Epistaxis se define como toda hemorragia que proviene de las fosas nasales. Se estima que hasta un 60% de la población general podría presentar un episodio de epistaxis en el transcurso de su vida. Una gran parte de los episodios de epistaxis son autolimitados y por ello no precisan atención médica, pero, en ocasiones, estos episodios pueden alcanzar mayor gravedad, poniendo en riesgo la estabilidad hemodinámica del paciente.
1. “DOCTOR, ME
SANGRA LA NARIZ”
ÚRSULA RÓDENAS FERRANDO. C.S. Almozara
MARTA RODRÍGUEZ NOGUÉ. C.S. Fernando el Católico
2. 2
Guión de Trabajo
1- Definición y terminología………………………………………………. 3
2- Epidemiología ……………………………………………………………. 3
3- Anatomía y clasificación de la epistaxis…………………………….. 4
4- Etiología …………………………………………………………………… 7
5- Clínica ……………………………………………………………………… 8
6- Diagnóstico y Diagnóstico Diferencial……………………………….. 8
7- Tratamiento .……………………………………………………………... 10
8- Motivos de derivación a ORL …………………………………………. 16
9- Bibliografía ……………………………………………………………….. 18
3. 3
1- DEFINICIÓN
El término Epistaxis deriva del griego y significa literalmente “fluir gota a gota”.
Se define como toda hemorragia, de cualquier magnitud, con origen en fosas
nasales o senos paranasales y exteriorización a través de las narinas (vía anterior) o
a través de la boca (vía posterior), de inicio endonasal, retronasal o extranasal,
causada por la ruptura de los elementos vasculares que garantizan la irrigación de
las fosas nasales, senos perinasales y nasofaringe, de lo cual no está exento ningún
grupo de edad. Su origen en los vasos de las fosas nasales, se precisa para
diferenciarlo de la sangre que también se exterioriza por la nariz, pero cuyo origen
es de otras localizaciones.
Es una patología frecuente por la gran vascularización de la zona y, por lo general,
autolimitada, aunque en ciertos casos puede comprometer la estabilidad
hemodinámica del paciente por su intensidad o recurrencia.
Demos conocer que la epistaxis es un signo clínico y no un término diagnóstico, por
lo que siempre se debe buscar la causa que la produce.
2- EPIDEMIOLOGÍA
Debido a que una gran parte de los episodios de epistaxis son autolimitados y por
ello no precisan atención médica, la incidencia y prevalencia de esta entidad en la
población general se desconoce. Se estima que hasta un 60% de la población
general, podría presentar un episodio de epistaxis en el transcurso de su vida. De
las personas que tengan algún episodio de epistaxis, se prevé que un 6% de dicho
grupo, necesitará atención médica y 1.6 de cada 10 000 casos, requerirá ingreso
hospitalario por este motivo. Se ha estimado una incidencia de 30 casos/10.000
habitantes por año y un amplio rango de prevalencias; entre el 7 y el 60% de la
población, de los que sólo el 10 % solicita atención médica y de estos, solamente
entre un 6-10% serían derivados al servicio de Otorrinolaringología.
Con respecto a la prevalencia, la epistaxis encuentra su mayor incidencia en el
periodo comprendido entre los 10-13 años, y, los mayores de 50 años. En la
mayoría de los casos, es de escasa cuantía y de resolución espontánea, pero en
ocasiones, estos episodios pueden alcanzar mayor gravedad, poniendo en riesgo la
estabilidad hemodinámica del paciente.
La epistaxis anterior es la más común, representando el 90% de todas las epistaxis,
mientras que la epistaxis posterior representa el 10% de los sangrados nasales.
En un estudio realizado por Vaamonde et al, la epistaxis supuso un 13,3 % de las
urgencias ORL, siendo estos datos congruentes con otras series revisadas de otros
hospitales. El sangrado nasal, es una de las causas más frecuentes de demanda de
consulta urgente de la especialidad, suponiendo un 12-18 %, y sólo es superada por
la patología infeccioso-inflamatoria cuando se considera de manera general
englobada en procesos hemorrágicos, constituyendo así la epistaxis, una parte
importante de la labor asistencial de los ORL. En dicho estudio se observó una
preferencia en la incidencia de epistaxis de los meses invernales.
