesioCalcio, fosforo y magnesio
Calcio, fosforo y magnesio
 
Appendicitis outcomes are better at resident teaching institutions a multi in...
Appendicitis outcomes are better at resident teaching institutions a multi in...Appendicitis outcomes are better at resident teaching institutions a multi in...
Appendicitis outcomes are better at resident teaching institutions a multi in...
 
Irrigation versus suction alone during laparoscopic
Irrigation versus suction alone during laparoscopicIrrigation versus suction alone during laparoscopic
Irrigation versus suction alone during laparoscopic
 
Enfermedad pilonidal e hidradenitis
Enfermedad pilonidal e hidradenitisEnfermedad pilonidal e hidradenitis
Enfermedad pilonidal e hidradenitis
 
Conceptos actuales en el melanoma cutaneo
Conceptos actuales en el melanoma cutaneoConceptos actuales en el melanoma cutaneo
Conceptos actuales en el melanoma cutaneo
 
Lesiones beingnas de la piel quistes de inclusion, lipomas, biopsias muscular...
Lesiones beingnas de la piel quistes de inclusion, lipomas, biopsias muscular...Lesiones beingnas de la piel quistes de inclusion, lipomas, biopsias muscular...
Lesiones beingnas de la piel quistes de inclusion, lipomas, biopsias muscular...
 
Fisiologia de la cicatrizacion de la herida
Fisiologia de la cicatrizacion de la heridaFisiologia de la cicatrizacion de la herida
Fisiologia de la cicatrizacion de la herida
 
Colgajos cutaneos
Colgajos cutaneosColgajos cutaneos
Colgajos cutaneos
 
Selección de la sutura y otros metodos para el cierre de piel
Selección de la sutura y otros metodos para el cierre de pielSelección de la sutura y otros metodos para el cierre de piel
Selección de la sutura y otros metodos para el cierre de piel
 
Reparación laparoscópica de la hernia inguinal
Reparación laparoscópica de la hernia inguinalReparación laparoscópica de la hernia inguinal
Reparación laparoscópica de la hernia inguinal
 
Material protésico en la reparación de la hernia ventral
Material protésico en la reparación de la hernia ventralMaterial protésico en la reparación de la hernia ventral
Material protésico en la reparación de la hernia ventral
 
Material protésico en la reparación de la hernia inguinal
Material protésico en la reparación de la hernia inguinalMaterial protésico en la reparación de la hernia inguinal
Material protésico en la reparación de la hernia inguinal
 

Último

Revista de psicología sobre el sistema nervioso.pdf
Revista de psicología sobre el sistema nervioso.pdfRevista de psicología sobre el sistema nervioso.pdf
Revista de psicología sobre el sistema nervioso.pdfleechiorosalia
 
Edema agudo de pulmón. fisiopatología, clínica, diagnóstico,
Edema agudo de pulmón. fisiopatología, clínica, diagnóstico,Edema agudo de pulmón. fisiopatología, clínica, diagnóstico,
Edema agudo de pulmón. fisiopatología, clínica, diagnóstico,ssuseref6ae6
 
musculos y partes del tronco clase de medicina.pdf
musculos y partes del tronco clase de medicina.pdfmusculos y partes del tronco clase de medicina.pdf
musculos y partes del tronco clase de medicina.pdfKelymarHernandez
 
Torax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de torax
Torax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de toraxTorax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de torax
Torax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de toraxWillianEduardoMascar
 
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (doc).docx
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (doc).docx(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (doc).docx
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (doc).docxUDMAFyC SECTOR ZARAGOZA II
 
Posiciones anatomicas basicas enfermeria
Posiciones anatomicas basicas enfermeriaPosiciones anatomicas basicas enfermeria
Posiciones anatomicas basicas enfermeriaKarymeScarlettAguila
 
Se sustituye manual tarifario 2023 Manual Tarifario 2024.pdf
Se sustituye manual tarifario 2023 Manual Tarifario 2024.pdfSe sustituye manual tarifario 2023 Manual Tarifario 2024.pdf
Se sustituye manual tarifario 2023 Manual Tarifario 2024.pdfangela604239
 
Enferemedades reproductivas de Yeguas.pdf
Enferemedades reproductivas  de Yeguas.pdfEnferemedades reproductivas  de Yeguas.pdf
Enferemedades reproductivas de Yeguas.pdftaniacgcclassroom
 
HERNIA UMBILICAL con o sin signos de complicacion.pdf
HERNIA UMBILICAL con o sin signos de complicacion.pdfHERNIA UMBILICAL con o sin signos de complicacion.pdf
HERNIA UMBILICAL con o sin signos de complicacion.pdfFQCrisp
 
Hiperleucocitosis y leucostasis medicina interna
Hiperleucocitosis y leucostasis medicina internaHiperleucocitosis y leucostasis medicina interna
Hiperleucocitosis y leucostasis medicina internafercont
 
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptx
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptx(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptx
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptxUDMAFyC SECTOR ZARAGOZA II
 
Plan de Desparasitacion 27.03.2024 minsa.pptx
Plan de Desparasitacion 27.03.2024 minsa.pptxPlan de Desparasitacion 27.03.2024 minsa.pptx
Plan de Desparasitacion 27.03.2024 minsa.pptxOrlandoApazagomez1
 
(2024-04-17) DIABETESMELLITUSYENFERMEDADPERIODONTAL (ppt).pdf
(2024-04-17) DIABETESMELLITUSYENFERMEDADPERIODONTAL (ppt).pdf(2024-04-17) DIABETESMELLITUSYENFERMEDADPERIODONTAL (ppt).pdf
(2024-04-17) DIABETESMELLITUSYENFERMEDADPERIODONTAL (ppt).pdfUDMAFyC SECTOR ZARAGOZA II
 
docsity.vpdfs.com_urticaria-y-angioedema-en-pediatria-causas-mecanismos-y-dia...
docsity.vpdfs.com_urticaria-y-angioedema-en-pediatria-causas-mecanismos-y-dia...docsity.vpdfs.com_urticaria-y-angioedema-en-pediatria-causas-mecanismos-y-dia...
docsity.vpdfs.com_urticaria-y-angioedema-en-pediatria-causas-mecanismos-y-dia...MariaEspinoza601814
 
la CELULA. caracteristicas, funciones, i
la CELULA. caracteristicas, funciones, ila CELULA. caracteristicas, funciones, i
la CELULA. caracteristicas, funciones, iBACAURBINAErwinarnol
 
