Este documento analiza la relación entre salarios, productividad y empleo. Argumenta que los salarios deben seguir la senda de la productividad para maximizar el empleo. La productividad laboral en España ha crecido moderadamente, por lo que los salarios también deben aumentar moderadamente. Un ejemplo a seguir es Alemania, donde los salarios han crecido menos que la productividad, lo que ha impulsado la recuperación económica.
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SALARIOS, PRODUCTIVIDAD Y OCUPACION.
Manfred Nolte
La reciente subida del salario mínimo interprofesional (SMIP) decretada por el
consenso PP y PSOE para 2017, unida a la previsión de aumentos retributivos
para el sector público y en un estadio más preliminar, los acuerdos para la
revisión de los sueldos del sector privado invitan a reflexionar sobre la
idoneidad de estas medidas y en general sobre la relación que une a los sueldos
y salarios con la productividad de un sistema y, finalmente, con el nivel de
ocupación de un País.
Adelantando el contenido del análisis del que cuelgan luego las conclusiones,
recordaremos al nobel americano Paul Krugman cuando señala que “la
capacidad de un país para mejorar su nivel de vida a lo largo del tiempo
depende, casi enteramente, de su capacidad para que la producción por
trabajador empleado aumente”. O también como ha resumido el profesor N.G.
Manki, “explicar las grandes diferencias que existen entre los niveles de vida en
todo el mundo es en cierto sentido muy fácil y puede resumirse en una sola
palabra: productividad. Esta columna, trata, básicamente de la productividad
del trabajo y de sus implicaciones para la fijación de los sueldos y salarios. En
general y en su particular aplicación a la economía española.
Comencemos por la subida del 8% del SMIP aprobada por la coalición
socialdemócrata PP-PSOE. En un mercado libre los salarios se determinan por
la oferta y la demanda y el empresario que tiene que vender a precio de mercado
un determinado producto o servicio debe tener la oportunidad de contratar
todos los recursos, planta, equipamiento, gestión y mano de obra igualmente a
precios de mercado de tal manera que pueda recuperar los costes incurridos y
obtener un margen como retribución al riesgo de producción incurrido. Los
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estudiosos académicos no coinciden en la apreciación de los riesgos o ventajas
de una subida adoptada unilateralmente por el Gobierno, léase SMIP. Para unos
generará más paro. Para otros provocará una mayor selección de trabajadores
dando entrada a los más eficientes y despidiendo o dejando de contratar a los
que lo son menos con o que la medida lejos de reducir la pobreza la ahondaría.
Según unos terceros, la decisión sería positiva para todos, trabajadores y
empresarios. Entre estos últimos, Alfred Marshall, el padre de la economía
moderna, hace 125 años. Algunos más apuntan a la injusticia de la medida de
cara al reparto de la carga tributaria. Una elevación del SMI equivale a un
impuesto sectorial y limitado precisamente sobre unas empresas que ya
contribuyen a la generación de empleo y a otras cargas sociales y fiscales.
Pero la resultante es que en una moderna economía social de mercado, el
Estado interventor regula el mercado desde una óptica compensatoria, y que la
mayoría de los estados occidentales tienen, por ley, un salario mínimo
interprofesional. España tiene un SMIP bajo en relación a otros países
desarrollados, pero la comparación debe tener en cuenta el poder adquisitivo y
su comparación con la renta mediana de cada país. La mayoría de países
europeos disponen de un SMIP más elevado en porcentaje de mediana salarial,
pero las diferencias son menos acusadas. Estamos, por ejemplo, al mismo nivel
que Alemania, o sea que parece que estamos haciendo las cosas
razonablemente. Pero el mero hecho de esta dualidad –países en los que el
salario mínimo queda fijado por ley y aquellos otros que dejan la retribución del
trabajador al libre juego de la oferta y la demanda-, ya nos anticipa que el
debate sobre los efectos y conveniencia de una elevación del salario mínimo o en
su caso de su flexibilización o incluso inexistencia no es precisamente trivial.
Vayamos ahora con los salarios libremente pactados. La teoría económica dice
que el salario estipulado entre una empresa y sus trabajadores debe ser igual al
valor de la producción que un trabajador adicional o incremental puede generar
para un equipo capital dado, esto es, debe equivaler a su productividad llamada
‘marginal’. Circunstancialmente, la productividad marginal se asemeja a la
productividad media que es más fácil de entender y de medir: el valor de lo
producido dividido por el número de horas trabajadas, o en su caso, por el
número de trabajadores. Si el salario es inferior a la productividad del trabajo,
las empresas contratarán mas trabajadores con la consiguiente subida salarial.
Alternativamente, si los salarios se sitúan por encima de la productividad los
empresarios despedirán trabajadores con la consiguiente reducción de los
salarios e incremento de la productividad. En el equilibrio productividad y
salario se igualan. La implicación básica de la teoría económica estándar es que
los salarios deben seguir la senda de la productividad. Los salarios medios en
Suiza o en Singapur son muy altos porque la productividad y competencia de
sus trabajadores es muy alta. (Todo lo anterior referido a un colectivo fijo de
trabajadores y de equipo capital, un tejido sindical responsable y sin
deslocalización de sedes ni revoluciones tecnológicas. Extendernos en estos
condicionantes nos llevaría demasiado lejos, emborronando el diagnóstico
final.)
Un tercer paso consiste en relacionar salarios y productividad laboral con el
volumen de empleo de un País en cualquier circunstancia, pero especialmente
en una situación de crisis.