Se ha defendido en numerosos estudios que la epistaxis presenta una variación
estacional, siendo el número de pacientes mayor en otoño e invierno, asociándose
al tiempo frío y a la baja humedad, lo que coincide con el aumento de incidencia de
las infecciones respiratorias altas. Nunez et al, observaron la relación entre la
4. 4
temperatura media mensual y los ingresos mensuales ocasionados por el sangrado
nasal. Sin embargo, Stopa y Schönweiler lo relacionaron más con los cambios de
presión atmosférica y la humedad, que con la temperatura. Pérez et al, en
Zaragoza, no encontraron diferencias estacionales, y García et al, en Toledo,
observaron mayor incidencia en el tercer trimestre del año.
El patrón típico del paciente que ingresa por epistaxis en es un paciente varón, de
edad media o avanzada y con alguna enfermedad de base. El predominio masculino
es casi constante en los estudios. En la serie de Juselius de 1.724 pacientes el 58%
fueron hombres. Tomkinson A y colaboradores sólo encontraron un índice de
epistaxis considerablemente inferior en mujeres durante su época reproductiva
(debido a su estado hormonal que protegería de la epistaxis, del mismo modo que
protege frente a enfermedades cardiovasculares, actuando de forma beneficiosa
sobre el sistema hemostático o sobre la mucosa nasal, o, los diferentes
comportamientos sociales que hacen que la epistaxis sea menos frecuente en
mujeres en dicha edad como sería el caso de lo traumatismo nasales), frente a los
hombres de su misma edad, lo que no sucedió en edades más avanzadas. Con
respecto a la edad avanzada, se justifica por la presencia de enfermedades
vasculares arterioescleróticas que producen fragilidad vascular por cambios
degenerativos. Otros factores implicados son las alteraciones hemostáticas
dependientes de la edad y la HTA aunque el papel de esta última es actualmente
muy discutido.
Con respecto a la población infantil, la epistaxis recurrente, es un motivo frecuente
de consulta, donde la mayoría de los casos presentan un sangrado discreto,
existiendo un pequeño porcentaje de casos graves, en los que se puede producir
una anemia secundaria a la pérdida sanguínea.
3- ANATOMÍA/ CLASIFICACIÓN
Las fosas nasales están irrigadas por un doble sistema vascular terminal
proveniente de las arterias Carótida Interna y Externa.
El sistema carotídeo interno contribuye a la vascularización nasal a través de la
arteria oftálmica, que tras pasar la hendidura esfenoidal, origina las arterias
etmoidales anteriores y posteriores que atravesando al hueso etmoides, irrigan la
zona superior del tabique nasal y la pared lateral de la fosa nasal respectiva
- La arteria etmoidal posterior irriga el cornete superior y zona alta del tabique.
- La arteria etmoidal anterior, de mayor calibre, va a irrigar el tercio anterior del
tabique y de la pared lateral de la nariz.
Posteriormente las arterias etmoidales se dividirán en ramas septales y lateral.
En la parte antero-inferior del tabique nasal (a 0.5 cm de la espina nasal anterior),
existe una zona formada por una fina red de capilares que se conoce con el nombre
de área de Little, Plexo de Kiesselbach o zona de la epistaxis. En este centro
confluyen ramas terminales de la arteria esfenopalatina y de las etmoidales
anteriores y dada su situación superficial y expuesta por lo tanto a traumatismos, así
como por ser el lugar de anastomosis de los sistemas arteriales de la carótida
interna y externa, constituye el punto de origen más frecuente de las hemorragias
nasales.
5. 5
El sistema carotídeo externo lleva sangre a la nariz a través de:
- La arteria facial, avanza desde la región cervical e irriga la parte inferior y el
tabique anterior, llegando a los bordes narinarios con la rama labial superior.
A su vez la arteria labial superior, emite una rama, la arteria del subtabique
que irriga el septum en su porción más anterior e inferior del suelo de la fosa
nasal.
- La arteria maxilar interna, es el principal aporte sanguíneo de la carótida
externa a la nariz, la que a través de la arteria esfenopalatina irriga la porción
posterior de la nariz a través de las arterias nasales.
La irrigación de las fosas nasales es de tipo terminal, en la que en el adulto el 70%
de la sangre proviene del sistema carotídeo externo a través de la arteria maxilar
interna.