HERENCIA LIGADA A LOS CROMOSOMAS SEXUALES....pptx
HERENCIA LIGADA A LOS CROMOSOMAS SEXUALES....pptxHERENCIA LIGADA A LOS CROMOSOMAS SEXUALES....pptx
HERENCIA LIGADA A LOS CROMOSOMAS SEXUALES....pptxAndreaSoto281274
 
SISTEMA OBLIGATORIO GARANTIA DE LA CALIDAD EN SALUD SOGCS.pdf
SISTEMA OBLIGATORIO GARANTIA DE LA CALIDAD EN SALUD SOGCS.pdfSISTEMA OBLIGATORIO GARANTIA DE LA CALIDAD EN SALUD SOGCS.pdf
SISTEMA OBLIGATORIO GARANTIA DE LA CALIDAD EN SALUD SOGCS.pdfTruGaCshirley
 

Último (20)

Revista de psicología sobre el sistema nervioso.pdf
Revista de psicología sobre el sistema nervioso.pdfRevista de psicología sobre el sistema nervioso.pdf
Revista de psicología sobre el sistema nervioso.pdf
 
Edema agudo de pulmón. fisiopatología, clínica, diagnóstico,
Edema agudo de pulmón. fisiopatología, clínica, diagnóstico,Edema agudo de pulmón. fisiopatología, clínica, diagnóstico,
Edema agudo de pulmón. fisiopatología, clínica, diagnóstico,
 
musculos y partes del tronco clase de medicina.pdf
musculos y partes del tronco clase de medicina.pdfmusculos y partes del tronco clase de medicina.pdf
musculos y partes del tronco clase de medicina.pdf
 
Torax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de torax
Torax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de toraxTorax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de torax
Torax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de torax
 
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (doc).docx
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (doc).docx(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (doc).docx
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (doc).docx
 
(2024-04-17) SISTEMASDERETENCIONINFANTIL.pdf
(2024-04-17) SISTEMASDERETENCIONINFANTIL.pdf(2024-04-17) SISTEMASDERETENCIONINFANTIL.pdf
(2024-04-17) SISTEMASDERETENCIONINFANTIL.pdf
 
Posiciones anatomicas basicas enfermeria
Posiciones anatomicas basicas enfermeriaPosiciones anatomicas basicas enfermeria
Posiciones anatomicas basicas enfermeria
 
Situaciones difíciles. La familia reconstituida
Situaciones difíciles. La familia reconstituidaSituaciones difíciles. La familia reconstituida
Situaciones difíciles. La familia reconstituida
 
Se sustituye manual tarifario 2023 Manual Tarifario 2024.pdf
Se sustituye manual tarifario 2023 Manual Tarifario 2024.pdfSe sustituye manual tarifario 2023 Manual Tarifario 2024.pdf
Se sustituye manual tarifario 2023 Manual Tarifario 2024.pdf
 
Enferemedades reproductivas de Yeguas.pdf
Enferemedades reproductivas  de Yeguas.pdfEnferemedades reproductivas  de Yeguas.pdf
Enferemedades reproductivas de Yeguas.pdf
 
HERNIA UMBILICAL con o sin signos de complicacion.pdf
HERNIA UMBILICAL con o sin signos de complicacion.pdfHERNIA UMBILICAL con o sin signos de complicacion.pdf
HERNIA UMBILICAL con o sin signos de complicacion.pdf
 
Transparencia Fiscal HJPII Marzo 2024
Transparencia  Fiscal  HJPII  Marzo 2024Transparencia  Fiscal  HJPII  Marzo 2024
Transparencia Fiscal HJPII Marzo 2024
 
Hiperleucocitosis y leucostasis medicina interna
Hiperleucocitosis y leucostasis medicina internaHiperleucocitosis y leucostasis medicina interna
Hiperleucocitosis y leucostasis medicina interna
 
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptx
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptx(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptx
(2024-25-04) Epilepsia, manejo el urgencias (ptt).pptx
 
Plan de Desparasitacion 27.03.2024 minsa.pptx
Plan de Desparasitacion 27.03.2024 minsa.pptxPlan de Desparasitacion 27.03.2024 minsa.pptx
Plan de Desparasitacion 27.03.2024 minsa.pptx
 
(2024-04-17) DIABETESMELLITUSYENFERMEDADPERIODONTAL (ppt).pdf
(2024-04-17) DIABETESMELLITUSYENFERMEDADPERIODONTAL (ppt).pdf(2024-04-17) DIABETESMELLITUSYENFERMEDADPERIODONTAL (ppt).pdf
(2024-04-17) DIABETESMELLITUSYENFERMEDADPERIODONTAL (ppt).pdf
 
docsity.vpdfs.com_urticaria-y-angioedema-en-pediatria-causas-mecanismos-y-dia...
docsity.vpdfs.com_urticaria-y-angioedema-en-pediatria-causas-mecanismos-y-dia...docsity.vpdfs.com_urticaria-y-angioedema-en-pediatria-causas-mecanismos-y-dia...
docsity.vpdfs.com_urticaria-y-angioedema-en-pediatria-causas-mecanismos-y-dia...
 
la CELULA. caracteristicas, funciones, i
la CELULA. caracteristicas, funciones, ila CELULA. caracteristicas, funciones, i
la CELULA. caracteristicas, funciones, i
 
HERENCIA LIGADA A LOS CROMOSOMAS SEXUALES....pptx
HERENCIA LIGADA A LOS CROMOSOMAS SEXUALES....pptxHERENCIA LIGADA A LOS CROMOSOMAS SEXUALES....pptx
HERENCIA LIGADA A LOS CROMOSOMAS SEXUALES....pptx
 
SISTEMA OBLIGATORIO GARANTIA DE LA CALIDAD EN SALUD SOGCS.pdf
SISTEMA OBLIGATORIO GARANTIA DE LA CALIDAD EN SALUD SOGCS.pdfSISTEMA OBLIGATORIO GARANTIA DE LA CALIDAD EN SALUD SOGCS.pdf
SISTEMA OBLIGATORIO GARANTIA DE LA CALIDAD EN SALUD SOGCS.pdf
 