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Cuando un país atraviesa una crisis y no tiene la posibilidad de utilizar la
devaluación de su moneda como instrumento de ajuste – cosa que sucedió a
España en 2008 en el contexto de la Eurozona – la recuperación requiere,
necesariamente, el logro de mejoras de productividad. Una de ellas es la rebaja
de los salarios. Pero como se ha evidenciado en nuestras propias carnes, la
masiva destrucción de puestos de trabajo en España entre 2008 and 2013 ha
sido debida a las rigideces en el mercado de trabajo que han preferido reducir
dramáticamente la ocupación en lugar de negociar a la baja salarios y horas
trabajadas. En épocas de normalidad, y dentro de un área monetaria común, los
países con un mayor crecimiento relativo de los costes laborales unitarios
perderán sistemáticamente cuota de mercado, generarán déficits comerciales y
deberán reiniciar el protocolo citado de despidos o rebajas salariales.
Enumerados los tres puntos anteriores toca ahora analizar el futuro contractual
–en convenio o fuera de él- de los salarios de una empresa o sector en nuestra
economía. Si el salario debe equivaler a la productividad laboral, ¿cuál es la
evolución de la productividad del trabajo en España?
Productividad del Trabajo en España, en % de crecimiento anual. Fuente: FUNCAS
Sin analizar periodos ya lejanos como los anteriores al año 1.996 el crecimiento
de la productividad laboral ha sido moderado. Entre el año 1.996 y el comienzo
de la crisis en 2.007 fue prácticamente nulo. Creció a tasas cercanas al 3% con la
destrucción masiva de empleo para caer después y repuntar al 1,6% en 2013 y
reducirse al 0,0% (previsión en 2.106). Ese es el crecimiento de la productividad
laboral en España hoy y esa es la referencia que debe guiar la negociación
salarial. Si aceptamos el modelo de búsqueda de una mayor productividad
laboral asociada a subidas salariales moderadas, un ejemplo a seguir es el de
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Alemania, que como promedio ha registrado incrementos salariales inferiores a
su productividad desde mediados de los 90. No puede sorprender que esta
circunstancia ha sido determinante para que Alemania haya recuperado los
valores de PIB y empleo previos a la crisis con relativa celeridad.
Fuente: Conference Board.
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Queda por relatar una consideración final. Generalizar, como traducir, siempre
es traicionar. Las concusiones mencionadas se aplican a colectivos o agregados
promedios, pero un sector o una industria nunca es homogénea, por lo que hay
que actuar con sentido discriminador. Un espectacular bache de productividad
en España se detecta entre las Pymes y las Grandes Empresas. Por ejemplo, en
2012, la productividad de aquellas (menos de 9 empleados) era
aproximadamente del 50% de estas últimas(250 empleados o más).
En cada negociación salarial, el faro de la productividad deberá proyectarse
sobre todos los negociadores.
NOTA: CALCULO DE LA PRODUCTIVIDAD MARGINAL Y SALARIO DE EQUILIBRIO
Sea: P precio del producto final = 4 unidades monetarias
Q, numero de trabajadores
PT producción total, numero de unidades vendidas
PM Productividad marginal o adicional del nuevo trabajador incorporado
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IT Ingreso total, precio x PT
IPMa Ingreso de la productividad marginal o valor del output marginal obtenido
La curva de la productividad marginal (IPMa) representa gráficamente el ingreso del producto
marginal de un factor a cada unidad contratada del mismo. La curva del IPMa de una empresa es
también su curva de demanda de trabajo porque la empresa contrata la cantidad de trabajo que
maximiza los beneficios. Si la tasa salarial es menor que el ingreso del producto marginal, la
empresa puede aumentar su beneficio empleando a un trabajador más. Por el contrario si la tasa
salarial es mayor que el ingreso del producto marginal la empresa puede aumentar su beneficio
empleando a un trabajador menos. Pero si la tasa salarial es igual al ingreso del producto marginal,
entonces la empresa no puede aumentar su beneficio si cambia el número de trabajadores que
emplea. La empresa estará obteniendo el máximo beneficio posible. En el ejemplo expuesto el
salario w de equilibrio seria de 4 unidades monetarias por unidad de tiempo. Los costes totales de
la empresa 20 unidades monetarias logran unos ingresos de 60 con un margen de 40 unidades
monetarias que deben financiar los bienes intermedios, gastos generales y margen empresarial.
Por lo tanto la cantidad de trabajo demandada por la empresa es tal que la tasa salarial es igual al
ingreso del producto marginal del trabajo. La curva del producto marginal de un factor muestra
cómo el valor del producto marginal de dicho factor depende de la cantidad de factor empleada La
cantidad de trabajo demandada por la empresa es tal que la tasa salarial es igual al ingreso del
producto marginal del trabajo. Debido a que la curva del ingreso del producto marginal es también
la curva de demanda, y dado que el ingreso del producto marginal disminuye en la medida que
aumenta la cantidad de trabajo empleado, la curva de demanda de trabajo tiene una pendiente
descendente. Cuanto mas baja sea la tasa salarial, si lo demás permanece constante, más
trabajadores serán contratados por una empresa. El beneficio se maximiza cuando la cantidad de
trabajo empleada es tal que el IPMa es igual a la tasa salarial y cuando la producción aumenta, el
Ingreso marginal es igual al coste marginal