Las particularidades estructurales, fisiológicas y anatómicas de la nariz, tales como
su gran delgadez, su riqueza vascular y su situación en contacto con el mundo
exterior, determinan en ella, hemorragias con mayor frecuencia que en otras
mucosas del organismo. La epistaxis se puede clasificar de las siguientes forma
según distintos parámetros:
De acuerdo con la ubicación anatómica:
- Epistaxis Anterior (Figura 1):
- Frecuentes; 90% de todas las epistaxis.
- En el Plexo de Kiesselbach.
- Generalmente la mayoría es de leve a moderada cuantía.
- Frecuentes en jóvenes y niños.
- Fáciles de solucionar y buen pronóstico.
- Habitualmente se observa el sitio de la hemorragia.
Figura 1. Anatomía y localización de epistaxis Anterior.
6. 6
- Epistaxis Posterior (Figura 2):
- Poco frecuentes; 7% de las epistaxis.
- En el territorio de las arterias esfenopalatinas.
- Moderada a gran cuantía.
- Frecuente en adultos.
- Difícil de solucionar.
- Generalmente no se observa el sitio de hemorragia (es en la parte
posterior de las fosas nasales). En muchos casos asociadas a crisis
hipertensivas.
Figura 2. Anatomía y localización de epistaxis Posterior.
- Epistaxis Superior
- En torno al 3% de las epistaxis.
- Territorio de las arterias etmoidales o ramas superiores de las arterias
esfenopalatinas.
De acuerdo con la causa que la origina:
- Locales.
- Generales o sistémicas
De acuerdo a la Edad:
- Epistaxis de la infancia.
- Epistaxis de la pubertad.
- Epistaxis en el adulto.
7. 7
4- ETIOLOGÍA
La etiología de la epistaxis es variable y en muchos de los casos es multifactorial.
Por lo general suele ser de causa espontánea e idiopática. La causa más frecuente
de epistaxis es la denominada epistaxis esencial benigna, suele aparecer en
sujeto jóvenes de forma espontánea o por circunstancias concretas como
manipulación digital intempestiva, esfuerzo etc. En ocasiones, este tipo de epistaxis
puede aparecer en sujetos añosos, debido a la presencia de un terreno vascular
ateromatoso subyacente.
CAUSAS LOCALES: Representan la tercera parte de todos los cuadros de
epistaxis. Su origen se encuentra generalmente en el área de Kiesselbach.
● Idiopáticas: La hemorragia espontánea, procedente de los vasos del área de
Little, es la causa más frecuente de epistaxis. Se atribuye su inicio a mínimos
traumatismos, a desecación u otras causas, pero ninguna certera y segura.
● Traumáticas: traumatismo facial, iatrogénico (intervención quirúrgica nasal o
endoscopia nasosinusal), autoinducido (manipulación digital, rascado).
● Cuerpos extraños: Incluyen los animados, inanimados y rinolitos, que
pueden alterar la mucosa protectora erosionándola y haciendo susceptible el
sangrado. Se suele asociar a rinorrea fétida.
● Infecciosos-inflamatorias: Rinitis inespecíficas. La rinitis seca y la atrófica
son causas infrecuentes, pero la sinusitis o las adenoides en los niños sí que
pueden producir hemorragias de poca cuantía. Síndrome gripal,
enfermedades granulomatosas.
● Tumorales: Los tumores benignos o malignos de fosas, senos paranasales o
cavum pueden manifestarse como sangrado nasal (poliposis nasal,
papiloma invertido, nasofibroma juvenil, carcinoma de fosas nasales).
● Miscelánea: Destacan el pólipo sanguíneo del tabique, irritantes tóxicos
como el consumo de cocaína y malformaciones vasculares.
CAUSAS SISTÉMICAS
● Cardiovasculares: HTA. No está clara su implicación. La hemorragia tiene
tendencia a la recidiva, y la repercusión hemodinámica puede originar graves
complicaciones. La remisión del sangrado es difícil, a pesar del taponamiento,
si no se normalizan las cifras tensionales.
● Hematológicas: trombocitopatías, coagulopatías. Tratamiento local no
efectivo mientras no se corrija el problema que la ha desencadenado.
● Vasculopatías: enfermedad de Rendu-Osler o telangiectasia hemorrágica
familiar.
● Hormonales: pubertad, menstruación (epistaxis vicariante), menopausia o
embarazo (debido a una mayor vascularización de la mucosa nasal por
estrógenos), así como tumores hormonosecretores como el feocromocitoma.