Quistes de los conductos biliares: clasificaciones, etiología y epidemiología

  • 1. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o CLÍNICAS CL NICAS QUIRÚRGICAS QUIR RGICAS DE NORTEAM RICA NORTEAMÉRICA Surg Clin N Am 88 (2008) 1369–1384 Quistes de los conductos biliares Marc Mesleh, MD, Daniel J. Deziel, MDÃ Department of General Surgery, Rush Medical College, Rush University Medical Center, 1653 West Congress Parkway, Chicago, IL 60612, USA Pese a que son relativamente poco habituales, las lesiones quísticas de los conductos biliares representan algo más que una curiosidad quirúrgica. Su pre- sentación clínica abarca diferentes trastornos hepáticos, biliares y pancreáticos. La asociación entre los quistes de los conductos biliares y las uniones anómalas entre el colédoco y el conducto pancreático principal, por un lado, y los cánceres hepato- biliares, por el otro, revisten implicaciones quirúrgicas importantes. Los conceptos sobre la patogenia, el diagnóstico y el tratamiento quirúrgico de los quistes de los conductos biliares han cambiado a lo largo de las décadas. Los cirujanos que tratan las enfermedades del tracto biliar, tanto de adultos como de niños, deben conocer la evaluación y el tratamiento actuales de las personas que presentan estas anomalías. Epidemiología La incidencia de los quistes de los conductos biliares oscila entre 1 por cada 13.000 y 1 por cada 2 millones de partos [1]. La enfermedad es de dos a tres veces más común en el sexo femenino [2,3]. Del 25 al 45% de los casos se diagnostican entre recién nacidos o lactantes y dos tercios se identifican en la primera década de la vida. Sin embargo, cerca del 20 al 25% de los casos no se descubren hasta la vida adulta [3,4]. Se observa un predominio de casos en el Lejano Oriente, sobre todo en Japón, si se compara con otras regiones del mundo. Aun dentro de las series occidentales, un porcentaje sustancial de pacientes son de ascendencia asiática [5]. Etiología Se cree que los quistes de los conductos biliares se originan en el esbozo hepático proximal del embrión. Este origen se contradice con el de los quistes hepáticos simples derivados del esbozo hepático distal, que no se comunica con el sistema ductal [6]. T Autor para correspondencia. Dirección electrónica: daniel_j_deziel@rush.edu (D.J. Deziel). r 2009. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos.
  • 2. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1370 MESLEH y DEZIEL Se han propuesto varias teorías para explicar el desarrollo de los quistes duc- tales. Los mecanismos generales consisten en una obstrucción distal del conducto biliar y en una debilidad estructural de la pared de los conductos. Aunque no hay ninguna teoría definitiva, la tesis actual más admitida es que estos cambios ductales guardan relación con una comunicación anómala entre los sistemas ductal biliar y pancreático que se denomina unión pancreatobiliar anómala (UPBA). Babbitt fue el primero en proponer una función etiológica de esta UPBA en los quistes de los conductos biliares en 1969 [7]. La anomalía descrita consistía en una confluencia temprana del conducto pancreático con el conducto biliar común o colédoco fuera de la pared duodenal (fig. 1). Esta disposición origina un conducto pancreatobiliar común, que podría permitir el reflujo de las secreciones pan- creáticas exocrinas hacia el sistema biliar. La presión secretora pancreática excede la presión secretora hepática y, cuando existe un conducto común, no hay ningún mecanismo esfinteriano que impida el reflujo pancreatobiliar. Se ha formulado la teoría de que el jugo pancreático refluido aumenta la presión intraductal, produce irritación e inflamación, e inflige un daño estructural a la pared del conducto, lo que causa una degeneración quística. La obstrucción de la parte distal del colédoco por una unión anómala o por tapones proteínicos derivados de las células pancreáticas acinares también favorecería los quistes [8,9]. La evidencia que respalda la teoría del reflujo se basa en la presencia de una elevada cantidad de amilasa en el con- tenido aspirado del quiste, el gradiente positivo de presión entre el conducto pancreático y el quiste, y la reacción inflamatoria observada en la pared del quiste Figura 1. Unión pancreatobiliar anómala. Quiste ductal biliar de tipo 1 con un conducto común largo después de su unión al conducto pancreático principal. (Tomado de Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Cystic disease of the bile ducts: surgical management and reoperation. Problems in General Surgery 1985;22(4):467–80; con autorización.)
  • 3. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES 1371 [10,11]. La prevalencia notificada de la UPBA entre los pacientes con quistes de los conductos biliares es de aproximadamente del 60 al 90% [1,12]. Se han propuesto otras teorías para explicar la aparición de quistes de los conductos biliares entre pacientes con una anatomía normal de la unión pan- creatobiliar. La mayoría de ellas incluyen una obstrucción distal como causa de la hiperpresión intraluminal. Se ha inducido empíricamente una dilatación quística de los conductos biliares en crías de animales mediante la obstrucción ductal [9,13,14]. Las membranas congénitas en la porción distal del colédoco o un esfínter de Oddi anómalo con espasmo también podrían ocasionar una obstrucción [12]. Los conductos de algunos pacientes con quistes muestran menos células gan- glionares. Según una teoría, la infección vírica destruye las células ganglionares, a juzgar por la elevación del ARN reovírico observado en los conductos biliares de los pacientes con quistes [15]. En 1936, Yotuyanagi [16] propuso que los quistes de los conductos biliares se debían a una distribución desigual de las células epiteliales durante la maduración embrionaria. Al principio, los conductos biliares embrionarios forman un cordón de tejido sólido. La proliferación de elementos epiteliales dentro del cordón determina una vacuolización y una canalización. El desarrollo relativo de nuevas células epi- teliales en la porción proximal del sistema ductal