2. Neurocrit Care
Springer
probablemente relacionado con los cambios en la
composición de la subunidad del receptor de ácido gamma-
aminobutírico neuronal (gamma-aminobutyric acid,
GABA) relacionado con la duración de las convulsiones
[13]. El cese rápido de las convulsiones también puede
prevenir la activación inducida dependiente de la duración y
los efectos adversos de mediados por citoquinas como se ha
observado en modelos experimentales [14, 15].
El algoritmo sugerido para el ENLS con respecto al
control inicial del estado epiléptico se muestra en la Fig. 1.
Las acciones sugeridas a llevar a cabo dentro de la primera
hora de evaluar a un paciente con estado epiléptico se
muestran en la Tabla 1.
Diagnóstico
La importancia de un tratamiento más rápido de las
convulsiones prolongadas se refleja en las definiciones
actuales del estado epiléptico. Las definiciones
desactualizadas del SE requerían que las convulsiones
persistieran o reaparecieran durante más de 30 minutos sin
un retorno al inicio neurológico previo a las convulsiones.
Dicha definición ha sido re-evaluada y basados en la
evidencia científica, la duración más útil y clínicamente
relevante es aquella que define estado epiléptico a cualquier
convulsión mayor que cinco minutos [16, 17].
Al igual que en pacientes con cualquier otra enfermedad
grave, la evaluación diagnóstica de los pacientes con estado
epiléptico se busca simultáneamente con el tratamiento y la
estabilización. Sin embargo, es importante asegurarse de
que las pruebas de diagnóstico no interfieran con o retrasen
el control de las convulsiones.
Aproximadamente, dos tercios de los pacientes evaluados
en el servicio de urgencias con estado epiléptico tienen
antecedentes previos de convulsiones. Aproximadamente,
se descubrió que la mitad de estos pacientes tenía un mal
cumplimiento con los fármacos antiepilépticos o la retirada
de los antiepilépticos u otras sustancias, y la otra mitad
tendrá convulsiones con brotes idiopáticos. Una proporción
más pequeña tiene otros diagnósticos que disminuyen el
umbral de las convulsiones.
La importancia de un tratamiento rápido temprano ha
sido demostrada en la fase prehospitalaria, donde la
administración intramuscular de midazolam conlleva un
control más eficaz de las convulsiones comparado con la
vía endovenosa; presumiblemente, el resultado de las
demoras en la obtención del acceso venoso [18]. El
tratamiento prehospitalario del estado epiléptico se analiza
a continuación.
En el servicio de urgencias, también es útil una
evaluación neurológica detallada, la cual incluye una
descripción de las convulsiones en curso, automatismos,
déficits focales, cambios pupilares y nivel de excitación. La
hipoglucemia, la hipoxia, y la inestabilidad hemodinámica
son abordadas durante la evaluación y la estabilización
inicial del paciente. La saturación de oxígeno y el
monitoreo cardíaco generalmente se inician durante esta
fase.
La evaluación de laboratorio sanguíneo suele incluir un
hemograma completo, pruebas metabólicas básicas y las
determinaciones de calcio y magnesio. Los estudios de
laboratorio seleccionados que pueden ser útiles en algunos
pacientes incluyen las enzimas hepáticas, los marcadores de
daño cardíaco, el examen toxicológico y las
determinaciones de gases arteriales. Los niveles séricos de
anticonvulsivantes, como la fenitoína/la fosfenitoína, acido
Estado
epiléptico
Diagnóstic
o
Tratamiento
inicial urgente
Terapia de
control urgente
¿Terminó el
estado
epiléptico?
Dosificación de
anticonvulsivos
Tratamiento de
SE refractario
Sí
No
Fig. 1 Protocolo del estado epiléptico del ENLS
3. Neurocrit Care
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Tabla 1 Lista de los pasos a seguir en el control del estado epiléptico
durante la primera hora
Lista de control
Tira reactiva para glucosa
Obtener el acceso venoso
Oximetría de pulso, monitor de PA, suplemento de O2 y líquidos
endovenosos según sea necesario, monitor cardíaco
Análisis de laboratorio: Hemograma completo, panel metabólico
básico, niveles de calcio, magnesio, agentes anticonvulsivantes
TAC cerebral
EEG continuo (si está disponible); notificar al técnico del EEG en
cuanto esté disponible a menos que el paciente vuelva a pre-estado
epiléptico inicial.
valproico y la carbamazepina se deberían obtener en la fase
aguda ya que pueden ayudar en el manejo del paciente.