8. 8
OTRAS
● Factores ambientales: Las grandes alturas tienen un ambiente seco y
también una presión atmosférica más baja y pueden dar lugar a costras y
hemorragias. Los aires acondicionados también pueden producir sequedad.
● Fármacos: antiagregantes, anticoagulantes orales, AINES.
En los jóvenes las causas más frecuentes son las enfermedades hematológicas y
los traumatismos, mientras que en la tercera edad, la causa más frecuente es la
HTA.
5- CLÍNICA
La epistaxis puede plantearse de dos formas:
● Epistaxis-enfermedad: el proceso patológico es la propia manifestación
hemorrágica.
● Epistaxis-síntoma: la hemorragia es una manifestación más de un proceso
patológico diferente.
Las manifestaciones clínicas de la epistaxis, básicamente son la hemorragia nasal
y la expresión de la disminución de la volemia en el paciente.
El signo cardinal de la epistaxis lo constituye la expulsión de sangre a través de los
orificios nasales anteriores. En las epistaxis posteriores, es frecuente que el
paciente expulse sangre por la boca, lo cual debe plantear el diagnóstico diferencial
con las hematemesis o hemoptisis.
En cuanto a la disminución de la volemia, puede producirse de forma aguda con las
manifestaciones del shock hipovolémico, o de forma crónica con las
manifestaciones de una anemia crónica.
La exploración física debe centrarse fundamentalmente en el registro de las
constantes vitales hemodinámicas. Aunque es raro que una epistaxis produzca
hipovolemia, hay que tener en cuenta esta posibilidad y proceder a la reposición
líquida en caso necesario. Deben buscarse telangiectasias en la mucosa bucal,
medir la presión arterial o investigar otras zonas hemorrágicas y orientar el cuadro
desde un punto de vista etiológico.
6- DIAGNÓSTICO
Ante una epistaxis, en primer lugar deberemos valorar la repercusión sobre el
estado general del paciente, ya que si la cuantía es importante hay que plantear
tratamiento de la volemia, tensión arterial y gasto cardíaco. Si el paciente está
estable lo colocaremos sentado con la cabeza inclinada hacia delante para evitar
que pueda deglutir la sangre.
9. 9
Una vez valorada la situación hemodinámica, se debe realizar una anamnesis
detallada para conocer la existencia real de la epistaxis y orientar su posible
etiología, en la que se incluyan preguntas sobre los antecedentes personales, toma
de fármacos, circunstancias y momento de aparición, así como en qué fosa se inició
el sangrado. La historia clínica no hay que dejarla de lado por el nerviosismo o la
premura de cohibir la hemorragia; ésta debe ser breve y dirigida en orden a
reconocer si se trata de una epistaxis anterior o posterior, recurrente o aislada y hay
que indagar sobre los factores desencadenantes locales o sistémicos. Siempre se
deben tener en cuenta factores concomitantes como crisis hipertensiva, trastornos
de la coagulación sanguínea, y medicamentos prohemorrágicos (aspirina, sintrom,
heparinas, antiinflamatorios, corticoides, etc).
El diagnóstico de la epistaxis se realiza por simple observación. Por lo que
posteriormente debemos limpiar las fosas nasales de sangre y coágulos mediante
sonado nasal (alternando una fosa y otra) o aspiración para intentar localizar el
punto sangrante. El punto de origen de la hemorragia, que ya desde un principio nos
orientará hacia el factor etiológico, puede determinarse mediante el examen directo
de las fosas nasales o con el empleo de un rinoscopio, aunque en ocasiones es
difícil. Además se debe explorar la orofaringe para valorar la presencia de un
sangrado posterior.
En las epistaxis anteriores el sangrado suele ser a través de las fosas nasales, por
lo que en la rinoscopia anterior, en ocasiones, se puede ver el punto sangrante.
En las epistaxis posteriores y superiores no se suele localizar el punto sangrante en
el interior de la fosa y, en cambio, se puede ver flujo de sangre por la pared
posterior de la faringe.
En casos de sospecha de hemorragia de gran cuantía se debe realizar un control
analítico, con estudio de coagulación en pacientes antiagregados o anticoagulados.
A veces la clínica exige una radiografía craneal, de fosas o de senos paranasales
para descartar posibles causas primarias tales como procesos expansivos o
infecciosos.