y la menor presencia de células en el segmento distal podrían ocasionar una dilación quística con estenosis distal en el momento de la canalización. La enfermedad de Caroli, un subgrupo de trastornos caracterizados por quistes en los conductos biliares, se atribuye a una remodelación incompleta y defectuosa de la placa ductal embrionaria [17]. Esta remodelación ocasiona anomalías de los conductos biliares intrahepáticos con dilataciones segmentarias y comunicantes. Se ignora la importancia de los factores genéticos en la formación de los quistes en los conductos biliares. Se han descrito algunos casos familiares con tipos variados de quistes [12]. La enfermedad de Caroli se puede heredar de manera autosómica recesiva [18]. Sin embargo, la mayoría de los pacientes no muestran ningún ligamiento genético. Clasificaciones Alonso-Lej et al. [19] propusieron por primera vez un esquema para clasificar los quistes de los conductos biliares en 1959. Este esquema fue modificado por Todani et al. en 1977 [2] y es el tipo de clasificación más utilizado en la actualidad (figs. 2 y 3). Los quistes de tipo 1 representan una dilatación de los conductos biliares extrahepáticos (fig. 4). Es el tipo más frecuente y se da en el 75 al 85% de los casos [3,4]. Los quistes de tipo 1 se pueden describir, asimismo, como quísticos (1A), focales (1B) o fusiformes (1C). Los quistes de tipo 2 forman un divertículo sacular en el conducto biliar común. Los de tipo 3 representan una dilatación quística del colédoco dentro de la pared del duodeno (fig. 5). Estas lesiones también se conocen como coledococeles. Los quistes de tipo 2 y 3 son poco comunes y sólo dan cuenta del 3 al 4% de los casos cada uno. La enfermedad de tipo 4 alude a la presencia de quistes múltiples. Las lesiones de tipo 4A se caracterizan por quistes en los conductos biliares intrahepáticos y extrahepáticos, y las de tipo 4B, por quistes múltiples sólo en la vía biliar extrahepática. Los quistes de tipo 4 justifican del 10 al 40% de los casos, si bien la enfermedad de tipo 4B es poco habitual [1]. Los
  • 4. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1372 MESLEH y DEZIEL Figura 2. (A) Quiste de los conductos biliares extrahepáticos de tipo 1. (B) Tipo 2, divertículo del colédoco. (C) Tipo 3, coledococele. (Tomado de Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Cystic disease of the bile ducts: surgical management and reoperation. Problems in General Surgery 1985;22(4):468; con autorización.) quistes de tipo 5 afectan a los conductos biliares intrahepáticos. En general, son múltiples (enfermedad de Caroli) (fig. 6) y rara vez solitarios (fig. 7). Los quistes de tipo 5 se notifican en menos del 1% de los pacientes de la mayoría de las series. Los quistes de los conductos biliares intrahepáticos pueden ser bilobulares o unilobu- lares y el 90% de los últimos se dan en el lado izquierdo [17]. La frecuencia de los quistes de tipo 5 es mayor en las series en las que se han utilizado las técnicas modernas de imagen para el diagnóstico [20]. La distribución de los tipos de quistes varía ligeramente entre las poblaciones adultas y pediátricas. Aunque los quistes de tipo 1 son los más frecuentes entre los pacientes de cualquier edad, los de tipo 4A quizá prevalezcan más entre los adultos [1,21]. Esta diferencia se podría explicar por la progresión de la enfermedad sin- tomática de tipo 1 en la infancia, pero no hay datos concluyentes. Recientemente se ha propuesto modificar la clasificación de los quistes congé- nitos de los conductos biliares para descartar los divertículos (tipo 2), los coledo- coceles (tipo 3) y la enfermedad de Caroli [22]. Estas variedades presentan causas y consideraciones clínicas claramente distintas. Los quistes de tipo 2 pueden repre- sentar una forma de duplicación de la vesícula o del divertículo inflamatorio adquirido y relacionado con la colelitiasis. Los coledococeles están tapizados por mucosa duodenal y pueden constituir un tipo de duplicación o de membrana duodenal. La enfermedad de Caroli se debe a una malformación de la placa ductal y se asocia a fibrosis hepática. Se ha observado, asimismo, que los conductos biliares intrahepáticos nunca son totalmente normales entre los pacientes que supu- estamente sólo sufren una enfermedad extrahepática. Así pues, la distinción entre los quistes de tipo 1 y 4 puede resultar arbitraria.
  • 5. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES 1373 Figura 3. (A) Tipo 4, quistes combinados en los conductos biliares intra- y extrahepáticos. (B) Quistes de tipo 5 en los que se observa una dilatación quística aislada y difusa de los conductos intrahepáticos. (Tomado de Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Cystic disease of the bile ducts: surgical management and reoperation. Problems in General Surgery 1985;22(4):469; con autorización.) Figura 4. Quiste de los conductos biliares de tipo 1. Histológicamente, la pared de los quistes de los conductos biliares se compone de tejido fibroso denso con reacción inflamatoria. Puede haber algunas fibras de músculo liso. La mucosa se encuentra ausente o sólo formada por parches dispersos de epitelio cilíndrico distribuidos entre el tejido de granulación y las ulceraciones.
  • 6. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1374 MESLEH y DEZIEL Figura 5. Quiste de los conductos biliares de tipo 3 (coledococele). Figura 6. Enfermedad de Caroli. Dilataciones quísticas múltiples de los conductos intrahepáticos. Al parecer, esta irregularidad de la mucosa justifica la elevada tasa de dehiscencia anastomótica entre los quistes y la pared intestinal. Presentación clínica La tríada sintomática clásica de los quistes coledocianos se caracteriza por dolor abdominal, ictericia y una masa en el hipocondrio derecho. En realidad, la tríada se