Debe determinarse la necesidad de realizar estudios por
imágenes neurológicas para cada individuo, pero en general
se justifica en pacientes que no regresan a un nivel normal
de conciencia, tienen nuevos hallazgos neurológicos
focales, o tienen un nuevo estado epiléptico inicial sin
etiología identificable de otra forma obvia. La TAC
cerebral sin contraste ayuda a identificar condiciones que
necesiten atención inmediata y es el estudio por imágenes
inicial más común en la evaluación inicial de pacientes en
estado epiléptico. Las radiografías de tórax y los
electrocardiogramas también deben obtenerse en forma
selectiva. Debe realizarse una punción lumbar en pacientes
febriles y cuando hay sospecha de infección en el sistema
nervioso central o hemorragia subaracnoidea,
preferiblemente después de realizar una TAC.
Según se indica en las secciones acerca de tratamiento
hospitalario que aparecen a continuación, es necesario un
electroencefalograma (EEG) para identificar el estado
epiléptico no convulsivo [19] en pacientes que no vuelven a
un nivel de conciencia normal. El EEG también puede guiar
la terapia en estos pacientes y proporcionar otra
información de diagnóstico.
Los síntomas no epilépticos que simulan el estado
epiléptico (''pseudoestado'') se observan en pacientes con o
sin trastornos convulsivos auténticos y pueden ser difíciles
de diferenciar. Pueden representar problemas de
comportamiento voluntario o trastornos de somatización no
voluntarios. Los indicadores que sugieren periodos no
epilépticos incluyen un nivel de conciencia preservado,
movimientos deliberados, movimientos violentos y mal
coordinados, arquear la espalda, mantener los ojos cerrados,
girar la cabeza y movimientos de contorsión pélvica.
Terapia inicial urgente en el contexto
prehospitalario
Los primeros minutos después del inicio de las
convulsiones ofrecen una oportunidad más eficaz para la
interrupción farmacológica de estas. El ensayo clínico de
Tratamiento prehospitalario del estado epiléptico
(Prehospital Treatment of Status Epilepticus, PHTSE)
aleatorizó a los pacientes con estado epiléptico a recibir el
tratamiento prehospitalario con diazepam endovenos,
lorazepam o placebo. El PHTSE demostró que la
administración por parte de los servicios paramédicos
prehospitalarios de benzodiacepinas se tradujo en una
mayor proporción de cese de las convulsiones antes de la
llegada al servicio de urgencias en comparación con el
placebo. El cese temprano de las convulsiones se asoció con
mejores resultados clínicos en el PHTSE [9]. Si bien de 2–4
mg de lorazepam endovenoso fue más eficaz en el ensayo
del PHTSE [9], generalmente no es práctico para su uso en
el ámbito prehospitalario debido a una vida media corta sin
refrigeración. La administración intramuscular de
midazolam puede llegar a sustituir a la recomendada
anteriormente de 5-10 mg de diazepam endovenosa. Más
recientemente, la administración intramuscular de
midazolam (10 mg en adultos, 5 mg en niños) se comparó
con la administración endovenosa de lorazepam (4 mg en
adultos, 2 mg en niños) en un ensayo prospectivo
hospitalario y aleatorizado [18]. El midazolam administrado
por vía intramuscular fue al menos tan eficaz como el
lorazepam endovenoso para controlar el estado epiléptico.
Esto tiene ventajas ya que el midazolam no necesita
refrigeración, y la administración de un fármaco por via
intramuscular es significativamente más sencilla y más
rápida que obtener acceso venoso.
El control de la via aérea y/o los suplementos de oxígeno
pueden ser necesarios durante el estado epiléptico. Debe
establecerse una línea venosa o intraósea para permitir la
corrección de la hipotensión con la reanimación con
líquidos. Las líneas intraóseas permiten un rápido acceso al
espacio vascular para la administración de medicamentos
cuando el acceso venoso es difícil de lograr. Otras
alternativas incluyen el midazolam por vía intramuscular o
a través de las membranas nasales o bucales, o el diazepam
administrado por vía rectal. Los extremos en los valores de
glucemia pueden ocasionar convulsiones y deben ser
identificados y tratados rápidamente.