En hemorragias de más de 24-48 horas de evolución se deben descartar discrasias
sanguíneas.
En general, la anamnesis, examen físico y tratamiento deben ser casi simultáneos,
evaluando rápidamente el estado hemodinámico y orientando el examen físico a
nariz y rinofaringe.
Generalmente se podrán considerar epistaxis benignas:
● Aquellas que afectan a personas con buen estado general,
fundamentalmente niños y adultos jóvenes.
● Aquellas que fluyen por un único orificio nasal.
Dentro de la epistaxis graves se engloban:
● Las hemorragias de carácter intenso o que acontecen de forma frecuente.
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● Las que se exteriorizan por ambas fosas nasales y por la boca, pudiéndose
acompañar de vómitos de sangre deglutida.
● Aquellas que afecten al estado general (palidez, sudación, pulso débil y
acelerado, deterioro del estado de consciencia, etc.).
En definitiva, lo fundamental ante una epistaxis en Atención Primaria es
diagnosticarla, valorar la repercusión hemodinámica de la hemorragia y buscar la
causa, una vez asegurado el tratamiento. En casos en que el estado hemodinámico
sea inestable, requiera taponamiento posterior o cirugía, debe ser hospitalizado una
vez clasificado su grupo sanguíneo.
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL:
La hemorragia nasal de diferente cuantía, sangrado oral o vómitos de sangre
digerida, obligan a diferenciar el proceso de una hematemesis o una hemoptisis.
Se deben buscar otras causas cuando sospechemos que su origen no se encuentra
en las fosas nasales sino que se exteriorizan a través de ellas como, por ejemplo,
ocurre en tumores nasofaríngeos, hemorragias pulmonares, varices esofágicas,
hemorragias por lesiones vasculares en la región cerebral, lesiones de la carótida
interna a través del seno esfenoidal o de la trompa de Eustaquio.
7- TRATAMIENTO
El tratamiento de la epistaxis presenta dos fases:
● Inmediata: tratamiento del signo. Existen diferentes alternativas para cohibir
la hemorragia, dependiendo de que se trate de una epistaxis anterior o
posterior.
○ Epistaxis anterior: Manejo de presión digital, cauterización,
taponamiento anterior.
○ Epistaxis posterior: Taponamiento anterior y posterior: Gasa y algodón
o Sonda Foley.
○ Otros: Ligaduras arteriales, embolización, endoscopia, cauterización,
dermoseptoplastia, catéter- balón.
● Mediata: búsqueda y tratamiento de la causa.
El manejo inicial ante un paciente con epistaxis, se inicia con unas medidas
generales a seguir en todo paciente con sangrado nasal (Figura 4):
● Valorar el estado general del paciente, presión arterial, frecuencia cardiaca y
signos de perfusión peri-férica, para descartar situaciones de compromiso
hemodinámico que, excepcional-mente, pueden ser inestables y requerirán
esta-bilizar la vía aérea y la situación hemodinámica antes de ser derivadas
de forma urgente para la valoración por el especialista.
● Reducir la ansiedad y nerviosismo del paciente y explicarle el procedimiento
a seguir (si fuese necesario se le puede administrar un ansiolítico). A su vez,
investigaremos sobre el comienzo, la duración, si es episodio único o
recidivante, de inicio en una o ambas fosas nasales, consultaremos por
11. 11
enfermedades de base, medicamentos (como anticoagulantes o
salicílicos), antecedente de traumatismo...
● Colocar al paciente sentado con la cabeza en posición vertical, ligeramente
inclinado hacia delante y con la boca abierta, procurando que la mayor
parte del sangrado sea expulsado por la nariz, con la finalidad de ingerir la
menor cantidad de sangre y así hacernos una idea de la cuantía de la
hemorragia.
● Procederemos a la limpieza del rostro, retirando posibles algodones en la
nariz y extrayendo los coágulos (que perpetúan el sangrado) y la sangre
que ocupan las fosas nasales y los que caen hacia la rinofaringe. Con ayuda
de una gasa, hacer sonar enérgicamente cada orificio nasal, para facilitar el
vaciado de contenido mucoso y/o coágulos de sangre.
● Mediante el uso del rinoscopio y una buena fuente de luz, intentar localizar
el punto sangrante. Explorar la orofaringe (para valorar sangrado posterior).