  • 7. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES 1375 Figura 7. Tipo 5, quiste intrahepático aislado del conducto biliar derecho. observa en raras ocasiones, pese a que se describió originalmente en la mayoría de los pacientes: sólo la presentan del 5 al 10% de los pacientes pediátricos y prácticamente ningún adulto [20,21,23]. En las tablas 1 y 2 se resumen los sín- tomas clínicos descritos entre las poblaciones pediátricas y adultas de las series respectivas. El dolor abdominal es el síntoma más habitual de presentación en la infancia. Aunque pocos niños muestran la tríada completa, alrededor del 85% de los niños presentan como mínimo dos síntomas. La ictericia, que es el síntoma de presen- tación en el 27 al 57% de estos pacientes, se da más que la colangitis o la pan- creatitis. El dolor abdominal también es el síntoma de presentación habitual de los adultos, seguido por la ictericia y la colangitis. Otros síntomas de presentación son las náuseas o los vómitos, el adelgazamiento, el prurito o la hemorragia digestiva. La masa abdominal es muy rara entre los adultos, y sólo se ha registrado en el 3% de los pacientes [24]. Los adultos con quistes coledocianos pueden acudir por síntomas vagos o encontrarse completamente asintomáticos. Así pues, el diagnóstico podría retrasarse. Ciertos trastornos hepatobiliares y pancreáticos hepáticos coexisten con los quistes de los conductos biliares y modifican su presentación y tratamiento clínicos. Estos son la litiasis, la colangitis, la pancreatitis, la cirrosis, la fibrosis hepática, la estenosis ampular, la hipertensión portal y las neoplasias malignas [24]. Habi- tualmente, los pacientes adultos presentan pancreatitis, que se atribuye a la acti- vación anómala de las enzimas pancreáticas asociada a la UPBA. El riesgo de pancreatitis también depende del tamaño del quiste, lo que hace pensar que el quiste podría ocasionar una obstrucción mecánica del conducto pancreático. En caso de enfermedad avanzada, aparece cirrosis biliar secundaria. Las biopsias hepáticas intraoperatorias han revelado la presencia de proliferación de los con- ductos biliares, colestasis, daño parenquimatoso, infiltrados inflamatorios y fibrosis.
  • 8. 1376 Tabla 1 Prevalencia de los síntomas de presentación en los estudios con poblaciones pediátricas Dolor Masa Pérdida Náuseas/ MESLEH y DEZIEL N.o de abdominal Ictericia abdominal de peso vómitos Colangitis Pancreatitis Serie, año pacientes (%) (%) (%) (%) (%) (%) (%) Chaudhary et al., 22 91 27 18 NN NN 9 NN 1996 [21] DeVries et al., 42 76 57 17 23 45 35 17 2002 [20] Singham et al., 19 79 32 16 11 42 NN 21 2007 [23] Abreviatura: NN, no notificado.
  • 9. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES 1377 Tabla 2 Prevalencia de los síntomas de presentación en los estudios con poblaciones adultas Dolor Pérdida Náuseas/ N.o de abdominal Ictericia de peso vómitos Colangitis Pancreatitis Serie pacientes (%) (%) (%) (%) (%) (%) Deziel 31 86 45 10 24 NN 6 et al., [24] Chaudhary 27 89 70 NN NN 37 7 et al., [21] Visser 39 92 13 11 NN 21 16 et al., [22] Singham 51 88 39 NN 63 37 11 et al., [23] Bois 68 81 21 NN NN 18 NN et al., [25] Abreviatura: NN, no notificado. La gravedad de los trastornos asociados repercute en el resultado de la interven- ción quirúrgica y en el pronóstico. Los cálculos biliares se reconocen a menudo en adultos con quistes de los conductos biliares y se atribuyen a la estasis [26]. Los cálculos pueden darse en la vesícula biliar, en los propios quistes y en los conductos hepáticos proximales a las zonas estenóticas. Los síntomas de litiasis biliar, como dolor, colangitis, ictericia y sepsis, pueden constituir la manifestación primaria de la enfermedad quística. En muy pocos casos los quistes grandes se rompen y producen una peritonitis biliar. Técnicas de imagen diagnósticas Los quistes de los conductos biliares suelen diagnosticarse con técnicas de imagen hepatobiliar. Los avances en las modalidades de imagen de los últimos años han mejorado notablemente el reconocimiento y la caracterización de estas ano- malías. Las lesiones quísticas suelen sospecharse primero por los datos de la eco- grafía transabdominal o por la tomografía computarizada (TC). La sensibilidad de la ecografía transabdominal varía entre el 70 y el 97% [27]. La ecografía resulta menos exacta para el diagnóstico específico de los quistes de los conductos biliares de los adultos, que presentan más causas secundarias para la dilatación de los mismos. La ecografía y la TC detectan con fiabilidad las lesiones quísticas del hipocondrio derecho y dan una idea de su tamaño y de su extensión, pero no siempre revelan con precisión si el quiste se origina en un conducto biliar. La colangiopancreatografía por resonancia magnética (CPRM) es el método más idóneo para el estudio de imagen no invasivo de los quistes de los conductos biliares [1,12]. Esta técnica no siempre expone la anatomía de la unión entre el colédoco y el conducto pancreático con la misma claridad que la colangiografía endoscópica directa. Tradicionalmente, la CPRM no ha resultado tan útil para establecer el diagnóstico en pacientes pediátricos, que no suelen colaboran con las necesarias pausas respiratorias. El desarrollo de nuevas secuencias rápidas de eco de espín con un solo disparo puede solucionar parte de esta limitación [28].
  • 10. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1378 MESLEH y DEZIEL La colangiografía directa por colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) o colangiografía transhepática percutánea (CTP) proporciona un detalle anatómico exacto para caracterizar la configuración y la extensión de los quistes de los conductos biliares. La relación entre el conducto pancreático y los conductos biliares se ve peor con la CPRE. La CTP suele reservarse para situaciones en las que no puede aplicarse la CPRE o no se visualizan suficientemente bien los con- ductos intrahepáticos debido a una obstrucción más proximal. Cáncer y quistes de los conductos biliares Los quistes de los conductos biliares son lesiones premalignas. Desde que fueran descritos por vez primera por Irwin y Morison en 1944, se ha documentado per- fectamente la asociación entre los quistes de los conductos biliares y el cáncer [29–33]. La frecuencia total de neoplasias malignas hepatobiliares de los adultos con quistes de los conductos biliares varía entre el 10 y el 30% [1,24,34,35]. El riesgo relativo se ha estimado que es de entre 20 y 30 veces mayor que para la población general. La mayoría de los sujetos diagnosticados son adultos y el riesgo de cáncer aumenta con la edad [36]. También se ha descrito cáncer entre niños con quistes de los conductos biliares [2]. El cáncer se ha asociado a todos los tipos de quistes de los conductos biliares pero sobre todo a la enfermedad de tipo 1 y 4 (fig. 8). La inmensa mayoría de los cánceres son colangiocarcinomas. Asimismo, se han descrito cánceres epidermoi- des, anaplásicos o indiferenciados. Aunque muchos cánceres ocurren en los Figura 8. Adenocarcinoma en un quiste del conducto biliar. La CPRE reveló un quiste de tipo 1 con un gran defecto irregular de llenado.