El elemento modificable más importante de la terapia
para determinar el cese satisfactorio de las convulsiones es
el momento en que se comienzan a administrar las
benzodiacepinas (terapia inicial urgente). Cuando se ha
iniciado el tratamiento con agentes endovenosos durante los
primeros 30 minutos del inicio de las convulsiones, el
4. Neurocrit Care
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fármaco anticonvulsivo inicial ha sido eficaz para controlar
los síntomas de estado epiléptico en el 80 % de los casos;
sin embargo, esta proporción se redujo hasta un 40 % si el
tratamiento se inició 2 horas después del inicio de las
convulsiones [20]. Esto fue ampliamente documentado en
el ensayo clinico reciente de midazolam administrado en el
ámbito prehospitalario, en el que la administración
intramuscular fue superior a la endovenosa.
Los paramédicos deben estar preparados para tratar la
insuficiencia respiratoria en pacientes con estado epiléptico.
Las dosis de benzodiacepina recomendadas para el estado
epiléptico son relativamente más altas que las que se
utilizan para muchas otras indicaciones en el servicio de
urgencias y pueden contribuir a la depresión respiratoria.
Sin embargo, las convulsiones continuas son más propensas
a causar problemas respiratorios que la administración de
las benzodiacepinas [9].
Terapia inicial urgente en el ámbito hospitalario
El tratamiento inicial del estado epiléptico en el servicio de
urgencias continúa o completa los elementos que deberían
haber sido iniciados en el ámbito prehospitalario. Deben
reevaluarse la vía aerea, la respiración y la circulación y
debe continuar la atención de soporte. Si todavía no se ha
obtenido el acceso venoso, esta debe lograrse al llegar el
paciente al servicio de urgencias. Se debe descartar la
presencia de hipoglucemia mediante glucometría primero y
luego confirmar con la medición de glucosa sérica tan
pronto ingrese el paciente. Para pacientes hospitalizados, la
terapia urgente debe continuar sin problemas.
En pacientes que siguen convulsionando o no recuperan
la conciencia luego de la terapia inicial urgente
convulsiones o evidencia electrográfica, se les debe
administrar benzodiacepinas adicionales. El ensayo clínico
cooperativo de la Administración de Servicios a Veteranos
(Veterans Administration, VA) identificó 4 mg de
lorazepam endovenoso como el medicamento inicial
preferido, pero el diazepam endovenoso también fue eficaz
en el cese de las convulsiones [4]. Si las dosis adecuadas de
las benzodiacepinas ya han sido administradas por los
paramédicos, la administración de un fármaco
anticonvulsivante de segunda línea (terapia de control de
urgencia), se debe iniciar al arribo al servicio de urgencias
como se indica en la siguiente sección. Si el paciente no
recibió benzodiacepinas antes de la llegada al servicio de
urgencias y aún sigue convulsionando, la primera dosis de
lorazepam puede ser seguida de una dosis repetida de 5 a 10
minutos después, la cual es seguida inmediatamente por un
tratamiento de control urgente con un fármaco
anticonvulsivo de segunda línea.
Desafortunadamente las benzodiacepinas se dosifican
frecuentemente en cantidades menores porque la dosis
inicial de 4 mg de lorazepam para el estado epiléptico es
mayor que la dosis inicial utilizada para la mayoría de otras
indicaciones en el servicio de urgencias. El fracaso del
tratamiento inicial es a menudo el resultado de la utilización
de dosis iniciales inadecuadas de benzodiacepinas
endovenosas y de esperar luego demasiado tiempo para
repetir las dosis de benzodiacepina y pasar a agentes de
segunda línea o a anestesia general y a estado de coma
inducido por fármacos.
Terapia de control urgente en el hospital
La mejor opción de anticonvulsivantes de segunda línea
para los pacientes con estado epiléptico establecido que no
responde a las benzodiacepinas es incierta, ya que los
fármacos antiepilépticos de segunda línea no se han
comparado de manera adecuada en ensayos clínicos
controlados aleatorizados. Las opciones incluyen la
fenitoína/la fosfenitoína, el fenobarbital, el valproato de
sodio y el levetiracetam [4].
Entre los fármacos anticonvulsivantes de segunda línea,
los medicamentos preferidos en la mayoría de las unidades
han sido 20 mg/kg por via endovenosa de fenitoína a
velocidades de hasta 50 mg/min o 20 mg de equivalente de
fenitoína/kg de fosfenitoína, este último administrado a
velocidades de hasta 150 mg/min [21–23]. La fenitoína y la
fosfenitoína están autorizadas por la FDA para el
tratamiento del estado epiléptico en los adultos. La
fosfenitoína es un profármaco soluble en agua que se
convierte en fenitoína por esterasas plasmáticas. La
fenitoína, aunque no la fosfenitoína, está autorizada para su
uso en niños. Actúan en el canal de sodio en lugar de en el
receptor de ácido gamma-aminobutírico (GABA) y, por lo
tanto, representan una elección racional para el tratamiento
de pacientes cuyas convulsiones no cesan con los agonistas
de GABA de benzodiacepina. La bradicardia y la
hipotensión pueden ocurrir a altas velocidades de infusión
con las fenitoínas, especialmente en los ancianos o en
aquellos con enfermedad cardíaca significativa.