Ambas exploraciones nos orientan para la técnica terapéutica de elección.
Todo ello se realizará usando recursos de bioseguridad.
Material necesario para actuar ante una epistaxis (Figura 3):
● Fuente de luz frontal, en su defecto, una linterna; (como la luz del otoscopio).
● Batea.
● Rinoscopio pediátrico y de adulto.
● Espéculo nasal.
● Pinzas de bayoneta.
● Depresor lingual (metálico).
● Terminal de aspiración.
● Guantes, papel de celulosa, gasas, mechas o lauchas de algodón, gasa de
borde (1-2 cm de ancho), taponamiento nasal, varillas de nitrato de plata.
● H2O2, anestésico (Ej Dimecaína al 4%) y vasoconstrictor tópico (Ej
Oximetazolina), ácido tranexámico, pomada antibióti-ca, vaselina o lubricante
y suero fisiológico.
Figura 3. Material necesario en tratamiento inicial de la epistaxis.
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Manejo posterior
Si no hay un control autolimitado de la hemorragia se procederá a:
1. Compresión digital simple con o sin taponamiento nasal con mecha de
algodón, impregnada con H2O2 o vasoconstrictor, preferiblemente
oximetazolina al 0,05% (por la significativa morbimortalidad de la fenilefrina
tópica en niños), e incluso antifibrinolíticos, y comprimir sobre las alas
nasales durante 5-10 minutos.
Recientemente se ha descrito un taponamiento sublabial, sencillo y poco
molesto, colocando una gasa entre la mucosa del maxilar superior y la
mucosa del labio superior, junto con compresión de las alas nasal durante 15
minutos, con objeto de comprimir la rama septal de la arteria labial superior.
2. Otras técnicas: Si se visualiza un punto sangrante, se realiza cauterización
con la barrita de nitrato de plata, previa anestesia tópica con lidocaína, a la
que se añadirá oximetazolina al 50% con suero fisiológico si el sangrado es
abundante. Se debe realizar en la mínima área posible, mediante círculos
concéntricos, evitando cauterizar directamente el punto sangrante y nunca
bilateralmente para no provocar una perforación septal. Se realiza
taponamiento (algodón impregnado en pomada antibiótica o vaselina)
durante 12-24 horas, y tras la extracción, se recomendará aplicar, en la
entrada de la nariz, pomadas con vaselina, vitamina A o ácido hialurónico 1-2
veces al día durante 2-4 semanas.
Si no se visualiza el punto sangrante o persiste sangrado, se procede al
taponamiento nasal anterior o anteroposterior. El material necesario para ello es:
- Materiales hemostáticos reabsorbibles: Surgicel®, Gelitacel®. Idóneos en
niños con coagulopatías. No aconsejables en sangrados posteriores o muy
abundantes.
- Gasa de borde orillada de 1-2 cm de anchura, lubricada con pomada
antibiótica o vaselina. Se deja un cabo de gasa en el exterior, que se sujeta
con una mano y con las pinzas de bayoneta se va introduciendo la gasa
desde suelo-techo y de atrás-adelante (como un acordeón), rellenando la
cavidad con la mayor gasa posible. El cabo de gasa que se había de-jado en
el exterior es el último en introducirse, para evitar el deslizamiento de la gasa
a la ri-nofaringe.
- Material autoexpandible: Merocel® (acetato de polivinilo hidroxilado),
impregnado en poma-da antibiótica o vaselina, tiene fácil colocación. Dispone
de diferentes longitudes (4, 8 y 10 cm), en los niños la más usada es la de 4
cm.. Es autoexpandible con suero fisiológico. Se mantiene 48-72 horas.
- Neumotaponamientos anteriores, Rhino-rapid®, recubierto con material
hemostático y se insufla con aire a demanda según la cuan-tía de la
epistaxis.
13. 13
Figura 4. Algoritmo de actuación ante una epistaxis.
En el caso de las Hemorragias Nasales Anteriores:
1. La mayoría de ellas provienen de capilares y pequeños vasos de la región del
plexo de Kiesselbach, por lo que, muchas veces, basta con realizar una
presión digital o bidigital en esta región, comprimiendo el ala nasal durante
5-10 minutos y descomprimiendo de forma lenta, consiguiendo el cese de la
hemorragia.