  • 11. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES 1379 propios quistes, el riesgo afecta a toda la vía biliar, incluidos otros conductos biliares (tanto dilatados como no), a la vesícula biliar y al páncreas. El cáncer se puede diagnosticar de manera sincrónica, en el momento en que se reconoce el quiste, o metacrónica, años después de la extirpación total o parcial o del drenaje anasto- mótico de quistes benignos. La alta incidencia hallada entre pacientes tratados previamente con un drenaje interno hace que resecar el quiste sea la medida terapéutica de elección. Por desgracia, ni siquiera la extirpación completa de los quistes coledocianos benignos impide necesariamente la aparición posterior de cáncer en los conductos biliares intrahepáticos [37,38]. La patogenia de la degeneración quística maligna se relaciona, al parecer, con defectos carcinogénicos motivados por la irritación crónica de la mucosa y por la exposición a las enzimas pancreáticas y bilis refluidas. Se han identificado muta- ciones de K-ras y de p-53 en el epitelio biliar de pacientes que presentan una UPBA y quistes [39]. Se han descrito alteraciones histológicas proliferativas premalignas en un tercio de los quistes benignos [40]. El riesgo de transformación maligna de los quistes de los conductos biliares o de la vesícula biliar es mayor cuando hay pre- sencia de una UPBA. El riesgo de cáncer en los quistes de los conductos biliares puede considerarse un efecto extenso que amenaza todo el epitelio biliar. El cáncer puede ocurrir incluso en conductos no dilatados años después de la extirpación completa del quiste, por lo que el seguimiento prolongado de estos pacientes parece imprescindible. La vigilancia cobra especial interés entre aquellos con quistes de tipo 1 o 4, UPBA o cualquier componente quístico residual. A pesar de la tasa reducida de cáncer metacrónico, el colangiocarcinoma ofrece un pronóstico malo. La supervivencia mediana de los sujetos con colangiocarcinoma asociado a quistes de los conductos biliares es de 6 a 21 meses y a los 2 años sobreviven el 5% o menos de los pacientes [12,34,35,40]. Tratamiento quirúrgico El tratamiento de elección para los quistes de los conductos biliares es la extirpación quirúrgica completa mediante colecistectomía y reconstrucción por hepatoyeyunostomía en Y de Roux. En los años iniciales, a menudo se ofrecía a los pacientes un tratamiento sin extirpación, anastomosando el quiste al yeyuno, al duodeno o al estómago. Estos procedimientos de drenaje interno comportaban tasas altas de estenosis, litiasis, colangitis y reoperación y no corregían la naturaleza premaligna de estas lesiones. Actualmente, la extirpación del quiste se puede conseguir con unas tasas bajas de morbilidad y de mortalidad, en comparación con las operaciones obsoletas de drenaje interno [21,24,34,35,41]. Por desgracia, cuando el quiste afecta a varios lugares intrahepáticos y extrahepáticos, no siempre resulta posible la extirpación completa. En estas circunstancias, la única solución pasa por una extirpación parcial combinada con el drenaje de los conductos anó- malos residuales. Los quistes de tipo 1 se exponen movilizando la flexura hepática del colon hacia abajo y exponiendo el duodeno mediante la maniobra de Kocher. La ubicación de la arteria hepática y de cualquier posible arteria hepática derecha reemplazada, originada en la arteria mesentérica superior, debe identificarse. La colangiografía intrahepática con radioscopia permite verificar la anatomía de los conductos
  • 12. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1380 MESLEH y DEZIEL proximales y de la unión pancreatoduodenal. La colangiografía puede obtenerse a través del conducto cístico o mediante la punción directa del quiste o, si el quiste es grande, abriendo este y colocando catéteres de balón del tamaño adecuado para la inyección en los conductos proximales y distales. La endoscopia biliar intraope- ratoria ayuda a la exploración de los conductos biliares proximales en busca de estenosis o detritos. Las estenosis intrahepáticas de algunos pacientes obedecen a membranas intraluminales que puede extirparse [42]. Los quistes de tipo 1 requieren una extirpación completa (fig. 9). El cirujano deberá resistir la tentación de dejar la mayor cantidad posible de conducto residual proximal o distal. Distalmente, la resección se lleva hasta el páncreas, pero conviene hacer dos advertencias. Si la resección es excesiva, se puede dañar el conducto pancreático principal. En general, no se puede visualizar el conducto pancreático y el quiste suele estrecharse mucho cerca de su terminación. En segundo lugar, hay que coser la porción distal del conducto biliar para evitar una fístula pancreática postoperatoria, que es más fácil que se produzca cuando el paciente tiene una UPBA temprana [24]. La porción distal del colédoco puede ser diminuta y la colocación imprecisa de la sutura obstruye, en ocasiones, el conducto pancreático. Los drenajes están recomendados. El grado proximal de resección debería ser la mucosa sana. La anastomosis con una mucosa granulada o ulcerada produce un estrechamiento. Dejar un ribete proximal de quiste residual para que la anastomosis sea más amplia o se construya con más facilidad representa un concepto erróneo. Hay que incidir el conducto hepático, tanto el derecho como, en particular, el izquierdo (una vez abierta la placa hiliar) para disponer de una longitud perfecta y adecuada para la anastomosis. Pese a que normalmente puede disecarse toda la pared del quiste respecto a la vena porta y a la arteria hepática, la presencia de fibrosis acusada a veces lo difi- culta. En estos casos, se ha recurrido a un plano de disección intraluminal [43], el cual permite extirpar el revestimiento del quiste y proteger las estructuras vascu- lares adyacentes. Se dividen las paredes anterior, medial y lateral del quiste y se crea un plano posterior de disección, dejando la pared fibrótica externa del quiste en su lugar. Figura 9. Visión intraoperatoria de un quiste abierto en la vía biliar extrahepática.