Aunque los eventos adversos relacionados con la
fenitoína, por lo general son autolimitados, algunos
médicos que tratan el estado epiléptico prefieren enfoques
alternativos. Un pequeño estudio aleatorizado sugirió que el
valproato de sodio por via endovenosa puede tener una
eficacia similar en el estado epiléptico, en comparación con
la fenitoína [21]. El valproato de sodio de 20 a 40 mg/kg se
administra por vía endovenosa durante 10 minutos, con un
adicional de 20 mg/kg administrados en 5 minutos si el
paciente todavía está convulsionando. Aunque los eventos
adversos no fueron estadísticamente ni significativamente
5. Neurocrit Care
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diferentes en el estudio aleatorizado, el valproato de sodio
probablemente tiene efectos secundarios cardiopulmonares
menores que la fenitoína y puede preferirse en pacientes
con hipotensión o dificultad respiratoria.
El fenobarbital endovenoso también está indicado por la
FDA para el tratamiento del estado epiléptico en los adultos
y los niños y sigue siendo una opción razonable, pero
actualmente es mucho menos elegido entre los adultos, a
menos que se contraindiquen o no estén disponibles otros
agentes. El fenobarbital de 20 mg/kg endovenoso se
administra a una velocidad de 50 a 100 mg/min. Una dosis
adicional de 5-10 mg/kg se puede administrar después de
10 minutos, si es necesario. El fenobarbital también actúa
en el receptor de GABA y puede ser una opción menos
racional en pacientes que no han respondido a las
benzodiacepinas, aunque hay una escasez de datos que
abordan este tema. El levetiracetam se usa a menudo,
aunque sin autorización de la FDA, como un agente de
segunda línea para tratar el estado epiléptico y se puede
administrar como una dosis de 1-3 g endovenoso durante
cinco minutos o infundirse a 2-5 mg/kg min [24].
Los agentes anticonvulsivantes de segunda línea también
se utilizan generalmente en el servicio de urgencias, en las
mismas dosis, para suprimir las convulsiones recurrentes en
pacientes después de que ha terminado el estado epiléptico.
Si un paciente deja de convulsionar, pero no se despierta o
no vuelve al estado pre-convulsivo, se debe obtener un EEG
para detectar un estado epiléptico continuo no convulsivo.
Los agentes anticonvulsivantes de segunda línea puede
ser menos eficaces, y a veces puede estar contraindicados
para la terapia de control de urgencia en pacientes con
estado epiléptico, que es secundaria a la intoxicación o al
envenenamiento. El estado epiléptico conocido que deriva
de la isoniazida o de fosfatos orgánicos preferentemente
debe tratarse con antídotos específicos. Los efectos
cardíacos de la intoxicación por antidepresivos tricíclicos
pueden exacerbarse por el intento de prevenir las
convulsiones con algunos anticonvulsivos de segunda línea.
Dosificación de anticonvulsivos
La terapia de control urgente se utiliza para prevenir la
recurrencia de las crisis después de que haya terminado el
estado epiléptico, o ponerle fin en aquellos pacientes con
convulsiones persistentes o recurrentes sin despertar. Si han
cesado las convulsiones y el paciente se ha despertado,
deben empezar a administrarse dosis de carga de
medicamentos antiepilépticos con vidas medias más largas
y pueden administrarse por vía intravenosa o por vía oral.
Una dosis de carga oral única de fenitoína de 20 mg/kg
puede derivar en niveles terapéuticos dentro de las 3 horas.
Para aquellos que necesitan una carga endovenosa, puede
utilizarse fosfenitoína de 20 mgPE/kg a una velocidad no
superior a 150 mgPE/min, o valproato de sodio de 40
mg/kg durante 10 minutos con un adicional de 20 mg/kg
durante cinco minutos si todavía persisten las convulsiones.
El monitoreo mediante EEG es útil si el paciente no ha
despertado. Las razones para las convulsiones persistentes
deben establecerse mediante la determinación de los niveles
de fármacos anticonvulsivantes, la imagenología cerebral,
la toxicología de la orina y cualquier otra prueba adecuada.
