La dieta mediterránea se caracteriza por un alto consumo de productos vegetales como trigo y aceite de oliva, así como pescado y vino en cantidades moderadas. Tiene sus orígenes en los patrones alimenticios de países mediterráneos como España, Italia y Grecia. Proporciona numerosos beneficios para la salud como menores riesgos de enfermedades cardíacas y deterioro cognitivo. Fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010.