  • 13. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES 1381 La reconstrucción habitual tras la extirpación del quiste se efectúa con una hepatoyeyunostomía en Y de Roux, con un asa de Roux de 40 a 60 cm. El asa de Roux es más corta para los lactantes (15–20 cm) y niños (30–40 cm) [44]. Se han descrito otras técnicas de reconstrucción para intentar reducir el riesgo de reflujo enterobiliar postoperatorio. La experiencia con ellas se ha limitado funda- mentalmente a la infancia. Entre las técnicas formuladas se encuentran la creación de una válvula invaginada en el asa del intestino delgado y la interposición de un conducto entre el colédoco y el duodeno, formado por un segmento aislado del intestino delgado, el apéndice o un segmento de íleo terminal y ciego con la válvula ileocecal [44]. Los quistes de tipo 2 son raros. Cuando se encuentran, su tratamiento consiste en la extirpación. Si hay una UPBA se precisa una derivación biliar mediante hepa- toyeyunostomía en Y de Roux para evitar el reflujo pancreatobiliar patógeno continuado. Los quistes de tipo 3 (coledococeles) también son poco habituales y se abordan por vía transduodenal. Como no existe uniformidad en cuanto a su patogenia, clasificación, anatomía y presentación clínica, es preciso individualizar el trata- miento. La división endoscópica y la esfinterotomía bastan para algunos pacientes con quistes de menor tamaño sin obstrucción duodenal. En los demás casos, se procede a la extirpación transduodenal con esfinteroplastia o reimplantación ductal. Los quistes de tipo 4 se caracterizan por su asiento múltiple. Los confinados a los conductos extrahepáticos se tratan mediante extirpación completa, de forma parecida a los quistes de tipo 1. Los de tipo 4 que afectan a los conductos biliares intrahepáticos y extrahepáticos son problemáticos, ya que su extirpación completa no es posible salvo que se proceda a la hepatectomía total. En general, se tratan mediante resección del componente extrahepático con una hepatoyeyunostomía en Y de Roux por el hilio hepático. Las estructuras intrahepáticas se pueden dilatar. Si la enfermedad intrahepática se limita a un lóbulo, se puede plantear la resección hepática. El tratamiento quirúrgico de los pacientes con enfermedad de tipo 5 que afecta a los conductos biliares intrahepáticos también debe individualizarse según la extensión anatómica y la función hepática [17,18]. La afectación lobular se corrige de manera eficaz mediante resección hepática. El trasplante hepático constituye el tratamiento definitivo para los pacientes con enfermedad difusa, cirrosis hepática o neoplasia maligna asociada. Para aquellos sin cirrosis, el drenaje mediante anas- tomosis bilioentérica, las prótesis transhepáticas o sus combinaciones ayudan a controlar los síntomas. Están descritas operaciones de los quistes de los conductos biliares por lapa- roscopia o asistidas con robot [45,46]. Como estas lesiones son raras, la experiencia con las técnicas mínimamente invasivas es limitada. Estos casos ofrecen dificultades técnicas, pero pueden operarse con estos medios. En los niños a los que se ha extirpado algún quiste y practicado una hepa- toenterostomía, la evolución puede ser excelente. En una serie de 180 pacientes seguidos durante una media de 11 años, sólo el 2,3% experimentaron com- plicaciones tardías de colangitis o cálculos ductales [47]. La extirpación de los quistes de los adultos por cirujanos expertos se asocia a una mortalidad despreciable, pero las tasas de morbilidad alcanzan el 20% o más [24,25,34,35,41]. Tras la extirpación completa, alrededor del 10% de los pacientes
  • 14. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1382 MESLEH y DEZIEL adultos sufren colangitis recidivantes, pancreatitis o hepatopatías crónicas, y existe un riesgo pequeño pero finito de que en el futuro desarrollen neoplasias malignas. Por estas razones, se recomienda un seguimiento duradero. Bibliografía [1] Soreide K, Korner H, Havnen J, et al. Bile duct cysts in adults. Br J Surg 2004;91(12): 1538–48. [2] Todani T, Watanabe Y, Narusue M, et al. Congenital bile duct cysts: classification, operative procedures, and review of thirty-seven cases including cancer arising from choledochal cyst. Am J Surg 1977;134(2):263–9. [3] Flanigan DP. Biliary cysts. Ann Surg 1975;182:635–43. [4] Yamaguchi M. Congenital choledochal cyst. Analysis of 1,433 patients in the Japanese lite- rature. Am J Surg 1980;140:653–7. [5] Wiseman K, Buczkowski AK, Chung SW, et al. Epidemiology, presentation, diagnosis, and outcomes of choledochal cysts in adults in an urban environment. Am J Surg 2005; 189(5):527–31. [6] Longmire WP, Mandiola SA, Gordon HE. Congenital cystic disease of the liver and biliary system. Ann Surg 1971;174(4):711–26. [7] Babbitt DP. Congenital choledochal cysts: new etiological concept based on anomalous relationships of the common bile duct and the pancreatic bulb. Ann Radiol (Paris) 1969; 12(3):231–40. [8] Kaneko K, Ando H, Seo T, et al. Proteomic analysis of protein plugs: causative agent of symptoms in patients with choledochal cyst. Dig Dis Sci 2007;52(8):1979–86. [9] Miyano T, Suruga K, Chen SC. A clinicopathologic study of choledochal cyst. World J Surg 1980;4(2):231–8. [10] Babbitt DP, Starshak RJ, Clemett AR. Choledochal cyst: a concept of etiology. Am J Roentgenol Radium Ther Nucl Med 