Dos estudios encontraron que los comportamientos destructivos de los padres, como la hostilidad verbal y la tristeza, provocaron desajuste emocional, ansiedad y depresión en los niños. La violencia entre los padres, ya sea verbal, psicológica o física, tiende a causar que los hijos se identifiquen con uno de los padres y puedan volverse violentos. Ser testigo de la violencia entre los padres produce en los niños tristeza, ansiedad, poco juego y bajo rendimiento escolar. Los menores de 2 años