La causa más importante de estupor persistente después del
estado epiléptico convulsivo son las convulsiones eléctricas
continuas (convulsiones subclínicas o
electroencefalográficas) que solo pueden ser detectadas
mediante un monitoreo por EEG.
Tratamiento de estado epiléptico refractario
El estado epiléptico normalmente será resuelto mediante las
drogas primarias y secundarias descritas anteriormente. Si
el paciente permanece en el servicio de urgencias y las
convulsiones no han cesado a pesar del tratamiento urgente
con fármacos, el estado epiléptico se considera refractario.
Se recomiendan la anestesia general y el estado de coma
inducido por fármacos en estas circunstancias.
No es necesario, y por lo general no es aconsejable
retrasar la terapia avanzada con administraciones repetidos
de los fármacos anticonvulsivantes alternativos de segundo
nivel. Algún período, generalmente de menos de una hora y
tal vez incluso de 30 minutos, es adecuado para determinar
si el enfoque convencional descrito anteriormente tendrá
éxito.
La intubación endotraqueal es necesaria para permitir la
inducción del coma y se debe realizar rápidamente en
estado epiléptico refractario. Debido a que la parálisis
neuromuscular que se requiera una vez que se ha intubado
al paciente puede enmascarar las convulsiones en curso, es
conveniente realizar un EEG continuo.
Los agentes más comúnmente usados para inducir un
estado anestésico general de coma son infusiones continuas
de midazolam o propofol [25–28]. Las infusiones
endovenosas de midazolam por lo general son precedidas
por una dosis de carga de 0,2 mg/kg a 2 mg/min, con bolos
repetidos de 0,2-0,4 mg/kg cada 5 minutos hasta que cesen
las convulsiones, hasta una dosis máxima de carga de 2
mg/kg. Luego debe iniciarse la administración de una
infusión continua a 0,05 a 2 mg/kg hora. Las infusiones
endovenosas de propofol por lo general incluyen una dosis
de carga de 1-2 mg/kg endovenosa durante 3 a 5 minutos,
con bolos repetidos de la misma cantidad cada 3 a 5
minutos hasta que cesen las convulsiones, hasta dosis de
carga total máxima de 10 mg/kg. La infusión de propofol
entonces debe mantenerse a una velocidad de 30 a 200
6. Neurocrit Care
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mcg/kg min. Puede observarse hipotensión con dosis más
altas.
El pentobarbital (en comparación con el tiopental en
algunos países) es un agente alternativo para el tratamiento
del estado epiléptico refractario. Tiene efectos secundarios
significativos, incluida la hipotensión, y una vida media
efectiva prolongada, pero sigue siendo una opción
razonable cuando otros agentes han fracasado o están
contraindicados. El uso de una infusión de pentobarbital
requiere una estrecha vigilancia y debe llevarse a cabo en
un entorno de atención con los recursos de enfermería y de
control adecuados. Las infusiones endovenosas de
pentobarbital incluyen una dosis de carga de 5 a 15 mg/kg
endovenosa a una velocidad de hasta 50 mg/min, con bolos
repetidos de 5-10 mg/kg hasta que cesen las convulsiones, y
luego el mantenimiento de 0,5 a 5 mg/kg hora.
Los sedantes y los anestésicos utilizados para el
tratamiento del estado epiléptico pueden tener varios
efectos secundarios y con frecuencia se pueden asociar con
hipotensión dependiente de la dosis que requiere de soporte
vasopresor endovenoso [25]. La hipotensión puede ser vista
con más frecuencia con el pentobarbital, mientras que el
uso prolongado de propofol se asocia con el síndrome de
infusión relacionada con propofol, rara pero con frecuencia
fatal. El síndrome de infusión de propofol se caracteriza por
rabdomiólisis, acidosis metabólica y cardíaca e
insuficiencia renal [28]. El pentobarbital se utiliza con
mayor frecuencia en niños con estado epiléptico refractario
debido a este efecto adverso con propofol.
El valproato de sodio endovenoso puede ser utilizado
preferentemente en los pacientes con estado epiléptico
refractario que no pueden o no deben ser intubados [29–32].
No se recomienda el valproato de sodio en niños menores
de 2 años debido a su asociación con la hepatotoxicidad
fatal. Otras opciones terapéuticas potencialmente útiles pero
no probadas en estado epiléptico refractario incluyen la
ketamina, la lacosamida y la hipotermia leve inducida.