2. En otros casos, en que existen pequeños vasos sangrantes que se visualizan
o en hemorragias en napa (hemorragia capilar de extensión lenta y continua),
se puede recurrir a la cauterización química con nitrato de plata, que
provocará una trombosis intravascular. Bajo buena iluminación se visualiza
14. 14
mediante rinoscopia el punto sangrante, a continuación se coloca algodón
impregnado en anestésico local (Ej Dimecaína al 4%) y vasoconstrictor y se
realiza compresión de las alas nasales durante 5-10 minutos, tras ello, se
retira el algodón y se cauteriza (la menor área posible) con nitrato de plata,
alrededor del punto sangrante, consiguiendo la formación posterior de una
costra que se desprenderá espontáneamente tras 5-7 días. Finalmente se
realiza taponamiento durante 12-24 horas con algodón impregnado en
pomada antibiótica o vaselinada.
3. Realizar taponamiento anterior durante 1-5 días según evolución.
Indicaciones:
- Hemorragias persistentes que no ceden ante la presión digital.
- Hemorragias que no ceden a la cauterización química.
- Algunas epistaxis posteriores.
Para la realización de un taponamiento anterior debe considerarse:
- La fosa nasal mide 5-8 cm anteroposterior y 5 cm de alto.
- Su eje anteroposterior es horizontal y no paralelo al dorso nasal.
- Aplicar siempre anestésico tópico y vasoconstrictor previo al
taponamiento, creando así una cavidad más amplia y fácil de taponar.
- Colocar algodones con ungüento antibiótico, e introducir tapones con
suavidad bajo visión directa a mayor o menor presión según el caso.
- Mantener el taponamiento 2-5 días según evolución.
- Dejar antibióticos sistémicos (Amoxicilina).
- Procedimiento: Taponamiento con gasa de borde introduciendola con
la pinza de bayoneta mientras se sujeta con una mano un cabo de
gasa, que se introducirá en la fosa al final, para evitar el deslizamiento
de la gasa hacia la faringe.(Figura 5).
- Alternativa: Taponamiento anterior con esponjas deshidratadas
“Merocel®”.
Figura 5. Taponamiento anterior con gasa de borde.
15. 15
En las Hemorragias Nasales Posteriores, se realizará un Taponamiento Posterior.
Se indica cuando la hemorragia es de origen posterior, o bien si es grave y ha
fracasado el taponamiento anterior, y siempre va combinado con un taponamiento
anterior, que lo realizará el Otorrinolaringólogo y que puede realizarse de dos
formas:
1. Taponamiento Clásico Posterior (Figura 6): con
gasa y algodón. Se introduce la gasa de borde
impregnada en anestésico (Ej tetracaína), desde
la fosa nasal implicada hasta la boca, mediante
introducción de una sonda de tracción. El tapón se
completa añadiendo gasa orillada en empalizada
por la fosa nasal hasta rellenar el máximo área
posible de segmento nasal. Previo al
taponamiento se administra al paciente
ansiolíticos o miorrelajantes (Ej diazepam) y
analgesia.
2. Taponamiento con sonda Foley o Neumotaponamiento (Figura 7): es más
fácil de realizar, menos traumático y requiere
menor tiempo de ejecución. Se precisa una sonda
Foley N° 14 ó 16 y, previa limpieza de la fosa nasal
y anestésico tópico, se introduce ésta por la fosa
nasal sangrante, hasta que llegue a la rinofaringe,
allí se infla, con 8-12 cc de suero fisiológico,el
balón que porta y se tracciona hasta enclavarlo en
el cavum. Se completa con un taponamiento
anterior con algodones o gasas impregnadas de
antibiótico. El paciente mantiene la respiración a
través de un segundo lumen en la sonda.
Posteriormente se fija la sonda con tela adhesiva, o se realiza un nudo con la
misma sonda previa protección de la columela y las narinas con gasa. El
neumotaponamiento consta de dos balones inde-pendientes, uno de hasta 10
cc que ocluye la coana, y otro anterior de hasta 30 cc para la cavidad nasal.
Tras taponamiento posterior se debe:
- Hospitalizar al paciente: control de constantes y signos vitales.
- Mantener el taponamiento adaptado entre 3–5 días, según evolución.
- Suministrar antibioterapia.
- Sedación y analgésicos para control del dolor.
- Tratamiento de patología de base.
