El documento contrasta las características de un buen docente frente a un mal docente, señalando que un buen docente mantiene interesados a los estudiantes, fomenta la participación y creatividad en clase a través de técnicas como mapas conceptuales y aprendizaje basado en problemas, y brinda atención personalizada cuando es necesario; mientras que un mal docente hace que los estudiantes se duerman o evadan de clase, enseña mediante métodos pasivos o de memorización que no generan interés ni buenos resultados.