En el servicio de urgencias, los agentes sedantes
endovenosos por lo general serán dosificados para el cese
de las manifestaciones clínicas de estado epiléptico
convulsivo o sutil. Cuando está disponible el monitoreo
continuo mediante EEG, la velocidad de administración se
puede dosificar para los hallazgos electroencefalográficos
deseados, que van desde la supresión de las convulsiones
francas a la supresión de brote o a antecedentes totalmente
suprimidos. Hay pocos datos disponibles para identificar el
nivel óptimo de tratamiento de la supresión.
Se recomienda continuar con fármacos
anticonvulsivantes de segunda línea para alcanzar niveles
terapéuticos durante el tratamiento del estado epiléptico
refractario. La admisión urgente a una unidad de
cuidados/terapia intensivos, de preferencia con monitoreo
continuo mediante EEG, es aconsejable para pacientes
tratados por estado epiléptico refractario.
Estado epiléptico en niños
En general, el tratamiento urgente de estado epiléptico en
niños es idéntico al de los adultos. Las infecciones del
sistema nervioso central o trastornos genéticos o
metabólicos subyacentes son más comúnmente la fuente del
estado epiléptico en los niños, especialmente en el lactante
y en niños pequeños. También existe una mayor incidencia
de estado epiléptico febril en lactantes y en niños.
Los agentes utilizados para el tratamiento urgente del
estado epiléptico son los mismos que en los adultos. Los
agentes utilizados para tratar el estado epiléptico refractario
también son similares, aunque el pentobarbital y el
midazolam se prefieren sobre el propofol debido a
preocupaciones con respecto a los efectos secundarios
asociados con este ultimo. Las infusiones intravenosas
continuas en los niños con estado epilptico refractario a
menudo no se usan hasta después del fracaso de tres agentes
de primera o segunda línea. A causa de un raro trastorno
genético del metabolismo de la piridoxina (vitamina B6), se
recomienda que los niños con estado epiléptico refractario,
en especial los lactantes y los niños pequeños, reciban
suplementos de esta vitamina por vía endovenosa (Tabla 2)
en forma temprana en el curso de la reanimación. La
piridoxina también se debe utilizar para tratar el estado
epiléptico asociado con envenenamiento con isoniazida en
niños o adultos.
El aumento de dosis antiepiléptica puede provocar
depresión respiratoria transitoria e inestabilidad
hemodinámica. La atención cuidadosa al manejo de la vía
aerea y de la presión arterial evitará complicaciones y el
riesgo de lesión cerebral secundaria.
Comunicación
Al comunicarse con un médico que acepta o deriva
pacientes acerca de un paciente con estado epiléptico,
considere incluir los elementos clave que se detallan en la
Tabla 3.
Tabla 2 Tratamiento del estado epiléptico en niños
7. Neurocrit Care
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Etapa de tratamiento Fármaco
Terapia urgente inicial lorazepam, IV de 0,1 mg/kg, dosis máxima de 4 mg
Terapia de control urgente fosfenitoína, 20 mg/kg, en infusión no más rápida que 150 mg/min o 3 mg/kg min
Tratamiento del estado epiléptico refractario fenobarbital de 20 mg/kg, en infusión a 1 mg/kg min, a no más de 30 a 60 mg/min
O, comenzar a administrar midazolam: midazolam, de 0,2 mg/kg, dosis máxima de 10 mg. Si las convulsiones continúan durante
otros 5 minutos, repetir la dosis a 0,2 mg/kg y comenzar la infusión de 0,1 mg/kg
hora.
Si las convulsiones continúan durante otros 5 minutos,
administrar otra de 0,2 mg/kg y aumentar la
infusión de 0,2 mg/kg hora. Si continúan las
convulsiones, repetir el bolo de midazolam y luego
comenzar a administrar pentobarbital.
pentobarbital, 5 mg/kg, seguido de infusión de 1 mg/kg hora, aumentar según sea
necesario a 3 mg/kg hora
Tabla 3 Comunicación del estado epiléptico con respecto a la
evaluación y la derivación
Comunicación
Presentación clínica
Duración del estado epiléptico
Antecedentes de historia clínica anterior/quirúrgicos anteriores
relevantes
Medicamentos previos, medicamentos administrados hasta ahora,
niveles séricos de fármacos anticonvulsivantes si se obtienen
Examen neurológico
Imagenología cerebral/punción lumbar/otros resultados (si están
disponibles)
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