En casos extremos de epistaxis incontrolables altas y posteriores, que no
ceden tras la coloca-ción de un taponamiento con gasa de borde o Merocel® de la
máxima longitud posible en cada caso, se requieren procedimientos más agresivos
que debe valorar el otorrinolaringólogo, así como estudios analíticos que descarten
tras-tornos hematológicos:
- Neumotaponamiento:En caso de emergencia en adolescentes y como paso
previo hasta po-der someterse a una técnica invasiva.
16. 16
- Extirpación de lesiones septales sangrantes, como el granuloma piógeno
o el hemangio-ma.
- Ligadura endoscópica de la arteria esfenopalati-na (cauterización o clip
vascular)..
- Embolización angiográfica selectiva, si existe un gran riesgo anestésico o
en los casos con te-langiectasia hemorrágica hereditaria, angiofi-broma
juvenil, hemangiomas, malformacio-nes arteriovenosas y traumatismos con
laceraciones arteriales.
Cuidados/Recomendaciones Postaponamiento:
● Comprobar la ausencia de sangrado posterior con la inspección de la
orofaringe.
● Sustituir los anticoagulantes por otros fármacos más adecuados, e incluso
retirarlos.
● Control de signos y síntomas.
● Pautar analgesia y tratamiento antibiótico profiláctico (amoxicilina ±
clavulánico y, en alérgicos, macrólidos) para evitar sinusitis y el shock tóxico
por estafilococo, en caso de taponamiento anteroposterior.
● Se recomienda el uso de pomadas vaselinadas con vitamina A o con ácido
hialurónico, dos veces al día durante 2-4 semanas.
● Reposo relativo, evitar sonarse la nariz. En caso de estornudo, hacerlo con la
boca abierta para disminuir la presión.
● Reposo con cabecero elevado a 30º.
● Retirar el taponamiento en 24 horas en los casos en que se coloca
únicamente un algodón. El resto de taponamientos se extraen en 48-72 horas
de forma ambulatoria los anteriores y por el otorrinolaringólogo los
anteroposteriores.
● Acudir a Urgencias en caso de sangrado nasal activo por fosa nasal o
faringe, fiebre, dolor intenso o dificultad respiratoria.
● Instruir sobre el procedimiento a seguir en caso de resangrado: Presionar
suave y firmemente ambas alas nasales contra el tabique nasal con sus
propios dedos y sin moverlos, durante 7 u 8 minutos seguidos y si la presión
digital es ineficaz, introducir una bolita de algodón empapada en agua
oxigenada, presionando el ala nasal contra esta bola durante 10 minutos. Si
cede la hemorragia se mantendrá la bola durante un mínimo de 12 horas. Si
persiste la hemorragia acudirá al médico.
8- MOTIVOS DE DERIVACIÓN A ORL
El médico de Atención primaria deberá derivar al Otorrinolaringólogo los siguientes
casos:
● Epistaxis posterior, que requiera de taponamiento posterior uni o bilateral.
● Epistaxis persistente o recurrente.
● Descenso en las cifras de hemoglobina y del hematócrito. Puede ser incluso
necesario transfundir.
● Ante una hemorragia posquirúrgica o postraumática.
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La derivación tiene que ser inmediata a urgencias en pacientes que no es posible
controlar la epistaxis mediante taponamiento nasal adecuado, para realizar
cauterización nasal anterior en caso de epistaxis anteriores, o cirugía endoscópica
nasal de cauterización de arteria esfenopalatina en caso de epistaxis posteriores.
En pacientes con epistaxis anteriores de repetición y autolimitadas o hemorragias
que hayan precisado ingreso hospitalario, se deriva al otorrinolaringólogo en el plazo
de 1 a 6 meses.
La mayoría de epistaxis anteriores se les puede dar el alta, aunque hay que derivar
al otorrinolaringólogo si no cumple algún criterio de los siguientes:
● Signos vitales estables.
● Fuente anterior identificada.
● Resuelta con cauterización o taponamiento unilateral.
Las epistaxis posteriores se derivan al otorrinolaringólogo y se procede a
hospitalización si el paciente requiere analgesia iv o presenta riesgo de asfixia.
Hay que tener en cuenta que ningún taponamiento nasal debe mantenerse más de
72 horas a igual presión, por aumento del riesgo de necrosis, síndrome de shock
tóxico e infecciones, por lo que es importante realizar una reevaluación posterior.
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