1973;119(1):57–62. [11] Tanaka M, Ikeda S, Kawakami K, et al. The presence of a positive pressure gradient from pancreatic duct to choledochal cyst demonstrated by duodenoscopic microtransducer manometry: clue to pancreaticobiliary reflux. Endoscopy 1982;14:45–7. [12] Metcalfe MS, Wemyss-Holden SA, Maddern GJ. Management dilemmas with choledochal cysts. Arch Surg 2003;138(3):333–9. [13] Ohkawa H, Sawaguchi S, Yamazaki Y, et al. Experimental analysis of the ill effect of ano- malous pancreaticobiliary ductal union. J Pediatr Surg 1982;17(1):7–13. [14] Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Cystic disease of the bile ducts: surgical management and reoperation. Problems in General Surgery: Secondary Procedures 1985; 2(4):467–79. [15] Tyler KL, Sokol RJ, Oberhaus SM, et al. Detection of reovirus RNA in hepatobiliary tissues from patients with extrahepatic biliary atresia and choledochal cysts. Hepatology 1998; 27(6):1475–82. [16] Yotuyanagi S. Contribution to etiology and pathology of idiopathic cystic dilatation of the common bile duct with report of 3 cases. Gann 1936;30:601–8. [17] Ulrich F, Pratschke J, Pascher A, et al. Long-term outcome of liver resection and trans- plantation for Caroli disease and syndrome. Ann Surg 2008;247(2):357–64. [18] Lendoire J, Schelotto PB, Rodriguez JA, et al. Bile duct cyst type V (Caroli’s disease): surgical strategies and results. HPB (Oxford) 2007;9:281–4. [19] Alonso-Lej F, Rever WB Jr, Pessagno DJ Congenital choledochal cyst, with a report of 2 and an analysis of 94, cases. Int Abstr Surg 1959;108(1):1–30. [20] DeVries JS, DeVries S, Aronson DC, et al. Choledochal cysts: age of presentation, symptoms, and late complications related to Todani’s classification. J Pediatr Surg 2002; 37(11):1568–73.
  • 15. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o QUISTES DE LOS CONDUCTOS BILIARES 1383 [21] Chaudhary A, Dhar P, Sachdev A, et al. Choledochal cysts—differences in children and adults. Br J Surg 1996;83(2):186–8. [22] Visser BC, Suh I, Way LW, et al. Congenital choledochal cysts in adults. Arch Surg 2004; 139(8):855–62. [23] Singham J, Schaeffer D, Yoshida E, et al. Choledochal cysts: analysis of disease pattern and optimal treatment in adult and pediatric patients. HPB (Oxford) 2007; 9:383–7. [24] Deziel DJ, Rossi RL, Munson JL, et al. Management of bile duct cysts in adults. Arch Surg 1986;121(4):410–5. [25] Bois JP, Kendrick ML, Farnell MB, et al. Choledochal cysts: risk of malignancy and outcome in 68 patients undergoing surgical management at a single institution. Poster presented at the Society for Surgery of the Alimentary Tract, San Diego, CA, May 2008. [26] Matsumoto Y, Uchida K, Nakase A, et al. Congenital cystic dilatation of the common bile duct as a cause of primary bile duct stone. Am J Surg 1977;134(3):346–52. [27] Sato M, Ishida H, Konno K, et al. Choledochal cyst due to anomalous pancreaticobiliary junction in the adult: sonographic findings. Abdom Imaging 2001;26(4):395–400. [28] Kim MJ, Han SJ, Yoon CS, et al. Using MR cholangiopancreatography to reveal anomalous pancreaticobiliary ductal union in infants and children with choledochal cysts. AJR Am J Roentgenol 2002;179(1):209–14. [29] Irwin ST, Morison JE. Congenital cyst of the common bile-duct containing stones and undergoing cancerous change. Br J Surg 1944;32:319–21. [30] Flanigan DP. Biliary carcinoma associated with biliary cysts. Cancer 1977;40:880–3. [31] Bloustein PA. Association of carcinoma with congenital cystic conditions of the liver and bile ducts. Am J Gastroenterol 1977;67(1):40–6. [32] Todani T, Tabuchi K, Watanabe Y, et al. Carcinoma arising in the wall of congenital bile ducts. Cancer 1979;44:1134–41. [33] Bismuth H, Krissat J. Choledochal cyst malignancies. Ann Oncol 1999;10(Suppl 4): 94–8. [34] Stain SC, Guthrie CR, Yellin AE, et al. Choledochal cyst in the adult. Ann Surg 1995; 222(2):128–33. [35] Liu CL, Fan ST, Lo CM, et al. Cysts in adults. Arch Surg 2002;137(4):465–8. [36] Voyles CR, Smadja C, Shanda WC, et al. Carcinoma in choledochal cycts: age related inci- dence. Arch Surg 1983;118:986–8. [37] Watanabe Y, Toki A, Todani T. Bile duct cancer developed after cyst excision for choledochal cyst. HPB (Oxford) 1999;6(3):207–12. [38] Kobayashi S, Asano T, Yamasaki M, et al. Risk of bile duct carcinogenesis after excision of extrahepatic bile ducts in pancreaticobiliary maljunction. Surgery 1999;126(5): 939–44. [39] Nagai M, Watanabe M, Iwase T, et al. Clinical and genetic analysis of noncancerous and cancerous biliary epithelium in patients with pancreaticobiliary maljunction. World J Surg 2002;26(1):91–8. [40] Rossi RL, Silverman ML, Braasch JW, et al. Carcinomas arising in cystic conditions of the bile ducts. A clinical and pathologic study. Ann Surg 1987;205(4):377–84. [41] Chaudhary A, Dhar P, Sachdev A. Reoperative surgery for choledochal cysts. Br J Surg 1997;84(6):781–4. [42] Ando H, Kaneko K, Ito F, et al. Operative treatment of congenital stenoses of the intrahepatic bile ducts in patients with choledochal cysts. Am J Surg 1997;173(6):491–4. [43] Lilly JR. The surgical treatment of choledochal cyst. Surg Gynecol Obstet 1979;149(1): 36–42. [44] Martin LW, Ziegler MM. Operative treatment for choledochal cyst. In: Baker RJ, Fischer JE, editors. Master of surgery. 4th edition. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2001. p. 1206–12.
  • 16. nto descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 16/12/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o 1384 MESLEH y DEZIEL [45] Abbas HM, Yassin NA, Ammori BJ. Laparoscopic resection of type I choledochal cyst in an adult and Roux-en-Y hepaticojejunostomy: a case report and literature review. Surg Laparosc Endosc Percutan Tech 2006;16(6):439–44. [46] Meehan JJ, Elliott S, Sandler A. The robotic approach to complex hepatobiliary anomalies in children: preliminary report. J Pediatr Surg 2007;42(12):2110–4. [47] Miyano T, Yamataka A, Kato Y, et al. Hepaticoenterostomy after excision of choledochal cyst in children: a 30-year experience with 180 cases. J Pediatr Surg 1996; 31(10):1417–21.